Jamaica, mayo de 2010. No menos de setenta y cuatro muertos, cuarenta heridos y alrededor de quinientos arrestos en una semana1. En la noche del domingo del día 23, un comunicado del primer ministro laborista2, Bruce Golding, avisa por radio y televisión del inicio de una operación militar para capturar a Christopher «Dudus» Coke, uno de los lores de la droga más peligrosos de América. Aduciendo que las pruebas presentadas contra Dudus se habían obtenido de manera ilícita, un año antes el Gobierno jamaiquino se había negado a firmar la petición de extradición del capo a los Estados Unidos. También influyó que Dudus se había ganado el apoyo de su comunidad creando empleo y abriendo centros de ayuda, y que cinco años antes Golding había sido elegido diputado en la circunscripción en la que Dudus tenía su feudo, Tivoli Gardens (West Kingston). Pero Golding cede a la presión internacional y se declara el estado de emergencia. El Gobierno envía autobuses para evacuar a los residentes de la zona antes de empezar la masacre, pero estos vuelven casi vacíos. Un mes después, el 23 de junio, capturan a Dudus. Se declara culpable y actualmente cumple una condena de hasta veintitrés años. Golding dimite en 2011.
Un proverbio jamaiquino sirve como epígrafe a Breve historia de siete asesinatos: «If it no go so, it go near so» (si no fue así, casi). La proposición implica que la historia inventada bien podría ser cierta. Así, la narrativa que construye Marlon James relaciona muchos aspectos del pasado reciente de Jamaica con el tiroteo ocurrido en la casa de Bob Marley en 1976 y con el ascenso y caída del capo Josey Wales, el personaje que en la realidad corresponde al padre de Dudus, Lester Coke —muerto calcinado cuando se incendió su celda en 19923—. El intento de asesinato de Marley es un buen recurso para iniciar el relato porque indudablemente estuvo relacionado con la campaña electoral de 1976 en la que el socialdemócrata Michael Manley, del People’s National Party (PNP), y el conservador Edward Seaga, del Jamaica Labour Party (JLP), se disputaban el poder. En esa década, el sistema jamaiquino de garrisons (guarniciones), barrios de chabolas gobernados por capos a favor de uno de los dos partidos, ya era una realidad, y Tivoli Gardens era un proyecto de Seaga.
Aunque son ocho los pistoleros que asaltan la casa de Marley; Bam-Bam, Josey Wales, Weeper, Demus, Heckle, Funky Chicken y dos hombres de Jungle, solo siete son ajusticiados en las siguientes páginas. Otros personajes que ayudan a comprender la relación entre la política y el crimen organizado son Barry Diflorio, agente de la CIA, Nina Burgess, desempleada que ha pasado una noche con Marley, y Alex Pierce, periodista de Rolling Stone. La correspondencia entre personas reales y personajes inventados es en muchos casos evidente. Todos narran la historia en primera persona, utilizando un monólogo interior en tono coloquial a veces dirigido al lector pero casi siempre usado como recurso para recordar acontecimientos pasados y comprender lo que les sucede. Marley es la excepción; en lugar de aparecer como narrador lo conocemos a través de los otros personajes, que se refieren a él como the Singer. Los dos outsiders, el agente de la CIA y el periodista de Rolling Stone, piensan en inglés americano. Las demás voces alternan el inglés típico de Jamaica con diferentes registros de otra lengua, el criollo jamaicano. En esto, Josey Wales es interesante. Piensa en una variedad de inglés jamaicano más estándar que la del resto de sus compañeros pero se relaciona con ellos y con su contacto de la CIA —Dr. Love, un exiliado cubano buscador de talentos para el cartel de Medellín— intentando mostrarse como un ignorante. El fantasma de Sir Arthur George Jennings, un político de la época anterior a la independencia de Jamaica que dice haber sido asesinado a manos de los que posteriormente reclutan a Wales para el PNP, narra con increíble fuerza el primer capítulo y reaparece de tanto en tanto para conectar los trozos de la historia.
Marley no era ajeno a la organización de la sociedad jamaicana. Tras convertirse en la estrella nacional de la música en los años sesenta, bastantes veces sirvió como anfitrión a Claudius Massop, el capo del PNP en Tivoli Gardens, a quien conocía desde niño4. En la novela, Massop es Papa-Lo. Representa al gánster tradicional, capaz de matar incluso a niños pero finalmente cansado de tanta violencia innecesaria y de la lucha política. En cambio, su discípulo, Wales, se adapta mejor a la nueva situación e intenta sacar partido del conflicto entre el Gobierno y la oposición. El gobierno del PNP había hecho enfadar a Washington al cerrar las compañías americanas de bauxita con sus reformas de corte izquierdista y su relación de amistad con Castro. Gracias a un soplón de la CIA, sabemos que los americanos proporcionaban armas y dinero al JLP de Seaga. Sobre esto, Marley dejó clara su posición en «Rat Race» de Rastaman Vibration: «Rasta don’t work for no CIA» (los rastas no trabajamos para la CIA5). Con razón, era sospechoso de apoyar al PNP.
Según avanza la historia, se celebra otro concierto, el One Love Peace Concert de 1978, durante el cual Marley reúne en el escenario a los líderes de los dos partidos rivales6. Tres años después hay nuevas elecciones; la victoria electoral de Seaga coincide en año con la muerte de Marley por cáncer de piel. Wales (Lester Coke) ya es una figura intocable en West Kingston, el líder de la Storm Posse, una importante red de narcotráfico cuyas acciones se extienden temporalmente hasta los años noventa y geográficamente hasta los Estados Unidos, con la lucha de la Storm Posse contra el cártel colombiano de Medellín por controlar el tráfico de drogas. Los episodios que suceden en Nueva York inician el proceso que conduce a la orden de extradición de Wales.
Es sin ninguna duda emocionante que con esta historia James haya ganado el prestigioso premio literario Man Booker Prize. Su libro es de lectura difícil, tiene muchos pasajes en criollo jamaicano, y además evita los estereotipos que habitualmente se asocian con el Caribe y que desde los ministerios de turismo se encargan de difundir. Otros autores caribeños, como los premios nobel V. S. Naipaul y Derek Walcott, han escrito con referencia a la influencia colonial y las posibilidades de diáspora del Caribe al Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial. James, en cambio, evita el tratamiento de la influencia británica y escribe desde una nueva perspectiva. Así, el libro también postula que Jamaica necesita que se preste atención al detalle y al contexto para poder entender la complejidad de la identidad del país.
Una novela magnífica en la que, además de la influencia de Naipaul, detecto la del Bolaño de Los detectives salvajes y 2666
Parece que alguien se ha olvidado de colocar las notas a pie de página
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La novela es espléndida y hay que resaltar el trabajo de traducción de Javier Calvo y Wendy Guerra, porque no era una novela fácil de traducir.
Eso sí, no es apta para estómagos delicados. A mí no me ha parecido una novela particularmente difícil, de hecho la he leido a buen ritmo porque James es un magnífico narrador. Estaría muy bien que se recuperaran las novelas anteriores del autor (una de ellas fue finalista del premio del círculo de críticos) que todavía no han sido traducidas
La novela está muy bien, pero menos halagos a la traducción… cierto es que no resulta nada fácil, pero la han resuelto bastante mal…los chamas…venga hombre no me hagas reir…a malas siempre te queda la opción de dejar la palabra en el original y ponerla en cursiva, o, por lo menos (es me habría parecido lo más digno) poner como nota al pie la palabra que aparece en el original, para que así cada uno en su fuero interno la pueda traducir como mejor le plazca, bwoy…
Esto es droga dura, claro que sí, un novelón. Si nos la cogemos con papel de fumar, siempre detectaremos «cositas», pero yo me quedo con la historia y con la narración impecables. Por lo demás, no creo que Bolaño ni Naipaul tengan nada que ver con Marlon James. Vamos, ¡hasta ahí podíamos llegar!
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