El artista suizo H. R. Giger (1940-2014) ideó esta obra como homenaje a su amante y musa por aquel entonces, Li Tobler, que es la imagen retratada en el inquietante y relajado rostro central. Esa amalgama de deformidades, calaveras, fragmentos óseos y una serpiente sobre la cabeza, llevando un collarcito con su nombre al cuello y con un fondo de huevos-cerebro, no debieron ser del agrado de la inspiradora. Y desde luego, la imagen de un falo entrando por su frente, lejos de ser interpretada como una comunión sexual con su mente o de querer penetrar en sus pensamientos al nivel más íntimo, le irritó de tal manera que cogió un cuchillo y desgarró el lienzo. A duras penas pudo Giger quitarle la idea de prender fuego a la pintura. Li se suicidó un año más tarde.
A pesar de los esfuerzos en la reparación, en Li I todavía se aprecian las marcas de la cuchillada.