Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999 trajo consigo el fin de todo el sistema político de Venezuela, un país con una larga tradición democrática. La influencia que todavía tiene en América Latina de su idea del «socialismo del siglo XXI» como manera de hacer política es incontestable. Mientras, en Italia, Berlusconi ya había saboreado las mieles de ser el presidente del Consejo y apenas dos años después, en 2001, había de inaugurar una larga hegemonía en aquel país. Tras el huracán de Tangentópoli solo quedaban las ruinas de unos partidos moribundos. Todavía Il cavaliere sigue marcando un país que le reconoce por ser como el bolero de Ravel, que nunca parece acabar sino que siempre reaparece con más instrumentos. Ambos casos son distantes en el espacio pero cercanos en el tiempo y se refieren a líderes de ideologías diferentes. Quizá ejemplos distintos podrían enriquecer el mosaico, pero me valen para subrayar cómo ambos conjugan el mismo cóctel; el colapso de un sistema político y el auge de un movimiento populista que ocupa su espacio. Populismo, quiero aclarar, como un tipo de relación con la política y no como un adjetivo peyorativo. Populismo como la doctrina que apela a los «intereses» o sentimientos del pueblo, o de la mayoría, generalmente como contraposición a los de las consideradas élites.
Ninguno de los dos países, por seguir con la ilustración, eran precisamente democracias jóvenes. Con sus problemas, con sus más y sus menos, ambos países llevaban su medio siglo con sistemas políticos estables. Sin embargo, en un momento dado, la vieja partitocracia se quebró y llegaron los líderes providenciales. ¿Fue su advenimiento una causa o una consecuencia del fin de sistema? ¿Qué condiciones hicieron que el populismo cuajara mejor? Antes de discutir lo que ofrece el populismo y cómo se relaciona con la democracia, veamos qué facilita su surgimiento.
Por qué el populismo
Tradicionalmente se argumenta que tener unos partidos (relativamente) estables es positivo para el funcionamiento de la democracia. La idea no implica que los votantes y los partidos deban ser siempre los mismos o comportarse igual, sino que el comportamiento de ambos se mueva dentro de los parámetros de incertidumbre más o menos previsibles. Si no, se vuelve complicado participar y controlar a los gobernantes en las urnas. Por ejemplo, en las primeras elecciones en Europa del Este los partidos podían pasar de estar en el Gobierno con mayoría absoluta a desaparecer de una elección a la siguiente. Mientras, había continuas escisiones, con secretarios de Estado o destacados dirigentes que, si no se aceptaba pulpo como animal de compañía, concurrían por su cuenta y conseguían representación. ¿Quién es la oposición aquí? ¿Qué ideas hay más allá del candidato? Nos podemos ver con los mismos políticos de siempre en diferentes partidos, con coaliciones y escisiones incoherentes, es imposible saber si con tu voto castigas o premias al Gobierno y los contornos ideológicos desaparecen. Cosas que parecen poco sanas en democracia.
Cuando se intenta rastrear por qué los sistemas de partidos se sacuden en este sentido, es raro no mirar al impacto que tienen las crisis económicas y sociales como disolvente. Cualquier análisis apuntaría que el crecimiento económico, la inflación y el paro predicen relativamente bien el éxito electoral del partido en el poder. Por lo tanto, uno podría esperar que los partidos pierdan las elecciones cuando las cosas van mal y sean reemplazados por otros partidos. Por ejemplo, así fue durante muchas décadas en Venezuela entre Acción Democrática (AD) y Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI). Un bipartidismo de turno tranquilo. Sin embargo, para que el resultado sea un colapso del conjunto del sistema hay que considerar que el impacto de la economía tiene que ir más allá de una crisis ordinaria. Por ejemplo, las crisis económicas en América Latina durante los ochenta y los noventa, las cuales muchas veces implicaron la intervención del FMI y que fueron de una dureza importante.
Puede ser que la alternancia en el poder, si la economía sufre un bache profundo, no levante un cortafuegos para evitar que se deteriore la percepción de los agentes políticos. Una parte del apoyo a nuestras instituciones no está ligada a los valores que representan sino a los resultados que nos dan, de modo que cuando dejan de dar rendimientos positivos los ciudadanos pueden darles la espalda. Pero no necesariamente hay que pensar que la economía lo explica todo, ya que con frecuencia se liga y permea una crisis política de mayor entidad, la cual puede reforzarla. Los casos de la corrupción casi sistémica de Italia o Japón de los noventa prueban que cómo reaccionan los sistemas políticos a sus crisis es relevante. Es decir, que no basta con pensar en la economía sino también ver qué hacen los propios agentes políticos dentro del sistema político, si son más o menos corresponsables de ella.
Un elemento importante en este sentido es la percepción de alternativa política, donde la ideología se apunta como algo clave. Para el caso de América Latina, por ejemplo, diferentes autores han señalado que durante el periodo de 1973 a 1993 hubo un proceso de convergencia ideológica entre los grandes partidos. En Perú antes de Fujimori con la sensación de indiferencia entre el Partido Aprista, que salía de la presidencia de Alan García, y Acción Popular, que iría en el Frente Democrático de Vargas Llosa. Por su parte, en Venezuela COPEI y AD fueron percibidos como muy similares en sus políticas económicas y sociales, lo que daba a entender que representaban a los mismos intereses. Es decir, que la rigidez organizativa e ideológica de ambos partidos bloqueó su capacidad de adaptación programática, lo que hizo que importantes segmentos de electores de izquierda y centro-izquierda se sintieran huérfanos de un partido que representara sus intereses. Si uno vuelve la mirada a Europa y repasa las políticas de coalición en la I República Italiana, con la Democracia Cristiana como factótum del poder, no tardará en apreciar dinámicas semejantes. Es decir, que la convergencia no es patrimonio de sistemas bipartidistas.
Eso sí, lo que se abre es el debate sobre en qué medida el contexto económico o el rol de instituciones internacionales impidieron aplicar políticas más populares, un hecho que favoreció la percepción entre los votantes de que sus programas eran iguales. Sea por la razón que sea, este fallo en la oferta electoral favorecería el surgimiento de una alternativa populista que, para el caso del chavismo en Venezuela, bebió de la izquierda pero que en Italia lo haría entre sectores ideológicos de signo contrario. Pero insisto, no olvidemos el aderezo de la corrupción. En Italia la identificación partidista había quedado por los suelos desde Mani Pulite; nadie declaraba siquiera haber votado a los partidos que estaban saltando por los aires en los noventa. Los escándalos de corrupción a izquierda y derecha habían erosionado la identificación partidista de los votantes y los convirtió en más volátiles, más prestos a confiar en nuevas alternativas.
Hay otra derivada, además, que no debería perderse de vista. Las transformaciones estructurales de la economía en América Latina durante los ochenta favorecieron la eclosión de mucha economía paralela y sumergida, lo que minó la capacidad de los actores clásicos (sindicatos y partidos) para representar intereses. Es decir, que los intermediarios sociales no eran capaces de llegar a unos trabajadores desprotegidos, prácticamente en la absoluta miseria. Esto en cierta medida tuvo de positivo que erosionó las redes clientelares preexistentes, que se deterioraron con el empeoramiento de la crisis económica, y que favoreció que los votantes abandonaran a los partidos tradicionales. Pero también la cruz fue la desarticulación de amplias capas sociales que solo podían confiar en un revulsivo al sistema político. La organización en movimientos y la protesta violenta muchas veces eran el recurso frente a unos modelos políticos que parecían no dar de sí.
Así, parece que la emergencia de un movimiento populista puede ser más probable cuando se combina una crisis económica y social severa con una clara disfuncionalidad política, con escándalos transversales de corrupción, se aprecia convergencia ideológica entre los partidos tradicionales y/o una falta de oferta política, una baja identificación partidista, capas sociales desarticuladas y, por supuesto, un conjunto de situaciones azarosas que nos llevan a los brazos del hombre providencial. Pero ahora hablemos sobre el sustrato de su mensaje.
Populismo y democracia
Hasta ahora me he centrado en entender la emergencia del populismo como contrapunto casi siempre al desmoronamiento de un sistema político anterior. Es decir, como su subproducto. Al principio he ofrecido una definición provisional para poder ver cómo puede emerger, pero quizá sea interesante centrarse en las derivadas de su discurso y su relación con la democracia. Descomponer y discutir sus aderezos.
El populismo se basa en dos pilares esenciales. El primero es la distinción dual entre un «ellos» y un «nosotros», generalmente asociado a que mientras que nosotros somos la gente normal, el Pueblo o similares, ellos son unas élites corruptas, una clase política cerrada, una oligarquía. Planteado así, el enemigo político se presenta con una etiqueta indefinida para captar las máximas adhesiones posibles y el objetivo solo puede ser expulsarlo del poder para, se sobreentiende, ser reemplazado por servidores del Pueblo más virtuosos, por nosotros. Su segundo pilar es la idea de defender la soberanía popular a toda costa. Es decir, sabemos que en una democracia moderna coexiste la tensión entre la voluntad de la mayoría expresada periódicamente en elecciones o referéndums y mecanismos de checks and balances contramayoritarios como, por ejemplo, tribunales de justicia independientes. Mecanismos que no siempre coexisten armónicamente y en los que el populismo tiene claro que se posiciona a favor de los primeros, del plebiscito.
La pregunta a responder son las implicaciones que este tipo de mensaje puede tener para la democracia. Algunos autores han defendido que, pese a que a priori todos los expertos lo rechazan de manera estridente, el populismo puede tener aspectos positivos. Por ejemplo, puede dar voz dentro del sistema a grupos que no se sienten representados por las élites gobernantes, gente que no ha tenido portavoces de sus intereses hasta ahora. Es más, pueden servir como acicate de políticas para sectores que antes estaban marginados. Muchos, cuando hablan de los procesos de América Latina, ponen en valor el esfuerzo que algunos de los países gobernados por movimientos calificados como populistas han hecho por integrar a sectores marginados. Además, no olvidemos que el populismo también puede servir como un mecanismo que permite integrar a más gente en el proceso político, donde personas que se sentían ajenas ahora participan de la vida institucional, véase Bolivia y el indigenismo.
Pero aún hay más. El populismo también podría incrementar la rendición de cuentas, obligando a los partidos tradicionales a tener un comportamiento más «virtuoso». Es decir, que puede servir para aumentar los estándares éticos en política haciendo que determinadas prácticas sean censuradas. Prácticas, por ejemplo, de austeridad voluntaria en el ejercicio de un cargo público. Finalmente, el populismo supone una amenaza electoral a los partidos tradicionales, lo que puede obligarles a cambiar su posición sobre diferentes temas o incluso impulsar cambios legales para recoger las demandas del electorado detrás del partido populista. Permite, pues, actuar como un partido «nicho» o monotema que obliga a los demás a reaccionar, por ejemplo, copiando algunas de sus propuestas en el programa electoral.
Pero el populismo tiene importantes puntos oscuros.
El populismo, que insiste únicamente en el polo de la soberanía, ha tendido a erosionar los contrapesos independientes de las democracias liberales. En todos los lugares donde ha gobernado los sistemas judiciales, las cortes supremas o cualquier mecanismo constitucional ha sido yugulado frente al plebiscito como única manera de entender la política democrática. Ello además ha tendido a erosionar los derechos de minorías, a veces ligadas al régimen anterior, en favor de las mayorías políticas donde el poder del Estado pasa a ser total en amplias esferas sociales. Otro aspecto crítico es que el populismo puede erosionar el establecimiento de coaliciones clásicas de diferentes sectores sociales, algo que normalmente se hace bajo el paraguas de izquierda y derecha. Ante el nuevo punto de corte, el de los de abajo contra las élites, toda propuesta al margen de a quién beneficie queda camuflada en la lucha contra la oligarquía. Además, el populismo no ha podido escapar de la idea del caudillismo, a veces mesiánico, lo que hace que bajo cierta apariencia de inclusión se escondan muchas veces liderazgos muy verticales.
Finalmente, la moralización de la política e incrementar los estándares éticos también es un arma de doble filo. Igual que aumenta la rendición de cuentas puede hacer imposible otro principio fundamental de la democracia; el acuerdo. Cuando la argumentación gira en torno a la «pureza» o virtud de nuestros planteamientos, es imposible que se pueda transigir. Por lo tanto, el movimiento populista suele ser reacio a la participación en los mecanismos institucionales clásicos, por ejemplo, entrando en Gobiernos de coalición con otras fuerzas tradicionales o implicándose más allá del bloqueo a toda iniciativa.
Por lo tanto, el populismo puede ofrecer un juicio contradictorio porque emerge de un sistema político disfuncional, ya como amenaza o como correctivo, y a la vez atrae nuevos intereses y temas a la esfera pública con un mensaje de gran tracción. Es lo que se llaman marcos ganadores, donde todos somos el Pueblo frente a la oligarquía, que son siempre los otros. Sin embargo, este discurso en su fundamento también peca en la idea de que hay que buscar el reemplazo del corrupto por el puro, del cleptócrata por el representante del Pueblo. Esto supone pensar que el que no sea «puro» no puede ser artífice ni promotor de acciones virtuosas, que el líder es total. Esto implica que moral y política vuelven a fusionarse casi cinco siglos después de que Maquiavelo explicara lo que es el poder.
Este mensaje es, en cierto modo, lo contrario a la idea institucionalista. Es decir, a la idea de que los individuos son secundarios, y que lo importante son las instituciones y los incentivos sobre los que estas personas actúan. No existen pruebas del algodón para nuestros representantes, lo que existen son buenas o malas instituciones, buenas o malas reglas. Por lo tanto, si un político es corrupto, el tema no es (solo) reemplazarle por otro virtuoso sino cambiar unas instituciones que han hecho que el equilibrio ganador sea ser corrupto. Que hayan hecho que el tonto sea el que no mete la mano en la caja y no al revés. Es una idea que no prejuzga la moral de los individuos pero que entiende que hasta la persona más noble podría sucumbir ante el chalaneo corrupto cuando, por ejemplo, tiene amplio poder para contratar, despedir o no justificar sus decisiones en cualquier administración. Del mismo modo que si hay sectores sociales que están excluidos, las políticas sencillas no bastan sin pagar un precio, que al final siempre hay que redistribuir riqueza y poder también entre aquellos que somos parte del Pueblo.
Este es justamente el punto en el que el populismo genera un movimiento político encontrado. Los partidos tradicionales, véase Venezuela o Italia, se negaron sistemáticamente a dar el paso para la reforma y terminaron colapsando. Sin embargo, en otros contextos, la amenaza del populismo puede ser una palanca para el cambio. Cuando ven que pueden perder, los partidos se mueven. Por ejemplo, cuando tantos hablan del reformismo de Renzi ,¿acaso no tiene que ver que siente en su nuca el aliento de Beppe Grillo? Y como antes se ha señalado que la disfuncionalidad del sistema político tiene mucho que ver con la emergencia de estos movimientos, puede ser un acicate positivo. Ahora bien, el populismo tiene como objetivo barrer a la clase política, pero el paso siguiente suele ofrecer un reemplazo poco mejor, con frecuencia perjudicial para tener una democracia plena. Porque es justo en el punto en el que hay que renunciar a la pureza para empezar a hacer política.
Por eso quiero cerrar dejando en el aire una cita de Weber, más para suspender el debate que para considerarlo cerrado, pero que merece la pena revisitar con frecuencia:
Cuando están surgiendo súbita y rápidamente políticos que actúan según una ética de las convicciones con los lemas de «el mundo es estúpido y bruto, no yo; a mí no me afecta el tener que ser responsable de las consecuencias, sino a los otros al servicio de los cuales yo trabajo y cuya estupidez o brutalidad yo voy a extirpar», yo les digo abiertamente que me pregunto, antes que nada, por el peso interior que pueda haber tras esta ética de las convicciones, y tengo la impresión de que, en nueve de cada diez casos, estoy ante fanfarrones que no sienten realmente lo que hacen sino que se emborrachan con sentimientos románticos. Esto no me interesa desde un punto de vista humano y no me conmueve en absoluto.
Por el contrario, es infinitamente conmovedor que una persona madura —lo mismo da que sea joven o vieja en años— que, actuando según la ética de la responsabilidad y sintiendo realmente y con toda su alma esa responsabilidad por las consecuencias, diga en algún momento: «no puedo hacerlo de otra manera; aquí estoy yo». Esto es algo auténtico desde un punto de vista humano y que conmueve.
“y mecanismos de checks and balances contramayoritarios como, por ejemplo, tribunales de justicia independientes. “
En tal caso, España es ya un régimen populista, porque tal cosa ni existe ni ha existido en todos sus años de supuesta democracia.
A mí me gusta mucho una cita de Larra en la que comenta que, quien no hizo caso de advertencias ni se preocupó de la lluvia, se suele quejar de que luego se lo lleva la corriente.
No exactamente. O sea, tienes razón, pero el mecanismo no es el mismo. Aqui no se han tirado todos esos sistemas de contrapesos y balances a grito de que la voluntad popular exige que todo lo tenga el Lider/Partido/Consejo/etc.
Aqui simplemente partia amañado y cada año lo amañan un poco mas los de siempre, pero eso, sin mucho alboroto.
Quizás todo movimiento populista se nutre de una coyuntura común, que es lo que yo creo que se ha retratado con acierto en el artículo, pero las diferencias emergen cuando el movimiento populista alcanza a detentar el poder. Reducir la Revolución Bolivariana a un movimiento que apelaba a la pureza moral del líder es, en primer término, falaz, y en segundo, pernicioso. Además de la inclusión política de grupos antes marginados (es decir, nuevo reparto de poder político), en la gran mayoría de las revoluciones populares latinoamericanas (a saber: Venezuela, Ecuador, Bolivia…) se ha llevado a cabo, de manera paralela y siempre complementándose con la anterior, un reparto de poder económico. No creo que sea necesario desglosar la ingente cantidad de avances en la lucha contra la desigualdad llevada a cabo por estos gobiernos (cuya estabilidad política se ve amenazada por continuos envites de aquellos viejos actores que se ven desplazados ahora del tablero político y que se sienten incapaces de elaborar un proyecto que adhiera las demandas populares y deje intacto sus privilegios, empujados y alentados por el viejo imperio, que se obstina en considerar la Patria Grande de Bolívar como el jardín trasero y la despensa de su propio país).
Así, en el artículo se equiparan auténticos bufones de la política, como Berlusconi o el propio Grillo, con verdaderos líderes de un movimiento que es mucho más grande que su traducción política o electoral (en la que siempre se centra el foco). Chávez, Correa y Evo Morales no han sido mesías aupados por el descontento popular y un discurso baladí, sino la cristalización de años de lucha contra la corrupción, pero especialmente contra la desigualdad económica y política.
Finalmente, señalar el semi-acierto del análisis dialéctico del proceso: el sistema, con sus contradicciones y antagonismos, crea al grupo que lo ha de destruir, como hizo el sistema feudal con la burguesía o esta, en la visión marxista, con el proletariado. Así, digo «semi» porque este análisis sería de nuevo incapaz de englobar las situaciones de ambos lados del globo: Berlusconi no amenazaba la superestructura existente, ni siquiera la estructura de manera significativa, mientras que en América Latina, gracias a que está siendo un cambio a nivel más o menos continental y a que se han construido instituciones supranacionales que permiten tejer apoyos y enfrentarse a los poderes hegemónicos clásicos en la región (FMI, EEUU…), se está dando un cambio que trasciende la esfera política,y que, por lo tanto, ataca de manera más o menos tímida la superestructura del sistema.
Esto… ni de coña. El aqui presente vivio todo el proceso «chavista» desde que el señor hizo su golpe de estado fallido hasta que gano las primeras elecciones, y luego lo he seguido a la prudencial distancia de un oceano de por medio, y si hay una definicion de payaso populista montado en una ola de descontento popular, es Chávez.
Y los resultados de la «revolución» son cojonudos, también.
Que la raiz del asunto sea, efectivamente, que los anteriores se dedicaron con todo su esfuerzo a convertir a la democracia venezolana en un asco, es verdad. Pero que el que salió es la viva imagen del mesianismo populista, basta ver toda la parafernalia casi de culto que se le ha montado para darse cuenta.
El que quiera, claro, que hay muchos que no quieren, me huelo que usted es uno. Siempre es mas guay imaginarse que en algún lado ha triunfado el bien, mientras no haya que mirar mucho.
Encantadísimo de debatir sobre Chávez, Venezuela y cualquier otra cosa. Solo pido una cosa (me parece que no desmesurada): argumente usted con datos, por favor, ya que las experiencias son algo personal, manipulable y de difícil contraste, por lo que carecen de la universalidad necesaria para construir un argumento. Desde luego que en Venezuela hay problemas, pero los logros de la Revolución son innegables (al menos que sea usted el que no quiera ver): reducción de la pobreza de un 70% a un 23%, en la pobreza extrema de un 42% a un 6% (con datos de 2010 y ofrecidos por la BBC http://www.bbc.co.uk/mundo/economia/2010/03/100304_2210_cae_pobreza_venezuela_lf.shtml , nada sospechosa de chavista o comunista); desde el comienzo de la revolución se ha aumentado el gasto público en más de un 60% (más de 2 millones de personas han recibido pensiones por la vejez, mientras que antes ni siquiera llegaba a medio millón); la UNESCO ha reconocido que en Venezuela se ha erradicado el analfabetismo, ya que la educación es gratuita desde la guardería hasta la universidad… En fin, como los datos los puede ver usted mismo, le dejo aquí un muy buen artículo, mejor que nada que pueda escribir yo, sobre los logros de la Revolución Bolivariana: http://blogs.publico.es/dominiopublico/6425/los-logros-de-hugo-chavez-y-la-revolucion-bolivariana/.
Para «parafernalia casi de culto» la que se ha montado con la abdicación del heredero fresquista que nos endosaron: todos los periódicos con edición en papel, ni uno solo se libraba, ensalzando la figura del Rey como salvador de la patria (bendita libertad de prensa de la que disfrutamos en este país, no como en Venezuela, donde una parte de los medios estatales están puestos al servicio de diferentes cooperativas y asociaciones vecinales, o donde se ha anunciado esta misma semana que el gobierno instalará 5000 puntos de acceso gratuito a Internet vía WIFI a lo largo de todo el país, mientras que aquí detienen tuiteros por reírse de la muerte del fascista Carrero Blanco).
Le aseguro que la defensa a Venezuela no se hace desde posturas idealistas o con ansias de encontrar el bien en un mundo asolado por la crueldad, sino desde el apoyo y el reconocimiento a la lucha de un pueblo (porque el pueblo apoya al proceso, como ha demostrado en un sinfín de elecciones desde entonces) contra la pobreza, aunque la gran burguesía se empeñe en provocar cortes de electricidad, desabastecimientos…
En todo el comentario de usted no hay un solo argumento, todo se reduce a ataques ad hominem y a la descalificación gratuita y sin fundamento (al menos usted no lo ha mostrado aquí). En fin, que si quiere debatir, encantado, pero una concatenación de vituperios no le hace tener más razón.
Pero sí la fuente no es la BBC sí no el gobierno venezolano! Esas cifras no son creíbles. Sí quieres cifras y un análisis más imparcial: http://www.fedeablogs.net/economia/?p=38472
Y luego está la impresión personal, yo he ido a Caracas y lo cierto es que sigue siendo una sociedad dividida entre ricos y pobres donde la clase media es inexistente.
Estimado Juan:
He leído con mucho interés los comentarios que suceden al artículo en cuestión y lamento que desde afuera pueda llegarse a conclusiones basadas en datos e información que no necesariamente muestran nuestra realidad actual.
Vivo en Venezuela y no puedo estar más en desacuerdo cuando usted afirma lo siguiente …
«… desde el comienzo de la revolución se ha aumentado el gasto público en más de un 60% (más de 2 millones de personas han recibido pensiones por la vejez, mientras que antes ni siquiera llegaba a medio millón); la UNESCO ha reconocido que en Venezuela se ha erradicado el analfabetismo, ya que la educación es gratuita desde la guardería hasta la universidad…»
Ese gasto público que menciona no tiene ningún control y ha servido para que miles de funcionarios del régimen se hayan enriquecido y la corrupción campee en forma descarada. Hay que desmitificar muchas cosas, no se puede hablar de programas de apoyo social efectivo como las tan mentadas «misiones», si éstas vienen acompañadas del componente adoctrinador y crean una dependencia absoluta a las directrices del gobierno. Le digo con mucha propiedad que aquí se juega y de manera impune con la dignidad de esa masa llamada pueblo. Estamos viviendo un proceso de deterioro social de proporciones gigantescas, solamente mírelo por la cifra de personas fallecidas en manos de la delincuencia desbocada (25 mil para el año 2013).
¿Educación gratuita? ¿cuál es la calidad de esa educación? ¿sabía usted que en las escuelas públicas debe estudiarse el pensamiento del Comandante Infinito que se despidió de este mundo el año pasado? ¿Dónde está la libertad de pensamiento? Le invito a mirar el presupuesto que se destina a las universidades autónomas del país, es el mismo prácticamente del 2008, cuando tenemos una inflación en estos momentos cercana al 70%.
¿Sabe usted de las colas que debemos hacer los venezolanos para encontrar medicinas para sobrevivir? El Banco Central de Venezuela no publica cifras oficiales del índice de escasez desde el mes de mayo, porque es una vergûenza reconocer que ronda el 30% El peor de los escenarios es que no se encuentran de manera fácil artículos y medicinas de primera necesidad y ese escenario lo viven miles de venezolanos de pocos recursos, colocándonos en una situación de total incertidumbre ante enfermedades como el cáncer o de condición crónica como la hipertensión, la diabetes o enfermedades tiroideas, por mencionar algunas.
Ayer en un local comercial cercano a mi residencia, el pueblo se agarró a golpes para comprar tres kgs de leche, le pregunto ¿es un logro para regodearse? ¿Eso le ocurre a usted en España?
Lamento que se haya creído el eterno cuento de los oligarcas y el proletariado. Es cierto, existe una nueva oligarquía y es la que representan precisamente los funcionarios que actualmente nos desgobiernan. La burguesía no puede provocar cortes de luz porque estas instalaciones se encuentran militarizadas, es la desinversión, la ineficiencia y la incompetencia quiénes nos tienen sumidos en esta crisis eléctrica. El régimen no quiere aceptar el apoyo de los más preparados para resolver los problemas sino de aquéllos que les sirven incondicionalmente ideológicamente hablando, para mantenerse en el poder y aprovecharse de la renta petrolera. Lo que tanto criticaron de los partidos tradicionales, lo están llevando a cabo pero sin óganos contralores que les limiten en sus acciones.
¿Qué han ganado elecciones? ¿Sabe usted lo que ocurre realmente con el CNE (Consejo Nacional Electoral)? Sus autoridades tienen el periodo vencido desde hace un buen tiempo y la Asamblea, dominada por un guapetón de barrio ha escamoteado todo intento de renovación.
En Venezuela se produce muy poco porque la economía está estrangulada por los controles leoninos del gobierno. Todo está centralizado y las empresas básicas estatales están en la ruina por una pésima administración. Por otro lado, las empresas expropiadas no son auditadas y nosotros como venezolanos no conocemos cómo están siendo operadas, todo es un secretismo donde solo el sector privado es fiscalizado y penado.
No Señor Juan, no me venga con cuentos de camino, desde afuera y con artículos tan poco actualizados, como ese que menciona de la BBC, es muy fácil llegar a conclusiones tan pero tan reduccionistas como las que usted desarrolla en sus comentarios.
Gracias por tomarse el tiempo en pensar en nosotros, lástima que solo se haya dejado embriagar por una parte de nuestra realidad.
Yo lo tengo muy claro y así lo comparto con el mundo, el chavismo es un error histórico …
Le felicito por su comentario. Gracias por desmitificar al lider supremo que muchos adulan como borregos. Porque el pueblo no es único, es diversidad.
La ética de la responsabilidad utilizada para defender, asustados por un porvenir de cambios profundos, el statu quo, es decir, el mamoneo de nuestros tiempos.
Este texto es un buen análisis del porqué del surgimiento de movimientos populistas, pero creo que acaba fallando en lo de siempre, en la piedra con que todo experto en ciencias políticas tropieza, en una defensa excesiva del orden imperante y de las instituciones actuales por oposición a los peligros desestabilizadores de una potencial regeneración. «Si algo bueno tienen los nuevos partidos es que consiguen que los grandes partidos tradicionales tomen medidas nuevas, pero es peligroso que sean desplazados por aquellos», eso es lo que aquí se dice. Es bueno que El PSOE haga primarias y remodele un poco la fachada, pero todo el mundo al suelo si las mayorías dan un vuelco el próximo año.
Si la estabilidad democrática se construye a partir de la desigualdad crónica y la corrupción, prefiero un buen terremoto populista que defienda la virtud en política. Virtud que en muchos casos (pienso de nuevo en este país) no se defiende como un acto voluntarista, sino como un principio que deba regir legislación y normativas, dando pie a la rendición de cuentas frente al electorado. Pero quizá escuchar a las masas puede ser desestabilizador y vale la pena sacrificar participación y equidad por las posibles y apocalípticas consecuencias de un cambio profundo del sistema. Mejor malo conocido que malo por conocer, la gran moraleja de este artículo. Moraleja que, precisamente ahora, no puedo compartir.
El problema es que no tienes ninguna garantia de que efectivamente ese terremoto vaya a traer eso que estas pensando. Bien puede traer mas de lo mismo con otros nombres, o algo peor.
De nuevo, eso no quita que si, efectivamente, se suele dar cuando la situación del status quo esta tan estancada y putrefacta que la sacudida es imprescindible. Pero siempre hay que tener mucho cuidado, porque esos peligros que se apuntan ahi existe, se han dado en casi todas partes, y terminan muy mal.
Es mucho mas fácil capitalizar la rabia y el odio que generan las élites que se han encargado de destruir el país, que tener un plan coherente y que funcione sobre como arreglarlo.
Estupendo artículo.
Ojalá la amenaza del populismo sea también una palanca para el cambio en nuestro país.
Ahora bien, sí no lo es, entenderé que pase lo que tenga que pasar.
Cuando solo se deja una alternativa pues qué vas a hacer mas que adoptar esa alterntiva.
Mierda, la obsesión del español medio con Chávez y Venezuela se merece un estudio sociológico.
No es el español medio se obsesiona con Chávez y Venezuela, es el español medio conoce suficientes venezolanos como para que le cuenten lo que pasa allí.
Sin ir más lejos, lea un poco más arriba y verá los comentarios de «Jesús Couto Fandiño», el mismo cuenta como vivió todo el proceso chavista.
Antes que nada, gracias por el artículo. Hace, creo, un buen análisis y plantea preguntas pertinentes.
Como entiendo que el referente en realidad ya no es tanto Chávez o Berlusconi sino todo el fenómeno en torno a Podemos, para mí está claro que algunas de las posibilidades que se abren son como para echarse a temblar.
Como ya hace años que me desencanté tanto del PCE/IU como del PSOE, a los que llegué a votar en repetidas ocasiones, y la derecha me parecen desde siempre unos meapilas, no contemplo precisamente con tristeza el guarrazo que se acaban de meter todos ellos en las últimas elecciones. Sin duda hace falta una regeneración profunda y es cuando menos ingenuo esperar que esa regeneración vaya a venir de la mano de los que nos han traido hasta aquí.
Pero que un partido como Podemos pueda ser cauce de ese afán regenerador, vaya, es como esperar que el Diablo predique el evangelio. Son leninismo puro y duro: no alcanzo a entender por qué hay quien aún se cree eso del socialismo del siglo XXI. El modus operandi y las proclamas están calcadas de la revolución de 1917 y en eso la izquierda siempre ha sido muy hábil, presentando como reformas y voluntad de cambio lo que nunca fue más allá del cambio cosmético, del cambiar para que todo siga igual. El supuesto antiestalinismo de Krushev no le impidió apoyar a Fidel Castro e instaurar una dictadura comunista, con el corolario de la crisis de los misiles, pacifistas contrastados como eran todos ellos en la URSS: que se lo digan a los húngaros, los polacos o los checoslovacos. A Solzhenitzin se le toleró un tiempo pero con Breznev las auguas volvieron a su cauce y si no llega a largarse de la URSS le habrían vuelto a invitar amablemente a conocer de primera mano las mejoras del sistema carcelario soviético.
La izquierda no cambia, jamás, sólo retrocede un paso para poder avanzar dos.
Proponen dosis de democratitis aguda para lo que ellos estiman que el Pueblo debe votar. Es decir, y por poner sólo un par de ejemplos de entre muchísimos más, la izquierda entiende que hay que votar sí o sí el uso del fracking, las prospecciones petrolíferas o la construcción de plantas nucleares, pero no se plantean ni por asomo consultarle al Pueblo por el número de diputados en los parlamentos regionales. Izquierda Hundida propone nada menos que 140 sólo para Andalucía y si al Pueblo le parece bien, estupendo, y si al Pueblo no le gusta, que le pongan un lazo. Hay que consultar al Pueblo para romper España, esa antigüalla imperialista y facha, pero si hubiera, como en realidad hay, partes del País vasco o de Cataluña que quisieran que consultaran al Pueblo sobre si quieren estar en un lado u otro, ahí no hay Pueblo que valga: Cataluña Una, Grande y Libre (o Llibre, como prefieran).
No se trata simplemente del «virgencita, que me quede como estoy», la regeneración es más que necesaria, pero si la solución pasa por el Pueblo, a mí me tienen enfrente
La Unión Soviética solo es «la izquierda» para los más acérrimos detractores de la propia izquierda y para trasnochados nostálgicos de Erich Honecker. Por lo demás, la asociación es bastante simplista.
¿Simplista? Mi pregunta es ¿tenéis un modelo? No os vale cuando citamos China, Corea, la URSS, Cuba, Venezuela… No os identificáis con ninguno. Vuestra abstracción se ha llevado por delante los suficientes países como para que nadie se haya dado cuenta.
Bueno, Ro, convendrás en que es complicado identificarse con ninguno de ellos. Sólo alguien muy abyecto podría aplaudir lo de Corea del Norte o a Ceaucescu, aunque ya sabemos que esa gente abyecta existe. Vaya que si existe. Pero precisamente ésa es la «grandeza» de la izquierda. O al menos de cierta izquierda, caso de los Pablemos & Co.: es decir, ellos siempre están haciendo formulaciones maravillosas, en un mundo que sólo existe en su caletre, que no tiene el más mínimo correlato con la realidad. Pero eso ya es un problema de la realidad, terca que es, oye… Cada vez que se les ponen delante ejemplos concretos, como bien señalas, la reacción de la izquierda es de lo más orteguiana: no es esto, no es esto… Siempre están a la busca del modelo que «supere las contradicciones» de los modelos previos, que, vaya qué casualidad, siempre, indefectiblemente, llevan a la miseria, la cárcel y la muerte de millones de personas. «Hombre, sí, la verdad es que se pasaron un poco. Pero es que con este nuevo sistema…» Que es idéntico al anterior, pero ellos siguen ahí, impasible el ademán.
Es tan esquizofrénico como que uno diseñe un avión, que sobre el papel funciona a las mil maravillas, pero que en el momento de probarlo explota en pleno vuelo, se estampa a las primeras de cambio o ni siquiera llega a despegar. Cualquiera que sepa de aeronáutica dirá, ‘oiga, es av
(Continúo, lo siento por el corte)
ese avión no sirve y no sale de la mesa de diseño. Pero la izquierda no, la izquierda tritura vidas como si tal cosa pero siempre anda anunciando que el paraíso está, como dice la novela de Vargas Llosa, a la vuelta de la esquina
Es gracioso que esto lo diga gente cuyo modelo es el thatcherismo británico. O, directamente, las sandeces de Ayn Rand. Por mi parte, mi modelo es la Suecia socialdemócrata de los años 30-70.
«El populismo se basa en dos pilares esenciales. El primero es la distinción dual entre un «ellos» y un «nosotros»»
Esto es lo que se hace desde el partido que está en el gobierno y dese los principales medios de comunicación cuando se distingue entre los buenos españoles de la mayoría silenciosa y los perfidos alborotadores que de alguna u otra manera tienen vínculos con ETA. Supongo que eso los convierte en populistas.
Muy buen artículo y en general muy buenos comentarios al artículo.
Mi reflexión tiene que ver con un elemento en el qué. a mi modo de ver, nadie está reparando o al menos nadie está prestándole atención. Los círculos. Bajo mi punto de vista, el modo en el que acaben configurándose éstos dentro de la estructura de Podemos y del papel y fuerza que tengan, determinará en gran medida el futuro de la organización. Porque, por un lado, me parece que cuando se le da un sector de la sociedad que no participaba en el sistema político una herramienta para que lo haga, para que se organice y experimente la labor de «hacer política», se está haciendo una gran labor. Incluso en el supuesto de que finalmente, esos circulos no tuvieran impacto en la linea politica del partido, se habría conseguido que mucha gente tomara contacto con la actividad política y pudiese organizarse en formaciones alternativas.
Por otro lado, me gustaría plantear una cuestión, ¿qué ocurriría si en las proximas elecciones, Podemos se integra en candidaturas de unión con otros partidos y opta a las elecciones en coaliciones electorales? Se le podría seguir denóminando «populista», ¿no?. En este último caso, ¿qué sería?
Menudo mezcle. Cuidado que vuelven los gulags!!!
Seamos claros y honestos nada más empezar, no hay países de América Latina que tengan una «tradición democrática»… simplemente no la hay.
Hay dictaduras perfectas en su concepción, hay maniqueísmo, y el tan sobado tema de la revolución. Recurso dogmático cual más, y que matizado adecuadamente, le da para encumbrarse, el tiempo que sea, a cualquier gobernante bananero.
Ah. Debe ser que en Venezuela, cuando votaban en elecciones unos, no se, unos 20 y pico años antes de que en España Franco decidiese traer la democracia a base de morirse, no tenian «tradición democrática»
Un buen artículo y unos comentarios muy interesantes.
El dilema moral que el último párrafo del texto pretende establecer es ficticio. El «no puedo hacerlo de otra manera» es falso. Erróneo. Viciado. Sí puede hacerse de otra manera. De ser verdad esa proclama, de ser cierto un escenario como ése, en el que no se puede reconducir una situación más que con una desafortunada estrategia para una gran parte de la población, se dota de legitimidad al otro bando, al populista.
El conjunto del texto deja entrever a través de sus dos posiciones básicas, la ‘populista’ y la ‘estabilizadora’, una variable discreta, y no una continua en la que pudiese establecerse un equilibrio. Si esta insinuación fuese cierta y tuviera su reflejo en nuestro país, la pregunta a la que yo personalmente me enfrentaría, cuál de las dos propuestas es mejor o peor, estoy seguro de que me llevaría muchas dudas y mucho tiempo resolverla.
Si entre estas dos inevitables posturas mediase un ciclo igualmente inevitable, dado mi posición en la sociedad, optaría por el populismo, a pesar de sus consecuencias.
¿Estas seguro de que entiendes todas la consecuencias de la otra alternativa? Te voy a poner un ejemplo venezolano.
Hace poco cesaron a Giordani, que era, digamos, el «cerebro» de la política económica venezolana de la última década. La cosa ha terminado en recriminaciones, acusaciones mutuas de traición al gran lider fallecido, a ver quien es mas corrupto que quien… pero eso no es lo que me interesa ahora.
Giordani escribió una carta abierta tratando de defender su gestión (y de paso acusar a Maduro y compañia de todo lo anterior), en la cual dice unas cuantas cositas que si no fuese porque el hombre es un fanático deberia darse cuenta de lo mal que suenan. Por ejemplo
«En este camino del proceso bolivariano era crucial superar el desafío del 7 de octubre de 2012, así como las elecciones del 16 de diciembre de ese mismo año. Se trataba de la consolidación del poder político como un objetivo esencial para la fortaleza de la revolución y para la apertura de una nueva etapa del proceso. La superación se consiguió con un gran sacrificio y con un esfuerzo económico y financiero que llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos que requerirán de una revisión para garantizar la sostenibilidad de la trasformación económica y social. Cabe citar: Ingentes recursos dedicados a la Seguridad Social., Mejorar la calidad de vida de la mayoría de los venezolanos vía gastos del sector público, Importantes subvenciones a servicios públicos de primera necesidad (alimentación, electricidad, combustibles, agua, trasporte, bienes de consumo masivo, servicios de vivienda, Lograr el acceso a los recursos necesarios con un aumento sustancial del endeudamiento de PDVSA y endeudamiento interno del Gobierno Central, y con endeudamiento externo moderado., Mantener la tasa de cambio que favoreció las importaciones y redujo las exportaciones, ya limitadas de la economía privada., subvención a empresas públicas con grandes déficits operacionales para velar en el corto plazo por el empleo y los salarios de quienes allí trabajan”
O sea, que el señor reconoce que las medidas tomadas, por populares que puedan ser, se tomaron porque era necesario volver a ganar las elecciones fuese como fuese, y que luego ya verian que hacian porque eran un «gran sacrificio» que evidentemente no era sostenible.
O dicho en cristiano, que se fundieron la pasta del Estado en comprar votos para las elecciones y la factura a ver si la pagamos después.
Y ojo, las medidas, algunas, pueden sonar muy bien (ahi como las describe, en la realidad es otra cosa, porque la corrupción abunda).
Pero si la política del país se basa en el pan para hoy y hambre para mañana porque hoy son elecciones y mañana ya veremos…
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La contraposición populismo-establismen permite una categorización parcial de los procesos sociales que intervienen en el análisis de los cambios políticos, pero se muestra insuficiente para la explicación de lo que a mi entender es lo más relevante y característico de la catarsis asociadas a las victoria populistas: La asunción por parte de las clases medias de la mediación de los nuevos líderes entre sus aspiraciones de clase y los procedimientos autoritarios.
Ni la abdicación ética de los partidos tradicionales con la corrupción, ni la esperanza de recomposición del bienestar /justicia social son abono suficiente para la victoria de los populismos; de ser así, todos los regímenes democráticos habrían sucumbido a su influjo.
El riesgo es mayor cuanto menor sea el convencimiento de que los partidos tradicionales establecidos pueden manejar una situación crítica, ya sea en lo económico o en lo político; no importan las causas de la crisis, es la percepción de su devenir, de su “manejo”, lo que hace que unas mayorías, educadas en democracias formales, renuncien a los actores conocidos, y dejen hueco para no una renovación, sino para un desplazamiento. La ausencia pública de esas mayorías permite la irrupción de opciones minoritarias en lo ideológico pero imbatibles en lo que se mueve, capaces de imponer su lenguaje y de determinar en cada momento de lo que se hable y de cómo se hable; un poder por omisión, un molde, no un modelo. El mensaje populista no aporta nada nuevo, es un calco del preexistente, pero tampoco lo necesita. Le basta con marcar los ritmos, que se oiga el aplauso y los vítores, que se vean las banderas. Exhibición frente a ausencias, emociones en lugar del tedio de lo cotidiano. Las democracias siempre están inconclusas, siempre se rehacen, pero perduran y actúan sobre lo cotidiano más que sobre las esencias; no proveen soluciones, pero las permiten. El populismo tampoco las proporciona, las reclama, sí, pero impide su adopción. Lo guapo de todo esto es que en España la clase media está empobrecida, pero aún no está desaparecida.
No se puede hablar de democracia plena con un sistema de gobierno populista según los términos aquí definidos (checks and balances and whatnot). La democracia tampoco puede ser plena cuando el grado de desigualdad social es lo suficientemente elevado. Como le cuesta a la democracia engordar tú
Bah. Bah, bah, bah. Si hablamos de la democracia en Venezuela sin mentar el Pacto de Punto Fijo: bah.
Y si queremos jugar al asustaviejas con Pablo Iglesias se hace con un par de pelotas: nombrándole y con foto. ¡Con foto!
Es que veo a Arrabal: «El milenarismo ha llegado…»
«Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1999 trajo consigo el fin de todo el sistema político de Venezuela, un país con una larga tradición democrática.»
Y dale con la burra.
Si en Venezuela se ha instalado el fin de todo sistema político, ¿por qué se presentan otros partidos a las elecciones de aquel país que son ejemplo reconocido de limpieza participativa?
Si es un país con una larga tradición democrática, ¿por qué se utilizan por parte de la derecha de aquel país mecanismos antidemocráticos para intentar conseguir lo que no se puede por medio de las urnas?
Por tanto, «fin de todo el sistema político» es una completa falacia, porque tanto el partido que ostenta actualmente el poder como el resto que concurren a las elecciones y además obtienen espacios de poder dentro de las instituciones son «sistema político» y no otra cosa.
A partir de aquí ya no he podido seguir leyendo el artículo. Me imagino que el resto tendrá el mismo «nivel». Bochorno es poco. Un poquito más de seriedad al intentar hacer este tipo de análisis e intentar desmontar cosas, por favor.
Efectivamente sanidad y educación son cosas muy distintos. Para sanidad todo se traduce en arbitrar un sistema en el que todo el mundo disponga de un seguro de salud (con o sin copago), y los ciudadanos – con la debida supervisión del sistema por el Estado- escojan sus proveedores de cuidados. La educación universitaria es una necesaria inversión de futuro; la mejor forma de rentabilizar el gasto seria hacerla totalmente gratuita, con numerus clausus según necesidades previstas de licenciados. El problema es que los muy numerosos demandantes que no obtengan nota para entrar en el sistema publico gratuito usaran un sistema privado alternativo, pero es una libertad que no se puede coartar.
Saludos. Tengo aproximadamente 2 años leyendo esta web. Es la primera vez que me animo a comentar. Soy Venezolano, vivo en Valencia-Venezuela, de 27 años por lo que he vivido todo el gobierno de Chávez y de Maduro hasta la actualidad, profesional y a punto de irme de mi país el mes que viene porque la situación acá es insostenible. Los que hablan de que acá la educación y la sanidad ha mejorado, no tienen ni idea. Nuestro hospitales están en ruinas, la deserción escolar es enorme. Somos uno de los países más inseguros del mundo señores, del mundo. Caminar por Caracas, Valencia o Maracaibo es una situación angustiante. La escasez de productos es de proporciones de película distópica; acá es difícil conseguir papel higiénico, mantequilla, aceite vegetal para comer, leche. En mi ciudad mueren 20-30 personas el fin de semana por crímenes violentos. En mi país lamentablemente es cotidiano saber de conocidos o familiares secuestrados o robados no por ser millonarios sino porque la delincuencia está desatada. La economía es una locura, con un sistema cambiario que permite al gobierno controlar el flujo de divisas a costa de distorsionar dicha economía, lo que hace que tengamos el índice de inflación entre los más altos del mundo. El gobierno por lo general no da datos confiables porque no tiene datos serios que aportar, generalmente son manipulados o directamente no los muestras (como el índice de criminalidad del país en un país que desde Chávez tiene más de 15 planes de Seguridad nacional). La corrupción es indescriptible, el Gobierno de Chávez ha tenido el mayor ingreso económico de nuestra historia y su legado es un país dividido y en ruinas (este año van dos devaluaciones de la moneda):
Algunos enlaces para complementar:
Casos de corrupción más sonados (el de PDVAL es sangrante)
http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/130217/14-anos-de-corrupcion
Inflación (el 60% anual se queda corto, los productos no regulados aumentan casi a un ritmo semanal, los regulados difícilmente se consiguen o hay que hacer colas kilométricas)
http://eltiempo.com.ve/venezuela/economia/bcv-inflacion-suma-23-entre-enero-y-mayo/142635
El gordo Bayón tenía prohibición de salida del Estado Bolívar por ser sospechoso de triple homicidio y estaba en Caracas negociando con Maduro el contrato colectivo de SIDOR (empresa clave de minería estatal), y fue asesinado a la salida de Miraflores (el palacio de gobierno) ¿Cómo se interpreta eso?:
http://runrun.es/runrunes/127172/el-gordo-bayon-era-un-consentido-de-los-gobiernos-regional-y-nacional.html
Muertes violentas en algunas partes de mi país:
http://informe21.com/muertes-violentas
PD: Los venezolanos acá bromeamos mucho (acá hacemos chiste hasta de nuestros peores momentos) que cada vez que el gobierno expropia o toma control de algún sector, se calcula el tiempo en que lo va a destruir (caso Agropatria, Empresas Diana, PDVSA).
Nuestro canciller, ¿Orgullo de la nación?
https://www.youtube.com/watch?v=VoFZRVdecTc
Saludos.
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