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Y el Caribe salió del clóset

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Luis Negrón. Fotografía cortesía de Eny Roland Hernández.

Luis Negrón nació en Guayama, un municipio al sur de Puerto Rico que limita con el mar Caribe. Dice Wikipedia que fue fundado en 1736 por españoles que pronto lo llenaron de iglesias y parroquias. La web también señala que en el siglo XX se convirtió en uno de los grandes centros sociales y culturales de la isla y que sus equipos de baloncesto y béisbol se denominan Brujos de Guayama. Allí, en esta ciudad caribeña, es donde Negrón creció y donde una biblioteca ligada a la universidad católica vetó su libro de relatos Mundo cruel, de temática LGTB. Un libro que, sin embargo, ha conseguido el premio a la mejor ficción gay del año de la Lambda Foundation de Estados Unidos, institución en defensa de los derechos de la comunidad LGTB que entrega sus galardones desde 1989.

Negrón ha sido el primer puertorriqueño en conseguirlo. Es más, Mundo cruel (publicado este verano en España por MalPaso), que aborda el sexo homosexual con mucha frescura, humor (a veces tiene un toque almodovariano ochentero a lo Patty Diphusa), es el primer libro traducido en lograrlo. Golpe en toda la cara al conservadurismo (y machismo) que tiene la isla, donde se agita con fervor la bandera del reguetón masculino y sus letras machistas. No lo olviden: en San Juan, en una urbanización que parece salida de Beverly Hills, vive Daddy Yankee, el cantante que estuvo machacándonos varios veranos con «La gasolina» o aquello de «Lo que pasó, pasó entre-tú-y-yo».

«El Caribe es conservador. Al menos se quiere ver a sí mismo como tal, pero todo lo conservador se traiciona y termina haciendo lo que se niega», cuenta Negrón en conversación vía internet. Lo que viene a ser poner unas puertas al campo que no sirven para nada porque a poco que te des cuenta saltan todas las costuras. El escritor y librero desde hace veinteséis años —ahora trabaja en Libros AC, en Santurce—, reconoce que hace ya tiempo que en esta isla, de la que han salido rumbo a Estados Unidos cantantes como Ricky Martin, «la literatura gay está fuera del armario».

Y así salió Puerto Rico del clóset

Pero para esto tuvo que pasar tiempo. Todo comenzó en los años setenta. Hasta entonces la temática LGTB se trataba con mucha metáfora. Decir las cosas, pero sin decirlas. En otras partes del continente sucedía más o menos lo mismo con intentos como los del argentino Manuel Puig, que por otra parte fue uno de los primeros en insistir en eso de que «la homosexualidad no existe» y «el sexo es banal» como tesis de que «etiquetar» siempre es una forma de «guetizar». Puerto Rico respiraba Caribe, sol y bomba boricua, pero los deseos se quedaban en los márgenes oscuros. «In the Ghetto». Negrón comenta que para que surgiera literatura que no discriminara en el amor y sexo entre el mismo género fue muy importante la aparición de escritoras que pusieran en jaque las ideas conservadoras. «Las mujeres no solo aumentaron en los catálogos editoriales, sino que tumbaron los temas canónicos que se tocaban una y otra vez, en la literatura boricua hasta ese entonces. El desenmascaramiento del patriarcado, de derechas y de izquierdas, fue una de los aportes que hacen las escritoras. Y lo hacen muy alejadas del panfleto, creando una literatura de una calidad incuestionable y unos libros logradísimos», apunta Negrón. Una vez más, ellas tirando del carro.

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Manuel Ramos Otero. Fotografía: Columbia University Libraries (DP).

Aquella audacia, en consonancia con lo que ocurría en el resto del planeta con los movimientos feministas setenteros, dio pie a la aparición de escritores como Manuel Ramos Otero, un desconocido en España (y en casi todo el mundo, porque apenas ha sido traducido) pero que tiene su propia historia y que no estaría mal que fuera recogida a la manera de otros escritores como el cubano Reinaldo Arenas: fue novelista, poeta y ensayista, montó su propia editorial (El Libro Viaje), se marchó a vivir a Nueva York en 1969 y con libros como Concierto de metal para un recuerdo y otras orgías de soledad y El cuento de la mujer del mar, publicados en la década de los setenta, abrió la senda para la literatura LGTB puertorriqueña. En la red se pueden rescatar algunos de sus poemas como este del libro Invitación al polvo:

No digáis que por falta de su bicho
mi verso resplandece hasta que arde
el culo es llamarada por la tarde
de noche, como Dios, vuelve a su nicho.

Si el lector me rechaza por cobarde
por miedo a la verdad es que lo ficho
tentación de poeta es lo entredicho
ignorancia juzgar por puro alarde.

Que no compre mi libro por la fama
para ser en la esquina muy discreto
que hasta muerto mi tumba será cama

una orgía de huesos y esqueleto
apasionado mármol para el que ama
bajo el sol y la luna sin secreto

Quien necesite metáforas que las busque. Ramos Otero tuvo un triste final, puesto que en 1990 moriría a causa del  sida en su país natal, al que regresó en la última etapa de la enfermedad; sin embargo, como insiste Negrón, «hoy aparece en todas las antologías poéticas de Puerto Rico». Una tarea que llegó, en parte, gracias al trabajo de escritores de la década de los ochenta y, principalmente, de los cambios que se produjeron a comienzos de los dos mil con el estallido de la literatura queer y de la que participaron no solo hombres sino también mujeres escritoras como Mayra Santos Febres. Ella, con su novela Sirena Selena, vestida de pena (2000), daba el protagonismo a una mujer transexual y revestía toda la historia de una sensualidad que si hasta entonces estaba en las calles y en una literatura marginal, todavía no había llegado (del todo) al entorno mainstream.

«La sensualidad es la manera más directa de conectarse con el mundo. Sin los sentidos no vemos, ni olemos, ni tocamos, ni oímos, ni gustamos del mundo. El resto es derivativo. El pensamiento es la huella de los sentidos y a veces su trampa. Por querer escapar de la trampa, regreso a la sensualidad. Quizás así podamos repensar el mundo de una manera más íntegra. Yo nunca he aspirado a la pureza, y mucho menos a la Verdad. De hecho, las rechazo. No creo que sirvan para mucho. La pureza y la Verdad son asépticas. Y lo aséptico no es buen caldo de cultivo», explicaba en aquel entonces la propia Santos Febres, hoy catedrática de literatura en la Universidad de Puerto Rico. Sirena Selena —la novela sigue en catálogo— no era solo literatura erótica sino que también buscaba ser metáfora de cambio político y modernización del país.

La aparición de este título dio lugar algunos años después precisamente a la antología Los otros cuerpos (2007) editado por David Acevedo, Moisés Agosto y el propio Luis Negrón y que se convirtió en el libro fundamental de la literatura LGTB puertorriqueña. Fue la creación del canon queer, ya imparable (en Europa andábamos con los ensayos de Virginie Despentes y Judith Butler), y que se sustentó hasta en un grupo literario denominado Homoerótica, que hoy por otra parte ha dejado de existir. «Es que la literatura considerada gay ha encontrado espacios en casi todas la editoriales. Su escenario se ha ampliado y no es una literatura de gueto», explica Negrón. A estas alturas solo falta el reguetón gay.

Sexo, Caribe y estereotipo

Rita Indiana. Fotografía: Ritaindiana (CC).
Rita Indiana. Fotografía: Ritaindiana (CC).

Hablar de sexo y relacionarlo con el Caribe, no obstante, puede sonar a estereotipo. A turismo sexual occidental, a viajes de novios en Santo Domingo. Sin embargo, lo interesante es abordar el cariz político que posee en los últimos tiempos. Porque a la reivindicación gay se suman otras causas como la de la lucha de las mujeres. Como si después de los años setenta se hubiera dado un paso hacia delante (aunque haya tardado tres décadas). «Hoy día el sexo en nuestra literatura habla de las inconformidades con el género adjudicado, explora con naturalidad y sin ánimos de perplejidades la forma en que se relacionan los personajes desde sus cuerpos. El sexo es un escenario para narrar personajes y sus complejidades, no es ajeno a lo humano y no se niega», sostiene Negrón. Y, de alguna manera, la temática erótica y sensual es también diferente a la que se muestra en Norteamérica, donde el moralismo campa más a sus anchas y parece que todo hay que justificarlo. «Nuestra literatura es menos mojigata, y con comodidad, en muchos casos, no todos, se adentra en lo sexual. El sexo, digo a veces en forma de broma, son las vacaciones del pobre. Es el viaje fuera de cualquier realidad, por opresiva que sea, al que tienen acceso para escapar. Aquí en el Caribe de ínsulas, otro cuerpo suele ser la geografía ajena más próxima», insiste Negrón.

Y ahí entran las novelas de escritoras como la dominicana Rita Indiana (Santo Domingo, 1977) que suelen tener una mujer como protagonista; una mujer que se pone el mundo por montera y que a ritmo de rap va enfrentándose los problemas que le da la vida. De Indiana, que también ha sido cantante con su grupo Rita y los misterios, y ha compuesto para músicas como Julieta Venegas, y que ha hecho pública su homosexualidad (por la que ha recibido algún que otro comentario grosero en medios de comunicación dominicanos), sí hemos podido leer casi toda su obra en la que lo grotesco se mezcla con lo popular y marginal. En Papi se rebelaba contra el machismo; en Nombres y animales recreaba la inmersión de una adolescente en la edad adulta con todos los descubrimientos que tienen que ver con el amor y el sexo; y en La mucama de Omincunlé ya se destapaba del todo con la recreación del sexo en todas sus formas, incluido el cambio de sexo mientras el relato se va estirando con una melodía fonética que recuerda a la música popular antillana y la electrónica.

«Mi literatura es una bomba de los temas urgentes que debe tratar el Caribe, como la prostitución o la situación de los colectivos LGTB», señalaba Indiana recientemente en una entrevista durante su gira por América con este último libro. Y además insistía en que «vengo de un país que exporta prostitutas y donde el turismo sexual es muy grave y es imposible escribir sin que eso se filtre porque es una realidad que ves a diario».

Y no todo es juego y diversión. Indiana aborda la sexualidad en todos sus aspectos como un mensaje político que se canaliza a través de la literatura. Y eso es quizá lo más fresco que esté ocurriendo ahora en el Caribe. Escondido ahí detrás de las letras reguetoneras masculinas —aunque tampoco olvidemos a las chicas que se están imponiendo con un hip hop feminista (lucha contra la violencia de género, lucha por la emancipación de la mujer, lucha por la diversidad sexual) y que daría para otro artículo— se encuentran estos relatos eróticos, sensuales y abiertamente sexuales en donde no importa si gusta más un genital u otro. Solo falta decir: no me des más gasolina, que no me hace falta.

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8 Comments

  1. Aquiles

    Bueno no se como sera en Puerto Rico, pero el Caribe anglo parlante es un autentico infierno gay, donde tus propios vecinos pueden lincharte y prender fuego tu casa.

    «argentino Manuel Puig, que por otra parte fue uno de los primeros en insistir en eso de que «la homosexualidad no existe» y «el sexo es banal» como tesis de que «etiquetar» siempre es una forma de «guetizar».

    Con respecto a Butler y Puig, yo soy gay, no queer. No creo en los postulados queer, soy muy exceptico. La neutralidad en cuanto a orientaciones sexuales no existe, los padres heterosexuales tienen hijos a los cuales educan para ser heterosexuales, no digo que este bien o este mal, es un hecho. El mundo entero es heterosexualizante.
    Aceptar los postulados queer de que algún día se desconstruiran todas las orientaciones sexuales y solo existiran «sexualidades diversas» sin nombre es absurdo. Como mucho, si se de verdad se abandonara la falsa «neutralidad» educativa-cultural, se podría llegar a alcanzar un gran porcentaje de personas bisexuales,como a sucedido en ciertas sociedades en la historia, pero con predominancia heterosexual.
    Hoy dia escucho a muchos heterosexuales diciendo que en realidad no les importa la sexualidad de nadie,y que no necesitas hablar de eso. lo cual me parece muy natural, ya que perteneciendo a una mayoría del 90 % es evidente que no necesitan construir su propia identidad, ya el mundo funciona «naturalmente» construido para que ellos no tengan necesidad de plantearse que significa ser heterosexual.
    En cambio los gays, desde la infancia empezamos a comprender que estamos en un mundo muy diferente y aparece el armario como primera protección.

    A Puig le hubiera dicho que no se trata de construir guetos, se trata de construir espacios de libertad que siempre serán necesarios para poder abandonar armarios.
    Y si piensa que esos espacios de libertad son armarios mas grandes, le diria que en un mundo de mayorias heterosexuales siempre existira un grado de alienacion con respecto al resto que hace necesaria y muy sana la adhesion al nombre gay y a los espacios de libertad.

  2. Aryeh Capella

    «A estas alturas solo falta el reguetón gay» :

    https://www.youtube.com/watch?v=KsdFC7Td3kI

    Desde 2014, al menos. Gran articulo, me ha encantado. Saludos desde Bogotá.

  3. Pingback: Y el Caribe salió del clóset (Jot Down) | Libréame

  4. Gerardo Torres Rivera

    Guayama estaba dividido por colores, con sus calles y clubes de blanquitos y sus barrios de negros y jabaos (mulatos en la jerga puertorra) que trataban de huir de unos y ser parte de otros; rodeado de cañaverales y un mar traicionero donde fue Cofresí fue capturado, encarcelado y asesinado por los militares españoles, no es desarmariado por completo por Luis Negrón. Ser un gay blanquito en aquel pueblo (no los nombro porque sus descendientes y familiares tienen dinero y poder) no era lo mismo que ser un gay negro pobre del arrabal o las parcelas. Si a los blanquitos gay del pueblo nadie los ofendía, a Jalisco (un gay muy conocido) y a otros como él los ofendían y atacaban fusicamente en público, y nadie los protegía. En Guayama lo picarezco de Luis Negrón era un infierno para muchos y nada que ver con relatos divertidos llenos de guasa.

  5. Peter Jackson

    Se menciona lo mismo y obvio. Hay mucho más.

  6. Manuel Santini

    Puerto Rico también ha visto adelantos en la tolerancia y aceptación del tema gay en la población de la isla. Los jóvenes son cada vez mas decididos al mostrar publicamente su aprobación a las parejas gay. Mas parejas gay se permiten mostrar su afecto con evidente libertad en los calles, en los centros comerciales, en las universidades. Hace apenas 2 años se presentó el documental Mala Mala que narra la experiencia de vida de nueve personas trangénero, transformista, performeros que tuvo una aceptación importante en la comunidad puertorriqueña en general. Le discusión del tema de la identidad ha tenido vigencia en Puerto Rico desde hace más de 100 años. Primero ha sido la identidad política y cultural; ¿qué somos, puertorriqueños o estadounidendes? Luego ha seguido la discusión del tema de la identidad sexual en foros de artista, de univeritarios, de activistas y aunque con timidez entre políticos influyentes. Ambas parecen caminar paralelamente pero tienen tangencias interesantes. Nuestra isla busca respuestas y soluciones a asuntos de gran profundidad, estos son solo dos de ellos.

  7. Pedro Silva

    Se reseña un libro de un puertorro en en periódico internacional. Debe ser buena literatura. Y buena literatura es buena literatura para toda la gente: los agredidos, los no agredidos, y hasta para (aclarar) los agresores. Que prevalezca la buena literatura.

  8. Gerardo Torres Rivera

    Cuando la literatura es reseñada en virtud de unas historias políticas en particular, como lo lo son las identidades, y esta critica no recoge el panorama histórico completo está engañando a los lectores. Una obra de corte histórico o fundamentada en ciertos contenidos, identidades, deja de ser buena literatura cuando excluye elementos que conforman esas identidades, esas historias. Si una literatura falsea la realidad, no como recurso literario, por censura, por ignorancia falla en su intento de contar esas vidas. Una novela o relato que en ello incurre, peca de lo mismo que llevó a escribirla en primera instancia. No creo que ninguna novela histórica puertorriqueña puede darse el lujo de excluir la relación política que tiene la isla con los EEUU; de hacerlo, por más triste o divertida que sea, quizás no falla por asuntos literarios, pero sí por asuntos de contenido, de historias falseadas. ¿Por qué esperar menos cuando el tema es lo gay en el Caribe? Sobre eso habla aquí Rita Indiana.

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