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Javier Gómez: ZP, como Pep, por el centro y con la derecha

Así juegas, así eres. La ley vale para todo territorios. En el descampado del barrio, con dos jerseys como postes derretidos, un balón pelao y ese campar de sueños, pellas y hostias cuando toca. En los grandes estadios endomingados, con sus 70000 pares de ojos, un balón reluciente y ese campar de millones, gomina y hostias cuando toca. Y también en las moquetas de la política, con sus barrigas posacorbatas al abrigo de fotógrafos y ese campar de egos, subsecretarios, músculos caducados… y hostias cuando toca.

Los que no vieron a José Luis Rodríguez Zapatero jugando al fútbol con Pepe Blanco, en aquellas pachangas de los domingos por la mañana, se sorprenden por su volantazo hamiltoniano. Le acusan de mudarse al centro. O, peor incluso, de transitar directamente por la banda derecha. Un ultraje del calibre de ver a Guardiola en chándal y mordiendo un palillo. ¿Culpa de Merkel? ¿De los mercados? O quizá la querencia por el centro, ese veraneo ideológico, había quedado ya escrita sobre el césped sintético de un campo de Las Rozas hace ya unos años…

Corrían los tiempos de la oposición bajo égida aznarista y madridista. Rodríguez Zapatero, impenitente seguidor del Barça, se sentía entonces al frente del PSOE como Unai Emery en el Valencia de hoy: en sus manos tenía un equipo pintón al que nadie exige ganar la Liga porque es imposible, y tenía algún silbido asegurado de la vieja cuadra. ZP intentaba cerrar pactos y paseaba bajo el brazo con el Republicanismo de Pettit, pero los domingos por la mañana, nada de cumbres internacionales, ni Le Monde Diplomatique en el salón, no, no. Los domingos, partideli, y después unas cañas. ¿Somos o no somos del pueblo, joder?

Ahí se partía y repartía el poder del PSOE. Los equipos se echaban a suertes, como en el barrio. La bola relucía con brillo de ticket colgando, como en los grandes estadios. Y de vez en cuando caían hostias, como en todos los sitios. Zapatero ya mandaba. En el partido y en el campo, instalado en la posición de mediocentro y dándole con la derecha. Centro y derecha. Sí, estaba escrito…

“Como a él, culé confeso, no le gustaría que le compararan con Redondo, dejémoslo en que se ponía en el sitio de Guardiola. Repartiendo. Organizando. A izquierda y derecha”, recuerda a Jot Down uno de los jugadores. O sea, que Zapatero, centrojás del PSOE, secretario general del 7 vs 7 dominguero, qué más da, ya mandaba. A Guardiola le pasó tres cuartos de lo mismo. De capo de partido, terminó cuando nadie lo esperaba como primer ministro/entrenador. Y llegará a jefe de Estado de esa “República catalana del Barça” que Joan Laporta se inventó cuando se sentía Tarradellas y sólo le faltaba una cajita de cartón para entonado meritorio del Speaker’s corner futbolero…

¿A Pep le va de maravilla y Zetapep se ha estrellado? Corten. Analogía falsa. En España lo complicado es la segunda legislatura. Tras los tres años que Guardiola lleva en el Barça a Zapatero le pasaba igual: ponía un solo defensa en el once y la economía seguía creciendo.

Vida de Carrilero

Y como la vida tiene sus castas, por invisibles que sean, mientras Zapatero mandaba en las pachangas de Las Rozas, Pepe Blanco le hacía en el campo lo mismo que en Ferraz: zurcir rotos y descosidos ora en defensa, ora al ataque, cayendo a la derecha, cosas tiene la vida y sobre todo la de carrilero. Así hizo fortuna, de Míchel Salgado del PSOE. Perdón, Tomás Reñones, no faltemos a los colores. Y aunque no le guste el diminutivo, mejor Pepiño Blanco. No hay discusión, queda mejor en los Panini.

Para sumar 14 ya se arremangaban el diputado Pedro Sánchez, mirlo blanco del PSOE, siempre al quite y obediente, a ver cuándo le dejan jugar más arriba; Óscar López, secretario general del PSOE de Castilla-León, algún otro y luego completaban con los escoltas. Un partido dentro del partido. Rubalcaba, el esprinter convertido en corredor de fondo, no jugaba. Si montasen hoy una pachanga pondría campo, balón y hasta mandaba a ZP a la agrupación de Getafe, como Mourinho a Pedro León.

Dicen que el presi prefería siempre un pase a un regate, que era un jugador generoso, sin instinto asesino… Así juegas, así eres. Luego Zapatero se lesionó, se dio al basket y al footing en mallas con David Cameron y, cosas de las listas cerradas, a ver quién se atrevía a montar un partidillo sin el jefe. Ahí acabaron las pachangas de Las Rozas, donde ZP ya jugaba por el centro y con la derecha.

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