En nuestra vida diaria llevamos a cabo diferentes juicios de valor cuando decidimos si comeremos un bocadillo en lugar de una ensalada o si saldremos a pasear en bicicleta en lugar de ir al cine en un soleado día de primavera. Se trata de seleccionar un curso de una acción de un conjunto de posibles cursos, basándonos en valores asociados y en recompensas o refuerzos anticipados. Parece que estamos hablando de características que son inherentes a todos nosotros en tanto que cada uno mostramos diferentes preferencias, gustos sobre qué comer, qué hacer un día de primavera o qué comprar en las vacaciones navideñas. No obstante, las circunstancias pueden cambiar las preferencias de las personas, lo cual puede llevar a la elección más óptima desde un punto de vista objetivo o incluso a decisiones que no resultarían adecuadas. En un contexto social global vinculado a una crisis económica, por ejemplo, una persona puede ampliar los recursos que destinaría a comprar artículos de primera necesidad en detrimento de lo que gastaría en comprar artículos no tan necesarios. Entender cómo el cerebro incorpora los valores en la toma de decisiones se ha convertido en los últimos años en una de las áreas de interés de investigación de la neuroeconomía.
Si nos paramos a pensar, el dinero es un reforzador muy efectivo que adquiere su valor por las interacciones sociales y lo utilizamos diariamente en diferentes ámbitos vinculados al aprendizaje emocional de las personas. El deseo que podemos mostrar hacia algo como el dinero depende, entre otras cosas, de cuánto tardaremos en conseguirlo. Por norma general, las personas mostramos una preferencia por los refuerzos que se obtienen de forma inmediata sobre aquellos que se obtendrán a más largo plazo. De manera que para ahorrar para un futuro y evitar compras impulsivas tendríamos que vencer esta tendencia. Además, la mayoría de las personas prefieren refuerzos inmediatos más pequeños que demorados más grandes. Por ejemplo, en los estudios que se han llevado a cabo la mayoría de los participantes prefieren recibir ahora cincuenta euros en lugar de recibir cincuenta y cinco dentro de una semana. No obstante, delante de la hipotética situación de recibir cincuenta euros en cincuenta y cinco semanas o cincuenta y cinco euros en sesenta semanas, la mayoría de las personas suelen elegir la opción de mayor magnitud (cincuenta y cinco euros). En ambas situaciones hipotéticas la diferencia es de cinco euros; no obstante en la primera situación los cincuenta euros se pueden recibir de forma inmediata, mientras que en la segunda situación tanto los cincuenta como los cincuenta y cinco euros se recibirán de forma demorada, aunque entre ambos haya una diferencia también de una semana de tiempo.
Hemos de tener presente que no todas las personas somos iguales y esto también se puede extrapolar a la toma de decisiones en contextos económicos. Cuando tenemos que tomar la decisión de elegir entre dos cantidades de dinero que pueden ser recibidas en momentos diferentes, la elección de una cantidad que se puede obtener de forma inmediata activa dos regiones de nuestros cerebros: una pequeña región localizada en la base del cerebro (el estriado ventral) y una zona ubicada en la parte anterior (la corteza prefrontal medial). La magnitud en la que se activa el estriado ventral parece monitorizar cuánto una persona valora un refuerzo recibido con demora. En este sentido se da una menor activación delante de refuerzos futuros (demorados) en las personas que son muy reticentes a esperar. En contraste, la corteza prefrontal lateral se activa de forma similar delante de un refuerzo como el dinero, independientemente del tiempo que tiene que esperar la persona para recibirlo. Estos resultados sugieren que las preferencias por refuerzos recibidos de forma inmediata o refuerzos recibidos con demora parecen depender de la interacción entre estas regiones cerebrales. De esta forma, cuando nos enfrentamos a una decisión que nos lleva a elegir entre un refuerzo inmediato y un refuerzo demorado, un aumento en la actividad del estriado ventral y de la corteza prefrontal medial resultará probablemente en una preferencia por el refuerzo inmediato (por ejemplo, elegir recibir cincuenta euros hoy en lugar de cincuenta y cinco la próxima semana). Mientras que cuando tenemos que elegir entre dos refuerzos demorados (como en el caso de la segunda situación hipotética) la corteza prefrontal lateral nos permitiría centrar la toma de decisión en la valoración de la magnitud de refuerzo más que en su proximidad temporal (y, por ello, preferir recibir cincuenta y cinco euros en cincuenta y seis semanas que cincuenta euros en cincuenta y cinco semanas).
Uno de los aspectos que también se ha explorado desde la neuroeconomía es cómo las personas sopesamos los diferentes factores que nos llevan a tomar la decisión de comprar una determinada cosa. Diferentes estudios llevados a cabo con técnicas de neuroimagen funcional han aportado evidencias que sugieren que las regiones del cerebro que anticipan la ganancia y la pérdida son distintas. La preferencia por un determinado producto activa otra pequeña región de la base del cerebro (el núcleo accumbens), mientras que si el precio del producto es excesivo se activa la ínsula y se desactiva la corteza prefrontal medial antes de tomar la decisión de comprarlo (dos regiones de la corteza cerebral). Si la activación de la corteza prefrontal medial se ve reducida delante de un alto precio en el caso del comprador, ¿qué sucede con el vendedor? Se ha podido comprobar que la actividad de esta región cortical se ve notablemente aumentada en respuesta a precios altos en el caso de los vendedores.
Por otro lado, diferentes estudios de neuroimagen han mostrado en contextos de compra e inversión que las opciones altamente valoradas por la persona provocan un aumento de la actividad de otra región cerebral (la corteza prefrontal dorsolateral). En ese mismo tipo de contextos, la consideración de opciones que entran en conflicto en diferentes dimensiones (por ejemplo un producto de precio muy alto pero valorado muy positivamente por la persona) aumentan la activación de otra parte diferente de nuestro cerebro (la corteza cingulada anterior dorsal). Estas dos regiones cerebrales podrían actuar de manera conjunta y complementaria para comparar diferentes opciones, elegir y para implementar la elección en el curso de una acción y promover, de este modo, la consecución de la opción más valiosa para la persona.
Además de toda la información relacionada con la anticipación de un determinado refuerzo, la información del resultado obtenido también resulta de cardinal importancia en el procesamiento que se lleva a cabo. En sentido absoluto sería el refuerzo que se ha conseguido en sí mismo, mientras que en sentido relativo sería más complejo en tanto que se podría comparar el refuerzo que hemos recibido con el refuerzo que podríamos haber recibido en una situación determinada. Por ejemplo, imaginemos que estamos participando en un juego en el que cada carta de una baraja tiene asociado un valor correspondiente a una cantidad determinada de euros. La cantidad máxima que nos podemos llevar al levantar una carta de la baraja es de doscientos euros, mientras que la mínima es de cinco euros. Si levantamos una carta y obtenemos un premio de veinte euros, podríamos comparar este refuerzo que hemos recibido con otro que podríamos haber recibido en este juego. Trabajos realizados con técnicas de neuroimagen funcional han relacionado la actividad de una estructura localizada en el interior del cerebro (el núcleo caudado medial) tanto con los resultados obtenidos en términos absolutos, como en términos relativos. En este contexto, algunos sugieren que esta estructura podría integrar la información cognitiva con la información reforzante en la planificación de la estrategia que desplegaría la persona para obtener el mejor resultado posible.
Una investigación reciente llevada a cabo en Suecia ha mostrado que la privación de sueño hace que las personas compremos más alimentos y de más calorías. Después de una noche en vela, los participantes del estudio además de mostrar una marcada tendencia a comprar alimentos de alto contenido calórico mostraron unos niveles más altos de una hormona (la grelina) que libera el sistema gastrointestinal y que actúa sobre el cerebro para inducir la sensación de hambre. Los investigadores de este estudio, no obstante, no encontraron una relación entre esta hormona y la toma de decisión de la compra de los alimentos.
En definitiva, en nuestro cerebro contamos con circuitos neurales que facilitan el aprendizaje y la construcción de preferencias, otros que modulan la toma de decisiones de riesgo y otros que contribuyen a la resolución de situaciones que generan incertidumbre. La neuroeconomía proporciona un marco óptimo para explorar cómo el cerebro participa en la toma de decisiones y cómo interaccionan la razón y la emoción, dando lugar en algunos casos a decisiones acertadas y en otros a soluciones que resultan desacertadas para la persona en el contexto de los modelos económicos.
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El cerebro económico. |
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Estriado ventral |
Cuando tenemos que tomar la decisión de elegir entre dos cantidades de dinero que pueden ser recibidas en momentos diferentes, se activa cuando se elige recibir el dinero de forma inmediata. Monitoriza cuánto una persona valora un refuerzo recibido con demora y la preferencia por un determinado producto en el contexto de compra. | |
Corteza prefrontal medial |
Un aumento de su actividad resultará probablemente en una preferencia por un refuerzo inmediato. Se desactiva cuando el precio de un producto que vamos a comprar es excesivo.
Su actividad se ve marcadamente aumentada en respuesta a precios altos en el caso de los vendedores. |
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Corteza prefrontal lateral |
Se activa de forma similar delante de un refuerzo como el dinero, independientemente del tiempo que tiene que esperar la persona para recibirlo. Esta región permitiría centrar la toma de decisión en la valoración de la magnitud del refuerzo más que en su proximidad temporal. | |
Corteza prefrontal dorsolateral |
En contextos de compra e inversión, las opciones altamente valoradas por la persona provocan un aumento de su actividad. | |
Corteza cingulada anterior dorsal |
En modelos económicos, la consideración de opciones que entran en conflicto en diferentes dimensiones evoca su activación. | |
Caudado medial |
Participa en la integración de la información cognitiva con la información reforzante en la planificación de la estrategia óptima para obtener el mejor resultado posible. |
Tabla 1. Resumen de las implicaciones funcionales de diferentes regiones cerebrales en la toma de decisiones vinculadas con el refuerzo y con las situaciones económicas.
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Para saber más:
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interesante articulo. un apunte: no serian quizas 51 semanas en vez de 60 en el parrafo 2?
Entiendo que quiere decir «cincuenta euros repartidos en cincuenta y cinco semanas o cincuenta y cinco euros repartidos en sesenta semanas».
Para mí que quiere decir cincuenta euros dentro de cincuenta y cinco semanas o cincuenta y cinco euros dentro de sesenta semanas.
Yo creo que quiere decir 50 euros en cincuenta plazos de 55 semanas o 60 semanas en 55 plazos de 5 euros.
El párrafo en cuestión, yo lo entiendo como 50 euros entregados dentro de 50 semanas o 55 euros entregados dentro de 51 semanas. Si no, no tendría sentido dentro del contexto.
Creo que en estos casos más que la recompensa lo que se valora es el riesgo. En el pago a tocateja no existe riesgo alguno, es cero contra todo. En el pago a 50 o 51 semanas, existe riesgo en ambos casos, y el cerebro lo modula.
Es interesante la elección de alimentos más calóricos en personas con vigilia del sueño, y me gustaría saber si hay un conocimiento consciente por parte de estos de ese valor calórico de dichos alimentos o es intuitivo. Es decir, ellos saben positivamente los valores calóricos, o sencillamente una vez elegidos dichos alimentos «azarosamente», estos resultan ser más calóricos.
Un tema fundamental, explicado con rigor. Sin embargo, en muchos estudios neuropsicológicos se hace difícil imaginar de forma dinámica la activación sucesiva o paralela de las diferentes regiones mencionadas en relación con la conducta o situación a estudio. De hecho, al margen de que la frenología vista más en las fotos, quizás deberíamos ir cambiando nuestro marco comprensivo y pedagógico, mostrando en lugar de cuadros estáticos área-función, vías y circuitos funcionales dinámicos, de forma más ajustada a como sabemos que funciona en la vida real nuestro cerebro. No obstante, gracias por abordar este tema. Un saludo.
Sobre la expresión del segundo párrafo, LO QUE REALMENTE QUIERE DECIR EL AUTOR ES: «la mayoría de los participantes prefieren recibir ahora cincuenta euros en lugar de recibir cincuenta y cinco dentro de una semana. Delante de la hipotética situación de recibir cincuenta euros dentro de cincuenta y cinco semanas o recibir cincuenta y cinco euros dentro de CINCUENTA Y SEIS semanas…». Lo que el experimento señala es que si a una persona le ofrecen tener hoy 50 euros, pocos están dispuesto a renunciar a ellos e «invertirlos» para obtener unos intereses de 5 euros una semana después, pero si esa semana se añade a una espera de cincuenta y cinco semanas, la gente sí está dispuesta a esperar una semana más y ganar cinco euros adicionales.
Lo que resulta chocante es que la mayoría de la gente en este experimento no quiera realizar un inversión que proporciona un beneficio del 10% en sólo una semana cuando no hay riesgo de impago (este riesgo no se añade como variable al experimento).
La economía conductual es un campo en el que en los últimos años han proliferado los estudios que describen conductas económicas que parecen irracionales (los economistas conductuales las tachan sin más de irracionales, mientras que los liberales neoclásicos suelen explicarlas como conductas perfectamente racionales que, vistas de una perspectiva externa -y en algunos casos, a posteriori-, no parecen haber sido la mejor opción).
La economía conductual describe el comportamiento humano y pretende que el legislador tenga en cuenta ese comportamiento y elabore normas que, permitiendo la libertad de elegir del individuo, lleve a éste a realizar conductas racionales o que suponen un mayor bienestar (o lo que los economistas conductuales entienden que es el bienestar del individuo). Por ejemplo, si se obligara a los supermercados a situar a un nivel medio de altura los productos más saludables, la gente seguiría siendo libre para comprar el producto que quieran, pero como está comprobado que se compran más productos situados a media altura, al final la gente compraría «sin darse cuenta» más productos saludables y mejoraría su bienestar. Desde luego, estos economistas, supuestamente liberales, no tienen en cuenta la libertad del empresario para colocar los productos que vende donde le dé la gana, y tampoco entienden que una persona prefiera, como mi padre, tener sobrepeso pero darse caprichos y comer dulces cuando le apetece que estar en su peso ideal pero privarse de pequeños placeres día a día.
Estos estudios de neurociencia se complementan perfectamente con los estudios de la economía conductual, explicando los resultados observados según mecanismos cerebrales. El problema es que si hay una explicación «cerebral» a las conductas humanas, los economistas conductuales pierden en cierta medida su argumento de que algunas conductas no son «racionales».
Ricardo, el riesgo del impago existe siempre, o al menos el riesgo del «incobro». Uno no sabe donde estará dentro de una semana.
Desde luego, el riesgo de impago existe siempre. Pero creo que esa variable no se tiene en cuenta en este tipo de experimentos. Es decir, el investigador te plantea la pregunta de manera que tú das por seguro que cobrarás, sea hoy o mañana.
Si la persona que responde tiene en cuenta el riesgo de impago (que posiblemente siempre subyace y por lo tanto quien responde siempre lo tiene en cuenta), llegaríamos a la conclusión que defienden los economistas neoclásicos o liberales «de verdad», es decir, que las conductas irracionales para los economistas conductuales sólo lo son en apariencia y desde la óptica de un tercero que carece de interés en el negocio en cuestión.
Desde luego Ricardo, doy por sentado que los tipos que diseñan el experimento habrán tomado medidas. Lo que ocurre es que así, con los datos sin más y desde una perspectiva de diletante, parece más sencillo comparar simplemente el resultado de ofrecer 50 euros dentro de una semana o 55 dentro de dos; supuestos en los que sí se elimina totalmente el riesgo cero de impago.
Un ocurrencia que viene así, a botepronto y como lector no formado en el asunto.
Para resumir y bajarlo a términos coloquiales la neuroeconomía pretende comprender cómo funciona el cerebro de miles de personas en la toma de decisiones económicas. La toma de desiciones económicas esta en función del grado de riesgo y el beneficio, perder o ganar, para una persona, el ser humano no actúa ni racional ni eficientemente cuando se trata de dinero. Sus decisiones financieras no se basan en la razón, sino que en ellas suelen entrar en juego elementos más incontrolables como son los sentimientos o las intuiciones, y si a eso le sumamos la cultura del pais de origen y la carencia de una educación financiera, la convierte mas complicada y díficil de entender. es por eso que en nuestro pais carecemos de una cultura de emprender-invertir ya que esto implica mas analisis y mas riesgo en la toma de desiciones, y el miedo a fallar y perder no te permite ver que de igual manera existe el aprendizaje y ganancia. Es muy interesante saber como funciona nuestro cerebro ante estas circunstancias.
El titulo me llamo mucho la atencion, es un articulo muy interesante, claro que tal ves la situacion puede variar de pais en pais, mientras en algunos le surge la pregunta de que articulo seria de primera necesidad, otros no tienen esa eleccion, el cebrero no puedo pensar igual si no tiene que comer; pero bueno eso no es el punto medular sino mas bien que a las personas nos estresa no tener dinero rapido, ya que para mcuhos el dinero es el estimulo para trabajar, y es por ello que nos volvemos esclavos del dinero y claro que produce una satisfaccion comprar, pero tambien a muchas los deprime.
El título es interesante, descubrir todo lo que se encuentra detrás de tomas de decisiones vinculadas a situaciones económicas, las regiones cerebrales que intervienen para ello, es sorprendente…¡ Todo lo que tengo por aprender… me emociona. Gracias por compartir sus conocimientos.
Siendo la neurociencia, competente para explorar la participación del cerebro en la toma de decisiones, incorporando razón, emoción y valores, es de gran valor saber que existe una herramienta basada en la investigación científica que te permite a través de su estudio tener mejores resultados cuando tengas que enfrentarte a decisiones de notable valor.
Y puesto que contamos con cerebros diferentes al generar ideas y pensamientos, pero iguales en estructura y función básica, es como se puede llegar a conclusiones que pueden ser utilizadas, tanto a nivel personal para mejorar los niveles de aprendizaje al reforzar circuitos o generar nuevas conexiones, así como en el campo de la publicidad para generar ideas más atractivas de consumo.
Gracias Diego por dedicar tiempo a transmitir temas interesantes a otros. Saludos.
El cerebro es una maravilla. Es interesante ver como funciona el estímulo emocional en el cerebro en cuestión de precio-beneficio cuando se va a comprar un producto. Considero que todos los seres humanos somos emocionales y tenemos la tendencia de actuar por impulso, esto se demuestra claramente cuando una persona está deprimida o por ejemplo en la época navideña que es cuando se dan más las compras por impulso. En el primer caso el refuerzo de la persona deprimida es encontrar un satisfactor en un artículo que supla el vacío que la persona tiene por cualquier motivo. En el segundo caso es bien sabido que los precios aumentan en la época navideña y que después de esta temporada los precios bajan hasta en un 50%, sin embargo el estriado ventral se activara de inmediato ante una mujer que por ejemplo, quiere estrenar un vestido nuevo, ya que se verá su renuencia a la espera (es lo que pasa con los compradores compulsivos). Un artículo muy interesante de cómo funciona nuestro cerebro.
A mi juicio la neurociencia ocupa una posición muy limitada en la economía. Es obvio que cuando hay decisiones económicas de por medio estas tienen que tener un correlato neuronal ¿En que otro último sitio si no en el cerebro podríamos situar esta toma de decisiones? ¿En el alma?
Los experimentos que se realizan dicen mucho de la actividad cerebral en sí pero muy poco sobre economía. Para esto último se necesita mucha reflexión y poder de abstracción aparte de mucho estudio.
A Amos y Tversky les concedieron un premio Nobel por sus estudios psicológicos sobre el mismo tema aun demostrando en sus estudios lo ignorantes que eran al respecto, estando sus estudios llenos de conceptos falaces e ignorando toda la teoría económica de la cual se hacían sabedores.
Que al vender o comprar una cosa se active cierto área o ciertos circuitos neuronales no explica nada sobre economía ni sobre las decisiones económicas de la gente.
Me parece muy interesante el artículo principalmente por la idea de la transdisciplinariedad, ya que la neurociencia realiza aportaciones a través de sus estudios a diferentes áreas de conocimiento, en este caso a la economía; estoy de acuerdo con lo que menciona el autor pues las funciones cognoscitivas son una gran influencia en las decisiones que tomamos diariamente e intervienen en las diversas actividades que realizamos, así mismo pienso que si bien las funciones neuronales contribuyen en éstas también cuenta el contexto en el que se presentan la toma de decisiones, al menos desde mi punto de vista estas funciones se desarrollan de acuerdo a nuestras experiencias sociales y estructuras biológicas, por ello cada acción que realizamos inclusive de intereses o inversiones, se toman de acuerdo a las experiencias de la persona en conjunto con sus procesos cognoscitivos.