Déjame compartir contigo algo que cambiará tu vida. No es una película, ni tres, ni siete, ni tampoco solo un universo ficticio que se extiende a cualquier soporte imaginable. No es solo una historia, ni la historia que te voy a contar. Al final algunas historias no son lo que parecen y las historias que nacen de esta son complejas y en la niñez puede haber dolor y miedo y muerte y, aun si has tenido esa determinada vida, puede quedar como resto la alegría, un cierto tipo de alegría eufórica y solemne, si te regalaron algo que pudiste y podrás compartir. Cuando tenía cuatro años mi padre me regaló el inicio de esta historia. El inicio de la historia empezó por el final de otra, pues en brazos me llevó a una sala cine para ver el estreno de El retorno del jedi. El inicio de todo, pues es el primer recuerdo consciente que tengo de él y de mi propia historia.
Siéntate conmigo, es buen momento para volver a estas películas, como hice innumerables veces. Porque son bálsamo, y son recuerdo, y son infancia despojada de temor. Star Wars aloja un universo al borde del mundo, de nosotros mismos, lejos de los ecos estrepitosos de esas ruedas y engranajes que se fingen importantes en el mecanismo perfectamente equilibrado de lo que llamamos realidad. No encontrarás ciencia aquí. No encontrarás solo ficción. Siéntate y comparte conmigo un territorio sentimental. El que compartí con mi padre y todavía comparto, el que comparten tantos en tantas generaciones, entre amigos, entre parejas, entre matrimonios oficiados por un sujeto disfrazado de almirante Ackbar.
Entra conmigo, espero que cambie tu vida. Iremos juntos a nuevo estreno, sin amargarnos por supuestas perversiones de un espíritu que es en sí mismo incorruptible. Serás tú quien apriete mi mano al ver volar una vez más al Halcón Milenario, porque jamás dejará de ser el montón de chatarra más rápido de la galaxia. Algún día un sinvergüenza te responderá «lo sé» a un «te quiero» y entonces la intimidad perfecta nacerá con quien ya no será más un desconocido. Se esfumará el mar para que solo quede arena, y mirarás la puesta de sol imaginándolo gemelo, mientras tarareas la melodía de «The Force Theme» adoptando el gesto adusto de quien mastica almendras amargas pero con una sonrisa inabarcable en tu interior. Tendrás la tentación de querer fingirte adulta odiando a los ewoks, después de haber disfrutado de dos películas y media como la niña que gracias a todo esto seguirás siendo. Blandirás cualquier palo haciendo ese sonido con la boca, cuando encuentres algo largamente deseado pensarás que no eran esos los droides que estabas buscando, conducirás por el túnel de la M30 perseguida por Tie Fighters en las trincheras de la Estrella de la Muerte, te sentirás la tía Beru cuando acciones una Thermomix. Y este juego lo compartirás con alguien, y dejará de ser un simple juego.
Alguien sin el inconveniente de esta resistencia mía a la erudición podría explicarte las influencias que entretejen Star Wars, del space opera, el western, las películas de samuráis de Kurosawa asomándose en cada combate de sable láser, o que es una reelaboración más del mito del viaje del héroe glosado en El héroe de las mil caras de Joseph Campbell. De los ladrillos físicos y culturales que construyeron estas películas. Pero yo solo puedo hablarte de los sentimentales, si te sientas aquí y contemplas esta historia, donde todos hemos querido imitar la media sonrisa de Han Solo, donde conocerás a Leia en el rescate de una princesa que, por fin, no necesita que nadie la rescate, donde no hay cinismos relativistas porque el bien y el mal existen clara y físicamente, pero donde hasta del mal más oscuro se puede retornar si tu hijo se llama Luke Skywalker. Y querrás también legar a otros este mundo que trasciende la pantalla, porque si bien las religiones y las armas antiguas no valen nada comparadas con un buen bláster no será solo la Fuerza lo que te acompañe, también esta historia que es mucho más que una historia.
Siéntate a mi lado y después compártelo. Mi padre lo hizo conmigo y ese es mi recuerdo, y cómo de fuerte abraza un hombre a un niño que no volverá a ver. Compártelo como yo ahora quiero hacerlo contigo, y con vosotros si es que estáis leyendo. Algo tan estúpido como unas simples películas repleta de soldados imperiales con una puntería terrible, un granjero capaz de redimir a la encarnación del mal con casco en forma de glande negro, un felpudo con patas de dos metros o un androide de oro afrancesado en continuo ataque de pánico. Algo tan estúpido, sí, que al fin es un universo en el que asociar emocionalmente a todos los que viven con nosotros y también allí se adentraron, y a los que murieron antes de tiempo y ahora son uno con la Fuerza.
Siéntate y adéntrate conmigo. Va a empezar. ¿Escuchas eso? Truenan los metales en la música de John Williams, unas letras amarillas se deslizan sobre las estrellas. Quiero compartir esto contigo y ojalá cambie tu vida. Alguien lo hizo conmigo, y antes y después muchos otros lo hicieron. Ellos, los que ya no están, nos regalaron tanto metiéndonos en esta historia que ya es mucho más que una historia. Una historia de hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana. Y nunca como ahora, en este justo instante, volvieron a estar tan cerca de nosotros.
Artículo extraído del libro Jot Down 100: SCI-FI disponible en nuestra store y en nuestra red de librerías.
Pingback: Jot Down Cultural Magazine – La Fuerza te acompañará siempre | psiu...
Gran homenaje.
Star Wars es el espejo donde miles de directores y productores se miraron antes de embarcarse en la década de los ochenta.
La Fuerza es el símbolo de la energía que impregna cada fotograma, lugar, nave, criatura, soldado o rebelde, Sith o Jedi, en una galaxia donde siempre suena una magnífica partitura orquestada por un John Williams pletórico desde la primera a la última película.
Piel de gallina. Me he emocionado muchísimo.
Lo que para muchos puede ser una vulgar saga de ciencia ficción, para otros resulta un motor vital.
Doy gracias por estar en el segundo bando, y a mi padre, que además de llevarme también a ver el Retorno del Jedi al cine y comprarme el tebeo, fue el que apretó al PLAY de ese video VHS Panasonic y me abrió las puertas a una galaxia muy muy lejana.
Si me he emocionado y todo…
Has puesto mi historia en tus palabras… y la historia de muchos otros… papa me trajo a ese mundo y ahora yo llevo a mis hijas! Que la fuerza te acompañe!
Estoy en una cafetería y he tenido que sacarme disimuladamente una «legaña en los ojos» varias veces…
Que cabronazo, me has hecho llorar… No se podía decir mejor…
Creo que no hay mejor manera de expresar lo que siento por Star Wars que lo que se lee en este artículo…El vello de punta y un escalofrío que me dura minutos después de haberlo leído.
Muy buen artículo, enhorabuena.
Esta saga me llenó de ilusión cuando era un niño.
Luego vino George Lucas a meter la pata con sus locuras.
Maldita sea, con artículos así al final termino viendo Star Wars VII…
no lo hagas…
Space opera, sin duda…..
La verdad, hubiese preferido que lo escriba el erudito. No entiendo esta necesidad de hablar mas de uno que de la obra sobre la que se escribe
En los cientos de artículos que he leido de su Jotdown, sólo he opinado en dos: La primera era para quejarme de otro tema como ya estamos acostumbrados los seres humanos, y me he dado cuenta que somos fáciles para criticar (observen la columna de mensajes negativos de los otros artículos relacionados a Star Wars).
En esta segunda vez sólo quiero decirle: Felicitaciones!, ha logrado sólo con sus palabras hacer sonreír de emoción y llorar de alegría a nuestro niño interior.
Esta es la verdadera esencia de vivir de verdad, y poco a poco la estamos olvidando, no perdiendo.
Gracias!
wow! me has transportado a mi infancia.. porque stars wars es eso, es infancia y nostalgia que ahora comparto con una tercera generación a la que no le importa si es una opera prima sino el sentarnos a visionarlas una y otra vez para comentarlas para reirnos y emocionarnos… Que la fuerza de acompañe :)
Estupendas líneas, y qué lejos nos queda aún diciembre.
Pingback: Time cops: dieciséis historias sobre policías del tiempo - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: ¿Cuál es la historia de amor más inverosímil que hemos visto en el cine? - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: La película de terror que daba miedo - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: ¿Cuál es tu cartel de cine favorito? - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: ¿Cuál es la mejor historia narrada en un vídeo musical? - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Elegía a las dos muertes de Darth Vader - Jot Down Cultural Magazine
Enhorabuena, desde esa capacidad de síntesis que se encuentra en los detalles, ha alumbrado el todo de una historia que muchos recordamos en caminos paralelos hacia la luz, nuestra luz que alumbra y se identifica con los valores transmitidos por ese regalo que disfruto hoy con mis hijos como recuerdo, perfectamente, disfrutar con mi padre….yo también he llorado leyéndolo.@elfilldelmetge
Pingback: De qué van las cosas - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Noticias y actualidad de tu Albacete » Star Wars: El despertar de la curiosidad
Bonito de leer. Pero realmente sentimos algo parecido cuando fuimos de niños al cine? Recordamos con cariño hasta los tortazos del cura, pero no era cariñoso. Nunca sentimos algo parecido en aquel momento, más bien miedo y vergüenza, o la peli qye recordamos ahora con emoción nos aburría en su mayor parte, o no entendíamos casi nada de los guiños del guionista, etc… pero es bonito pensar que fue de otra manera, nos da seguridad, falsa, claro
Yo no crecí con mi padre, mi madre nos sacó adelante con su trabajo. Ya adulto y con hijos comprendí por que no pude disfrutar de muchas cosas de niño, ahora comparto con ellos estas historias magicas de Star Wars. Pero lo que mas me saco lágrimas es que de alguna manera estas líneas me llevaron a revivir mi infancia a esos momentos que disfruté con mi madre, y no puedo decir mas que gracias por todo su sacrificio.
Saludos
Conseguir plasmar en palabras lo que la gran inmensa mayoria de fans sentimos por la guerra de las galaxias, y en una forma tan sencilla y bella a la vez, es de alabar. Has conseguido que mientras leia tu texto, me volviese a meter en la piel de ese niño que llevo dentro, y que rara vez sale ya, pero que aun esta ahi dentro. Muchas gracias! Comparto tu articulo en la biblioteca del templo jedi, lo merece.
La Guerra de las Galaxias (la original del 77) es arte con mayúsculas..ni mas ni menos¡¡¡¡¡¡¡
Pingback: G es de Gorey, que hizo de lo macabro cultura pop | uptv.es/noticias
Pingback: Lo que Tolkien nunca dijo: adaptación y canon en "Los Anillos de Poder"
Pingback: Conversaciones sobre 'Metasandman' - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Alauda Ruiz de Azúa: «Una película no es mejor ni peor porque su director haya hecho antes publicidad o tres películas de corte comercial» - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Manual para ver cine como no se debe - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: ¿Cuánto sabes sobre el universo de Star Wars? - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Isidre Monés: «He dibujado de todo y en casi todas las técnicas y procedimientos, y he hecho de esta variedad una bandera» - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: ¿Eres capaz de identificar a los secundarios de Star Wars? - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: 'Westworld, almas de metal': la Disneylandia del terror - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Carta de amor a Ahsoka - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: 'Star Wars: The Acolyte'. De samuráis pasados y presentes - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Guía monstruosa del videojuego en PlayStation One (5) - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Retorciendo palabras: los crucigramas más endemoniados de la historia (y 2) - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: 'Flash Gordon': Flash, mi mejor amigo - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Beto Hernández: «La esencia del punk está en la gran mayoría de nuestras historias. Es nuestra manera de hacer cómics» - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Muerte por postpro - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: Javier Rebollo: «Es muy importante convocar la infancia en cada instante» - Jot Down Cultural Magazine
Pingback: El cine: una mirada adulta a la infancia - Jot Down Cultural Magazine