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Librerías con encanto: Estudio en Escarlata

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La novela negra puede ser entretenida, pero no es alta literatura. Los thrillers policíacos son disfrutables para la horizontalidad veraniega, pero rara vez nos ayudan a comprender las complejidades del ser humano, sus contradicciones y anhelos. Eso es algo más serio, más profundo y más complejo. Hay que tomárselo en serio. Los libros de misterio están bien como escapismo pero para ser «literatura de verdad» es necesario un compromiso férreo con la realidad. Nada que remotamente huela a evasión. Las novelas de terror son aceptables cuando eres adolescente con acné en busca de espanto barato, pero hay demasiados clásicos pendientes y solo una vida, no vaya usted a malgastar el tiempo en sótanos oscuros. Los libros de mundos fantásticos son un bautismo inmejorable para que la infancia despierte al placer de la lectura, pero tarde o temprano hay que crecer y no aferrarse a utopías inertes. Ni los detectives con ridículos gorros, los dragones, los elfos o los espectros van a enseñarle nada de la vida. Porque esa, y no otra, ha de ser la aspiración de la literatura. Si además le entretiene, mejor que mejor. Pero si ese libro solo le ha entretenido solo se ha carcajeado, aterrorizado o fantaseado con él no hay duda: eso no es literatura de verdad. Solo es entretenido. «Solo».

Si han asentido ante al menos una de estas afirmaciones, es mejor que permanezcan alejados de la librería Estudio en Escarlata (Calle de Guzmán el Bueno, 46, Madrid) porque no encontrarán allí nada de lo que buscan. Pocos premios Nobel. Pocos autores para epatar a las visitas o los que citar mesándose las barbas. A cambio, solo ofrecen estantes rebosantes de misterio, novela policíaca, terror, literatura gótica, ciencia ficción y fantasía. Solo un camino entretenido, de Conan Doyle a Ligotti, de Philip K. Dick a Chandler, solo Pratchett y Lovecraft. Charlamos con su fundador y dueño, Juan Salvador López, que solo huye del aburrimiento literario de la elevación intelectual, y de los prejuicios de la alta cultura contra la cultura popular. Solo.

Cuando os preguntan qué tal os va, respondéis que sois una mezcla entre el Soy leyenda de Richard Matheson y la aldea de los irreductibles de Astérix.

Sí, sobre todo en esta época del año. La cuesta de enero ya llega hasta marzo. Cuando preguntan «qué tal va la librería», zanjamos con un «seguimos abiertos» por no empezar con el rollo victimista. Pensándolo, nos vemos mucho como ese Robert Neville o los galos resistiendo ahora y siempre al invasor

¿Quién es el invasor?

Pues son variados. Cantidad de libros continuamente, el contraste entre las pocas ventas y otra serie de factores, los inconvenientes que te ponen determinadas distribuidoras… Y lo que llamo los «espontáneos» que de repente te llaman y te dicen «este libro es buenísimo, es maravilloso, espectacular» y preguntas de quién es, y contestan: «Es mío, lo he escrito yo». Y dices «vale, bien, pero es que libros de poesía, o de autoayuda no vendemos, nosotros nos dedicamos a esto». Pero es un continuo. A los de Paulo Coelho no sucumbo, o determinados autores, que se venderán mucho pero nosotros aquí no tenemos, y tampoco nos apetece. Alguna vez lo hemos hecho, por ejemplo unas navidades que coincidieron tres políticos y tres personas que salen en televisión y habían publicado libro, y los pusimos ahí juntos en el escaparate. ¿Y yo para qué los pongo en el escaparate si al final vendo uno de cada? Además fue un contraste, porque coincidieron las memorias de Carrillo con las del cansino de Aznar los puse juntos; y al final dices: pues no. No experimento.

Hombre, suena a género, terror primigenio.

Vas probando y quieres captar a la gente del barrio, que es mucha gente mayor, y supuestamente vota por ahí. Para irse a comprar determinado libro a un gran almacén pues que lo compren aquí. Pero al final llega un momento en que renuncias y vas puliendo determinadas cosas. Lo nuestro está claro: tener unos determinados libros que son nuestras especialidades.

Lleváis diez años abiertos, y esto surge como negocio familiar.

Once hemos cumplido. Tenía experiencia en otra librería en La Vaguada, en la librería Egea, y ahí tuve una especie de maestro librero que llevaba treinta en la Cuesta de Moyano, y que tenía el concepto de esta librería en mente. Lo de unir el apartado de novela negra, policíaca y misterio con el apartado de aventuras y el de ciencia ficción, fantasía y terror.

Géneros populares.

Sí, era la idea inicial. Aunque luego se incorporara una sección de romántica y otros detalles. Ese concepto como tal en España no lo había, había librerías de cómic o librerías con un fondo de ciencia ficción o fantasía. Dos años antes que nosotros surgió lo de Negra y Criminal basado solo en novela negra, pero nosotros teníamos la idea de algo más completo. Eso es algo que se puede dar una ciudad grande, claro.

Os dirían que estabais locos, claro.

Sí, eso era lo habitual. Una librería de género en particular, pero creo que una librería cualquiera recibe ese tipo de comentarios de gente determinada del sector. «¿Estáis seguros? ¿Os ha pasado algo?» porque es un negocio muy vocacional y que tienes que ir ajustando mucho. Pero es algo complicado ya sea especializado o no lo sea.

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¿Intentáis equilibrar el hecho de ser una librería de barrio con ser librería de género, de referencia en esos géneros?

Sí, claro, aunque es difícil. Pero la ventaja de internet es que la gente consulta, busca determinado libro, de una editorial pequeña que ha salido hace un año, y dice «mira, está aquí». Y está aquí y en dos sitios más, que quizá son Valencia y Bilbao, pero en Madrid solo está en esta librería. Nos llegan muchos pedidos de gente de fuera, y eso es la ventaja. Tienes una determinada serie de libros, y los tienes juntos.

¿Cuántos títulos tenéis aquí?

En la web alrededor de doce mil, in situ más o menos.

¿El público os encuentra por ahí?

Pues es que hay de todo, la cosa fluctúa entre la gente del barrio y el que viene una vez al mes o cada dos meses. Incluso pides determinados libros pensando en alguien. En las entrevistas nos preguntan cuál es nuestro lector tipo, y están esperando que digas que un adolescente con granos. O la señora que parece Miss Marple y se lleva todas las de Agatha Christie porque está preparando un veneno o qué se yo. Y no, hay de todo tipo.

¿Dirías que antes sí era el típico adolescente con granos y en los últimos años se ha ampliado el público de este tipo de literatura?

Creo que no estoy de acuerdo con eso. La imagen del friki de Big Bang Theory, el friki que va a las convenciones, es una figura muy de Estados Unidos. Aquí los frikis del terror y de la ciencia ficción y la fantasía son quinientas personas, o mil quinientas, que compren libros. O libros y cómic. No es una cosa masiva. Pero aquí hay señoras de setenta años que vienen a por la saga de Andrzej Sapkowski, que les parece maravillosa y la conocieron hace diez años, y previamente se han leído a Ursula K. Le Guin; y ves a una señora que parece tu abuela y dices «pues claro, por qué no». Luego ves a un chaval de treinta y tantos, que se lleva un libro de George R. R. Martin, o de fantasía y ciencia ficción y te paga con tarjeta. Y ves el nombre en el DNI y resulta que se llama Manuel Gándalf. Tolkien se editó en los setenta y claro…

Entiendo que os decían que estabais locos por eso, porque el prejuicio es que os dirigíais a un público de quinientas o mil personas.

Sí, aunque en el negocio lo es al margen de la especialización. Hay gente que viene y dice «es que sois la librería de referencia en Madrid de novela negra» y dices «gracias», pero no lo sé. Llegas a la Feria del Libro y piensas ¿cómo coloco los libros? La idea es casi mitad y mitad, aunque haya un poco más de novela negra. Un sesenta por ciento de novela negra y un cuarenta del resto de géneros, más o menos.

¿Se publica más novela negra que terror?

Sí, se publica mucho más thriller, incluso novela histórica con intriga, que del resto. Aunque del resto, curiosamente, los lectores suelen ser mucho más fieles. Y aunque no me guste generalizar, cierto lector de ciencia ficción y fantasía tiene una apertura de mente mayor a llevarse tal o cuál cosa. Tienen más variedad.

Por lo que hemos visto aquí seguís aconsejando al lector, recomendando títulos en función de sus gustos, algo que se ha perdido en la compra de gran superficie.

Sí, es así. Preguntan y recomendamos, algo que parece que se ha perdido. Las últimas veces que he pasado por una gran superficie he visto que tienen treinta o cuarenta en la sección de novedades, pero treinta y cinco son de las grandes distribuidoras. Parece que hay variedad, pero no la hay. Aquí tenemos menos títulos, pero veinte o quince son de las grandes, y el resto son de las pequeñas. En determinadas cosas, dar prioridad a las editoriales pequeñas resulta en que encima vendes más. Hay grandes bestsellers y llegan aquí, y… ¡A mí también me gustaría vender una pila! Pero no la vendes. Solo uno, dos, tres. En una gran superficie sí. Pienso que hay más variedad en superficies pequeñas que en las grandes.

Luego tienes iniciativa de gente muy pequeña, como una cosa que tenemos que se llama «La Hermandad del Enmascarado». Una asociación cultural sin ánimo de lucro, una serie de amigos de la literatura pulp, que en un momento dado hicieron una revista con lo que les gusta. Un fanzine bien hecho, y lo llaman Barsoom. También se unen para publicar libros, que traducen ellos o que están libres de derechos. Eso es una cosa marginal, claro que lo es, una tirada de doscientos ejemplares que venden en tres sitios. Pero claro, es que te pones a mirar, hablas con editores, y la tirada de un libro con reseña en el Babelia ha sido de mil ejemplares. Y eso es de lo que curiosamente no se habla, y se habla mucho del digital. La ventaja ahora mismo, en cuanto impresión, es que tú haces una tirada de mil ejemplares y lo puedes poner a quince o dieciocho euros, y vendes ochocientos. Has cubierto gastos y empiezas a ganar dinero. Conozco editores que me dicen eso, que tiran mil ejemplares, pero no sé cómo lo ajustan, cómo consiguen pagar al autor unos derechos mínimos, pagar la imprenta, colocarlo en la librería…

¿Quién sale perdiendo más en esa cadena?

Hay de todo. Están los que son una gente suicida o lo hacen por amor al arte, que hay pocos, y gente que son una panda de ladrones. No pagan al autor, el autor no sabe cuántos ejemplares se ha tirado ni cuánto se ha vendido… Estoy hablando de editoriales grandes, eh. Luego hay una serie de empresas —los llamo empresas porque no son editoriales— donde realmente el cliente es el autor. El autor paga lo que llama la impresión y la encuadernación, y la empresa dice que se encarga de la difusión y promoción. En realidad lo que hacen es colocar la ficha en la página web y ya está. Y por eso le han cobrado dos mil euros al autor.

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¿Por qué a los que somos aficionados a este tipo de géneros, especialmente el terror, se nos cuestiona constantemente? Es algo que no ocurre con los fans de otro tipo de géneros, nadie pregunta por qué te gusta la novela realista, por ejemplo.

Comparado con otros países, yo creo que es un problema educativo o cultural. El Quijote lo puedes plantear como un clásico de la literatura española, pero es básicamente una novela de aventuras y de humor. Pero te salen con eso de que la literatura es algo muy serio, y el prestigio de la cultura y no se qué. Y dices: ¡Váyanse ustedes a aburrir a otra gente! ¿Qué es lo que queda fuera de los géneros populares? La literatura realista, más o menos. Llámalo si quieres psicológica o costumbrista. Y a mí es que me aburre, de verdad. Javier Marías, Muñoz Molina, las reseñas de «esta novela es fundamental e imprescindible».

Y no digamos ya cuando alguno de estos autores hace una incursión en un género como la fantasía.

Eso ya… Cuando meten un crimen o una trama de ciencia ficción o fantástica, se dice eso de que «han trascendido el género». Es ya una expresión común. O lo de « va más allá de la novela negra».

Como si el género en sí no fuera suficiente, como si tuvieran que legitimarlo.

Es exactamente eso. Por ejemplo, coges a Eduardo Mendoza. La gente dice: Sin noticias de Gurb, qué novela más divertida; o El Misterio de la cripta embrujada, La ciudad de los prodigios… Pero te pones a pensar y eso son novelas de género. Están muy bien escritas y son muy literarias, pero son novelas de género. ¡Pérez Reverte escribe novelas de aventuras! Por eso creo que a nivel educativo y cultural en este país hay un desprecio absoluto por la literatura de género. Están que si con los temas, con la crítica social, y dices: ¡Joder, es que sois muy pesados! Hay novelas que pueden ser muy entretenidas, y al mismo tiempo aprendes o reflexionas…

¿Pero qué hay de malo en que solo te entretengan?

Eso digo yo. Como si hacer eso no fuera complicado.

Quizá es cosa de la cultura española en sí y no de la lengua. En la literatura latinoamericana siempre han tenido muy asumido el género, como con Quiroga, o Lugones. Sus cuentos son prácticamente góticos, y Borges incorpora lo fantástico, sin ningún problema. 

Sí, sin duda. No es problema tanto de los autores. Si te vas al pasado y enfocas El Quijote, por ejemplo. O piensas que la primera historia de viajes en el tiempo fue La Máquina del tiempo de Wells, pero resulta que hay una obra anterior que se llama Anacronópete, anterior a la de Wells y que la escribió un español, Enrique Gaspar y Rimbau. Literariamente no es nada del otro mundo, pero históricamente es anterior. Y Jardiel Poncela escribía novelas policíacas. Pero toda esa faceta del género se aparta y se ignora, porque somos realistas y estamos metidos en el mundo y no se qué… Y los «me duele España», y la madre que los parió.

Puede ser más un problema de la crítica y del sector académico que del público…

Puede ser. Pero en las historia de la literatura se quitan determinados autores y determinadas ideas para meternos el rollo de que somos todos muy serios y muy tal. Como el humor de El Quijote o el humor de Quevedo. Lo que veo es que la literatura está concebida aquí como algo muy serio que hay que reverenciar. Os cuento un ejemplo: en un club de lectura que tenemos, elegimos una novela de Donald Westlake, y coincidimos lectores normales y corrientes, con un editor y un escritor de novelas, también profesor de literatura. Uno, al que llamábamos «el hermano anarquista de Stalin» porque era muy cerrado en el sentido de la crítica social, leía las novelas y decía «este es suizo, y todos los suizos son unos cabrones, no me da la gana leerlos». «¡Es Dürrenmatt, y Dürrenmatt es suizo, así que está forrado!». Cosas así. Pues el caso es que leímos a Westlake, una novela divertidísima con la que te lo pasabas bien, sobre un ladrón. Y en Estados Unidos ser un ladrón e ir contra la propiedad privada es una transgresión brutal. Pero veías al editor y al escritor que decían cosas como «es que no elabora las frases». Por su parte, el hermano anarquista de Stalin decía que «es que aquí no se refleja la pobreza de Estados Unidos, no hay una crítica». Y yo decía: vamos a ver, la novela es muy entretenida y te cuenta una serie de cosas de los años setenta, y ya está. Aquí hasta hace poco la novela negra era algo despreciable. Hasta que llegaron Vázquez Montalbán y Carvalho. Incluso hay algunas cátedras de algunos profesores, conozco a varios, que se van poniendo medallas porque dicen que gracias a ellos la novela ha entrado en la Universidad y es algo digno. Bueno, hasta entonces era algo despreciable.

Y la fantástica no te cuento.

Ya ves tú, con los elfos, los enanos, la magia. La ciencia ficción va entrando en algunos sitios. Pero con el género fantástico la gente siempre piensa que tienes que ser un adolescente o un disminuido.

Uno de los mejores ejemplos quizá sea Terry Pratchett, que en muchas bibliotecas sigue consignado a la sección de juvenil. ¿Es porque persiste esa división de que hay que leer para instruirse, y leer para divertirse es cosa de adolescentes o de incultos?

Justo. Mira, nos hacen una pregunta habitual: «¿Aquí solo tienen libros de lectura?». Y te paras a pensar, y escuchas: «Es que estoy buscando libros de texto, libros de colegio, y esos no son de lectura». O dicen eso de: «¿Aquí solo tienen literatura, solo tienen novelas?». Y contestas que no, que tenemos una sección de ensayo también. Pero es como si hubiera una serie de compartimentos. Luego te encuentras una serie de cómics estupenda como Blacksad, que es obra de unos españoles buenísimos y se publica primero en Francia, es su casa madre. Porque en Francia hay una industria.

El dibujante estuvo trabajando en Disney, de hecho.

Sí, y se nota muchísimo. Hasta que te pones a leer la historia y piensas que Disney jamás lo habría aceptado.

La «versión Vértigo» de Disney.

Eso, justo. Aquí no se valora y es por una serie de razones. En mi opinión es porque hay determinado desprecio al género, y una falta histórica a determinados autores clásicos. No solo en literatura, también en otros sectores. Se olvidan y de repente parece que han descubierto a tal. Miro vuestra revista, que salen librerías como Tipos Infames, y me he acordado de que hace veinte años existía al lado de la calle Mayor un sitio que se llamaba La Madriguera y era un café, pero tenían libros. Y nos reuníamos allí, reuniones literarias; ya tenían esa idea. Y ahora ves estas librerías nuevas y jóvenes, que te dan un cupcake y una cerveza artesanal, y dices ¡bien! Porque también hay libros, y de editoriales muy exquisitas. También es una de las claves ahora, diversificar. Porque si el público tiene la opción del libro digital, que te cuesta nada —cuando lo pagas, porque esa es otra— ¿qué haces para vender papel impreso? Pues creas libros, libros bonitos, como Valdemar, que están genialmente encuadernados y son maravillosos. Te cobran equis, pero el libro te dura. Hay otras grandes editoriales que te cobran veinte euros, y ese libro al año y medio está a 5,95. Y ves que te lo has leído un par de veces y se deshace entre las manos, se caen las tapas. Se parece mucho a lo que pasó con los discos, la novedad de tres mil pesetas se rebajaba.

¿Los libros son caros?

Algunos sí son muy caros, solo fijándonos en la calidad del papel y de encuadernación. Por no entrar en la calidad literaria o lo que fuera. Son caros respecto a lo que tú ganas habitualmente. Has hecho una tirada de mil ejemplares: lo van a leer mil personas. Entonces es barato. Pero si está bien hecho, si te va a durar… Luego está el inconveniente, o la ventaja en España, para algunos, de los setenta mil libros al año, con el índice de lectura y el índice de compra. ¡Joder, pues somos una potencia! Somos la tercera potencia en cuanto a edición. Pero luego en cuanto a lectura estamos a la cola, somos el veintintantos.

De la lista de los más vendidos llama la atención que hay algunos que no son nada de género. ¿Qué sientes cuándo ves que en una librería de novela negra, fantástica y terror arrasa Almudena Grandes?

Son cosas del mes. En 2005 o 2006 el más vendido fue el de Narnia, porque coincidió con el fenómeno. Pero es una cosa puntual, porque luego llega el ranking del año y es diferente. Básicamente vendes lo tuyo. Este año lo más vendido ha sido una antología de relatos y ensayos de Sherlock Holmes, e incluso tres piezas que no están dentro del de Conan Doyle. La segunda es curiosamente Camilla Läckberg, que solo la vendemos en la Feria, es la reina de la Feria. El primer año que fuimos le pregunté al editor dónde estaba el truco. La gente llega y lo coge sin mirarlo, te piden que se lo cobres sin mirarlo. Y yo miraba la cubierta y decía: me pierdo algo, ¿dónde pone el «cómprame, cómprame»? Pero bueno, nosotros tenemos una idea bastante amplia del género. Ruiz Zafón es literatura popular, o el cansino de Dan Brown, que es literatura esotérica de toda la vida. Como El Ocho u otra serie de novelas.

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Has abierto el melón: ¿Tenéis a Dan Brown por aquí?

Cuando abrimos dijimos: hay que tenerlo. Pensamos que ya se había vendido todo, pero vendimos unos cuantos, aunque después de Ángeles y Demonios ya no se vendió nada. Sacaron tres o cuatro, y ya no era el famoso Robert Langdon o caracartón Tom Hanks haciendo el papel.

Con el peluquín de Bertín Osborne.

[Risas] Además dirigida por Ron Howard. Fuimos al cine a verla, porque confié en un amigo, aunque a priori pintaba fatal. Y efectivamente, mala, mala.

Cuando alguien viene pidiendo más cosas como El Código Da Vinci, ¿qué haces?

Cuando te dicen que les ha gustado mucho Dan Brown, y te dice tres libros que les han gustado y han vendido millones de ejemplares… qué vas a hacer. Yo intento recomendarles un libro que sea también entretenido, un thriller, pero que sea bueno. Es como cuando vas a la Feria y ves pasar a escritores españoles hojeando en tu caseta a ver si está el suyo. ¡Coño, Javier Sierra, si sé quién eres, pero no lo tengo! No lo vendemos, o lo vendemos muy poco. El de Gómez-Jurado tampoco lo vendemos mucho. Determinados autores, no. Mucha gente viene a buscar otro libro del que hay muy pocos, o autores españoles pero de editoriales pequeñas.

¿Los clásicos son inagotables?

Más de lo que creéis. Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Patricia Highsmith, Chester Himes... Determinados autores que se siguen vendiendo. Y todos los de Conan Doyle, porque tenemos ahí nuestra sección holmesiana para que se vea muy bien. Cuando abrimos pensamos que no venderíamos nada de Agatha Christie, y no, se sigue vendiendo.

Y en cuanto al terror, ¿afectan los los fenómenos extraliterarios como True Detective en el interés del público en obras como El Rey Amarillo? ¿Ha revivido Chambers?

Bueno, ha sido toda una ola. La edición ilustrada se ha vendido muchísimo, incluso un ensayo sobre todos los textos que aparecen en True Detective. Han salido muchas cosas y se han vendido genial, especialmente las ediciones en bolsillo de Valdemar. El relato de Ambrose Bierce de Carcosa se pide mucho. Por el contrario, tengo que agradecerle mucho a Will Smith, a ver si algún día le conozco en persona, que en cuanto hizo la película de Soy Leyenda dejamos de vender a Matheson. Uno de los libros más vendidos desde hace años de pronto lo dejamos de vender. Encima para hacer una mierda de película, y consigues que dejemos de vender la novela, que es mi favorita. Yo creo que algunos autores se deberían plantear que si llevan sus libros al cine les cambien el título, por si acaso.

Y el fenómeno inverso de «el libro en el que se basó la película», que directamente usan las carátulas cinematográficas.

Aquí pasó con uno de estos fenómenos editoriales que venden miles de ejemplares, La historiadora, de Elizabeth Kostova. La misma editorial hizo una edición de Drácula de Bram Stoker, y ponían: «La novela que ha inspirado a La historiadora». Bram Stoker ha inspirado aquello, así que él tiene que ser bueno también. Con el fenómeno Crepúsculo también le hicieron algo parecido al pobre Stoker, la novela que inspiró a… ¡A una escritora de novela romántica chunga, qué coño! Porque luego hasta ella misma lo decía en entrevistas, que no había leído nunca novela de terror ni de vampiros ni de nada. Eso son novelas románticas.

Pero independientemente de las modas, Stephen King sigue siendo el rey del terror, y luego hay clásicos que también se venden muy bien, como M. R. James o Lovecraft. Autores decimonónicos publicados en su mayotía por Valdemar, sobre todo hay mucho cuento, y novelas del XVIII o del XIX. En general en ventas ganan los norteamericanos. Especialista en thriller de terror es Stephen King, en thriller médico legal Robin Cook, en novela de jurados John Grisham. Y ahora hemos entrado en otro subgénero: el de «John Grisham, o quien sea, recomienda». Como Stephen King, que yo no sé si tiene mucho tiempo, pero recomienda de todo, por ejemplo en España salió antes la edición de bolsillo de La Sombra del viento en inglés, porque Planeta tenía que seguir vendiendo el libro a veinte euros por si acaso. Y venía una frase de Stephen King: «Great mistery novel, I love it». James Ellroy decía en una entrevista —aunque es un mentiroso redomado y podía ser verdad o no— que solo leía clásicos y no leía autores actuales, y que los nórdicos no los había leído. Pero de repente ves alguna novela con una recomendación de Ellroy: «Me ha encantado». Pero él explicaba que eso eran cosas de su agente, y que como lo había publicado la misma editorial pues entonces lo recomendaba, aunque no se lo hubiera leído.

Ya que mencionas a los nórdicos, ¿seguimos en pleno auge o empieza a decaer un poco la cosa?

Son fenómenos cíclicos. Al fin y al cabo con lo de Stieg Larsson y Los hombres que no amaban a las mujeres hablamos de un thriller con una serie de características bastante comunes. Ahora por tercera vez van a relanzar a los que llaman los padres, aunque técnicamente deberían ser los abuelos, Maj Sjöwall y Per Wahlöö, que en el año 65 escriben diez novelas e inspiran a Mankell y a toda una serie de gente.

Es decir, que la ola ayuda a recuperar ciertos clásicos.

Sí, tiene una parte muy positiva, porque ayuda a recuperar ciertas cosas, pero luego hay algo extraliterario. Vamos a ver, realmente a nivel literario somos una colonia británico-norteamericana, incluso a nivel cinematográfico y musical. Y yo no sé si esto no se dice porque es evidente, o porque da igual. Cuando se dice eso de «tenemos nuestra propia cultura y nuestros propios intereses» no es verdad. Mire, la mayoría de lo que se traduce, se traduce del inglés. Entonces claro, encontrar un traductor de sueco… Hay una señora que se llama Carmen Montes Cano que es quien traducía a Mankell, y básicamente solo estaba ella traduciendo literatura sueca. Ahora ya hay más. Esa es la parte positiva, que conoces a ciertos autores que son buenos pero hay otros que…

Mira, en un acto de Getafe Negro hace unos años, invitaron a los editores de Åsa Larsson, que la ha publicado Seix Barral, a Camilla Läckberg, que la publica Maeva y a la supereditora de Stieg Larsson, que parecía que le iban a besar los pies. Y también al de Suma de Letras, que había editado a Jens Lapidus. Yo estaba allí, y hablaban de por qué habían editado a esos autores, qué les había aportado. Y ves a Maeva, como la pequeña-mediana editorial, que tienen a un tipo allí en Suecia y Europa, viendo qué puede ser interesante para su público, y editan de determinada manera. Hay un cierro cuidado en lo que hacen. Pero otros no. Las editoriales tienen traductores en sueco o en noruego, pero no tienen a nadie que se ponga a leer en original, así que se fían de otros editores. ¿Y por qué la han publicado a ella? Pues porque Stieg Larsson decía que esta novela era buenísima, y empezaron por ahí. Ese fue el criterio. Qué nivel. ¿Y a Lapidus, por qué le han editado? Pues según decían, porque buscaban a un autor que tuviera una trilogía, que estuviera ubicada en Suecia, en Estocolmo a ser posible; que fuera guapo e interesante para poner en la contraportada. Y por eso empezaron a publicar a Lapidus. Un nivel literario exagerado, como veis. Aunque hay editoriales más o menos grandes que son cuidadosas. Pero eso es lo que pasa con el fenómeno nórdico, que se han publicado muchas cosas, pero la mayoría se sigue publicando desde el inglés. Hace poco me contaban que ya habían rescatado a todos los grandes tesoros, tanto escondidos como subterráneos, de la literatura inglesa, galesa y escocesa, como norteamericana evidentemente, y ahora tenían que buscar tesoros escondidos en Australia. Joder, es que no saben qué hacer. Pero claro, es que la lengua inglesa es vastísima.

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¿Cómo ha afectado el fenómeno George R. R. Martin, con la serie y los libros al auge de la literatura fantástica?

El librero que os decía al principio llevaba años antes de la primera de Canción de hielo y fuego intentando publicar El sueño del Fevre, la primera novela de Martin. Decía que era una de las grandes novelas de vampiros. Martin se pasó años siendo guionista de cine y televisión, y él mismo contaba cómo le felicitaban por algunos guiones pero le decían «es buenísimo, pero esto no se puede hacer. No hay presupuesto para ello». Y entonces empieza a escribir una serie de novelas con la idea de «esto no lo vas a adaptar, ahí os maten. Voy a meter cien personajes, va a haber dragones y va a haber de todo». Y se lo adaptan.

Hasta le adelantan.

Exacto. Así que el fenómeno de Martin está muy bien, porque ha rescatado bastante de su obra. Además hay gente que piensa que lo de Martin son novelas históricas. Así te lo piden «busco una novela histórica como Juego de Tronos», y dices, bueno, sí, con sus zombis, dragones…. Y luego llega el cansino, que para mí cansinos son todos los partidos políticos, Pablo Iglesias. Si le da el libraco de Juego de Tronos al rey, dirías ¡bien!, pero no, le regala la serie de televisión. Ahí hubiera triunfado… Regalándole un libro de Gigamesh, de una editorial pequeña. Así sí.

¿Sucumbís a vender merchandising?

Alguna vez hemos intentado vender camisetas, pero no. Estas navidades hemos tenido tazas y alguna cosa, y puntualmente, pues bueno. Las librerías de cómic en cambio son casi todo merchandising, y luego un apartado cada vez más pequeño de cómic y libros. Hay de todo, porque ahí hay más margen. Pero nuestro negocio es el que es.

En cuanto a la literatura de género, ¿cómo está el mercado?

Ha habido un boom de novela negra, pero ahora ha bajado mucho. Lo que pasa con algunas editoriales es que publican muchísimo y cuando ven que no lo venden todo rápidamente, en lugar de mantener el fondo, lo rebajan y lo saldan. Luego hay editoriales pequeñas que no. ¿Por qué hemos podido leer a Dashiell Hammett o a Chandler muchos años? Porque lo ha publicado Alianza. Ahora ha bajado bastante lo de novela negra, y la fantástica está en bajada total y absoluta. La Factoría de Ideas ha cerrado este enero…

Aunque La Factoría de Ideas tampoco es que tuviera muy buena fama entre los lectores, especialmente por ciertas traducciones.

Las traducciones y la calidad de los libros. Mal maquetados, mal impresos. Algunos lectores la llamaban «La Fechoría de Ideas». Y luego Timun Mas, alguna de sus series fantásticas de varios tomos, como veían que el tomo tenía seiscientas páginas, decían «esto lo partimos en dos» y te cobraban dos veces. Era «Timo Más».

A Ligotti lo publicó aquí la Factoría primero, y si lo lees ahí te da la impresión de que no entiendes nada y no sabes a qué se debe la fama… Y es todo por la traducción.

Sí, trabajaban con estudiantes y les pagaban lo mínimo. O lo hacían por trozos de cincuenta páginas distintos traductores, y así no hay manera. Ahora hay una editorial que se llama Sportula, tanto en digital como en papel, una editorial muy pequeñita y sacan quince títulos al año, pero muy cuidado. O Tyrannosaurus Books, que son una panda de frikis o de fans, que tienen una colección que hacen mezclas con clásicos del cine y del terror. La última ha sido Sherlock Holmes contra Nosferatu.

¿Qué autores españoles de género reivindicaríais?

A mí me gusta mucho Montero Glez, aunque entiendo que algunas de sus novelas son complicadas. Alejandro Gallo, Emilio Bueso… Hay posibilidades de leer cosas interesantes. Y me viene con esto a la cabeza otra vez  Sapkowski, es un fenómeno que han empezado a traducir ahora al español porque algún ejecutivo ha dicho que es muy interesante. Es un éxito en Polonia, en países del este, y luego llega a España a la vez que Alemania y Francia, es un fenómeno que no es habitual. Hay una critica por ahí, no sé si es de Andrés Ibáñez que hablaba de él: «Me he leído una serie de novelas de un polaco que son buenísimas, la profundidad de los personajes, la trama….». Y al final, de repente dice: «Salen dragones, es un tío mitad brujo y mitad humano con poderes y dos espadas, pero es buenísimo».

Como disculpándose. Como co Pratchett, al que cuando murió se le felicitaba por haber tocado los grandes temas, obviando que lo fundamental es que te lo pasabas genial. ¿Qué hay de malo en ir leyendo en el metro riéndose?

Sí, joder, qué aburridos. Es lo que decía Borges: «El prestigio de la literatura es el aburrimiento». Si te lo has pasado muy bien no puede ser buena literatura. Si te gusta leer eres una persona muy culta y muy interesante, y joder, a lo mejor te gusta leer a Marcial Lafuente Estefanía, o te gusta Danielle Steel. Que te guste leer no aporta ni quita nada. Es como cuando algunas editoriales tratan de vender una novela de estos géneros, aferrándose a ciertas palabras: «Esto es una novela negra diferente». ¿Diferente a qué? «Pues que profundiza en los personajes y enlaza con la rica tradición mediterránea y que es tan buena como las de Camilleri». Ah, pues vale. Luego ves el libro saldado a los dos años y que no ha vendido, aunque hayan hecho un gran lanzamiento. Tú escribe una novela interesante y que sea buena y entretenida, y luego ya si quieres puedes ser Fred Vargas.

Hemos visto que en vuestra web dais una especie de reconocimientos, como galardones literarios. ¿Cómo veis el panorama de los premios literarios en España? ¿Os los piden más?

Bueno, el Planeta por tradición es el que más tirón tiene. La famosa estadística de «me leo o me compro un libro al año, uno de ellos es el Planeta». En nuestro apartado de «librería de barrio» los tenemos, aunque no tengan nada que ver. Aunque te pones a ver cómo funcionan los premios… Especialmente el Planeta. Pues eso, ya sabemos todos el funcionamiento, todo márketing. Hombre-mujer, conservador-progresista, uno literario y otro mediático… Y alternan. Y el resto de premios literarios importantes también son siempre para autores conocidos. La mayoría funcionan así. El que ha ganado el premio Planeta antes ha ganado el Primavera, por ejemplo, Maxim Huerta será Planeta el que viene. O Víctor del Árbol, que ha ganado el Nadal, de aquí a unos años si sigue vendiendo bien ganará el Planeta. Son cuestiones extraliterarias, como el fenómeno de La chica del tren. ¿Cómo es posible que un libro que salió cinco días antes de empezar la Feria llegue un montón de gente y te lo pidan? ¿Cómo se han enterado? Y te pones a mirar y a investigar, y determinadas revistas de moda dedican una publicidad a «los libros que hay que leer». Un fenómeno que es lo único que quieren muchas editoriales, vender cien mil en cinco o seis meses y ganar dinero. Pero bueno, al margen de todo, el problema real de España en este sector es la distribución. Me contaba un comercial que trabajó en Alemania, y en una reunión de editoriales le preguntaban: ¿Cuántas distribuidoras hay en España? Y el tío contaba que quinientas. Y el alemán le decía que no, que cuántas distribuidoras, no editoriales. Y el español insistía: quinientas. El alemán flipaba, porque allí tienen cinco distribuidoras y en cuarenta y ocho horas lo distribuyen a cualquier punto de Alemania, desde Plaza Janés, a Impedimenta o Errata Naturae o Valdemar. De la más grande a la más pequeña. Ese es el tema.

estudio en escarlata para jd 5

Fotografía: Begoña Rivas

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14 Comments

  1. Marcos

    Menos mal que siguen quedando sitios así… habrá que pasarse por la tienda.

    Por cierto, genial la foto de Tintin junto a un dalek jejeje

  2. Xavi Granda

    He vivido 30 años en la calle Gaztambide y me mudé a Barcelona justo cuando empezaron su andadura, hace 10 años y medio. Me alegro muchísimo que sigáis ahí, haciendo barrio, en la esquina donde estaban los ultramarinos. ¡Por muchos años, enhorabuena!

  3. Qué entrevista tan interesante. Que pena que no me pille cerca esta librería, seguramente me gustaría mucho del material que tienen.

  4. Pingback: Librerías con encanto: Estudio en Escarlata (Jot Down) | Libréame

  5. En esta libreria compré yo mis primeros tomos de GRR Martin hace unos 10 años, recién mudado al barrio, no sabía que ellos también acababan de llegar.

    Ahora ya me caé más lejos, pero sabiendo que siguen abiertos tendré que hacerles una visita

  6. Nicolás

    En cuanto a Sapkowski, el tirón que está teniendo no creo que se deba a la decisión de un ejecutivo, sino al tremendo éxito que está teniendo el videojuego «The Witcher 3», basado en las novelas de Sapkowski.

    • Pues The Witcher 3 debe llevar vendiéndose unos diez años.

      • Nicolás

        No entiendo lo que quieres decir. En la entrevista hablan de cómo es ahora cuando se empiezan a traducir los libros y están llegando a España. De todas formas, hace diez años te aseguro que no encontrabas a Sapkowski en el estante de novedades de la fnac, como sí ocurre ahora…
        No estoy diciendo que solo se deba a eso, pero yo creo que en general en España se conoció antes a la saga de videojuegos (que se remonta a 2007) que a los propios libros.

        • El caso es que hace diez años no sólo lo encontrabas en los estantes de novedades de la fnac (que fue donde yo lo compré después de las recomendaciones de un amigo muy insistente, porque a mí la fantasía ni me llamaba ni me llama) y en El corte inglés, sino que tenía el suficiente éxito como para ser libros d fantasía que ya habían salido del círculo del fandom (al español se tradujeron en 2002 y fueron la base de la editorial Bibliópolis). Y para ello te voy a dar dos ejemplos claros:
          – En 2005 círculo de lectores agarra los dos primeros libros de la saga y hace un volumen con ellos (cosa que llevaba bastantes años sin hacer), con lo que conocido y comercial ya le debían ver para integrarlo en catálogo.
          – Para 2005 Sapkowski ya había sido entrevistado tanto en El mundo (encuentro virtual de fecha 1/6/2004) y en El país (El 2/8/2003). Sólo con meterlo en google sale, ni siquiera hace falta meter fechas.
          Y paso de decirte desde qué fecha se podía ya leer a Sapkowski en las bibliotecas públicas o cuál fue el primer año en que se invitó al escritor a la Semana Negra de Gijón o cómo ya había dado para que se intentase traducir a otros autores del este especializados en fantasía o similares (con escaso éxito, como te podrá asegurar el editor de Bibliópolis que para esas fechas ya había traducido a Feliks Kres o a Kiril Yeskov).
          Lo único en lo que llevas razón es que el éxito de Sapkowski en España no es cosa de un ejecutivo, es cosa de Luís García Prado, que decidió traducirlo y editarlo siendo el primer lanzamiento de su editorial (y que ha mantenido hasta ahora a través de sus travesías editoriales en Alamut y ahora en Artifex), que al entrevistado se le haya ido la pinza con las fechas de Sapkowski en España o se haya transcrito mal la conversación no quita para que Sapkowski lleve vendiéndose a buen ritmo antes de la apertura de Estudio en escarlata. Con o sin videojuegos de por medio.

          • Nicolás

            Nada, pasaba para preguntarte si volverías a escribir esa sandez ahora que Sapkowski intenta mendigar un poquito de la millonada que no ganó con sus libros y sí gano CD projekt con sus videojuegos. Y luego me dices las ventas del videojuego y de sus libros eh? Sigue pedante, un saludo desde el futuro Miki

  7. Tan solo una puntualización: Andrés Ibáñez lleva muchisimos artículos escritos contra los prejuicios que hay acerca de la literatura fantástica. Su propia obra de ficción ya es bastante elocuente al respecto. En el artículo mencionado en la entrevista, publicado en el cultural de ABC con el título «El escritor S.», Ibáñez se lamentaba una vez más de que grandes autores, como Sapkowski, fueran desdeñados por lectores y críticos que arrugan la nariz en cuanto ven magos, dragones o espadas en una portada. Por lo tanto, es inexacto dar a entender que Andrés Ibáñez se disculpaba o sentía un placer culpable por disfrutar de estos libros. Todo lo contrario. Pocos autores españoles se han preocupado tanto en poner el género fantástico en pie de igualdad con el resto de la ficción.

  8. Carlos Romeo

    A mí no me «pilla» cerca de casa pero me paso una vez al mes. Estoy al tanto de novedades ya que les sigo por Facebook y me meto en su página web de vez en cuando.
    Es todo un privilegio poder contar con esta librería en mi ciudad.

  9. Pingback: Librería Estudio en Escarlata – A GRITO HERIDO

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