No hay que ser un lince para observar que en España se producen conflictos por el uso de las lenguas oficiales y cooficiales. Baste observar episodios como las reacciones en las redes sociales al uso del catalán por las autoridades de la Generalitat en la reciente crisis del atentado islamista o sucesos institucionales como la denominación del catalán que se habla en Aragón como LAPAO (Legua Aragonesa Propia del Área Oriental) en lugar de catalán que, vaya, es su nombre. O la del presidente de la Generalitat de Cataluña, del que se dijo en una biografía que solo pasaba por la fila del peaje que estaba rotulada en catalán, «peatge». La verdad es que si nos ponemos, podríamos continuar con una lista bastante extensa de actitudes semejantes. Cualquier discusión nacional sobre las lenguas se reduce a posturas de fuerza, desgraciadamente.
No obstante, este año ha publicado Uno y Cero Ediciones un libro, Un sueño plurilingüe para España, que aporta algo nuevo al debate. No es exactamente nuevo, su autor Ángel López García-Molins lleva años defendiendo la misma posición. Se trata de promover para toda España la intercomprensión de todas las lenguas que hay en el país e incluso en parte del extranjero.
Sostiene el autor que en la Edad Media esto se lograba sin dificultad: «Uno hablaba en gallego, otro le contestaba en castellano, el siguiente lo hacía en catalán, luego alguien intervenía en occitano y le contestaban ora en italiano ora en francés». La pérdida del idioma occitano, propio del sur de Francia, nos desconectó del continente en ese aspecto, pero si en la actualidad se uniese el espacio lingüístico gallego y portugués al español y este al francés y al italiano a través del catalán, surgirían setecientos millones de hablantes de un neolatín, proclama. Este no deja de ser un sueño maximalista, pero pensemos por un momento en la posibilidad de alcanzar una predisposición cultural así solo en España.
Para ello, un señor de Cuenca no tendría que aprender español, portugués, gallego, catalán, francés e italiano como para hablar, escuchar, leer y escribir en ellos. La idea que propone este libro es basar el plurilingüismo en la comprensión más que en la expresión. Obtener capacidades pasivas, leer y entender, de una lengua. Algo muy fácil entre lenguas románicas. Cuando estas surgieron, el castellano, el francés, el catalán, el provenzal o el florentino, está constatado que hubo justas poéticas celebradas en todas las lenguas romances a la vez, o compañías teatrales que llevaban su repertorio por todas las rutas que cruzaban Europa. Aún hoy esto es posible sin grandes complicaciones.
En la Universidad de Aachen, Aquisgrán, Tilbert D. Stegmann y sus colaboradores ya pusieron en práctica el método de aprendizaje de «los siete tamices» (sieben Siebe) para que las lenguas románicas puedan entenderse de forma simultánea aprovechando todo lo que estos idiomas tienen en común. También hubo un proyecto impulsado por la Unión Europea, el EuRom4, en el que varias universidades llegaron a terminar un manual, «EuRom4: método para la enseñanza simultánea de las lenguas románicas», publicado por La Nuova Italia en 1997. La idea era que en la asignatura de Lengua enseñase a leer y escribir en lengua materna, pero también a escuchar en otras lenguas romances. El EuRom4 empezaba a dar resultados con solo cuarenta horas de estudio. Este ensayo, en esencia, recomienda que se aplique este sistema en toda España con todas las lenguas cooficiales. Veamos cómo.
Ahora mismo en España hay un 40% de habitantes que vive en comunidades bilingües. Todas las políticas lingüísticas que se han aplicado con la democracia en estos territorios han logrado mejorar las expectativas de uso de las lenguas propias, pero no han logrado que el español retroceda. El autor subraya que el victimismo españolista que denuncia «la pérdida del castellano» en estos lugares no se corresponde con la realidad, aunque en algunos aspectos pueda haber quejas pertinentes a las políticas de normalización lingüística e inmersión. Se haga lo que se haga, no parece previsible, explica, que la situación del español vaya a alterarse. Seguirá en expansión. Pero para evitar los conflictos derivados de esta dinámica sí es posible cambiar el paradigma con un modelo al que alude: la lengua de lenguas.
Ángel López García-Molins entiende que debería constituir una prioridad para el Gobierno de España el problema de que en los territorios monolingües crezca un desapego hacia las comunidades bilingües, cuando no un rechazo frontal de sus manifestaciones lingüísticas. El drama que sufrimos es que cualquier medida que se tome en un sentido o en otro siempre suscitará el rechazo de una de las partes. Sin embargo, la realidad es que el catalán/valenciano, el gallego y el vasco son históricamente lenguas de España, no lenguas del Estado. Y lo explica.
Después del latín, la primera lengua culta en España fue el gallego. El primer idioma internacional tras el latín fue el catalán, lengua mayoritaria de la Corona de Aragón y la única con presencia significativa en Europa más allá de los Pirineos. Mientras que el euskera es el único idioma exclusivo de la Península Ibérica, la única que no llegó como lengua colonial —eso era el latín— y un idioma que está en la raíz de muchas características fonéticas y gramaticales de las lenguas romances españolas. En resumen, señala el autor, las que tenemos no son lenguas de interés porque se hablen en el Estado, sino que forman parte de la herencia cultural de todos los españoles.
Es necesario sensibilizar a toda la población española en el sentido de que España es históricamente un país tetralingüe y, por lo mismo, un Estado con cuatro lenguas nacionales, con una decidida labor de concienciación en los medios y en la enseñanza; es conveniente preparar a toda la población para entender (no para hablar) el catalán y el gallego escritos y orales, así como para que posean nociones de euskera.
En el ensayo no se aboga por un país multilingüe, sino plurilingüe, concretamente, con un plurilingüismo sesquilingüe. Esto es: un país donde, como ocurría en el origen de España, cualquier persona pueda hablar en su lengua con la seguridad de que los demás le van a poder entender.
En la actualidad, las aspiraciones del nacionalismo de restauración edénica carecen de todo sentido. Un señor, dice el autor, con unos auriculares haciéndose un selfie por la calle puede ser español, finlandés, ruso o argentino. Nada nos distingue ya como naciones que no sea la lengua. Solo eso conservaremos del pasado en el futuro —siempre con el ingenuo deseo de que el mundo no se repliegue identitariamente aún más de lo que estamos viendo ahora en Europa— y los españoles podrían conservar todas las lenguas que hay en su país sin mucha dificultad. Una lenguas que son un patrimonio común. Además, partimos de una situación favorable para este propósito. Casi todas las lenguas que se hablan en el Estado —no todas, pero sí las más importantes— son oficiales en sus respectivos territorios. Esto que reconoce la Constitución de 1978 no es lo habitual en muchos Estados del mundo, puntualiza. No vamos mal. No hay por qué buscar las referencias en el extranjero.
De hecho, según el ensayo, las naciones no son el origen de nada, sino la consecuencia. En este punto, el trabajo cita al filósofo Ernest Gellner, estudioso del nacionalismo: «Observa este profesor que en el siglo XIX no son las nuevas naciones emergentes —Francia, Italia, Alemania— las que propician dinámicamente gracias al empuje de su pueblo la Revolución industrial y el progreso, sino al contrario, fue la Revolución industrial la que hizo necesaria la nación. Lo siento por estropearles el sueño ilusionado en el que vivían. La industrialización necesita una mano de obra con un nivel de instrucción apropiado y, además, equivalente, pues las viejas distinciones medievales de los gremios dan paso a una masa trabajadora que va a pasar de un puesto a otro y de un lugar de residencia al siguiente con facilidad. Pero esto, naturalmente, solo era posible si los patois franceses se resolvían en le français national, si las Umgangsprachen alemanas se fundían en el Hochdeutsch y si los dialetti italianos miraban hacia la lingua nazionale. Así de simple».
Hay que saber desvincular la política de las lenguas, no es tan determinante. El gallego lo hablan la mayoría de los gallegos y el nacionalismo allí no es una fuerza mayoritaria. El euskera no lo habla la mayoría y la situación política es la contraria. En Cataluña la división política es mitad y mitad de la población, pero en Valencia y Baleares, en una situación semejante en cuanto a hablantes de la lengua local, el nacionalismo tampoco ha sido nunca de gran relevancia. Del mismo modo, también el castellano se impuso por decreto en sucesivas épocas de la historia y no logró, en pleno siglo XX, hacer desaparecer al resto de las lenguas de España, como ocurrió en Francia o Italia con el Estado-nación.
En justicia, el libro también se detiene en el resto de lenguas que se hablan en España. Está el asturiano, el aragonés, el aranés e incluso se podría hablar de panocho en Murcia y castúo en Extremadura. También las nuevas lenguas de España, el rumano, búlgaro y chino, entre otras. Y el árabe, lengua bien implantada en Ceuta y Melilla. López García-Molins observa que todas las lenguas «tienen la misma dignidad, pero no les ha ido igual en la vida». Lo que no quita que los derechos lingüísticos no pertenecen a las lenguas, sino a sus hablantes. De modo que en este aspecto tan conflictivo de la geografía lingüística española aboga por jerarquizar: «No se puede lograr la igualdad de derechos lingüísticos para todas las lenguas que se hablan en España, pero sí mejorar sustancialmente la condición plurilingüe del Estado estableciendo un plurilingüismo equitativo entre sus cuatro idiomas generales, al tiempo que se mejoran las condiciones de supervivencia de los demás».
Para quien esto escribe, hubo una gran oportunidad perdida en los años de hegemonía absoluta de la televisión. Cuando fue posible que todas las cadenas autonómicas se vieran en toda España. Enano Rojo en catalán, Goku en gallego, Allo, Allo en castellano… Eso, a los que éramos jóvenes, nos habría forzado al plurilingüismo español que defiende este filólogo. Pero de profetas del pasado no vamos precisamente escasos a día de hoy.
Lo único cierto es que, ante tanta propuesta extravagante basada en la nación de naciones como estamos viendo en el PSOE —que al menos se toma la molestia de debatir lo que para otros son ceños fruncidos y puños cerrados—, lo que plantea Ángel López García-Molins no solo es la medida más plausible y sensata para buscar una amplia fórmula identitaria de convivencia, también es la más coherente con el futuro. Un futuro común, sin discriminación ni desencuentros.
Quizá por eso, precisamente, la idea está destinada al fracaso en esta atmósfera de cerrazón y repliegue que no es exclusiva de España, lo es de todo el planeta. Pero hay una pequeña esperanza. Se la revelo: está acreditado que la capacidad de sorpresa de España tiende a infinito. Veremos si para bien en esta era con tan pocas certezas.
Leído de la primera mayúscula al último punto. El plurilinguismo es sólo un apéndice de lo que de debería ser la enseñanza básica en las escuelas: el Humanismo. De él pendiendo el respeto a las creencias, a la lengua, a las razas.
Me fastidia mucho que, por ejemplo, los planes educativos actuales sólo contemplen la enseñanza de una religión o «ética». ¿Por qué no se enseñan todas las religiones en una asignatura? Convivencia y aceptación. Pluralidad.
Los periodistas, sobre todo , estan haciendo lo posible para que en España hablemos un ridiculo espanglish, con el que se margina a una parte de poblacion en el conocimiento de las expresiones /chorradas que introducen innecesariamente en sus articulos. Si los que debieran respetar la lengua con la que comunican, la agreden por modernismo palurdo, ignoro si en un futuro esto servira para entendernos mejor, o unicamente para destrozar los idiomas de la Peninsula en beneficio de una jerga, por imitacion del idioma del imperio actual.
Porque el país, aún, funciona como una gran Mafia, en todos los aspectos.
Desde que las lenguas se normatizaron (de norma), surgió una tendencia de usarlas para que el otro no entendiera nada: no sé por qué razón, todo tiende a lo inferior…
Iba todo bien, hasta que habló de jerarquizar entre lenguas oficiales y no oficiales, y dejar fuera de la propuesta a las lenguas no oficiales, ya de por sí bastante maltratadas como para maltratarlas aún más…
«Sostiene el autor que en la Edad Media esto se lograba sin dificultad: «Uno hablaba en gallego, otro le contestaba en castellano»
Eso pasa ahora mismo sin ningún problema en Galicia, y casi nadie se ofende. Hasta que uno de UPyD exige que se le conteste en castellano, o uno del BNG exige que se le conteste en gallego, y empiezan los problemas.
No hay que jerarquizar, claro, aunque sea un habla que ya no la utilizan más que en cuatro pueblos, vamos a aprenderla todos para que no se ofenda nadie.
Si hombre,si,justo como ud lo explica
Saber escuchar para entender, natural inclinación de la tolerancia… Mi piace quel paragrafo, sonno d’accordo
Las religiones se excluyen unas a otras, por definición. Por tanto, el ecumenismo es trampear.
Si lo que se desea es pluralismo, eso ya existe en las enseñanzas a través de la filosofía y la historia de las religiones, se lo aseguro, me dedico a ello.
Y si lo que desea es una respuesta coherente, racional y, por tanto, única, también la tenemos y es la que se ha disminuido con la LOMCE, la ética, sin comillas.
Creo que otra cosa es buenismo o pensamiento Alicia.
Era comentario a Sándalo.
No sé, me gustaría creer que con la TDT se podría haber logrado esa posibilidad de ver cualquier tele en cualquier punto de España. Pero claro, luego llega el tema de los derechos de las series, y mil mierdas y al final lo que «se puede» compartir es mas bien poco.
También me gustaría creer que internet a ayudado a la aceptación y normalización del uso de otras lenguas. Entender que en «Perdidos» los personajes pueden hablar con distintos idiomas, quizás nos tendría que ayudar a entender que el President de la Generalitat (o cargos similares) hagan las ruedas de prensa inicialmente en su lengua de origen. Y luego atiendan a otros medios. Pero supongo que tampoco.
Internet podría convertirnos en mas listos.
Pero solo tenemos mas miedo, soltamos abruptos con mas facilidad y nos encerramos mas en nosotros mismos. Lo cuál, quizás, sea irónico. Que tras la generación twitter pueda aparecer una generación «Emily Dickinson» con pánico total a decir lo que piensa. Empezando por la elección del idioma en que se expresa. El péndulo y esas cosas.
p.d: Estaba tentado de escribir todo esa meh en catalán, pero me he hecho caquita y sólo he podido pensar en gente enfadada por tener que gastar tres segundos en abrir el google translate. Lo cuál, quizás, abre otra pregunta: Cuando la traducción automática sea efectiva e instantánea, ¿vamos a ser tan putos gilipollas con el idioma que utiliza la gente para expresarse o vamos a centrarnos en lo que intentan transmitir?
Cuando la traducción automática sea efectiva, que lo será, pero le queda mucho, ya veremos. De momento el verbo haber es con hache.
Y «h»a ayudado tiene hache para el verbo hacer. Lo de que todo lo que digamos sea pasado por la aplicación/programa de una empresa determinada me produce escalofríos, espiarnos todo lo que digamos con cualquier persona es aterrador. Mucho mejor el esperanto como idioma común, planificado y regular es mucho más fácil de aprender que el inglés, español, francés, alemán, ruso o chino y por tanto mejor como lengua internacional. Todo lo demás es discriminatorio por nacionalidad y renta (fascista y clasista). Ahora mismo estamos siendo extorsionados para pagar academias, cursos en el extranjero, trabajar por cuatro duros en bares de Inglaterra o EEUU para los nuevos señores feudales (en sus tierras un añito como pago para poder trabajar en sus dominios-nuestros países).
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La de vueltas y revueltas que son capaces de darle con tal de negar un hecho insoslayable, a saber, que son muchas las familias en varias regiones de España donde los niños no pueden estudiar en su lengua materna, el español, que es, también la lengua oficial del país. ¿Alguien se imagina que un niño en Francia no pueda estudiar francés o en italiano en Italia o en griego en Grecia o en rumano en Rumania? Ahora a la solución la llaman , es decir, que los zaragozanos tienen que aprender a entender catalán, y el niño de Barcelona tiene que seguir sin poder estudiar en español. Pero señor, Álvaro Corazón Rural, ¿por qué odiais tanto el idioma español? ¿Y cuándo os vais a dar cuenta cuenta que en toda ésta historia de lo que tendríamos que hablar es de los derechos de las personas y NO de los derechos de las lenguas?
En Francia se hablan varios idiomas además del francés, al igual que en Italia. Los franceses se esforzaron mucho más y, con mucho más acierto, en exterminar las demás lenguas que se hablaban en Francia – también lo tenían algo más fácil dada la relación de fuerzas – pero ni siquiera Francia lo ha conseguido del todo.
Fíjate qué desagradecidos, los corsos y los catalanes: les intentas imponer tu idioma durante más de doscientos años y los tíos te demuestran su odio resistiéndose a extinguirse tranquilamente como Dios manda…
Te imaginas que te obliguen a estudiar y hablar en una lengua extraña en detrimento de la tuya propia ?
En cualquier evento multinacional (congreso, festival… lo que sea) es fácil encontrar grupos de latinos de cháchara en los descansos. Chapurreas lo tuyo, abres las orejas a lo suyo, y vas tirando. Luego te das cuenta de que los eslavos hacen lo mismo.
No es tan complicado de entender que este fenómeno, que ya se da de forma natural, puede ser estimulado desde pequeños.
Yo hablo catalán y castellano y he podido leer artículos y libros en gallego, francés e italiano sin haber estudiado ninguno de estos idiomas, tampoc es tan complicado. No era literatura, era más bien ensayo, pero vas pillando.
Pero sigan rajando, no querría importunarles sus cinco minutos de odio al pluralismo.
Me parece una idea de lo más positiva, y si al final de este follón queda alguien políticamente vivo con ganas de negociar, un punto a incluir.
Hace mil años y hace 500 las lenguas romances eran más parecidas y además eran un continuo dialectal. En 1500 podías partir en el sur de Portugal y seguir pasando de aldea en aldea y de valle en valle hasta llegar a la punta de la bota italiana y no habría ninguna ruptura seria en el idioma. Pero hoy los puentes están cortados y cortándose, por la muerte de las lenguas más pequeñas (aragonés, gascón, ligur) y por la estandarización de las lenguas nacionales.
Hace varios años había una lista de correo (Latii filiae) en que nos comunicábamos cada uno en su lengua romance. Se entendía todo, excepto el rumano. Seguramente sigue estando en los grupos de Yahoo, para el que tenga curiosidad.
Sí. Los idiomas románicos han ido divergiendo y aunque la comprensión escrita es relativamente fácil, la oral ya es otro tema. Aunque bueno, la principal dificultad de la propuesta la veo en el plano «político» ( por decirlo de alguna manera). Porque para un castellanohablante, entender y chapurrear otra lengua románica es algo que se puede conseguir en pocos meses (salvo el francés y quizás el rumano). Y lo difícil no creo que sea este esfuerzo «individual», sino todas las políticas que habría que ejecutar para promoverlo a nivel «colectivo».
La primera vez que leo una tontería escrita por Álvaro Corazón Rural, a quién admiro mucho. Cuando he llegado al párrafo en que afirma que hay que escuchar a un tipo que dice saber como se entendía la gente en la Edad Media, esa época tan brillante, de alta cultura y profundos conocimientos, y propone copiarlo hoy, una época tan semejante, me he quedado turulato. Ese señor ¿se ha encontrado un cassette con conversaciones de la época?
Lo siguiente ha sido esa memez no por repetida menos falsa de la imposición del castellano. Y antes de terminar con las tesis sobre la importancia de que adquiramos conocimientos inútiles y destinemos nuestro escaso tiempo y recursos a aprender idiomas minoritarios en vez de usar los mayoritarios y progresar y mejorar usando el que entendemos todos.
El hecho es que, en España y en todas partes, se dejaron de hablar lenguas minoritarias por el simple hecho de que su uso era inútil y perjudicial y que, dado que el propósito del lenguaje es comunicarse, era contraproducente.
Afortunadamente hay antropólogos y lingüistas que si saben de lo que hablan y que escribiendo en los años 20 y 30 del pasado siglo dejaron constancia,por ejemplo, de que el euskera solo lo hablaba alrededor de un 10% de la población y de que era incapaz de garantizar la comunicación adecuadamente entre valles vecinos, que hablaban diferentes versiones. El catalán estaba reducido a los incultos y los campesinos aislados. Ambos idiomas fueron reivindicados e impuestos por las racistas, meapilas y xenófobas burguesías locales como signo de su pertenencia a pueblos elegidos, diferentes y mejores que los paletos, sucios y malolientes españoles. Los vascos, ya se sabe, descienden directamente de Noe, via Tubal, y los catalanes son un pueblo elegido desde tiempo inmemorial.
Si quiere recuperar algo de cordura, mejor leer, por ejemplo, a José Ramón Lodares.
Personalmente, llamadme cafre, me parece que el destino natural de las minorías es integrarse en las mayorías y no derramo lágrima alguna por a desaparición de un lenguaje que se ha dejado de hablar por su inutilidad. Estoy aún en las fantasías universalistas, igualitarias, etc. de los izquierdosos y anarquistas clásicos. Lástima que no cuajara el esperanto y que haya que esperar algunos siglos a que un idioma se universalice, que llegue un facilitador del progreso y la hermandad universal, detenido, entre otras cosas por los particularistas, defensores de minorías y diferencias, que quieren hacernos cada día mas enemigos y que desde sus posiciones de poder, como estamos viendo estos dias hacer a los repelentes supremacistas catalanes que se quieren independizar porque son mejores que el resto de los españoles, derraman la cizaña que fomenta la división y el odio al semejante
Habemos gente a los que nos gustan cosas inútiles como admirar obras de arte y por ejemplo conocer otras culturas. A esta gente nos daría pena un mundo unificado culturalmente, aunque es verdad que probablemente sea más eficaz en crear más tecnología y riqueza económica. Me parece muy bien que se intenten mantener lenguas minoritarias, y también me gustaría que eso se hiciera al margen de ideologías políticas. Hace décadas que opino que es una pena que en Andalucía o en Murcia no se enseñe a los niños que el vasco es una joya cultural española de la que ellos como españoles también deberían sentirse orgullosos. Y cosas de ese estilo. Obviamente sería otra España si nos hubieran educado de esa manera. Pero como dice el articulista ya que en este país se dan tantas sorpresas, tal vez en algún momento pase.
No he leído nada de José Ramón Lodares, pero si es de él de quien sacó la idea de que el catalán fue alguna vez una lengua reducida a «campesinos aislados» mejor lo ahorro. Y ciertamente, una vergüenza eso de la imposición del español. El español jamás ha sido lengua oficial en España, ni se ha tratado de hacer que todos los españoles lo aprendiesen en la escuela. La gente lo aprendió por voluntad propia, no porque fuese obligatorio hacerlo. Incluso hoy en día, ni la constitución española dice que los españoles estén obligados a conocer el castellano ni su estudio es materia obligatoria en las escuelas, solo voluntaria.
Lo único que no me ha gustado de su comentario es que lo haya escrito en una lengua verdaderamente universal, like english. We’ll have to wait until minority languages like the spanish are abandoned because of its uselessness.
Estás equivocado. Para empezar el español no es obligatorio pq no se llama así, sino castellano, q según la constitución española es el idioma oficial en España(artículo 3 del preámbulo creo recordar). Idiomas españoles son el castellano, pero también el gallego, el catalán y el Vasco.
En segundo lugar ese mismo artículo aclara que todos los españoles tenemos el deber de conocer y el derecho de usar el castellano. Y lo de que se estudió voluntariamente, con todos los respetos, sólo lo puede decir alguien o muy muy joven o muy ignorante.
Ainnssss… el detector de ironía lo llevamos un poco flojo, Jota fraile. ;-)
Supongo q entonces ya estarás estudiando chino mandarín para ser coherente con tu «solido», argumento….
Max, no hacen falta cintas de audio. Son muchos los documentos (administrativos, legales o incluso literarios) que atestiguan la existencia de una lengua franca a partir de las lenguas vernáculas romances. Que tampoco es una, sino cualquiera que sirviera para hacer entender la coiné que en los siglos bajomedievales era la Europa mediterránea.
Suele ser más útil escuchar y aprender de los demás que parapetarnos en nuestra ignorancia.
El euskera no es exclusivo de la peninsula iberica a no ser que se considere que Baiona/Bayone Tardets/Atarratze etc forman parte de la peninsula
Curioso error, sí. El autor asume que solamente el catalán se habla más allá del pirineo :-) para un artículo que pretende estar mínimamente documentado da un poquito de pena.
A mí lo que me gustaría saber es cuántos idiomas habla Ángel López García-Molins. Yo hablo cuatro: inglés, español, italiano y francés. Podría añadir un quinto, el gallego, que entiendo perfectamente pero soy incapaz de hablar porque no consigo separarlo del español, el francés y el italiano. Y ese es precisamente el problema: no es posible aprender varios idiomas romances y mantenerlos separados en el cerebro. Manejar más de dos idiomas requiere un gran esfuerzo e higiene mental. Pretender que todos los españoles entendamos castellano, gallego catalán y euskera es demencial. Y además habrá que aprender inglés por cuestiones de trabajo, ¿no? El requerir a las personas que pongan el tiempo y la energía que requeriría aprender otras tres o cuatro lenguas significaría infirngir seriamente en las libertades personales. Que cada cuál hable la lengua que quiera, y si no le entienden, que no se queje.
«no es posible aprender varios idiomas romances y mantenerlos separados en el cerebro»
Si a usted no le da, pues no le da, pero no generalice. Aquí uno que habla cuatro lenguas romances y las tiene bien separadas.
Moi bonic todo, très bello, pero no sé si alguien ha caído en la cuenta de que el vascuence tiene poco de románico (aunque digan mendi al monte, errege al rey y arbola al árbol). En España, tenemos tan mala suerte para todo que ni con la plurilengua esa.
Llevaba un tiempo dando vueltas a esta idea en la cabeza y hoy me he llevado una grata sorpresa al leer este artículo y ver que no solo a mi se le ocurren estas cosas.
Los idiomas o dialectos no nos deberían separar como lo hacen ahora y creo que enseñar a las nuevas generaciones a comprender las lenguas de la península sería un gran paso para sentirse más unidos.
No digo que sea una tarea fácil y se que a muchos les parecerá una chorrada pero para mí es probablemente la única solución a todo este embrollo de nacionalismos, independentismos y separatismos que no nos dejan prestar atención a los verdaderos problemas que tenemos. Tardaríamos algunas generaciones en lograrlo pero yo creo que merecería la pena intentarlo.
Ser capaz de entender un idioma facilita entender una cultura.
Qué pena que el autor del artículo no haya pensado que la mejor lengua para toda Europa es el idioma esperanto, porque si se hiciera lo que dice con las lenguas romances seguiríamos con el mismo problema norte-sur en Europa entera. El esperanto además sería fácilmente apoyado también por Rusia y China para eliminar al inglés americano como lengua «internacional» que regala millones de euros o dólares a las economías que ya son las más ricas del mundo y llena de discriminación por nacionalidad y renta el mundo entero (los nativos anglos están en mejor posición de partida y los que pueden alcanzarlos generalmente son los más ricos de cada país con inversión en inmersión lingüística con profesorado nativo angloparlante). El esperanto no está muerto, el año 2018 será el congreso internacional en Lisboa y suelen ir más de 1000 personas de todos los continentes, ojo, sin necesidad de traductores como en la ONU o la UE con el inglés, ese idioma tan fácil que la mayoría sigue sin saber tras décadas de estudio.
La mejor forma de proteger las lenguas minoritarias, todas y no simplemente las cuatro más generales, es la imposición en Europa de la lengua esperanto como lengua extranjera obligatoria y la imposición igualmente de conocer cada uno su lengua materna para que nadie con otra lengua materna se vea obligado a aprender la lengua materna de otro para poder vivir. El esperanto es planificado y regular por lo que se aprende en la décima parte de tiempo que el inglés, francés o cualquier otra lengua irregular. En Sevilla se enseña este curso en su universidad principal: esperanto.us.es. Que cada cual aprenda las lenguas difíciles no maternas por voluntad propia y no extorsionados para encontrar trabajo, que sea por cultura y placer.
Como idea de fondo, como filosofía de respeto mutuo, lo que propone el artículo está bien, pero en la práctica es imposible: en una comunicación buscamos la máxima claridad posible, y una persona no puede dominar los matices de una lengua a la que no esté expuesta de forma habitual y que pueda llegar a dominar. Más aún hoy en día, cuando ‘el amor por las letras’ es algo que está lejos de la mente y los sentimientos de mucha gente (espero que nos hayamos despertado del sueño de que las humanidades -que son mi pasión- sean de mucho interés para la mayoría de la gente). Otra cosa es que un portugués o un español que van de compras al país vecino puedan entenderse hasta cierto punto, pero no hay tiempo ni ganas ni necesidad ppr parte de la gente de una educación ‘romance plurilingüe pasiva’. Aunque es cierto que con unos pocos años en Barcelona y gustándome leer, me he vuelto capaz de leer y entender aceptablemente el catalán, deduciendo a veces por el contexto el significado de palabras que no conozco…
De los dialectos que se hablan en América del Sur y en Canarias no dice nada el artículo, en Filipinas fracasaron estrepitosamente y el inglés se los comió, no respetaron siquiera el «idioma» de los sefarditas.
Yo personalmente no perdono al país y su gente la pérdida de la lengua Amazigh y por tanto los maldigo, no han tenido respeto alguno.
¿Y qué tienen que ver los dialectos del castellano en América? El artículo trata de España y América no viene al caso, porque aquí no se hablan otras lenguas romances al mismo tiempo, salvo pequeños enclaves de véneto y otras lenguas italianas. Y es imposible hablar bien varios idiomas indígenas, al pertenecer a muchísimas familias distintas. Por ejemplo, hay unos 90 idiomas en México y pertenecen a unas 10 familias o lenguas aisladas. El «idioma zapoteco» de Oaxaca y estados vecinos en realidad son varios idiomas, más diferentes entre ellas que las lenguas romances. Saludos.
Muy bonito todo eso del plurilingüismo, pero vamos a lo práctico. Por ejemplo, los documentos oficiales, o cualquier trámite ante la administración pública o la administración de justicia, ¿en qué idioma los confeccionamos? ¿se redacta uno de cada, con el consiguiente gasto en papel? ¿se contrata a traductores, con el consiguiente gasto en los mismos? ¿se puede hacer de alguna manera que no suponga una aumento de gasto (o de impuestos en su caso) o de tiempo, o qie no suponga un quebradero para el currante?
Puestos a meter más idiomas en la educación (me descojono con aquellos que presumen de su B2, C1 o lo que sea de inglés, y que luego al hablar o escribir destrozan vilmente el castellano), abogo por incluir el esperanto, más funcional y con más futuro.
Si toda la humanidad abandonara sus diversas lenguas y todos habláramos una sola lengua, el mundo sería menos belicoso, más comprensivo y seguro.. Quizá más monótono, pero infinitamente más abierto y acogedor. Cuando se fomenta el plurilinguimo, so fomenta la diferencia, la división, y los valores culturales mas primitivos, los que nos retrotraen a la tribu y la territorialidad. Nadie debería fomentar esto, nos lleva a la división, al conflicto, a los pequeños reinos de taifas. Afortunadamente, la tecnología juega a nuestro favor, pronto los traductores simultáneos automáticos reducirán estas distancias, pero promover el mantenimiento de lenguas minoritarias no es un regalo para la humanidad. Mal que les pese a algunos lingüistas. La lengua no es cultura. Es un instrumento para intercambiar conocimiento real, pero el continente no debe confundirse con el contenido, la lengua es una vía no un fin.
Apostaría un brazo a q no naciste ni en Cataluña, ni país Vasco ni Galicia.
¿Un idioma no forma parte d la cultura? Lo q hay q leer…
El acervo de conocimiento humano no para de crecer. La cantidad de información útil y valiosa que puede incluirse o no en la docencia escolar es enorme, y crecientemente se debe elegir. Lo vemos día a día, cuando se eliminan campos importantes como las lenguas clásicas o la filosofía, para “hacer hueco” a otros contenidos. Tal vez el autor prefiera que se eliminen horas de matemáticas o física o de historia para incluir lenguas locales que habla un colectivo relativamente pequeño. O quizás pretende sustituir temario dedicado al dominio de su propia lengua por rudimentos de una que no van a usar. Hay que planear estos temas de forma racional.
La intercomprensione entre paravolantes de lenguas romànicas pòte èssere complementata con lo uso de uno estándarde commune, como lo nelatino. Vedete http://www.neolatino.eu
cuanta energía gastada en inutilidades, somos los bizantinos del siglo XXI,…pero claro hay que justificar cargos y subvenciones
Estoy abrumado por la cantidad de comentarios que ha suscitado la reseña de Álvaro sobre mi libro. No todos son positivos, aunque sí la mayoría, y quiero dar desde aquí las gracias a todos, partidarios y deractores. También y en primer lugar a Álvaro, a quien algunos responsabilizan de las opiniones que reseña y, que tal vez suscriba, pero que no se le pueden echar en cara, pues las emití yo. Permítanme simplemente hacer algunas aclaraciones:
-El esperanto, ciertamente, sería una buena solución, pero por desgracia no ha prosperado. Me temo que el ser humano no se encuentra cómodo con las lenguas artificiales.
-Les aseguro que lo que digo no es por buenismo, sino por puro realismo. Entendámonos: los españoles tenemos un serio problema de convivencia y algo habremos hecho mal, digo yo.
-Cuando faltan pocos días para el 1 de octubre, resulta patrente que, como suele suceder, las culpas se reparten entre todos. Las regiones monolingües no son conscientes de hasta qué punto en las plurilingües la llamada lengua propia (que, realmente, es la lengua histórica: propias son todas) conforma íntimamente a las personas que la tienen como materna. Es verdad que la actitud del estado español no ha sido menos tolerante que la de otros estados (en Alemania, en Francia, en Italia, las lenguas minoritarias están mucho menos protegidas que el catalán, el gallego o el vasco), pero la cuestión, a mi modo de ver, no estriba en la tolerancia, sino en el amor y el respeto. Precisamente porque creo que los catalanes, los valencianos, los gallegos o los vascos llevan siglos siendo españoles, pienso que no se ha hecho lo suficiente para que comprueben que su lengua histórica es un legado que España sabe mimar.
-Ahora bien, al mismo tiempo, debe entenderse que un país moderno, integrado en un mundo globalizado y con una economía del primer mundo, no puede funcionar sin una lengua común. Esta lengua es el español, desde que se propagó como idioma vehicular a finales de la edad media. ¿Que a veces se ha intentado imponer por el estado?: cierto. ¿Que en las comunidades autónomas bilingües se la ha querido arrinconar?: cierto también. Ambas actitudes son moralmente condenables y políticamente inútiles. Como resulta patente, ni los decretos de Nueva Planta ni las medidas del franquismo consiguieron erradicar el catalán, el gallego o el vasco. Pero tampoco han servido de nada las leyes de la llamada normalización lingüística: el español, a pesar de que se lo ha excluido de la administración, de la enseñanza y de los medios de comunicación oficiales, mantiene y aun ha aumentado su número de hablantes en las comunidades autónomas bilingües.
-El problema es que se ha usado torticeramente la lengua para construir la nación, la nación española y las naciones catalana, vasca o gallega. Pero, aunque relacionadas, lengua y nación no son lo mismo. Una persona no puede pertenecer a dos naciones (si acaso, tener doble nacionalidad, que en realidad, significa doble estatalidad), si bien es obvio que puede conocer dos o más lenguas.
-He dicho «conocer», término que abarca hablar o comprender o chapurrear, etc. En mi propuesta no sugiero que los españoles hablemos español, catalán, vasco y gallego: realmente conozco a muy pocas personas -ni siquiera yo me cuento entre ellas- capaces de hacerlo. Lo que sí estoy proponiendo es que nos acostumbremos a comprender, mejor o peor, las románicas peninsulares y ciertas secuencias más o menos estereotipadas del euskera. Es un programa de mínimos, pero no me cabe duda de que emocionalmente proporcionaría satisfacciones máximas.
-No requiere muchos esfuerzos ni inversiones: la profesora Covadonga López Alonso, de la Universidad Complutense, y sus discípulos han desarrollado varias plataformas digitales (Galatea, Galanet, etc) con las que esto se puede conseguir en unas cuantas sesiones.
Les agradezco la atención que me han prestado. Un saludo cordial: Ángel López García-Molins
A mí, como valenciano y valencianoparlante, que los niños de Cádiz aprendan a chapurrear valenciano me parece una estupidez. A mí no me sirve de nada y a ellos todavía menos. Lo que habría que hacer es concienciar a los españoles de que el español, como lengua común, cumple las mismas funciones que el inglés; o sea, tú te vas a Alemania o a Egipto de vacaciones y tirás de inglés, pero si te instalas para vivir en Suecia o en Holanda aprendes sueco o neerlandés, no esperas que ellos te hablen en inglés el resto de tu vida.
Lo que me serviría a mí es que los cientos de miles de españoles que se afincan aquí comprendieran que la conservación de la lengua catalana, como lengua española que es, es también responsabilidad suya desde el momento en que se vienen a vivir aquí. Porque el enemigo de las otras lenguas de españa no es el facha que las odia; esos pueden ser muy violentos, pero son cuatro gatos y se les puede ignorar. El enemigo es toda la gente de buena voluntad, que no tiene nada en contra del catalán, y que seguramente le parece estupendo que se enseñe en la escuela y todo eso, pero a la hora de la verdad tiene la misma fuerza de voluntad para aprenderlo cuando vive aquí que para dejar de fumar, hacer dieta o ir regularmente al gimnasio.
Y aquí es cuando estamos jodidos, porque extremistas radicales hay muy pocos, pero buena gente hay a patadas. Y no hay manera de luchar contra ellos. Un pueblo valencianoparlante que recibe un centenar de personas castellanoparlantes se convierte en castellanoparlante de facto. Puesto que ellos no entienden el valenciano, todo el pueblo se ve obligado a cambiar de lengua. Yo he estado en clases con más de un centenar de alumnos, y por dos estudiantes de fuera que no entienden el valenciano se tiene que dar en castellano. Un favor, dirán algunos. Un derecho, dirán otros. Pero en la práctica, lo que es un privilegio del cual una parte de la población saca provecho, porque le conviene.
Y en cada clase, en cada evento, en cada reunión en el bar, en cada conversación de grupo, cada día, en cada lugar, siempre hay al menos una persona por la cual hay que cambiar de idioma. En teoría, tengo todo el derecho del mundo a hablar en mi idioma en mi tierra; en la práctica, resulta imposible hacerlo. Al final la única esperanza de supervivencia del idioma es obrar a la catalana: no cambiar de idioma por nadie. No de balde Cataluña es la comunidad donde mejor resiste la lengua histórica ante el avance del castellano, y a pesar de la inmigración que recibe.
Los catalanes caen mal por muchas razones, pero al final a poco que analizas cualquier situación, de la política lingüística a la educativa pasando por la inversión empresarial o la investigación científica, te das cuenta de que no hay más que dos caminos: el catalán y el equivocado.
Querido Àngel López,no se olvide de los de Illes Balears en sus plegarias, existimos, padecemos y disfrutamos de nuestra lengua, el catalán, no nos olviden.
Pues para aprender una lengua común, que ha sido (y es residualmente) lengua franca, que ha constituido el vehículo cultural paneuropeo hasta el siglo XVIII, del danés Klim al inglés Newton o el francés Descartes, y con la que están emparentadas todas las lenguas romances además de ser un caudal léxico de importancia en alguna germánica como el inglés, mejor aprender y comunicarse en latín. Que además es lengua muerta y por ello muy ventajosa, pues no ha cambiado en estructura desde los tiempos de Cicerón.
Y además, normalizar emisiones televisivas y radiofónicas en las demás lenguas cooficiales, enseñar nociones de ellas en las escuelas, facilitar intercambios entre estas y leer textos gallegos, vascos y catalanes sería, claro, una estupenda idea.
Después de leer el artículo no puedo menos que resaltar el mal uso que hace del término lengua. No sé si la confusión viene del libro en sí que se comenta aquí o de la extrapolación hecha por el articulista.
En la actualidad hay 4 lenguas aceptadas como tal, español (o castellano), gallego, catalán y vasco. El navarroaragonés y asturleonés son dialectos históricos derivados del latín pero no han alcanzado la categoría de lengua. Murciano, extremeño, andaluz y canario son los otros 4 dialectos vigentes, dialectos de transición los dos primeros y dialectos meridionales los dos últimos. El español de América se considera actualmente como un dialecto del español, con base en los dialectos meridionales de la panínsula.
También es harto conocido que el español en la lengua oficial del estado y que gallego, catalán y vasco son lenguas cooficiales con el español en sus respectivas comunidades.
Mi opinión personal es que dada la tendencia universal hacia la globalización y entendimiento, no ya dentro de la nación sino entre paises, es lógico que invirtamos tiempo y recursos en tener como segunda lengua el inglés, alemán, francés, etc por encima de lenguas minoritarias y con pocas probabilidades de adquirir una extensión territorial o relevancia laboral para invertir en ellas.
Todo lo demás es pura nostalgia.