El movimiento obrero inglés en el siglo XIX
¿Por qué los ingleses consiguen con reformas lo que los otros pueblos tienen que conseguir con revoluciones? Esa es la única pregunta que pretendo responder con este artículo. Para ello tengo que resumir, aunque sea brevemente, la historia del movimiento obrero inglés en el siglo XIX.
Empezaremos en 1799-1800. Recordemos que estamos en plenas guerras napoleónicas. No es momento para motines internos y por eso el primer ministro conservador, William Pitt, piensa que es necesario prohibir las «sociedades de amistad» (friendly societies), que no son otra cosa que el germen de los primeros sindicatos, surgidas entre los trabajadores como una sustitución natural o continuación natural de los antiguos gremios. Se aprueban entonces las Combination Laws que relegan el incipiente movimiento obrero a la clandestinidad. Será así hasta que estas Combinations Laws se deroguen en 1824, si bien un año después se reestablecen en parte, dado el gran número de manifestaciones, huelgas y actos de reivindicación obrera en general que se estaban produciendo.
A partir del 25 entramos pues en otra fase, en la que aparecen las Trade Unions, o sindicatos modernos, y en la que el movimiento obrero se mete en política con el cartismo, del que hablaremos a continuación.
Naturalmente eso no quiere decir que el Gobierno, o las clases altas, no actúen contra los obreros y las clases bajas en general. Si bien uno no puede ir a la cárcel por pertenecer a un sindicato, las huelgas siguen estando prohibidas. Hasta ese momento hay dos sucesos violentos que hay que destacar. Y hay que destacar precisamente porque el movimiento obrero inglés no es un movimiento particularmente violento. Tenemos el ludismo, que provoca la destrucción de fábricas, y tenemos una represión violenta de una manifestación obrera en Manchester en 1819, donde los soldados dispararon contra una manifestación pacífica y provocaron once muertos y doscientos heridos graves. ¿Y qué más tenemos? Pues nada más. Nada importante. Nada que merezca una línea en los manuales de historia. No tenemos el terror anarquista, respondido y provocado a su vez por el terror de los matones de la patronal. No tenemos las terribles revoluciones del viejo continente, con sus enormes matanzas de obreros (como los miles de obreros muertos en las revoluciones francesas de 1848 y en la Comuna de París de 1871, por poner un ejemplo). Y esto es así por una razón muy simple. Porque el paso del Antiguo Régimen al capitalismo, el paso de la sociedad feudal a la burguesa, se da en Inglaterra a base de pactos y reformas legales, no a base de revoluciones y guerras civiles.
Sí, pero… Claro está, siempre hay un pero. Estoy hablando del siglo XIX. Lo cual no quiere decir que no recuerde bien lo que pasó en el XVII, con la revolución de Cromwell, el movimiento de los niveladores, la decapitación de Carlos I en 1649, con la caída posterior de Jacobo II (el último monarca absolutista) y la llegada de Guillermo de Orange, con la aprobación de la Declaración de Derechos de 1689 y el establecimiento de la monarquía parlamentaria. De tal manera que al siglo XIX los ingleses ya llegan con mucho camino recorrido. Pero en la cuestión obrera, el tema que nos toca, aún queda casi todo por hacer.
He mencionado las Trade Unions. Creo que es momento de poner nombre a uno de los protagonistas de esta historia: Robert Owen.
No es normal que un patrón se preocupe tanto por sus obreros como se preocupó Robert Owen. Y más si encima ese patrón empezó siendo él mismo un humilde obrero. Pero Robert Owen no era un hombre normal. De hecho fue el único «socialista utópico» (término despectivo, por cierto, inventado por Marx y Engels, «socialistas científicos») que dejó de lado la teoría y se jugó su dinero y su reputación al montar una cooperativa en Estados Unidos. La cooperativa, que además pretendía ser una especie de comunidad ideal, según la idea de los falansterios de Fourier, otro socialista utópico, fracasó. Pero Owen no escarmentó. Volvió a Inglaterra y se dedicó a montar las primeras Trade Unions. Se convirtió en un gran líder sindical y su Gran Sindicato Nacional Consolidado llegó a reunir a más de medio millón de trabajadores, no solo obreros sino también trabajadores agrarios.
El sindicato de Owen tuvo vida efímera. Su fracaso demostró que para cambiar las condiciones del mundo laboral había que cambiar previamente la política. Aquí entra otro de los grandes protagonistas de esta historia, un sastre llamado Francis Place.
Francis Place no es el creador del cartismo, porque el cartismo, como todo movimiento social, no se puede adjudicar a una persona en concreto, pero fue uno de sus principales impulsores. Grosso modo se puede decir que el cartismo era un movimiento social que se inicia con el envío al Parlamento de la Carta del Pueblo en 1838. Los cartistas pedían muchas cosas, como la jornada de trabajo de diez horas, pero sobre todo pedían que los obreros, los artesanos, los campesinos pudieran entrar en política. En realidad lo que pretendían no era más que una extensión de los logros de la reforma legal de 1832, la primera de las dos grandes reformas políticas de este siglo.
Las cosas hay que hacerlas poco a poco y en su orden. En Inglaterra (Reino Unido o Gran Bretaña desde el Acta de Unión de 1801 con Irlanda, que completa las uniones previas de Escocia y Gales) pasamos de un Parlamento nobiliario, cerrado, a un Parlamento verdaderamente democrático, abierto, con dos grandes reformas políticas. La del 32 elimina los «burgos podridos», núcleos urbanos con muy poca población pero gran peso en el Parlamento, que son una reliquia de la Edad Media y que en la práctica favorecían a los grandes nobles, y amplía el sufragio a las clases medias. Deja fuera a todos los demás. Y ahí entran los cartistas con sus peticiones políticas. Al final se consigue abrir la puerta casi de par en par, pero no mediante la violencia, sino con otra gran reforma, la reforma legal (Reform Act) de 1867, que «curiosamente», es aprobada por un Gobierno conservador, el gobierno de Disraeli, pero que, cuando este pierda las elecciones al año siguiente, será continuada y ampliada por el partido liberal y su primer ministro Gladstone. No será la última, en 1884-1885 se amplía aún más el sufragio. No se llegará al sufragio universal hasta el siglo XX (masculino, claro está, no nos adelantemos a la historia…), pero se quedará muy cerca. Y sin ninguna guerra civil por medio, sin grandes motines ni insurrecciones populares, sin dictaduras militares, sin despiadadas luchas sociales, sin bombardeos a las ciudades (¿cuántas veces fue bombardeada Barcelona en el siglo XIX?) ni sangrientos cambios de Gobierno. ¿Cómo lo hacen? ¿Tiene algo que ver el carácter práctico inglés? ¿Tiene algo que ver que los dos grandes partidos, los tories, conservadores, y el partido whig, liberal, siempre se pongan de acuerdo para las cuestiones importantes? No lo sé. O no puedo llegar a ninguna respuesta concluyente. Pero me gusta, es uno de mis defectos, elevar el campo de visión y ver qué pasa en otras partes en el mismo momento. Y pienso en lo que se tardó en conseguir la jornada laboral de diez horas, o el derecho a la huelga o al voto en otros países, o incluso en lo que se tardó en abolir la servidumbre en el campo, y no solo en Rusia, sino también, por ejemplo, en el Imperio austro-húngaro. Y pienso en las leyes de cercamiento, las enclousure acts, que acaban con los residuos del feudalismo ingles en la agricultura. Y pienso en la Revolución Industrial y en el pensamiento librecambista que la acompaña. Y no, no todo es estupendo, la cuestión irlandesa se enquista y se enquista y acabará por estallar en el siglo XX; y luego tenemos el colonialismo y la vieja piratería y todo eso que huele mal, aquí como en todas partes; pero bueno, hay que decir que a veces, cuando aumento el campo de visión, ya digo, la sociedad inglesa, y en concreto su manera de enfrentarse al problema de la «cuestión social», me parece acertada, o incluso, casi, casi admirable…
Y el «casi» lo pongo en una cita con mucho sentido de humor de uno de mis historiadores fetiches, Preston, que cuenta cómo una de las familias más ricas de la Inglaterra de principios del siglo XX no tenía el menor reparo en…
Bueno, mejor que lo cuente Preston…
A principios de mayo de 1926, durante los nueve días de la huelga general, el salón de baile de la casa de Seaford acogió a unos doscientos estudiantes de Oxford y Cambridge que se habían ofrecido como voluntarios para unirse a un cuerpo especial de policía. Efectivamente fueron llamados a romper la huelga. Del 4 al 12 de mayo estuvieron de guardia durante las veinticuatro horas del día. Una llamada telefónica informando de una manifestación o de enfrentamientos con los piquetes y los motores de los camiones se ponían en marcha. Los entusiastas vástagos de familias de clase media, armados con porras y bien alimentados por los proveedores de Margot, se ponían en camino para hacer deporte. (Palomas de Guerra, Paul Preston, Plaza & Janes, Barcelona, 2001)
Bueno, tampoco hay que extrañarse tanto, no, ya sabemos cómo acabaron con el movimiento espartaquista en Alemania y aquí teníamos a los retoños falangistas pegando tiros por ahí. O, como bien dijo la hija enfermera de la señora Margot (sí, la ricachona esa que tan bien cuidaba a los estudiantes rompehuelgas): «Los falangistas dicen que se preocupan por los obreros pero cuando ven uno lo ponen contra la pared y lo fusilan». Y Priscilla Scott-Ellis sabía bien de lo que hablaba: se pasó toda la guerra civil española en el frente. ¿Os he hablado ya de ella? ¿No? Pues tendré que hacerlo. O mejor leer su historia en el libro de Preston. A pesar del título es un gran libro…
Y llegó Thatcher y cortó la luz del edificio, también es verdad que el nivel de poder e influencia que tenían los sindicatos en la debacle del laborismo, y dentro del partido laborista, era escandaloso.
El estado estaba totalmente obstruido a cualquier pequeña o mediana reforma importante que se atreviese a tocar un solo derecho laboral, la vaca había engordado demasiado en dos siglos siendo imposible apartarla unos metros, y ahí apareció Margarita con el fusil de caza.
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¿Los «ingleses» o «los de las Islas Británicas»? En todo caso, «inglés» es un término que se queda muy corto y es políticamente, muy incorrecto en este caso.
;-)
Los «ingleses» puede valer, más que nada porque son la mayoría de la población del Reino Unido.
Tengo mucho interes sobre como los valores definen a las sociedades y los estados. Creo que para las sociedades es muy sano que en un momento de la historia «le hayan cortado la cabeza al rey». Hace que esa nobleza por derecho divino entienda que sus actos tienen consecuencias. Cosa que en España no ha pasado y de ahi que tengamos una elite política que no dimita «porque todo lo hace bien y no tiene por que dar explicaciones al populacho». Y en ese sentido creo que la aristocracia inglesa lo entendió muy bien con la decapitación de Carlos I. El otro factor que creo es que en EEUU y en Gran Bretaña han puesto la educación como uno de los pilares sobre los que construir la sociedad. Todo lo contrario que aquí, que el sistema educativo y los profesores estan «bajo sospecha».
Muy Interesante!!
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Sí. pero a cambio de eso, los ingleses y no me refiero a los británicos sino específicamente a los ingleses, escatiman mucho en el papel higiénico y el agua con jabón, con lo que van todo el santo día con el culo pegado. ¡Y es que todo no puede ser!
Me gustaría matizar una idea que aparece en el texto:
«Y pienso en las leyes de cercamiento, las enclousure acts, que acaban con los residuos del feudalismo ingles en la agricultura.»
Las leyes de cercamiento terminaron con los terrenos comunales que servían para la subsistencia de las familias campesinas. Según Douglas Dowd al final de las políticas de cercados las pequeñas explotaciones campesinas pasan a ser grandes latifundios. Entre dos mil y tres mil propietarios se reparten el 75% del total de tierras cultivables de Inglaterra.
Esto no favorece para nada a los campesinos, que se ven forzados a migrar a las ciudades malviviendo, y se convierten en la clase obrera que conocemos.
Me da la sensación que en el texto aparece como algo positivo, cuando en mi opinión es una usurpación, en connivencia o complicidad con las estructuras de poder que había. Una apropiación de lo «público» que pasará a manos privadas.
Sinceramente no lo veo como un logro, y menos para el campesinado y la posterior clase obrera.
Pues sí, tienes toda la razón. Pero para no extenderme (porque este asunto es muy largo) te diré que fueron muy buenas para la revolución industrial y muy malas para los campesinos. Sólo que en este artículo hablo del proletariado (del que formarán parte muchos ex campesinos emigrados a las ciudades precisamente por la nueva política de cercamientos, que además permitieron la mecanización del campo, entre otras cosas) y su evolución social y política y todo lo demás (la industrialización misma) lo dejo de lado, porque en caso contrario sería interminable.
Gracias por leerme, como digo siempre
¿Es tan difícil reconocer que Gran Bretaña no es Inglateterra, y que Escócia, País de Gales e Irlanda también forman parte del cuadro?
Irlanda no «pertenece al cuadro».
Irlanda del Norte, si.
En gran parte de periodo en cuestión -hastas 1922-, sí, Irlanda pertenecía al imperio británico, y luego muchos irlnadeses emigrados a inglaterra y escócia hicieron grandes aportaciones a los movimientos libertarios y socialistas en el Reino Unido.
En gran parte del periodo en cuestión -hasta 1922-, sí, Irlanda pertenecía al imperio británico, y luego muchos irlnadeses emigrados a inglaterra y escócia hicieron grandes aportaciones a los movimientos libertarios y socialistas en el Reino Unido.
No se engañen. Gran Bretaña es Inglaterra… y el resto, tierra conquistada.
Desde luego que cuesta creer que una monarquía tan alejada de los problemas del pueblo y tan emparentada con los zares rusos no acabaran igual que estos últimos. Creo que vieron las orejas al lobo y se hicieron más condescendientes con el movimiento obrero. La novela «La caída de los gigantes» de Ken Follett refleja muy bien esa cruel tiranía y su caída en algunos casos. Por otra parte hay que tener en cuenta que el contingente más numeroso de voluntarios que ayudo a la república española en la guerra fue el de jóvenes comunistas ingleses que fueron los primeros en parar el nazismo en Inglaterrra. Lastima que sus gobernantes no quisieran verlos venir.
Comparar la situación inglesa con la catalana (bombardeos de Barcelona) denota una ignorancia posiblemente de mala fe. No hay que olvidar que en los bombardeos de Barcelona no hay solo motivos laborales, también hay motivos políticos. Es totalmente diferente a la situación en el Reino Unido ya que allí no existen estas motivaciones políticas que existian en Catalunya
Espartero, Narváez, Prim… Sí, ya hablaremos otro día. Pero acaso no hubo ludismo en la Bonaplata, o en Alcoy, ya puestos, y bien pronto… Pero sí, ya hablaremos otro día…
De hecho, los jacobitas y los carlistas sí son muy comparables. Tradicionalistas, religiosos, conservadores, apoyando una línea dinástica alternativa en defensa de su particularismo…
Y la religión Alfonso, la iglesia anglicana tiene mucho que ver en esto, la ausencia del catolicismo creó un mejor hacer en la sociedad. El aplicar el racionalismo (sea en Inglaterra, Escocia etc ha permitido un mejor ensamblaje a todos los niveles.
Me ha encantado el artículo, pero me ha sabido a muy poco.
¿Por qué los británicos consiguen con reformas lo que los otros pueblos tienen que conseguir con revoluciones? Yo tampoco lo sé exactamente, pero el libro de los economistas Daron Acemoglu y James Robinson «Why countries fail» presenta una teoría verosímil: la presencia de instituciones inclusivas, que permiten entre otras cosas la resolución de conflictos. En el caso de Gran Bretaña, la institución dominante en este aspecto fué el Parlamento, como bien menciona el artículo.
Es un libro interesante, que explica con mucha más lógica y coherencia que otros porqué unos países triunfan y otros fracasan. De hecho, el éxito del Reino Unido y de los Estados Unidos se analiza en detalle.
Motivos bastante obvios que el artículo no contempla:
– A partir de la guerra de Sucesión Española, y hasta mediados del XIX toda la gente problemática (hombres *y* mujeres) era exportada en masa. El traslado forzoso era la condena por defecto, por los crímenes más comunes. Primero a las colonias americanas, en condiciones de servidumbre indenturada, y luego a las colonias penales de Australia, sin posibilidad de volver. Esto además de tener un sistema de pena de muerte que se cobraba el 1% de cada generación. Ningún país europeo tuvo un desplazamiento de población forzosa tan inmenso. Los sans culottes de Londres… sencillamente no estaban allí.
– Inglaterra creó el primer aparato policial moderno. Lo empezó John Fielding a mitad del s.XVIII y culminó con la Policía Metropolitana. Eran pioneros del control social.
– Los conservadores británicos, desde Burke hasta Chesterton, tuvieron la Revolución Francesa como el coco particular. Y la reforma gradual y no la reacción como objetivo.
Eso de que los ingleses «consiguen con reformas lo que otros pueblos consiguen con revoluciones», es bastante inexacto. El autor de este artículo cita las revoluciones inglesas del S XVII en Inglaterra y ahí ya la burguesía se ganó su espacio de poder político arrancándoselo a la nobleza, y utilizando a las clases trabajadoras en esta guerra, que fue una guerra social, utilizando la religión como vehículo de deseos con claro contenido social. Hubo revolución en Inglaterra, y le cortaron la cabeza a un rey para mostrar que iban en serio y que estaban dispuestos a todo. Esto fue una revolución con todos sus elementos, la primera de Europa. Allí estuvieron los diggers, los levellers, pioneros y precursores de los socialistas, nada menos. Una revolución con todas las de la ley. Y después hubo reformas pero promovidas con la fuerza de los sindicatos británicos, las Trade Unions. Inglaterra fue el primer país del mundo probablemente en desarrollar fuertemente sindicatos de trabajadores, pero también fue el primer país del mundo desarrollado en el que se desarrolló la ofensiva contra estos sindicatos y contra el Estado del bienestar, el Estado social, conquistado por las luchas obreras. Margaret Thatcher fue la política que las oligarquías capitalistas británicas utilizaron para aniquilar lo que quedaba de poder obrero, la huelga minera fue la batalla donde quedó certificada el fin de las Trade Unions como sindicato luchador. Después llegó el «capitalismo popular», utilizado con habilidad para dividir al pueblo. Y una vez aniquilados los sindicatos, nos trajeron la crisis-estafa. Ahí estamos.
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