Tal vez no les suene un tal Ricciotto Canudo, pero seguro que han escuchado en infinidad de ocasiones la expresión «séptimo arte». Pues bien, fue este crítico italiano quien la acuñó en 1911 con su Manifiesto de las Siete Artes. Pintura, música, escultura, arquitectura, danza y literatura, esas eran las artes que el canon occidental había distinguido tradicionalmente y con muy buen olfato Canudo vio en fechas tan tempranas que el cine estaba destinado a unirse a ellas. Pero no como una más, sino englobándolas: «Necesitamos al cine para crear el arte total al que, desde siempre, han tendido todas las artes. El Séptimo Arte concilia de esta forma a todos los demás».
No era nada descabellado lo que planteaba. Al fin y al cabo el cine ha incluido la música desde sus mismos orígenes y rara es la película que carezca de banda sonora; la danza ha dado pie a todo un género que con La ciudad de las estrellas parece revitalizarse y no hay obra literaria mínimamente relevante que no haya sido adaptada a la pantalla. De la manera en que el cine se ha aprovechado de la belleza de la arquitectura y la escultura da cierta idea la cantidad de películas que han retratado Nueva York y su Estatua de la Libertad… y qué decir de la pintura, si el mismo Canudo llamaba a las películas «cuadros en movimiento». Los grandes artistas de la pintura experimentaron y profundizaron durante siglos en torno a la iluminación, perspectiva y puesta en escena, en la forma de expresar una historia mediante imágenes y al llegar el siglo XX los cineastas y directores de fotografía robaron ese caudal de conocimiento sin el menor reparo. Desde John Huston hasta David Lynch muchos directores han sido primero pintores, e incluso destacados pintores como Renoir han tenido hijos cineastas igualmente celebrados, como si esa fuera su evolución natural. No es de extrañar entonces que un gran número de pintores hayan contado con un biopic, como el que sin ir más lejos llegará dentro de unos días a nuestros cines, Cézanne y yo. Así que aprovecharemos la ocasión para recordar los más memorables, voten su favorito o añadan el que deseen.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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El tormento y el éxtasis
La enorme cantidad de horas de trabajo y el minucioso detallismo que siempre han exigido las más veneradas obras artísticas no son, en principio, un material demasiado atractivo para elaborar una narración, al menos si uno aspira a que los espectadores permanezcan despiertos. Por eso es frecuente que las películas biográficas sobre esos grandes creadores presten una particular atención a sus altibajos anímicos, a su carácter a menudo difícil y al contexto histórico en el que se movían, y eso es exactamente lo que hace aquí con habilidad Carol Reed. De alguien que era capaz de esculpir La Piedad con veintitrés años no es difícil imaginar que se le llevaran los demonios cuando cualquier incauto, sin importar su rango, pretendiera interponerse entre él y su obra. Alguien capaz tratar al papa Julio II sin la menor ceremonia, espetándole que terminaría la Capilla Sixtina «cuando pueda», este le respondiese «tú tienes ganas de que te haga tirar desde el andamio» y Miguel Ángel zanjase el intercambio con un «pero no lo haréis».
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Ebrio de mujeres y pintura
Jang Seung-eop es un aclamado pintor coreano del siglo XIX (aquí pueden ver algunos ejemplos de su obra) del que no teníamos la más remota idea de su existencia hasta que esta película lo dio a conocer fuera de sus fronteras. Nos narra cómo comenzó siendo un niño huérfano hasta que es adoptado por un consumado pintor que le enseña todos los secretos de su arte. A juzgar por lo que vemos, en Oriente todos los maestros —ya sean de pintura o de artes marciales— enseñan con la misma solemnidad y recurriendo siempre a la filosofía zen: «en una pincelada hay diez mil pinceladas, en diez mil pinceladas hay una pincelada», «ve más allá de la forma y pinta el significado», «coge el pincel como si fuera un huevo, entre tus cinco dedos, y entonces la fuerza vital recorrerá tu brazo, de tu brazo a tu mano, de tu mano al pincel», etc, etc. Como apunte, el actor principal protagonizó un año después Oldboy.
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El loco del pelo rojo
Uno de los mayores misterios policíacos con los que se ha visto envuelta la historia del arte, tras la muerte de Pasolini y el robo de La Gioconda, es tal vez el de quién cortó la oreja de Van Gogh. Esta biografía se avino a la explicación oficial en su momento, la de que fue él mismo en un arrebato de locura (esta es la escena), aunque hoy día se considera que tuvo mucho que ver en ello su amigo y rival Paul Gauguin, que aquí fue encarnado por Anthony Quinn en una interpretación por la que obtuvo un Óscar. Más allá de ese detalle la cinta es muy respetuosa con la figura del artista, cuya vida osciló entre la devoción religiosa, el amor no correspondido, la inestabilidad mental y la imperiosa necesidad de expresarse en un estilo artístico genuinamente propio.
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Andrei Rublev
Nacido en la segunda mitad del siglo XIV, se considera a Andréi Rubliov el más destacado pintor iconográfico ruso, aunque apenas se sepa nada de su vida. Tarkovski encontró en ese vacío una oportunidad para dar rienda suelta a su creatividad, de manera que entre escenas cargadas de lirismo con caballos correteando libremente nos presenta en una narración de más de tres horas a unos personajes que se sumergen en largas elucubraciones sobre la moral, la religión o el arte. El resultado fue satisfactorio incluso para críticos tan implacables como Carlos Boyero: «la única película que me interesa del sacralizado Tarkovski». Una película idónea para aquellos que estén más interesados en el arte sacro que en los superhéroes.
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Carrington
El círculo de Bloomsbury resulta muy fotogénico tanto por la relevancia artística e intelectual de sus miembros, como por la época (contra la) que vivieron y por la irreverencia de sus personalidades e ideales. Cine de tacitas con aspiraciones. Dora Carrington no formó parte del núcleo irradiador pero sí tuvo un largo y estrecho vínculo con Lytton Strachey, es en esa singular relación que marcó a ambos donde se centra esta película.
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Moulin Rouge
Algo similar a la anterior podría decirse también con esta cinta de John Huston, pese a que la época difiera en unos pocos años y los círculos parisinos retratados se inclinasen más del lado bohemio. El protagonista, Toulouse-Lautrec, frecuentaba con devoción ese hábitat en torno al célebre cabaret del barrio rojo, aunque al mismo tiempo fuera capaz de observarlo con la distancia y la sutileza de quien íntimamente sabía que no encajaba en ninguna parte.
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Mi pie izquierdo
Muchos artistas y escritores han estado marcados por alguna anomalía física o psíquica, quizá eso les hizo ver el mundo desde un ángulo original o les impulsó a encontrar un medio con el que expresarse, donde reencontrarse a sí mismos. En cualquier caso a los cineastas les ha entusiasmado retratar sus vidas, mostrarnos las enormes dificultades que afrontaron y el reconocimiento profesional que lograron. Es el caso de Christy Brown, pintor y poeta afectado de parálisis cerebral, cuya autobiografía se adaptó al cine y le permitió a Daniel Day-Lewis ganar el primero de sus tres Óscar.
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Los fantasmas de Goya
No hay duda de que la sordera de Goya contribuyó a ese tormento interior que tan bien expresó en sus Pinturas Negras. La otra gran influencia fueron las excepcionales circunstancias históricas que le tocaron vivir, así que todo ello atrajo la atención de Milos Forman para un biopic que por desgracia no alcanzó la grandeza de Amadeus aunque tiene su interés. Curiosamente el cuadro a medio pintar que vemos en la imagen está muy cuestionado respecto a su verdadera autoría.
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Frida
Los problemas de salud marcaron igualmente la vida y la obra de la pintora mexicana Frida Kahlo; la imagen más recurrente para el público es esa de un autorretrato con una columna metálica que atraviesa la carne, como una forma de expresar su tormento. Sus relaciones sentimentales tan poco convencionales y la presencia por ahí de Trotsky antes de que Stalin le enviara un recado son otros ingredientes de esta película biográfica, en la que destaca la labor de Salma Hayek.
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El molino y la cruz
Miren esta maravilla, quizá ya la conozcan pero siempre es buena ocasión para volver a contemplar La caída de los ángeles rebeldes, un cuadro de alguien que ha aprendido del Bosco y ha captado su esencia. No es la única obra de Pieter Brueghel el Viejo a tener en cuenta, en el Prado puede verse por ejemplo El triunfo de la Muerte y, en fin, son muchas y muy conocidas las pinturas que dejó para la posteridad, desde Censo en Belén hasta La torre de Babel. Esta película de corte experimental pretende mostrar el mismo detallismo en sus imágenes, lo que no puede decirse es que brille por sus diálogos. Podríamos resumirla en que es como contemplar un cuadro durante hora y media.
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La joven de la perla
La joven de la perla es un cuadro pintado en torno a 1666 por Johannes Vermeer que ha fascinado a las generaciones posteriores, hasta el punto de inspirar una novela que en 2003 fue llevada al cine, con Scarlett Johansson en el papel de la retratada y Colin Firth como Vermeer. De la historia merece la pena destacar, además de la tensión sexual entre ambos protagonistas, la atención que presta al proceso de creación de los colores para la paleta del artista.
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Mr. Turner
J. M. W. Turner es considerado de forma unánime por los británicos como el mejor pintor que ha dado el país, pero con todo el reconocimiento que recibió desde joven y hasta la actualidad, no entró en el olimpo de los biografiados hasta el año 2014, con este film dirigido por Mike Leigh. Diversos historiadores y especialistas, entre ellos el director de la Galería Nacional de Arte Británico, han elogiado su fidelidad a la vida, obra y época en la que vivió Turner.
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Los amantes de Montparnasse
En sus apenas treinta y cinco años de vida Modigliani se dedicó al alcohol, a las mujeres y a la pintura, con grandes logros en los tres ámbitos. Una trayectoria con semejante aura romántica no es de extrañar que se llevase al cine no una sino dos veces, la más reciente con Andy García como protagonista. Esta otra fue dirigida por Jaques Becker, autor de una de las mejores películas sobre fugas carcelarias jamás rodadas, La evasión.
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Sobrevivir a Picasso
La turbulenta vida sexual de Picasso, su inmensa popularidad como artista y su vida en el París ocupado por los nazis parecían un tema ideal para abordar, especialmente si se contaba con nada menos que con Anthony Hopkins para encarnarlo. Quizá el problema estuvo en que James Ivory es correcto como director pero un tanto frío. Por otra parte, como suele decirse, pocas vidas resisten si son examinadas desde cerca y es lo que suele pasar en muchos de los anteriormente mencionados, no digamos ya en el caso del pintor malagueño. Por algún extraño motivo esperamos siempre de nuestros artistas y autores favoritos que su personalidad y su calidad moral estén a la altura de su talento, algo que raras veces suele ocurrir. Al menos siempre nos quedará su obra.
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«Akiresu to kame/Aquiles y la tortuga» de Takeshi Kitano. Que no adapta la biografía de ningún autor famoso (aunque creo recordar que parte de lo contado está bastante relacionado con la vida del director) PERO que muestra esa obsesión rayano en lo suicida de querer produciendo material aunque a todo el mundo le sude la polla muy fuerte tu arte. Una especie de Vincent van Gogh contemporáneo. Esos sí son los jodidos de reconocer.
La chica danesa.
La mayoría son bastante buenos – solo hay un par que no conozco, o no recuerdo – , pero yo destacaría 3: Frida ( por el colorido, el dramatismo, la música y por S. Hayek ); La joven de la perla ( por las bellísimas imágenes, imitando el estilo de Vermeer, y por S. Johansonn ); y El molino y la cruz ( una película poco conocida, muy bonita, también parece un cuadro de Bhruegel, casi sin sonidos o diálogos )
Sin duda Pollock.
Akira Kurosawa también fue pintor antes que director de cine
https://drive.google.com/file/d/0B9fzgLJj4IFlNEVaUzE4QjBUR3c/view
Personalmente, me gusta el minimalismo de la escena de «El golpe», cuando Harold Gould y su compinche pintan las paredes de la oficina del jefe de telégrafos como parte del timo. Ese color verde, esa lona encima de la mesa, ese dejar la pared a medio pintar y los cubos de pintura…
No se puede definir mejor la vida de un anónimo pintor de brocha gorda
Eso es realismo y no Roma, citta aperta.
Falta Pollock!
Buena lista, aunque como en casi todas, y siempre por asunto de preferencias, me hubiera gustado ver »Modigliani», con Andy García.
Felicidades.
Falta Basquiat!
Destacaría tres. Una de ellas está en la lista: Andrei Rublev, Van Gogh (Maurice Pialat) y Edvard Munch (Peter Watkins).