En 2014 se presentará la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española, aunque desde hace tiempo podemos conocer algunas de las novedades que presentará gracias a la versión en línea. Como suele ocurrir con las obras de la Academia, el Diccionario es fuente de encarnizadas polémicas. Desde el momento mismo de su fundación hasta hoy, a la RAE nunca le han faltado detractores ilustres; a ellos se han ido sumando espontáneos de todos los campos del saber y del desconocer, que, gracias a Internet, nos ofrecen su opinión en blogs, foros, revistas digitales y redes sociales, dando lugar a artículos, debates, pifias y grupos de señoras que se sublevan contra la RAE.
Examinando sus reacciones en la red, la actitud que se percibe en los hablantes es, en general, de un autoproclamado conservadurismo, en ocasiones un tanto inopinado, llegando a considerar la Academia como una institución nociva para la salvaguardia de la lengua por su carácter indulgente, por no decir macarra, a la hora de consentir vulgarismos, barbarismos, neologismos y otros presuntos enemigos del buen uso. Esta postura nace del desconocimiento de la naturaleza del diccionario, unido a la asignación de un poder materializante y legitimador: lo que está en el diccionario existe, es legal y pienso usarlo. Es habitual encontrar expresiones como «ahora podemos decir» haciendo referencia a la inclusión de voces o, por el contrario, reclamaciones sobre términos no reflejados, con la finalidad de reconocer su existencia y demostrarla con papeles. Resulta paradójico que muchos hablantes declarados en rebeldía reconozcan con sus demandas la autoridad del diccionario más allá de sus propias pretensiones.
El DRAE es un diccionario general y no puede contener todo el léxico de la lengua. No abarca todas las palabras formadas por composición o derivación y muchas otras que, aun ateniéndose a las reglas y por tanto siendo correctas desde el punto de vista lingüístico, sencillamente, no caben. Incluye, y así lo ha hecho desde su primera edición, los vulgarismos, usos coloquiales, dialectales, arcaísmos, etc., más extendidos y frecuentes, indicando su naturaleza.
Hay que tener en cuenta que, además de la normativa, el DRAE tiene una función descriptiva de la lengua; es una herramienta para interpretarla y no puede contener únicamente las palabras cultas. Su misión no es seleccionar las voces que se pueden decir, sino registrar el uso que los hablantes hacen de ellas.
Es un diccionario más amplio y complejo que el Diccionario esencial y otros de carácter divulgativo que no contienen este tipo de entradas que, a partir de su descubrimiento por parte del gran público, causan conmoción:
Probablemente la más popular: ni un día en las redes sociales sin que alguien dé la voz de alarma sobre su aceptación, sembrando el desconcierto y la consiguiente reacción en cadena de desmayos, indignación y ojos sangrando.
En realidad aparece desde la primera edición del Diccionario en 1726 y remite a la entrada albóndiga, en la que se relatan las posibles etimologías y se señala el uso. Hasta la vigésima tercera edición no aparecerán las marcas «desusado» (desus.) y «usado como vulgar» (U. c. vulg.), si bien en el DPD sí aparece la advertencia «no debe usarse la forma almóndiga, propia del habla popular de algunas zonas».
Variante arcaica de toalla, habitual en español antiguo. En el Diccionario desde 1739. Se indica su uso vulgar en el DPD.
COCRETA
Aunque se suele añadir a la lista de ultrajes académicos, tal vez por afinidad con almóndiga, no está registrada en el diccionario. Lamentablemente, en mi opinión. Es una forma documentada y mantuvo con croqueta un pulso que perdió contra todo pronóstico, pues la metátesis es un fenómeno propio de nuestra lengua que ha triunfado en casos como el que veremos a continuación.
Variante antigua y etimológica del latín crocodilus y este del griego κροκόδειλος. Se mantiene la raíz cro- en gallego, euskera, portugués, francés, inglés y alemán. En castellano e italiano sufrió metátesis, siendo la forma «no culta» la que triunfó en estas dos lenguas. Crocodilo aparece en la primera edición del diccionario como forma aconsejada frente a cocodrilo usada esta última «contra los más selectos Autores y Vocabularios», siendo a partir del siglo XVIII cuando se impone.
Aparece en 1734 en el Diccionario con una inquietante descripción que merece la pena rescatar, así como esta estrofa escrita mientras coexistió junto a murciélago.
Tras vos, un alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?
Vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del Sol y de la luz huyendo.
Francisco de Quevedo (A Dafne, huyendo de Apolo)
En el Diccionario desde 1770, al mismo tiempo que así. Actualmente marcado como «vulgar». En los bancos de datos CREA y CORDE está documentado su uso, en algunos casos como imitación del habla popular.
Consulta: | asín, en todos los medios, en CORDE |
Resultado: | 246 casos en 45 documentos. |
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. [08/07/13]
Consulta: | asín, en todos los medios, en CREA |
Resultado: | 22 casos en 13 documentos. |
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. [08/07/13]
Estas y otras palabras recogidas como vagamundo, miraglo o agora, tienen en común el haber formado siempre parte del diccionario —y así seguirá siendo mientras no esté terminado el Diccionario histórico— a pesar de ser percibidas por algunos usuarios como incorporaciones recientes que respondieran a una relajación de la norma.
El diccionario se limita a registrar su existencia señalando con marcas su calificación o remitiendo a la forma culta. Considerarlas aconsejadas es una interpretación errónea, del mismo modo que la existencia de expresiones malsonantes no implica de ninguna manera que se recomiende su uso en la redacción de correos profesionales o en la descripción en medios de comunicación de lanzamientos a puerta de Sergio Ramos.
Otras entradas que provocan indignación son las grafías adaptadas de anglicismos. Generalmente de anglicismos y no de todos los extranjerismos. Según manifiestan algunos usuarios se perciben como un atraso, al considerar más moderno y avanzado escribirlos en inglés. Por el contrario, muchos hablantes aborrecen palabras de variantes de la lengua española que le son ajenas en una actitud que raya la xenofobia. El etnocentrismo es tan acusado en algunos casos como para reducir el perímetro de aceptación al alcance de las orejas y un «no lo había oído en mi vida» se usa frecuentemente como argumento de rechazo. Estas actitudes competen más al estudio sociológico que al lingüístico.
Las adaptaciones gráficas no suponen un empobrecimiento de la lengua, sino todo lo contrario, y hay miles de ejemplos que ni siquiera se perciben como préstamos al estar plenamente integrados. La incorporación de léxico adquirido es un proceso natural de la lengua para ampliar su vocabulario.
El número de voces que producen alarma es abundante, pero, dado que la mayoría son sugerencias que la Academia propone como solución a dudas planteadas, con el objetivo de integrar vocablos de forma acorde al sistema fonético y ortográfico español y que los hablantes pueden hacer uso de ellas u optar por el extranjerismo crudo —destacado con relieve tipográfico—, no merece la pena detenerse en este punto más que para comentar algunas de las más controvertidas.
Está en el diccionario desde 1984, al mismo tiempo que whisky, y tiene escaso seguimiento en comparación al anglicismo crudo.
Consulta: | güisqui, en todos los medios, en CREA |
Resultado: | 118 casos en 55 documentos. |
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. [08/07/13]
El rechazo que provoca güisqui no tiene parangón en coñac, sake, vodka, ginebra, ron o vermut, todos ellos extranjerismos integrados sin salir del campo semántico de las bebidas alcohólicas, incorporados a nuestra lengua en distintos momentos de la historia. La Ortografía de la lengua española de 2010 propone wiski.
La marca Am. indica que se trata de un uso restringido en América. Como explica el DPD, en gran parte de Hispanoamérica se usa exclusivamente la denominación inglesa para el pantalón vaquero y la grafía adaptada tiene uso documentado. En España se utilizan únicamente las denominaciones vaquero y tejano, de modo que no incumbe su uso.
Al igual que bluyín está marcado su uso en América. La grafía adaptada está muy extendida en el continente desde hace años y existen derivados como jonronear o jonronero. El béisbol es un deporte mucho más popular en América que en España, hecho que sin duda contribuye a la natural incorporación y adaptación de préstamos relacionados.
Consulta: | jonrón, en todos los medios, en CREA |
Resultado: | 592 casos en 254 documentos. |
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. [08/07/13]
Otro de los aspectos controvertidos son las palabras o acepciones de palabras que hieren la sensibilidad de algunos colectivos. Son clásicos los reproches por acepciones de gitano, gallego o judiada. La próxima edición revisa algunas atendiendo al desuso; para compensar, incluye dos novedades que ya han despertado protestas por su carga machista.
1. m. coloq. Esp. Muslos de una persona, especialmente los de mujer.
(Del dim. de canal).
1. m. coloq. Comienzo de la concavidad que separa los pechos de la mujer tal como se muestra desde el escote.
La Academia siempre ha manifestado que el Diccionario no puede regirse por criterios de corrección política. En su cometido de «notario» no puede intervenir en los usos que los hablantes hacen de las palabras ni desterrar voces inconvenientes.
La lista de palabras motivo de queja es copiosa y sin duda algunas de ellas con fundamento y razón; de hecho, la Unidad Interactiva del Diccionario resuelve en este sentido muchas de ellas.
La vigésima tercera edición del DRAE será la primera que estará a disposición de los usuarios en la red de forma idéntica a su versión en papel, lo que supone una valiosa fuente de información que precisa una interpretación más compleja que otros diccionarios simplificados. Desde que los hablantes han ido conociendo masivamente el Diccionario a través de la red, al tiempo que tenían oportunidad de comentar su contenido, este ha sido motivo de mayores polémicas, lo cual indica un interés por nuestra lengua que merece la pena orientar hacia la investigación mediante las múltiples herramientas y datos de los que disponemos, y, por qué no, dirigir nuestras propuestas argumentadas para mejorar el Diccionario.
Como pretensión personal, la definición de gañán me parece insuficiente para el uso actual. Habrá que recabar pruebas para legitimar su uso y el de su derivado gañanía.
Fotografía: Guadalupe de la Vallina
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Fuentes:
Vigésima segunda edición del Diccionario de la lengua (en línea)
Diccionario panhispánico de dudas (DPD)
Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española
Pingback: En defensa del Diccionario: de almóndigas y otras «aberraciones»
Maravilloso, certero, impecable, almóndigero!!! Excelente artículo!
¿Y qué decir de «zum»? http://rae.es/zum
Azanoria, celebro… la lista es larga.
Me quito el sombrero, una vez más, ante tus siempre bien argumentados artículos lingüisticos, Yolanda. Se agradecen mucho, de verdad que sí.
Me parece muy interesante tu reflexión. Sin embargo, debo decir que a mi juicio el gran problema del DRAE es que está demasiado ligado a aspectos sincrónicos de la lengua española. En su afán por permanecer actual e incluir neologismos y modismos, se excluyen del diccionario numerosas palabras en desuso en términos puramente orales, desatendiendo su uso literario. En este sentido, modelos como el Oxford English Dictionary me parecen mucho más acertados porque conservan, entre los usos actuales de las entradas, los usos que tuvieron las palabras en el pasado con ejemplos de textos de diversa naturaleza de acuerdo con el término que tratan de definir.
No olvidemos que la lengua es una herramienta diacrónica, que evoluciona y cuyas palabras reciben y pierden matices de significado. Por ello, a la hora de la lectura de un texto del siglo XVII, por ejemplo, tal vez resulte interesante conservar en el diccionario alguna entrada relativa a los usos de aquellos años con un ejemplo. Se podría argumentar que el especialista conocerá de antemano a qué otros diccionarios puede acudir pero creo que el hablante que abra el diccionario con voluntad de conocimiento merece encontrar toda la información que precise, más allá de si una palabra está incluida o no y una pobre definición de dos entradas, simplificadora en grado sumo.
Además es un hecho que el DRAE, que como bien señalas recoge los usos de los hablantes, tiene un valor normativo y es por esta razón que los usuarios de la lengua se apoyan en sus decisiones para decidir qué palabras «existen» y cuáles no, para decidir qué palabras son «correctas» y cuáles no.
Me parece pertinente recordar que más allá del uso oral de una lengua, que es lo que permite que siga viva y evolucionando, existe otro uso textual que sigue vivo en tanto en cuanto esas manifestaciones lingüísticas encuentren lectores. ¿Hace honor el DRAE a estos «usos»? ¿O es que sólo es posible tener en cuenta la radio y la televisión con su fuerza performativa y ahora todo lo relacionado con internet?
Encadenar una norma lingüística a los usos del pasado es un error porque, como se ha demostrado, con el tiempo uso y lengua se separan ya que la segunda no es un monumento, está en constante transformación. Pero da la sensación de que el DRAE quiere ir por delante del cambio o en su estela y hay ciertos neologismos que no son tal, sino modismos que desaparecen en 4 ó 5 años.
Hola, David.
Gracias por tu comentario. Creo que, como ya pongo en el artículo, el problema es precisamente que el DRAE contiene voces ya en desuso (a veces marcadas y otras no) a diferencia de los diccionarios «manuales» (de la RAE o de otros autores). Además hay herramientas suficientes para interpretarlos (consultando las fuentes que indico se puede encontrar información completa de cada palabra).
Cuando el Diccionario histórico esté finalizado, esto no tendrá mucho sentido, pero mientras creo que se trata de un problema de espacio.
Comparto todas y cada una de tus palabras, David, en especial aquellas que se refieren al hecho de conceder excesiva preponderancia a fuentes como internet o la televisión para legitimar expresiones que en algunos casos no son más que atroces atentados contra la lengua y su genio. A ello habría que añadir la honda preocupación que suscita la ya canónica práctica de la RAE de dar vía libre a la pereza expresiva a través de la supresión de normas gramaticales plenas de sentido como aquellas que tienen que ver con los acentos diacríticos. En fin, es una tragedia que la Academia haya confundido «modernización» con «mediocridad». ¡Ojalá hubiese más personas que, como tú, se opusieran a este paupérrimo estado de cosas!
Se te ha escapado al final un «La vigésimo tercera edición del DRAE » cuando antes lo has usado bien (vigésima tercera).
Por lo demás, gran artículo
Yayu ambas palabras están aceptadas. La RAE recomienda el masculido genérico «vigesimo tercera» en estos casos.
Vale que el usuario medio responda a un perfil conservador incluso retrógrado en su propia ignorancia, pero ¿No es el lema de la RAE «Limpia, fija y da esplendor»?
Un diccionario, por tanto, debería contener una esencia consolidada de términos no sujetos a coyunturas de ningún orden. Otra cosa sería si el lema fuera del estilo «Recoge, ordena y dignifica».
Por no decir que poner a caldo a los sabios y a Arturo Pérez Reverte genera mayor regocijo que darles la razón a las primeras de cambio.
Precisamente Reverte destaca como insumiso ante su propia Academia, esto es, contra la recta Razón. Sigamos a la Academia entonces hasta la última gota de sangre si fuere menester.
Ha dicho «a lo sabios y a Arturo Pérez Reverte».
Correcta la segregación.
¿Y qué es “limpiar, fijar y dar esplendor”, y qué “recoger, ordenar y dignificar”? ¿Desde qué perspectiva? ¿Dónde se encuentra esa «esencia consolidada»?
El DRAE es un diccionario de uso para todos los hablantes de la lengua española, y eso incluye a los de más allá de la propia España. País que, además, tiene sus propias variantes según las regiones.
El conservadurismo y el rasgarse las vestiduras por la incorporación de palabras que no están «consolidadas» en un lugar, es un síntoma. De muchas cosas, y que excedería el espacio para comentar aquí. Pero desde mi propia experiencia vital, venezolana y con más de 10 años en España, aún me sorprendo por lo poco flexible y comprensiva que es mucha gente para admitir palabras distintas a las que suelen usar. Y no hablo de vulgarismos, barbarismos, neologismos, etc. Hablo de verbos, de adjetivos, incluso de giros y usos lingüísticos.
Una lengua la hacen y construyen sus hablantes, y va evolucionando de una manera o de otra; estemos de acuerdo o no. Por poner un ejemplo, los vulgarismos. Si vemos la raíz etimológica de ‘toalla’ , en realidad ésta debería ser el vulgarismo y ‘toballa’ un cultismo (por estar más cercano al ant. tobaja, y este del germ. *thwahljô). Insisto, son los usos los que marcan el devenir de una lengua.
Una lengua que no es flexible ni está abierta a enriquecerse, está destinada a desaparecer. La crónica de una muerte anunciada. El día que yo misma me cierre a conocer palabras y usos de mi lengua, en otros países, ese día comenzará mi involución como hispanohablante.
***
Gracias, Yolanda, por este gran artículo. Seguiremos leyéndote. ;)
Totalmente de acuerdo con lo que escribís. Últimamente estoy notando mucho lo mismo que vos decís: la gente está perdiendo la perspectiva de que la lengua la hacen y la construyen ellos mismos con sus interacciones, y que estos cánones son variables con el tiempo, con la sociedad, etc.
Tu comentario, una bocanada de aire fresco y mis respetos ante esto.
Tú eres un subnormal. ¿Cómo se puede odiar así a tu lengua? ¡Porque no me dirás que eso es amarla!
Lloro glárimas de sangre. Voy a llamar a la RAE ahora mismo desde una gabina de teléfono, pero el auricular tiene úxido. Así que seguiré tomando mi zumo de zenoria mientras observo un murciágalo muerto en la cera…
Y así tol rato…
Por cierto cederrón me da repelús.
¡Jó Krollian, me parto contigo! XD
Mira que yo he llegao hasta ‘quí por querer resolver mis proprrias dudas por culpa de la página de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Discusi%C3%B3n:Suspenso ; y aún sigo con dudas… porras!
Pero en una cosa estoy totalmte. da’cuerdo contigo: cederrón da repelús, sobre todo pq. tal y como avanzan las tecnologías dentro de no mucho estará en desuso… yo al menos soy mucho más partidaria de los UeSeBés… Jajajaja.
Interesante.
Excelente artículo, en la misma línea que el anterior sobre la reforma ortográfica. Como persona dedicada a la lingüística, suscribo plenamente todos los argumentos que aportas. Los hablantes manifiestan un conservadurismo lingüístico digno de estudio sociológico en el nivel ortográfico al no querer adaptar préstamos o quitar una tilde sin función diacrítica (la de «solo» o los demostrativos). Esto, paradójicamente, contrasta con su «progresismo» a la hora de incorporar préstamos sin adaptar, siempre que sean del inglés, claro, la lengua de prestigio. Hay que recordarles que precisamente hoy todos escriben «turista», «champú» o «fútbol» y no «tourista», «shampoo» ni «football», por mucho daño visual que esas grafías causaran cuando se propusieron. Al final la lengua tiende por naturaleza a incorporar léxico prestado y para que este quede plenamente integrado, ha de adaptarse gráficamente. Así ha sucedido desde los préstamos medievales del árabe hispano («alcalde», «aceite»…) hasta los préstamos más recientes del inglés («tuitear», «estándar»…).
Si hay algo que me molesta es discutir con personas que critican algo que es evidente que no entienden, y encima intentan sentar cátedra, ya sea con la tilde de «solo», la incorporación de vulgarismos o la adaptación de préstamos. Me reconforta encontrar artículos como el tuyo, que sitúan a la lingüística en lo que realmente es: el estudio científico del lenguaje. Muchas gracias.
Gracias a ti, Álvaro.
En menor medida, el francés también es considerada lengua de postín, especialmente para algunos campos como la restauración (el propio término es un galicismo).
Es un poco absurdo porque la adaptación fonética es inmediata, pero el rechazo que produciría una botella etiquetada como «Güisqui», aunque sea segoviano, es comprensible.
No estoy de acuerdo con que la RAE sea un diccionario descriptivo. Un diccionario no puede ser a la vez descriptivo y normativo, y ese creo que es el gran problema que tiene el DRAE al aceptar «asín» o «setiembre». Un diccionario descriptivo como el María Moliner entiendo que los recoja, pero en el DRAE no deberían estar incluidos términos asín. ;)
En efecto, estoy de acuerdo con Gemma y creo que esa es la clave; la fuente de casi todos los errores (del propio diccionario y de sus usuarios) es ignorar la diferencia entre un diccionario «normativo» y «descriptivo».
El DRAE como diccionario descriptivo, es decir, que recoge términos y los define, es, y lo digo con todo respeto hacia su función normativa, una auténtica birria. No recoge apenas ningún neologismo y sus definiciones van de «poco inspiradas» a «surrealistas». Nadie que tenga una mínima formación en el campo de las letras busca definiciones en el DRAE; para eso están el María Moliner, o el Manuel Seco, o algún otro más.
El DRAE es un diccionario normativo, es decir, que recoge cómo se DEBE, y no cómo se puede, hablar el español. Sirve para consultar si una palabra que ya conoces y que vas a usar es correcta (es decir, está recogida) o no lo es (y no lo está). El problema es que a menudo tiene ínfulas de diccionario descriptivo y siembra la confusión recogiendo términos que están fuera del español normativo, solo por el placer de tener muchos. Llenar un diccionario de términos incorrectos, por mucho que aclare que no se deban usar, poco «esplendor» da al español.
Y flaco favor hacen también a quienes intentamos explicar las muchas y notables deficiencias del DRAE aludiendo a su carácter normativo, si a la misma RAE se le olvida cada dos por tres la función de su diccionario.
Diccionarios descriptivos del español ya hay y son mucho, mucho, mucho mejores en ello que el DRAE. El que mucho abarca, poco aprieta.
«Solo café solo», dígame, don Álvaro si no haría falta una tilde diacrítica por ahí. Y yo me ando con cuidado que dicen que las comas han salvado vidas. Lo mismo con los demostrativos. Parece que usted, como licenciado o doctorado necesita alguna clase de currículum para comenzar una discusión, de modo que me presentaré como filólogo, muy a mi pesar. Ni me van ni me vienen las introducciones de nuevo (ni viejo) léxico por parte de ese aparato extrañamente descriptivo y, a la vez, normativo que es el DRAE, ni me sonrojo tampoco cuando escribo los pronombres con tilde y los determinantes sin ella puesto que lo hago por la comodidad del lector y la facilidad de comprensión del texto, que en algo ayuda. Tampoco deseo sentar cátedra, como Vd. comprenderá, sólo recordarle que quizás esa gente que no tiene ni sus estudios ni los míos, sí tenga algo que decir al respecto de la tilde en «sólo» porque, reconozcámoslo, quien aboga por esa tilde no es una persona carente de cultura. Yo uso la tilde, y sé que no resultaría incomprensible un texto sin ella, lo hago por puro gusto y deseo de claridad, y por favor le pido que no se una a la prepotencia de quien tiene un título o de quien se dedica a una determinada profesión y respete las opiniones ajenas por más que no las comparta (opiniones que también estarán razonadas, se lo digo yo). Recuerde que si dice Vd. que estas personas «no entienden» como mucho les puede perdonar su ignorancia, pero no hay un respeto de igual a igual. No me cabe duda, por otra parte, de que tendrá muchos argumentos y muy madurados y convincentes a favor de elidir estas tildes, pero piense, señor mío, en esos pobres que no entienden, que tal vez, sólo tal vez, si estén comprendiendo la lengua de una determinada manera y que su comentario no es tan distinto en el fondo del de Franky el filántropo y es una pena que un artículo tan bien llevado se convierta en la chabacanería propia de, por ejemplo, youtube.
Y tenga en cuenta, si le sirve de algo, que soy de los que han estudiado lingüística, de ésos que saben, por poner un ejemplo, que desde el estricto punto de vista de esa ciencia no hay diferencia entre dialecto y lengua (puesto que ésta es una diferencia social o política y no propiamente lingüística porque la lingüística en sí no permite hacer esa clase de escisiones).
Un saludo.
«Me he comido un bocadillo solo». Ahí es necesaria una tilde: ¿He comido sin compañía? ¿He comido ‘solamente’ un bocadillo? Yo seguiré usando sólo o solo porque es más fácil para el que lee.
Un saludo
Pues no. Si quieres decir que solamente te has comido eso, escribes la frase de manera que se entienda: «Me he comido solo un bocadillo». Si lo que quieres es que sea fácil para el que lee, claro. Pero si te apetece desordenar las frases de forma contraintuitiva no parece que la intención sea facilitar la lectura, eh.
Aunque el tema de «sólo» y «solo» es todavía muy polémico, estoy de acuerdo con vos, Abominable Hombre sin Nick, en lo que refiere a la escritura hay formas de desambiguar. Pero más de acuerdo aún con la criticada DiosaMaracaná, en tanto el conservadurismo que parece imperar a nuestro alrededor en el tema de la lengua. Remarco una frase de ella: «Una lengua la hacen y construyen sus hablantes, y va evolucionando de una manera o de otra; estemos de acuerdo o no», y es lo que tenemos que aplicar para este caso, creo. Ninguna institución va a decirme cómo escribir, son los hablantes los que eligen esa forma y creo que está en cada uno ser consciente de este cambio o decisiones a la hora de escribir.
Le diré, don Jorge, que no, no hace falta ninguna tilde diacrítica ahí. Le diré, además, que precisamente en el ejemplo que usted aduce («Solo café solo») no habría ninguna necesidad de desambiguar, ya que el adverbio adopta una posición prenominal y el adjetivo, como adjetivo relacional que es y no calificativo (no admite gradación, no posee capacidad atributiva, no admite adyacentes adverbiales…), aparece obligatoriamente pospuesto al nombre, de modo que esa secuencia solo se puede interpretar como «solamente café solo». Si lo que usted quería era aportar un ejemplo ambiguo, como «Tomaré café solo», donde, en efecto, el elemento posnominal podría analizarse como adverbio (‘solamente’) o como adjetivo relacional (‘sin leche’), le diré que la tilde no es un desambiguador sintáctico, sino un signo prosódico o diacrítico, es decir, que o bien señala la sílaba tónica en una palabra, o bien señala la palabra tónica en un par de palabras que se distinguen por su tonicidad. «Solo» es una palabra llana terminada en vocal, por lo que no hay necesidad de tilde prosódica. «Solo» es una palabra siempre tónica, ya sea adverbio o adjetivo, por lo que no hay necesidad de tilde diacrítica.
Si quiere usar tildes para desambiguar, utílicela también, por ejemplo, en «Esta noche tengo sexo seguro»: ¿seguro que tengo sexo o tengo sexo con preservativo? De ambigüedades sintácticas están plagadas las lenguas y no usamos tilde para resolverlas.
Si está interesado en el tema, aquí tiene un artículo en el que lo explico con algo más de detalle:
http://iwrite.es/arte-y-literatura/rebeldes-sin-causa/
No pretendo en ningún caso ser prepotente: solo trato de explicar un argumento científico de razonamiento impecable. Si usted pone esa tilde «por puro gusto y deseo de claridad», estamos entonces en un debate estéril entre la ciencia lingüística y el gusto estilístico, entre la perspectiva formal y el enfoque literario. Yo, como lingüista (que no filólogo, porque no es lo mismo), intentaré explicarle a la gente las causas razonadas de la eliminación de esa tilde. Comprendo el conservadurismo ortográfico de los hablantes y lo respeto, pero me molestan los argumentos pseudocientíficos de los autoproclamados expertos (como Pérez Reverte o Marías), que ignoran las pruebas razonadas y muestran a las claras que no entienden (o no quieren entender) ni de fonética ni de prosodia ni de tonicidad. Dicho de otra manera, mi problema no son quienes dicen «Pongo la tilde porque me lo aprendí así» (que suelen ser más receptivos al ofrecerles la explicación razonada), sino quienes dicen «Pongo la tilde porque hay ambigüedad y la RAE no sabe lo que hace», porque, aunque se le presente el razonamiento lingüístico de la ausencia de función diacrítica, siguen erre que erre, sin caer en la cuenta de que si acentúan «solo» es también porque hace un tiempo algún académico tuvo la ocurrencia casual de colocar una tilde ahí, así se lo aprendieron de pequeños y ahora no quieren cambiar sus usos ortográficos. Por suerte, la historia del español está plagada de reformas ortográficas que sí han prosperado y han hecho de nuestra ortografía una de las más coherentes y sencillas del entorno europeo. La tilde diacrítica en «solo» era una incoherencia que se ha eliminado; quizá dentro de 50 años ya nadie la escriba y nuestro sistema de acentuación habrá ganado en coherencia y sistematicidad.
La lengua es de los hablantes y puede entenderse de muy diversas maneras. Ahora bien, el estudio científico del lenguaje humano solo puede abordarse desde la lingüística mediante pruebas empíricas.
Un saludo
Y perdone que me he comido una coma, ¡vaya por Dios!
Un artículo interesante del que destacaría esto: «Su misión no es seleccionar las voces que se pueden decir, sino registrar el uso que los hablantes hacen de ellas.» Aunque me ha chocado que en el primer párrafo aparezca un uso incorrecto del gerundio: «… que, gracias a Internet, nos ofrecen su opinión en blogs, foros, revistas digitales y redes sociales, DANDO lugar a artículos,…».
Hola, Mendrugo.
Cuando escribí ese gerundio estaba convencida de que no era erróneo y no lo cambié para curarme en salud precisamente por evitar esa gerundiofobia que hay.
Sigo sin ver la incorrección, pero lo consultaré y revisaré.
Gracias.
Algo que le resta calidad el DRAE que hay cientos o miles de palabras propias de los dialectos peninsulares o solo del de Castilla que aparecen sin marca, como si formaran parte del léxico común (patata, tejano, currar, a por). En cambio, el léxico común sale marcado como americanismo cuando no se usa en España, ¿a alguien se le ocurre marcar los no-bolivianismos o los no-aragonesismos?
Otros problemas son que muchas definiciones religiosas se dan desde el punto de vista de los católicos, muchas definiciones de biología desde el punto de vista de un español («animal abundante en España…») y muchas definiciones de ciencia desde el punto de vista en boga hace medio siglo o más.
En cambio, casi todas esas modificaciones que tanto se critican suelen ser para mejor, aunque me temo que güisqui y zum llegaron muy tarde y ahora son solo ridículas, porque nadie escribe así, a menos que sea redactor del Panhispánico [sic] de Dudas.
Están locos estos romanos.
¿Almóndiga está aceptado? ¿Pero qué clase de incultos almondigueros pululan por los pasillos de la RAE?. Tiene que haber más de un zafio que aprobó la EGB a base de copiar, porque si no, no se entiende.
Para estar en la RAE no hace falta estudiar. Ni siquiera, por lo que se está viendo, saber hablar correctamente. Pero a mí no me la van a dar con queso. Almóndiga está mal dicho, se pongan como se pongan esos borricos de la RAE. Y así se lo haré saber al mal hablado y al mal estudiado que lo diga.
Como vulgarismo desaconsejado. La RAE lo único que dice es que existe y tiene uso.
Creo que tienen sus errores, como cualquier institución, pero el esfuerzo por «adaptarse» es plausible.
Uno que no entendió el artículo
buenísimo artículo. Como todos los que publicáis en esta página. Me encanta
Una prueba más de que para poder criticar en condiciones primero hay que estudiar. Muchas gracias por este artículo tan curioso.
Os ha faltado meter una muy buena que he podido ver en Meneame: Órsay; fuera de juego. A todas todas parece ser (creo yo por la similitud) que esta introducción es debida a la mala pronunciación del ingles Out Side (aut said) que ha derivado a este órsay. Increíble.
De hecho, «orsai» o «orsay» deriva de «off-side», que es como se dice fuera de juego en inglés. No hay, por tanto, demasiada diferencia, aunque el rotacismo que convierte la «F» en «R» sea algo curioso.
El DRAE no solo puede ser perfectamente acusado de machista (que ahí ya podrán argumentar que si la sociedad tal y pascual) sino también de ser un diccionario confesional católico, sobre todo cuando se buscan ciertos términos.
Tampoco estoy precisamente convencido de cómo han resuelto el asunto de la definición de «matrimonio», que sigue manteniendo como primera definición la unión heterosexual. Se ve que no podían directamente expresarlo de forma que se refirieran a una unión de dos personas, sin concretar su sexo.
No, había que separar, cuando precisamente la ley lo que trata es de no crear distinciones.
Pueden poner la excusa de que si el uso de la sociedad patatín y patatán, pero ya otros diccionarios se actualizaron antes que este (y de mejor manera) por no hablar de lo arbitrario de tal criterio, puesto que hay cientos, miles de palabras que socialmente no se usan, y que sin embargo no se eliminan.
El María Moliner, por ejemplo, actualizó esa definición mucho antes y mucho mejor en mi opinión:
http://elpais.com/diario/2007/09/09/domingo/1189309956_850215.html
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Agora es un cultismo.
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Muy buen artículo!!
si eso es asi, que metan hamyjo tambien
Hombre, murciégalo y crocodilo me parecen una exageración, pero lo de la croqueta es muy acertado. Es más, yo añadiría cocreta, cloqueta, cocleta,… Además de armóndiga.
Aquí en el Valle del Guadalquivir se usa «ancá» por «a casa de»: voy ancá la abuela. Podemos esperar sentados a que la rae reconozca nuestra forma de expresarnos.
Con respecto a «güisqui», Javier Marías considera que está mal transcrita: «como si escribiéramos «güevos»», dice (http://elpais.com/diario/2011/02/06/eps/1296977222_850215.html). «Wiski» puede tener más éxito.
¡Muy buen artículo!
Buen artículo. Enhorabuena.
Es alucinante cómo un vulgarismo como «cocodrilo» se puede considerar norma culta. Me congratulo de que la RAE reconozca el error y muestre el camino para volver a «crocodilo», como hacen todas las lenguas normales que toman la misma etimología.
Hay otro vulgarismo de este tipo que no menciona el artículo: «guirnalda», que debe ser «guirlanda», como hacen todas las lenguas que derivan su palabra para ese concepto de la misma raíz.
Y es que los paletos han tenido, y siguen teniendo, demasiada influencia en la vida de este país.
Don Alvaro (discûlpeme la ausencia de tilde, este teclado no me permite introducirla), la tilde no sólo tiene un valor diacrítico en lo tocante a la prosodia, véase el caso de ciertos monosílabos cuya función diacrítica recae en el campo de la semántica. No creo sino que nos estamos extendiendo sobre convenciones y el natural camino de los «organismos vivos» si acaso así podemos calificar una lengua. Por otro lado con «solo café solo» no tenía mayor intención que la de hacer una broma lo suficientemente elocuente. Probablemente Vd. prefiera charlas más serias, sin embargo suelo tomarme incluso los temas que más me interesan con sentido del humor. Empiezo a pensar que quizás no sea la persona más apropiada para discutir…
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El artículo es simpático, y me ha resultado interesante. Pero la tesis que parece flotar desde el principio, o mejor que forma parte de su esencia, es falsa. El hecho de que cocreta haya competido con croqueta en el siglo XIX o en el anterior, no evita que sea una palabra espantosa . Ocurre que mamá, acentuado así, en la a final, es un galicismo de pijos que entró a finales de 1700. En español antiguo se decía mama, como dice ahora la gente menos culta. De acuerdo, tiene toda la raigambre histórica, de hecho más que mamá, pero usted qué piensa de la gente que lo dice
Gracias, Liborardura.
El caso de cocreta es una opinión personal, como indico en el artículo. No pretende sustentar nada.
«Mama» me parece bellísimo y de la gente que lo usa pienso que lo dice con toda propiedad, porque familiarmente cada uno usa los registros que mejor reflejan sus conceptos.
En Cataluña y en catalán también lo pronunciamos como «mama». Y es que, además de tacaños, somos también muy arcaicos.
Don Jorge, la tilde solo tiene esas dos funciones: prosódica y diacrítica. La tilde no se usa para distingir clases de palabras. En esos pares de monosílabos que usted menciona, como «él/el», «tú/tu», etc., la tilde desempeña su función diacrítica (que no prosódica), ya que marca cuál de las dos palabras del par es tónica: «él» y «tú». Esa tilde no está ahí para indicarnos que «él» o «tú» son, respectivamente, un artículo determinado y un pronombre personal, ni está ahí para distinguirlos del artículo «el» o del determinante posesivo «tu». La causa de esa tilde es señalar que «él» y «tú» son palabras tónicas. Fíjese en que usted no pronunciará «él» y tú» igual que «el» y «tu»: ÉL CO-me vs. el NI-ño; TÚ BE-bes vs. tu CA-sa. Así pues, la función diacrítica no es de los monosílabos, como usted apunta, sino de la tilde, y dicha función no «recae en el campo de la semántica», sino en el de la sintaxis, puesto que estamos diferenciando categorías sintácticas o clases de palabras.
En efecto, deduje de su comentario que pretendía usted hacer una broma elocuente con su secuencia érronea del café, de ahí que yo, consciente de ello, le ayudara precisamente a buscar el ejemplo de ambigüedad que parecía tener en mente, con el objetivo de contribuir a tal jocosidad y rebatirlo después. Yo también tengo sentido del humor, créame, pero trato de combinarlo con rigor científico cuando la materia así lo exige. Discutir sobre cualquier tema es, en el fondo, discutir sobre convenciones, ya que toda ciencia requiere de un proceso previo de abstracción y un aparato teórico «convencional».
Y para que vea que acabo mi comentario con humor, le vuelvo a sugerir que ponga tilde en «tengo sexo segúro» (seguro que tengo sexo), para diferenciarlo de «tengo sexo seguro» (tengo sexo sin protección). La diferencia puede ser determinante…
Un cordial y humorístico saludo
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De peques siempre me hacia mucha gracia uno de mis amigos porque decia cosas como «dififil» «maricosa» y «catatumba», convencido ademas de que eran asi. A ver si resulta que el tio era un visionario…
Los diccionarios están hechos por personas, a veces viejos pedorros y a veces no, pero nunca al margen de su momento histórico. El diccionario de la RAE siempre estuvo plagado de faltas de ortografía, que el paso del tiempo ha legitimado. Durante el aznarato, décadas después de la muerte de María Moliner, se cambió la definición de «valenciano» o «mallorquín» en «su» diccionario, para desvincularlos del catalán. Hasta figura que el menorquín es un dialecto del mallorquín, algo tan aberrante como decir que el mallorquín es un dialecto del ibicenco. Muchas enmiendas del diccionario de la RAE son más bien enmierdas. Dabuti o dabuten viene del tagalo «mabuti», que quiere decir exactamente eso. Sin embargo la última enmienda solo recoge «de buten», hipercorrigiendo lo que ni siquiera sabe de dónde sale.
Podríamos pasar la cuestión de la tilde diacrítica o las metátesis, o aún la inclusión de términos desusados o arcaicos. Pero no deja de causar prurito el que en la nueva edición se incluyan términos que se consideran uso descuidado del idioma, como involucrar (por implicar, inmiscuir, participar); evento (por suceso, acontecimiento) y sus derivados eventual, eventualmente, eventualidad; filoso (por afilado); riesgoso (por arriesgado); reactante (por reactivo), etc., sin que siquiera se remita a las formas correctas. Ya desde la edición anterior se incorporaron calcos del inglés como «tener en mente» (to bear in mind), «en base a» (in basis to), «resultar en» (to result in), «jugar un papel» (to play a role). Mucho me temo que, a este paso, no necesitaremos el diccionario para expresarnos correctamente, porque todo lo que ayer era incorrecto mañana estará permitido.
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El problema que le veo a estas «aberraciones» es que el motivo por el que la RAE las autoriza es porque su uso se ha expandido.
Pero su uso no se ha expandido porque originalmente existieran, sino porque la gente no ha aprendido a pronunciarlas, y porque no se ha enseñado a ello.
Si seguimos aceptando variaciones que ya existen, acabaremos con dos versiones para cada palabra…
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El error es pensar que estas palabras se han incluido porque la voluntad de la academia ha sido doblegada por la insistencia de los incultos a no aprender.
Sin embargo, almóndiga está recogida en la primera edición del diccionario de 1726 y asín desde 1770.
Mi visión sobre esta cuestión en el artículo http://sepuededecir.com/2014/05/31/la-almondiga-y-el-vagamundo/
Un artículo extraordinario. Enhorabuena.
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El problema queda para el profesorado que debe corregir la escritura de los alumnos, dada la evolución y que no todo el mundo puede estar al día en la precisión de nuevas o viejas acepciones habrá que ser ‘permisivo’ hasta un punto determinado que es imposible de acotar. Puedes decir a un alumno que ha escrito mal algo que en la edición siguiente del diccionario será correcto y que tal vez hoy ya esté aprobado? Es dificilísimo acotar los límites de una tendencia. Bueno, hagamos al revés, las 10 primeras faltas ‘dudosas’ no contabilizan, pero por qué 10 y no 11? y así hasta que en un texto no aparezca ni una palabra bien escrita!
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