Jin Akiyama es el matemático más conocido de Japón, y ello se debe a que realiza un programa en la televisión pública japonesa (NHK) desde hace unos veinticinco años acercando la matemática recreativa al gran público. Dicho programa no se seguiría manteniendo en antena si no fuera por la carismática presencia de Akiyama, experto en conjugar la divulgación científica con el espectáculo. Aprovechando una corta visita a Madrid quedamos para comer y conversar en la Residencia de Estudiantes madrileña donde se alojaba.
Tu madre te dio una educación muy libre, y te permitió un comportamiento independiente porque pensaba que era el mejor modo de educarte. En cierto modo es lo opuesto a lo que se piensa acerca del sistema educativo japonés, creemos que se trata de un sistema muy rígido, pero tú fuiste…
En realidad mi madre le daba una gran importancia a la educación, y cada día me decía que me levantara muy temprano por la mañana… Y que estudiara duro, me obligaba a hacerlo, pero yo no le hacía caso y hacía lo que me gustaba; mi madre estaba apenada ya que yo no actuaba como el chico que ella esperaba, y consultó a un consejero, un psicólogo al que le comentó algo así como que «mi chico es muy desagradable y nunca escucha los consejos de su madre», y que ella se sentía muy triste. El consejero y psicólogo le aconsejó a mi madre que me dejara tomar mis propias decisiones, y que no me forzara a cosas en contra de mi voluntad lo que me permitió desenvolverme con mucha libertad. Me pusieron en una escuela que tenía un régimen muy abierto. Dicha escuela era privada y católica…
¿Católica?
Porque mi madre era católica también. Todas las clases eran muy reducidas, por ejemplo contaban con cerca de doce o trece estudiantes, chicos y chicas, la mayoría con algún problema mental o físico, y yo estaba bastante sano [risas]. De cualquier manera, todo el día disfrutaba de mi vida en el bosque, al cuidado de una cabra, varias ovejas y muchos animales pequeños, y no estudiaba en absoluto. Mi madre me dio eso, y me sentí muy feliz en esa época, pero luego al cumplir los once años de edad me dijo: «ahora tienes la edad para empezar a estudiar» y me compró muchos libros de ejercicios. Mi padre, que trabajaba en acústica…
¿En el campo de la física?
Sí, como físico; él opinaba que era mejor dejar a los niños en libertad y no forzarles en ningún sentido, y si finalmente tienen que estudiar entonces él se ofrecería a ayudar. Así que mi padre me caía bien, era mi aliado mientras que mi madre era una especie de enemigo. Ella cuando cumplí los once años empezó a entusiasmarse con mi educación, y me obligaron a hacer tres exámenes para entrar en un famoso instituto privado. Los tres exámenes eran muy difíciles, y los suspendí todos, porque no había estudiado, no quise hacerlo; no tenía voluntad para hacerlo, pero mi madre se quejaba continuamente diciendo «debes estudiar» y me obligó. Ese tipo de estudio nunca será fructífero, así que suspendí y entré en un instituto común público, no privado; normalmente en Japón los institutos privados tienen un nivel superior a los públicos, a los públicos puede acceder todo el mundo, es donde se da la educación obligatoria durante nueve o doce años, así que fui a un instituto público. En cuanto al motivo por el cual elegí estudiar matemáticas…
Esa era mi segunda pregunta, si las matemáticas se rigen por unas reglas muy marcadas. Parecen lo contrario a lo que podría esperarse de una mente libre.
Sí, en realidad la matemática como disciplina es lo opuesto a estudios como la lengua japonesa o la historia…
¿Y el arte?
El arte me gusta.
Por eso lo comentaba.
Pero odiaba las lenguas, ya sean inglés o japonés, y la historia, tanto la japonesa como la mundial, tenía que recordar muchas cosas, y si odias los estudios entonces tus notas normalmente son muy bajas; en comparación a estas disciplinas, las matemáticas eran diferentes. Incluso si no estudiaba matemáticas muy intensamente, podía obtener buenas notas. Así que me propuse estudiar matemáticas. En el instituto, en clase, los estudiantes más populares entre las compañeras eran los que sabían tocar la guitarra, o los que tenían un buen sentido del humor y eran ingeniosos, o los que destacaban en gimnasia. Esos estudiantes eran muy populares entre las chicas… [Risas].
Eso es importante.
Muy importante. Pero existe otro requisito: si alguien es bueno en matemáticas, se le consideraba muy bueno… inteligente y listo, así que yo aspiraba a ser eso. La motivación última era la de ser popular entre las chicas, así que me concentré en estudiar matemáticas, y en ser el número uno en matemáticas tanto en la clase como en la escuela, y que pensaran «el señor Akiyama no estudió tanto, su comportamiento es muy malo, pero sin embargo él es muy bueno en matemáticas, así que debe ser un genio»; eso es lo que quería que se dijera, o algo similar.
Entonces estudias Matemáticas y, tras graduarte, decides trabajar en análisis funcional, que no es una rama precisamente artística de la matemática; precisa de muchas reglas, mucho trabajo de fondo.
Sí, es cierto. Tras graduarme en la universidad pasé a ser un estudiante de predoctorado especializado en matemáticas, y estudié casi todas las áreas pero de una forma superficial y poco profunda; así que no sabía nada, pero quería ser matemático, aunque no tenía ningún criterio acerca de qué área era la adecuada para mí, así que me dije «¿qué área de las matemáticas es la más difícil?» [Risas]. Es decir, ¿cuál supone el mayor desafío? Así que tenía a uno de mis superiores que trabajaba en ecuaciones diferenciales y análisis funcional, que es muy difícil, y por consiguiente me dije «sí, aceptaré ese desafío». No sabía nada acerca de análisis funcional, sabía que existían espacios de Hilbert y espacios de Fréchet, y lo siguiente que supe es que, sin embargo, se la considera una de las áreas más difíciles en matemáticas así que elegí ese campo como mi especialidad.
Pero luego decides especializarte en teoría de grafos, que entonces probablemente era algo muy exótico.
Eso se debe a que estudié y estudié análisis funcional cada día durante días enteros de acuerdo con los manuales, en concreto sobre la base de un libro extenso titulado Análisis funcional escrito por Kosaku Yosida y publicado por la editorial Springer-Verlag. Empecé a leer ese libro y cuando estaba en mi segundo año del curso de máster, tuve que escribir la tesis. Pero no podía encontrar un tema de estudio adecuado para la tesis dentro del análisis funcional, así que pensé que posiblemente no tenía futuro alguno siguiendo esa dirección. Porque en esa época el análisis funcional se desarrollaba a una gran velocidad: cuando comprendí el análisis de Fourier ya se consideraba una técnica muy obsoleta, y cuando apareció el concepto de hiperfunción yo no sabía nada sobre dicho concepto, así que me di por vencido pero no quería abandonar o renunciar a las matemáticas, ya que había anunciado a mis amigos y a mi familia que sería matemático, por lo que no podía abandonar. Me pregunté qué área era la más adecuada para mí, es decir, sin estudiar demasiado, o sin tener un conocimiento demasiado extenso, para poder resolver problemas solo por intuición. Y esa área era la teoría de grafos. A veces con un solo diagrama puedes intuir cómo resolver un problema, en ese sentido la intuición es muy importante, y no se necesitan especialmente conocimientos previos, así que eso era muy bueno para mí.
¿Cuánta gente trabajaba en teoría de grafos en ese momento en Japón?
Cero. Nadie. Fui el primero que estudió teoría de grafos en el Japón, y estuve haciendo teoría de grafos y ahora creo que la mayoría de temas que estuve tratando son muy estúpidos, grafos del líneas o totales, grafos medios, conectividad, no son más que una manipulación del teorema de Baineke sin ningún resultado significativo; pero continué investigando en este campo y presenté muchos resultados en los congresos de la Sociedad Japonesa de Matemáticas, que tenían lugar dos veces al año, y cada vez que comparecí y di una conferencia, lo hice solo, ante un público casi inexistente, de solo dos personas en el auditorio. Generalmente cuando se trataban otros temas como los relacionados con el álgebra las conferencias eran multitudinarias, con mucha gente de pie incluso, todos los asientos estaban ocupados… pero en mi caso eran solo dos: uno era el presidente, enviado por la Sociedad de Matemáticas, y el otro estaba para pasar el rato, o quizás para descansar y echar una pequeña siesta. Así que estaba solo; pero gradualmente alguna gente vino a escuchar los temas que trataba y ahora como sabéis la teoría de grafos es una de los temas más fructíferos y populares en el Japón, y se enseña en la mayoría de las universidades japonesas. Pero cuando empecé no le importaba a nadie.
Luego decidiste trasladarte a los Estados Unidos para trabajar con Frank Harary.
Porque había leído dos libros en su integridad, uno de ellos era Teoría de grafos, escrito por Frank Harary.
La edición con la portada marrón.
Sí. El otro era El problema de los cuatro colores de Ore, Oystein Ore.
Que fue escrito antes de la demostración del teorema.
Sí, antes de que fuera resuelto. Así que conocía el nombre de Harary a partir de su libro, su famoso libro. Yo quería llegar a trabajar en grafos, y pensé que para lograrlo quizás tenía que ir al extranjero y estudiar más duramente que hasta entonces. Escribí una carta a Frank…
Sin conocerle.
Sin conocerle. Le dije «soy un matemático joven, y estudio teoría de grafos, podría ser capaz de resolver el problema de los cuatro colores…» [Risas].
Le escribiste eso en la carta…
Sí [Risas]. Añadí: «Tengo muchas ideas buenas, así que por favor acépteme como empleado», lo que significaba «por favor, logre para mí algún tipo de financiación de la NSF, o Fundación Nacional de la Ciencia», y le escribí la carta; estoy avergonzado de ello, porque alguien me dijo que los japoneses somos muy tímidos pero que si vas al extranjero tienes que venderte: los japoneses somos demasiado modestos y tímidos, por lo que si admitieras a la japonesa ser un investigador muy malo, que no ha obtenido ningún resultado y que no tiene ni idea, nadie te prestaría ningún tipo de atención, por lo que escribí de una forma muy arrogante… [Risas]. Me atreví a escribir, pero Frank no respondió hasta tres meses más tarde, cuando yo casi me había dado por vencido, pensando que Frank, que era un profesor tan famoso, no habría tenido tiempo o ganas de responderme; pero unos meses más tarde recibí su respuesta, en la que dijo «Soy Frank Harary, sé que quieres estudiar bajo mi guía, pero como sabes soy un profesor muy distinguido…».
Muy al estilo de Frank Harary.
Y seguía: «Por supuesto no te conozco, pero dices que tienes una gran cantidad de ideas, así que te recibiré». Eso sucedió en 1977 o 1978, fui a Michigan y Frank se comportó muy amablemente, el día de mi llegada me dijo: «El eslogan y el principio de mi vida es: «otro día, otro artículo», así que tienes que escribir un artículo cada día y yo me reuniré contigo para discutir problemas diariamente después de la hora de comer, así que esperarás a las puertas del restaurante Michigan Union, el conserje te dará un par de problemas, algunos muy significativos y otros bastante fáciles». Cada día Harary se reunía conmigo durante cinco minutos, solo cinco minutos; si no podía resolver los problemas durante una semana entonces Frank empezaba a quejarse y decir: «Eres una mierda, eres muy estúpido, no debería haberte empleado, no me esperaba que fueras tan estúpido»; seguía quejándose pero yo resistí y resistí, quería matarlo pero la resistencia es algo muy importante, tenía que resistir. Estudié allí durante un par de años y no pude cumplir su principio de «otro día, otro artículo» pero escribí unos veinte artículos con Frank a lo largo de esos dos años, así que la realidad fue más bien «otro mes, otro artículo», lo que no está mal.
No está nada mal.
Y algunos de los resultados fueron muy buenos, por ejemplo conté el número de grafos autocomplementarios, con n vértices y resultados similares. Estudiamos… antes de ir a Michigan mi deseo era escribir al menos un artículo con el gran profesor Frank Harary, esa era mi ambición; pero el resultado final fue que escribí unos veinte artículos, así que me sentí satisfecho, y trabajé allí como profesor asociado en la Universidad Médica de Nihon en esa época, estudié allí dos años, algo parecido a un periodo sabático; sea como sea, Frank tiene reputaciones muy diversas, mucha gente lo odiaba… por supuesto, yo lo odiaba como alumno, pero cambié de forma gradual, y ahora creo que fue un consejero muy bueno para mí, y, en algún sentido, él es el padre de la teoría de grafos en Japón, porque yo empecé con su libro Teoría de grafos y tal como te comenté entonces estaba solo, aislado, yo empecé la teoría de grafos allí, y ahora hay muchos investigadores, unos doscientos o trescientos matemáticos haciendo investigación en teoría de grafos. Ahora hay muchos buenos teóricos de grafos en Japón.
Volviendo al Japón, decides cambiar un poco de objeto de estudio, y te pasas a la geometría discreta.
Sí, lo cambié… En 1986 y 1990 organicé dos grandes congresos sobre teoría de grafos en Japón, el primero tuvo lugar en 1986, el primer congreso sobre teoría de grafos en Hakone.
¿Paul Erdos estaba allí?
Paul Erdos, Ron Graham, Szemerari y Vacek, mucha, mucha gente.
Los húngaros.
Los húngaros. Y el segundo en 1990, cuatro años más tarde, también en Hakone, y también importante, más de doscientos teóricos de grafos de todo el mundo se reunieron allí. En esa época, en la primera conferencia conocí a Jorge Urrutia [matemático mexicano de la UNAM que en esa época trabajaba en Canadá], y él me introdujo en la geometría discreta. Desde ese día, como han aparecido muchos buenos teóricos de grafos, como Egawa, Negami, Sato, Ota, que venían detrás de mí, y…
Ellos no son mucho más jóvenes que tú, a lo sumo cinco o diez años más.
Sí, pero cuando somos jóvenes… una diferencia de cinco años es grande. [Risas] Ellos eran muy buenos, así que pensé que era mejor para mí escoger una nueva área, un nuevo paraíso, así que en esas circunstancias me encontré a Jorge, que hacía ambas cosas, teoría de grafos y geometría discreta y computacional, y los temas que trataba me atrajeron, y decidí: «voy a hacer eso»; porque en esa época, en 1990, muy pocos matemáticos estudiaban geometría discreta y quizás yo fuera el primer matemático en Japón que se propuso seguir ese objetivo, porque en el campo de la ingeniería hay varios matemáticos interesados en la geometría computacional, pero como matemáticos puros hay muy pocos. Quizás yo fuera el único. Tenía varios estudiantes de doctorado, y no podía ofrecerles buenos temas en el campo de la teoría de grafos, porque varios (y buenos) rivales los resolvieron, los problemas que tenían asignados mis alumnos, y mis propios estudiantes fueron derrotados, no pudieron obtener buenos resultados. Por aquel entonces la teoría de grafos se volvió demasiado competitiva, y la geometría discreta tenía una esencia similar a la teoría de grafos, pero era un poco diferente; así que quizás la geometría discreta sea mejor no solo para mí sino también para mis estudiantes, y he aprendido mucho de Ferran, Jorge, y Ron Graham, y en 1990 escribí un libro sobre geometría discreta con Ron Graham; él estaba entonces en los Bell Labs, ahora está en la Universidad de California.
Al mismo tiempo inicias tu labor de divulgación de las matemáticas.
En realidad, antes de empezar a divulgar matemáticas, estaba interesado en promocionar a estudiantes con talento, así que organicé la Fundación Japonesa Olímpica de la Matemática, no yo solo, sino con otros dos matemáticos, el profesor Fujita y el profesor Noguchi. Organizamos las Olimpiadas Matemáticas en Japón, y enviamos a nuestro equipo, un equipo japonés, a la IMO, la Olimpiada Internacional de Matemáticas en 1990, y esa es la primera participación japonesa; tuvo lugar en Beijing, China, y la siguiente en 1991 celebrada en Sigtuna, en Suecia, y en esas dos olimpiadas yo fui el líder del equipo de Japón, estaba interesado en promocionar a estudiantes con talento. Entonces supe que dichos estudiantes iban a crecer y se desarrollarían sin que les ayudaran…
Sí, porque son muy buenos, no lo necesitan.
No necesitan de nuestros consejos estúpidos, son más inteligentes que nosotros [risas], tal y como llegué a aprender. Así que, ¿quién necesita una verdadera educación matemática? La gente normal, especialmente los jóvenes a los que no les gustan las matemáticas, esos son los estudiantes a los que deberíamos prestar ayuda, eso es más importante que la educación para los estudiantes más dotados. Así que se trata de matemáticas para estudiantes no tan buenos, de la popularización de las matemáticas.
Pero luego obtienes un programa de televisión, lo que nos parece algo fantástico.
Eso es en 1991, empecé en la NHK un programa de televisión sobre matemáticas, y durante estos veinticuatro años, casi un cuarto de siglo, he venido dando conferencias sobre matemáticas cada semana, y a veces para niños pequeños, como estudiantes de primaria, o niños algo mayores y también de secundaria, o a veces también para el público en general. Así que como llevo haciendo un programa de televisión durante mucho tiempo, el público en general en el Japón cree que… me convertí en la imagen de los matemáticos japoneses, así que si le preguntas a un japonés corriente si conoce a algún matemático, la mayoría responderá: Jin Akiyama. Pero eso no es tan bueno para mí, porque puede hacer que grandes matemáticos sientan envidia… [risas].
Leí que quizá seas el matemático más famoso del mundo, porque mucha gente, millones de personas te conocen, incluso paseando por la calle en Tokio la gente puede pedirte hacerse una foto contigo o un autógrafo.
Reconozco que si aparezco en televisión… no sé cómo son las cosas en España, pero en Japón los profesores o investigadores que aparecen en televisión son considerados estúpidos.
No puedo imaginarme en España un programa de televisión dedicado durante un cuarto de siglo a las matemáticas. Se dio el caso de un zoólogo muy famoso, que llegó a ser muy popular; probablemente no dentro de su profesión, no sé, pero sí para el público en general.
El público en general, por supuesto, sí me respeta. Pero entre matemáticos…
No, no estoy de acuerdo, Jin. He estado contigo en Japón muchas veces, y sé ciertamente que eso no es verdad.
[Risas] Pero yo lo sentía así, por eso no acepté aparecer en programas de televisión a excepción de la cadena NHK, la cadena nacional, porque el japonés corriente piensa que los programas de la NHK son más serios. Por consiguiente decidí no participar en emisiones corrientes, aunque en otros programas conseguiría cobrar más dinero. Ese fenómeno, desde que llegué a esa conclusión, me ha hecho seguir escribiendo artículos, así que he escrito unos ciento veinte artículos y sigo escribiendo al menos tres o cuatro al año. Porque de otro modo mis enemigos dirían: «solo se dedica al espectáculo».
En realidad han aparecido más artículos tuyos en publicaciones de investigación que de la mayoría de tus críticos.
Sí. [Risas].
¿Cuántos libros has escrito?
Alrededor de doscientos.
¿Cuántas conferencias al año?
En un año, cerca de doscientas. No solo en Japón, sino también en el extranjero…
También tienes un «Museo de las Matemáticas».
Sí, recientemente, como sabes, he inaugurado el Museo de las Matemáticas, de hecho…
Bien, ya tenías uno en Abashiri.
Sí, ya tenía uno en Abashiri, pero estaba demasiado lejos.
Sí, muy al norte.
Cerca de Rusia. Sí, un lugar muy frío, cubierto de nieve seis meses al año, peligroso y frío.
Creo que la gente del Japón lo conoce por…
Como prisión. Abashiri es famoso por su prisión, sí. Así que decidí trasladarlo a Tokio.
De hecho lo trasladaste a la que fue tu primera universidad. Así que tras viajar por todo el mundo…
Sí, y he oído que ahora tienen la intención de construir un Museo de las Matemáticas en Barcelona, el año que viene, y estoy dispuesto a ayudarles, y quizás me reúna con algunos de los responsables en estos días.
Sí, me lo comentaste. Pero escribes artículos de investigación sobre matemáticas, tienes un programa de televisión, das unas doscientas conferencias cada año, has publicado unos doscientos libros, y aun así tienes tiempo para interpretar música.
Oh, sí, por ejemplo, cuando estoy en Tokio es muy difícil encontrar tiempo para practicar y ejercitar el acordeón, pero cuando estoy de viaje lo llevo, pesa unos trece kilos, es muy pesado; esta vez traemos dos acordeones y aquí tenemos mucho tiempo para ensayar.
¿Aquí, en la Residencia?
Sí.
Probablemente, a otros investigadores eso no les haga sentirse muy felices.
[Risas].
Cuando no estás viajando, ¿cómo es un día normal para ti? Porque el día solo tiene veinticuatro horas…
Afortunadamente no estoy obligado a dar clases.
¿Lo echas de menos?
No tengo que hacerlo.
Sí, lo sé, pero, ¿lo echas de menos?
Si me apetece enseñar, puedo organizar una especie de curso intensivo de una semana sobre teoría de grafos, geometría discreta, geometría sólida o algo similar. Me interesa más en esa estructura de cursos; tengo un estudiante graduado de Corea que es muy bueno, a veces lo aconsejo o escribo un artículo con él.
Tienes tiempo para escribir sobre temas más exóticos, como tu peinado.
[Risas].
Creo que ese artículo llegó a ser famoso en Japón.
Sí, fue famoso. El motivo por el cual llegó a ser famoso es que fue escogido como el mejor ensayo del año. Sí. Así que a veces me he rapado al cero, como un skinhead, o a veces me lo he dejado largo, o lo he dejado salvaje, dependiendo del momento mi peinado ha ido cambiando.
En ese momento tuvimos ya que interrumpir nuestra conversación, alguien vino a recordarnos que nuestro tiempo se había cumplido con creces y que otra gente esperaba a Jin Akiyama para poder entrevistarlo. Después, tuvimos la ocasión de asistir de nuevo a una de sus hipnóticas conferencias. Una audiencia que abarrotaba el salón de actos de la Residencia de Estudiantes asistió entusiasmada a una charla en la que durante cerca de dos horas estuvo desgranando un problema tras otro. Es la primera vez que hemos visto al público aplaudir entusiasmado ante cada nuevo resultado que un matemático les mostraba.
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Buenas,
El enlace a la conferencia es el siguiente:
http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/acto.jsp?rsection=Actividades&acto=5996
Un saludo,
Me ha encantado la entrevista! Qué personaje tan pintoresco el Sr. Akiyama! Interesante la dicotomía entre educación y libertad que se presenta al principio del texto.
Qué jodío el chino. Cómo se ríe. Parece un roquero con esas pintas.
Un personaje muy interesante y muy bien entrevistado. Sin embargo, lo que me ha hecho comentar ha sido ¡ESA CHAQUETA!
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«no sé cómo son las cosas en España, pero en Japón los profesores o investigadores que aparecen en televisión son considerados estúpidos.»
En España les consideramos …inexistentes :) Con la excepción de El Hormiguero donde se trata a la ciencia con mucho rigor.
Miguel Cuesta, sal de tu pueblo, rápido, lo necesitas.
beneficiar de una mejor traducción y no mejorar. Me pasa por criticar sin revisarme :P mis disculpas.
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Hola. Quisiera saber la fecha en que se realizó este entrevista, por favor.
En mayo de este mismo año, Emilio. Un saludo.
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Tuve el placer de asistir a esa conferencia en la Residencia de Estudiantes.
Mola la entrevista, y aún más el gran Akiyama!