Joe Wright, director de la espléndida Expiación, llega a nuestras pantallas con, bueno, con esto.
Hanna –Saoirse Ronan– comienza en los parajes del círculo polar ártico. Allí, un padre fugitivo –Eric Bana– adiestra a su hija a ser una perfecta máquina de combate hasta el momento en que esté preparada para llevar a cabo una venganza contra una agente de la CIA –Cate Blanchett. Tras el intento, ésta no dudará en perserguirles por todos los medios posibles para acabar con ambos. Vuelta de tuerca al género de las persecuciones aderezada con música de los Chemical Brothers.
Suena bien. Sin embargo, no puedo evitar afirmar que se trata de un film fallido en el que tanta sobrecarga en el montaje sepulta la idea, que no era mala en absoluto. Wright intenta aportar frenesí y ritmo a la historia con un despliegue técnico muy amplio y esto tiene gracia durante los primeros veinte minutos con la escena de la huída de la prisión. Pero más adelante, cuando comienza a desarrollar a la protagonista tan sólo logra transmitir una sucesión de planos de videoclip y a la mitad del film ya llega a dar igual qué le suceda a los personajes. Por no mencionar que el comportamiento de estos a veces resulta incomprensible y no por culpa del reparto, sino por no tomarse el guionista su tiempo en las escenas que fuere necesaria una pequeña pausa. No sería justo decir que se trata de una mala película. Resulta entretenida hasta cierto punto y siempre es agradable ver a actores como el trío protagonista y a Olivia Williams haciendo de madre neohippy. Pero el intento de dejar patente un estilo propio en lugar de pulir la historia es lo que condena finalmente el film.
Así, los personajes secundarios a veces rozan el ridículo. Véase el sicario amanerado que contrata Blanchett, que parece una parodia de matón de Guy Ritchie. También hay escenas que ya hemos visto mejor ejecutadas; sin ir más lejos la pelea en el metro recuerda el plano secuencia en el pasillo de Oldboy. Y sobre todo, el empeño de convertir lo evidente en obviedad, recordándonos cada diez minutos que se trata de una fábula moderna atípica. Que si los hermanos Grimm, que si Hansel y Gretel, que si la boca del lobo… Que sí, que ya.
Al igual que muchos siempre he pensado que en las buenas películas, el estilo y la transgresión se defienden por sí solos, no hace falta exagerarlos ni provocarlos. La única pregunta que me vino a la mente al llegar el abrupto final fue ¿Por qué demonios alguien que ha logrado parir Expiación se empeña en jugar a ser Danny Boyle?
Para terminar, en relación a los Chemical Brothers, señalar que ya he visto historias mejor condensadas en sus videoclips. Aunque con Hanna, en particular, dado el gran parecido de la protagonista a Jonna Lee, por momentos creí estar viendo un videoclip de iamwhoiamami.