101 historias NBA

101 historias NBA. Relatos de gloria y tragedia
Gonzalo Vázquez
Ediciones JC

Puedo entender que haya reseñas que se tomen como encargos, como trabajo en el sentido peyorativo de la palabra, como un proceso mecánico gracias al cual, y tal vez como único consuelo, conseguirás una exigua cantidad de dinero a cambio del esfuerzo. En otros casos, como sucede en 101 historias NBA, es un placer inmenso la lectura de cada capítulo, de cada página, que paladeas con placer y calma, haciendo gala de esa recurrente filosofía de lo lento que con frecuencia se obvia cuando te imponen fechas de entrega. En este sentido, reconozco que me he vuelto a recrear en aquellas que me eran conocidas o que incluso ya había leído, puesto que 101 historias NBA se nutre de artículos ya publicados de Gonzalo Vázquez en los distintos medios en los que ha colaborado, ya sea en internet, principalmente en acb.com, o en papel, como por ejemplo el eterno retorno no consumado de Wilt Chamberlain que leímos en Cuadernos de basket, la pintoresca historia de Manute Bol que recogía Invasión o victoria o la fantasía sobre James Naismith publicada en el número 1 de Jot Down.

La máxima competición baloncestística norteamericana, tan fotogénica y mediática, al fin y al cabo está formada por personas, decenas de miles desde sus inicios, que encierran historias que van mucho más allá de las gestas deportivas; Vázquez ha recopilado una serie de ellas, algunas bastante desconocidas o nunca tratadas en profundidad, que han salpicado la NBA a lo largo de décadas. En general, las crónicas no se ajustan a una mera descripción, más o menos detallada, de los hechos, sino que Vázquez acomete reconstrucciones minuciosas, de gran extensión, que generan los mejores capítulos de 101 historias NBA. Así, aún recuerdo mi primera toma de contacto con la lectura on line de las últimas horas de Len Bias o de Bison Dele que, descritas de forma novelada, nos sumergían en la tragedia haciéndonos sentir como uno más en la habitación de hotel de Bias o en el catamarán de Dele. Y es esta forma de escribir, reproduciendo las posibles conversaciones que tuvieron lugar en esos instantes críticos, la que nos acerca a personajes desdichados que despiertan compasión. Las desgracias irreversibles de Ricky Berry, Malik Sealy o Nick Vanos o las putadas del destino a Bobby Hurley o Johnny Moose hacen que estos nombres sean bastante desconocidos para todo aquel que no siga al detalle el baloncesto norteamericano, pero encierran jugosas y emotivas historias que darían cada una de ellas, si se adaptase el relato de Vázquez a la gran pantalla, para biopics de gran carga emocional.

La NBA hoy en día mueve en torno a medio millar de deportistas (entre entrenadores, asistentes y jugadores) para disputar más de dos mil quinientos partidos a razón de ochocientos ochenta y cinco kilómetros por encuentro —en su jet privado, eso sí—, pero hubo una época en la que tenían que viajar en transportes en línea, realizar molestos trasbordos e incluso caminatas a pie hasta llegar al hotel de madrugada, como se nos cuenta en «Campo a través». O, en el colmo de los colmos, que ejemplifica lo cutre que eran aquellos primeros tiempos de la liga de baloncesto norteamericana, Vázquez nos presenta a Tony Lavelli, que jugaba en 1949 con los Celtics y en los descansos de los partidos ¡salía al centro del campo a tocar el acordeón! Lejos de tomárnoslo a risa, también descubrimos los trágicos destinos de los tocayos Webster, Barnes y Gaye que compartían pasión por el baloncesto además de nombre de pila (Marvin), aunque solo el último gozara de reconocimiento y tenga en su haber una de las interpretaciones más conmovedoras del himno estadounidense (cuya gestación se relata en «Tormentos de un parto celestial»).

Además de bastantes capítulos basados en la pulsión humana de protagonistas de perfil casi shakesperiano, como la duda encarnada en Ralph Sampson, los celos de Isiah Thomas o el orgullo de Larry Bird, obviamente también encontramos otros que responden a preguntas fundamentales sobre el juego como por qué las canastas se encuentran a 10 pies (3,05 m) de altura o la posesión es de 24 segundos, o la explicación de elementos mitológicos de este deporte, como el porqué de las gafas de Abdul Jabbar con las que apareció hasta en Aterriza como puedas, o la probablemente canasta más lejana y la autocanasta más absurda de la historia del baloncesto. O también el trasfondo de operaciones y traspasos que cambiaron o pudieron cambiar el destino de la liga, como el proceso que llevó a los Bulls a Toni Kukoc o las salidas frustradas de Hakeem Olajuwon, Magic Johnson o James Worthy de sus respectivos equipos. Y no faltan, por supuesto, los problemas legales de los Jail Blazers o los que acabaron con Jayson Williams en la cárcel o Allen Iverson fichado, las peleas tabernarias de Paul Pierce o Bird y los famosos incidentes de Sprewell o Rodman. Y muchas más que no cito para no descubrir al lector todas las bazas del libro.

Desde el punto de vista del aficionado al baloncesto, 101 historias NBA se lee con voracidad, interés y emoción. Desde el punto de vista del que se dedica humildemente a menesteres similares, se admira con envidia puesto que en cada historia se intuyen semanas de documentación, días de reconstrucción, horas de pulido. Una obra monumental que en otras circunstancias podría justificar toda una trayectoria profesional y que, sin embargo, en Gonzalo Vázquez se adivina, aún en su excelencia, como la punta del iceberg de lo que ha de venir.

Si no se han decidido aún, den un sorbito a uno de los capítulos: El último trago de Joe Bird. No se arrepentirán.