Robert Louis Stevenson
Blume
No, no nos hemos equivocado: estamos más que convencidos de que no es una obra infantil ni juvenil. Se trata de un producto de amplio espectro, como esos juegos en los que pone en la caja “de 8 a 88 años”; véase el parchís o La Oca. Olvídese de las innumerables adaptaciones cinematográficas que haya podido ver y léalo sin prejuicios ni ideas preconcebidas, como si se hubiera editado por primera vez hace dos semanas. Descubrirá una novela con múltiples niveles de lectura: desde el análisis de la codicia humana hasta el viaje iniciático, pasando por la novela de aventuras pura y dura. Vale lo mismo para un roto que para un descosido: puede leérselo a los críos para que duerman felices y, acto seguido, disfrutar de las intrigas entre los personajes como si estuviera viendo Las amistades peligrosas. Yo no lo leí hasta los 40 años, prácticamente obligado por un amigo profesor de Literatura. No cometan el mismo error, más aún cuando les estamos advirtiendo encarecidamente de lo que se están perdiendo. Insistimos: no es una broma. Además, puede encontrarse en mil ediciones: desde las que valen un eurillo con el periódico del domingo hasta las prologadas y comentadas. Que no hay excusa, vamos. Y si aún no está convencido, al menos no prive a sus hijos de semejante placer, que con tanto Geronimo Stilton vaya a saber usted que generación estamos criando.