Cine y TV

Dr. Strangelove

5drs

Cualquier conversación sobre Stanley Kubrick acaba inexorablemente con la misma pregunta: ¿cuál es su mejor película? Y llegados a este punto es donde empiezan todo tipo de opiniones y desbarres varios. Lo cierto es que es un autor que incita a la polémica. En su eterno afán innovador firmó obras de todos los géneros y para todos los gustos, casi siempre de una calidad excepcional. Si queremos cine de terror, ahí está El Resplandor. Se puso con laciencia ficción y realizó una de las obras cumbres del género: 2001, Una Odisea del espacio, que agunos críticos tan entrañables como Carlos Pumares no dudan en situar a la altura de Casablanca o Lo que el viento se llevó. Cuando le dio por el cine histórico parió dos maravillas como Espartaco, que si cansa es únicamente por las inevitables reposiciones anuales de cada Semana Santa y Barry Lyndon, una historia prodigiosa que a la vez supone un alarde técnico sin precedentes: usó una lente especial fabricada a medida y se rodó sin un solo foco —incluidas las escenas a la luz de las velas—. Adaptó también dos novelas excepcionales, Lolita de Nabokov y La Naranja Mecánica de Anthony Burgess, alcanzando tal nivel de maestría que muchos se atreven a asegurar, codo en barra, cubata en mano y dedo amenazadoramente levantado, que llegan a mejorar notablemente los originales. Probó con el thriller y se sacó de la manga una joya poco conocida y aún menos valorada: Atraco Perfecto. Muchos años después, Quentin Tarantino nos deslumbraría con el revolucionario montaje de Pulp Fiction, pero no le dolieron prendas en afirmar que el film de Kubrick había sido su principal fuente de inspiración. Una película redonda donde se mezclan hasta siete historias entrecruzadas con todo tipo de saltos temporales, pero que se sigue y entiende sin problemas. Quizá algún día les cuente algo más de ella, si es que aún no me han echado a la calle (como ya se ha comentado alguna vez, la Dirección de Jot Down —que dios guarde en su gloria por muchos años y quien les está soltando este ladrillo tenemos serias discrepancias sobre los conceptos de formalidad, diligencia y tiempos de entrega razonables). Pero sigamos con Kubrick, que ya he sentido en mis carnes como acaban estas disgresiones. Cuando se puso con el cine bélico también filmó buenas películas: la maravillosa Senderos de Gloria o la sobrevalorada La Chaqueta Metálica, que apenas resiste una segunda visión y que está muy por debajo de otros trabajos sobre la guerra del Vietnam como El cazador, la soberbia Apocalypse Now o incluso Platoon, si me apuran. A título póstumo nos sorprendió con Eyes Wide Shut una excelente, desconcertante y poco reconocida película, cuyo mayor mérito es, sin duda, conseguir que Tom Cruise parezca un buen actor.

Si algún lector ha sido capaz de llegar hasta aquí y es un buen conocedor de Kubrick, habrá detectado que hay una omisión flagrante. Y es en este punto donde volvemos a la polémica a la que aludíamos al principio de este artículo: decidirse entre tanta obra maestra. En mi opinión que no es mejor que la de ustedes, pero que es lo único que me asegura el cuenco de arroz diario que se sirve en las mazmorras de Jot Down, no hay debate alguno: sin duda me quedo con la magnífica Dr. Strangelove: or How I Learned To Stop Worrying and Love the Bomb, cuya traducción al cristiano vendría a ser Dr. Strangelove: o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba. Dado que semejante título no les pareció suficientemente original a los distribuidores de este país, aquí le pusieron ¿Teléfono Rojo? Volamos hacía Moscú. Mejor no hacer preguntas.

De entrada, clasificar la película en un género determinado ya plantea un serio dilema ¿Es una película bélica? Sí, sin lugar a dudas. ¿Tiene elementos de thriller? También. ¿Suspense? Hasta el último minuto ¿Puede calificarse de drama? Sería un poco forzado, pero trata sobre un apocalipsis nuclear, así que poca broma. Pero cuando uno ve la película, el veredicto es claro: es una comedia negra o una sátira sensacional, lo que ustedes prefieran. Y es que lo que bien empieza, bien acaba. Cuenta con excelentes mimbres en el reparto: Sterling Hayden, George C. Scott, el maravilloso Slim Pickens (uno de los secundarios fetiches de Sam Peckinpah) y sobre todo, la participación del genio entre los genios, del más grande entre los grandes: Peter Sellers, que no es que borde su papel, es que interpreta magistralmente hasta tres personajes distintos. Añádanle además un magnífico guión, convenientemente aderezado por Terry Southern y el mismo Kubrick a partir de la novela Red Alert de Peter George. Los tres fueron nominados a los oscars, además de Peter Sellers como mejor actor y Kubrick en dos categorías más —mejor director y mejor película—. No ganaron nada, pero es que tampoco fue un año fácil: luchaban contra Mary Poppins, My fair Lady, Zorba el Griego y Topkapi. Mala suerte para Kubrick, que todo sea dicho, tampoco lo ganaría jamás. Pero no es para rasgarse las vestiduras: la lista de directores sin Oscar es tan notable (Bergman, Fellini, Hitchcock, Kurosawa, Welles, Chaplin, Hawks o Buñuel) que a veces cabe preguntarse en que bando conviene estar.

Para contextualizar el film hay que retrotraerse al principio de la década de los sesenta, en plena guerra fría, exacerbada aún más si cabe por la crisis de los misiles de Cuba. Por aquel entonces los bombarderos americanos, repletos de armamento nuclear, volaban las veinticuatro horas del día al borde del espacio aéreo soviético, siempre a dos horas de sus objetivos. Es en esta situación cuando un general fanático y enloquecido, llamado John D. Ripper no por casualidad (en la que probablemente constituye la mejor interpretación de la carrera de Sterling Hayden), decide por su cuenta y riesgo enviar a sus aviones a arrasar la URSS, sin motivo razonable alguno. Al mismo tiempo, aplica los protocolos de actuación previstos en caso de guerra: cerrar la base aérea a cal y canto, cortar cualquier comunicación con el exterior y bloquear las transmisiones de datos a los aviones a menos que vayan precedidos por un código de seguridad previo, que naturalmente, solo él conoce. En cuanto la noticia llega a la Casa Blanca, la película cambia radicalmente de registro y hace que el espectador empiece a esbozar una sonrisilla que inevitablemente suele acabar en carcajada, en una soberbia mezcla de humor y tensión difícil de encontrar en ninguna otra película. Un magistral Peter Sellers en el papel de Presidente de los Estados Unidos llama a su homólogo soviético –a través del teléfono rojo, claro- para informarle de la situación, en un monólogo tan surrealista como memorable Después de localizarle en un burdel y de preguntarle por la familia, le suelta perlas dignas de Faemino y Cansado, tales como “Dimitri, uno de mis comandantes ha cometido una estupidez”, “Sí, te entiendo, yo también estoy molesto” y otras del estilo. A su vez, Dimitri le comenta que si una sola bomba llega a estallar en territorio de la URSS se activará automáticamente la Máquina del Juicio Final, que acabará con toda la vida en la Tierra y que una vez en marcha, no podrá ser detenida por ningún ser humano (lo que supone la perfección en el arte de la guerra, que diría Sun Tzu y el fin de la carrera armamentística, según el Dr. Strangelove, el científico loco nazi que da nombre a la película). Dadas las circunstancias, la única opción viable es hacer retornar a los aviones. Pero recuerden, estos se encuentran a menos de dos horas de sus objetivos y el código de seguridad solo lo conoce John D. Ripper, que mantiene la base cerrada, incomunicada y defendida por todos sus hombres. Y hasta aquí puedo llegar sin destriparles el resto de la película.

Es un film absolutamente delirante. Aquellos de ustedes que todavía no lo conozcan, no se lo pierdan bajo ningún concepto. Aún así, hay gente que sostiene que Dr. Strangelove es la obra más pesimista de Kubrick. Y no les falta razón. Pero la contrarréplica no es nada desdeñable: es la única ocasión en toda su filmografía en que Kubrick nos hace reír, y de qué manera. Al respecto, destacan las magistrales interpretaciones de un George C. Scott absolutamente desbocado y de un Peter Sellers que nos explicará el porqué del extraño título original “Dr. Strangelove: o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba”.

Pero no solo son buenos el argumento y los actores. Todo en Dr. Strangelove es magnífico: los títulos de crédito son sensacionales y están unánimemente considerados como unos de los mejores de la historia del cine. La elección de la banda sonora es espectacular, desde los temas que abren y cierran la película hasta la popular When Johnny Comes Marching Home Again, leit motiv de las escenas más tensas de la película. Tampoco es un hecho sorpresivo: Kubrick es uno de los directores que mejor han usado la música como elemento narrativo esencial en sus películas. Las soberbias bandas sonoras de La Naranja Mecánica, La chaqueta Metálica o las naves flotando al son de El Danubio azul en 2001, Una odisea del espacio son un claro ejemplo de ello. Muy pocos directores han alcanzado tal maestría en esta faceta: Dios encarnado en John Ford, los hermanos Coen, Tarantino y alguno más que me dejo. Kusturica, quizás, pero esto son vicios privados que no conviene airear demasiado.

Y si algo curioso tiene esta película es la acumulación de anécdotas extrañas. Slim Pickens protagoniza una memorable escena que ha sido parodiada hasta la saciedad en multitud de films y series (Los Simpsons, como ejemplo más evidente), y que no contamos por no arruinarle el final a nadie. Pero en cuanto la vean, la reconocerán de inmediato. Y es que probablemente, sea esta escena una de las que les hará recordar esta película durante toda su vida. Porque tiene su miga: Slim Pickens entró de rebote en el reparto por una inoportuna lesión en el tobillo de Peter Sellers que le imposibilitó filmarla (en el que hubiera sido su cuarto personaje de la película). Pero Pickens planteaba un grave problema: tenía un acento texano marcadísimo (era actor de westerns, no lo olviden). Así que moldearon el personaje y los diálogos a su medida. Hasta aquí, nada del otro mundo. Pero resulta que en una de las frases tenía que hablar sobre pegarse una buena juerga en Dallas, como buen texano que era. Pues el mismo día del estreno de la película, mataron a un tal J. F. Kennedy. Y en Dallas, precisamente. Evidentemente, el estreno se aplazó, pero la referencia a la farra seguía ahí, así que hubo que cambiar el diálogo a toda prisa, eligiendo como ciudad festiva Las Vegas.

Stanley KubrickA raíz del estreno de esta película se produjo un hecho que llama poderosamente la atención: Kubrick describió con tanta maestría los protocolos de ataque y defensa nuclear que tanto la Unión Soviética como los Estados Unidos se vieron obligados a revisarlos y modificarlos. Por primera vez alguien dejó patente que cualquier loco podía desencadenar el Apocalipsis con un simple imprevisto. La coincidencia temporal con Lee Harvey Oswald, un marine que desertó hacia la URSS y la alargada sombra de la reciente crisis de los misiles hicieron el resto.

Los espacios donde se desarrolla la película merecen tratamiento aparte. Se trata de tres escenarios incomunicados entre si, situación que provoca que la trama sea tan acongojante como creíble. Sin duda alguna el más espectacular de ellos es la Sala de Guerra. Pues bien, cuando Ronald Reagan tomó posesión del cargo, su primera petición fue ir a visitarla. Parece que el hombre se llevó una gran decepción cuando descubrió que no existía y que no era más que un simple decorado. Pero aún fue más grave si cabe la recreación del interior del B-52, que se mantenía como un secreto de estado. Y en esas que llegó Kubrick y no solo lo reprodujo a la perfección, sino que además hizo públicos los procedimientos de operatoria del bombardero estrella de los Estados Unidos. Aún andan buscando al culpable. Y es que Kubrick gustará o no, pero nadie puede negarle el afán perfeccionista que impregna toda su obra.

Otro aspecto notable es el carácter inequívocamente sexual y fálico de la película, desde el diseño de determinadas escenas hasta los nombres de los personajes, lo que acentúa su comicidad para el angloparlante y desvirtúa muchos gags para el resto de la humanidad. Pero como por internet podrán encontrar información al respecto en mil páginas y ensayos, no será aquí donde repetiremos una cuestión tratada hasta la saciedad. Más aún cuando creo que ya me he ganado sobradamente el derecho a plato de gachas y celda con letrina y ventanuco.

Y todo esto es solo un vuelapluma de lo que encontrarán en poco más de noventa minutos. ¿Se nota que es mi película preferida de todos los tiempos?

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31 Comments

  1. Amónimo

    Muy buen artículo. Me ha convencido para verla, confieso que la tengo en «tareas pendientes» hace años. Hablando de las traducciones de nombres de películas al español tendríamos para echar un rato. Creo que Telefóno rojo no es de los peores casos, y a veces hasta se acertó: yo no cambio nuestro «Con la muerte en los talones» por su «North by northwest», ni un «Sólo ante el peligro», aunque suponga poner un spoiler en el título (con un par), por aquél soso «High noon». Caso aparte estarían las traducciones absurdas como «La jungla de cristal» por «Die hard» y entre las comedias ya es totalmente de coña, y vale traducir «Hollywood ninja» como «La salchicha peleona»! Un saludo

    • La leyenda de la ciudad sin nombre es otro acierto.

      Pinta tu carreta, no me jodas.

      • Amónimo

        Es que con esa no me atrevo. No soporto los musicales, lo siento pero es así. Y ya es que me imagino a los dos tíos más duros de la historia del cine cantando y bailando, y me entran escalofríos, no puedo, no puedo…

  2. Espera… pero es que hay un error garrafal.

    El general es «Jack D. Ripper», no «John D. Ripper».
    Imperdonable en una crítica como esta, que presume de conocer el filme y explicar los detalles que sólo un admirador de la película conoce.

  3. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Miquel Barceló: “En nuestra sociedad mercantilista, si se consigue sacar beneficio de clonar humanos se hará”

  4. Efectivamente, juego de palabras además con Jack the Ripper. Entretenida película por un lado, insoportable por el otro, que tiene que ver con Kubrick convencido de estar reescribiendo la historia del cine en cada plano, y que ya sería característica presente en el resto de su filmografía. Algo muy molesto, francamente.

    • Valhue

      Sí, ciertamente Kubrick desprende un tufillo a estar encantado de conocerse que puede resultar insoportablemente pretencioso. En algunas pelis – o en algunas secuencias de algunas películas – se hace más patente que en otras.

    • Maestro Ciruela

      Sí, francamente molestísimo para mediocres y envidiosos, no cabe duda…

  5. Para mi las dos peores películas de Kubrick son precisamente Teléfono Rojo y Lolita, y el culpable es el mismo: Peter Sellers. Era genial si le controlabas un poco, pero si le reías las gracias y le dejabas hacer podía llegar a resultar muy cargante. El primer fan de Sellers era él mismo (el último, yo).

    Tampoco estoy de acuerdo con la valoración que hace el autor de La Chaqueta Metálica. Para mi gusto es una gran película y está a la altura de las mejores de Kubrick.

    En todo caso, incluso las menos buenas son películas importantes.

  6. Enrique Aguilar

    La he visto y me pareció un coñazo. Tengo que verla de nuevo con otros ojos.

    • Maestro Ciruela

      Pídaselos prestados a otra persona a poder ser. Y ya puestos, el cerebro también.

  7. susoman

    Parece ser que durante la intensiva documentación que precedía a sus producciones, Kubrick encontró una foto con una vista parcial de la cabina de un B52 en una revista de aeronaútica. A partir de la poca información disponible, el equipo dedujo la forma del resto de la cabina con la conocida precisión que inquietó a los militares.

  8. Pingback: Dr. Strangelove

  9. mataclanes

    No sé si incluir a Kurosawa dentro de la lista de «no ganadores del Oscar» ya que su película «Dersu Uzala» obtuvo el Oscar a la mejor película extranjera y creo que también recibió un Oscar honorífico (que ya sé que no es lo mismo).

  10. mataclanes

    Por cierto, acabo de recordar que Buñuel también tiene otro Oscar a mejor película en lengua no inglesa por «El discreto encanto de la burguesía.

  11. mataclanes

    ¡¡¡Y Fellini tiene… 4 Oscars más uno honorífico!!!

  12. mataclanes

    Orson Welles tiene también un par de Oscars: por el Guión de Ciudadano Kane y otro honorífico.

  13. J.Ramon

    Para mi su mejor película es Senderos de Gloria, hora y media de película bélica ( no dos o tres horas como la inmesa mayoría) y que fue prohibida durante años en Francia por su argumento. Como me la presentaron la primera vez que la vi: «La película antibelicista mejor hecha».

    Y por cierto ¿el desorden de Pulp Fiction, no venía de Rashomon de Kurosawa?

  14. cheloveco

    No estoy totalmente de acuerdo en eso de que su versión de Clockwork Orange mejore la obra de Anthony Burgess. Sin duda es un peliculón y retrata con acierto la historia en sí pero no quizá del todo la caracterización psicológica de Alex (sin duda lo mejor de esta obra. Pero lo que es imperdonable para quien haya leído la obra (y para el autor de la misma) es que este se basara en la edición norteamericana y no en la original, excluyendo así, el ya famoso capítulo 21; con el consiguiente significado que conlleva en la obra. Precisamente Burgess editó un prólogo para la misma (años más tarde) explicando la poca gracia que le hacía este hecho y que se habían cargado lo que, para él, era lo más importante; que toda obra tenga un sentido trascendente en cuanto a evolución moral y ética de los personajes y que no solo fuera una representación de unos hechos sin transfondo y sin meta. En pocas palabras a Burgess ni puta gracia le hizo y reconoció que tuvo que prostituirla por la delicada situación económica en la que se encontraba.
    Después de leerme el libro veo el film con otros ojos pero me sigue pareciendo bueno. Ni que decir tiene que la historia, en parte, germina de unos horribles y despreciables hechos que le ocurrieron a él y su mujer y sabiendo esto es increíble y algo más que magnífica la óptica objetiva con la que desgrana e interioriza el carácter psicológico de Alex (que como he dicho antes no esta bien representado o no del todo, falta mucha chica), a mí esto me ponía los pelos de punta. Pero juzguen ustedes, léanse el libro y disfruten de una magnífica historia cargada de críticas sociales aderezado con un enriquecedor lenguaje creado por él mismo, el nadsat.

    Dicho esto me retiro que se me esta sobre calentando la golová.

  15. Enric

    Fail safe le da mil vueltas a la comedieta que es Dr. Strangelove con un Peter Sellers desbocado.

    • Yo diría que es bastante más aburrida y convencional que no mala. Otro retrato de la paranoia nuclear de la época.

  16. veo aquí mucho listo que critica a Kubrick y Dr Strange love como si ellos hubiesen hecho 20 pelis mejores….en fin!!! y a Peter Sellers, ese genio, que en esta película hace un papel brillante sobretodo con el personaje del propio Strange que claro ohhh era egocentrico y bla bla bla…mucho erudito y poca accion se mezclan en este blog! asco me da!

  17. Sputnik

    Dr. Strangelove es mi peli favorita tambien de todos los tiempos, las pelis de Kubrick hay que verlas minimo 2 o 3 veces para enterarte de que es lo que te atropello.

  18. Esta película es el triunfo de la la inteligencia y la sátira sobre la bazofia de hoy en día… un contínuo de guiños / puñetazos al espectador. Cine de adultos, para adultos, no para la taquilla. Una obra que pasará a la historia. Y Peter Sellers haciendo de científico nazi loco es como para verla mil veces. «Mein Fürher! I can walk ! «

  19. Que digo yo que...

    … vale que no le guste «la chupa de chapa», por cierto que el atentado traductorio de este título es tan imperdonable como el el del «teléfono rojo», pero…
    … que digo yo que «El cazador» es un truño inmenso. Salvando a mi amadísima Meryl.

  20. Música y cine? Falta Almodóvar

  21. Modest

    En segunda parte de Full Metal Jacket comienza a apreciarse la decadencia de Kubrick, que culmina con Eyes Wide Shut.

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