Hace un año leía con agrado un artículo de Roger Senserrich en Politikon donde reflexionaba sobre la menor influencia de la blogsfera española en relación a la de otros países. Entre las causas señalaba la falta de debate inter-medios de la propia blogsfera, por lo que animaba a los lectores de otras cabeceras a criticar y rebatir desde sus tribunas los contenidos que aparecen en su medio. Lo más similar que se da en nuestro país a este tipo de intercambio de enfoques entre comunicadores y tertulianos son las trifulcas al estilo Herman Tertsch vs. Wyoming o las cartas abiertas de Lucía Etxebarría o Pilar Rahola y sus correspondientes y airadas críticas, lo que deja la mala impresión de que solo la comunidad de haters es partícipe del debate. Intuyo que este no es el punto que busca Roger. En mi opinión, lo que propone es el sano ejercicio de la discusión y el debate desde la reflexión y en la medida de lo posible sin los consabidos ataques ad-hominem de nuestros medios patrios. Supongo que tampoco aboga por la correspondencia cruzada de Arcadi Espada, donde la crítica tiene que ir teñida con un velo de desdén que impide cualquier mención directa a la persona o a su escrito. Roger apuesta por enlazarnos unos a otros para dar visibilidad y movimiento a los medios más allá de la propia comunidad de cada uno. Como en Politikon tratan temas muy interesantes sobre política y economía que no domino, he tenido que esperar a esta brillante columna, publicada en Valencia Plaza por Álvaro González, sobre Bob Esponja y El planeta imaginario, para escribir una réplica y hacer mía la propuesta comentada.
Álvaro especula en su artículo sobre la extrapolación de los análisis psicosociales sobre Bob Esponja a El planeta imaginario, serie infantil que él considera de culto. La especulación al final resulta ser una excusa para narrar su fascinación por El planeta imaginario, «un espacio trabajado con un respeto a sus espectadores, los niños, y a sí mismos, los creadores, que, hoy por hoy, se nos antoja imposible de reproducir». Precisamente es esta frase la que me impele a escribir este contrapost ya que en mi opinión, Hora de aventuras es la serie infantil más fascinante creada jamás de los jamases y me propongo demostrarlo utilizando la base argumental del propio Álvaro. No obstante, empezaré por contar qué es Hora de aventuras y por qué debería de ser una serie de culto como Deadwood.
Lo primero que atrae de Hora de aventuras es el estilo de la propia animación en sí: de forma clara conecta con la estética de los personajes de La mazmorra de Sfar y Trodheim —y es que Pendleton Ward, el creador de la serie, se reconoce seguidor del trabajo de Sfar—, muchos de ellos animales con características morfopsicológicamente humanas. Los protagonistas son Finn y Jake, dos colegas descerebrados con roles similares a los de Tintín y el capitan Haddock durante sus peripecias. Hora de aventuras transcurre en el Reino de Ooo, situado al parecer en algún lugar perdido de Sudáfrica, donde existen criaturas de aspecto tan terrorífico como los engendros que dibuja Hideshi Hino —qué grande es el niño gusano— y con peor fondo que cualquier artista invitado en Mujeres desesperadas, especialmente el padre de Marceline. En Hora de aventuras el sexo femenino está representado casi en su totalidad por princesas; las hay de todo tipo, como la princesa Hot Dog o la princesa del espacio, a cual más surrealista. El malvado antagonista de la serie es el Rey Hielo, quien convive con sus pingüinos guardianes lobotomizados cuya única obsesión es secuestrar a las princesas para obligarlas a casarse con él. La acción, que es continua, transcurre a base de mamporros, carreras y en general, como su propio nombre indica, aventuras.
Bien, espero que después de esta limitada introducción tengan curiosidad por conocer por qué considero a Hora de aventuras la mejor serie infantil de todos los tiempos, superior incluso a —ejem— El planeta imaginario.
El primer argumento que utiliza Álvaro para encumbrar El planeta imaginario es el marco surrealista en el que se desarrolla, con la inclusión de marionetas, danzas y circos televisados. Teniendo en cuenta que el colmo del surrealismo infantil lo detentan Los Teletubbies, una serie investigada extraoficialmente por países como Polonia por la supuesta homosexualidad de sus protagonistas pero en la que se obvian cuestiones de género como que quien ejercía el rol de madre era una aspiradora con vida propia. En mi opinión, Hora de aventuras juega en la misma liga que la serie que protagonizaba Tinky-Winky antes de salir del armario. Una pincelada: Jake, el perro protagonista, tiene una relación amorosa con un unicornio arcoíris que habla coreano y que pertenece a una princesa cuyo cuerpo está hecho de chicle rosa. Todo esto contado sin intención de desmerecer al surrealismo más al uso de El planeta imaginario, cuyo opening parecía un corte de 2001: una odisea del espacio hecha con recortables. Os dejo este memorable corolario a la serie escrito por retroyonki:
Probablemente, la mayoría de enfermedades mentales, fobias y paranoias que sufrimos los que andamos por la treintena, fueron causados durante nuestra infancia por El planeta imaginario. Para los niños de la época, el solo hecho de ver el opening era como comerse un tripi. Tornillos volando, cosas extrañas colgadas de hilos, un planeta deforme parecido a Saturno, fotos ardiendo, malabaristas en calzoncillos y una sintonía electrónica que daba mucho miedo. Luego me enteré de que la música del programa pertenece al Arabesco nº 1 de Debussy, pero en una versión del japonés Isao Tomita, que seguro que ahora está encerrado en una institución mental. El planeta imaginario comenzó a emitirse en 1983, los sábados por la mañana y solo en Cataluña. Debido a lo rápido que se volvieron locos los niños catalanes, pronto comenzó a emitirse en todo el país por la primera cadena de Televisión Española, los lunes por la tarde hasta el año 1986.
Álvaro nos recuerda que dos episodios de El planeta imaginario comenzaban con Un viaje imposible de René Magritte que tuvo que ser explicado en la prensa: “El mundo de los sueños voluntarios de Magritte podrá resultar igualmente apasionante tanto para los niños como para los adultos”. Más acorde con nuestros tiempos, en Hora de aventuras, durante el episodio Business time, Jake y Finn descongelan un grupo de empresarios que permanecían dentro de un iceberg a los que utilizan para mejorar su vida. Los empresarios actúan como se les espera y resulta, ahora sí, tan apasionante para los niños como para los adultos. No hay que olvidar que los personajes y la estructura de El planeta imaginario beben de las fuentes de Le Petit Prince; los protagonistas de ambos, Flip y el Principito, son adolescentes hippies que visten como los de Abba y sus peripecias planetarias son más soporíferas que la Fórmula 1. Tanto en la novela como en la serie aparecen personajes abúlicos como el farolero o el lector vampírico. En Hora de aventuras también hay vampiros, aunque algo diferentes al Galindo de Crónicas Marcianas. Marceline, en las antípodas de los blandengues de Crepúsculo, es una vampira rockera que compone canciones y toca su bajo-hacha, le gustan las bromas pesadas y tiene por padre a un auténtico hidepu.
Por último, y a través de una metáfora digestiva, Álvaro nos señala lo importante que es que un contenido te haga reaccionar, sea positiva o negativamente. Con esto no puedo competir porque la conexión es algo subjetivo y a mí las marionetas siempre me han dado grima, pero desde un enfoque metatelevisivo considero mucho más importante e incluso increíble que una serie de dibujos animados como Hora de aventuras consiga tener tantos adeptos en franjas de edades tan diferentes como la de mi hijo de cuatro años y yo.
Para saber más de Hora de aventuras os recomiendo este fantástico artículo de Daniel Gavilán y el blog de Cels Piñols en Cartoon Network, donde hay varias entradas curiosas y divertidas sobre esta serie. Y si queréis echar unas risas, aquí os dejo un post sobre El planeta imaginario en Retroyonkis.
La Princesa Arcoiris habla coreano.
Buena apreciación, Mesme. Muchas gracias.
Yo soy más de Regular Show (Historias Corrientes)
La única y puede que importante pega es que la serie parece que sea una fábrica de niños hiperactivos, sus secuencias y su lenguaje tienden a la exaltación de los pequeños, en cambio, como serie para no tan niños la veo muy divertida…
Me parece además una serie muy amable, como si estuviera guionizada por un loco, pero un loco bueno y feliz. La relación de camaradería entre los dos personajes resulta muy simpática, siempre con ganas de pasárselo bien.
Y el perro mola muchísimo, es un tipo realmente majo al que me gustaría tener por amigo.
HORA DE AVENTURAS es una pasada, cada amigo que se la he recomendado ha alucinado. Y es verdad, yo tengo 39 y la veo con mi hija de cuatro, y aunque sé que ella no entiende algunos dobles sentidos (que los hay), eso es lo fascinante: que el mismo artefacto sea capaz de actuar a varios niveles… Aunque, qué diablos… lo que mola es ver al perro estirarse y cantar sobre las chatis que no lo dejan tranqui… ¡Impagable!…
Y QUÉ ME DECÍS DEL PELAZO DE FINN?
Hora de Aventuras ya se ha convertido en una serie de culto. Hecha por un friki para frikis pero que a la vez encandila a niños y a gente no tan friki, creo que esa es su esencia, gusta a todos y llega a todos los públicos, a los niños les gusta por su colorido y su buenrollismo, pero a los adultos nos encanta porque, además de la excéntrica pero alucinante estética, pillamos esos dobles sentidos, esas ironías y esas gracias que el público infantil ignora. En mi humilde opinión, Hora de Aventuras es todo un fenómeno surrealista con raíces dadaístas!
Me impresiona lo mucho que los libros de los 80s se parecen a la carátula de los juegos de PS2 de los 00s.
A mis niños les gusta bastante la serie, y tanto a mi como a mi pareja nos divierte al mismo tiempo.
Es muy buena nos divierte mucho.
muy divertida me encanta.
Si «Hora de aventuras» tiene tanto éxito en diferentes franjas es porqué puedes hacer de ella varias lecturas. Una fácil para los peques y otra de más reflexiva para los adultos. Lo que preocupa es que guste a adultos con lectura infantil. Felicidades por el blog!
Mi sobrina me vuelve loco con estos dibujos animados,me puedo pasar horas mirandolos como si fuera un yo el niño
A mi me encantan estos dibujos. No puedo evitarlo