Amarna Miller (Madrid, 1990) es una licenciada en Bellas Artes que empezó a los 19 años en el mundo del porno. Tiene 24 años y mide 1,63 (el resto de medidas pueden encontrarlas fácilmente en internet). Es una actriz inusual, en el sentido de que suele hablar de literatura o manga o ciencia ficción en sus entrevistas (se bautizó Miller por Henry Miller, sin ir más lejos), y además es famosa en su medio y trabaja para decenas de compañías internacionales. Incluso llegó a fundar su propia productora, Omnia-X (hoy desaparecida).
Esta es la primera vez que entrevisto a alguien como ella, así que no sé muy bien qué esperar. A lo largo de mi vasto y azaroso currículo he entrevistado a muchísima gente, pero casi siempre se trataba de rocanroleros o literatos, con el ocasional cineasta de vez en cuando y algún freak para alegrar el cotarro. Pero, ¿pornstars? He ahí una disciplina a la que nunca me he asomado (más allá de como usuario irregular). Tras unos días documentándome sobre el tema (estaba de verdad documentándome sobre el tema), decidí charlar con Amarna Miller. Más allá de sus atributos físico-artísticos en el campo que domina, me parecía una persona articulada, con la cabeza amueblada dignamente e intereses variados más allá del fornicio en todas sus variantes.
Cuando Amarna Miller me proporciona su teléfono personal (no se lo da a cualquiera, sépanlo) paso un día entero orbitando alrededor de su programa fílmico. Hoy graba en unos estudios de La Pau, a las afueras de Barcelona. Un rápido vistazo a Google Maps me arroja a la cara el clásico conjunto de depósitos de alquiler donde los psychokillers de las series descuartizan a sus víctimas. En La Pau nadie escuchará tus gritos. Tras perderme un par de veces, al fin la veo, bajo la farola de una calle desértica. Es mucho más bajita de lo que imaginaba, lleva una mochila nerdy gigantesca colgada a la espalda, botas reforzadas de caña alta estilo Martens, parka y un gorro de lana del que emerge su célebre cabellera cobriza. Parece de todo (una fan de Limp Bizkit, por ejemplo) menos una actriz X. Cuando nos presentamos, ella me responde con una voz muy aguda (ella misma dice que tiene «voz de pito») y la llevo (en metro, nada de excentricidades) al respetable y muy civilizado café del Ateneu Barcelonès. Me figuro que es el sitio más incongruente posible para alguien con su historial. Destrozando mi primer cliché porno de la tarde, Amarna no pide cocaína y champán, sino un Cacaolat bien caliente. Las cosas se ponen más y más interesantes desde ese punto.
Siempre intento empezar todas las entrevistas preguntando por la infancia y la familia, porque creo que es la base de todo.
Pues soy madrileña, hija única en una familia de clase media-baja. Mi madre estudió Magisterio pero nunca se dedicó a ello. Son personas muy cultas, y han trabajado mucho su desarrollo intelectual. Desde muy pequeña me han metido mucha caña con que desarrollara mi mente. Me incitaron mucho a la lectura, y desde muy pequeña me encanta pintar, fui una niña muy artística; acabé haciendo Bellas Artes. Pero al contrario de la mayoría de los padres no querían que hiciera Derecho o Ingeniería, sino que me apoyaron mucho en mi pasión artística. Desde muy pequeñita estuve como en una burbuja: hija única, una casa muy grande en Vallecas, que es un barrio obrero de Madrid. Era una casa familiar que construyó mi bisabuelo, y en la puerta ponía «Villa Lolita», porque Lola era el nombre de mi abuela. Es de finales del siglo XIX, con muchas reconstrucciones posteriores. Al principio tenía una planta, en los años 20 le añadieron otra, luego una terraza… Era un montoncito de casas una encima de otra, como los Pin y Pon. Tenía mucho carácter.
¿Vivíais allí solo tus padres y tú, no había abuelos?
Sí, los tres solos en un chalé de tres plantas con un jardín delante y una verja, esa fue mi infancia.
¿Eras díscola?
Me encanta la palabra «díscola» [sonríe]. No, siempre he sido muy estudiosa, desde siempre me encantó leer. Era una niña muy tímida, muy recluida. En realidad me pasaba el tiempo descubriendo esa casa. Esa casa fue mi infancia, por eso he puesto tanto empeño en describirla. Nunca fui a la guardería porque mis padres entonces no trabajaban, vivían de unas rentas antiguas. Así que fue una infancia en la que pasé mucho tiempo con ellos, sin prácticamente ningún otro niño con el que socializar, y muy encerrada en mi propio mundo, mi imaginación, mis libros y mis juguetes. A mis padres les gustaba mucho la historia, así que me metieron siempre mucha caña con las cosas antiguas, y como esa casa era el paraíso de las cosas antiguas… Yo vivía en otro siglo.
Pero en el colegio tendrías algunos amigos.
Como ya te he dicho no fui a la guardería, así que me metieron en el colegio ya en primaria. Y mi casa era un chalé con una verja, no tenía relación casi con nadie. La única interacción que recuerdo con gente de más o menos mi edad era con mi prima, que tenía como cinco años más que yo, y se portaba muy mal conmigo. Era una niña mala. Luego había personas mayores, que eran mis padres y amigos de mis padres. Y poco más.
Uno de mis autores favoritos, Harry Crews, que creció en Alma (Georgia), un pueblo de mierda, decía que tenía que suplir la falta de colegas con amigos imaginarios. Y aquellas imaginaciones eran casi más reales que el mundo real.
Yo tenía mis mundos paralelos, sí. Como me gustaba mucho leer me perdía en la literatura, desde muy pequeña. Incluso intentaba escribir mis cosas. Imagínate lo que podía escribir una niña de seis años, pero creaba mis mundos imaginarios. Tenía unas agendas de los años sesenta que nadie había rellenado, y yo simplemente tachaba los números y me ponía a escribir en ellas. Básicamente aquella «novelita» [ríe] contaba la historia de un mundo imaginario en el que yo era una bruja buena. Además en aquella época apareció la novela de Harry Potter, y se fueron entrelazando.
¿Qué leías con ocho o nueve años?
Me flipaban los libros de «Escoge tu propia aventura». Eran mis libros de cabecera. Después cayó en mis manos Julio Verne, que devoré, más tarde la ciencia-ficción y leí mucho a Asimov…
¿No pasaste por una etapa Enid Blyton? Las mellizas en Santa Clara, Torres de Mallory, y todo eso.
Uy no, lo odiaba con todo mi ser. Igual que los animes y mangas de niñas, tipo Candy Candy. Me parecían muy edulcorados. En algún momento cayeron en mis manos las Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, y se me abrió un mundo. Empecé a leer mucho a Allan Poe… De hecho, mi libro de cabecera de pequeña era El escarabajo dorado.
Yo creo firmemente que lo que te gusta a los diecisiete es lo que te gusta de verdad, y para siempre; que es lo que llevas en el corazón. No sé qué parte de amor conservas aún por esto, pero leí que habías pasado una etapa de escuchar a Blink 182 y grupos así.
Eso fue más tarde, ya en la adolescencia. De niña me gustaban mucho los libros antiguos, los que hablaban de otras épocas. Cayó en mis manos Philip Pullman. Es un escritor del que me leí una trilogía llamada Luces del norte y me marcó mucho. A los doce años llegó Harry Potter, como te decía, y me abrió otro mundo.
Claro, ojalá hubiera sido yo un niño cuando salió. Es una locura, la perfección absoluta: tiene la parte de Los cinco de Blyton pero sin lo cursi, y luego tiene toda la parte de brujería y monstruos.
¡Claro! Y ya hacia los catorce descubrí la fantasía y me volví loca. Empecé con cosas más clasicorras, y cuando descubrí a Terry Pratchett se me abrió otro nuevo universo.
En Inglaterra es una superestrella.
Pratchett es maravilloso. Empecé con las crónicas de la Dragonlance, pensando que era la leche, y cuando iba por el tomo dieciocho vi que era un poco rancio. Entonces descubrí a Pratchett, que lo que hace es precisamente es meterse con las crónicas de la Dragonlance… Y me flipó.
¿Odiabas el cole?
No, me gustaba. Siempre fui una chica muy aplicada. No fui muy estudiosa porque nunca me habitué a tener que estudiar todos los días, pero sin embargo las clases me resultaban muy sencillas. Como en mi casa me estaban siempre culturizando sobre muchos temas, lo de la escuela me parecía un poco aburrido. Había concursos de literatura y dibujo y yo me presentaba, y gané algún premio de pequeñita. Mis padres intentaron meterme a danza, pero fue un gran error. Quería hacer karate, pero no me dejaron porque karate era para niños y danza para niñas. Para ponerte en antecedentes, yo era una niña muy esmirriada, con unas gafas gigantescas, llevaba parche en un ojo y el pelo cortado como un niño. Comparada con el resto de compañeros era muy poca cosa, era la de las gafas y el parche que lee libros todo el día [suspira].
No sé si ocultas tu nombre real…
No, me llamo Marina.
Mucha gente que tiene un personaje es esclava de su imagen pública. Yo veo a Robert Smith de The Cure, con aquel peinado forestal, y tiendo a imaginarle en pijama, antes de acicalarse. O Slash, por ejemplo, asumo que no va por casa con su sombrero de copa. ¿Hay diferencia entre Marina y Amarna?
[Risas] Me estoy imaginando a Slash con el sombrero, friendo los huevos en bata. No hay demasiada, básicamente porque soy una persona muy abierta y me gusta mostrarme. Las diferencias son las que implican mi privacidad. Por ejemplo, en las entrevistas no digo mi apellido porque implicaría exponer a otras personas. Soy un personaje público y he elegido exponerme, pero exponer a mi novio, mi familia o mis padres me parecería mal. La única diferencia entre Marina y Amarna es la privacidad y lo que puedo guardar para mí.
No has desarrollado un álter ego más agresivo que no se parezca a como eres en realidad.
No, para nada. Soy muy pancha, muy directa: si me gusta algo lo digo y si no me gusta, también. Para mí son la misma persona, odio hacer esta distinción. Me parece hasta peligroso, emocionalmente hablando, el hecho de tener dos personalidades. A raíz de esto vienen los problemas de gente que es devorada por su personaje o que al final acaba viviendo una vida que no es la que quieren vivir, simplemente porque están demasiado metidos en una mentira, una fachada.
Kurt Vonnegut decía: «Ten cuidado con lo que aparentas ser porque es lo que serás». ¿Pasaste una adolescencia rebelde?
No especialmente, me pilló bastante tarde. En general era una niña bastante buena. A los dieciséis, ya en bachillerato, decidí quitarme las gafas porque no me veía bien con ellas; pero no era una rebeldía de niña mala, sino de empezar a tomar decisiones por mí misma.
Empezabas a construir la persona en la que te ibas a convertir. How To Build a Girl, que diría Caitlin Moran.
Exacto, pero más que rebeldía lo veo como empezar a ser una persona adulta. Nunca tuve una época de enfadarme, vestirme de negro y pintarme la A de anarquía en la frente.
¿No tuviste una etapa medio gótica?
Bueno, a los dieciséis años me gustaba mucho el hardcore. Empecé con los típicos grupos de happy-punk como Blink 182 o Sum 41 y fui desarrollándolo hacia un hardcore más extremo, por decirlo de alguna manera, como Iwrestledabearonce o In Fear And Faith. Pero lo que me gustaba era la música y el estilo de vestir. Vestía muy hardcoreta, con muchos piercings, el pelo verde, iba en skate…
¿Patinabas?
Sí, pero llegó un momento en el que vi mis limitaciones, que tenía que ponerme más en forma para hacer según qué cosas, y vi ahí mi techo. Así que lo dejé.
Lo veo muy cabal: si ves que no puedes llegar a más, lo dejas. No te vas a partir la crisma con un Double Fakie Ollie…
Sí, eso es algo muy mío. Soy muy ambiciosa. Si veo que he tocado techo en algo, ¿para qué voy a seguir con ello? Me pasó lo mismo con el modelaje artístico. Antes del porno trabajaba como modelo fotográfica y me gustaba mucho la moda, quería llegar a ser modelo de moda. Hice mis trabajitos, pero llegó un momento en el que vi un techo, que aquello no daba para más. Así que era elegir o salirme de España e ir a América, o dedicarme a otra cosa. Y hay que ser consecuente.
Es inusual estar hablando de The Offspring o Julio Verne con alguien que se dedica a lo que tú te dedicas. ¿Han cambiado los tiempos, o quizá es que antes eso estaba menos documentado? Estoy seguro de que las primeras actrices porno o las primeras modelos eróticas de los años veinte también llevaban vidas que no respondían al cliché horrible de alguien desestructurado y medio analfabeto.
[Ríe] Estoy de acuerdo contigo, pero es que la visión que se vende siempre de la industria está muy estandarizada, y es lo que decías tú antes: Boogie Nights, o «chica con problemas familiares de una familia desestructurada».
O la stripper con veinte mil abortos a sus espaldas, trailer park…
Sí, la stripper a quien alguien le promete el oro y el moro si hace porno, la chica accede y le gusta pero se ha casado y tiene un hijo… ¡Dios mío! Esto es un tanto por ciento de la industria y existe, pero no es lo normal. Y no es lo que se da en la industria actual.
Quizá esto sucede porque una gran cantidad del porno se produce en Estados Unidos y no creo que allí tanta gente venga de un entorno cosmopolita y de clase media como tú. Creo que allí los actores y actrices vienen de lugares más rudos.
Antes has dicho algo muy interesante, y es que lo que te marca como persona es tu infancia. Si has tenido una infancia o adolescencia donde te han apoyado en ciertos aspectos más intelectuales, cuando llegas a cierta etapa de tu vida adulta sigues cultivando esos aspectos; porque es lo que te han enseñado, has aprendido y con lo que estás de acuerdo.
¿Tus padres fueron un modelo para ti?
En parte sí y en parte no. He aprendido muchas cosas de mi padre que sigo aplicando en mi día a día, como luchar por la libertad y por tus sueños. Mis padres vienen de unas familias bastante locas…
¿Locas psiquiátricamente o locas de bohemia?
No, no. La posguerra española, qué quieres que te diga. Seguro que no son las únicas. Pero mi padre toda su vida ha luchado por hacer lo que realmente quería, y con eso me siento totalmente identificada. Ahora un cambio de registro pero que tiene que ver con lo que estoy diciendo: ¿Has leído o visto Into the wild?
La del fulano aquel que se echa al monte, ¿no?
Sí. Está basada en una historia real. Aunque al final le salió mal (porque murió), Christopher McCandless fue un chico que luchó por lo que quería hasta el final. Y ojalá eso fuera algo que la gente pusiera en práctica más a menudo. En ese sentido sí veo a mis padres como cierto modelo. En otras cosas absolutamente no, sobre todo porque hay mucha diferencia generacional. No quiero llevar la vida que han llevado ellos, ni los tengo como modelo a seguir, pero hay algunas cosas que he chupado de ellos y de las que me siento muy orgullosa.
Creo que mis hijos se parecerán más a mí de lo que yo me parezco a mis padres, aunque el amor sea el mismo. Los míos eran más convencionales, no habían roto con cierto legado cultural de sus propios progenitores, como muchos chicos de los setenta hicimos. Supongo que a tus padres les debió de resultar un shock tu trayectoria.
Mis padres me tuvieron de bastante mayores, pero más que por ser convencionales, lo que les chocó fue que, siendo una persona con inquietudes intelectuales como yo, viviese de mi imagen y mi cuerpo. No es un «¡Oh, dios mío, es porno!», sino un «Con la cabeza que tienes, ¿qué narices haces en eso?». Para ellos es una especie de desperdicio el hecho de que alguien con una carrera, que ha estudiado y tiene intereses, no viva de su inteligencia. Pero mi máxima vital es que tienes que hacer lo que te hace feliz, y si me hace feliz estar en el porno, estoy en el porno.
Para llegar a lo que te hace feliz tienes que pasar un montón de dolores y desaguisados y decepciones, y vas a tener que luchar por ello.
Claro. Pero luchar para ser feliz ya es un motivo de felicidad.
Cierto. Pero suele ser un camino arduo.
Depende de cómo te lo plantees. Las cosas son tan fáciles como tú te las hagas. Es otra de mis máximas vitales. Lo de complicarse la existencia no me va para nada. Si realmente quieres hacer algo lo haces, y si hay dificultades por el camino las sorteas. O te enfrentas a ellas. Y punto pelota. En realidad la vida es eso.
Me cuesta creer que no tuvieras momentos de tremenda inquietud existencial.
He tenido preocupaciones, como por ejemplo el enfrentamiento con mi familia. Pero soy una persona de ideales firmes y creencias muy establecidas. Si realmente quiero hacer algo sé que lo voy a hacer. Y lo que haya por medio se soluciona, se vadea, se sortea o uno se enfrenta a ello. Todo tiene solución en esta vida, y de lo que no tiene solución no merece la pena preocuparse.
Estás en un lugar extraño. El porno es algo mayoritario pero no mainstream, los actores y actrices sois famosos pero no salís en el telediario… ¿Cómo se accede a ese mundo semisumergido?
Mi caso no es el normal, pero es del que te puedo hablar. Si alguien está leyendo la entrevista debe saber que lo que yo hice no es lo que se tiene que hacer para entrar en el porno, no es el camino más fácil… [Ríe] Pero es lo que yo hice. Siempre he sido una persona muy exhibicionista, con la libido muy alta e interesada en explorar las fronteras de mi sexualidad. Cuando cumplí los dieciocho años me planteé qué tal la industria del porno, como hobby o para ver qué me ofrecía.
¿Así, tal cual?
No, hombre. Reflexionándolo durante un tiempo.
Quiero decir que fue un pensamiento temprano, que era algo que ya te planteabas desde el principio, no el fruto de una evolución.
Yo ya estaba haciendo mis pinitos como modelo artística, y delante del objetivo me veía cómoda. Viendo que soy una persona que disfruto exhibiéndome y me gusta mostrarme, y sabiendo que tenía una libido muy alta, me pareció una profesión que podía integrar diferentes puntos de mi vida que me gustaban y me llenaban. Pero fue simplemente un planteamiento, no me lo imaginaba como un trabajo, sino como un «a ver qué tal y si me gusta me meto». Y no me gustó [ríe]. Mandé muchos mensajes a todos los productores que encontré en España, haciendo una labor de investigación bastante amplia.
Y mientras hacías todo esto no habías trabajado en nada ni remotamente parecido al porno. No habías actuado en directo ni nada.
Bueno, hacía de modelo, que se le parece, porque es estar delante de las cámaras y sentirte cómoda ante el objetivo. Pero no, no era show.
Ni siquiera burlesque.
No. Lo que más se parecía era el mundo de la fotografía. ¡Y antes del porno estuve trabajando como fotógrafa en el Santiago Bernabéu! Bueno, a lo que íbamos: pues las respuestas que recibí a los mensajes que mandé a los productores de porno me parecieron horribles. No me gustaba ni el trato ni las historias que me planteaban.
¿Cómo era el trato?
Sucio, en el peor sentido de la palabra. Como lo que tu madre se imagina cuando le hablas sobre porno. Turbio. Malo.
Como Jackie Treehorn, el asqueroso aquel que hace porno en El gran Lebowski.
[Ríe] Sí, sí, mal, no me gustaba nada. No me gustaban las prácticas, no me gustaba cómo se me estaba planteando… Había muchos vacíos, sentía que no me acababan de contar las cosas. Si me voy a meter en una industria que se supone que me va a suponer tantos quebraderos de cabeza en un futuro y va a marcar mi vida quiero tenerlo todo 100% claro. Quiero que me pasen toda la información de qué y cómo tengo que hacer, pero aquello no existía. Por eso, habiendo vivido eso, lo que hago ahora es intentar dejar todo muy claro para la gente que se quiera meter en la industria. Si alguien necesita ayuda yo puedo hacer de guía, porque ya estoy dentro y sé lo que hay. Lo que me faltó en mi momento fue una guía, alguien que me dijera qué hacer. Y no había. Y como lo vi tan poco claro deseché la idea de meterme en el porno. Paralelamente yo seguía con la carrera de Bellas Artes y, en aquel momento, que era en el segundo año de la universidad, empecé a comprender el funcionamiento de las cámaras. Hasta ese momento yo solo restauraba y pintaba, que eran mis grandes pasiones. Restauraba muñecas antiguas y pintaba cosas muy locas. En aquel momento descubro la cámara fotográfica y el vídeo y me intereso muchísimo. Además, como estoy trabajando como modelo y estoy siempre delante de la cámara, es algo que me vuelve loca. Me meto de lleno en el mundo de la fotografía y, hacia los diecinueve años, como un proyecto totalmente artístico y sin ningún tipo de interés a largo plazo, intentando aunar mi interés por el mundo fotográfico y el de la fotografía, empiezo a hacer fotos a amigas y a gente que se ofrecía. Y así, como un hobby, empecé mi compañía, que luego tomó forma, nombre y acciones legales: Omnia-X. La cosa fue creciendo, y con diecinueve años no tenía las cosas tan claras como ahora, quizá porque no había vivido tanto, así que me planteé legalizarlo y dedicarme a ello con el fin de ganar dinero. Así, empezamos a buscar actrices y actores, encuentro un socio, que era el fotógrafo de Omnia-X, y yo me quedó detrás como CEO, como organizadora de producción.
Aquí aún no habías hecho de actriz.
No, estaba como productora. Pero llegó un momento en que yo estaba posando como modelo artística y produciendo el porno que a mí me dio la gana, así que me pareció de lo más natural empezar a estar como actriz en mi propia productora. Primero, porque era la fundadora y la que sabía lo que quería ver en los vídeos, así que lo iba a hacer mejor que cualquier actriz a quien se lo tuviese que explicar de palabra; y segundo, porque era un mundo que me interesaba, yo tenía el control y decía esto sí, esto no, esto se hace así y esto se hace asá. Empecé a rodar para Omnia-X, solamente solos, masturbación. Al cabo de cierto tiempo pasé a lésbicos. Tenía diecinueve años. Entonces una productora australiana con base en Ámsterdam, que se acababa de instalar en Europa, vio cosas mías y me propuso trabajar como modelo. La productora era Abbywinters.com. Al principio estaba dudosa porque me tenía que ir a Ámsterdam, y compaginarlo con la carrera era un rollo. Pero me daban muchísima información, me pagaban como correspondía, yo ponía los límites y controlaba las escenas… Y dije que sí.
El porno, a diferencia de otras disciplinas, es completamente autodidacta, no hay un sitio donde se enseñe. Todo lo aprendes por el camino, no hay quien te explique cómo van las cosas. ¿Cómo se aprende a hacer delante de una cámara lo que se practica en la alcoba? Porque no es lo mismo, imagino.
Es una lectura y un lenguaje diferente; no es como lo haces en tu casa, desde luego. Por una parte te enseña la experiencia, pero luego también hay gente que tiene un mentor o alguien dentro de la industria que le enseña. Pero ese no fue mi caso, sobre todo porque no conocía a nadie cuando me metí en esto. Lo bueno es que tuve las cosas bastante claras y fui muy inteligente en algunas decisiones que tomé, porque desde el principio quería construir mi carrera muy poquito a poquito, ir paso a paso para sentirme cómoda. Estas chicas que empiezan y en la primera escena hacen una doble penetración anal… ¡Madre del amor hermoso! Yo fui lo contrario. Fui tan despacio que llevo cinco años en la industria y sigo aquí.
Lo de hacerlo como trabajo, con todas las incomodidades y obligaciones que eso conlleva, ¿no jode un poco la percepción personal —íntima— del sexo? Yo solo visualizo el frío de los estudios, la espera interminable que toda filmación implica, yo que sé, el mal aliento de algún actor, la flacidez ocasional de aquel otro, etc.
Supongo que dependerá muchísimo de la persona y cómo enfoque este trabajo en relación con su sexualidad detrás de las cámaras. Personalmente, cuando la situación de la escena es extraña (hace frío, la localización es incómoda, es muy pronto…) me da más reparo ponerme en escena, pero una vez caliento motores el sexo va fluido. Tengo la libido muy alta así que no me cuesta demasiado sentirme excitada en poco (poquísimo) tiempo. De todas maneras y con relación a cómo planteas la pregunta, nunca me he tomado la pornografía como un trabajo, o por lo menos no bajo el significado estándar de «trabajo», como un sitio al que tienes que acudir todos los días, te guste o no y te apetezca o no, para poder llegar a fin de mes. Para eso estaría en una oficina. Me planteo el porno como un hobby, algo que disfruto y me llena, ¡y además me pagan por ello! Por supuesto, soy profesional, llego a la hora indicada, y soy seria y responsable. Una cosa no quita la otra. Creo que el momento en el que te tomas como una obligación algo relacionado con tu sexualidad puede ser bastante peligroso, y corres el riesgo de romper partes de tu vida tras las cámaras. Además pienso que en el fondo cualquier situación puede ser divertida si sabes cómo enfocarla. Te echas unas risas con el actor, haces bromas con el equipo de rodaje, te maquillan como a una diosa mesopotámica y llevas puestos modelitos que jamás te atreverías a probar en tu día a día. Sí, también puedes pensar en las esperas interminables y los pies cansados de llevar tacones, pero oye, sarna con gusto no pica.
Has dicho alguna vez que se debería meter en esto alguien a quien realmente le guste y posea una inclinación innata, porque te puedes encontrar un día haciendo un bukkake con veinte fulanos, y eso no es lo que más apetece a primera hora de la mañana.
Claro, tienes que hacerlo porque te guste. Este es uno de los discursos que más hago a través de mi web y en las entrevistas: tienes que hacer porno porque te guste, no por necesidad. Si te dedicas a algo que tiene que ver con tu sexualidad por hacer dinero fácil vas a joder partes de ti mismo que son mucho más importantes e íntimas. Vender tu sexualidad a cambio de ser rica me parece la peor decisión que puedes tomar en tu vida.
Hay quien podría pensar que si una actriz porno dice que está en esto por gusto no es más que una estrategia comercial, para hacerlo más creíble. Más reality.
Sí, eso es algo que me critican mucho. Pero en mi experiencia, los actores suelen estar en esta profesión porque les gusta y les interesa, y las actrices suelen estar por el dinero. A un 90% de las chicas que están en esto no les gusta lo que hacen. Un caso muy típico es estar rodando lésbicos y que no les gusten las chicas. Básicamente lo hacen porque necesitan dinero rápido o porque creen que han encontrado la gallina de los huevos de oro y ganan bastante dinero trabajando relativamente poco. Pero no se han parado a pensar qué va a pasar con su vida dentro de treinta años.
Define «bastante dinero». Nunca tengo los números claros, cuando se trata de porno.
Es que no hay unos números claros. Esta es otra cosa que me preguntan muchísimo: «¿Cuánto se gana haciendo porno?». Es como si me preguntas cuánto se gana siendo pintor. Pues depende. Si eres Antonio López o Santiago Sierra estás forrado, pero si eres yo, que te hago un dibujito y te lo vendo, probablemente me podré comprar una Coca-Cola. Pues en el porno lo mismo, depende de muchas cosas. Los principales factores son: cuánto tiempo llevas en la industria, cuán famosa eres y cuáles son tus límites. Cuantas más cosas hagas más vas a ganar, lógicamente, un anal está mejor pagado. Si haces un bukkake al día vas a ser millonaria, pero a cambio de qué. Una chica que haga muchas cosas —gangbangs, anales y estas locuras— puede ganarse un muy buen dinero.
Una cosa que siempre me he preguntado es cómo funcionan los metabuscadores. Alguien se gasta un dinero en hacer una peli. Busca unas actrices, les paga razonablemente bien… Y luego todo esto aparece gratis. No lo entiendo. Sé cómo funciona en la música y en los libros, pero no entiendo cómo funciona en el porno. ¿Alguien gana pasta con todo esto?
Esto es el gran secreto del porno, y alguien debería escribir sobre ello. Y ese alguien debería ser yo, no tú. [Risas] Es broma. Básicamente lo gestiona una compañía americana muy grande que anteriormente se llamaba Manwin y ahora ha cambiado su nombre a MindGeek. Esta empresa posee el 90% de las productoras de porno del mundo. Todo el dinero de las productoras va a Manwin.
¡Qué dices! Esto es como descubrir la conspiración mundial más grande de la historia. ¡Es el Pulitzer!
Casi todas las productoras mainstream que puedas tener en la cabeza: Reality Kings, Brazzers…
¿Las antiguas como Private también?
No, Private va por libre. Pero de las grandes, casi todas están dentro de esta misma compañía, que además es la poseedora de casi todos los tubes: Youporn, Twistys… Esta gran compañía tiene sus diferentes líneas de producción —Brazzers es diferente a Reality Kings, por ejemplo—, y lo que hacen es coger vídeos de sus diferentes compañías y, este es el punto clave, los ponen en baja calidad, en Xvideos, Youporn, Pornotube, etc. Lo que están haciendo es que el consumidor vea esos vídeos y, si tiene dinero y le interesan, clicará en la esquinita donde hay un enlace a Reality Kings para hacerse miembro y verlos a mejor calidad o ver más vídeos de la misma actriz. Se mete en la web y se hace miembro. Esa es la gran estrategia de mercado.
Creía que pesaría mucho más la gratuidad que el interés. No imaginaba que existiese el gourmet del porno.
Con los torrents la gente va a encontrar estas cosas gratis sí o sí. Entonces, mejor ofrecerlo gratis desde tu propia plataforma y que alguna gente pague, que no que otras personas que no conoces lo consigan gratis sí o sí. Lo que sucede es que en estas plataformas el usuario puede subir sus vídeos, y los usuarios suben vídeos de webs que no están en esta gran compañía, haciendo una competencia desleal a los otros. Porque si yo tengo Reality Kings me mola que mi vídeo esté en Youporn porque la gente va a ir a Reality Kings, pero si soy X-Art, que no tengo nada que ver con Reality Kings, que mi vídeo esté ahí me jode la vida, porque la gente no va a ir a mi web. Es muy interesante.
Haciendo un paralelismo con la música, no tiene la misma mentalidad el que escucha punk-rock obtuso, como es mi caso, que quien escucha a Leonard Cohen. ¿Cómo ves tú a tu público?
[Risas] Es una buena pregunta, porque existen diferentes frentes. Por una parte está el consumidor de porno estándar, que lo que quiere es hacerse una paja y le gustas porque estás buena, porque eres pelirroja o porque eres joven, y luego tengo una cantidad de público relativamente grande que no ve o ve muy poco mis películas, y lo que son es seguidores de mi blog, de mi Twitter, de mi web… Del discurso político que estoy planteando.
Discurso político sobre la sexualidad, sobre cómo tomarla…
Exacto. Obviamente ambos círculos interseccionan y en el medio está la gente a quien, además de gustarles físicamente y mirar mis películas, se interesan por lo que digo.
La intersección entre, ejem, pajeros y los que escuchan, vaya.
[Risas] Sí. Todo es bienvenido porque me parece increíble que haya gente siguiendo mi trabajo por el motivo que sea, pero es interesante porque en el mundo del porno la gente sigue a las actrices por la primera opción, no por la segunda, y el hecho de que esta segunda opción exista y ambas interseccionen es fascinante.
Marilyn Monroe no dejaba de leer teatro y andar por ahí con literatos, pero la gente la seguía viendo como un mero objeto sexual. Es una queja recurrente entre la gente que se hace famosa por su cuerpo, como es tu caso. Vale que es a lo que te dedicas, ¿pero no hay una parte de resquemor? ¿De querer que vean tu «yo real»?
No, para nada, estoy agradecida de que exista la segunda opción, pero dedicándome a algo tan básico como la pornografía, que tiene que ver con tu cuerpo, con tu cara y con cómo folles, me parece obvio que la gente me conozca por ese aspecto y maravilloso que además se interesen por el otro.
La lógica del camino que has escogido es que la gente se interese por tu cuerpo.
Claro, lo otro viene de bonus-track, y es maravilloso. Me parece un sueño que alguien me pueda pagar por escribir, por ejemplo, porque es una cosa que me encanta y que llevo haciendo desde siempre. El hecho de que una cosa sirva para visibilizar a la otra, bienvenido sea.
Te he leído alguna vez hablando de la volatilidad de la belleza física, y nunca había visto esto en una pornstar. Porque en el porno no puedes envejecer, es anatema. Bueno, ahora sí, con tantas disciplinas como hay…
Es lo primero que tienes que pensar cuando te dedicas a algo en lo que tu cuerpo y tu cara tienen que ver, sobre todo porque hay una fecha de caducidad. Y esa fecha no es solo el envejecimiento, también puede ser que te pase algo. Si ahora tengo un accidente y me rompo una pierna nadie me va a contratar. Y esto tienes que tenerlo en mente.
Ya, ese fetiche no existe aún. Que yo sepa. Veinteañeras escayoladas…
Pues sí existe, pero no conseguiría tanto trabajo como ahora. [Risas] Obviamente, cuando te dedicas a algo que tiene que ver con tu imagen, desde el primer momento tienes que pensar que se puede acabar. Puedes tener un accidente, puedes envejecer, te puede pasar algo… Hay muchos factores.
Una entrada de tu blog se titula «Pequeño acercamiento a la percepción de las relaciones emocionales». Pensé: ¿Es esta chica la listilla del porno? ¿La llaman empollona en los sets?
[Carcajada] La lista de la clase. Hay muchas personas que tienen mucho que decir, pero nadie les da el medio o no saben cómo encontrarlo. Hay mucha gente que tendría unos discursos muy interesantes si se les diese la forma de llevarlos al gran público. Empecé el blog sin ninguna expectativa de que pudiera llegar a este alcance. Lo empecé porque hace tres años me iba a vivir a América y estaba muy nerviosa y necesitaba escribir lo que me pasaba. Y la cosa fue desarrollándose.
En el pasado ha habido alguna actriz a la que se le conocían veleidades rocanroleras, pero ahora es un sueño geek hecho realidad: estrellas porno con aficiones tolkienianas.
Eso es interesante. Porque cuando te haces fan de una persona te haces fan también de su universo personal, y eso es lo más interesante. Visibilizar eso me parece delicioso, me parece una apertura mental y un descubrimiento increíble. Ves a alguien que te gusta y entonces descubres que lee lo mismo que tú. ¡Gracias internet! [ríe]
En esto sí que te debes sentir más acompañada. Porque hoy en día existe como una crew de actrices con veleidades literarias, afición al tatuaje rocanrolero… Sasha Grey, Stoya, en España está Silvia Rubí, que viene del rollo hardcore, Irina Vega…
Hay mucha más gente, pero ellas en concreto lo han visibilizado.
¿Tú sientes alguna afinidad particular con ellas? ¿Os sentís parte de algún tipo de escena? (los periodistas siempre intentamos descubrir escenas).
No dentro del porno. De hecho, dentro del porno me siento una rara avis. Fui al Salón Erótico de Barcelona en octubre y decidí no ir como actriz invitada, porque no me gusta hacer shows en público, no me gusta mucho el ambiente, así que fui como espectadora. Hay muy buen rollo, es muy divertido, pero no me siento en el rol de actriz cuando estoy en un show erótico. Me apunté a las charlas para especialistas del sector. Fui a la de bloggers y periodistas de la industria. Y cuando llegué allí vi que tampoco pertenecía a ese mundo. Era un rollo sórdido, pero sórdido al estilo Salsa Rosa. Del tipo «tú dijiste en tu blog que yo dije que aquella se había operado…». Nadie hablaba de porno, nadie hablaba de filosofía de la imagen, lo que antes te contaba que yo hablé en una mesa redonda con Andrés Barba. Por eso no me veo dentro del mundo de las actrices, no me veo dentro del Salón Erótico, no me veo dentro del mundo de los periodistas… ¿Dónde estoy? Bueno, yo me decidí a ir por libre.
También en El gran Lebowski se ríen de un viejo cliché del porno, eso de «el porno no está aquí abajo, sino aquí, en la cabeza». Y en Boogie Nights aparece el típico director que anhela hacer filmes «de calidad», con trama y guion… ¿El porno con trama funciona, o la gente sigue pulsando el fast forward clásico hacia las escenas sucias?
Es peligroso generalizar. Es como preguntar si al público general le gusta la comedia o el drama. Pues dependerá. Pero hay mucha gente a la que le gusta que haya guion. Y te voy a poner dos ejemplos. El primero es una producción que ha hecho Bobby Perú en Alicante y se llama Outland. El otro día estaba viendo el tráiler en mi casa y mi chico me preguntó si eso era porno o era una película. El nivel de grabación, de cinematografía, es increíble, es delicioso… Y además hay sexo. En el porno actual hemos olvidado el de los años ochenta y noventa, el de la época dorada, cuando venía Tinto Brass con Los burdeles de Paprika y la gente alucinaba. No solo era pornográfico, sino también cinematográfico. Y no solamente llamaba al consumidor de porno, sino también el de cine, porque son pelis que da gusto ver por la imagen, por la calidad de la fotografía… Con la aparición de internet y la producción de escenas en masa todo esto se perdió, pero sigo apoyando a los que intentan tirar por allí, porque me parece igual de interesante. De hecho, mi proyecto de fin de carrera eran las mezclas entre el lenguaje artístico, el pornográfico y el cinematográfico, y cómo se pueden mezclar los tres y que, aun así, sea excitante. Y es que no hay que olvidar que la finalidad del porno es la excitación.
Estoy de acuerdo contigo en que se pueden mezclar, pero por ejemplo en narrativa yo compartimentalizo. A mí el sexo en novelas me molesta más de lo que me interesa. En una trama me estorba el folleteo, quizá porque ya sé lo que va a ocurrir. Estoy siguiendo una trama y un desarrollo de unos personajes y de pronto me encuentro con algo que me es familiar en exceso.
Depende de cómo se cuente y cómo se planteen los personajes. Igual que en una película normal el sexo gratuito estorba y no tiene que ver con la trama, pero si se va construyendo una situación en la cual los personajes lo están buscando y al final sucede a mí sí me parece que puede aumentar la calidad literaria. Me parece hipócrita que se omita el sexo en todas las obras supuestamente artísticas, como si el sexo perteneciera a otra área del conocimiento y fuera sucio, turbio y moralmente reprobable.
Yo no lo decía por lo turbio, sino por lo familiar. Porque ya sé qué va a suceder, básicamente, y eso me aburre.
Imagina que pudieses leer una historia en la que los personajes por el motivo que sea acaban practicando sexo y, durante la acción sexual, acabas descubriendo algo de un personaje. Depende de cómo esté construido.
¿Qué opinas del extraño fenómeno Cincuenta sombras de Grey? Es un superventas tremendo en una época en que las novelas se venden muy mal.
Odio Cincuenta sombras de Grey. Aún no sé cuál es tu pregunta, pero quiero dejar constancia de ello [ríe].
La pregunta es por qué la gente lo compra. Es basura mainstream que funciona.
¿Me estás preguntando por qué funciona la basura mainstream? [Carcajadas]
Tienes razón, es la pregunta más autocontestada que he hecho en la vida. Me interesaba conocer el punto de vista de alguien que trabaja con sexualidad. ¿Por qué ha triunfado tanto esa porquería de libro? Porque siempre ha habido literatura pulp y literatura erótica…
Mira, yo creo que aprovecha el tirón de Crepúsculo y de literatura adolescente barata.
Con pollas en medio. El viejo truco.
Exacto. Es literatura para adolescentes enfocada a no adolescentes. Agarra un ideal de amor romántico y lo mezcla con toques «picantes». Es como leerte la sección de sexo de la Super Pop.
Jazmín con tetas.
Sí. Es como cuando en la Vogue te dicen que para endulzar tus aventuras sexuales tienes que practicar sexo en el suelo de la cocina. ¿Pero qué coño me estás contando? ¡Habla con tu novio y mira qué podéis hacer!
Mi sensación es que el porno siempre había estado dirigido a machos hirsutos y ahora esto está cambiando.
Esto también es interesante. Uno de los problemas de la pornografía actual es que no hay diversidad de miradas. El porno actual está hecho por y para un público masculino, occidental, heterosexual, heteropatriarcal, heteronormativo… Una serie de adjetivos….
Que empiezan con hetero, ya lo veo.
Sí. Se dirige a un porcentaje de la población relativamente pequeño. Hay mucho hueco de mercado. Lo que sucede es que en el mundo del porno actual un 90% de las producciones que se hacen están dirigidas por antiguos actores. Se dedican a representar y repetir un modelo manido, casposo y anticuado que se hacía en los años ochenta. Llevamos veinte años haciendo el mismo porno. Si coges una escena de hace diez años y una escena actual puedes intercambiar a las actrices y a los actores y es exactamente lo mismo. Hace falta diversidad de miradas. Que las chicas hagan porno. Pero no por lo feminista o transexual o no-heteropatriarcal, abajo las etiquetas, lo que quiero es que haya diferentes miradas, diferentes personas con diferentes estratos sociales, culturales, diferentes condiciones sexuales… Más gente haciendo porno. Que no haya solo antiguos actores masculinos, occidentales, blancos y heteropatriarcales, porque [simula pegarse un tiro en la sien], puaf, estamos todos cansados de ver el mismo tipo de pornografía. Ahora mismo están apareciendo otros modelos de representación, como Erika Lust, algunas chicas en América, otras en Europa… Van haciendo otras cosas. Más o menos interesantes, pero diferentes.
Y más destinados a chicas.
[Dubitativa]. Mmm. Sí, ese discurso existe en algunos casos. El discurso que ha tenido Erika, por ejemplo, es el del porno por y para mujeres, pero después de haber trabajado con ella yo lo llamaría pornografía ética, y quiero que esta palabra se acuñe: Pornografía Ética. Esto es lo que hace falta en el porno: que haya igualdad en todos los sentidos, sobre todo en la representación de la sexualidad. Las historias del porno actual giran en torno a la niñera cachonda, el fontanero supermusculoso, me cansa.
El profesor con la alumna… La clase docente tiene que estar masturbándose con furia bíblica, porque veo mucha oferta dirigida a ese nicho de mercado concreto.
[Carcajeándose] ¿Y qué me dices del pizzero con la polla dentro de una pizza? Eso me aburre…
¿Hay más machismo en tu industria que en otras? Porque ya te digo que el rocanrol, por desgracia, sigue siendo cosa de hombres. Como el coñac.
«Como el coñac» [ríe]. Pues mira, hay muchos matices que hacer. Empezaré diciendo que sí, hay machismo en el porno. Pero sobre todo, y este es el matiz clave, lo que hay son relaciones de poder. Y este es el verdadero problema. Mira, Pamela Palenciano habla básicamente de eso, y ahora utilizaré varias de sus frases, porque su discurso es increíble. Ella habla en general, pero es totalmente aplicable al porno. Como actriz estás en una situación de inferioridad respecto a las productoras, los agentes, los directores… Respecto a todo el mundo. Al final eres la pieza principal de la producción y la que es ninguneada por todo el mundo.
Sé de lo que me hablas. A los novelistas nos sucede a menudo.
En realidad sí. Es lo mismo. Eres la persona que está haciendo el trabajo y de la que se está riendo todo el mundo y de quien todo el mundo se intenta aprovechar. Siendo este un mundo hecho por y para hombres e inmerso en un círculo vicioso de heteropatriarcado y normatividad se siguen unos modelos de conducta degradantes hacia la mujer. Y con esto no me refiero a las prácticas, porque hay quien se queja de que a las chicas se les corren en la cara o les hacen hacer una felación. Porque eso, si es consentido, me parece maravilloso. El problema no son las prácticas, son los argumentos, donde se plantea a la chica como la puta a la que puedes comprar por dinero. Y hay productoras que presentan esto como la historia principal de sus producciones. Sin ir más lejos, el otro día en Budapest rodaba una escena para Mofos, que es una compañía americana, también del grupo de Manwin, y en la historia yo soy una mendiga que está pidiendo por la calle, y de repente viene un tío con la cámara en mano y me ofrece dinero para que le haga una mamada. Lo hago, y me acaba pagando más dinero para que vayamos a su casa para que me acueste con él. ¿Cuántas historias como esta hemos visto en el porno? Estoy cansadísima. Si fuese un tanto por ciento mínimo o normal vale, pero es que un tanto por ciento muy alto de las producciones pornográficas se basan en este modelo: la chica es una puta a la que se compra por dinero, la actriz porno es una mujer fácil, es una mujer accesible e insaciable que lo haría todo por dinero. Y he aquí el concepto: «lo haría todo por dinero». Por Dios. ¿No podemos presentarnos como personas normales? Con la libido alta y con apetencia por mostrar nuestra sexualidad, pero no diosas insaciables. Al final es un modelo que no es cierto en ningún caso.
Quizá por cosas como estas, si dices que eres usuario porno en un entorno de izquierdas se te etiqueta como bruto pajeador loco y machista. Cuando esto es cierto solo si te atienes a ese tipo de guiones, que sí son de dominación bárbara.
Yo me considero feminista, y recibo cientos de mensajes diciéndome que no puedo ser feminista y estar en el porno, porque estoy apoyando una sociedad patriarcal. Primero, no todo el porno es así. Y segundo, no hay discurso más feminista que ser tú misma la que decide qué hacer con tu propio cuerpo.
¿Hasta qué punto la gente te reconoce por la calle?
En Madrid y Barcelona me pasa bastante. En los últimos tres AVE que he cogido me han reconocido, lo que me resultaba muy gracioso. Incluso la última vez recibí un tweet diciendo «Qué guay, estoy en el AVE y a mi lado está Amarna Miller». Y acabamos hablando. Por la calle sí me reconocen. Tampoco una cosa loca, pero también a la gente le da un poco de vergüenza decírtelo cara a cara, porque implicaría un «Te he visto en bolas, te he visto follando». Pero luego sí recibo mensajes por Facebook o Twitter diciéndome que me habían visto corriendo por Sol con una camiseta de Pikachu [ríe]. Pues sí, en efecto; esa era yo. Este mismo verano en Kyoto estaba entrando en una residencia de artistas donde me quedaba a dormir y tropecé en la puerta con alguien, y me salió la disculpa en español. Y el chico también era español y me dijo: «¡Tú eres Amarna Miller!». ¡En Kyoto! Era una banda de músicos de Barcelona que estaban de gira por Japón, y me hizo mucha gracia que alguien me reconociera allí.
Terminamos: ¿qué es lo más negativo de tu trabajo? En el caso del novelista es el aislamiento y la soledad, por ejemplo (según lo veo yo).
Ya. En mi caso, llega un punto en que cansa que la gente te confunda con una prostituta. Estoy a favor de la prostitución, pero el hecho de que me confundan con una prostituta me hastía. Otra de las cosas que no me gustan no tiene que ver con la pornografía, sino con ser un personaje público, y es que la gente asume que te conoce solo por haber visto cierta parte de tu personalidad. Leen tu blog y ya creen que te conocen, y entonces me abordan por la calle diciendo: «Hola, Marina, ¿qué tal?». Me siento un poco violada, porque lo que está viendo de mí es el tanto por ciento que yo quiero mostrar. Si se tratara de un amigo me encantaría que me abordase así, pero siendo un completo desconocido me resulta agresivo que alguien presuma de conocerme. El hecho de ser un personaje público dificulta el conocer a personas, porque esas personas ya saben cosas sobre ti y sobre tu personalidad, y tú nada sobre ellas. La barrera de la confianza queda traspuesta, porque esa persona sabe cosas de ti que a lo mejor no le has contado. Y eso es raro.
«Me parece hipócrita que se omita el sexo en todas las obras supuestamente artísticas».
Que se lo digan al señor Houellebecq.
Sin que venga mucho al caso con el global de la entrevista, me hizo gracia lo de imaginar a Robert Smith en pijama. Hará cosa de 10 u 11 años estaba currando en un festival en el que tocaban The Cure, y así sobre media tarde apareció por el recinto el señor Smith y me comentó un colega «mira tío, acaba de entrar el de los Cure». Me acerqué esperando ver a un personaje rodeado de un halo de misterio y venía con su peinado y su maquillaje típicos… pero con un chandal adidas bastante ajado (y probablemente comprado cuando pesaba 15 kilos menos, porque se notaba que le iba apretado). En fin, una mera anécdota que se me viene a la cabeza leyendo esta entrevista.
Una entrevista muy interesante, pero me chirría eso de ‘deberías hacer porno porque te gusta’
Si ves que puedes empalmar frente los focos, no te molesta que se te corran 20 fulanos gordos en la cara o no te importa que te escupan en la boca mientras te abofetean porque al final te pagan X cantidad de pasta que tu consideras necesaria, adelante; ve a un casting y a ganarse las pelas. Lo de trabajar porno porque te gusta suena muy bonito pero es una quimera.Y respecto a lo de los actores, recomiendo leer una entrevista en Orgasmatrix a un ex-actor bastante interesante llamado Danny Wilde (creo que era así) sobre el uso de productos ‘pa empalmar’, por parte, en sus palabras, de casi todos los actores de la industria yanqui y que al propio Danny casi le cuesta literalmente la pol**. El tío también está muy leído y creo que además tiene una banda de metal industrial y no sé si ha escrito algún libro, además de ser un actor ‘mainstream’ que ha actuado tanto en escenas gays como hetero.
+10 puntos por la fase de Iwrestledabearonce.
Escupir en la boca mientras te abofetean?? Por Dios,pero que tipo de porno ves tu?
Si tanto le sorprende poco porno ha visto usted.
… O ha visto mucho porno, pero no el mismo que usted
entonces el que no has visto porno eres tú…..eso se encuentra en el nivel 0,5 en una escala «hard level» de 0 a 10…
Leído, cielo :) muy interesantes la entrevista y tus opiniones.
http://leticia-roig.blogspot.com.es/2014/11/carta-abierta-actriz-porno-sobre-las.html
Muy buena entrevista, pero ABSOLUTAMENTE FANTÁSTICO el discurso de Amarna. Me encanta el planteamiento feminista y el enfoque (crítica) de género. Me ha absorbido de principio a fin.
(Y además, también soy fan de Harry Potter y aborrezco Cincuenta Sombras de Grey, jaja).
Pero si Robert Smith siempre va en pijama! Muy fan de la obra de esta ARTISTA con mayúsculas.
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Esa chica te supera notablemente. He notado en toda tu entrevista tus intentos por inferiorizarla indirectamente continuamente de forma absurda, y sin embargo, en vez de dejarla mal, has quedado tú peor. Te ha dado un buen discurso y lección, mostrando su alta autoestima, y ha sido respetuosa, al contrario que tú.
¿En serio? ¿Algún ejemplo? Porque no le encuentro sentido a tu comentario, sinceramente.
Si no lo digo reviento: El verbo «inferiorizar» no existe. Y por otro lado me parece que tu comentario no tiene ninguna base.
+1
Absolutamente de acuerdo. Las respuestas correctas, las preguntas enmascaraban la intencionalidad.
El entrevistador me pareció que abusaba del «name-dropping», un poco desubicado y con una actitud ensimismada en muchas preguntas. ¿Qué me importan tus observaciones sobre ser novelista o periodista si estamos intentando conocer a Amarna?
Un buen personaje que no fue explorado a su máximo potencial por culpa del ego del entrevistador.
De acuerdo contigo. Muy interesante la entrevistada, pero el entrevistador demasiado ‘yo, mi, me, conmigo’, no aprovecha para nada a una persona bastante interesante, además de que se marca un egotrip de primera división en sus preguntas/divagaciones innecesarias.
Tal cual! pensé eso mismo: muy malo el entrevistador, empañó la charla, puro ego, es un estilo para entrevistar, esos que quieren pavonearse.
Lo del ego de este entrevistador es de traca y un caso clínico. Cuando ya al principio leí «A lo largo de mi vasto y azaroso currículo […]» estuve a punto de dejar ahí la entrevista. O también cuando suelta que le aburren las escenas de sexo en el cine o literatura porque es «algo que le es familiar en exceso». Como dice alguien en un post anterior, cuando leemos una entrevista queremos conocer al personaje y, si esa es tu forma de conectar con el entrevistado (¿?), deberías de buscarte otra porque al final pasa lo que pasa, y terminas «retratado».
Sin afán destructivo sostengo el comentario de Andrés ya que lo pensé varias veces a lo largo de la entrevista.
Los entrevistadores muchas veces nos ensimismamos en tratar de hacernos resaltar en la entrevista junto con el entrevistado y hacemos que el ritmo se pierda y se nos vea el plumero intentando fardar de ocurrentes eruditos. Tenemos que controlarnos más, parafrasear menos y centrarnos en conducir al entrevistado para que se sienta cómodo a hablar más.
Simplemente una opinión más sobre una buena entrevista que quizás podría haber dado más de si.
Lo que más gracia me hizo fue lo de repetir una y otra vez eso de que ella se considera feminista y no se dedica al porno profesionalmente ni para ganar dinero sino como un hobby, pero bien que alimenta el porno heteropatriarcal con el que quiere acabar cuando cuenta la anécdota sobre un rodaje en Budapest. Según ella no vive de esto, ni es su trabajo, sólo su hobby, además de tener una productora productora. Yo creo que sí tienes la necesidad de vivir del porno, sino no, según tus principios, no lharías estas escenas.
Lo que más me ha molestado a mí ha sido precisamente su uso de términos neolingüísticos como «heteropatriarcal» y «heteronormativo», que lo hetero va camino de convertirse en el muñeco de pimpampun de las minorías otrora oprimidas y, al parecer, con vocación de opresoras (ya decía aquel que el esclavo no aspira a ser libre, sino a convertirse en amo)
A los que le seguimos hace tiempo no nos sorprende, pero la acuciante nece(si)dad del señor Amat por ser él y solamente él el protagonista de todas las entrevistas que hace es ciertamente preocupante.
«La visión que se vende siempre de la industria está muy estandarizada (…) «chica con problemas familiares de una familia desestructurada»»
Lo de familia desestructurada, por más que se utilice, no significa nada concreto. Además, todas las familias tienen estructura :)
Vivir hasta los seis años con padres mayores sin relacionarse con otros niños y dentro de una casa de la que apenas salía y luego ser el patito feo del colegio es de manual de psicología.
Esta claro que una persona que se dedica al porno va a estar «encasillada»… prejucios? ufff no se, a lo mejor habra que ver esto con perspectiva dentro de unos años, a día de hoy está claro que su «atrayente» no es ser «culta» de por sí, sino ser «culta» dentro del porno (como dice la entrevista otras antes ya han tomado ese camino).
La entrevista muy buena.
La chica es interesante, a mi me gusta lo que escribe y sus opiniones.
La chica es guapa, estilo chica publicidad Tampax o agua Evián, pero guapa.
En definitiva, casi todo lo que conozco de ella me gusta.
Digo «casi», porque lo único que no me gusta de ella es como actriz porno: cuando actúa tengo la impresión que o bien tiene una semisonrisa que viene y va, o a veces directamente parece que está descojonada.
Muy interesante tu punto de vista. Buscaré alguna de tus pelis :)
«Es una actriz inusual, en el sentido de que suele hablar de literatura o manga o ciencia ficción en sus entrevistas (se bautizó Miller por Henry Miller, sin ir más lejos)».
Bendito sea el mundo éste en que vivimos, en el cual citar el nombre de un autor es ya un símbolo de cultura; y de estatus cultural y racional inapelable. Y si encima habla de que lee manga, o hasta libros, apaga y vámonos. ¡Si piensa y todo!
No me meto con la actriz («sólo me desnudo si lo exige el guión», dijo la actriz porno: que reza el chiste), sino con el superficial modo de presentarla.
Total de acuerdo con Javier C.
Seguro que Kiko Amat es un gran periodista eso nunca lo pondría en duda. En realidad soy asiduo en sus artículos en Rockdelux. Pero me parece que en este artículo ha tirado de tópicos y ha usado el tradicional «profesional del balompié/baloncesto/… cultivado que todo el mundo pensaba que era un zoquete».
El personaje seguramente tenia mas jugo y nos podría haber mostrado mas cosas sobre el género (Al final me he quedado con que el 90% del porno es propiedad de una sola empresa).
De todos modos hay que reconocer que es un tema aun controvertido y poco explorado en el periodismo convencional.
Pingback: Porn, porn, porn: Kiko Amat entrevista a Amarna Miller | Bendito Atraso
Extraña reacción incriminatoria contra Kiko Amat. ¿Alguno de vosotros es lector de Rockdelux? Hace años, muchos, que sigo la trayectoria del Amat y el ínclito Kiko puede ser acusado de varias cosas, pero siempre ha sido claro como el agua. Es visceral, entregado a sus causas, equivocadas o no, poco racional en ocasiones, entusiasta, ligeramente ególatra (primera piedra y todo eso), autodidacta, y apasionado. Pasión, extraña palabra que ha sido desterrada con furia de la crítica, de la literaria, de la musical, de la personal. Y si, chica interesante ésta y con cosas que decir (y que hacer, que duda cabe). Pero, una pregunta: releo una vez más la entrevista. ¿Quién suena más pretencioso entre parte contratante primera y segunda? Y pretencioso alude en esta ocasión a pretender, a parecer ser lo que no se es. O a parecer «más de lo que se es». Un mal de muchos, un mal de todos. Y esta chica resulta impostada, pero interesante pese a todo. Y con el pelo rojizo, a lo que parece, el señor Amat me perdonará el atrevimiento, pero la veo más «Come on Eileen» que visionaria del hardcore milenario y troglodita. Gracias.
Bon dia Kiko :) fem una al Canigó?
Una entrevista de lo más interesante, en cuanto a mostrar la persona detrás del porno (por decirlo de alguna manera).
A propósito del titular, no he podido evitar acordarme de Luis Quiles y su controvertida obra… Si os interesa:
http://codigonuevo.com/si-te-censuran-algo-estas-haciendo-bien/
pues ya sabes, chica, CREA…
No acabo de entender la obsesión que tienen algunos por dignificar o dotar de trascendencia a un género que jamás pasará de ser mera asistencia a la masturbación.
Me sorprende no leer artículos similares reivindicando las posibilidades artísticas de su medio a, qué sé yo, actores/directores de videos de autoayuda, escritores de instrucciones de electrodomésticos, o fotógrafos de fichas policiales.
Por otro lado uno, que ya tiene unos años, no puede evitar sentir que está escuchando desvariar a una chiquilla con un par de lecturas mal asimiladas mientras comete un error del que, cuando tenga más edad, experiencia, y otras prioridades en la vida, se arrepentirá…
Muy buen punto!
Alguien debería explicarle al Sr. Amat que si entrevista a alguien la opinión que nos interesa es la del entrevistado y no la del entrevistador. Por lo demás, genial.
Esto no es nada, si lees la entrevista a Pelcanos, flipas.
Hablar de «heteropatriarcalidad» en el género pornográfico es un puro «purparlé». La corriente principal es no ya machista sino degradante, tanto para hombres como para mujeres. Entiendo que hay gente para todo pero esos horrores perpetrados por productoras como las que la chica nombra (Reality Kings, Brazzers…) son caricaturas de cópulas entre caricaturas de hombres y caricaturas de mujeres. No entiendo las tetas operadas ni soporto los músculos de los brutos sementales; no me gustan las artificiosas acrobacias ni los coitos convertidos en puro ritual que sigue un esquema prefijado fácil de seguir a lo largo de una y mil películas similares.
Sigo ahora con una «separata». El discurso feminista de hoy en día me parece pura mierda. Yo soy, para qué negarlo, de los que han incorporado el «gender» anglosajón no como «género» sino como «jenaro». No creo que una actriz porno gane mucho incorporando a su lenguaje los tópicos de los prohibionistas/»abolicionistas»/redentores. Creo en la lucha de clases mucho antes que en la lucha de sexos y pienso que el postmodernismo ha dañado acaso irreversiblemente a la izquierda.
Continúo con el tema principal: yo no tendría problema en ser amigo (en mis circunstancias no podría ser otra cosa) de una puta o de una actriz porno pero creo que jamás podría excitarme viendo una de sus películas. Con esta chica me sucede algo así: creo que, tras leer esta entrevista, nunca podré ver una de sus películas o, al menos, disfrutar con ellas. Pese a lo que he dicho en el primer párrafo, soy consumidor del género pero me gusta no sólo la naturalidad sino, sobre todo, la distancia. Me gusta que me hagan creer que la pornografía está hecha por personas reales retratando situaciones que pueda aceptar como reales porque necesito que me resulte verosímil: y por eso rehúyo las vertientes más grotescas. Eso no quiere decir que no busque a veces exageraciones o distorsiones, pero en esos casos ya sé que lo que estoy viendo es tan falso como las relaciones sexuales que nos pueden presentar en los telefilmes de sobremesa. Busco en la pornografía una especie de elefante blanco, no muy distinto del que suelo buscar en el cine normal: personas que representen su papel y lo hagan bien, llevándome a creer que lo que estoy viendo es -y ya sé que suena a broma o a exceso de inocencia o a saber qué- aceptablemente real (a no ser que quiera cine fantástico, que es cuando sé qué es lo que espero que me den y, desde luego, de realismo el justo). Dentro de los estrechísimos márgenes del género es acaso pedir demasiado pero, como dice Dolmancé, «¡Ah, joder! ¿Puede ser uno delicado cuando la tiene tiesa?».
En cualquier caso, deseo a esta chica que tenga suerte en sus carreras.
Sí, a mi me pasa lo mismo, después de leer la entrevista a Xabi Alonso en Jot Down ya no soy capaz de disfrutar de sus partidos.
…
Hacía tiempo que no leía tanto despropósito junto, de verdad.
Se nota que Dica ha dedicado horas y horas a estudiar la materia para así poder criticarla mejor
Cada uno es como es.
alguna recomendación sobre el tipo de porno que ves? muchas gracias!!
A mi me ha encantado lo de «nací en una familia de clase media-baja» para luego aclarar que vivía en un chalet de tres plantas y sus padres no tenían que trabajar porque vivían de rentas…
Rentas… antiguas :)
Jaja lo mismo pensé yo… Vivir en un chalet + vivir de rentas = clase alta
Cuanta mentira en los primeros parrafos. Los que te conocemos desde hace tiempo sabemos que es cierto y que no. Los que te hemos acompañado un gran tiempo hasta que has decidido que ya no mereciamos la pena. Cuanto has cambiado marina, marinaca.
Siempre fuí así, Manuel… lo que pasaba es que tenía que fingir otra actitud hasta conseguir mis siguientes objetivos entre los que no figurábais vosotros, amor…
zasca.
XDDDD
Lo de que esta mujer sea feminista me parece de traca… Realmente la personalidad de «cool girl» que se ha fabricado o en que se ha convertido es principalmente una fantasía masculina… Ni más ni menos que podría ser un personaje de una novela de Kiko Amat… Culta, misteriosa, liberal, postmoderna, artista… y además ¡actriz porno! ¿Es así porque quiere? o es producto del -voy a inventar una palabra- «neomachismo», que realmente es el machismo de toda la vida.
Lean a Gillian Flynn acerca del síndrome de «Cool Girl», no es que sea mi escritora favorita pero me parece una reflexión muy interesante para los tiempos que corren
Amén.
Muy bueno tu comentario!!!
Amén amén. Antes a las actrices porno no se las escuchaba, y parece que ahora sólo si eres o has sido actriz porno hay oídos dispuestos a escucharte.
Antaño vi bastante porno; por mi edad, ochentero y de los noventa; he leído también algunos libros sobre el tema, que siempre me interesó, entre ellos algunas biografías de actrices y alguno de Paco Gisbert, autoridad en la materia; también he visto el impagable documental que hicieron en el plus a la donostiarra Rebeca Linares, una referencia de verdad en este mundillo, o el de La piel vendida, y leyendo la entrevista no me creo nada de lo que dice esta chica. Todo suena como a música celestial, pinta un mundo de color de rosa que nada tiene que ver, al menos hasta donde conozco, con la industria X. Es más, con la deriva que ha tomado el porno, no le auguro un gran provenir yendo de la chica lista y cachonda que ha leído un montón. Ya veremos lo que dura en el ramo… Pero, en fin, ¡siempre nos quedará Salieri!
Me sorprende que diga «Ahora mismo están apareciendo otros modelos de representación, como Erika Lust, algunas chicas en América, otras en Europa… » Precisamente, Lust ha sido la primera en hablar del género pornográfico desde otra perspectiva que la habitual. Y desde hace más de 2-3 años. Y que esta, que no sé en qué entornos es conocida, diga que AHORA sale gente como Erika Lust, como cualquier cosa… pues es un poco sobrada.
Que se metiera a actriz para decidir lo que quería hacer, me parece muy bien pero en lo audiovisual el mejor puesto para decidir sobre tu obra es ser el director o el guionista.
Hace más de una década escribí un relato sobre todo esto. En él, mi visión no era tan dulce como la de esta mujer.
JUSTINE RELAY
(1994 – 2001)
El cuerpo sin vida de la actriz porno española Justine Relay (su verdadero nombre era María Lares Gómez), de 33 años de edad, apareció el pasado lunes en su casa de Barcelona. Fue su compañero sentimental, el director Samuel Magnífico, quien la encontró en la cama del dormitorio cuando llegó a primera hora de la mañana, después de un viaje de trabajo, al domicilio que compartían en la capital catalana. Al parecer, y según los primeros indicios, el fallecimiento de la actriz lo habría causado una sobredosis de somníferos, aunque se está a la espera de conocer el resultado definitivo de la autopsia. Consternados por el suceso, sus amigos y compañeros de profesión han manifestado que no había nada que hiciese presagiar tan trágico final. Precisamente, sólo dos semanas antes Justine había terminado de rodar en Budapest con Samuel el filme “La entrenadora IV”, última parte de una saga con la que, junto a otros títulos, la actriz española logró fama internacional.
Había leído la escueta noticia escondida en una página de cultura, sección cine, de un periódico madrileño, mientras hacía tiempo en la biblioteca municipal antes de acudir a la reunión de Alcohólicos Anónimos (en realidad se trataba de una simple charla entre personas que teníamos problemas con la bebida; dos tardes a la semana, la parroquia del barrio nos facilitaba el local y una chica, psicóloga voluntaria, dirigía las sesiones). Era el miércoles 12 de septiembre de 2001, y en el mundo no se escuchaba ni se leía ni se veía casi nada que no tuviese que ver con el atentado terrorista contra las torres del World Trade Center de Nueva York del día anterior. Leí la noticia por segunda vez y al acabar noté que necesitaba una copa imperiosamente.
La muerte de una persona joven siempre me ha provocado un desasosiego momentáneo, una especie de melancólica sensación de desamparo vital. En este caso se daba la circunstancia de que dicha persona era mi prima, la única prima que tuve en una familia donde habían predominado los varones. La noticia de su suicidio, además de sacudir mis recuerdos, como si una piedra hubiera sido lanzada sobre la superficie tranquila de un estanque, me llegaba en un momento personal delicado. Me habían despedido del trabajo a comienzos de año, y poco después mi pareja y yo rompimos tras media década juntos. Una mañana me soltó a bocajarro que estaba enamorada de otro, que se había liado con un compañero de trabajo, que sobraba en su vida, en suma. Funcionaria en el ministerio de Educación, el piso en el que vivíamos era de su propiedad, pero ella me concedió unos días para que lo abandonara llevándome mis pertenencias. De repente, engullido por una realidad despiadada, me encontré tan solo, desubicado y deprimido que en primavera regresé a casa de mis padres con el rabo entre las piernas. En mi ciudad natal, recién cumplidos los treinta y cinco, deambulando con mis pensamientos de fracaso absoluto y con una insoportable sensación de haber desperdiciado los mejores años de mi vida, caí en picado sin darme cuenta, toqué fondo con el alcohol como colchón para no lastimarme demasiado.
Al llegar a casa no estaban mis padres y, dada la hora, supuse que aún tardarían en llegar. Más tranquilo, aliviado tras los dos pacharanes que me había metido al cuerpo, entré en el salón, bajé la persiana y me senté en el sofá, a oscuras. Estuve pensando en mi prima un rato hasta que fui a mi habitación y busqué en la estantería donde aún guardaba una docena de cintas de vídeo con películas porno grabadas y algunas originales. Volví al salón, encendí el televisor e introduje en el vídeo la cinta de una de mis películas favoritas, Babylon Ultrasex, que databa de 1996. Tras los nombres de Rocco Siffredi, Angélica Bella, Francesco Malcom y Zara White, apareció, en letras doradas, el de Justine Relay.
La nitidez de mis recuerdos acerca de María, una nitidez completa y continuada, se situaba a partir de los trece o catorce años. Hasta entonces, aunque de niños pasábamos juntos siete u ocho semanas en verano con nuestros abuelos paternos, las huellas de algunas de sus pisadas se habían borrado en mi memoria o estaban difuminadas en exceso, con lo que habían perdido su significado. En la nitidez de mis primeros recuerdos acerca de María, “fútbol” era la palabra que emergía con más fuerza; y es que a pesar de contar con su propia cuadrilla de amigas, cuando la nuestra quedaba para jugar un partido en alguna de las eras del pueblo María se apuntaba la primera. En lo tocante al fútbol, y para regocijo nuestro, se comportaba como un chico más. Pero aquella relación puramente lúdica duró poco porque con el cambio al instituto su cuerpo y sus costumbres también variaron. ¡Y de qué manera! Ese verano María estaba desconocida. Se había convertido en una mujer plena y extraordinaria, casi tan alta como yo. Ese verano me habló con entusiasmo de sus nuevos compañeros de clase, entre los que había conocido a gente muy interesante con inquietudes afines: jóvenes vinculados a la actuación, la música, a talleres de escritura y pintura. Ingresó en un grupo de teatro que hacía, por lo que me contaba, unas representaciones un tanto alternativas y underground para la época. Incluso había llegado a salir unos meses con uno de los chicos del grupo. En el instituto se acrecentó también su afición por la lectura; le gustó mucho El guardián entre el centeno, que me incitó a leer y del que terminó regalándome un ejemplar, que yo aún conservaba, por mi dieciséis cumpleaños. Ya por aquel entonces, llegada la noche, en la oscuridad de mi cuarto revivía su cuerpo sudoroso, de piel morena y tersa, zambulléndose en la piscina del pueblo, y se me pasaban las horas fantaseando con ella, masturbándome repetidamente con el frenesí de un atormentado. A la prima se le arrima, reza, o rezaba, el dicho popular. No fue ése mi caso, y no por mi falta de ganas, pero, timorato, inocentón y sin desarrollar, en todos los sentidos, era poca cosa, yo, para que una mujer como ella, parentescos aparte, se hubiera fijado en mí. Y aún se me hizo más duro cuando, en años sucesivos, me eligió como confidente de sus cuitas sentimentales agosteñas.
A diferencia de mí, y en contra de la apetencia de su padre, ella no quiso ir a la universidad. No sé si tuvo algo que ver el que poco antes hubiese muerto su madre por culpa de un cáncer, pero finalizado COU entró a trabajar como dependienta en una tienda de ropa femenina de su ciudad, al tiempo que siguió participando en un grupo de teatro aficionado. Dos años después, con el dinero que había podido ahorrar, se marchó a Madrid, para disgusto de mi tío, con la idea de estudiar interpretación.
Resulta curiosa, sin embargo, la cruel independencia con la que nos tiraniza la memoria, su caprichosa selección de recuerdos. En mi caso, graba con más facilidad y precisión las emociones de un periodo o acontecimiento concretos, o los sentimientos que me provocó una determinada persona, que una descripción física. Mi memoria, en ese aspecto, no es fotográfica, ni siquiera pictórica. El poso que me deja una sensación siempre es mucho más duradero y fiable. Me resultaba más fácil evocar el carácter siempre dulce y cordial de María que evocarla físicamente, con una descripción fidedigna. Porque, además, yo conocí a varias María en el transcurso del tiempo: la María de quince años de melena color chocolate, ojos grises y boca sensual, mi amor juvenil no correspondido, muy poco tenía que ver con esa otra María de veintipocos años, cuando llegaba al pueblo por vacaciones convertida en una atractiva mujer de pelo corto y teñido de caoba, con un cuerpazo esculpido en el gimnasio, carente de inhibiciones y haciendo gala de un desparpajo desconocido, lo mismo que esa María poco o nada tuvo en común con la María, ya metamorfoseada en Justine, de caderas prominentes, pecho exuberante y natural, sexo depilado y culo rotundo.
En enero de 1993 yo me fui a trabajar a Madrid y nos distanciamos definitivamente, nunca más volví a coincidir con ella en los veranos (la saludé por última vez en el entierro de nuestra abuela, pero no llegamos a hablar, fue un visto y no visto). En ese lapso de tiempo, un día mi tío me dijo por teléfono al preguntarle por María que creía que se encontraba en Barcelona, trabajando en un espectáculo teatral o algo parecido, y que lo creía porque cada vez se veían menos y hablaba menos con ella, que parecía haberse vuelto una desagradecida y una descastada. En aquel entonces tampoco me sorprendió el laconismo y la aspereza de mi tío acerca de su hija; lo achaqué, simplemente, a rarezas de persona que está envejeciendo.
Un sábado del mes de julio de 1995 descubrí cuál era el verdadero oficio de mi prima. Un compañero de trabajo me había invitado a cenar en su casa en compañía de varios de sus amigos y mientras nos bebíamos unas copas con la cena, el anfitrión aprovechó para poner en el vídeo la película porno que había grabado de canal plus la noche anterior. Se titulaba Las exploradoras. En un principio no la reconocí, lo hice en cuanto un primer plano de su rostro surgió en la pantalla mamando vorazmente el miembro de su partenaire. ¡Aquella era la cara de mi prima María! ¡La María de mi infancia, de mi juventud! Miraba absorto las imágenes de la televisión y no podía creerlo… ¿Un sosia?… No, era ella. Era ella, seguro. Un inequívoco lunar a unos diez centímetros por debajo de su ombligo fue la prueba definitiva, irrefutable. Se lo había visto y nos lo había enseñado, ese precioso y céntrico lunar, multitud de veces; ahora, a su derecha, llevaba tatuada una pequeña mariposa. Era María, sí, sin ninguna duda. Anonadado por el insólito descubrimiento, enseguida lo anuncié a los allí reunidos, pero, como es natural, no me creyeron. ¿Yo, primo carnal, conocido siquiera, de semejante portento?… Vamos, hombre, ni de coña. Tan turbado estaba que ya no presté excesiva atención a la película, aunque unos días después se la pedí a mi compañero; al punto inicié un morboso peregrinaje por videoclubes y sexshops buscando películas en las que interviniese María, la actriz porno Justine Relay. Con el tiempo, y a pesar de que ya tenía pareja (nunca le dije que una prima mía se dedicaba a tal menester), me resultó muy fácil convertirme en uno de sus más fervientes seguidores.
Sólo a partir de esa noche comprendí muchas cosas. Comprendí por qué su padre, persona de misa dominical, conservadora, de carácter seco y severo, al enterarse un día (se lo confesó mi prima, me contaría mi padre después) de que su única hija follaba por dinero con hombres blancos y con hombres negros y con mujeres también, haciendo y dejándose hacer todo tipo de cochinadas, la había repudiado. Comprendí por qué jamás la mencionaba cuando hablabas con él, o echaba balones fuera cuando le preguntabas por su hija. Porque para la mentalidad de mi tío, el trabajo de mi prima era similar al de una puta. Sí, enterarse de qué forma se ganaba la vida su hija debió de ser demasiado para él. Y decidió cortar por lo sano. Tanto es así que llegó a prohibir que se mencionase el nombre de su hija en su presencia. Tanto es así que le hizo jurar a mi padre que nunca diría nada de eso al resto de la familia, incluidos nosotros, mi hermano y yo (mi madre sí que estaba al tanto). Puede que María follara por dinero con otros hombres y mujeres, pero mi tío no alcanzaba a distinguir la diferencia fundamental de una actriz porno con quien ejerce la prostitución. Las prostitutas, lo sean voluntariamente o no, lo sean de lujo o no, buscan el anonimato a toda costa, mientras que una actriz porno ansía la publicidad, los focos, el reconocimiento y hasta el estrellato. Mi tío le había confesado a mi padre con lágrimas en los ojos que por culpa de su asquerosa e indigna profesión le daba vergüenza salir a la calle en su ciudad, que hasta había notado cómo las miradas de sus compañeros en la fábrica eran diferentes, y que en el pueblo, cómo no, había sido objeto de todas las habladurías posibles y más. Mi tío no le perdonaba a mi prima que le hubiera arruinado la vida justo cuando más la había necesitado. El pobre hombre no comprendía nada. Tal vez por ello, para no herir aún más a su padre, para evitarle el oprobio o simplemente porque el suyo no tenía la sonoridad adecuada, mi prima se había (o le habían) cambiado el nombre. En cualquier caso, esa consideración creo que al final sirvió para alargar la vida de mi tío.
La primera vez que leí acerca de ella fue ese mismo año 95, en otoño, con motivo del Festival de Cine Erótico de Barcelona. Estuve a punto de ir a verla. En el reportaje dedicado al evento que encontré en una revista ya escribían de Justine como de una estrella emergente en el aún embrionario panorama del porno patrio, pero a la que ya se empezaban a rifar los directores y productores de medio continente para que actuase en sus películas. Justine destacaba no sólo por sus prestaciones sexuales en las escenas en las que participaba, sino por sus estimables dotes interpretativas, aspecto este del que carecían muchas de sus colegas, convertidas en eficientes y voluntariosas máquinas de follar, pero sólo eso.
Así la estaba viendo yo ahora: cómodamente sentada a horcajadas sobre Rocco, en un infatigable movimiento pélvico, con el descomunal pene del actor dentro de su vagina y un brillo de sudor en su lujurioso rostro, entre los pechos oscilantes… Estaba follando con Rocco, pero estaba follando conmigo, estaba follando para mí… Y a pesar de mi creciente excitación, no podía por menos que añorarla, no podía dejar de sentir una pena inmensa por ella, por mí también…
Dos años antes del cambio de milenio, ya instalada en EEUU (vivía en Los Ángeles), donde trabajaba para una de las mayores productoras de la industria, fue portada de la revista Primera Línea, en cuyas páginas interiores le realizaron una exclusiva y extensa entrevista en donde se la denominaba la “Antonio Banderas femenina” por ser otra pionera en cruzar el charco y trabajar en el poderoso porno norteamericano. Junto a la revista se ofrecía, opcionalmente, el vídeo de una de sus películas más famosas, Viciosas en la playa, rodada aquí con el director José María Ponce. Mi prima declaraba al periodista que la suya era una actividad muy exigente, en lo físico y en lo emocional, dentro de un mundo competitivo, muy machista y cargado de estereotipos, por lo que costaba mantener una pareja fuera del gremio y a veces acarreaba también pagar un alto precio familiar por la falta de aceptación (¿era una referencia velada a su propio padre?). Para ser actriz de un género como el porno, explicaba, se necesitaban además extraordinarias dosis de perseverancia, algo de talento y de osadía también. En ocasiones resultaba frustrante e ingrato, pero a ver qué en qué empleo no sucedía lo mismo. Desvelaba para los más profanos que detrás de una película, detrás de las escenas que veíamos en pantalla había mucho trabajo y que no era todo tan fácil ni tan real como podía parecer. Al fin y al cabo, era cine. Gracias a esa entrevista me puse al corriente de su azarosa vida desde su llegada a Madrid siendo una veinteañera. Según manifestaba, se matriculó en una escuela de interpretación al tiempo que trabajaba de camarera en un discopub; después hizo de gogó en una discoteca durante varios meses; fue entonces cuando le presentaron al copropietario de un local de streaptease a las afueras de la capital y pasó a trabajar para él dejando a un lado la interpretación; de streapper conoció a Dani Grande, actor porno y boy ocasional. Empezaron a salir y al cabo de medio año se marcharon a Barcelona, de donde él era originario. En la ciudad condal, acompañando a Dani a algunos rodajes, María contribuyó en media docena de películas como una simple figurante primero y después más activamente, aunque sólo entre bastidores. El siguiente peldaño fue animarse a participar en una escena con Dani y otra actriz para un filme que él estaba rodando en Praga. Casi al mismo tiempo, entre rodaje y rodaje, la contrataron junto a su chico para follar en directo en el prestigioso Bagdag, templo barcelonés del sexo. Contaba veinticinco años. Su carrera ya estaba lanzada. Además, descubrió que le gustaba el porno, lo encontraba excitante y a veces bien remunerado.
Su romance con Dani lo rompió para unirse sentimentalmente a otro actor al que conoció en uno de sus rodajes, el italoespañol Samuel Magnífico, quien luego acabaría pasándose también a la faceta de director y con el que mantenía una fructífera relación personal y profesional. Comentaba que su nombre cinematográfico lo había tomado de la protagonista del conocido libro del Marqués de Sade, porque la lectura seguía siendo una de sus aficiones favoritas, desde que era una niña, y, pensando en el retiro, entre sus proyectos futuros se encontraba escribir un libro donde plasmar sus vivencias en el cine X. Dijo que dependía mucho de las escenas y de los actores con los trabajaba a la hora de disfrutar del sexo en los rodajes (aunque reconocía que nunca había llegado a tener un orgasmo), y que como actriz no rechazaba casi nada, de ahí que no le importara rodar sexo anal, escenas lésbicas (a pesar de ser heterosexual) o de dobles penetraciones. Sumamente profesional y responsable en su trabajo, se lo tomaba siempre muy en serio, entregándose con fogosidad y derrochando auténtico erotismo en cada toma con independencia del tipo y la calidad de la producción y de cuál fuese su compañero o compañera de turno, algo que le había valido ser candidata dos años seguidos a los premios AVN (los oscars del ramo) así como a los Hot d’or, los galardones de la industria europea del porno. Era muy consciente del efecto que provocaba, sobre todo entre el público masculino, y en ocasiones eso le había acarreado algún que otro disgusto, pues había quien pensaba que por dedicarse a esa profesión era poco menos que una prostituta (¿otro recado para su padre?) y la podía tratar de cualquier manera, sin ningún respeto. Ella declaraba estar muy orgullosa de sus logros como actriz de cine, de cine para adultos. De hecho, había escrito en una ocasión en su página web (www.justinerelay.com) que le encantaba saber que numerosos hombres la tenían como fantasía sexual, como referencia onanista, porque eso alimentaba su morbo y le servía de estímulo para continuar trabajando.
Miraba fascinado un primerísimo plano de sus maravillosas nalgas, observaba cómo el falo de Rocco se introducía por su ano previamente lubricado, la penetraba hasta el fondo y sin apenas dificultad en una postura inverosímil, y me fijaba en cada gesto de placer simulado que el rostro de Justine componía al tiempo que se acariciaba el clítoris con sonoros jadeos…
A lo largo de su vertiginosa carrera compartió protagonismo y fluidos con lo más granado del viejo continente y del otro lado del Atlántico. Asimismo, estuvo a las órdenes de los mejores directores: en Europa Mario Salieri, Luca Damiano y Marc Dorcel, entre otros, contaron con ella en varias de sus producciones; también en los Estados Unidos trabajó con realizadores tan prestigiosos como Paul Thomas, James Avalon o Michael Ninn. En nuestro país lo hizo con el citado José María Ponce, y con su pareja, con quien, además de la película reseñada en la noticia, rodó Obsexión militar y La tutora cachonda.
Viéndola en la pantalla del televisor, mostrándose intensamente vital y generosa, conmovido por su belleza tan cercana y a la vez tan distante, me parecía mentira que estuviese muerta mientras me la cascaba una vez más y sabía que no sería la última; me masturbaba con desagradable tristeza mientras Justine-María, con el cabello desordenado, chupaba y chupaba el pene de Rocco ayudándose de la mano para que se corriera, para que me corriera yo, para que, como si se tratase de la culminación de un ritual inexorable, pudiese recibir en sus pechos, en su rostro o en su boca, el chorro de esperma del actor italiano.
Seis segundos después, en una sincronía casual, inútil y embarazosa, yo también eyaculaba y mis padres entraban por la puerta de la calle.
Su relato es ficción y el de Miller se basa en lo que ha vivido
No haces honor a tu nombre, Clemente, y estás como para que te encierren y tiren la llave.
¿¡…!?
¿Quién es Clemente, Alejo?
Dice que disfruta haciendo lo que hace. Hace un par de semanas conocí en Budapest, que es la capital europea del porno, a un actor porno español que había venido a grabar. Me dijo que él NO disfrutaba con lo que hacía, que era simplemente su trabajo.
También he de decir que mantuve una conversación con dicho actor e incluso fuimos a tomar una cerveza y me pareció una persona como otra cualquiera. Sinceramente, antes de conocerlo siempre pensé que los actor@s pornos eran todos de la chusma.
Muy buenas las fotografías, Alberto.
También se suele omitir a la gente cagando, y no por ello deja de ser un acto placentero.
Esta chica, Stoya, Sasha…las pocas, poquísimas actrices porno a quien les puedo poner nombre o «identidad», me dan mucha lástima, porque el porno es el género kleenex, de usar y tirar, y a otra cosa. El porno que ellas hacen (aún y quejarse en tooodas las entrevistas de que no hay revisionismo) es un producto que (after paja) te produce vergüenza ajena la cara de la susodicha lefada y congelada con el pause. No, Marina, pienso muy sinceramente que te estás equivocando y que los años te darán la perspectiva de la experiencia vital (no de la leída) y te lo digo que ya calzo unos añitos que el revisionismo de uno mismo con su propia vida y actos se convierte en algo cruel. Pienso que hacer porno en la era de internet es un error de proporciones incalculables, perder la intimidad por dinero de esta manera… (tu porno perdurará por los siglos de los siglos, será de utilidad a pajilleros que after verte dirán: «a otra cosa», y lo que te pagaron por ello será equivalente a haber follado gratis –follar en la era de internet, moco de pavo no es–). Pienso que no eres inteligente, eres viva, pilla, lista, moderna y una chica al día, de tu tiempo…pero para nada inteligente, te has convertido en la carnaza que avorreces, y no has entendido las reglas del juego y es que los que de verdad mueven los hilos ni se ven ni se manifiestan nunca. No es el follar, es el perder tu intimidad ad eternum. Me ha sorprendido (mucho) que dijeras en la entrevista que te sabe mal que te paren por la calle gente que no conoces y que parzca que te conozcan ellos más a ti, dices que se pierde un poco el derecho a ser un persona con derecho a ser conocida de cero (o algo así has dicho). Me has resultado incluso naïf en esta reflexión, me has mostrado la edad que tienes y los pocos años que has vivido. Marina, en la era de internet lo más cotizado es la privacidad (y lo más transgresor). Hacer lo que tu haces (insisto, en el porno del s.XXI, no el de los 70), es de que encajas muy bien en este sistema del que te intentas desapegar.
ampliando la penúltima pregunta desde el punto de vista de «los músicos de Barcelona» que se topan con Amarna Miller en Kyoto :)
http://hermanossegundos.com/2014/09/25/el-viaje-de-chiquito/
Muchos critican que el porno no pasará nunca de ser «asistencia a la masturbación», pero luego defienden, pongamos por caso, el valor cultural de la gastronomía o la música punk (que me encanta). Los medios para cubrir cualquier necesidad primaria/primitiva (alimentarse, reproducirse, cobijarse…) son susceptibles de alcanzar un alto grado de sofisticación. En este sentido, el porno también puede ser una forma de expresión artística.
Seré el tonto que cuando alguien señala hacia el cielo mira al dedo pero…
¿no os parece MARABIYHOSO como el entrevistador es incapaz de seguir la charla sobre literaTura de fantasía y scifi?
«Pratchett es muy famoso» (dice como saliendo al paso)
HAMOR!
Muy fan de cómo el entrevistador es incapaz de seguir a la chica en su charla sobre libros y tiene que cambiar de tema.
Yo creo que lo que pasa es que el entrevistador le ve el cartón desde una hora lejos y pasa directamente a otro tema para no vomitar. Vamos, me parece a mi, ¿eh?
Familia de clase media baja con un chalet de tres plantas cuyos padres no trabajan porque viven de las rentas antiguas.
Me da que esta chica no ha leído ni la mitad de lo que dice. Lo único que ha hecho es leer qué libros le pueden dar una imagen de chica intelectual cultivada, el resto, como los sujetadores, relleno.
Yo he bajado a los comentarios para decir lo que este señor. No hay que avergonzarse de nacer en una familia de clase acomodada pero soltar un comentario asi es vivir en una burbuja… o creer que se va a ganar la camaraderia del lector.
Y sobre sus gustos, tengo la sensación de que habla de ellos como los adolescentes de Nirvana o el plasta de turno de Ulises o Ciudadano Kane.
Esta chica en blanco y negro parece otra persona, le habéis quitado los colores
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La doble moral de algunos comentarios dan asco, «eres muy joven e ingenua, ya te arrepentirás de lo que haces» eso sí, seguro que te la pelas con sus videos….
A mí lo único que no me gusta de Amarna Miller es su necesidad de reafirmarse constantemente como una chica que:
1. NO es prostituta.
Eres trabajadora sexual, y estás en el mismo barco. Probaste con la webcam pero no te gustó… No es por nada, pero ser webcamer es ser «prostituta» virtual. El trabajo sexual es muy amplio, tiene múltiples maneras de manifestarse y múltiples realidades, pero también similitudes.
2. Tiene estudios, lee libros y nos cuenta su vida.
No hay una línea clara entre la persona y el personaje, algo que puede afectar a tu vida privada e íntima, aunque digas lo contrario. La gran mayoría de las mujeres que trabajan en la industria del porno prefieren dejar al margen y no mostrar a su público cómo es su vida, de dónde vienen o qué hacen o dejan de hacer cuando no están trabajando. Es decir, no es que Amarna sea diferente, porque lea libros y publique fotos de sus viajes, sino que no sabemos casi nada de la vida privada de las demás mujeres porque ellas no quieren revelarla. Cada cual que haga lo que crea conveniente, pero ese alarde de distinción que se va gastando la Amarna a mí me chirría.
3. Ama su trabajo y puede elegir lo que quiere y no quiere rodar.
Bueno, quizás otras chicas que empiezan con esto no tienen tanta suerte como para poder elegir. El trabajo sexual es TRABAJO, así que elegir con quién, cómo y cuándo rodar no depende para la mayoría de lo que le gusta o no, le apetece o no, si no del dinero que necesite. La industria del sexo a fin de cuentas ofrece trabajos PRECARIOS, (a no ser que ya se tenga mucho caché y te llamen para muchas escenas ya si que haces dinero) y si tú cuando empezaste no dependías de ello económicamente porque tenías otra fuente de ingresos pues muy bien por tí, pero no generalices intentando aconsejar a otras mujeres cuando lo que necesitan es pagar su alquiler, llenar su nevera, criar a sus hijos… O, ir haciéndose hueco y ganar popularidad bien por que a muchas les gusta ser eso de pornstar y que les hagan fotos donde salen muy guapas y con lencería bonita y tener miles de seguidores pajeros en el twitter y/o asegurarse más escenas, trabajar con más productoras, subir el caché….y así ir haciendo más ingresos.
Yo lo que echo en falta es más chicas autoorganizadas exigiendo derechos laborales en una industria donde éstos mismos son inexistentes.
Una actriz porno no es una prostituta. Si lo es, entonces todo espectador de porno es un putero. Asumid eso cada vez que decir que una actriz porno es una prostituta.
Yo no sé que quereis ganar los que reproducís constantemente esa idea. Luego vamos de que si no soportamos las dobles morales ajenas. Es que ni siquiera a efectos legales practicar la prostitución y rodar cine porno son lo mismo.
Por favor, dejad de insistir con semejante chorrada por llamarlo de alguna forma.
Y, Afrodita, que te chirríe de Amarna lo que expones en el punto tres, es contradictorio con la conclusión de tu post. «No me gusta de Amarna Miller su necesidad de reafirmarse constantemente como una chica que (3) ama su trabajo y pueda elegir lo que quiere rodar y lo que no, pero mira es lo que hay, el porno es un curro de mierda y hay que hacer lo que hay que hacer, que hay gente que tiene que comer y que es lo que tiene, pero echo en falta más chicas autoorganizadas exigiendo derechos laborales en una industria donde estos mismos son inexistentes»
Un precioso doble carpado con tirabuzón.
Algunos tendrías que leer lo que escribís antes de pulsar «enviar»
No es putero, es voyeur. Y sí, es prostituta porque tiene relaciones sexuales por dinero. ¿Cuál es el problema de que lo sea? A ver si la doble moral es esa.
No, la doble moral es lo que acabas de escribir : reafirmar que una actriz porno es «prostituta» pero, eso si, distinguir al «cliente» como voyeur.
Esa es EXACTAMENTE la doble moral, te agradezco mucho el retratarte en solo tres líneas.
Para el resto que quiera insistir con la reducción de que prostitución = cine porno a pesar de las múltiples diferencias, les dejo una bonita metáfora que hasta el más tonto podrá entender :
Si te metes un calabacín por el ojete y luego pretendes meterte un Ford Fiesta, por mucho que le insistas a la gente de que son la misma cosa porque tú los vas a usar con el mismo objetivo, NO lo son.
Ya le puedes poner esfuerzo: el Ford Fiesta no te va a entrar.
Venga.
A ver, yo, como me gustan mucho las tías y el sexo con ellas, soy un putero, calentorro perdido y todo lo que tú quieras. Y ella, que por dinero y porque es una calentorra hace todo lo que hace, pues es una puta (en las dos acepciones del término: sexo a cambio de dinero y disfrutar sexualmente como un loca mientras lo hace) como una catedral. ¿Mejor así? ¡Que no se puede tener todo, joder! ¡Ahora resulta que las meretrices quieren el mismo respeto que el que inventó la penicilina!
digo q actriz porno y prostituta ambas son trabajadoras sexuales.
a efectos legales es lo mismo en el sentido de que ni la una ni la otra tienen derechos laborales. en el porno tienes un contrato de arrendamiento en el que se especifica q los derechos de imagen pertenecen a la productora. eso sí, sin cotizar,sin derecho a pensión ni paro,sin convenio colectivo. ..
la prostitución en España tampoco ofrece ningún tipo de cobertura. legal a las trabajadoras,aunque luego muchos puti clubs esten reconozidos como tal a nivel legal,con sus licencias y demas
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NIANO, responder pretenciosamente no le da la razón. Como veo que le gustan los ejemplos, le pongo otro: un futbolista no es igual que el espectador de un partido de fútbol, de la misma forma que un voyeur no es igual que el actor porno. Por otro lado, estoy esperando que me diga la diferencia entre actriz porno y prostituta, más allá del número de personas que mira y del tipo de contrato (escrito o verbal). Gracias.
Ten, otro ejemplo : Más allá de que tiene dos ruedas menos y que el conductor no va cubierto, una moto es un turismo.
Está muy bien lo de -para argumentar la similitud- empezar excluyendo algunas de las diferencias que ya conoces porque no te conviene para llegar adonde quieres llegar. Hombre, muy bien, te retratas perfectamente de nuevo. Yo creo que las diferencias las tienes más que claras.
Yoyo, con cariño, yo no te quiero convencer de nada que ya no sepas. Si tu quieres seguir creyendo o afirmando que una actriz porno es una prostituta, pues nada, te plantas con un fajo de billetes y MUCHA FE en el FICEB y eliges actor/actriz a dedo.
P.D: No pretendo que la pretenciosidad me dé la razón. La pretenciosidad es un extra para desmontar argumentos ajenos vacíos. Y para pasar el rato.
Vaya al diccionario, busque prostituta y turismo. No cambie los conceptos para adaptarlos a su moral.
Niano, creo que te equivocas. Una actriz porno es una prostituta. El diccionario de la RAE define prostituta como «Persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero» La definición no puede ser más clara. Busquemos la de pornografía, en su tercera acepción «Tratado acerca de la prostitución» Yo creo que queda claro, y tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza, a mi me parece bien que existan ambas profesiones. El quid de la cuestión es la accesibilidad. Debe haber putas que te hagan un servicio, por yo qué sé, 20 euros, y otras que el mismo servicio lo ofrezcan por 1.000 euros, estaríamos hablando de accesibilidad económica, pues bien, una actriz porno, para practicar sexo además de dinero, requiere que se grabe el encuentro, con la intención de comercializarlo. O sea, en principio, no follará con el primero que le ofrezca dinero en el FICEB. Llámalo prostitución «privada» si quieres, pero no deja de serlo. Yo creo que la doble moral es pensar que mantener relaciones sexuales a cambio de dinero está mal (añadiendo por supuesto «y por propia voluntad») sea con cualquier cliente, o sólo con clientes «cualificados». Otro tema, que yo creo que es la razón por la que a ella le mosquea que la confundan con una prostituta, es que hay actrices porno que sí que se dedican a la prostitución «pública» y ella no quiere verse en ese saco. En la red hay páginas web dedicadas a ello, incluso hacen tours, en plan «Pepita X dos días en Villabajo». Yo creo que lo que le molesta es eso y no el cobrar por follar.
¡Hombre, Holmes! ¡Tú de esto sí que sabes un huevo!
Pretenciosidad y condescendencia. Busque en el diccionario prostituta y turismo, no pretenda cambiar definiciones para adecuarlas a su moral.
Esto de intelectualizar el porno me corta el rollo. Si en el fondo todo esto, lo del porno, es una cuestión de 10 minutos. Y eso, tirando largo.
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Aconseja dedicarse al porno sólo a quien le guste, no por dinero. Se queja de que los estereotipos de dominación machista son los que alimentan el porno concvencional y nos cuenta que se va a Budapest a rodar una escena en que es una vagabunda que acepta sexo por dinero. Coherencia, poca
La chica es mona y en la antepenúltima foto está fantástica con esa boca abierta, dispuesta a engullir cipote…
Eso, me imagino que fue porque Kiko Amat ya no aguantó más y se sacó la polla.
Pepe, te espero a las 7 en Neptuno.
Vale, pero tú decías las 7 de ayer, ¿no…?
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«Double Fakie Ollie» Santo Dios el entrevistador, es de traca.
Si es así..me encanta, es una forma de arte
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