Con su punto picantón han sido múltiples los medios que han disfrutado glosando las muestras de amor vacacional de la alcaldesa belga Ilse Uyttersprot y su pareja. La escena, que han subido a youtube, trascurrió hace unos cuatro años en lo alto del Castillo de Olite, monumento gótico de regia importancia que ahora de buen seguro verá acrecentado su interés turístico. La alcaldesa, que como buena dama ígnea es de derechas, ya ha dicho que su público arrebato no tiene nada que ver con su ocupación pública. Aquí es donde deberíamos centrar el debate —si debate quisiéramos— y traer a colación a la mujer del César. Pero esto es España, niña Isabel, aprieta el calor y ruge la testosterona, la feromona y demás onas.
Así pues, el chascarrillo y el gracejo patrios han servido para dar colorido a un vídeo cuya dislocación de la convencionalidad se debe únicamente a su exótica ubicación. A su turística mise-en-scène. Y mientras a ella puede observársela placentera, el protagonista mantiene una impasibilidad digna de un funcionario de Hacienda. Sorprendente, qué duda cabe, mantener el temple enfundado en gafas de sol en este tipo de trances tan proclives al desencajamiento facial y a la retahíla de obscenidades afrancesadas.
En cualquier caso, no acabo de entender al grupito de turistas que se tomó la molestia de grabar la escena en móvil y subirla a la red. No acabo de entender sus risitas de histeria y alborozo, su deleite en la exhibición de la exhibición ajena si no se debe, claro está, a un caso crónico de disfunción sexual.
En lo que dices en el último párrafo está, en efecto, la verdadera (la única) pornografía del vídeo. Por lo demás, concuerdo con todo lo que dices salvo en una cosa: más que de Hacienda, parecía un funcionario de Fomento.
Bueno, también hay cierta pornografía en el detalle final del vídeo: cuando el sujeto se huele los dedos. Me ha gustado ese estrambote al acto.
Deberé conocer a algún funcionario de Fomento para apreciar el matiz, caro José Antonio.
Quizá fui demasiado críptico, pero abramos el campo: quise decir que ese hombre taladra con precisión, que se aprecia su conocimiento de las tuneladoras.
Sobre el detalle de que se huele las manos: es, sin duda, el momento cumbre. Pero no me refería a eso. Podrían haberse despatarrado sobre el pretil, podría habérsele visto a ella echar chorros de pepsicola por el chocho, y a él correrse a mansalva desde el torreón: la única y exclusiva pornografía del vídeo *seguiría siendo* la de esos impresentables que grababan y cuchicheaban. Ellos son lo obseno, esos canallas son los abominables. Los que merecerían ser pateado en el culo y en los cojones. Los que merecerían ser arrojados desde el torreón, tales cabras.
La pornografía son ustedes.
(Me están poniendo cachonda)
Debemos realquilar el torreón!
«dislocación de la convencionalidad»… «enfundado en gafas»…. «desencajamiento facial»…. Tsk, tsk.
Se dice que las mujeres (y algunos hombres) son capaces de hacer (bien) dos cosas al mismo tiempo.
Esa burgomaestra (¡flamenca…!) demuestra que sabe sacar lo mejor de la circunstancia: un polvo con vistas…
En efecto, los voyeurs son patéticos en su estrechez: serían incapaces de disfrutar así de bien del panorama.