Con un padre director, una madre guionista y una hermana actriz, que Jake Gyllenhaal terminase haciendo carrera en Hollywood era tan sorprendente como una compañía telefónica engañando a sus clientes. Solo le faltaba encontrar el momento y lugar adecuado para despegar. Tras varios papeles escasamente memorables a lo largo de los noventa, Donnie Darko fue el punto de inflexión. La película con la que su rostro dejó una impronta en los espectadores y que definió también su estilo y su manera de concebir el cine. Desde entonces el amigo Frank parece haber seguido guiando sus pasos pues pocos actores, por no decir ninguno, están encadenando tal cantidad de aciertos.
Bajo el aspecto de una historia sobre las desventuras de un chaval algo rarito en un instituto americano como tantas veces hemos visto, Donnie Darko se enfrascaba en una sugerente especulación sobre viajes en el tiempo, predestinación, bucles y universos paralelos vagamente conectados entre sí que, junto a una excelente banda sonora, logró cautivar a cierto sector del público a pesar de que las circunstancias de su estreno no jugaron a su favor. Con el mundo aún estupefacto por los atentados del 11 de septiembre, una película sobre un accidente de aviación resultó quizá demasiado peliaguda —lo que frenó su distribución por las salas, recaudando poco más de la décima parte de lo que costó— pero con el paso de los años el boca a boca terminó situándola donde merecía: sus ingresos se multiplicaron por veinte en las ventas de DVD y logró crear tras ella una larga estela de homenajes de todo tipo. Algo tiene esta temática que nos fascina desde siempre, pues ya hace mil quinientos años Boecio se enfrentó a la paradoja de cómo podían ser compatibles la omnipotencia divina y el libre albedrío humano sobre el que se sustenta la moral cristiana, concluyendo que Dios ve simultáneamente pasado, presente y futuro en todas sus variables de manera que no hay Skynet, DeLorean o puerta al sótano que tuerza sus planes. A lo que la ciencia ficción contemporánea ha añadido que dispone además de un nutrido grupo de agentes trabajando sin horarios (je) para arreglar cualquier estropicio en el continuo espacio-tiempo. Pero volviendo a la película que nos ocupa, tan importante como el guion y las ideas con las que juega fueron las interpretaciones. Aunque también pudimos ver a su hermana real, Maggie, ejerciendo de hermana en la ficción, Jake era el protagonista absoluto de una narración en la que los demás personajes lo toman por un perturbado más bien peligroso y los espectadores al comienzo también… aunque luego descubramos que el problema no estaba en su cerebro sino en un universo que se desdobla cuando no debe (ya nos hubiera gustado tener en la adolescencia una excusa así). Sobre sus hombros recaía por tanto buena parte del peso de la película y, pese a contar con apenas veintiún años, logró salir airoso. Ya estábamos ante un actor de nivel, aunque siguiera participando en otros filmes medianos o directamente aberrantes, hasta que en 2004 estrena El día de mañana, una historia sobre el apocalipsis climático dirigida por Roland Emmerich que no solo no defraudó (con este director es difícil tener alguna expectativa previa) sino que contribuyó a hacer de Jake Gyllenhaal una estrella mundial.
Poco faltó para que vistiera los trajes de Spiderman y Batman y nada pudo impedir que protagonizara la adaptación del videojuego Prince of Persia. Pero alguien como él, que ingresó en la universidad para estudiar religiones orientales y filosofía, donde realmente se siente cómodo y más reconocible nos resulta es en grandes producciones, sí, pero más atrevidas y esquinadas, como puedan ser Brokeback Mountain (por la que recibió una nominación al Óscar), Jarhead y Zodiac. Más adelante en la entretenida aunque algo insustancial Código fuente regresaba de nuevo al tema de los viajes en el tiempo, mientras que en Sin tregua, la cámara sigue a una pareja de policías de Los Ángeles de una forma que termina recordando demasiado al reality show de Cops y ya insinuaba los peores vicios de su director (que posteriormente han sido estruendosos en la decepcionante Corazones de acero). Y después de Sin tregua, el ascenso al cielo. O al infierno, pero uno situado bien alto y descrito por el mismísimo Dante.
Sus tres últimas películas son sencillamente deslumbrantes, audaces, de una atmósfera tan oscura que podría decirse que casi forman una trilogía (lo ideal sería verlas seguidas, aunque a riesgo de acabar metiendo la cabeza en el horno) y si Jake no hubiera apostado por ellas difícilmente podrían haberse llevado a cabo. Como decía en una entrevista «no tengo aún mi propia familia así que tengo la oportunidad de hacer tales elecciones». Que es ese tipo de frases con las que las estrellas de Hollywood nos cuentan que aceptan papeles por un par de millones de dólares en lugar de por seis, pero bien está. En 2013 el cineasta canadiense Denis Villeneuve lo dirigió en Prisoners, probablemente el mejor thriller policíaco que se ha rodado desde Seven (con permiso de la mencionada Zodiac). Al igual que en ella, en un entorno siempre lluvioso y desangelado un detective al borde de la locura, magistralmente encarnado por Gyllenhaal, investiga el secuestro de dos niñas a cargo de un pederasta.
La segunda y quizá la más difícil es Enemy, de nuevo en colaboración con Villeneuve, en la que adaptaron el libro de José Saramago El hombre duplicado. En una narración pausada nos cuentan la historia de un profesor universitario que un día descubre en una película a un actor de reparto que es una réplica exacta de él mismo. Tanto el desarrollo como el desenlace son brillantes, si se piensa bien todas las piezas encajan, aunque hay espectadores que no la entienden y pasan a odiarla. Qué le vamos a hacer. El crítico Carlos Boyero vino a decir que esta película era una mierda soporífera (probablemente con estas mismas palabras) y por lo general respetamos mucho su criterio, pero incluso él puede equivocarse. A todos los detractores esta explicación quizá logre reconciliarlos con una película que, una vez más, tiene en su actor protagonista una baza fundamental.
Y la tercera y más reciente es Nightcrawler, que si hubiera algo de racionalidad y justicia en el mundo habría ganado el Óscar a la mejor película en esta última edición, en la que ni siquiera resultó nominada. Un film que ha sido comparado con Collateral y Drive (ya quisiera esta) y su protagonista con el Travis Bickle de Taxi Driver, aunque resulta ser bastante más astuto y retorcido. El protagonista es un reportero sin escrúpulos que recorre cada noche a toda velocidad las calles de Los Ángeles en busca de accidentes y crímenes que filmar para los informativos del día siguiente. Para el papel nuestro actor según cuenta siguió durante un tiempo a reporteros de este ámbito, acudía cada día corriendo a un rodaje situado a varios kilómetros, perdió quince kilos y ganó una cicatriz en la mano, por la escena —no prevista en el guion— en la que rompe un espejo de un puñetazo. Una película furiosa, rebosante de acción y violencia, que nos muestra como ser un psicópata sin piedad ni remordimientos es, dicho en términos evolutivos, una ventaja adaptativa para sobrevivir y prosperar en una jungla humana que solo distingue entre ser un «perdedor» o un «triunfador», sin importar nada más.
Recientemente Gyllenhaal andaba en pleno proceso de musculación para un próximo papel de boxeador, aunque también tiene pendiente de estreno una comedia y la recreación de una desastrosa expedición al Everest ocurrida hace unos años. Estaremos muy pendientes de todas ellas para ver como, ladrillo a ladrillo, Donnie Darko continúa construyendo la que puede ser una de las más grandes carreras de la historia del cine. Y por último, un deseo. El mencionado Denis Villeneuve dirigirá la tan ansiada y temida continuación de Blade Runner, una magnífica noticia en primer lugar porque esquivamos la bala de que —tal como inicialmente estaba previsto— el elegido hubiera sido Ridley Scott. Da escalofríos pensar qué podría haber perpetrado este hombre, con la flojera que le ha entrado en las dos últimas décadas. Y en segundo lugar porque el propio Villeneuve es una estupenda elección que sin duda dará la talla y nos permite fantasear con que llamase a Jake para una tercera colaboración entre ambos. Ojalá. Después de algo así ya podrían cerrar cada una de las salas de cine del mundo y romper a mazazos todas las cámaras: todo lo relevante ya habría sido rodado y proyectado.
Pingback: El ascenso a los infiernos de Jake Gyllenhaal
La verdad es que el tipo no lo está haciendo nada mal pero, en opinión del que suscribe, es en Prisioners donde vuelve a recuperar un punto que lo diferencia del resto y que tiene su culminación con la magistral Nightcrawler. Muy de acuerdo con el análisis de la película desde el punto de vista evolutivo, una hipótesis que había leído antes: http://www.walskium.es/magazine/ciencia/los-renglones-torcidos-de-dios-el-psicopata/
Buen artículo. Gracias.
Jake Gyllenhaal, despertando pasiones desde 2001. Ahhh…
Buen actor,con buenas «pelis»!
Buen actor si tiene buenos guiones!
Su interpretación en «Prisioneros» me dejó absolutamente atónito; ¡insuperable! Actualmente, es el actor «joven» al que sigo con más interés tanto por su trabajo como por los proyectos en los que se involucra.
Suscribo al 100 % lo que dice el artículo. Prisoners es el mejor thriller desde Seven, Donnie Darko en su día rompió moldes, Enemy me pareció brillante, lo que demuestra que Villeneuve es el mejor director en Hollywood a día de hoy. No solo acredita el mejor thriller en mucho tiempo, sino que Incendies(2011) es probablemente una de las 5 mejores películas de lo que va de siglo XXI. La serie The Honourable Woman bebe directamente de ella, y no solo por compartir a la excelente Lubna Azabal en su reparto. Por último, desde que la vi hace un par de meses, no tuve duda de que Nightcrawler (incomprensiblemente nominada únicamente al mejor guión original), es la mejor película de este año (por lo menos americana), donde el bueno de Jake se marca una interpretación tan perturbadora, sutil e inquietante, que Robert de Niro tiene que estar preguntándose si no ha rejuvenecido de repente al Travis Bickle de Taxi Driver.
Efectivamente, Nightcrawler es una gran película, magnífica. Brilla Jake, pero brillan también el guionista, el director, el montador y el responsable de la fotografía, entre otros.
Pero, qué es eso de comparar al personaje con Travis Bickle. Es la analogía más superficial y despistada que puedo imaginarme. Travis era un pardillo atormentado, sin otra perspectiva que llevar a la práctica como esperpento los valores de caballerosidad y justicia que le infiltraron en vena los marines en su KingKong Company, en Vietnam.
Compárense, por ejemplo, las escenas, paralelas, de las citas en que los protagonistas llevan a cenar a Cybil Shepherd y Renée Russo, respectivamente. Ahí vemos con claridad la diversa catadura moral de ambos personajes, Jake y Robert, y sus respectivos horizontes morales, sus expectativas. Nada que ver la una con la otra.
La comparación del personaje más apropiada sería con Florentino Pérez. La peli podría haberse titulado ‘Cómo lograr el éxito en los negocios’… llevándose por delante a quien sea necesario. Es lo que el personaje desarrolla a lo largo de la película y que representa con nitidez en las escenas finales: alguien que logra comenzar a crear su pequeño imperio, un hombre de éxito, un triunfador, un winner, como les gusta decir a los gringos. Sin dejar prisioneros, como debe ser.
Florentino, qué bueno. Aunque más que un cómo tener éxito en los negocios, así, a nivel personal, estilo manual, vi la peli como metáfora de un sistema económico en que la producción de bienes (en este caso noticias), no guarda relación alguna con las necesidades humanas (en el caso de la película, el bien de consumo masivo, la noticia, no guarda la esperada relación con el mundo de los hechos, del que en teoría debería partir). En otras palabras: al igual que la producción de noticias viene dictada por las propias necesidades de la industria de la información de vender su mercancía para asegurar la continuidad de las organizaciones de ese sector industrial, y, por tanto, cualquier relación con la verdad es pura coincidencia (al no ser la mera fuerza de unos hechos previos la que empuja la necesidad de dar una noticia), en nuestro sistema económico en general la producción de bienes viene dictada por las propias necesidades del sector productivo de reproducirse, de seguir siendo, es decir no es función ya (si alguna vez lo fue) de unas supuestas necesidades humanas previas.
Es evidente que el «mensaje» de Nightcrawler atenta contra principios sagrados de la mitología norteamericana como son el afán de superación personal y el marketing. Por su concepción, remite a ciertas películas oscuras y críticas con la sociedad de EEUU que se hicieron en los años setenta si bien el personaje de Gyllenhal remite, además de a Travis Bickle, a Patrick Bateman, el protagonista de American Psycho. No es de extrañar, por tanto, que una película tan incómoda, que hurga con valentía en la herida de una sociedad sin escrúpulos, haya sido olvidada por los grandes premios cinematográficos. Y es que no corren tiempos muy contraculturales, que digamos.
Adjunto enlace a la crítica que escribí sobre Nightcrawler: http://queraroestodo.blogspot.com.es/2015/03/nightcrawler.html
Evidentemente Louis Bloom es mucho más retorcido que Travis Bickle, pero sí hay cierta analogía por el ambiente nocturno y la fauna que lo habita. Donde Bickle observaba con una pipa en la guantera, Bloom lo hace cámara al hombro.
«Ya estábamos ante un actor de nivel, aunque siguiera participando en otros filmes medianos o directamente aberrantes, hasta que en 2004 estrena El Día de Mañana, una historia sobre el apocalipsis climático dirigida por Roland Emmerich que no solo no defraudó (con este director es difícil tener alguna expectativa previa) sino que contribuyó a hacer de Jake Gyllenhaal una estrella mundial.»
Que me disculpe el autor del texto, pero aquí me ha entrado la risa floja. Si Jake Gyllenhaal se ha visto implicado en películas mierderas, la de Emmerich se lleva la palma con mucha diferencia. A no ser, claro, que estemos hablando en términos taquilleros/económicos, pero sospecho que no es el caso.
De todos modos, la mejor película que ha hecho Gyllenhaal y que aquí no se menciona es «Bubble Boy».
Totalmente de acuerdo… El dia de mañana=bazofia. Y, por supuesto, me imagino que lo de Bubble boy lo has dicho con el modo «ironia» on… Porque es otra bazofia de tomo y lomo.
Excepcional artículo sobre uno de los mejores actores de la actualidad, te felicito.
Pingback: Uwe Boll, un trol en una grieta del sistema - Jot Down Cultural Magazine
Gran actor sin duda. Hay que añadir también Nocturnal animals a la lista de sus mejores interpretaciones junto con Nightcrawler y Prisoners. El Óscar solo es cuestión de tiempo…
Pingback: Rampage, de Uwe Boll – Trilogía completa – Punto Crítico Derechos Humanos