Juan Pérez Zúñiga
Biblioteca Nueva
Uno de los grandes pecados del lector medio español es el completo olvido al que somete a algunos de nuestros géneros tradicionales mientras se abandona al fast food literario del momento como si todo aquello que no huela a nuevo y no venga envuelto en una brillante cubierta recién impresa no mereciese su atención. Y, sin embargo, el mundo de los géneros «menores» está repleto de sorpresas a redescubrir. Uno de estos géneros es el libro de humor, que durante la primera mitad del siglo XX vivió un florecimiento en España de mano de algunos nombres que, al menos por entonces, alcanzaron una buena popularidad. Juan Pérez Zúñiga es uno de aquellos nombres y Viajes morrocotudos en busca del Trifinus melancolicus es sin duda un libro injustamente ignorado por los lectores actuales.
La novela —si se le puede llamar novela— es un auténtico tour de force del humor chorra; una especie de precedente literario de Dos tontos muy tontos repleto, a partes iguales, de ingenio chispeante y de chistes fáciles que no por fáciles resultan menos efectivos. Viajes morrocotudos es la divertidísima crónica de un viaje protagonizado por el propio Zúñiga y el ilustrador del libro, el gran Joaquín Xaudaró, quienes parten en busca de una extraña especie animal desconocida, el Trifinus melancolicus. Los dos protagonistas, que en España están poco menos que al borde de la miseria a causa de sus escasamente provechosas actividades literarias, aceptan el encargo de un excéntrico científico dispuesto a financiar una ambiciosa expedición biológica, y así ambos dan la vuelta al mundo intentando averiguar qué clase de animal es ese misterioso Trifinus. Lo cual, desde luego, es solamente una excusa para mofarse de todas las civilizaciones conocidas recurriendo a hilarantes tópicos sobre razas y nacionalidades de una forma más bien poco políticamente correcta (aún hoy me entra la risa floja cuando recuerdo al jefe de una tribu africana dignamente ataviado, como muestra de majestad, con un suntuoso pañal).
Viajes morrocotudos es un divertimento decididamente desenfadado y carente de ambiciones, lo cual le confiere un subyugador aura de irresponsable gamberrada literaria. Es sin duda una deliciosa muestra del subgénero de la estupidez inteligente, a medio camino entre la travesura pueril de Mortadelo y Filemón, el surrealismo histérico de los hermanos Marx y el ocurrentismo lingüístico de Pedro Muñoz Seca. Como si los Monty Python hubiesen protagonizado La vuelta al mundo en ochenta días o como si Homer Simpson hubiese escrito En busca del doctor Livingstone, Pérez Zúñiga parió el libro de viajes más delirante que haya tenido la oportunidad de leer. El escritor madrileño llevaba sin duda el humor en la sangre y consigue que su prosa parezca haber nacido jocosa de manera completamente natural, algo que en realidad es un efecto dificilísimo de conseguir.
Viajes morrocotudos es la manera perfecta de pasar unos buenos ratos ajeno a la triste realidad, sumergiéndonos en un mundo donde todos los individuos, de todos los países y todas las culturas de la Tierra, son invariablemente un hatajo de cretinos.
Una adorable gema de la literatura humorística patria.
Me encantan las ilustraciones que para esta obra hizo Xaudaró, me recuerda a los personajes excéntricos de Tintín (de Hergué). La fortuna me llevó a conocer esta obra en los mercadillos, por medio de una ajada edición de 1917. Cada vez que la ojeo me viene a la cabeza el Profesor Tornasol. Hay que dar más por saco con la obra de estos dos grandes olvidados por unos y otros.
Esta maravillosa gamberrada literaria en un clásico.Viene ha ser una especie de Odisea a lo largo del mundo de la primera mitad del siglo XX en clave de humor.
Xaudaró la complementa.