Erotismo tentacular: de Hokusai a Picasso
Llegan la noche y tu éxtasis
Y mi cuerpo profundo
Ese pulpo sin pensamientos
Engulle tu sexo agitado
Durante su nacimiento.Joyce Mansour. «Déchirures»,1955
1. No se juega con las cosas de comer
El pulpo agita sus tentáculos en el plato, pero el ligeramente desquiciado Oh Dae-Su no duda ni un momento: agarra al resbaladizo animal entre sus dedos y lo engulle a grandes mordiscos corriendo un riesgo cierto de morir asfixiado… Y aún con tentáculos entre los dientes, cae desmayado frente a la joven camarera. Esta muy comentada escena de la película coreana Old Boy tiene bastantes lecturas ocultas. La práctica de comer pulpos vivos (aunque troceados) es relativamente habitual en Corea del Sur, pero el ansia con que Dae-Su se arroja sobre el pobre animal y lo devora, tras verse enfrentado a una atractiva camarera después de quince años de soledad, puede leerse de forma diferente si tenemos en cuenta la fuerte simbología sexual de los tentáculos en general y de los pulpos en particular. A los lectores con repelús hacia la viscosidad les podrá sorprender este simbolismo erótico… Para explicar el porqué del atractivo de la sexualidad cefalópoda, tendré que empezar remontándome al Japón de finales del período Edo, allá por los siglos XVIII-XIX.
2. El húmedo sueño de la mujer del pescador
Una hermosa mujer desnuda, con el pelo húmedo y suelto, está acostada entre unas rocas frente al mar. Un enorme y expresivo pulpo estimula su vagina y rodea su cuerpo con varios tentáculos, mientras un pulpito de menor tamaño le acaricia un pezón y roza sus labios. La mujer tiene los ojos cerrados y una actitud relajada, pero la tensión de los brazos que aferran dos tentáculos prueba que no está inconsciente sino más bien… receptiva.
Esta famosísima estampa erótica, bautizada en principio como Buceadora y pulpo y conocida poéticamente como El sueño de la mujer del pescador, es una de las obras maestras del artista japonés Katsuhisha Hokusai, y forma parte del álbum de estampas eróticas (shunga) llamado Kinoe no komatsu y publicado en 1814. En realidad Hokusai no fue el primero en imaginar ese tipo de escenas, aunque sí el que mejor las plasmó… Muchas de las abundantes imágenes de la época que incluyen buceadoras y pulpos se pueden interpretar como parodia erótica de una antigua historia popular en Japón durante el período Edo: la leyenda de Taishokan y en particular el episodio de la toma de la joya o Tamatori Monogatari. En la historia original, una buceadora se sumerge en las profundidades del océano para recuperar una gema de valor incalculable que había sido robada a su hijo por el rey Dragón del Mar. Una vez con la joya en su poder, y mientras volvía a la superficie gracias a una cuerda atada a su cintura, fue perseguida por un ejército de monstruos subacuáticos y atacada por un feroz dragón marino. En lugar de defenderse y correr el riesgo de perder la joya, la buceadora se abrió el pecho con una daga y escondió la gema en su interior… El dragón la asesinó, pero al encontrarse el cadáver de la valiente pescadora, su hijo pudo recuperar la piedra preciosa.
En su origen el Taishokan era una historia solemne y de tintes religiosos, y el episodio del Tamatori se subrayaba como ejemplo de la abnegación y sacrificio femeninos. A más de un sacerdote sintoísta le hubiera dado un infarto de saber que no sólo Hokusai sino muchos otros artistas de su época parodiaron la leyenda convirtiendo el dragón marino que perseguía a la pescadora en un pulpo con intenciones bastante más libidinosas… siempre ha sido excitante profanar imágenes religiosas. Y supongo que la imaginación de los artistas de la época fue estimulada por factores como que tanto la palabra tako (pulpo) como awabi (delicia marina recogida por las pescadoras) fueran sinónimos de “vagina” en el argot de la época. Por no hablar de que las ama (buceadoras y esposas de pescadores) trabajaban tradicionalmente semidesnudas, hasta el punto de que ciertos nobles, y en cierta memorable ocasión, un emperador, pagaban para verlas en acción, como en el grabado inferior de Yanagawa Shigenobu.
El texto que acompaña a El sueño de la mujer del pescador no deja dudas ni sobre el origen del grabado ni sobre el placer que siente la pescadora. El pulpo grande dice: “Me preguntaba cuándo, cuándo llegaría la hora del rapto, pero ese día ha llegado. Al menos ella ya ha caído en mis redes. Y digan lo que digan, es un coño de lo más rellenito y apetecible. Aún más que una patata. Chupar y chupar hasta saciarse, y luego llevármela al palacio del rey Dragón, y hacerla prisionera”. La buceadora susurra (elimino las abundantes onomatopeyas de gemidos y resoplidos): “Ah, este pulpo odioso, chupando la piel de la boca interior de mi útero hasta dejarme sin aliento, ¡que me corro! Con su boca prominente provoca mi vagina abierta. (…) ¡A ver! ¿Qué diríais, qué diríais si ocho piernas os abrazaran? Oh, está hinchándose adentro, las secreciones rezuman como agua hirviendo. Siento cosquillas, una tras otra hasta perder la cuenta, límites y barreras desaparecen… Ya estoy… ¡Me corro! ¡Me corro!”. El pulpo pequeño, mientras tanto, parece más concentrado en su labor: “Cuando mi pariente haya acabado, también yo usaré mi boca prominente para restregársela desde su clítoris hasta su culo hasta hacer que se desmaye, y cuando vuelva en sí, volveré a hacérselo, jeje”.
(Algún biólogo demasiado puntilloso para su propio bien podría precisar que los pulpos no están provistos de carnosos y suaves labios en la boca, sino de una especie de afiladísimo pico poco apropiado para el cunnilingus. También podría hacer notar, eso sí, que el pulpo es el único invertebrado que dispone de tejido eréctil: un pequeñísimo órgano llamado lígula en la punta de uno de sus tentáculos. Sólo nos queda agradecer que Hokusai no estudiase zoología).
No es solamente en los ukiyo-e donde podemos encontrar pulpos y mujeres en actitud más que cariñosa. Ya en el siglo XVII se fabricaban netsuke (pequeñas estatuillas de marfil) que empleaban este motivo: a veces de forma sugerida y en otras ocasiones de manera explícitamente sexual. Estos netsuke se empleaban a modo de broches de los que colgar monederos o bolsitas de los kimonos tradicionales, carentes por completo de bolsillos, y permitían añadir un toque de libertad y picardía en las decoraciones estrictamente reglamentadas de la vestimenta. En la actualidad se siguen produciendo muy buenos netsuke, empleando marfil de mamut (ya que los elefantes son especie protegida), plástico o madera. Y en muchos de ellos siguen apareciendo variaciones del pasatiempo erótico preferido de la pescadora de Hokusai: piezas ideales para la colección de cualquier erotómano.
Hasta aquí la historia parece sencilla: una parodia erótica de una leyenda popular que ha quedado grabada en la psique oriental. Pero a partir del momento en que el motivo se extiende velozmente por el resto del mundo, siendo adoptado (como veremos) por artistas de muy diferentes orígenes y estilos, es válido preguntarse: ¿por qué parece tan adecuada esta compenetración sexual entre pulpo y mujer? ¿Qué extrañas teclas pulsa esta imagen en el inconsciente colectivo?
No hace falta ser discípulo de Freud para establecer una analogía entre un tentáculo y un pene, pero el atractivo de la sexualidad cefalópoda va mucho más allá. Se puede aventurar que responde a una necesidad masculina (entiéndase este párrafo como metáfora de comportamiento sexual, no como estereotipo de género) de acariciar, multi-penetrar, poseer y, sobre todo, abrumar a la pareja sexual sublimando las propias limitaciones fisiológicas, permitiendo celebrar una orgía completa con sólo dos participantes. Complementariamente, responde a una necesidad femenina de ver estimuladas todas sus zonas erógenas por un amante omnipresente y simultáneo, en un larguísimo orgasmo con un fuerte componente de abandono, sea activo (la pescadora del netsuke que guía al pulpito hacia su vagina) o pasivo (como en el mismo grabado de Hokusai, en que las manos que se aferran a los tentáculos no buscan resistirse sino hallar puntos de apoyo). Sexo húmedo y lascivo, resbaladizo y apasionado, animal y primario.
3. Del sashimi de pulpo al pulpo a feira
El arte japonés fue empezando a introducirse en Occidente a partir de mediados del siglo XIX, influyendo poderosamente a muchos artistas de la época. El artículo fundacional Japonismo, de Phillippe Burty, bautizó a este fenómeno artístico y cultural, que extendió sus (ejem) tentáculos desde París a la mayoría de capitales europeas. Las influencias niponas se notaron con fuerza en autores como Van Gogh, Gauguin, Tolouse-Lautrec, Manet, Whistler… y Picasso. El 4 de noviembre de 2009 se inauguró en el Museo Picasso de Barcelona la exposición Imágenes secretas: Picasso y la estampa erótica japonesa, una muy cuidada y publicitada muestra, dirigida por Pepe Serra y comisariada por Malén Gual y Ricard Bru (investigador niponófilo cuyo excelente artículo Tentáculos de amor y muerte recomiendo encarecidamente). Tuve oportunidad de ver la exposición y asistir a alguno de los eventos complementarios organizados, y así seguir la pista a las influencias del grabado erótico oriental en Occidente.
Picasso llegó a Barcelona por primera vez en 1895, poco antes de su decimocuarto cumpleaños, en pleno auge del japonismo en la Ciudad Condal. Poco antes habían abierto las primeras tiendas especializadas en arte oriental, se había organizado una muy comentada exposición de objetos japoneses en el Paseo de Gracia, y en el café-restaurante Els Quatre Gats artistas como Santiago Rusiñol mostraban su querencia por las xilografías japonesas y fusionaban las influencias niponas con su propio arte. La cercanía de Picasso a los motivos japoneses continuó antes de cumplir los veinte años, cuando recibió el encargo (finalmente inconcluso) de dibujar un cartel para las actuaciones en París de la actriz Sadayakko, cuyo paso por Barcelona fascinó al mundo artístico de la época.
No sorprende entonces que en Dibujo erótico: Mujer y pulpo, de 1903 (incluido en la exposición), Picasso represente a una mujer recibiendo un explícito cunnilingus de un calamar… Situación similar a la de la mujer estimulada por un improbable pescado de larga lengua en Le Maquereau. Es fácil deducir que las influencias japonesas recibidas incluyeron una buena ración del erotismo cefalópodo de Hokusai. Picasso fue un coleccionista de estampas eróticas japonesas: llegó a poseer 61 grabados de grandes artistas de ukiyo-e, como Kitagawa Utamaro o Nishikawa Sukenobu. Una hermosa colección mostrada en parte (19 estampas) por la exposición del Museo Picasso.
No fue Picasso el único artista de la época que se dejó impresionar por el poder de los tentáculos. Ya en 1880 el decadentista belga Félicien Rops había dibujado la pesadillesca obra El pulpo, en la que una especie de cefalópodo extraterrestre se introduce por la boca y vagina de una pobre mujer que se resiste a ello con todas sus fuerzas, recibiendo sangrientos picotazos. Una obra oscura, malvada y fascinante de la que pueden hacerse múltiples lecturas… Mi favorita: el pulpo como encarnación letal de las profundidades del inconsciente, que se apoderan de la mente racional y la superan, derribando y destruyendo lo que se cruce en su camino. El erotismo cruel de Rops nos permite asomarnos al lado más peligroso, salvaje y mortal de los pulpos, considerados al fin y al cabo como monstruos marinos en múltiples historias. Probablemente fue el mismísimo Víctor Hugo quien creó en su novela Les travailleurs de la mer el mito del poderoso pulpo asesino gigante que acecha en las profundidades…
Hace falta una cierta cantidad de imaginación para distinguir dos letras en el dibujo adjunto de Víctor Hugo, pero así fue bautizado: Pulpo con las iniciales V.H. Una forma de firmar su obra y, en cierto modo, identificarse con ese cefalópodo que es a la vez amenazante y subyugador, un peligro y una fuente de placer, una sublimación de fantasías de poder y un reflejo del miedo tanto a la muerte real como a la petite mort del sexo. Llegados a este punto, aprovecharé este espíritu demoníaco para saltar de Picasso y Víctor Hugo a la pornografía satánica hentai de mediados de los ochenta. Puede parecer un salto brusco, pero tiene todo el sentido del mundo si queremos continuar con cierta lógica esta exploración del erotismo tentacular…
4. Day of the tentacle
En un instituto japonés, una profesora se dispone a castigar a una colegiala sexy mientras un chico torpe espía por un agujero en la pared… Pero lo que parece una versión nipona de Porky’s se convierte de repente en algo muy diferente cuando la mandíbula de la profesora se disloca y de ella emerge un larguísimo tentáculo carmesí con un ojo abierto en la punta. Con gran profusión de efectos de cámara y viscosos ruidos de fondo, ese tentáculo se introduce de repente en la vagina de la colegiala, seguido por otros muchos apéndices de menor tamaño que la desnudan, inmovilizan, acarician y penetran entre estallidos de líquido demoníaco de sospechosa textura espermática pero color lila brillante. Estamos en 1987, y miles de espectadores recogen sus propias mandíbulas del suelo al ver esta surrealista escena del anime Urotsukidoji (La leyenda del señor del mal).
Toshio Maeda, el genial creador de Urotsukidoji, ha afirmado en varias entrevistas que si empezó a salpicar sus obras de tentáculos demoníacos no fue por un repentino impulso satánico ni como homenaje a El sueño de la mujer del pescador, sino por un motivo mucho más prosaico: la censura. La interpretación más habitual del artículo 175 del Código Penal japonés prohíbe dibujar penes, pero no contempla la censura de apéndices tentaculares de pulpos, aliens, demonios mitológicos, máquinas enloquecidas o mutantes radiactivos. Es un hecho conocido que la censura japonesa impuesta sobre el porno ha estimulado la imaginación de los dibujantes nipones hasta límites insospechados, pero este quizá sea uno de los casos más dementes y curiosos. Y es que Maeda dio a luz, medio por casualidad, a un subgénero entero del hentai llamado shokushu zeme (literalmente, «tortura del tentáculo»), aunque se suela traducir en occidente como tentacle rape («violación tentacular»). El éxito de la viscosa escena del anime de Urotsukidoji (no presente tal cual, por cierto, en el manga original) hizo que Maeda se diera cuenta de que había encontrado un filón a explotar con mangas eróticos como Demon Beast Invasion o el ya autoparódico La Blue Girl. Bautizado como “Tentacle Master” por sus fans, Maeda es un dibujante incansable, aún activo y famoso hoy en día a pesar del accidente que le inutilizó el brazo derecho en 2001.
Más allá de su espectacularidad gráfica, el shokushu zeme no deja de tener cierta lógica práctica. Un manojo de tentáculos prensiles pueden emplearse para lo mismo que unas manos (inmovilizar, desnudar arrancando la ropa a tirones, apretar los pechos, acariciar, abofetear…) y para lo mismo que un pene (arrojar líquidos de variado color y consistencia sobre la piel, penetrar por cualquier orificio corporal disponible…). Tal cantidad de usos prácticos reunidos en un solo juego de apéndices no se veía desde Eduardo Manostijeras o, para ser más precisos, su hermano en el mundo del porno Eduardo Manospenes (absurda película que algún día habrá que reivindicar, por cierto). Existe una diferencia probablemente significativa entre el shokushu zeme nacido en los ochenta y el erotismo tentacular de Hokusai. En El sueño de la esposa del pescador no apreciamos nada en la expresión de la mujer ni en su lánguido abandono corporal que sugiera tortura ni violación, más bien al contrario: placer y sensualidad relajada, aunque sea en el transcurso parodiado de un “rapto”. ¿Reflejo de una sexualidad más abierta y sencilla en el periodo Edo que en nuestra época actual rebosante de tabúes y vergüenza? Según algunos autores (como la imprescindible escritora francesa Agnès Girard), la expresión torturada en los rostros de muchas mujeres asediadas por los tentáculos en el shokushu zeme moderno no viene tanto de que se estén sintiendo violadas o asaltadas, sino de la vergüenza máxima que les supone que se haga visible su excitación sexual. En una sociedad en la que es tabú (especialmente para las mujeres) mostrar públicamente las emociones, la liberación absoluta hacia el placer viene a través de una sumisión a una fuerza externa irresistible e inhumana, lo que permite abandonarse y gozar sin límites, aunque sea avergonzadamente. No es casual el rubor en las mejillas de la Blue Girl …
Un paréntesis tal vez necesario. En este contexto de shokushu zeme hablamos de fantasías de violación, no de violaciones reales: a quien tenga problemas para distinguir ambas se le podría preguntar si también confunde a Gregory House con Hugh Laurie. Por otro lado, estas fantasías son tanto masculinas como femeninas. En EEUU causó una enorme polémica una portada del cómic Heroes for Hire, que mostraba a tres heroínas atadas y asediadas por tentáculos al más puro estilo tentacle rape. Muchos desconocedores de la peculiar sexualidad nipona escribieron artículos indignados contra el machismo del dibujante, la degradación de las mujeres… y se sorprendieron al enterarse de que la portada era obra de una mujer, la prolífica artista japonesa Sana Takeda, que recibió tan sólo la indicación de dibujar “una portada lo más sexy que pudiera”.
5. La mujer del pescador tiene un pulpo en cada puerto
El erotismo húmedo y tentacular que popularizó Hokusai permanece aún vigente hoy en día no sólo en su vertiente más gamberra del shokushu zeme, sino como motivo artístico estimulantemente rico y variado, tanto dentro como fuera de Japón. Un repaso a algunos autores contemporáneos con querencia por el erotismo de los cefalópodos nos va a llevar desde Melbourne hasta Seattle, pasando por Tokio.
El artista australiano Daivid Laity creó en 2002 su propia versión del Sueño de la mujer del pescador, una deliciosa (y enorme) pintura que respeta la atmósfera desenfadada y lánguidamente erótica del original. El cuadro causó un enorme escándalo al ser elegido por la galería Metro 5 de Melbourne como parte del escaparate de una exposición de Leity: la policía recogió denuncias de vecinos escandalizados (que llegaron a arrojar piedras contra la galería) y consultó a expertos legales sobre la posibilidad de censurar el cuadro. Pero afortunadamente el cefalópodo continuó complaciendo a la pescadora hasta el final de la exposición. Algo diferente es la versión del artista japonés Masami Teraoka, un inclasificable pintor cuyas primeras acuarelas, formalmente inspiradas en el ukiyo-e, mezclaban irónicamente modernidad y tradición, Oriente y Occidente, realidad y fantasía: hamburguesas de McDonalds invadiendo los cielos de Japón, samurais asediados por teléfonos móviles, geishas enfermas de SIDA… Su acercamiento al pulpo de Hokusai, una obra llamada Sarah and the Octopus/Seventh Heaven, muestra formas más estilizadas, una postura más extrema de la pescadora a la que ya no podemos ver el rostro pero que tiene un aire inequívocamente occidental, y algo que parece un condón femenino sostenido en la mano derecha. Una parodia de un grabado que ya era paródico en su origen: una metaparodia que no resulta ridícula sino fascinante. Como fondo, otro guiño: unas olas que recuerdan poderosamente al famoso tsunami de Hokusai… Lo moderno y lo tradicional se dan la mano. O el tentáculo.
Esas mismas olas hokusianas aparecen en alguna imagen del también tokiota Yuji Moriguchi, que interpreta a su manera el motivo cefalópodo convirtiendo a la pescadora en una atractiva nadadora embarazada rodeada de tentáculos. O, en otro significativo dibujo, descubre un indudablemente fetichista uso del pulpo vivo como masajeador podal. Aconsejo vivamente seguir el rastro a este pintor y mangaka (bajo el seudónimo “Namida Zubon”), cuyos trabajos no sólo pueden verse habitualmente en exposiciones y galerías de Tokio y París, sino también en el imprescindible libro ilustrado L’imaginaire erotique au Japon, de la ya mencionada escritora Agnés Girard.
La fotografía artística permite llevar a la realidad (o al menos al fotorrealismo) este resbaladizo fetichismo tentacular. Por ejemplo, en alguna de las fotografías del estadounidense Kevin Hurdsnurscher podemos encontrar sensuales e inquietantes imágenes que mezclan elementos propios del mundo del fetichismo sadomasoquista (tacones altos, cuerdas, posturas forzadas) con un cierto erotismo lovecraftiano de lésbicos besos tentaculares. Los Antiguos están entre nosotros, y no buscan devorarnos sino ofrecernos su amor viscoso. Y por supuesto, este repaso a los artistas contemporáneos que han empleado cefalópodos como imaginería erótica no estaría completo sin mencionar al perturbador tokiota Daikichi Amano: fotógrafo, editor, columnista, productor y pornógrafo. Basándose tanto en la iconografía mitológica japonesa como en sus propias fantasías, Amano produce fotografías y vídeos eróticos en los que abundan pulpos, ranas, anguilas, escorpiones o gusanos, entre otras delicatessen culinarias. Sí, culinarias: Amano sólo emplea para sus fotos animales destinados al consumo humano (que se hubieran podido comprar hasta hace bien poco en cierta parada de la Boqueria barcelonesa), y tras cada sesión fotográfica ofrece un banquete a su equipo con los bichos del día. Por si alguien siente curiosidad, la modelo Spring Bliss, habitual en muchas fotos de Amano, comentó en cierta ocasión que los escorpiones tienen un sabor muy similar al de las gambas, y que los escarabajos resultan “deliciosamente sanos” aunque sus entrañas desprendan un fuerte olor parecido al del semen. Sin duda Spring haría buenas migas con el protagonista de Old Boy.
Resulta muy instructivo (además de divertidísimo) leer entrevistas con Amano, ya que alterna tanto reflexiones acerca de su arte como curiosas anécdotas sobre sus sesiones. En cierta ocasión se declaró un incendio en el edificio contiguo a su estudio, y tanto Amano como sus modelos y el resto del equipo salieron corriendo a la calle… pero cubiertos de abundante sangre, restos de entrañas y fragmentos de tentáculos. La reacción tanto de los transeúntes como de los bomberos debió ser digna de verse. Amano considera que la división entre pornografía y arte no tiene sentido: lo que importa es la potencia de la imagen y las sensaciones que provocan sus escenas tanto en el espectador como en sus modelos (generalmente mujeres, aunque también tiene fotos con modelos masculinos). Destaca la potente sensación física que produce un tentáculo en contacto con la piel desnuda: un roce resbaladizo que despierta una mezcla de sorpresa, miedo y excitación. Y es que a pesar de lo decididamente macabro de alguna de sus imágenes, Amano ve sus obras como algo “divertido, lascivo y hermoso”; un erotismo transgresor y fascinante que haría enrojecer al mismísimo Cthulhu. Un recorrido exhaustivo por el erotismo tentacular debería llevarnos a hablar de las exquisitas perversiones sadomasoquistas de Toshio Saeki, las provocadoras ninfas de la neoyorquina Lisa Alisa, la sencilla elegancia de Jessica McCourt, los cuadros submarinos de Svetlana Valueva, las turbadoras fotografías de Gilles Berquet, la pornografía arty de Hajime Sawatari… Incluso las eróticas pamelas en forma de pulpo del matrimonio de Los Ángeles Kozyndan. Pero el espacio de que disponemos es limitado y la profundidad de los mares infinita…
6. En el fondo del mar
Dudo que Hokusai imaginara que con su parodia erótica de una leyenda popular iba a despertar este kraken de erotismo que se ha ido extendiendo por todo el planeta. Y sin embargo, es innegable que su obra alcanzó algún lugar oculto del inconsciente colectivo erótico que ha ido resonando a lo largo de los siglos. Sólo queda despedir el artículo antes de salir a cenar un delicioso pulpo a la gallega con cachelos. Y lo haré recomendando precaución: del mismo modo que comerse un pulpo vivo estuvo a punto de asfixiar al actor Min-sik Choi, follar con otro cefalópodo por poco causó graves daños (sin especificar) a la pareja de performers holandeses Zoot & Genant. ¡Que el espíritu de Hokusai os acompañe y tengáis sueños húmedos con Cthulhu esta noche!
A pleasure palace
on the octopus frontier.
Perhaps that’s
the answer.
An eight-armed whore
in the cabin
of a sunken ship,
the walls covered
with obscene octopus pictures.
She beckons to me.
Passion and gin.
Why not?Richard Brautigan, The Octopus frontier
Ah, vale, así que esto de las japonesas interneteras que copulan con pulpos viene de lejos y es toda una tradición erótico-sexual nipona… Curioso, pocas cosas me parecen menos sexuales que un pulpo.
Eso es que lo has follado poco, Corle.
De momento no me he follado ningún pulpo, aunque estoy abierto a todo tipo de cefalópodas posibilidades.
Un artículo largo pero muy completo e intenso… ¡me ha encantado! Desconocía lo de Picasso, me ha parecido muy interesante.
Yo también fui de las que tuve que recoger la mandíbula al ver esa escena en ‘Urotsukidoji’… Hace algún tiempo encontré una situación parecida en un cómic erótico sobre un convento endemoniado, igual de tentacular pero con cabeza de macho cabrío….
Pulpo y mujer. Feo, viscoso, frío, mojado, animal, versus dominación, cantidad para llenar múltiples orificios, frialdad emocional que busca solo el placer de la ‘víctima’… Repulsión y excitación entremezcladas en una fantasía muy perversa. Me gusta.
Espero leer más estupendos artículos de Lapidario. Enhorabuena.
Encima, y por tu artículo, debo entender que la tal parada de la Boquería ya no está. Yo estuve meses acudiendo en su busqueda de vez en cuando (curiosidad simplona, no contaba con cocinar y mucho menos comer ninguno de esos bichejos y quizás también quite el pulpo de mi dieta despues de tanta pornofernalia con los tentáculos).
No sé, entiendo el juego y la poesía que se gasta la metáfora en si misma -y me gusta, la posesión completa, la invasión-, pero fotos como la publicada del sr. Amano, me complican la digestión, oiga.
Corle: Lo de «copular con pulpos» en imagen real sólo puede hacerse con pulpos muertos (¿necrozoofilia?) a riesgo de que las ventosas provoquen un estropicio. :-) Pero vamos, a nivel simbólico sí que tienen un punto sexual los pulpos: es curioso comprobar la cantidad de páginas dedicadas al erotismo cefalópodo que pueden encontrarse en Internet buceando un poco.
Nikki: ¡Muchas gracias! :-) El caso es que me suena el cómic erotentacular que comentas, tal vez por haberlo visto en un «Kiss» o similar… Repasaré mi tebeoteca, a ver si lo encuentro.
Miracle: En efecto, la parada de la Boqueria («Els fruits del bosc de Patràs», creo recordar que se llamaba) cerró por un estúpido problema de licencias con el Ayuntamiento… Una pena. Ah, y si curioseas en alguna web de Daikichi Amano encontrarás de todo: marranadas mucho más bestias junto a fotos casi inocentes aunque extrañamente perversas. Es un poco como una mezcla de Giger puesto de absenta y Helmut Newton de LSD…
Increible articulo!
Excelente articulo!!! da para el guión de un documental :) Queremos más, Josep,
Un gran articulo desde un punto de vista informativo, educativo y sobre todo erotico. Con un peculiar sentido del humor y una gran narrativa vas introduciendo muchos temas de actualidad relacionado con el BDSM y la escena fetichista.
Felicidades Lapidario todo un artista!!
Pingback: La tradición japonesa del sexo con pulpos (advertencia, contiene imágenes)
impresionante!!!no tenia ese conocimiento,eso que me encanta la historia nipona.
De hecho una de las cosas que más me gusta de Japón es que puedes llevar años aprendiendo cosillas de su historia, costumbres, cultura y vicios y sin embargo no paras de llevarte sorpresas… :D
Qué genial y qué extenso el artículo, gracias Josep! Curiosa cultura la japonesa..
La parada de la boquería, la recuerdo, no llegué a verla, la cerraron antes, y, sí, por temas de licencia, lástima.
Impaciente y a la expectativa del siguiente artículo :)
http://www.jotdown.es/2011/06/el-sueno-humedo-de-la-mujer-del-pescador/
Es lo que tiene tener un pene ridículo y no poder satisfacer a las mujeres con él, que se tienen que inventar toda clase de depravaciones.
Lo dices como si a las mujeres no les pudieran gustar los penes grandes Y ADEMAS las depravaciones.
madre mia…y yo sin saber que eso se podia hacer un pulpo !!!
Un articulo muy currado, original y entretenido. Gracias por compartirlo con todos!!!
«1. No se juega con las cosas de comer»
Lo mismo que ocurre con un humano, un pulpo no es una cosa, pues piensa y tiene emociones, por lo tanto no debe ser una propiedad humana (esclavo) ni ser asesinado.
Bueno, gracias por la puntualización, pero supongo que es evidente que ese subtítulo es un juego de palabras con una expresión popular… Lo del vegetarianismo-veganismo daría para hablar mucho (es un tema apasionante, y sin coña alguna lo digo), pero será en otro artículo, supongo.
Todo el artículo superior se debe entender como una gran metáfora: excepto por la pareja de performers holandeses que menciono al final, «no animals were harmed or fucked while writing this article».
Pero si le dices que lo quieres te lo puedes follar, ¿no?
wow, felicidades por el articulo, me ha dejado boquiabierto.
que bien escrito y que cantidad de informacion que desconocia
ha sido un placer leerlo
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Menos mal que en Galicia no se les dio por ese imaginario erótico… sino no sería capaz de volver a probar el pulpo á feira
Me ha encantado el artículo.
Tengo un gran interes en el arte, literatura, cultura e Historia japonesas.
Conocí hace unos meses el cuadro de Hokkusai y me pareció fascinante, pero la información que encontré sobre él ha sido mas bien escasa (y quizá errónea, pues lo llamaban «Buceadora violada por pulpos», algo que me extrañó porque como tu también has apreciado, parece consentir de buen grado), sin explicaciones, de hecho desconocía la existencia del texto que lo acompaña, y que tu reproduces.
Gracias
Solo una pregunta: ¿Sabes si existe edición en castellano o en inglés del libro L´ imaginaire érotique au Japon?
Me alegra que te haya interesado el artículo! El nombre oficial del grabado de Hokusai es «Tako to ama», literalmente «Pulpo y mujer»… Pero en occidente se lo conoce como «El sueño de la mujer del pescador».
El libro de Agnès Girard no tiene traducción al castellano todavía, me temo… No sé a qué espera algún editor avispado, ya que estoy seguro de que se vendería mucho.
Literalmente «Pulpo y buceadora», perdón, no «Pulpo y mujer». :P
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Me encanta Josep Lapidario!
Un goce poder leer tu artículo que me aclara dudas que tenía al respecto de toda esta historia de los pulpos (mi favorito es Toshio Saeki). Chapó
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Simplemente me encanto… excelente articulo para abrir… mentes, corazones y hundirse en el Dionisio… sueño, ilusión, realidad o misticismo…
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Ahora todo encaja. No entendí ni papa sobre el sexo con Pulpos…pero cada uno tenemos nuestros vicios. De todas formas habría que poner un límite antes que esto se nos vaya de las manos
Excelente e informativo artículo,imágenes maravillosas.Me encanta la redacción de tus columnas.!Felicitaciones!
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