El 11-S nos dejó su reguero de amargas guerras, lágrimas saladas, dulces revanchas y ácida inconvivencia. También dejó libros, cientos, de los que apenas sobresalen dos decenas. No buscan apenas respuestas; sí dejan muchas preguntas. Y como hasta las catástrofes viven de sus podios imaginarios, se dice que el mejor es El hombre del salto, de Don de Lillo. Se dice. Porque convendría no olvidar La Carretera de McCarthy, que escapa de los hechos, los ignora incluso, pero es una crónica deudora del 11-S y su huracán de civilizaciones erectas, de violencia con barba y también con after-shave, de supervivencia para los que vienen. O la valentía intelectual que Ian McEwan sitúa en un Sábado cualquiera, donde igual los buenos no son tan buenos. O la deliciosa y quirúrgica insolencia de Oskar Schell, un niño de 9 años, con el que Safran Foer afronta interrogantes con una mirada sabihonda e inocente, similar a la de ese otro Oskar que contempló el ascenso del nazismo en El tambor de hojalata. O el informe de la comisión oficial del Congreso, que fue best-seller en EE.UU. y está mejor escrito que muchos libros de ficción. O aquel desayuno en el piso 107 de la torre norte que Beigbéder inventa porque “es el mejor modo de saber qué pasó”. Quizá también el único.
Estas son, once años después, las once miradas, en once párrafos, de los once libros más destacados para Jot Down sobre el once-ese.
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DON DELILLO / DISECTOMÍA DE UN INSTANTE
El hombre del salto. Ed. Seix Barral
«Pasó junto a una hilera de coches de bomberos y ahora estaban vacíos, con las luces destelleando. No se hallaba a sí mismo en las cosas que veía y oía. Dos hombres pasaron corriendo con una camilla en la que iba alguien bocabajo, con el pelo y las ropas humeándole. Se quedó mirándolos mientras se perdían en la conmocionada distancia. Allí era donde todo estaba, a su alrededor, desprendiéndose, las señales de las calles, las personas, cosas que no lograba nombrar. Luego vio una camisa cayendo del cielo. Andaba y la veía caer, agitando los brazos como nada en esta vida.»
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IAN McEWAN / PREGUNTAS INCÓMODAS
Sábado. Ed. Anagrama
«Dan las noticias mientras muele los granos de café. La nueva locutora es una mujer atractiva y morena cuyas cejas depiladas, que trazan un amplio arco, expresan sorpresa ante el reto de otra mañana más. Primero, fotos de un puente en la autopista con veintenas de autocares que transportan a la ciudad asistentes a lo que calculan que será la protesta pública más grande nunca vista. Luego aparece un reportero en medio de una temporana aglomeración de manifestantes junto al Embankment. Todo este despliegue de felicidad es sospechoso. A todos les emociona salir juntos a la calle: la gente se abraza a sí misma, al parecer, y entre sí. Si piensan ̶ y quizás tengan razón ̶ que la tortura incesante, las ejecuciones sumarias, la limpieza étnica y el genocidio ocasional son preferibles a una invasión, deberían estar tristes.»
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JONATHAN SAFRAN FOER / LA AUSENCIA
Tan fuerte, tan cerca. Ed. Lumen
«“Su espíritu está allí”, dijo mamá, y eso me hizo enfadar de verdad. “Papá no tenía espíritu —dije—. Tenía células”. “Su recuerdo está allí”. “Su recuerdo está aquí”, dije, señalándome la cabeza. “Papá tenía espíritu”, dijo ella, como si rebobinara un poco en nuestra conversación. “Tenía células —repliqué—, que ahora están esparcidas por los tejados, y por el río, ¡y por los pulmones de millones de personas de Nueva York que lo respiran cada vez que hablan!”. “No deberías decir esas cosas”. “¡Pero es la verdad! ¿Por qué no puedo decir la verdad?”. “Te estás descontrolando”. “Que papá muriera no significa que seas ilógica, mamá”. “Yo creo que sí”. “Pues no”. “Cálmate Oskar”. “¡Que te jodan!”. “¿Disculpa?”. “Lo siento, quería decir que te follen”. “Necesitas un respiro”. “¡Necesito un mausoleo!”. “¡Oskar!”. “¡No me mientas!”. “¿Quién está mintiendo?”. “¡Dónde estabas!”. “¿Dónde estaba cuándo?”. “¡Ese día!”. “¿Qué día?”. “¡El día!”. “¡Dónde estabas!”. “Estaba en el trabajo”. “¿Por qué no estabas en casa?”. “Porque tengo que ir a trabajar”. “¿Por qué no me recogiste en el colegio, como las otras madres?”. “Oskar, llegué a casa tan pronto como pude. Tardo más en llegar a casa que tú. Creí que sería mejor que nos encontráramos aquí en lugar de tenerte esperando en el colegio a que fuera a buscarte”. “Pero deberías haber estado en casa cuando llegué”. “Ojalá hubiera estado pero me fue imposible”. “Deberías haberlo hecho posible”. “No puedo convertir lo imposible en posible”. “Deberías haberlo hecho”. “Llegué a casa lo antes que pude”., dijo ella. Y entonces rompió a llorar.»
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MARTIN AMIS / EN LA PIEL DE…
Los últimos días de Mohamed Atta. El Segundo avión. Ed. Anagrama
«“Purifica tu corazón y límpialo de toda mancha. Olvida e ignora eso que llaman mundo”. Mohamed Atta no era religioso; ni siquiera era especialmente político. Se había aliado con los militantes islamistas porque la yihad era, en muchos aspectos, la idea más carismática de su generación. Aunar ferocidad y rectitud en una sola palabra: nada podía competir con eso. Se adhirió a la idea, e hizo cosas que impresionaron a sus padres: coleccionar citas, obras de caridad, peregrinajes, teorías conspirativas, etc., como otra gente colecciona autógrafos o posavasos. Y esa era una idea que se acoplaba muy bien a su carácter. Si quitabas toda aquella broza de fe, el fundamentalismo se acoplaba bien a su carácter, y con casi una siniestra precisión”.»
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FRÉDÉRIC BEIGBÉDER / CAFETERÍA CON VISTAS
Windows on the World. Ed. Grasset
«Ya conocen el final: todos mueren. Por supuesto, la muerte nos llega a todos, un día u otro. Lo original de esta historia es que todos morirán a la vez y en el mismo lugar. ¿Crea la muerte lazos entre los hombres? No parece: ni siquiera hablan entre ellos. Ponen mala cara, como todos los que madrugan y mastican su desayuno en una cafetería de lujo. De tanto en tanto, algunos fotografían las vistas, las más bonitas del mundo. Tras los edificios cuadriculados, el mar es redondo; las estelas de los buques dibujan formas geométricas. Ni las gaviotas llegan tan alto. La mayoría de los clientes del Windows on the World no se conocen entre ellos. Cuando sus miradas se cruzan accidentalmente, se frotan a la altura de la garganta y vuelven a hundir sus ojos de inmediato en los periódicos. A principios de septiembre, primera hora de la mañana, todo el mundo está de mal humor: las vacaciones han terminado, ahora toca aguantar hasta el día de acción de gracias. El cielo está azul pero nadie lo aprovecha”.»
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CORMAC McCARTHY / VIOLENCIA DESNUDA
La Carretera. Ed. Mondadori
«No, estoy diciendo verdades. Tarde o temprano nos cazarán y nos matarán. A mí me violarán. A él también. Nos van a violar y después de matarnos nos devorarán pero tú no quieres reconocerlo. Tú prefieres esperar a que eso pase. Pues yo no. No puedo. Se quedó allí sentada fumando un tallo enclenque de parra seca como si fuera una especie de extraño cigarro puro. Sosteniéndolo con cierta elegancia, la otra mano sobre sus rodillas recogidas. Ella le miró del otro lado de la pequeña llama. Antes hablábamos de la muerte, dijo. Ya no. ¿Y sabes por qué?
No. No lo sé. Porque la muerte está aquí. No hay otra cosa de qué hablar.»
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ANTONIO MUÑOZ MOLINA / BIOLOGÍA DE NUEVA YORK
Ventanas de Manhattan. Ed. Seix Barral
«“Yo oigo las sirenas y los murmullos de Nueva York”, escribe Lorca en una carta a su familia. De nuevo se oyen sirenas, pero ahora mucho más lejos, traídas desde otro extremo de la ciudad por un cambio del viento. Con los ojos abiertos, con la clarividencia neurótica del insomnio, veo como en un sueño los morros anchos y las hileras de luces rojas y azules de las ambulancias, la pintura roja y los cromados relucientes de los camiones de bomberos y sus luces destelleando en los escaparates de las tiendas cerradas y en el asfalto con brillos de grasa de las oscuras calles laterales, en el negro charolado de las bolsas de basura. La ventana de otro apartamento igual que éste se ilumina sobre el patio, sobre las máquinas y las tuberías del aire acondicionado, y un poco después de escuchan pasos y el ruido del ascensor. Quizás es más tarde de lo que yo imaginaba y la gente madrugadora ya empieza a levantarse para ir al trabajo. La ciudad entera parece que duerme un sueño agitado de alarmas, que permanece inmóvil en un duermevela de pesadillas posibles, ahora que se ha vuelto vulnerable.»
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NOAM CHOMSKY / LA OTRA AMÉRICA
11/09/2011. ¿Existía alguna alternativa? Ed. RBA
«Si se quiere considerar la cuestión con seriedad, debe reconocerse que, en gran parte del mundo, Estados Unidos está considerado como uno de los principales estados terroristas. Y con buenas razones […] Ha quedado más bien claro que el problema debe ser afrontado para reducir la amenaza, antes que amplificarla. Cuando las bombas del IRA explotaban en Londres, nadie invocó el bombardeo de West Belfast o de Boston, fuente principal de gran parte del apoyo financiero del IRA. Al contrario, se arrestó a criminales y se intentó actuar sobre las motivaciones que explican el terrorismo. Cuando se atentó contra un edificio federal en Oklahoma City, hubo quien propuso bombardear Oriente Medio, y habría ocurrido probablemente si se hubiese descubierto que los responsables venían de allí. Cuando se supo en camb io que se trataba de una cuestión interna, relacionada con las milicias de extrema derecha, nadie pensó en borrar del mapa Montana o Idaho. Al contrario, hubo una caza al culpable, que fue arrestado, procesado, condenado, y hubo un intento de entender las reivindicaciones que originaron tales crímenes para afrontar el problema. Prácticamente, cada crimen ̶ un robo por la calle como una terrible atrocidad̶ ̶ tiene sus razones, y por lo general se descubre que sólo algunas son serias y que merecerían ser tomadas en consideración. Frente a los crímenes, de cualquier entidad éstos sean, existen modos eficaces y legales de proceder. Y hay precedentes.»
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JOHN UPDIKE / OLOR ENEMIGO
Terrorista. Ed. Tusquets
«Ahmad ha notado cómo el hombre de acercaba, y luego el contacto osado, ponzoñoso, en el hombro. Ahora también percibe, demasiado cerca de su cabeza, el estómago del tipo, cuyo calor se desprende acompañado de un olor, de varios olores: un extracto compuesto de sudor y alcohol, judaísmo e impiedad, un perfume impuro agitado con la consulta a su madre, esa madre de la que se avergüenza y a la que trata de esconder, de guardar sólo para sí. Las dos voces adultas se han entrelazado de manera coqueta, repugnante, dos animales infieles y envejecidos simpatizando en el cuarto contiguo. El señor Levy, tras bañarse en la cháchara de ella, en su deseo insaciable de agobiar al mundo con la visión sentimental que tiene de sí misma, se siente ahora autorizado a desempeñar con su hijo un papel paternal, amistoso. La lástima y el atrevimiento han espoleado esa cercanía indecorosa, olorosa. Pero el Corán exige que los fieles sean corteses; y este judío, pese a haberse autoinvitado, es un huésped en la tienda de Ahmad.»
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ORIANA FALLACCI / TEORÍA DE LA BILIS RAZONADA
La rabia y el orgullo. Ed. El Ateneo
«No entendéis o no queréis entender que si no nos oponemos, si no nos defendemos, si no luchamos, la yihad vencerá. Destruirá el mundo que, bien o mal, hemos conseguido construir, cambiar, mejorar, hacer un poco más inteligente, menos hipócrita e, incluso, nada hipócrita. Y con la destrucción de nuestro mundo destruirá nuestra cultura, nuestro arte, nuestra ciencia, nuestra moral, nuestros valores y nuestros placeres… ¡Por Jesucristo! ¿No os dais cuenta de que los Osama bin Laden se creen autorizados a mataros a vosotros y a vuestros hijos, porque bebéis vino o cerveza, porque no lleváis barba larga o chador, porque vais al teatro y al cine, porque escucháis música y cantáis canciones, porque bailáis en las discotecas o en vuestras casas, porque veis la televisión, porque vestís minifalda o pantalones cortos, porque estáis desnudos o casi en el mar o en las piscinas y porque hacéis el amor cuando os parece, donde os parece y con quien os parece? ¿No os importa nada de esto, estúpidos? Yo soy atea, gracias a Dios. Pero no tengo intención alguna de dejarme matar por serlo.»
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Comisión Nacional sobre Ataques Terroristas del Congreso de EE.UU / LOS HECHOS
The 9/11 commission report
«El martes 11 de septiembre de 2001 amaneció templado y casi sin nubes en la parte este de Estados Unidos. Millones de hombres y mujeres se disponían a ir a trabajar. Algunos fueron a las Torres Gemelas, la estructura arquitectónica emblemática del complejo del World Trade Center en la ciudad de Nueva Cork. Otros se encaminaron a Arlington, Virginia, hacia el Pentágono. Al otro lado del río Potomac, el Congreso de Estados Unidos celebraba sesiones de nuevo. En el otro extremo de Pensilvania Avenue, la gente empezaba a hacer cola para visitar la Casa Blanca. En Sarasota, Florida, el presidente George W. Bush salió para una carrera matutina.»
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Apunto uno que no es una novela en sí, pero que a mí me pareció muy interanste. Se titula Nueva York, 8.45 A.M, es un conjunto de reportajes ganadores de los premios pulitzer, tiene prólogo de Ana Pastor (la periodista, no la ministra) y es de la editorial errata naturae.
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