El último baile Opinión

Guillermo Ortiz: La última victoria de Alain Prost sobre Ayrton Senna

Cuando tenía poco más de diez años y ya veía partidos del US Open de madrugada, mi tenista favorito era Ivan Lendl… así que tiene todo el sentido del mundo que el único piloto de Fórmula 1 que me cayera bien por entonces fuera Alain Prost. Corrían tiempos clandestinos en los que no había Lobatos que pegaran gritos, solo narraciones monocordes de Jesús Álvarez con los motores de fondo, días de Adrián Campos, Luis Pérez Sala y Minardi, siempre Minardi.

«El único piloto que me caía bien», por supuesto, no era el que copaba las portadas —ese era Ayrton Senna ni siquiera el que protagonizaba mi juego de ordenador para Amstrad, que era Nigel Mansell. Se trataba, precisamente, del que no hacía ningún esfuerzo por caer bien a nadie, antes al contrario: bajito, con cara de cabreo constante, rizos al aire, Prost era la sobriedad personificada, el campeón silencioso. No me molestes y no te molestaré yo a ti. No tenía la agresividad posterior de un Schumacher ni la técnica de un Hamilton, solo entendía de competir y ganar, competir y ganar, competir y ganar… con una escasa tolerancia a la derrota.

Como Lendl, vaya.

Y lo mismo que Lendl no quiso ser muchas cosas pero sobre todo no quiso ser John McEnroe porque de alguna manera le repelía el modo de ser John McEnroe, con sus gestos, sus gritos, su carisma, su mujer estrella de Hollywood… Prost parecía intentar por todos los medios no ser Ayrton Senna, no ocupar focos ni hacer adelantamientos espectaculares ni vivir rodeado de un halo de magia y misterio. Cuando ambos fueron compañeros de equipo, en 1988 y 1989, su relación fue algo más que terrible, marcada por una tensión absoluta que estuvo muy mal gestionada, especialmente por el francés, convertido en una especie de Pifuto Gruñón a los ojos de medio mundo.

Supongo que todo era una cuestión de marcar territorio: Prost llevaba en McLaren desde 1984, había ganado el Mundial en 1985 y 1986, había ido echando o retirando uno a uno a todos sus excompañeros: Niki Lauda, Keke Rosberg, Stefan Johansson… incluso se había bajado del coche en plena última vuelta para empujarlo agónicamente durante el Gran Premio de Alemania. Los coches pasaban a 250 kilómetros por hora por la recta de meta y aquel francés empujando como loco para que no le adelantaran, para intentar sin éxito conseguir algún punto en un Mundial que ganaría, a su manera, en la última carrera, tenacidad ante todo.

Prost era McLaren y de repente llegó Senna: más alto, más guapo, más técnico, cinco años más joven y con mucha mejor prensa dispuesto a coger el relevo. No era fácil de digerir, al fin y al cabo Senna no había ganado ningún campeonato hasta entonces y para el francés no era más que el niño mimado de Ron Dennis, el niño mimado de Honda. El duelo de 1988 empezó con Prost ganando tres de las cuatro primeras carreras y Senna imponiéndose en seis de las siete siguientes. En total, McLaren ganó aquel año en todos los circuitos menos en uno, Monza.

El estilo de Senna era «demasiado agresivo» en palabras de su compañero y el reglamento le beneficiaba: al contar solo los once mejores resultados, el brasileño consiguió llevarse el Mundial de aquel año incluso logrando once puntos menos en el total de los dieciséis circuitos. La regularidad de Prost, que fue primero o segundo en todas las carreras menos dos, las únicas que no consiguió terminar, no sirvió para nada y el pique se convirtió en una lucha abierta, descarnada; una lucha que llegaría a su esplendor el año siguiente, en 1989, cuando la tensión se convirtió casi en violencia, acusaciones de mentiroso que volaban de una parte del box a la otra, equipo dividido en dos, que es algo muy McLaren, si lo piensan. Los de Prost y los de Senna…

… Y Senna empezando a lo campeón, tres victorias seguidas, para después coleccionar retiradas, demasiadas incluso para una clasificación que seguía premiando más la excelencia que la constancia. En Japón, el penúltimo circuito, a Prost le bastaba con que Senna no ganara para ser campeón del mundo y buscó el camino más rápido: no dejarse adelantar bajo ningún concepto. Así, llegaron a una chicane, Senna lo intentó por dentro y Prost, al pasar su compañero de equipo, se limitó a darle un toquecito, lo justo para que ambos coches se fueran rectos fuera del asfalto. Cero puntos para cada uno y La Marsellesa sonando por tercera vez.

El brasileño no se lo podía creer pero para el francés todo parecía un trabajo bien hecho: con los dos coches en paralelo en mitad de la gravilla, Prost se levantó y se fue como si nada, sin celebrar pero sin remordimientos, y Senna se quedó en el coche soltando de todo por la boca, haciendo gestos como si fuera a partir a aquel tipo en dos en cuanto le viera… con la buena suerte de que las maniobras de los ayudantes del circuito y la resurrección repentina del motor de su McLaren hicieron que pudiera volver a la carrera, adelantar a Nannini y ganar por todo lo alto justo antes de que la FIA, dirigida por el francés Jean-Marie Balestre, le descalificara por saltarse la citada chicane y por conducción temeraria.

Aquello fue un escándalo sin vuelta atrás: Senna dio una rueda de prensa compungido, amenazando con abandonar el Mundial, quejándose de ser tratado como un criminal… y McLaren le apoyó en la pelea, o al menos eso debió de pensar Prost, que se fue a Ferrari en busca de un apoyo sin fisuras.

De vuelta a Japón

¡Y vaya si lo tuvo! Tanto que en solo un año su compañero Nigel Mansell casi se vuelve loco. Si lo de Vettel y Webber en Red Bull les ha parecido en algún momento un escándalo tendrían que haber visto lo de Prost y Mansell. Lo cierto es que, tras 11 años sin ganar un campeonato de pilotos, el trabajo de la Scudería consiguió que Prost llegara de nuevo a la penúltima carrera con posibilidades de ganar un cuarto título, el segundo consecutivo. Estaba a solo nueve puntos del líder… solo que la citada carrera era en Japón, el líder era Ayrton Senna y el brasileño tenía muy claro lo que iba a hacer: devolver la maniobra del año anterior y echar a Prost del asfalto, justo lo que consiguió en la primera curva, cuando se llevó a su rival por delante como si quisiera demostrar que él tenía razón y que la posición de la «pole» estaba mal puesta, la última de sus peleas con Balestre.

Prost lo tomó como un hombre mientras Senna sonreía. Un año después, el brasileño reconoció que lo había hecho a propósito y el francés se limitó a sentenciar: «Es un hombre sin valores».

Así pues, 1991 se presentaba como una temporada excitante: aparte del pique Prost-Senna, teníamos el pique Mansell-Prost. El inglés se había ido corriendo de Ferrari a Williams y había hecho muy bien: ese año fue horrible para la Scudería, cuyo mejor piloto, Gerhard Berger, acabó cuarto, con Alain Prost, quinto, viendo como Senna repetía título y le igualaba en campeonatos del mundo: tres cada uno. Entonces, saturado de tantos odios y tantas cuentas pendientes, decidió tomarse un año sabático: tenía por entonces 37 años, que no es mala edad para dejar de jugarse la vida y retirarse, especialmente con un niño de 11 años y otro de dos en casa, vida arreglada, recepciones oficiales en el Elíseo a cargo de François Mitterrand y posibilidades de convertirse en jefe de escudería, incluso propietario, de cualquier equipo, el francés Ligier por ejemplo, que lo contrató como probador para que pudiera matar el gusanillo durante el invierno.

Lo único que separaba a Prost de esa plácida retirada era el empate con Senna. La sensación de que las cosas no podían quedarse ahí. De acuerdo, Ayrton era cinco años más joven y tendría más oportunidades, pero tras ver la exhibición del equipo Williams en 1992, encabezada por su otro enemigo, Nigel Mansell, el francés lo vio claro: llamó a Frank Williams, pidió plaza y, por no tener que verle la cara, Mansell se fue a Estados Unidos a correr en Formula Indy. Prost se preparaba así para un último baile asegurándose los mejores zapatos. Como siempre, riesgos los justos.

Senna, que también había pujado por el asiento, dio una rueda de prensa dejando claro lo que pensaba: «Volver así es de cobardes, si quiere ganar otro título de campeón del mundo, que sea deportivo y compita en las mismas condiciones de los demás», refiriéndose probablemente a la cláusula que Prost había incluido en su contrato prohibiendo terminantemente que Senna fuera su compañero de equipo. Una amistad entrañable.

El final de una era: el año de Williams y la muerte de Senna

La temporada 1993 incluía algunos nombres que a los aficionados de nuevo cuño les sonarán de algo: Michael Schumacher ya era candidato al título como lo era Damon Hill, hijo del difunto campeón Graham Hill, y compañero de Prost en Williams con el número cero en el morro de su coche por la ausencia del verdadero número uno, como hemos dicho, de año sabático en América. Senna decidió seguir en McLaren junto a Michael Andretti, que tuvo un año espantoso antes de ser sustituido por Mika Hakkinen.

En Jordan corría Rubens Barrichello, Minardi probó con otro hijo ilustre, Christian Fitipaldi, y Ferrari optó por una pareja algo extraña: mantuvo a Gerhard Berger, el austriaco siempre cumplidor y con tendencia a los accidentes más desafortunados, para acompañar a Jean Alesi, quien estaba llamado a ser el segundo Prost y se quedó en algo así como el primer Grosjean.

De alguna manera, fue el previo de una nueva era en la Fórmula 1: el año empezó con victoria de Prost seguida de dos de Senna, que se colocó líder. Aquello no podía durar mucho porque el Williams seguía siendo el coche más rápido de la parrilla con enorme diferencia y así se probaba en cada clasificación, copando la pole en las 15 primeras carreras. La decimosexta fue, oh sorpresa, al palmarés de Senna. El liderato prematuro del brasileño pronto se vio acosado por las circunstancias: a un coche claramente inferior se le unieron piques en carrera con Michael Schumacher, que ya apuntaba maneras, incomprensibles problemas con el combustible, que le dejó tirado más veces de las admisibles… y líos con los propios responsables de McLaren, a quienes amenazaba una y otra vez con dejar tirados, pues su contrato se renovaba de circuito en circuito, una situación sorprendente.

Senna se había convertido en alguien aún más enigmático, más reservado, más religioso si cabe. Impredecible. Prost, en cambio, seguía siendo el mismo a los 38 años: llegaba al país que le tocara, salía a la pista, hacía la pole position, ganaba la carrera, chinchaba un poco a su joven compañero de equipo y se iba al siguiente circuito sin muecas, sin algarabías, sin heroísmos. Cómo no quererlo. Prost, convertido en un funcionario. Prost paseándose por el Mundial, sumando seis victorias casi consecutivas hasta llegar al Gran Premio de Portugal, antepenúltima carrera de la temporada, con el título ya casi en el bolsillo. Pudo haber sido campeón en Italia dos semanas antes pero el motor le falló cuando ya tenía el título en la mano y Frank Williams preparaba las celebraciones. Una pareja de lo más alegre: Williams y Prost.

Con el título en la mano, Alain Prost anunció su retirada. La prensa llevaba semanas publicando rumores que colocaban a Senna en Williams en sustitución del francés, según decían, por su falta de motivación. Efectivamente, Prost había pasado de la rutina al aburrimiento y hasta Damon Hill le recortó puntos. Enterado de los tejemanejes, Prost decidió actuar antes y se fue por la puerta grande. Al año siguiente, en efecto, Senna correría en Williams y probablemente hubiera apabullado, pero se tuvo que retirar en las dos primeras carreras y en la tercera, Gran Premio de San Marino, se chocó incomprensiblemente contra un muro sin protección.

El resto, lo saben: Ayrton Senna moría prácticamente en el acto a los 35 años y con él acababa un ídolo para empezar un mito. Prost había ganado un Mundial más pero quedaba condenado al olvido. Hablen de los 80 y los primeros 90 y la gente dirá «Mansell», la gente dirá «Senna», pero al tetracampeón poca gente lo recordará y menos gente aún lo hará con cariño. No sé si le importó. Puso todo su empeño en demostrar que no le importaba nada, como si su vida la fuera a cantar Luz Casal. Fundó una escudería con su nombre y fue lo más parecido al desastre. Luego se retiró de los focos por completo, trabajos de campo para Renault, imagen de marca…

Dice que cuando murió Senna murió parte de su carrera. Puede que sea sincero. En el entierro del brasileño fue uno de los portadores del féretro. Por si alguien echaba de menos a los dos grandes campeones, sus delfines, Schumacher y Hill, llegaron a la última carrera de 1994 separados por un punto a favor del alemán. Había sido un año triunfal para Benneton hasta que la polémica sanción a Michael en Spa le mantuvo tres carreras seguidas sin puntuar. Hill venía en racha y Schumacher parecía acabado, así que hizo lo que había visto hacer a sus ídolos. Lo que haría Senna. Lo que sin duda haría Prost: en la vuelta 35 arremetió contra su rival y lo dejó fuera de carrera.

Bonito homenaje.

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22 Comments

  1. Muy de Senna, de siempre. Mi afición por la F1 viene de esos tiempos y de él.

    Recomiendo a quien no lo haya podido ver aún el documento sobre Ayrton Senna. Complementario con lo que se narra en este artículo y muy impactante.

    Por cierto, Prost ahora es miembro de la fundación Senna.

    • Alain Prost sobre el documental

      «Estoy realmente, diría, muy molesto en cierto sentido. Te diré por qué en 30 segundos. Porque pasé un montón de tiempo filmando para esto. Me pasé muchas, muchas horas tratando de explicar esto.
      Tuvimos un Ayrton Senna antes de la Fórmula 1, tuvimos al Senna cuando estábamos luchando en la Fórmula 1 y tuvimos el Ayrton Senna cuando me retiré.
      Y entonces es cuando viene el lado humano de la historia de dos personalidades, y la gente entendería qué pasó cuando estábamos luchando, por qué luchábamos así y habrían entendido mucho más los tres o cuatro meses en los que me llamaba una o dos veces por semana preguntándome cosas, pidiéndome que volviese a la GPDA, preguntándome cosas acerca de Williams, sobre seguridad, sobre la vida personal – secretos muy grandes que nunca revelaré a nadie.
      Estaría bien haber tenido esto, está todo en el material que hice. Y al final ellos quisieron hacer algo comercial sobre el bueno y el malo. No me importa demasiado ser el malo.
      Pero lo que me preocupa es ver eso. Estamos aquí en Goodwood [estaban retransmitiendo el evento para ITV. n.d.r.], tenemos una gran cantidad de fans, es historia del automovilismo de competición. Me hubiese encantado ese final para la historia.
      Al final del día todo lo que puedes ver es el lado humano. De otro modo no tienes historia, no tienes tradición y es realmente una gran pena.»

  2. Pingback: Bitacoras.com

  3. El Roman

    ¡Dime que tampoco te ha caído nunca bien Valentino Rossi y ya tengo claro que nos gustan el mismo tipo de deportistas!

  4. Otomano

    Hablen de los 80 y los primeros 90 y la gente dirá «Mansell», la gente dirá «Senna», pero al tetracampeón poca gente lo recordará y menos gente aún lo hará con cariño…

    A Prost todavía le quedan los franceses y los ferraristas para recordarlo. El gran olvidado es el tricampeón mundial 80ero Nelson Piquet , eclipsado por la estrella y carisma de su compatriota Ayrton.

  5. Ehgolam

    Yo tenía entendido que fue Ferrari el que despidió a Proust, no que Proust fuera el que dejó Ferrari, cuando dijo de su coche: «es que se maneja peor que un camión» y la Scuderia no le dejó correr la última carrera del mundial. Y que el año sabático fue «obligado» ya que el despido no le dejó tiempo para encontrar equipo para el año 92.

    Gracias por el artículo Guillermo, es un placer leer sobre F1 lejos de los «gritos» de los Lobatos de turno.

    P.D.: Ahora con el TDT y sus diferentes canales de audio, ¿no podrían dejar uno de sus canales sólo con el sonido de los motores? Sin comentaristas gruppies; que nos dejen escuchar el rugido de los monoplazas.

  6. Hay muchas cosas discutibles en este artículo, pero hay otras que no lo son: Gerhard Berger no estaba en Ferrari en 1991 ni en 1992. Eso es una barbaridad. Otra es que Mansell se tomara un año sabático en 1993 (estaba en América ganando el campeonato Indy en su debut).

    Más: El año «sabático» de Prost no fue una decisión suya. Ferrari lo echó antes de la última carrera de 1991 porque estaban hartos de sus chulerías y desprecios. Para 1992 no podía ya optar a un coche competitivo, solo al Ligier, y decidió no correr. Hay muchas más cosas, por ejemplo que Senna murió con 34 años, no 35.

    Pero sobre todo lo que no me parece es que Prost haya sido condenado al olvido. En absoluto se recuerda más a mansell que a prost. Sí que es verdad que se habla de Prost más como el rival de Senna que por sus propios méritos, que eran muchos. Pero la verdad que Senna en pista eclipsaba a Prost incluso cuando Prost ganaba. Y no porque fuera más «guapo» o cayera mejor a la prensa…

    Por lo general, lo que me parece es que el autor tiene mala memoria.

    • Ehgolam

      Ferrari:
      1991: Alain Prost y Jean Alesi.
      1992: Jean Alesi e Ivan Capelli.
      1993: Jean Alesi y (ahora sí) Gerhard Berger.

      Gerhard Berger:
      1984: Team ATS.
      1985: Arrows BMW.
      1986: Benetton.
      1987: Ferrari.
      1988: Ferrari.
      1989: Ferrari.
      1990: McLaren.
      1991: McLaren.
      1992: McLaren.
      1993: Ferrari.
      1994: Ferrari.
      1995: Ferrari.
      1996: Benetton Renault.
      1997: Benetton Renault.

  7. Antonio Lobato

    Pifuto Gruñón

  8. «Prost había ganado un Mundial más pero quedaba condenado al olvido. Hablen de los 80 y los primeros 90 y la gente dirá «Mansell», la gente dirá «Senna», pero al tetracampeón poca gente lo recordará y menos gente aún lo hará con cariño» Esto es, por decirlo finamente y en el idioma de Prost, una absoluta boutade. Cualquiera que sea un aficionado medio a la F1 (y no una histérica calva gritona) recuerda perfectamente la carrera de Prost; y con absoluta admiración. Y tampoco estoy nada de acuerdo con el tono general del artículo que describe a Prost como una especie de piloto rutinario y sin brillo, un funcionario de los circuitos aburrido y previsible, incluso cuando ganaba. En su etapa Renault, Prost era un piloto más bien impulsivo y rápido como el demonio, lo que quizá pudo privarle (junto a la poca fiabilidad de los motores Renault Turbo de la época) de algún título, sobre todo el de 1983. Luego, quizá como enseñanza de Niki Lauda,que le ganó el título en 1984 por sólo medio punto y habiendo vencido en menos GP, empezó a correr de manera más analítica y cerebral. Prost, dentro y fuera de Francia, y por encima de simplificaciones y estereotipos, siempre es y será recordado como uno de los grandes de todos los tiempos.

  9. Pingback: Quemar después de leer… #1 | PELM

  10. Xabier

    Mi edad es similar a la suya, y tambien era un gran seguidor del «profesor» con lo que eso conllevaba, no tragar a senna.
    Creo que Prost se merecia un articulo mejor y lo de que es mas recordado mansell que el lo dudo mucho, me gustaria saber de donde le viene esa percepcion.

    • Tiantol

      Lo que pasa es que para opinar hay tener comocimiento e imparcialidad. No se puede opinar siendo hincha de un piloto u otro. Prost ganó cuatro campeonatos y puntos y el apodo de profesor se lo ganó por su manera de conducir: calculadora, precisa y segura. Estamos ante dos tipos de pilotos diferentes y ambos merecen el respeto que corresponde, pero eso es algo que solo pocos pueden enterlo.

  11. Rashid Beyruti

    Efectivamente Xavier , prost era llamado el profesor por ser un piloto calculador y recolector de puntos más que un piloto agresivo y temerario como senna , permitan,e recordarles también los duelos senna vs. Mansell mucho más agresivos y atractivos .
    Al final definitivamente prost fue un gran piloto tetracampeon ,que por ningún motivo debemos olvidar , estoy seguro que de no existir uno ni otro no se hubiera dado la rivalidad Más recordada de la F1.
    Sin embargo en mi opinión creo que senna fue por mucho un piloto más completo , estadística por estadística…saludos.

  12. Rashid Beyruti

    Excelente artículo salvó algunos errores en datos , pero al final valioso..saludos

  13. Marcos

    Creí que yo era el raro, pero veo que mucha gente piensa como yo. Mi favorito, Mansell, creo que caía bien a todo el mundo, aquellas «manselladas» suicidas… Senna, lo siento, no lo tragaba. El Mejor, el Profesor, Prost. http://www.taringa.net/posts/autos-motos/15617875/Uno-de-los-grandes-rebases-de-la-F1.html

  14. Tiantol

    Como se ve que el que escribió esto es anti- prost, yo siempre fui fanático de mc laren desde que era pequeño, no tenía aficion por ningun piloto, pero cuando hay que comentar hay que hacerlo de manera imparcial y no por fanatismo.
    Prost mostró ser un excelente piloto, calculador y muy preciso, Senna era muy rápido y temerario, pero ambos demostraron la tenacidad calidad de pilotaje en las pistas mas allá de su gran rivalidad.
    En cuanto a la maniobra de japón 1989, si el reglamento decia que debía retroceder y retornar a la pistas, »el reglamento está para cumplirse», en cuanto a la maniobra de 1990 me parecia una maniobra antideportiva (y un poco cobarde), Senna podría haber ganado si hacer esa clase de maniobra y demostrar asi que las carreras se ganan en la pistas.
    Retomando al 1988 si se hubiera puntuado como corresponde todas las carreras el campeón hubiera sido Prost y no Senna. En conclusion quien era el mejor en mc laren tuvieron el mismo nivel, pero para opinar asi hay que ser imparcial, ningún fanático de un piloto opinará de manera imparcial; eso es seguro.
    En cuanto a la actitud que se describe aqui es muy exagerada se ve que era fanatico de Senna el que publicó esto, pero en muchos situaciones hay que demostrar siempre la imparcialidad y un poco de profesionalismo, todo piloto tuvo su lado bueno y malo en la pista eso es seguro y quién afirma lo contrario miente.

  15. Pingback: » Fórmula 1 y velocidad de paso por curva para explicar a tu cuñado qué es una integral

  16. Otro que pasaba por aquí

    Difícilmente en un deporte como la Fórmula 1 se ven valores humanos como el sacrificio, la tenacidad, la pasión a tu trabajo, el compromiso o la entrega a un sueño, por lo mismo es difícil calibrar qué pilotos tienen esas virtudes cuando en la pista hay una lucha constante por vencer y lo que vemos son unos autos a gran velocidad salvo por la magia del verdadero talento. Por otro lado, pilotar un monoplaza ya es en si un gran logro por el peso del mismo y la velocidad promedio aunque cuando con una actitud y un gesto manchas una trayectoria brillante, no hay poder humano que haga que toda una generación cambie el peor recuerdo que dejó el galo y la mafia que los logros legítimos previos. Años atrás al sucio escándalo en Suzuka 89 hubo un indicio de la gran diferencia de personalidades y el entorno en Mónaco 84 cuando un Senna magistral bajo una tormenta casi le gana la carrera a un Prost muerto de miedo exigiendo la suspensión de la carrera, cosa que pasó finalmente mostrando el comisario bandera roja metros antes de la meta cruzando ésta Senna segundos después. Finalmente ese medio punto fue la diferencia que hizo de Lauda tricampeón ese año. Profético…..

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