La población siria se levantó contra la dictadura exigiendo democracia, el régimen respondió masacrándoles y Occidente ignoró su penuria; entonces llegó Al Qaeda.
El retrato de Bashar al Assad había sido colocado en el baño a ras de suelo. Justo frente al agujero que utilizaban los rebeldes para defecar. «Así tendrá unas buenas vistas», aseguró uno los alzados con un sentido del humor ciertamente escatológico.
El calendario marcaba el mes de noviembre del 2011. En mi anterior visita a Siria, en julio del 2010, antes de que comenzara la revuelta, la imagen de Al Assad seguía siendo un referente tan venerado que en el monasterio de Santa Tecla, a 65 kilómetros de Damasco, se prodigaba tanto como la iconografía religiosa. Bashar aparecía fotografiado en solitario, junto a los huérfanos del recinto, con las monjas del convento, comiendo con sus residentes y rodeado de religiosos de todas las confesiones.
El radical giro político que sufrió la nación árabe pocos meses después fue un efecto más de la llamada Primavera Árabe y del hartazgo que despertaba entre la población siria una dictadura —la del Partido Baaz que accedió al poder en 1963— que lleva ya medio siglo rigiendo los designios del país.
«Con el Baaz, todo dependía de la muhabarat (el servicio secreto). Tenías que pedirles permiso para viajar, para casarte, para abrir un negocio… No podías ni respirar», recordaba uno de los activistas instalados en Jabal Zawiya, Fahid Sheij Wali.
El estudiante de Educación Física, de 21 años, era uno de los opositores que todavía defendía en aquel entonces —tras meses de brutal represión— las protestas pacíficas.
En realidad, al principio todos secundaban esa postura. Los sirios salieron a las calles no con ametralladoras sino «con las manos abiertas para demostrar que íbamos desarmados», relataba Fahid.
La revuelta comenzó cuando un grupo de colegiales de Daraa decidió emular las imágenes que veían procedentes de Túnez o Egipto y escribir en los muros de esa ciudad, sita al este de Siria, los mismos mensajes que lanzaban las multitudes que protestaban contra la autocracia en esos países: «¡Vete!» o «El pueblo quiere derrocar al régimen». Eran tan ingenuos que firmaron las pintadas con sus propios nombres. Eso ocurrió el 16 de febrero del 2011.
Los estudiantes fueron arrestados al día siguiente y cuando fueron liberados —un mes más tarde— Daraa ya se había convertido en el detonante de la creciente algarada popular. El regreso de los chicos y su relato sobre las tropelías que habían sufrido en la cárcel, donde les golpearon con cables, les colgaron del techo y les intentaron romper las manos hasta hacerles sangrar, azuzó la insurrección.
Bashar al Assad respondió desde el primer momento al estilo Gadafi. El ejército y la policía comenzaron a disparar sobre las manifestaciones pacíficas. Miles fueron asesinados.
Durante el verano del 2011 enclaves como Hama, Homs o la citada Daraa se convirtieron en bastiones de la protesta popular. Cientos de miles de personas se concentraron en la primera casi a diario, pese a la triste memoria que atesoraba esa ciudad, arrasada en 1982 por el padre de Bashar, Hafez al Assad, cuando también se erigió como reducto de la oposición que pretendía derrocar al régimen en aquellas fechas.
Bashar respondió al desafío con la misma brutalidad que su antecesor. El 31 de julio del 2011 los tanques y los soldados del autócrata mataron a decenas tan solo en Hama. El Ramadán de ese año fue un anticipo sangriento del futuro que se cernía sobre los opositores.
Cuando entré por primera vez a Siria tras el inicio de la insurrección popular, en noviembre de ese año, las protestas eran todavía diarias incluso en las poblaciones controladas por el régimen.
«La población sale todas las noches a protestar. Hace un mes mataron a tres personas. Ahora se contentan con dejarnos gritar», me explicó Mahmud al Jarabsha, un vecino del primer villorrio en el que nos escondimos al cruzar ilegalmente la frontera en la provincia norteña de Idlib.
Desde su vivienda se podían escuchar los gritos de los manifestantes. Mahmud y sus amigos permanecían «enganchados» a las emisiones de uno de los canales que se ha erigido en portavoz de la revuelta: Oriente TV. Las imágenes de las protestas populares se entremezclaban con las que constataban la violencia con la que respondió la autocracia. Civiles apaleados, a los que les pisoteaban la cabeza. Cadáveres amoratados o cribados por las marcas de la tortura. En una de las grabaciones un soldado le arrancaba a un prisionero los pelos del bigote uno a uno.
«Da igual, ya hemos perdido el miedo», declaró Mahmud frente a los estremecedores vídeos.
Era cierto, para esas fechas un amplio sector de la población siria —tan solo Alepo, el centro de Damasco y la región drusa y alauí permanecían mas o menos al margen de la insurrección— había decidido desafiar al régimen en las calles. El 27 de julio, tras cuatro meses de represión disparatada contra manifestantes desarmados, el núcleo inicial del Ejército Libre de Siria, la oposición armada, anunció su creación.
Los primeros dirigentes, Hussein Harmush y Riad al Asaad, procedían ambos de la región montañosa de Jabal al Zawiya, en Idlib. Allí establecieron los alzados lo que llamaron la primera «región liberada» de Siria.
El recorrido por Jabal Zawiya aquel noviembre del 2011 me permitió comprender la determinación pero también la ingenuidad de los opositores. Se decían prestos a enfrentarse a la maquinaria bélica de Bashar —una de las más potentes de Oriente Próximo— con ametralladoras y escopetas de caza. Algunos patrullaban con palos, pistolas y viejos mosquetones con la bayoneta calada. Escenas propias de la Primera Guerra Mundial para intentar frenar a un ejército equipado con misiles Scud y armas químicas.
Su primera pregunta al encontrarse con los extranjeros casi siempre era la misma: «¿ustedes creen que somos unos terroristas?».
En aquellas fechas, ninguno de las decenas y decenas de sirios a los que entrevisté mostró ninguna afinidad con Al Qaeda. De hecho, Jabhat al Nusra, la facción que ahora reconoce su lealtad a esa ideología, ni siquiera se había creado.
Una semana después de que abandonáramos Jabal Zawiya, los tanques y el ejército leal a Damasco arrasó la región. Los mosquetones y las escopetas de caza poco pudieron hacer frente a los blindados.
Las organizaciones de Derechos Humanos dijeron que más de un centenar de personas habían sido masacradas, atrapados en una emboscada en la que fueron ametrallados sin misericordia. Los testimonios recogidos por esas mismas ONG hablaban de cuerpos quemados o decapitados, que fueron dejados en las calles para que se pudrieran al sol.
Meses más tarde me encontré con el coronel Abdul Hamid Zakaria, que había participado en aquella arremetida, desertando después a Turquía.
Zakaria, un oficial médico, confirmó la matanza y recordó que al retirarse del lugar la columna de blindados, ante el temor que sufrir una emboscada, decidió avanzar colocando niños sobre algunos de los tanques.
«Yo iba con la ambulancia al final del convoy. Eran más de 35 vehículos. La estrategia militar dice que el último tanque es el más expuesto porque no tiene a nadie que le cubra la retaguardia. Por eso colocaron cinco niños encima del blindado. En una de las curvas, uno de los pequeños se cayó. Lo aplastamos con las ruedas de la ambulancia. No pude hacer nada. Estaba muerto», relató.
Cuando en junio del 2012 le pregunté a la opositora cristiana Marcell Shahwaro cuánto tiempo podía prevalecer la oposición pacífica —de la que era una de las principales adalides en su ciudad natal, Alepo— frente a la represión de las fuerzas de Bashar, su respuesta fue honesta: «Muy poco, en dos o tres meses todo el mundo portará armas para defenderse».
Sus palabras fueron proféticas. Semanas después asistíamos al inicio de la batalla por el control de Alepo, la segunda ciudad del país, que muy pronto se estancaría en una guerra de atrición, francotiradores y destrucción generalizada que marcaría la pauta para otros frentes como Deir Ez Zor, Homs, Idlib o Daraa.
La represión había azuzado los deseos de venganza de muchos, que comenzaban a eclipsar las demandas de libertad y democracia que alentaron la revuelta en un inicio. La revolución ya no era tal, sino una guerra civil cada vez más sangrienta, aunque los activistas —cada vez menos— seguían reuniéndose sin armas cada viernes en muchas poblaciones para pedir «la caída del régimen».
El verano del 2012 vio como las milicias kurdas se sublevaban e irrumpían en un conflicto que cada vez adquiría una mayor complejidad, con milicias de todas las filiaciones luchando en sectores inconexos, y el odio sectario cada vez más presente.
Los acólitos del régimen nunca ocultaron sus intenciones. Las escribían en los muros de las ciudades que atacaban como Azzaz o Taftanaz: «O Asad o quemaremos el país». Cumplieron su promesa. De los tanques y la artillería pasaron a la aviación, y más tarde a los misiles del tipo Scud. Las armas químicas solo fueron un escalón más en el descenso a la locura.
«¿Cuál es la diferencia entre asesinar a 100.000 con cuchillos o a 1000 con armas químicas? No nos sorprendió que usaran armas químicas. Se habían saltado todas las líneas rojas que uno pudiera imaginar. Si tuviera una bomba atómica también la usaría. La postura de Occidente ha sido de pura hipocresía. Ni siquiera han sido capaces de cubrir las necesidades de los refugiados. Lo que quieren EE. UU. y sus aliados es la destrucción de Siria. Que nos exterminemos entre nosotros», apuntó hace días Abu Eizendil, jefe de la oficina política de la División Al Haq, una de las principales facciones islamistas que actúan en Homs.
El pasado 28 uno de los analistas más leídos de Israel, Nahum Barnea, escribía en el principal diario del país, Yediot Aharonot, un artículo sobre la posible intervención norteamericana y recordaba un poco de historia.
«Cuando le preguntaron a Moshe Dayan (quien fuera ministro de Defensa israelí) sobre un guerra entre dos grupos palestinos en Gaza respondió: déjalos que se maten entre ellos. Esa fue la actitud del presidente Obama hacia la guerra civil en Siria. Había llegado a la conclusión de que el interés norteamericano no se vería favorecido por la victoria de ninguno de los dos lados», escribió.
La tesis del «déjalos que se maten entre ellos», no solo se han convertido durante estos meses en leitmotiv de los neoconservadores más radicales de Washington y del lobby proisraelí, sino que curiosamente ha conseguido el apoyo de facto de muchos adalides del autodenominado frente antimperialista.
Atrapados entre los intereses de la realpolitik internacional, los sirios nunca entendieron por qué Occidente ignoraba su revuelta.
En una de mis visitas a Idlib, a principios del 2012, cuando todavía el islamismo yihadista en el conflicto de Siria no era más que una hipótesis incipiente, un doctor de esa provincia no pudo esconder su indignación hacia Europa y EE. UU. Confesó que siempre había sido laico, que incluso hubo un tiempo en el que no rechazaba la bebida, pero terminó con una declaración devastadora: «ahora no hay Al Qaeda, pero si Occidente sigue sin ayudarnos, en pocos meses todos seremos de Al Qaeda».
[Javier Espinosa es corresponsal de El Mundo en Oriente Próximo]
Es lo que tiene el NO a la GUERRA. En este caso significa lo que expone el artículo. Que los dejarán matarse entre ellos.
Dudo mucho que la población siria se levantara pidiendo democracia y que todos los islamistas malos vinieran de fuera al ser ignorados por occidente.
http://www.publico.es/internacional/455322/un-video-muestra-a-un-rebelde-sirio-sacando-el-corazon-a-un-soldado
Ah, vale, ¿estos son los buenos?
No voy a decir que tu harías lo mismo, sólo diré que a lo mejor yo sí lo haría, a ese hombre le habían matado toda la familia.
Desde aquí, como desde delante de un televisor, la sangre no huele a nada.
¿Pretendes dar la razón o no en función de un vídeo y una persona?. Salvajes hay en cualquier bando y en cualquier lugar.
ese acto fue bestial es cierto nadie dice lo contrario.. que agradezca el soldado que ya había dejado de estar entre los vivos cuando le sacaron el corazon.. todo lo contrario a lo que los bestias del régimen le hacen a los rebeldes o civiles matándolos a pausa asesinadolos de apoco de las maneras mas bestiales si que no pongas ese ejemplo sarcástico.. que agradezca que ya estaba muerto
Es que a mí también me cuesta tragarme la afirmación de la primera frase. A partir de ahí todo va in crescendo hasta llegar al que se autoproclama laico, pero llegado el caso será de Al Qaeda.
Si algo hemos ido viendo en estos dos años es una sucesión de revoluciones contra dictaduras de varios pelajes, con la corrupción, el personalismo y un cierto laicismo (dicho esto con todas las reservas) como denominadores comunes, para un vesa conseguidas elecciones, más o menos libres, instaurar teocracias.
Pues qué quieres que te diga….Soy de los que piensa que están en el año 1500 y pico de su calendario, y se nota.
Y disculpe, si fuera por el lobby proisraelí hace ya mucho tiempo que Estados Unidos hubiera intervenido.
Por otro, si hablamos de hipocresías y realpolitik, podríamos enumerar media docena de guerras africanas que superan en víctimas a la de Siria y a las que nadie les ha dado la menor importancia, por no salir, no salen ni en los periódicos en los artículos de fondo.
O podríamos hablar del infernal régimen teocrático de Arabia Saudí, el principal aliado de Estados Unidos en la región.
Mi postura personal es que el mundo árabe está viviendo una guerra civil entre varios bandos –chiíes, sunnitas, modernizadores y tradicionalistas- semejante a la que vivió casi toda la europa cristiana en el siglo XVI, de la reforma protestante a la guerra de los treinta años. Es su guerra, no la nuestra. Si queremos ayudar de verdad a la población civil, dejemos de venderles armas a cambio de petróleo. Creo que sería más útil que lanzar cohetes.
Soy de la opinión de @davizoaf; el artículo me parece más naif que el carajo…lo que no sé es hasta qué punto eso es intencionado.
¿Has estado tú en Siria o la conocías de antes para opinar así tan a la ligera?
No es más que otro artículo pidiendo de soslayo la intervención de Arabia Saudí + Israel + USA + los pelotas (Francia) de turno. Lo que pasa es que lo disfraza de una cierta ingenuidad porque lo que persigue es la reacción positiva a la intervención de los que opinamos que occidente no tiene que entrar en esa guerra. En estos momentos el ejército está por ganar esa guerra, si USA ayuda a los ‘rebeldes’ logrará equiparar las fuerzas y ‘que se sigan matando entre ellos’. Demás está volver sobre los verdaderos intereses de esos actores que nombré arriba en Oriente Medio. Ya lo han demostrado con creces.
Las intervenciones militares no son la solución al problema. No sé cuál será la solución al mismo, pero con las bombas no se resuelve el conflicto; tenemos ejemplos de sobra que así lo demuestran.
Ya lo han dicho más arriba; el texto es muy naif.
Por no hablar de http://www.abc.es/internacional/20130831/abci-siria-quimicas-rebeldes-201308311738.html
Armas de destrucción masiva de Irak versión 2.0
Me parece una actitud muy paternalista esa de pedir-exigir a otros países que ayuden a derrocar al tirano de turno, como si existiese tal obligación moral con ellos, o tal derecho en alguna ley invisible entre paíes.
Aquí nadie regala nada. Y si los USA llevan décadas extendiendo la libertad por el mundo, es por sus propios intereses.
Siempre me he hecho esta pregunta acerca de la invasión francesa de España, ellos nos traían libertad y nuevos aires y desde aquí se les echaba para apoyar un rey absolutista, ¿como estaría España hoy?
Paternalista es darle lecciones a los sirios de lo que les viene bien o mal.
A mi más que decirles, me parece más paternalista «decidir» qué es mejor para los sirios, sentados en nuestro sofa y recibiendo información 100% verídica a nuestro twitter.
Como si el pueblo sirio tuviera en este momento la posibilidad de decidir algo.
Hablar de la situación de Siria desde occidente, con la mentalidad occidental e intentar ver las cosas blanco o negro, es no sólo un error sino que una insensatez. El caos es tal que quien se atreva a decir que sabe a ciencia cierta qué es lo que hay que hacer pasa por iluso. Estados Unidos prepara militarmente y provee asistencia médica a los rebeldes sirios en territorio turco y en Jordania. Turquía, Arabia Saudita y Qatar los proveeen de armas, aumentando la violencia en Siria. Assad, perdido por perdido, compra más armas de Rusia que dice que respeta contratos anteriores a las sanciones estipuladas por la ONU. Periodistas de todas partes del mundo distribuyen y publican fotografías de un supuesto ataque químico de dimensiones inconcebibles, que nadie ha podido comprobar como certeras porque Assad no permite a la gente de la ONU entrar a verificar que hayan ocurrido realmente. En caso de que se compruebe su autenticidad, nadie puede definir el origen de las mismas. USA discute con Inglaterra las medidas más convenientes a tomar. Israel sabe que si entran a Siria será atacado y, seguramente, de manera secreta, ha participado y participará en esta guerra con información (al menos). La situación puede llegar a un conflicto regional de dimensiones desorbitantes. O puede que quede en nada. La población americana se negaba hasta hace cinco días a que USA enviara barcos de guerra. Ahora, Obama cuenta con más del 50% de apoyo. Europa, de mientras, sigue lidiando con una crisis económica que no parece tener fin y no se quiere meter en más problemas que -por el momento-, no son suyos. Venezuela y Cuba apoyan al gobierno de Assad, perteneciente al Partido Baath Árabe Socialista, que se encuentra en el poder desde 1963. El socialismo árabe se diferencia del socialismo occidental en su deseo de mantener una unidad de identidad árabe en la base de su ideología (entre otras cosas). Y, por otro lado, el gobierno de Assad, de socialista no tiene nada. Dos claros niveles poblacionales de ricos y pobres siguen dividiendo el país, no hay elecciones ni multipartidismo ni libertad de expresión. La desocupación ha llegado desde el levantamiento de los rebeldes a más del 40%. Lo más extraño es que, si bien, en principio, sus bases ideológicas son contrarias al fundamentalismo islámico, las de Assad, ahora resulta que en esta guerra Irán -que es un gobierno islámico cuya constitución se define por la Sharia-, apoya al gobierno de Assad y lo proviene de armas en contra de los rebeldes. Por si todo esto no fuera suficiente, el grupo de liberación de Siria (SILF), está compuesto por brigadas de soldados que se rebelaron del ejército sirio, y voluntarios civiles que se hartaron de Assad y su autoritarismo. Las armas llegaron, en principio, del ejército sirio en sí, confiscado por estos soldados que se abrieron. Pero su ideología es típicamente islamista, radical y conservadora. Entre los rebeldes se encuentra el grupo de los Hermanos Musulmanes (sí, los mismos que duraron en el poder en Egipto apenas un año), y grupos de salafistas que entienden que se debe retornar a la fe original. Y, para darle un toque aun más enrevesado al asunto, ¡oh, sorpresa!, resulta que algunos rebeldes, desilusionados por el giro islamista de la revolución, se están pasando al bando de Bashar al-Assad. ¿Qué importancia tiene que, en el camino, mientras se decidían, hayan muerto más de 120,000 personas? Es, ¿cómo decirlo?…un pequeño detalle. Entonces, ¿de qué se trata todo esto? Se trata -todo parecería indicar-, de que “a río revuelto ganancia de pescadores”. Y Putin, Putin quiere que Assad siga en el poder porque éste le debe unos cuantos rublos por proyectos aún no concluidos que, si cae, no verá en su perra vida. China, bueno, exporta a Siria gran parte de su producción nacional. Así que cuando me hablen de intereses no se me olviden de nombrar todas las caras de la moneda. Podría seguir pero, como soy muy educada, temo abusar. Un saludo.
Me parece un buen análisis. Con hechos y datos objetivos.
En cambio, el articulo de cabecera al que hacemos referencia no se basa más que en testimonios, datos sesgados y sentimentalismo barato. Lo que no se consigue con la razón se pretende conseguir con una especie de «culpa» colectiva, de la que nosotros como pueblo llano no tenemos ninguna culpa.
Pienso, a nosotros -como Occidente- no se nos ha perdido nada en Siria. Ni en Libia, ni en Afganistan, ni en Iraq.
Saludos
Joder, mil gracias, me has aclarado más la situación de Siria que todos los artículos y crónicas leídas hasta el momento… Bueno, todo lo que se puede «aclarar» un tema así, claro.
Algunso días me levanto convencido de q Occidente, con USA a la cabeza, ha de intervenir en todas las guerras y contra todos los tiranos, defender la justicia y la democracia y los derechos de los pobres, los oprimidos, los niños, las mujeres, los homosexuales, …..
Otros días estoy seguro de que a nosotros no se nos ha perdido nada en Siria ni en ningún otro sitio, que eso de querer imponer la democracia y la declaración de los derechos humanos no es más que imperialismo etnocentrista.
Suele depender de la TV que vi antes de irme a dormir. Lo que echo de menos es q alguién defienda q hemos de actuar según nuestro interés. Que al fin y al cabo es lo que hace todo el mundo.
Cuánta razón llevas.
Por otra parte, el testimonio del señor del final del artículo no revela nada en sí mismo. No deja de ser un testimonio de un particular.
O es que acaso, ¿ cuando los alemanes entraron en la URSS y los rusos no-bolcheviques les recibian con vítores y aplausos, justifica esto tal guerra?
¿Pero se ha demostrado que las armas químicas las haya utilizado el gobierno sirio? Que EEUU y su corte digan que tienen pruebas no demuestra nada. Recordemos Irak.
Por lo demás, muy buen artículo
Se agradece la información pero, ojalá me equivoque, lo que fastidia en estos casos no es el horror de las masacres: es la posibilidad de tener que ir a pegar tiros a ese sitio, con lo tranquilo que estaba yo en casa.
Sobre este asunto de qué hacer con ciertos regímenes funciona aquello del perro del hortelano o, si prefieren, lo de «palos porque camina, palos porque no camina».
Ya cuando lo de Yugoslavia se vio: todo el mundo en Eurooa cogiéndosela con papel de fumar y, mientras tanto, Milosevic & Co. descojonados de risa. Vino el Tío Sam a sacarnos los colores, repartió las hostias necesarias, todos nos quedamos aliviados porque nos habían quitado ese engorro de nuestro patio trasero y, luego, después de una ducha y una cervecita, volvimos al deporte universal de cagarnos en los yanquis por lo malos que son.
Pues claro que Al Assad hijo ha sido recibido con todos los honores en Occidente, al igual que en su día Gadafi, o Mubarak o tantos otros. Pero es que ya antes de eso eran recibidos de igual forma y ayudados por la URSS y nadie de la progresía, ni aquí ni en ninguna parte, decía absolutamente nada. ¿O es que Al Assad padre era un espejo de virtudes? ¿O Nasser? ¿O Mosadeq en Irán? Ninguno lo era pero estaban del lado que había que estar, luego, prietas las filas y aquí no habla ni dios.
Todo ese rollo angelical del cinismo en las relaciones internacionales y el rasgado de vestiduras correspondiente acaba por resultar cansino: claro que existe y claro que sería preferible que no existiera, como tantas otras cosas. Pero con eso hay que aprender a vivir y procurar que nos perjudique lo menos posible. Es así de simple.
Lo que se afirma al principio de que, a cuenta de no haber reaccionado a tiempo, ahora el islamismo es una alternativa muy real en el Siria, es falso, sencillamente. La alternativa islamista lleva presente en toda esa zona desde hace décadas: en realidad, nunca había llegado a desaparecer. Los Hermanos Musulmanes egipcios no son precisamente un grupo de reciente creación. Y el GIA argelino, hace ya dos décadas, dejó muy claro cuál era su programa de gobierno, con la correspondiente brutal reacción del gobierno argelino en aquellos años.
Y no se trata sólo de que en esos países hayan campado por sus respetos sátrapas y dictadores a cual peor, con ser eso cierto, con la connivencia de Occidente o del bloque soviético, según corresponda. Es que las élites intelectuales de esos países siempre han representado una parte ínfima de la sociedad: mal que nos pese, no representan a sus respectivos países, sólo se representan a sí mismos.
Y difícilmente podría haber sido de otra forma porque las sociedades musulamanas, aunque a alguno no le guste admitirlo, son totalmente refractarias a todo eso. A pesar de haber sido colonias occidentales durante años y años y a pesar de haber tenido modelos educativos a la occidental, todo eso se lo han pasado por el forro y han preferido seguir con su Corán y sus historias. La tradición sigue siendo un valor refugio en esos países y para lo único que están usando las elecciones libres (se vio con el GIA, se acaba de ver con los Hermanos Musulmanes) es repetir lo que hicieron los nazis cuando ganaron las elecciones al Reichstag en el 33: acabar con el sistema y quitar de en medio a todo discrepante.
Luego, la culpa de que los islamistas puedan llegar a hacerse con el poder no es de Occidente, es de los propios sirios, de los propios musulmanes en general.
Lo malo es que los que se joden, además de ellos mismos, somos nosotros.
¿Y EEUU? Que golpeen. Y bien fuerte.
Discrepo con tu idea de que la culpa de que los islamistas puedan llegar a hacerse con el poder no es de Occidente, es de los propios sirios, de los propios musulmanes en general.
De hecho pienso más bien todo lo contrario.
Occidente se presenta como el adalid en la defensa de los derechos y libertades de las personas en todo el planeta, pero en el mundo árabe EEUU ha sido el aliado de las élites dictatoriales que oprimen a los distintos pueblos árabes. Está ocurriendo a día de hoy en los reinos árabes del Golfo Pérsico. Occidente ( y sus intereses económicos ) es percibido como parte del problema y no como parte de la solución.
La gente suele olvidar que la revolución castrista no era originariamente comunista, se convirtió en comunista porque fue aislada de tal modo por EEUU que sólo recibió apoyo del bloque comunista.
El pueblo árabe no es mayoritariamente islamista, pero los islamistas saben recoger el sentimiento del pueblo oprimido que está harto de tanta injusticia impartida por sus propias élites y se presentan como único cauce de recuperar una libertad que Occidente tiene secuestrada en la medida que el gobierno de turno no actúe supeditado al interés occidental.
Y no estoy diciendo que los árabes sean unas simpáticas e inocentes personas. Estoy diciendo que Occidente no es un observador imparcial de lo que acontece en el mundo árabe, sino que es un actor principal que interviene en la defensa de sus propios intereses económicos y que propaga ( “vende”) una defensa de unos ideales que sólo aplica en Occidente.
Chapeau!
Es evidente que ambos puntos de vista tiene aspectos ciertos, y en relación al Islam, Occidente está ante un dilema tipo el huevo y la gallina:
– ¿Apoyamos la generación de una democracia que puede llevar al poder a grupos antidemocráticos que opriman y acaben con partes importantes de su propia población y que tengan incluso ansias expansivas?
– ¿Apoyamos a los perros guardianes cleptómanos que eviten la expansión de esos grupos antidemocráticos , pero que también repriman al resto de la población y saqueen a sus países en su propio beneficio?
Por desgracia no parece haber un término medio, ya que, incluso en países con una cierta tradición secular y democrática como Turquía, parece haber un proceso de involución y retroceso en las libertades.
Olé!
El problema de que Obama se decida a golpear en Siria, golpe que siempre será limitado (después de todo estos no suministran petróleo que siempre es importante), es que la cosa degenere tanto que alguno de sus amigos (Irán a través de sus marionetas de Hezbolá) decida incluir a Israel en la ecuación. Y entonces será el Tsahal el que dará el golpe. Y no sé por qué me da que pueden tener la tentación de dejar la cosa finiquitada para mucho tiempo (la prueba de misiles de esta mañana es clara). Estamos sentados encima de una olla a presión.
Hombre, la asunción del islamismo en Oriente Próximo durante la segunda mitad del siglo XX es vista como una reacción a un colonialismo (directo o indirecto) que expolió aquellos países durante décadas.
Así que algo tienen que ver los países occidentales en todo esto.
Hablar desde Occidente con toda la desinformación que disparan los medios (Pro-Estados Unidos) es realmente osado.
Aquí sólo importan los dictadores que no convienen a Estados Unidos e Israel: Hussein, Gadaffi, etc…
Aquí nadie le toca las narices a los déspotas de los Emiratos Árabes, como si ellos no tuvieran nada de dictadores y no hubieran reprimido los levantamientos con igual dureza. Pero claro, están vendidos desde hace tiempo a EEUU y al petrodolar.
En fin, conflictos interesados, progulmados y financiados por los de siempre, el resto son debates inútiles.
Próximo capítulo: Iran
He leído a Javier Espinosa desde el dantesco genocidio en Ruanda, y estas líneas muestran nuevamente una realidad que ha cambiado de país año tras año, pero que siempre tiene como protagonistas a una manada de lobos, asesinando a una población que nació libre, pero en el lugar equivocado.
Que intervengan o no los demás, diplomática o militarmente, a estas alturas del baño de sangre, resulta tan escandaloso como lo que cualquier dictador pueda infligir al pueblo.
Enhorabuena por el brillantísimo articulo. Me ha hecho aprender, comprender, reflexionar y tomar (incluso corregir) posición. ¡Qué gratificante es escuchar una voz entre tanto ruido!
Pingback: Déjalos que se maten entre ellos
Esto:
»La tesis del «déjalos que se maten entre ellos», no solo se han convertido durante estos meses en leitmotiv de los neoconservadores más radicales de Washington y del lobby proisraelí, sino que curiosamente ha conseguido el apoyo de facto de muchos adalides del autodenominado frente antimperialista.»
Es falso. Falso de los pies a la cabeza.
Resumen de toda esta sección de «opinión»: unos tipos que nunca han estado en Siria se dedican a enmendarle la plana y corregirle a otro que sí que ha estado en Siria, se ha jugado la piel y conoce el tema de primera mano. Javier Espinosa ha estado allí, nosotros otros hemos visto videos de youtube y lo que nos cuenta la televisión, y la respuesta es ¿quien es el señor Espinosa para desmontar nuestros prejuicios sobre el tema, quien se ha creído que es?
Vamos, para hacérselo mirar…
Aquí no se trata de despreciar la información traída de primera mano de este señor periodista. Es información muy válida y esto es incuestionable. Ojalá todos los periodistas fuesen tan profesionales como él.
Si se ha jugado la piel y conoce el tema de primera mano lo único que significa es que se ha involucrado más con la situación que tu o yo, desde nuesro sofa la información nos llega distorsionada/filtrada como es evidente.
Otra cosa son las valoraciones a posteriori y opiniones personales, pienso, dependen de cada persona y su condición ideológica. Y porque un periodista haya estado en primera fila del conflicto su palabra (gracias a dios) no va a misa.
Espero que esté usted de acuerdo.
Sino entiendo que usted prefiera delegar las decisiones políticas en los políticos porque son quienes están cerca de la acción y no nosotros en la distancia.
Vamos, como ahora.
Viajaba a Siria cada año. Allí me recibía mi familia política con cariño. Paseaba por sus calles, disfrutaba de su gastronomía, de sus gentes, su amabilidad. Durante años me dejaba envolver por ese cariño altruista. Soñaba con jubilarme y poder pasar mas tiempo allí rodeaba de todo ese amor incondicional. Este ha sido ya el tercer año que no he podido ir. La familia desplazada, moviendose de casa en casa, de barrio en barrio, de ciudad en ciudad huyendo de una guerra dolorosa. Enterrando a sus muertos, escapando del país para malvivir en campos de refugiados. Vivimos este sufrimiento a 5000km y lloramos en silencio el dolor de los nuestros. A menudo analizamos la situación con el resto de compatriotas y discutimos ante nuestras posturas tan distintas. Yo como española (con una postura egoista), solo deseo volver. Ver a mi familia, mis amigos, disfrutar de una velada en su compañia. Pero se que ya nunca volverá a ser lo mismo, tanta sangre derramada, tanto sufrimiento, tanto dolor……
Conozco a Javier Espinosa desde hace más de 20 años y me consta que es un periodista honrado y cabal a la vez que experimentado y valiente.
Lo que hacemos los periodistas es contar historias, parcelas de realidad. Aportar información para que cada cual complete su propia visión de la realidad. Ningún periodista, ni siquiera el mejor analista, puede atribuirse la verdad absoluta. Yo he estado en Iraq 8 veces en 10 años, he sido testigo de las dos guerras del Golfo, de la invasión de Kosovo y de la guerra civil de Libia entre otras y todavía tengo mas preguntas que respuestas. Pero el periodismos es eso. Dar testimonio, hacer preguntas, documentarse, buscar el porqué, informar, abrir puertas al conocimiento público. La ignorancia, la indolencia y la indiferencia son enemigos poderosos.
Un saludo
«La ignorancia, la indolencia y la indiferencia son enemigos poderosos». Una frase así ya justifica una mañana. Unas palabras que deberían estar en los escudos o en los billetes de banco o en los epitafios. Amén.
«La ignorancia, la indolencia y la indiferencia son enemigos poderosos». Una frase así ya justifica una mañana. Unas palabras que deberían estar en los escudos o en los billetes de banco o en los epitafios.
Se habla muy ligeramente de «EEUU debería intervenir, o Europa, o alguien» es muy facil teorizar con justicia mundial y luchar por la libertad y bla, bla, bla… pero hablamos de mandar recursos y soldados a la guerra.
Los que están a favor de una intervención extranjera, ¿envíarían dinero a los rebeldes sirios? o mejor aún ¿mandarían a sus hermanos, amigos, hijos o a ellos mismos a luchar?
No deja de ser curioso que, al final, parece que los culpables de todo el conflicto son los países cristianos, Occidente, por no entrar en el conflicto y arrasar con uno u otro bando.
La responsabilidad que otorga el poder (económico y armamentístico) y la responsabilidad moral de los países occidentales no es hacia ninguno de los bandos sino hacia la población civil que no ha tomado las armas, a los refugiados, las mujeres y los niños.
Al Assad es un sátrapa pero fueron los opositores los que decapitaron en directo a un monje franciscano con un cúter o los que se comieron el corazón de un cadáver.
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Yo trabajé en Siria durante un año en la embajada española y estoy bastante de acuerdo con el artículo.
Dejar a los sirios abandonados a su suerte ha hecho que los islamistas radicales acaben siendo el referente rebelde. Se debería haber hecho lo mismo que en Libia, pero Rusia y China lo hicieron imposible.
La sociedad siria que conocí se enorgullecía de su tolerancia, multiculturalidad y estabilidad. La idea de una teocracia como la iraní les aterraba, pero me parece que acabarán convirtiendose en una o sufriran la ira del dictador.
Gane quien gane, los sirios y occidente perderán.
Por favor, Maia, ¿en qué idioma está escrito tu post? Es totalmenet ininteligible. Se parece al español, pero da la impresión de que es uno de esos textos generados por un traductor robótico. «China, bueno, exporta a Siria gran parte de su producción nacional» ¿?
Yo me lo haría mirar si me sorprendiese a mí mismo no estando de acuerdo con lo que nos cuentan nuestros mejores periodistas sobre el terreno. que para eso han demostrado durante años y paños que saben ir y contarnos lo que pasa. Si fuera por muchos de los lectores y su nivel de estupidez, no merecería escribir una lína más de periodismo. Que vayan ellos, levanten el curlo de su sillón y lo cuenten ellos.
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No se si es este el caso porque el tema de la guerra de Siria se me escapa pero a veces, en algunas situaciones, no sólo de guerra, pienso, por ejemplo, en las «guerras» entre mafiosos, el dejar que se maten entre ellos puede ser la opción menos mala, como que delincan entre ellos. Nada es perfecto y habría víctimas inocentes, eso si. Es el mundo real, no el que nos gustaría. Si sólo se matasen entre ellos de modo totalmente voluntario no estaría mal, incluso estaría bastante bien.