Varios autores
Editorial Barataria
Llegó a mis manos, no sé si de casualidad, este pequeño librito, más bien panfleto, que se lee en un par de cruasanes, un café y la tabla del siete y que he considerado interesante compartir con ustedes. Hace año y medio cuatro reputados economistas franceses de distintas bases teóricas publicaron el Manifiesto de Economistas Aterrados, creando posteriormente un ecosistema web asociado para organizar mejor su difusión y seguimiento de actividades: antes, ya sin vida aunque online, y ahora. Lamento comunicarles la malhadada evidencia: están en francés y yo no soy Víctor Hugo, así que no les puedo ayudar más que lo que pueden hacer ustedes mismos o Rita. Por suerte, el libro no solamente se puede encontrar de forma gratuita en formato electrónico, sino también en bendito papel; pequeña edición y elegante aunque temible portada, editado por Barataria en la colección Pasos Perdidos a precio de cubata. Es una escasa sesentena de páginas que detalladas podrían dar para agotar un par de selvas vírgenes: introducción, diez falacias y conclusión, en las que se desmontan a grandes rasgos los mantras que los hombres caja-registradora han conseguido asentar en nuestras cabezas de tanto repetirlos a través de la boca o pluma de políticos, tertulianos, periodistas y listillos de cafetería. Tanto que hasta usted mismo notará cuando los descubra que casi los puede recitar sin pensar, como La canción del pirata.
No desvelaré quién es el asesino, pero debo decir con buen ánimo que estas falacias son explicadas con suficiente sencillez como para que las entienda cualquiera con un mínimo interés por lo que está leyendo. La primera es la siguiente: los mercados financieros son eficientes. CHAN CHAAN. No digan que no es un buen tráiler; puedo ver a Bruce Willis con esa mirada ida que pone tan bien, un ábaco en una mano, una pistola en la otra y billetazos de quinientos euros volando incendiados alrededor a cámara lenta.
Dejando las fantasías para otro momento, no puedo olvidarme de comentar que estos diez puntos se ven acompañados de una serie de medidas (veintidós) planteadas para debate que tienen como objetivo contrarrestar las situaciones que se describen y critican. Alivio para algunos optimistas, manos a la cabeza para ciertos pesimistas y una puerta cerrada para los que ya tenían en la punta de la lengua el «¡una crítica sin alternativas no es algo válido!».
Setecientos economistas habían firmado ya este manifiesto en septiembre de 2010, en enero de 2011 ya eran tres mil noventa y cinco. ¿Usted lo firmaría? Al menos léalo, no sentirá que ha perdido el tiempo.
¿Y es usted economista? Porque tachar de falacias con esa facilidad una serie de puntos que ya han firmado miles de economistas, me choca. No lo discuto, pero me choca. Y no termino de entender por qué merece la pena la lectura si a su juicio los puntos de esta lectura se reducen a falacia.
No es una crítica. Son un par de preguntas sinceras.
Un saludo.
Querido Alberto,
No soy economista y siempre he tenido la intención de, algún día, recorrer la mitad de ese camino. Sin embargo no creo que pueda llevar a cabo una tarea tan cargada de incertidumbre y por lo tanto opino como sencillo hombre de a pie y ancho mundo.
El uso de la palabra «falacia», que tan agresiva le puede parecer, es una pincelada propia, sobre el enfoque tanto estructural como ambiental del propio librito. Siendo fieles al panfleto, los diez capítulos se numeran como «falsa evidencia nº x» y siguientes. El contexto, la alternativa, el ambiente, el sabor y el olor de lo que se puede leer directa e indirectamente en el libro fue lo que me hizo subir ese escalón tan quejumbroso, sin ninguna duda, todo hay que decirlo.
Le animo que a lo lea y verá como no está nada sobredimensioado el término en la reseña, o al menos, eso opino como autor que relee algo que ha escrito hace ya más de un año y casi había olvidado.
Las preguntas sinceras se agradecen, pero en este caso el foro de debate donde podrían tener impacto, enjundia y ser realmente provechosas y productivas sería en uno donde se encontraran los propios autores del libro. Una discusión inicialmente superficial, que sin lugar a dudas, llevaría a temas mucho más profundos y esenciales.
Con gran respeto y saludando con el sombrero,
Pinkerton.
Creo que el autor de la reseña quiere decir que el libro se dedica a revelar como falacias diez ideas (o «mantras») ampliamente repetidos y asentados. Yo tampoco he leído el manifiesto, pero imagino que será, para que me entienda, algo así como el artículo de Enric González de las cosas que no se cree.
Efectivamente, Noé tienes razón, es exactamente eso. Yo sí he leído el libro y lo recomiendo encarecidamente por las mismas razones que cita el autor de la reseña.
Saludos