Jonathan Franzen
Editorial Seix Barral
Como dice mi compañero sobre Cualquier otro día, estamos ante otra La Gran Novela Americana. A estas alturas, es como decir El Nuevo Michael Jordan: si Estados Unidos hubiera dado a luz la mitad de libros y jugadores que realmente hubieran merecido esa etiqueta, tendríamos el mejor bagaje literario mundial bajo la bandera de barras y estrellas, así como una plantilla baloncestista que humillaría al Dream Team. En el caso de la gran esperanza blanca de la literatura, hasta Barak Obama ha proclamado que Jonathan Franzen merece el reconocimiento oficioso de Gran Novelista Americano. Y ya que sabemos cómo se las gasta el premio Nobel de la Paz a la hora de solucionar los conflictos con sus enemigos, tendré que decir que estoy de acuerdo con las palabras del presidente demócrata.
Porque, además, es así.
Es difícil describir someramente la trama porque no existe una propiamente dicha. Tampoco un principio en sí: en un determinado momento, el escritor irrumpe en la rutina de la familia Lambert y comienza a relatarnos las circunstancias que han llevado a cada uno de ellos a su situación actual, social y emocionalmente hablando. El final sí que merece una denominación como tal, pero es mejor dejar que cada uno lo descubra.
Los Lambert son una pareja de septuagenarios que conviven por inercia desde hace décadas y que tienen tres hijos embarcados en relaciones sentimentales autodestructivas y sin futuro, inmediato reflejo de la relación paterna. Albert, el cabeza de familia, está perdiendo progresivamente el dominio de su cuerpo y mente a causa del Parkinson y solo quiere que lo dejen en paz cuando está frente al televisor. Enid, su esposa, se refugia en batallas cotidianas y metas a corto plazo para seguir adelante en esa vida que le ha tocado vivir y que aborrece. Chip, el primogénito, es expulsado de la universidad en la que impartía clases por tener relaciones sexuales con una alumna y se embarca en negocios turbios en Lituania. Denise es una chef con talento que se acuesta con su jefe. Y Gary vive absorbido por el trabajo y por una mujer que le trata como un trapo.
Una delirante y metafórica descripción de la sociedad norteamericana que en ocasiones recuerda al tratamiento que da Woody Allen a las relaciones entre parejas (Gary tiene memorizado el decálogo de las mejores frases de su mujer, donde “me gusta el sabor de tu semen” ocupa el cuarto lugar), o al humor más crudo y escatológico de Chuck Palahniuk (como cuando Alfred se reboza literalmente de mierda hasta las orejas); divertida, amarga, ácida… esta obra es un crisol de lo mejor de la cultura contemporánea estadounidense.
El único defecto que podría sacarle es el lucimiento personal del autor en algunos pasajes, cuando comienza a gustarse redactando y la trama pierde una pizca de ritmo, que se compensa con las ágiles y desternillantes conversaciones a tres o cuatro bandas. Pero ¿La Gran novela americana? Puede ser. Sin duda, la mejor de este siglo.
Y ahora, un pequeño spoiler.
Para los que pensaban que la mención a Michael Jordan en esta reseña era gratuita se equivocaban, ya que Las correcciones contiene un guiño de gran trascendencia. El caso del baloncestista es el paradigma del hombre que se convierte en un ídolo multimillonario por puro esfuerzo (y talento) desde la nada, uno de los ejemplos más manidos del ideal americano. Pues Franzen cuenta la historia de un personaje que se llama Jordan y es de Wilmington, como el jugador de baloncesto, y que en lugar de triunfar es víctima de robo, violación, es torturado con una plancha (entre otras cosas) y, finalmente, asesinado. Un sutil golpe bajo brutal al american way of life que resume a la perfección el calado de esta obra.
Eso de plantarle encima semejantes expectativas a una novela (que aún no tiene -pongamos- 50 años de vida) yo creo que es un lastre que acaba perjudicándo a la novela. Porque yo la leí y pensé «pues sí, está bien, pero sin más, oigan, tampoco es tan buena como dicen», y creo que las inmejorables expectativas me jodieron en cierta medida el disfrute.
En mi caso, las expectativas incluso se quedaron cortas. No quería que acabase, pero no podía dejar de leer.
Me parece una obra maestra absoluta. Independientemente de la trama, disfruto cada frase, cada párrafo, el estilo de Franzen es prodigioso.
Que libro mas rebueno y recabrón. la gran novelaca americana que consigue que te identifiques con no menos del 80% cien de sus personajes, como te pille frisando los cuarenta y con el día tonto.
Te lo lees del tirón – porque este es de los que se leen de una tacada, como te ponga(s) -, y luego te ves El declive del imperio Americano, y no veas el pedazo festival de joie de vivre.
Espero que el tipo este no sea un One Hit Wonder.
Tengo el librito aparcado en su correspondiente pila desde hace años, y es que las novelas me dan mucha pereza… pero creo que, en este caso y con estas referencias, voy a hacer una excepción y lo intentaré.
Espero que venga a contarnos sus impresiones, apuesto que merecerá la pena.
Saludos :-)
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