El invierno del dibujante

El invierno del dibujante
Paco Roca
Astiberri Ediciones, 2010

Ganador de dos de los premios más importantes de la pasada edición del Salón (mejor obra y mejor guión), Paco Roca ha firmado uno de los mejores cómics nacionales de los últimos tiempos, contando la historia real de la Editorial Bruguera y la política empresarial hacia sus creadores, que haría llorar sangre a los artistas de hoy en día: los dibujantes no eran dueños de sus personajes y sólo cobraban una vez, mientras que sus historietas se publicaban varias veces en distintas revistas. Un grupo de ellos (los más destacados), ante esta situación abusiva, decidieron abandonar la empresa y crear su propia editorial.

La narración se estructura con saltos temporales y gamas cromáticas acordes a la estación y trama del capítulo en cuestión: detalles que se aprecian y disfrutan en una segunda y tercera lectura. Lo que más me ha gustado son las conversaciones a tres o cuatro bandas que se llevan a cabo en viñetas de formato apaisado; una composición de la escena que es muy compleja de hacer fluida en los cómics y que aquí se resuelve con soltura.

La ambientación de la oficina de Bruguera, con ese machismo que se destila con naturalidad, los trajes, los dibujantes… me recordó bastante a Mad men. Pude comprobar que es un efecto buscado a través de las propias declaraciones del autor, cuando dijo que más que una película, el cómic podría inspirar una serie del estilo de la de dichos fumadores-alcohólicos-mujeriegos publicistas.

Lo mejor de todo es que aprecio una evolución (más que una mejora) en el dibujo del valenciano, un perfeccionamiento en el colorido y la composición de las viñetas, pero lo que más gratamente me ha sorprendido es el guión, la capacidad literaria de relatar mediante el texto y el dibujo: el dominio del lenguaje del cómic, en definitiva, que posee y luce en cada uno de sus últimos trabajos. Reseñemos alguno de ellos:

• Arrugas. Historia tierna sobre unos ancianetes que viven en un asilo: sus achaques, sus rutinas monótonas y su progresivo deterioro. Ha sido, entre otros reconocimientos, Premio Nacional del Cómic del 2008. Si eres duro y no lloras nunca, te gustará. Si eres llorón, ten kleenex al alcance de la mano mientras lo lees y disfrutas.

• Las calles de arena. Haciendo un paralelismo con el cine amenabariense, si Arrugas es su Mar adentro, Las calles de arena es su Abre los ojos. Un arriesgado guión con toques kafkianos, lynchianos y surrealistas: un día atajas por una calle desconocida y quedas atrapado en un barrio del que te es imposible escapar. Miles de matices y un puñado de buenísimos personajes secundarios.

• El faro. Reeditado recientemente con comentarios y correcciones, se trata de una historia más sencilla que las anteriores, aparentemente con menos pretensiones, pero con un resultado exquisito. Se basa en la relación de amistad entre un farero y un joven soldado republicano que está huyendo de los nacionales. Pero la historia en sí trata sobre los sueños, sobre la persecución de los mismos, de que si no luchas por ellos no alcanzarás la felicidad…