Desde que leí El tío Petros y la Conjetura de Goldbach, compro compulsivamente cualquier novela o cómic cuyo título tenga como referencia algún concepto matemático con la vana esperanza de volver a disfrutar con su lectura tanto como lo hice con el famoso best seller de Apostolos Doxiadis. Desde La soledad de los números primos del físico Paolo Giordano a La fórmula preferida del profesor de la japonesa Yoko Ogawa, casi todo lo leído hasta ahora no ha logrado excitarme tanto como lo hizo la novela del griego. Hoy vengo a comentar una fantástica excepción; se trata de El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu.
El problema de los tres cuerpos es un desafío matemático que busca encontrar una fórmula para determinar las posiciones y velocidades de tres cuerpos, de cualquier masa, sometidos a atracción gravitacional mutua y partiendo de un estado inicial concreto. Un ejemplo especial lo constituye el sistema Sol-Tierra-Luna. Con este problema de fondo, la novela, galardonada en 2015 con el premio Hugo, nos presenta a una civilización extraterrestre a punto de desaparecer si no consigue predecir las órbitas de los tres soles que conforman su sistema estelar.
La historia da comienzo a finales de los sesenta, durante la Revolución Cultural China, con la muerte de un eminente físico de partículas a manos de cuatro adolescentes revolucionarias. Este arranque forma parte de una de las tramas principales que nos acompañará mediante flashbacks a lo largo de toda la novela. Uno de los planteamientos más novedosos de esta space opera —es una trilogía, aunque en España solo se ha traducido el primer volumen— está en la elección de China como centro de contacto alienígena en lugar del sempiterno Estados Unidos de América con su cansino geocentrismo. La perspectiva oriental de Cixin Liu nos hará disfrutar con inesperados pasajes que solo a los asiáticos se les podría ocurrir imaginar y describir, alcanzando su apogeo con la coreografía de Von Newmann.
El astrofísico y divulgador Daniel Marín cuenta en Naukas que no considera esta novela como Hard SCI-FI, al contrario que el resto de la crítica internacional. Basa su opinión en alguna licencia técnica como el amplificador de radio solar, pero no tiene en cuenta el desarrollo y la aproximación que hace el autor para encontrar una solución al problema de los tres cuerpos mediante el muy socorrido Método de Montecarlo. Desde mi punto de vista es indudable que se trata de Hard SCI-FI, al menos si tomamos como referencia Mundo Anillo de Larry Niven. Los extraterrestres también son originales, como vemos en lo poco que se dejan conocer en este primer volumen. Son destacables sus logros científicos, tan atrevidos que ni siquiera aparecen en las predicciones más locas de Michio Kaku.
Dimensiones atómicas, entrelazamiento cuántico, caos en el sentido físico, nanomateriales y algunos otros ingredientes conforman un texto repleto de referencias a la ciencia. Sin embargo, de los muchos mensajes que subyacen e impregnan todo el libro me quedaría con dos: la importancia de la ciencia básica como principal motor de la evolución humana y que hay que desconfiar de los talibanes ecologistas. El problema de los tres cuerpos es una fascinante y atípica novela de ciencia ficción que hará las delicias de cualquier lector del género, más aún si como yo es fetichista de los títulos con nombre de desafío matemático irresuelto.
«Desde que leí El tío Petros y la Conjetura de Goldbach, compro compulsivamente cualquier novela o cómic cuyo título tenga como referencia algún concepto matemático con la vana esperanza de volver a disfrutar con su lectura tanto como lo hice con el famoso best seller de Apostolos Doxiadis.»
Eso mismo me pasa a mí…Me he leído los que comentas (menos el del post, precisamente) y siempre me he quedado un poco desengañado. Añadiría a tu lista «El contable hindú» de David Leavitt y «Logicomix» del mismo Doxiadis.
Logocomíx no es una novela con lo que uno no espera que te atrape la trama. A mi particularmente me gustó mucho más que el cómic de Feyman. De divulgación si que hay muchos que son fascinantes, de hecho El enigma de Fermat de Simon Singh es apasionante y cuando lo leí me pareció tan trepidante como una novela, que si el suicidio de Yukata Taniyama, que si demuestro el teorema y luego está mal, la ecuaciones elípticas… no lo he metido en el saco precisamente porque es de divulgación y se espera por lo tanto que hable de matemáticas, pero si hubiese sido narrativa de ficción lo consideraría otra maravillosa excepción.
La parte final de la trilogia sale traducida al inglés en unos dias…
Una serie interesantísima, aunque me genera sentimientos contradictorios. Apartando lo difícil que es opinar de cosas de estilo cuando lo que tienes es una traducción (por lo visto lo del «sofón» es un juego de palabras en chino, mira tu…), la obra es por momentos deliciosamente antigua (parece sacada de la «edad de oro» a la Asimov, Clarke, etc), a veces irritantemente anticuada en ese mismo sentido (unos «infodumps de miedo, un lenguaje y una psicologia de personajes muy simplificados), a veces fascinante en su punto de vista chino lo que la hace tanto refrescante como hasta educativa para ver como ven el mundo desde una perspectiva diferente, y a veces cargante precisamente por eso mismo.
Creo que como novela en si misma no esta mal aunque peca de esa simplicidad «anticuada», pero por todos esos detalles se hace mucho mas interesante de lo que es en si misma (y ojo, que lo es, no digo lo contrario).
Asi que en una semana o dos, creo, a ver si me acuerdo de pasar por aqui y decir algo sobre la trilogia completa.
Me los apunto. Logicomix es una maravilla, cualquier cosa que venga o derive de ahí es bienvenida.
Aquí un fan a muerte de Liu Cixin. Por si a alguien le interesa, aquí mi reseña de la tercera parte de la trilogía, que me parece absolutamente fascinante: http://sentidodelamaravilla.blogspot.com/2016/09/deaths-end-de-liu-cixin.html
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Hace tiempo que lei la triologia completa y al dia de hoy no puedo dejar de pensar en como llego la humanidad a su fin al entrar el universo en un espacio bidimensional, me voló la cabeza.
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