Los abonados a Canal+ que gozan de la paciencia y de la laxitud laboral necesarias para aguantar despiertos toda la noche de entrega de los premios de la Academia de Cine, conocidos aquí y allí como los Oscar, saben que desde el año 2006 Cristina Teva, que además actualmente presenta el programa Cinexprés en la misma cadena, es la encargada de lidiar con la alfombra roja y las estrellas de Hollywood que levitan sobre ella repartiendo dádivas, la mayoría infringiendo alevosamente las más básicas leyes universales que desde al menos los años veinte eran la salvaguarda del buen gusto en el vestir. Es una labor sin duda envidiable, y que debe de inspirar las más enrevesadas intrigas bizantinas con el único propósito de desplazarla del puesto y así tener la oportunidad de oler el sobaco de Clooney o revisarle los puntos negros a la Jolie. Esperamos que todas esas conspiraciones terminen sus días frente a un pelotón al amanecer. Pero quizás todo no sea más que oropel, y detrás de las estrellas ya sólo quede un grandioso pasado. Queremos saber cómo son las estrellas de cerca, y no perdemos la esperanza de que nos confiese que realmente no existen, que no son reales, que no están ni allí ni en ninguna parte que podamos alcanzar en esta vida.
Llevas desde el 2006 yendo a Los Ángeles para estar en la alfombra roja de los Oscars. Durante estos años, ¿quién te ha sorprendido por su amabilidad?
Todo el mundo es muy amable. Están emocionados por estar allí y se prestan a hablar contigo con facilidad. Me cuesta elegir a alguien, pero me dejan especial poso los españoles. Recuerdo a Alberto Iglesias, que además creo que es el primero a quien entrevisté. También Javier Fesser, Maribel Verdú… los hispanohablantes en general, porque se sienten más cómodos hablando en su idioma. Pero lo que más me sorprende, en medio de todo ese histrionismo de estar saludando al público, es ver a alguien realmente emocionado mientras defiende su película a muerte. Como Forrest Whitaker, David Strathairn —el de Buenas noches y buena suerte— o Clint Eastwood, y eso que para Eastwood una alfombra roja es casi como pasearse por el pasillo de su casa. Eso no siempre pasa con los actores, no siempre se sienten orgullosos de la película que han hecho
Pero son actores. ¿No crees que están representando un papel?
Hay de todo. Sí es cierto que forma parte de su trabajo, pero creo que esa tarde no les cuesta especialmente estar emocionados o simpáticos.
¿Y algún borde?
Claro, también los hay, pero me hace gracia. En el momento me lo hacen pasar mal pero no es algo que me deje traumatizada. Recuerdo a Alan Arkin, el abuelo de Pequeña Miss Sunshine: tienes esa imagen del típico abuelo simpático y en cambio fue muy parco en palabras. O Anthony Hopkins, que da la sensación de ser ese tipo de personas que están siempre midiendo tu inteligencia, como si cada respuesta fuera un acertijo. Y medirse con él es complicado porque no estás en igualdad de condiciones: él es Anthony Hopkins y tú estás muchos años de experiencia por detrás.
¿Has coincidido con él en la alfombra roja o también le has entrevistado en otro contexto?
Le entrevisté en la alfombra roja pese a que ese año no estaba nominado. Para estos casos en los que aparece una celebridad invitada llevo una serie de preguntas genéricas. Le pregunté sobre su visión acerca de la evolución de la ceremonia, y me contestó algo así como «las cosas han cambiado, y parece que hoy va a llover». Y claro, me quedé con una cara de idiota…
¿Y cómo has visto tú esta evolución de la ceremonia, en estos años en que has acudido?
No he visto grandes cambios. A nivel logístico, en años anteriores había un arbusto separando a los periodistas de los actores y este año pusieron una valla, lo que facilitaba el trabajo, porque estabas más cerca. Pero poco más.
¿Cómo llamas la atención de las estrellas cuando estás en la alfombra roja?
Algunos van en fila atendiendo prácticamente a todas las entrevistas y supongo que serán los que tienen ganas de hablar, porque están orgullosos de su película, o porque no están agotados de la campaña pre-Oscars. Otros sí van seleccionando los medios con los que hablan y gran parte del mérito de que hablen conmigo es de mi compañero Guillermo de Mulder, que conoce a todo el mundo.
¿No da un poco de corte?
Al principio sí, pero cuando ya llevas cinco horas allí entras en la vorágine y les gritas por inercia, para llamar su atención. Además, ya puedes gritar como una loca que casi ni se te oye, porque todo el mundo está muy exaltado.
¿Qué pensaste la primera vez que te dijeron que te enviaban a los Oscars?
Que estaban locos. Yo en aquella época ni siquiera trabajaba en Canal +, sino en 40TV, y sólo llevaba seis meses, era una novata. Lo que pasa es que estábamos en el mismo edificio y nosotros hacíamos un programa en el mismo pasillo. Supongo que alguien debió de pasar por allí y propuso que me hicieran una prueba. Fue pura casualidad. Lo típico que se dice de estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. Tuve mucha suerte.
¿Ves muchas diferencias entre la manera de trabajar en EEUU y en España?
Cuando voy allá estoy entre cinco días y una semana, por lo que no me da mucho tiempo para ver cómo trabajan los periodistas. Sí he visto que allí son muy cotillas respecto a la vida privada de las “celebrities”, pero menos corrosivos.
¿Y los actores?
Para cualquier actor la promoción de la película es algo soporífero y aburrido, porque han de decir lo mismo muchas veces y todo el mundo les hace las mismas preguntas. Pero me parece que los actores que viven en Hollywood tienen más asumido que forma parte de su trabajo y lo llevan mejor.
Hablas muy bien inglés, pero ¿algún actor te ha dejado en evidencia porque no has entendido nada de lo que te decía?
Sí, claro que sí, lo que pasa es que no es muy difícil entenderles porque les haces dos preguntas en las que no es necesario ningún feedback. Además, llevas casi un mes estudiándote la terminología relacionada con las películas de ese año. Lo que sí acostumbra a pasar es que no les entiendes porque no les oyes. Hay mucho ruido, incluso hay unos regidores que animan al público a gritar para crear ambiente.
Igualmente, ¿tienes preparada alguna respuesta estándar por si se da el caso de que te preguntan desde Madrid qué ha dicho?
No, porque tampoco hacemos ese tipo de conexiones. Sí que lanzo algunas preguntas a quienes están en el plató de Madrid, pero a la inversa no lo hacemos porque es muy difícil. Los vídeos de la alfombra roja se emiten en falso directo. Quizá te pasas cinco horas para poder hacer diez entrevistas, por lo que un directo real no es posible. Yo voy haciendo las entrevistas y ellos las van emitiendo cuando ya están grabadas. Lo que sí me ha pasado alguna vez es tener que improvisar una entrevista en inglés e ir traduciendo las respuestas. Es terrible. Supongo que me dejo mucha información cuando hago la traducción, pero hay que hacerlo y se hace. Eso sí, en los Oscars mis compañeros me lo ponen muy fácil.
En 2006 coincidió el que acudieras por primera vez a la alfombra roja y el que nominaran a Penélope Cruz como mejor actriz. ¿Cómo has visto su progresión de “actriz popular” a “estrella”?
Mi experiencia con Penélope siempre ha sido maravillosa: se detiene a hablar con nosotros, es generosa, siempre está muy emocionada… incluso ha habido ocasiones en las que ya nos había pasado de largo y al oír que estábamos allí, se ha dado la vuelta y ha venido a hablar con nosotros. A nivel cinematográfico creo que ha sabido salirse del típico papel de chica guapa con galán al lado, como en La mandolina del capitán Corelli junto a Nicholas Cage, Todos los caballos bellos junto a Matt Damon o Vanilla sky junto a Tom Cruise. En aquella época sólo le daban buenos papeles en Europa, como en la italiana No te muevas o en Volver, de Pedro Almodóvar. Y creo que fue con la nominación por Volver cuando en América se dieron cuenta de lo gran actriz que es.
¿Y la progresión de Javier Bardem?
Exactamente igual. Parece que sus escaladas hacia la cumbre hayan sido paralelas: en el 2000 fue premiada Todo sobre mi madre, en la que participaba Penélope, y también fue nominado Bardem por Antes de que anochezca, de Julian Schnabel. Después de eso Bardem hizo papeles menores, como en Collateral, hasta que llegó Amenábar con Mar adentro.
¿Qué tienen ellos que no tengan otros que no ha podido entrar en Hollywood?
Bardem lo dice muy bien, parafraseando a Bigas Luna: «el éxito es talento, compromiso, suerte y salud al 25%». Creo que han sabido combinar a la perfección estos ingredientes y sobre todo han tenido fe en ellos mismos, que es lo más difícil. Cuando Penélope recibió el Oscar lo resumió muy fácilmente: «no eres demasiado alta, no eres demasiado delgada, no hablas inglés lo suficientemente bien… todo son peros». Lo más importante es tener fe en lo que haces y adorar esta profesión por encima de todo.
¿Hay algún actor o actriz español que pienses que debería ser una estrella?
Lo de ser una estrella es muy distinto. Tengo la sensación que el objetivo de Bardem y Penélope no era el ser estrellas, y por eso lo han conseguido. Si tu objetivo en la vida es ser una estrella lo llevas complicado. Eso es algo que acompaña a lo demás. Pero sí creo que hay otros actores con mucho talento, como Sergi López, me apasiona. O Elena Anaya. Pero creo que se sienten más cómodos trabajando en Europa, artísticamente les llama más. López, por ejemplo, trabaja mucho en Francia; y Anaya acaba de hacer una película francesa que presentó en la Mostra de Valencia. O Maribel Verdú, que ella misma lo dice: no quiere ir a Hollywood.
¿En Hollywood quedan estrellas como las de antes: Cary Grant, Grace Kelly…?
Jack Nicholson, Meryl Streep, Susan Sarandon, Al Pacino, Robert de Niro… yo creo que sí, pero con las perspectiva del tiempo los clásicos se vuelven más clásicos y eso los engrandece.
De los últimos Oscar, ¿cuál fue la película que más te gustó?
Me cuesta mucho decir cuál es la mejor y cuál la peor, pero me gustaron mucho Biutiful, Animal kingdom… me suelen gustar más las películas más pequeñitas y sin tantas nominaciones. En ese sentido también me gustaron mucho Rabbit hole, con Nicole Kidman, Blue Valentine o The fighter. Cuando en Hollywood se generan demasiadas expectativas sobre algo se rompe la magia.
¿Y alguna que no fuera a los Oscar y te gustara?
Y también la lluvia, de Icíar Bollaín, me quedé muy chafada cuando no fue nominada.
¿Hay mucho chanchullo en los Oscar?
No lo sé, pero creo que no. Lo que pasa es que siempre hay grandes favoritos e, igual que en los premios Goya, podemos intuir por dónde van a ir los tiros. Por ejemplo: este año estaba tan claro que Colin Firth y Natalie Portman iban a ganar que eso le quitó emoción. Pero siempre hay sorpresas. La campaña pre-Oscars es como una campaña electoral y los actores, aunque no están obligados a ello, saben que si quieren ganar el Oscar tienen que hacerla.
¿Has estado en alguna de las juergas post-Oscars?
No, no he estado nunca, en ninguna. Cuando acaba la ceremonia se acaba mi trabajo y me voy al hotel a desmayarme. Las mejores fiestas las organiza mi compañero Guillermo de Mulder en su casa con amigos, pero a las otras no he tenido la suerte de asistir.
¿Y si te invitaran a una de Charlie Sheen, irías?
Por supuesto.
¿Antes que a una de James Cameron?
Es complicada la pregunta. Pero entre que Avatar no me gustó nada y el pique que lleva Cameron con Kathryn Bigelow —que me parece una mujer estupenda— creo que me lo pasaría mejor en una fiesta con Charlie Sheen. Pese a que no apruebe esa vida tan tóxica que lleva. Estaría como observadora, sin participar activamente en toda su toxicidad, pero podría decir «estuve en una fiesta de Charlie Sheen, sobreviví y no acabé en la cárcel».
Has trabajado como modelo, ¿hay tantos puñales detrás de las pasarelas?
Yo he trabajado como modelo igual que trabajé envolviendo regalos en una tienda: fue algo anecdótico. Pero por lo poco que vi, diría que no. Lo desmitifico todo.
¿Y en las redacciones?
Tengo la suerte de trabajar en Canal +, que es como una isla, porque no dependemos de la audiencia sino de nuestros abonados, por lo que me imagino que no tiene nada que ver con otras televisiones.
Deduzco entonces que eres feliz allí. ¿Qué pasaría si se acabara?
Me dolería mucho, pero supongo que intentaría ser feliz allí donde trabajase.
¿Discutes mucho sobre cine con Boyero?
Tampoco lo veo tanto, pero las veces en que he hablado con él ha sido en su programa, Boyero y Cía: allí cada uno da su opinión de manera respetuosa y ya está. No siempre comparto sus opiniones pero me cae muy bien, es un tipo muy honesto y un apasionado del cine. Lo de comulgar o no con sus opiniones… para eso están los críticos.
Hablando de los críticos, ¿realmente hay parámetros para juzgar si una película es buena o mala, o simplemente se limitan a expresar si les ha gustado o no?
Creo que sí hay unos parámetros mínimos. Cualquier persona a la que le guste el cine sabe decir si los actores están bien dirigidos, si está bien hecha la fotografía… hay unos aspectos básicos.
¿Te gustan los festivales de cine?
Poder asistir a un festival de cine es una maravilla. Y tampoco he ido a tantos: San Sebastián, Sitges, Ibiza, Granada, Huesca, la Seminci… pero, por ejemplo, nunca he estado en el de Venecia o en el de Cannes, cosa que me encantaría. Evidentemente en los festivales se presentan muchas películas que no te gustan, pero a veces te encuentras algunas que te atrapan en la butaca y es una sensación increíble.
¿Te produce sopor el cine asiático?
Sí es cierto que parece que en los festivales las películas que triunfan son las soporíferas que nadie comprende, con planos secuencia de una vaca que duran diez minutos, pero hay de todo. No por el hecho de ser una película jordana tiene por qué ser aburrida.
¿A quién te gustaría entrevistar?
Joaquin Phoenix, que asistió al programa de televisión de David Letterman, haciendo el papel de súper colgado. Me habría encantado entrevistarlo en ese momento y cuando se salió del papel. Además, Joaquin Phoenix me parece un actor con un talento impresionante.
Hace unos años Álex de la Iglesia dijo que, a fin de cuentas, los cineastas hacen cine para el público, como dando a entender que la gente del mundillo se da mucha importancia. ¿Pasa esto en Hollywood?
No, en Hollywood tienen clarísimo que hacen las películas para el gran público. Quizá en Europa sí hay cineastas que hacen las películas que a ellos les gustan incluso a sabiendas de que no van a llenar la sala.
¿Qué te pareció Ricky Gervais en los Globos de oro?
Me encantó. Lo comentaba con mi compañero David Broncano —que es cómico— y es que creo que un cómico está para eso, para reírse de lo bueno y de lo malo. Todos sabemos dónde están los límites del buen gusto o la indecencia, pero creo que no los cruzó. Quizá es que no están acostumbrados a que la gente haga chanza con sus vidas, pero un cómico tiene la obligación de hacer este tipo de cosas. Igual que hizo Buenafuente en los premios Goya con la ley Sinde. Pero vamos, hay gente que se lo tomó con mucho sentido del humor, como Robert Downey Jr, que al subir a entregar un premio le devolvió la pelota. En cambio, había otros súper indignados. Tampoco es que dijera nada que no pensaran todos los presentes o que fuera cruel. Yo creo que fue una de las ceremonias más divertidas, a diferencia de la ceremonia de los Oscar, que fue soporífera. Tenían tanto miedo de que pasara algo parecido que se fueron al otro extremo.
A nivel de belleza, ¿quién es la celebridad que te ha impactado más en vivo?
Yo es que no me creo ningún tipo de expectativa con nadie, pero vamos, los guapos son guapos. Y al contrario. Dolly Parton es horrible, no hay por dónde cogerla. Hace unos años me daba mucha rabia Nicole Kidman, porque la veía tan estirada con el botox… pero este año ha sido diferente. Creo, incluso, que salió en un gag del Saturday night live riéndose de la cirugía estética. Me da más pena verlas muy estiradas que el comprobar que no son tan altas como pensaba, por ejemplo.
¿Y el carisma?
Es que es complicado no verle el carisma a alguien que está nominado a los Oscars. Para mí, más que con el glamour o la belleza, el carisma tiene que ver con el talento o la admiración. Clint Eastwood o Robert Altman, por ejemplo.
Hacía muchísimo frío y Jeremy Renner (el protagonista de En tierra hostil) que estaba nominado por The town, la película de Ben Affleck, cogió un abrigo en mitad de la entrevista y me lo puso por encima. Son ese tipo de cosas tan humanas que, viniendo de una estrella de este calibre, te sorprenden. Pero recuerdo siempre lo que me pasó en mi primer año. Yo estaba muy nerviosa —hiperventilando— mientras entrevistaba a Eric Bana. Y entonces George Clooney, a quien yo ya había entrevistado, se puso a hacer el ganso por detrás de Bana, cachondeándose de él. Y es algo por lo que siempre le estaré agradecida: aligeró enormemente el peso que yo llevaba en ese momento.
¿Y alguna perrería?
No fue una perrería exactamente, pero le hice una pregunta a Jason Reitman, director de Up in the air y Juno… y no me contestó, se fue por las ramas. Eso me dio mucha rabia. Prefiero la bordería de Anthony Hopkins que una respuesta así, como quien contesta a un loco. Yo estoy un mes estudiándome la vida de estas personas y preparando cada pregunta que quiero hacer, porque tienes muy poco tiempo, y que luego te hagan esto…
¿Y eso te influye para ver con otros ojos lo próximo trabajo que haga?
No, porque no me lo tomo como nada personal. Me fastidia el gesto, pero no le pongo una cruz a la persona, porque todos podemos tener un mal día. Además puedes ser un borde y hacer películas maravillosas. Este tipo de cosas las observo con mucha distancia.
¿Hay alguna película encumbrada que a ti no te haya gustado o alguna película denostada por la crítica que a ti te encante?
El discurso del rey no me emocionó especialmente. Sé que ha tenido una gran repercusión para la gente sordomuda, pero a mí no me llegó. No me parece una mala película, es muy académica, las interpretaciones son geniales: Geoffrey Rush y Colin Firth están maravillosos, pero a mí no me emocionó. El señor de los anillos y este tipo de sagas fantásticas me horrorizan, igual que Avatar. Me gusta la ciencia-ficción, como Moon o Blade runner, pero que El señor de los anillos se lleve once Oscars me parece un sacrilegio. Pero vamos, tampoco le doy demasiada importancia. Los Oscars son una lotería. En la historia hay grandes cineastas que nunca han sido premiados.
¿Te parece que el cine de entretenimiento era de más calidad hace 50 años que ahora? ¿El señor de los anillos frente a Ben-hur, por ejemplo?
Es complicado comparar películas con tantos años de diferencia, porque la técnica ha avanzado mucho. Es como comparar la versión antigua de Furia de titanes con la que han hecho hace poco. Cuando se mira una película hay que tener en cuenta cuándo y con qué medios se hizo. Por ejemplo, La guerra de las galaxias. Para las últimas se usaron muchas innovaciones técnicas y probablemente no son mejores que las primeras. Pero vamos, yo tampoco soy una experta en cine. Me encanta y doy mi opinión como espectadora.
¿Te gusta el cine clásico o te parece demasiado “ñoño”?
Me encanta. Hay películas que en mi casa vemos siempre, como Siete novias para siete hermanos, Un hombre tranquilo o Casablanca.
¿Y el cine mudo?
Chaplin es un genio, pero no me pongo en casa a ver películas de cine mudo.
¿Alguna vez has tenido ganas de salirte de la sala a mitad de película?
Nunca lo he hecho, pero sí he tenido ganas. Por muy mala que sea una película, tengo ganas de saber qué pasa al final; la curiosidad gana al aburrimiento.
¿Y si es porque el tema te resulta desagradable?
También me ha pasado, pero no he llegado a salirme del cine. Me pasó con Canino. La encontré muy cruel y me resultaba muy desagradable, pero me parece una obra maestra.
¿Qué críticos te gustan?
No me gusta leer críticas, para que no me sugestionen; pero Boyero me cae muy bien y le tengo mucho cariño. Y Javier Ocaña me encanta, es un grande.
¿Te gustaría que te ofrecieran algún papel en una película?
No, no tengo vocación de actriz. Me parece un trabajo muy difícil y me daría mucha vergüenza. Si hasta me da vergüenza presentar un programa… imagínate hacer una película. Ahora, si me llama Almodóvar, lo primero que le preguntaría es «¿dónde hay que firmar?». Espero descubrir mi vocación cuando sea mayor. Estudié periodismo y no sé si lo soy, pero lo intento. Aunque no creo que para ser un gran comunicador haya que estudiar periodismo… hay periodistas que no transmiten nada.
¿Te atrae más el realismo histórico de Los Tudor o la magia de Harry Potter?
Hay películas fantásticas que están muy bien, pero es un género que, a priori, no me entusiasma. De Harry Potter tuve que ver la saga entera porque fuimos a entrevistarlos a Londres, así que imagínate la sobredosis. De Los Tudor también tuve que ver cuatro temporadas seguidas porque fuimos a visitar el rodaje en Dublín pero, en este caso, me encantó. Decía Jacinto Antón, el periodista especializado en cultura, que Los Tudor era una mezcla de Shakespeare y Calvin Klein.
Entonces, ¿te gustan las series?
Sí, pero me cuesta mucho engancharme a una. No tengo la paciencia de entrar en una rutina para verlas, aunque reconozco que las series de ahora tienen una calidad extraordinaria que muchas veces supera a la calidad de las películas. Me gustó Perdidos, Mad men… y hay una serie que me apasiona y no es de las típicas. Se llama Todos contra Juan, una serie argentina con Gastón Pauls. Es una parodia constante de la vida de un actor fracasado, y se ríe de todo, desmitifica todo lo que envuelve al mundo del cine. También me parece buenísima una española muy parecida: ¿Qué fue de Jorge Sanz?
Ha sido un buen recurso de Jorge Sanz para intentar recuperar algo del protagonismo que había perdido con los años.
Sí, pero es que creo que pretender estar siempre en la cumbre no es sano. Quizá para Jorge Sanz el éxito ahora mismo es poder estar en una terraza tomándose una cerveza, cuando hace veinte años no lo podía hacer. El éxito es muy relativo. Pero sí, supongo que a nivel mediático sí le ha servido para remontar.
Te hemos entrevistado a ti, a Michael Robinson, a Ana García-Siñeriz… ¿a quién más de Canal + nos recomendarías?
A mi compañero David Broncano, que lo tengo al lado todas las semanas y con el que te ríes un montón. Te diría también a Iñaki Gabilondo o Juan José Millás, pero he querido nombrarte a alguien no tan conocido.
Fotografía: Gonzalo Merat
Interesante conocer las anécdotas más tontas de la cobertura de los Oscars. Por cierto: qué mujer más guapa y atractiva.
Lo de sacar fotos haciendo el gesto del encuadre esta un poco trillado ya, pero si, tiene mucho estilo esta mujer.
Pingback: Entrevista a Cristina Teva
Decir que Bardem y Cruz no buscaban ser superestrellas de Hollywood en Hollywood es considerar que los españolitos, con su crisis y su paro, nos chupamos el dedo untado en aceite de girasol. Pero nada si así es más feliz esta periodista, mejor para ella. Eso es lo malo: presuponemos inteligencia en la gente que sale en los papeles o en la televisión por algún tipo de sesgo cognitivo que a lo mejor nos explicaba el Punset.
Solo opino que esta chica es guapísima.
Corroboro (capital de Botswana) la belleza de la entrevistada. Otra cosa es el «trallazo» de entrevista y respuestas. Demasiado políticamente correcta la chica, pero que bellezón.
Esta mujer es un encanto y me parece que tiene bastante más que contar de lo que muestra aquí. La entrevista no le hace justicia.