No será que a ustedes les importe demasiado, pero he de hacerles partícipes de mi perplejidad —es más, de mi indignación— ante el ostracismo conceptual al que se ve sometido todo un género cinematográfico. Un género no reconocido, olvidado de las taxonomías oficiales y de las categorías establecidas en las entregas de premios. Un género desposeído de su idiosincrásica mismidad y asimilado a la fuerza con otras especies más aceptadas, consideradas respetables y académicamente delimitadas. En un mundo en el que incluso la pornografía goza de un epígrafe propio en las enciclopedias de cine más liberales —no «liberales» como sinónimo de «creo que hay subvencionar a los millonarios para salvar el PIB de las necesitadas Islas Caimán», claro—, existe todavía toda una hueste de películas que bien merecería lucir con orgullo una categoría propia… por la consecución de la cual, sin embargo, nadie alza la bandera. Toda una clase de películas que los críticos incluyen sin escrúpulos en ese sindiós heterogéneo, en ese soperío informe al que se refieren simple y llanamente como «drama». Cualquier largometraje que no sepan muy bien en qué genero situar y que no sea una comedia o una sucesión de planos panorámicos de genitales, va directamente al cajón del «drama». Y yo, naturalmente, ¡me opongo a ello! No veo por qué se reclama el «derecho de autodeterminación» para los pueblos y no para algo mucho más importante, mucho más relevante, mucho más definido que cualquier pueblo: el Cine de Tacitas.
Probablemente se estará usted preguntando: pero ¿qué es exactamente el «cine de tacitas»? Bien, existen dos formas de intentar explicarlo. Una es ejemplificando por la vía rápida: si está viendo usted una película en la que aparece Keira Knightley luciendo un vestido largo o Emma Thompson poniendo cara de que se le acaba de morir el perrito, no hay duda, se encuentra usted ante una muestra con todas las de la ley de auténtico Cine de Tacitas. Pero si requiere usted de una definición más precisa —y no, incomprensiblemente no existe un artículo ad hoc en la Wikipedia—, intentaremos perfilar una aproximación más o menos científica al asunto.
La identificación genérica, «de tacitas», proviene del hecho de que tarde o temprano aparecerá en la pantalla alguien sosteniendo una tacita, bebiendo de una tacita o acarreando una bandeja repleta de tacitas. Esta sinécdoque sirve para denominar el género, como la expresión «western» denomina aquellas películas que suceden en determinado momento histórico y que suelen tener lugar en el oeste de los Estados Unidos, aunque no siempre sea así. El propósito del cine de tacitas no es el de promocionar vajilla, sino el de conseguir que el espectador o espectadora se identifique con un microcosmos de atildada distinción, aristocráticos modos y nobilísimo mobiliario, el cual siempre está perfectamente conjuntado con el vaporoso cortinaje. El objetivo del cine de tacitas es, pues, hacernos sentir especiales, como Amélie o como las películas de Tim Burton, pero sustituyendo las rebequitas de lana y los peinados a lo Níquel Nanas por cuidadísimos cortes de pelo y confecciones al más puro estilo Romanov. El cine de tacitas es básicamente Cine Para Sentirse Elegante y Sucumbir al Dulce Embargo De Las Sutiles Emociones.
Ciertamente, una de las funciones del cine de tacitas es la de ejercer como catálogo de vestuario y decoración. A menudo nos hallaremos ante cuidados diálogos de lo más literario, interpretaciones contenidas aunque convincentes y argumentos puntualmente sobrecogedores, pero todo ello se somete al servicio del lucimiento textil y mobiliario. El verdadero material de base de la película de tacitas no es el guión, sino el ajuar, y cualquier secuencia que pudiese dañar el mismo queda excluida automáticamente. Muy especialmente, nada de lo que veamos en pantalla podrá estropear el vestido de la protagonista, ipso facto descartamos secuencias de tiroteos en calles polvorientas, descensos desde helicópteros de combate o —más lamentablemente— peleas en charcos de barro. Contémplese el asunto de este modo: el 90% de los personajes que aparecen en una buena película de tacitas no sudan (como Superman), no van al excusado (como Superman) ni tampoco se manchan o se despeinan jamás (nuevamente, como Superman) porque de aparecer repentinamente cubiertos de cochambre traicionarían la naturaleza y el propósito del noble arte tacitesco. El que los protagonistas hayan de aparecer perennemente impolutos elimina pues la posibilidad de trepidantes secuencias de acción aunque nos deja con un todavía variopinto muestrario de situaciones aceptadas: diálogos en salones, diálogos en salitas, diálogos en aposentos, diálogos en bibliotecas, diálogos en recibidores, diálogos en jardines, diálogos en pérgolas bajo la luz de la luna e incluso (caso de intervención de personajes proletarios para alivio cómico y/o sociológico contraste de pareceres) diálogos en cocinas y, en caso extremo aunque no necesariamente deseable, diálogos en cuadras.
No obstante, esta fórmula básica —gente con vestidos elegantes hablando sin parar en estancias diversas y sosteniendo ocasionalmente una tacita— puede no expresar por sí sola todo el abanico de fascinantes matices que se desgranan cuando estudiamos mejor este género cinematográfico, tan injustamente calificado como de vulgar «drama», como si se pareciese en algo a las películas donde aparece la canalla menesterosa que por no tener estilo y distinción ni siquiera se molesta en beber usando tacitas. Se me antoja que, además de una definición lato sensu como la que acabamos de formular, convendría confeccionar un FAQ («preguntas frecuentes») acerca del cine de tacitas, resumiendo sus características básicas en diversos puntos clave con propósito divulgativo y didáctico.
1. ¿Es el cine de tacitas «cine de época»?
Lo es. Aunque la etiqueta «de época», lo confieso, siempre me ha turbado un tanto. ¿A qué época concreta se refiere eso de «cine de época»? Por lo que a mí respecta, En busca del fuego podría ser considerado «cine de época». Pero claro, viendo En busca del fuego no podríamos admirar el sublime vuelo de los vestidos de Keira Knightley, por más que ella actuase tiempo ha en aquella versión modernizada del cine de trogloditas titulada El Rey Arturo. Podríamos decir que, en líneas generales, el cine de tacitas se sitúa en el periodo comprendido entre finales del siglo XVIII e inicios del siglo XX; esto es, el periodo álgido del vestuario señorial, del refinamiento en las maneras mundanas y de la importación de la hoja del té.
Toda película con características similares que se ambiente en una época anterior caería ya directamente en la categoría de «cine de princesas», ambientado en una era previa a la popularización de la tacita. Y las películas con características similares que tengan lugar en la era más moderna ya caerían en una categoría especial denominada Cine Al Qaeda: El diario de Bridget Jones, La boda de mi mejor amigo o cualquier película en la que Julia Roberts luzca un suéter diecisiete tallas más grande de lo que mide.
2. ¿Cuál suele ser el argumento fundamental del cine de tacitas?
La protagonista, por lo general joven, rica y guapa, sufre mucho.
Nota: En ocasiones la protagonista no es joven ni guapa, en tal caso hablamos de Tacitas Experimentales Con Alta Carga Literaria
3. ¿Qué papel ocupa el amor en el cine de tacitas?
Un papel fundamental. La protagonista, elegante y de buena familia, acostumbra a estar prometida con un apuesto burgués adinerado —aunque de imbéciles hechuras— al que su entorno social considera un «buen partido». Como un Argentina-Brasil, pero en señor con bigotito. Esto es lo que en su inocente ignorancia nuestra desdichada protagonista considera «amor», hasta que un buen día se cruza en su camino un bien parecido proletario: mozo de cuadras, jardinero, o cualquier profesión que implique uso de la fuerza física y consiguiente desarrollo de sus bíceps y, misteriosamente, también de sus pómulos. El proletario, más enigmas, no se parece a los mozos de cuadras de verdad sino a algún apolíneo actor de Hollywood. Y no obstante adolecer de un vulgar vestuario prêt-à-porter y un mal afeitado, resulta poseer una sorprendente caballerosidad intrínseca que trasciende lo habitual entre sus malolientes congéneres de clase baja —él, por descontado, huele bien—, y debajo de sus sudorosa frente se esconde un temperamento cerebral que no ha gozado de las oportunidades de triunfo de las que dispone todo pijo burgués del vecindario, pero que disfruta con la literatura y muy especialmente con la contemplación del firmamento nocturno, inclinación que la protagonista encuentra inexplicablemente afrodisíaca. También levanta pesados fardos de paja, usualmente desprovisto de camisa.
Naturalmente, la protagonista se encuentra de repente ante un dilema: sucumbir a la presión social y casarse con un cretino rico, triunfador y aparentemente encantador (aunque sabemos que en el fondo ¡es muy mala persona!) o abandonarse al romance prohibido y escapar a la aventura con el proletario guapo, poco simpático pero muy gentil y cubierto de brea y briznas de paja que se reparten estratégicamente entre el vello de sus pectorales (película rodada antes de los noventa) o por sus pectorales depilados (película rodada después de los noventa). ¿Triunfará el amor? Esta es la pregunta básica de toda buena película de tacitas. Esa y «¿qué vestido le queda mejor a la protagonista?».
4. ¿Es el cine de tacitas «cine para mujeres»?
Buena pregunta, aunque controvertida. Lo cierto es que el cine de tacitas está protagonizado casi invariablemente por personajes femeninos, lo cual podría conducirnos a deducir que se concibe ya desde un inicio buscando la complicidad de las espectadoras. Pero no quisiera ser acusado de arbitrariedad sexual a la hora de intentar señalar cuál es el target de este amplio género cinematográfico, así que propongo una evaluación objetiva basada en el método científico. Primero, creamos dos grupos experimentales con sujetos que no se conocen de nada entre sí:
—Grupo M, compuesto por cinco sujetos experimentales de sexo masculino. Estarán provistos de un sofá, una pantalla de TV, un reproductor de DVD, palomitas, cerveza y cigarrillos.
—Grupo F, compuesto por cinco sujetos experimentales de sexo femenino. Estarán provistas de un sofá, una pantalla de TV, un reproductor de DVD, palomitas, cerveza y cigarrillos.
Ambos grupos experimentales estarán separados entre sí y completamente incomunicados; ninguno tendrá acceso a teléfono móvil, Internet, revistas, libros, discos ni demás accesorios lúdicos. Sobre una mesa dejaremos un par de cartuchos de DVD (el mismo par para ambos grupos). Uno de los cartuchos contendrá la película Rambo y el otro contendrá la película Sentido y sensibilidad. A continuación observaremos los procesos de toma de decisiones que tienen lugar dentro de cada grupo y anotaremos la elección final de la película que deciden ponerse a ver de manera conjunta. Repetiremos este experimento variando los pares de películas (Rambo vs. La duquesa, o también Dos tontos muy tontos vs. Atonement). Finalmente, como resultado de nuestro experimento es posible que observemos cierta correlación significativa entre el grupo experimental femenino y una mayor preferencia por el cine de tacitas frente al cine descerebrado para gañanes. Mientras que en el grupo experimental masculino… en fin.
5. ¿Qué lenguaje cinematográfico usa el cine de tacitas?
El lenguaje cinematográfico básico del cine de tacitas es la mirada lánguida.
Los diálogos, las acciones de los personajes y los demás componentes de la expresión cinematográfica se supeditan a un solo resorte narrativo relevante: la caída de ojos que «está queriendo decir cosas».
6. ¿Cuáles son las enseñanzas éticas, filosóficas y morales del cine de tacitas?
—Lección Uno: Resulta altamente recomendable no casarse por conveniencia, sino por amor, pero esperando a que el guapo jardinero/mozo de cuadra reciba una inesperada herencia o prospere socialmente gracias a su hasta hoy oculto talento literario/pictórico/diplomático/financiero. Una canita al aire en la biblioteca —o si hablamos de películas más atrevidas, en las cuadras— está bien, pero ni se le ocurra a usted señorita casarse con un desocupao (lo admito: no he descansado hasta no encontrar la excusa para citar a Ramoncín).
—Lección Dos: Los mayordomos también son personas.
—Lección Tres: Las interacciones sociales entre proletarios, las cuales tienen lugar habitualmente en el interior de la cocina, no nos afectan directamente, pero sí pueden afectar a la calidad, puntualidad y consistencia del desayuno que se nos sirve. Así que hay que echar un vistazo de vez en cuando para comprobar qué están haciendo. A poder ser, que el vistazo ocurra con una periodicidad inferior a los nueve meses, ya que el proletariado tiene una imparable tendencia a reproducirse en las alacenas, bajo los manteles y en cualquier rincón sombreado y fresquito.
7. ¿Es el cine de tacitas «cine de derechas»?
No. El cine de tacitas es cine progresista. O mejor dicho, se desarrolla en torno a argumentos y moralejas que eran de lo más progresista en 1815. Pero no debería equivocarnos ese concepto de que los ricos son intrínsecamente mejores personas; esto no es un sesgo político del cine de tacitas, ¡esto es una verdad incontestable!
8. ¿Existen distintos tipos de cine de tacitas?
Desde luego. Podríamos enumerarlos de este modo:
—Cine de tacitas hollywoodiense: La gente llora mucho y discute en voz alta. Aparecen esclavos negros como alivio cómico (antes de los años 50) y/o piedra de toque moral (después de los años 50).
—Cine de tacitas británico: La gente no llora pero se pasea con expresión de padecer acidez de estómago. A veces creemos deducir que discuten, pero nunca estamos seguros… a no ser, claro, que alguien levante una ceja.
—Cine de tacitas chino: Todo el mundo está increíblemente deprimido y apenas hablan.
—Cine de tacitas japonés: Todo el mundo está increíblemente deprimido, apenas hablan y, cuando uno ya estaba cogiendo el sueñecito en el sofá… de repente los personajes se ponen a gritar como descosidos.
—Cine de tacitas español: Similar al hollywoodiense, aunque en vez de esclavos aparecen tipos bajitos y cejijuntos, y el protagonista es Vicente Parra. Rodado en los años 50.
—Cine de tacitas mexicano: Similar al español y también rodado en los años 50, pero el protagonista, inexplicablemente, no es Vicente Parra.
—Cine de tacitas escandinavo: No existe como tal, porque en el cine nórdico todo el mundo es pobre y bebe sopa en vez de té; véase pues el epígrafe Cine de Cuencos de Sopa.
—Cine de tacitas ruso: Como el cine de cuencos nórdico, pero con 45 minutos más de metraje.
—Cine de tacitas italiano: Los italianos son incapaces de rodar cine de tacitas porque a los cinco minutos de metraje la protagonista ya andaría por ahí correteando en pelotas.
—Cine de tacitas alemán: Se llama Sissí emperatriz y en realidad está filmado en Austria, pero como bien nos demuestra la experiencia, a los alemanes les importa poco la diferencia.
—Cine de tacitas polaco: Los alemanes se llevaron todas las tacitas.
9. Hola, soy un lector habitual de Mondo Sonoro y me gustaría saber si el cine de tacitas es «hipster» o «demasiado mainstream».
Hola. Pues no sabría muy bien qué responder a su pregunta, pero creo que debería concederle una oportunidad a este tipo de cine; a fin de cuentas ya está usted escuchando música de tacitas.
10. ¿Debe tener el cine de tacitas un final feliz?
No necesariamente. No estamos hablando de películas de Disney precisamente. El cine de tacitas muestra duras realidades sociales de la manera más cruda: esas miradas de soslayo en el saludo del embajador, ese comentario levemente hiriente durante el vals de la tarde, esa insensible cocinera que se queda preñada e insiste egoístamente en ponerse a parir justo cuando íbamos a organizar una recepción para la condesa… pequeñas tragedias cotidianas; la vida tal y como es, sin edulcorantes. Prepárese para lo peor.
11. Hola, soy varón, oficial de segunda de ferralla y juego en un equipo de rugby, pero me gusta mucho el cine de tacitas. ¿Debería avergonzarme por ello?
En absoluto. En este tipo de cine, como en todos los demás, hay películas con valores cinematográficos intrínsecos que pueden satisfacer a cualquier espectador, sin limitaciones de sexo, edad, condición o de si es usted zaguero o ala.
Eso sí, probablemente se verá usted condenado a llevar una doble vida; no sé si es recomendable que sus compañeros de equipo encuentren en su mochila la edición especial «Director’s cut» de Atonement, sobre todo teniendo en cuenta que algo más tarde se los va a topar en la melée.
12. Hola, soy mujer, pero no soporto el cine de tacitas. ¿Soy rara? ¿Debería preocuparme?
No, no es usted rara. El que sea un tipo de cine habitualmente orientado para el público femenino no significa que le haya de gustar a todas las mujeres. De hecho, muchas féminas encuentran este tipo de cine soporífero y superficial. El problema de las generalizaciones es este; caemos en el cliché y olvidamos el importante factor de la variabilidad individual. El reduccionismo resulta tentador pero debemos evitarlo a cualquier precio, o empezaríamos a juzgar a la gente por sus gustos, lo cual es una actitud arbitraria e injusta.
Eso sí, si disfruta usted con El diario de Bridget Jones, probablemente tenga usted que replantearse su futuro. Sin acritud se lo digo.
13. ¿Podemos incluir Cincuenta sombras de Grey en el mundo de las tacitas?
Pues la verdad es que no he leído el libro, pero… probablemente.
14. ¿Cuáles son los títulos más recomendables del cine de tacitas?
Depende, ¿qué talla de vestido usa usted?
15. Una reflexión final sobre el cine de tacitas.
Vivimos en un mundo repleto de horrores. Gente que combina chándal con zapatos; gente que se aglomera paseando por mercadillos y rozándose unos con otros mientras compra ropa barata de dudosa procedencia; gente que hace sushi con mejillones; rockeros melenudos; programas de televisión de famosos que se lanzan a una piscina con bañadores de faralaes y que atraen más espectadores que las fotografías del Mars Rover Curiosity… resulta evidente que se necesita un cambio. Estilo, esa es la palabra. El pueblo debe ser reeducado, la nación debe centrar sus esfuerzos en eliminar la chabacanería y vulgaridad de nuestras calles, plazas y jardines. El ciudadano medio debe conseguir comportarse en sociedad sin que parezca haber recibido la crianza en una manada de bonobos; ¿qué futuro pretendemos para nuestra civilización si la elegancia y la distinción no se convierten en los faros que guían nuestra existencia? El cine de tacitas puede enseñarnos el camino; observando a gente más esbelta, más guapa, más elegante —y esencialmente mejor— que nosotros, podremos aprehender la esencia de lo excelente. Así, paso a paso, iremos encaminando España hacia un futuro en el que podamos alzarnos con orgullo ante el mundo y decir: ahora, sí, ahora por fin hemos dejado atrás la era de la boina. Yes, we can.
Se llama cine de época.
Grandioso!
Dios, qué risa. Me acabo de acordar que hay un clásico del cine de tacitas que firma Scorsese que rompe un poco la regla: el protagonista está casado, su mujer es bella y adorable y él (guapérrimo sin bigotito, inteligente y buena persona) va y se enamora de un caniche. Es inexplicable. Tampoco sale Keyra Knightley (todo un alivio).
En realidad, el caniche es Keyra Knightley, solo que sin maquillar.
¡BIEEEN! Los estudiantes de cine ya tienen una nueva página que añadir a la historiografía cinematográfica. El artículo es revelador, necesario y bien fundamentado. Su método científico, incontestable. Aunque me queda una pequeña duda, si Tolstoi inventó prácticamente el género… ¿cómo no va a existir el cine ruso de tacitas como tal?
Digamos que el cine de tacitas ruso sufrió un inconveniente descalabro a causa de aquella insignificante y chispeante algarada que convenimos en llamar la Revolución Rusa.
Después, sucedió lo inevitable: cuando fueron los proletarios quienes se pusieron a hacer cine… ni una sola tacita, oiga. Eso sí, acorazados Potemkines, todos los que usted quiera.
Una lástima.
Sin conocer el vastísimo cine ruso en profundidad creo que merecen un apartado propio dentro del cine de tacitas, con mención especial a «Pieza inacabada para el piano mecánico», todo un referente. Otra cuestión interesante a tratar podría ser, ¿qué significado simbólico tiene el peinarse en el cine ruso? Gracias por esta reivindicación del cine de tacitas!
Por favor, difundamos este artículo para que esta categoría de cine sea reconocida oficialmente, es lo más justo.
Por cierto, al autor: algún día me gustaría tener una prosa tan genial como la que tiene este texto.
Los sueters de Julia Roberts guardan una proporción 1:1 con su boca.
Buenísimo artículo.
muy original, otra vuelta de tuerca (sorry, James) al «cine de género», ahora le han crecido las «tacitas». En diminutivo queda más mono. Como deja caer subliminalmente López-Neyra (Miguel ¿masculino?) este tipo de cine está dirigido a mujeres, por eso mejor el diminutivo, no ha puesto de «tontitas» porque queda mal y no es políticamente correcto. Por supuesto, si eres hombre y te gusta este tipo de cine, cuídate, porque se te verá el plumero o el plumífero. Alucinante, como decía la gran Corín Tellado en 2001, «a mí me han leído más los hombres que las mujeres», pero para los críticos escribía solo para «tontitas». Pues nada, sólo agradecer esta nueva propuesta para la RAE y dada la mayoría «de tontitas/tacitas» que la componen, soy optimista en que no tarden en adoptarla. Ah qué son 5 de 46… esas tacitas..
Reivindicas a Corín Tellado pero se te olvida mencionar a Ana Rosa Quintana como gran pensadora del siglo XXI. Muy mal, mm.
Pero sí, estoy de acuerdo en que si algo gusta mayoritariamente/exclusivamente a mujeres, entonces debe quedar al margen de cualquier crítica ¡Qué se habrán creído!
También me ha gustado eso de atribuir al autor un término que no ha empleado y entonces indignarte por el uso de ese término.
Y tú que cine ves?, no me lo digas…cine de tontitos? a que he acertado
¡Pepe Rubio castración!
Lamento mucho que no le haya gustado el artículo, y permita que le dedique —en rigurosa exclusiva para Jot Down— mi primer «emoticono»:
:(
Pero hay algo que ha dicho usted y que me tiene confundido: ¿de verdad fue Corín Tellado quien escribió «2001»? ¿Significa eso que la computadora se rebelaba porque estaba enamorada del astronauta y que los monos querían abrir el monolito pensando que era una caja repleta de complementos de Zara?
Hasta ahora, Jot Down era mi revista cultural de referencia; sin embargo me siento profundamente decepcionado con este artículo: ¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE HAYA COMETIDO EL INEXCUSABLE OLVIDO DEL CINE DE TACITAS INDIO?!
Es el paroxismo del tacitismo extremo. Veamos:
-Por un lado cumple a rajatabla el extricto guión tacitista de «dama de alta sociedad obligada a casarse con un cabrón rico (y con bigote) se enamora de un pobre pero honrado (con aún más bigote)
-Por otro, la exaltación dramática está más fuera de categoría que el Tourmalet y el Hautacam. Fíjese en esa intensa mirada empapada en Rimmel® que cruza la protagonista con el galán de turno, no menos cubierto de dicho producto cosmético.
-Y para finalizar, el tacitismo indio (o hindú) incluye un número no inferior a 10 formidables números musicales intercalados en la trama de manera abrupta e inopinada, para descargo emocional del respetable, lo cual es maravilloso.
En definitiva, que habéis perdido un lector. Y también una tacita.
Pedro, eso es el subgénero: «Tacitas y Bigotes. El musical”. Luego hay más o menos colores chillones saliendo de la pantalla. Y brilli brilli. Pero como amante incondicional del cine de tacitas reivindico la pureza de estilo: British y sin la Knightley. Pero a ser posible con Fassbender y/o Daniel Day Lewis.
Yo es que siempre estoy abierto a la experimentación.
Fíjate que había olvidado el ajuar, el vestuario y el brilli brilli. X-treme Tacitism!
Colega Torrijos, dele usted la razón a la señorita dgpstor: por mucho que lo intente, nadie —ni siquiera Keira Knightley— será capaz de sostener con dignidad una tacita mientras bailotea al son de Camela en versión psicodélica.
¿Quién está hablando de dignidad?
Todo lo hecho para mujeres suele ser superficial, pedante, materialista y sumamente patético, como los anuncios de Ausonia.
Pedro Torrijos, tú no eres tacita, las tacitas somos nosotras, no te confundas, indiecitas o selenititas, pero sobre todo «señoritas» y tontitas… si el guión está basado en un Booker Prize da igual, sigue siendo tan patetitico como nosotras, qué verbito el de Miguel, qué ingeniecito, qué prosita, qué Pepita, perdón paquita, uy tacita :)
Pobre ¿Te sientes agraviada verdad? Me pregunto a quienes abarca ese «nosotras» que usas como portavoz seguramente elegida por unanimidad ¿El de las aristócratas que toman su tacita de té estirando el dedo meñique?
Va, va, ya pasó ;)
sí, ya pasó, ya pasó, gracias papá!!
Que bueno Miguel. He leído el artículo esbozando una tenue sonrisa mientras mis párpados luchaban por realizar una caída digna del jurado principal del «XXI Certámen Emma Thompson de cine de tácitas». El leve sonrojo causado por la presencia de mi hija en las inmediaciones, -pues este observa en mí cierta rudeza masculina que para ella resulta acogedora por la seguridad que le aporta-, hace que contenga mis emociones y soporte el emotivo llanto con entereza. Me tomaré el café en vaso de cristal, no quiero resultarle sospechoso.
De verdad que muy bueno y necesario. Eso sí, voy a tener que ver Rambo de nuevo para desintoxicarme.
Quizá debería usted sincerarse con su hija (si ella es lo bastante mayor ya como para hacer frente al pequeño trauma) y decirle que le gusta a usted el cine de tacitas. Desconozco cuál podrá ser la reacción de su pequeña, pero tenga que en cuenta que en futuras navidades y cumpleaños le exigirá vestidos largos como regalo, diciendo algo así como «elígelo tú, papá, que entiendes más de esto».
Y los vestidos resultan más caros que los peluches, se lo advierto
Hay otra característica del género que creo que ha pasado por alto. No es en todas pero sí en muchas: La voz en off que nos relata la historia, parsimoniosa, solemne, lánguida…, con cierta ronquera aguardientosa pero sin caer el chavelavarguismo. Bueno, y también en el uso de un lenguaje al uso, con el común empleo de términos como trémulo, el abuso del condicional, de los adverbios de modo…. Por cierto ¿El Piano es cine de tacitas selvático y un poco macarra?
Bueno, es una historia de cuernos y venganza en un entorno muy rústico y salvaje.La protagonista viene del mundo «tacitesco» por excelencia, que es Gran Bretaña,y no encaja en el ambiente.Su marido es un tipo cutre y su amantes cumple con las características que tan brillantemente señala el señor Neyra en su divertido artículo.Claro que el final es agridulce, la pobre debe utilizar un dedo mecánico para reemplazar al que su celoso y brutal cónyuge le corto, pero dudo que le sirva para sostener elegantemente una tácita de porcelana de Wedgewood.
Yo: Me he descojonado leyéndolo.
Mi chica: Está un poco indignada porque le gusta el cine de tacitas, está empeñada en que Expiación NO es cine de tacitas.
Pregúntele de mi parte cómo calificaría «Expiación» y cómo explicaría que no siendo cine de tacitas, el film esté protagonizado por un vestido verde.
Según su artículo, Expiación falla en algunos puntos a ser considerado cine de tacitas, por citar algunos ejemplos, en Expiación sí que lloran, transpiran, el personaje principal en algunas escenas se muestra «guarreao», hay escenas de guerra, etc.
Tampoco es la típica película de chica blanca adinerada que se debate entre una vida diseñada al lado de un hombre adinerado que no quiere o la pasión con un joven working class pero más guapo, yo creo que ese no es el tema central de la película ni mucho menos, pero será porque a lo mejor le presté atención y no me quedé en el color del papel de las paredes de la casa.
Estimado Sr. López-Neyra,
Después de leer su artículo (bien escrito y fundamentado, como ya han dicho más arriba), me han venido a la cabeza las siguientes preguntas y reflexiones:
1. Soy una gran aficionada al cine de tacitas, pero odio a Keyra Knightley. ¿Es eso posible?
2. ¿Cómo puedo conjugar mi amor por los ajuares aristocráticos con mi gran afición por el heavy metal? Desearía que mi look mostrara ambas facetas…
3. ¿Sería un anacronismo ambientar un film tacitesco en el s. XXI? (Sustituyendo las mansiones en la campiña, preferiblemente inglesa, por pisazos en Serrano). ¿Cómo los llamaría entonces? ¿Serían más aptas para el público no iniciado?
4. ¿Por qué escribe «Atonement» en lugar de «Expiación» si habla de «Sentido y sensibilidad y «La duquesa»?
Por último, querría destacar que en muchas producciones el musculoso proletario no aparece, y que todo queda entre gente de buena cuna (como debe ser), al enamorarse la protagonista de un muchacho elegante y distinguido que se convierte en rival del pretendiente oficial.
Muchas gracias por su atención y una reverencia
Qué preguntas tan difíciles hace usted.
1. Es posible, como amar el cine de pre-tacitas y detestar (con razón) a Stewart Granger. Pero, ¿qué es exactamente lo que no le gusta a usted de la señorita Knightley?
2. Bueno, la respuesta a esta pregunta sí es fácil: camisa de flecos y casacas con chorreras. Si Gary Moore e Yngwie Malmsteen pudieron, usted también puede. No olvide soltar de vez en cuando la frase «¡Dreyfuss era culpable!»
3. El cine de tacitas ambientado en el siglo XXI se llama «Código 46» y créame, usted no quiere ver eso.
4. Estaba intentando adoptar pose de moderno, pero mucho me temo que no ha resultado convincente. Eso, y que «Atonement» suena similar a «Atontament»… y reconozco que en la intimidad de mi hogar me hacen mucha gracia estas chorradas. Lo sé, es triste. Lo sé, necesito una vida. Lo sé, necesito una novia.
En cuanto a la ausencia de musculoso proletario en algunas películas, sí, es una de tantas variaciones posibles. En general, cuanto más antiguo el film, menos secuencias de pectorales. Ciertamente hubiese resultado chocante ver a Victor Mature en «La heredera», que se hubiese parecido mucho más a «Gorilas en la niebla».
Para concluir tan agradable intercambio de pareceres, decirle que con todo el polvo de arroz que lleva usted encima se podría preparar sémola como para alimentar a toda una aldea somalí.
…a sus pies.
A mí Stewart Granger siempre me pareció Manolo Escobar estirado con cierta violencia.
Yo siempre las he denominado pelis de campiña inglesa.
Cojonudo, me he partido de risa.
Por cierto, veo que nadie cita «Té con Mussolini». No la he visto -ni pienso- pero mi madre que es tacitóloga de grado 33 siempre me la recomienda.
Ya es oficial: se ha rizado el rizo con Anna Karenina. Hay una secuencia de la Knightley en deshabillé de armazón de cancán y en el culmen de su idioticia se la pega a Jude Law –pese a los intentos por afearle con calva todos sabemos que eso es imposible- se la pega digo, con una muñeca Famosa. Inexplicable. No obstante, recomiendo la peli.
Se le ha olvidado comentar que la mayoría de películas que usted menciona en este graciosísimo artículo que tantas cosas aporta están basadas en obras literarias de reconocida calidad -Anna Karenina u Orgullo y Prejuicio, por ejemplo- y que, además, en muchas ocasiones fueron escritas en la misma época en la que se sitúa la acción o en una muy cercana a ésta.
Por supuesto, es muy sencillo ridiculizar una obra de Jane Austen o de Charlotte Bronte (por decir dos) en el contexto de hoy en día, pero en su momento fueron rompedoras. Las películas se limitan a reproducir las novelas.
Sinceramente, esperaba bastante más de Jot Down.
PD: y para que se queden todos tranquilos, visto que es lo que debo hacer tras leer este artículo, añadiré que son ustedes todos muy vulgares, que la visión de un chándal me aterra y que voy a seguir horneando mis cupcakes. Así les doy la razón ya del todo y les redondeo el tópico, que les ha quedado ideal :)
Lo ridículo suele ser la adaptación cinematográfica, que suele centrarse en lo estético y superficial y plasmar malamente (cuando lo plasman) el verdadero meollo del libro.
Vea que se habla de «cine de tacitas» y no de «literatura de tacitas», porque aunque en Crimen y Castigo beban té por hectolitros, el intríngulis del libro es otra cosa.
Tacatá
Cine de tacitas…genial
Son los típicos temas etílicos que en su momento te parecen lo más, pero al día siguiente no eres capaz de poner en pie. Enhorabuena por el artículo, me has hecho pasar un rato muy divertido ;)
También podemos hablar de las series de tacitas.
Y si sale Maggie Smith ni te cuento
Retorno a Brideshead, entre otras series británicas.
Retorno a Brideshead son palabras mayores, señor mío. No es serie de tacitas, sino de Casa, Jardín y Fuente.
El concepto tiene gracia, pero no tanta como para amasarlo durante cientos y cientos de palabras, todas encantadísimas de escucharse.
Para tacitas, las del Sombrero loco. Además, ¿no era cine de tazas (descascarilladas) el de la Guerra Civil estilo Jaime Camino como ya lo calificaron algunos palmeros de Garci?
Ay, qué pena que no esté el cine Tívoli o similares en Madrid para que las viejecillas vean este subgénero con alcanforado.
¡Cincuenta sombras de grey definitivamente no es de tacitas, por dios! Es un libro barato de poquísimo valor literario. Cuando pienso en tacitas pienso en Jane Eyre escapando del Señor Rochester, o en Becky Sharp encantando a la sociedad victoriana. Si lo que quieren ver es azotes y gente loca, pues tienen ‘Un Método Peligroso’, en la que podemos ver a Keira Knightley usando vestidos vaporosos, paseando por el jardín y como excepción a la regla, bañandose en el fango como muestra de su locura.
El adjetivo «tacitesco» es oro puro.
Qué alegría da leer cosas con tanto cachondeo, y qué certero que esté aquí.
Genial. enhorabuena por el artículo. Da gusto leer cosas así.
Discrepo en un detalle. En el cine japonés de tacitas — Ozu a la cabeza — los personajes nunca gritan, solo se limitan a sacrificarse por el bien de la familia con una media sonrisa de satisfacción por el deber cumplido. Y después se toman un té, acuclillados en el suelo. En tacita (sin asa) por supuesto.
Jajajajaja es muy bueno pero me deja con muuuchas dudas:
Titanic entraría en el género Tacitas?
El cine de tacitas argentino no entra porque no toman el mate en tacitas? Hombre! debías incluirlo!
Y me sumo al reclamo del hindú! Si ya tenemos a la Keira Knightley india! Lo que Aishwarya Rai en vez de sostener la tacita, baila!
Jenny, creo que «Titanic» entra en Desperfectos Naturales.
He empezado a ver ‘Picnic at Hanging Rock’ de Peter Weir, y enseguida me he dado cuenta de que todo olia a que era ‘cine de tacitas’.
Cuando antes del minuto 13 ya ha aparecido la primera tacita, no he podido evitar descojonarme. ¡Gran artículo!
fantástico, me he reido un buen rato. Enhorabuena por el artículo.
Pingback: Me gusta el cine de tacitas (sin complejos) | A few of my favourite things
Buenos días SR López-Neyra,
no he podido evitar reparar en este estupendo artículo, pues he de confesar que soy adicta a este bien catalogado por usted como «cine de tacitas».
Secundo su indiganción hacia la carencia de esta clasificación en los disccinarios fílmicos.
Fijesé que cosa tan curiosa que me atraen esas épocas en que el amor estaba encorsetado bajo los prejuicios sociales, en que habia hombres que eran perfectos caballeros, y que sólo con una mirada, con un roce en un baile, caían rendidos a los encantos de las damas.
Solo quisiera hacerle unas precisiones- si no le parece impertinente:
-Si existe en «cine de tacitas» nórdico; recientemente la mágnifica película «Un asunto real «, con el morbosisimo Mads Mikelsen y una bella señorita nordiquísima.
-Discrepo de su lección tres, y para muestra la espléndida peli «Gosford park», donde se cocía todo era en la cocina, y no me refiero sólo a la comida.
– Y en relación al proletario posible protagonista, permitamé confesarle que a mi me impresionó, siendo adolescente, la versión fílmica de «El amante de Lady Chatterley»; eso si era un claro ejemplo de carnalidad proletaria. Y recientemente, el magnetismo que para mi desprende Mr James MacCoy, en «Expiación» ( por esos ojos perdía yo el «sentio»).
Un placer leer su artículo, y le seguiré la pista.
En mi casa esto se llama «Cine de manteles».
¿Como podré agradecerle este artículo? Supremo, caballero. Aficionada al género, sin rubor lo reclamo y digo que sus mejores representantes son «El gatopardo» y «El mensajero». De ahora, mas o menos, ví hace poco la de Keats, de Jane Campion. Buenísima por lo literario, que duda cabe, aunque yo a esa le daría un «De tacitas y trajes». Todas las llevadas al cine de Austen me resultan soporíferas, aunque sean de tacitas. Gracias, adopto la clasificación.
Si bien el articulo me ha resultado bastante gracioso, no comparto la opinión.
La mayoría de las películas que entrarían en el género de Cine Tacita, están basadas en grandes obras literarias.
Además de que los vestuarios y la estética de las películas, están basadas en las modas de la época, que eran de una elegancia demasiado opulenta. Así vivían en ese entonces la clase alta.
Al fin y al cabo, escojo mil veces pasarme una tarde tirada viendo los dramas de época, historias de amor/desamor o «cine de tacitas», que ver 15 minutos de bombas, destrucción, muerte, tiros, y un grandote que increíblemente nunca muere.
Saludos!
Pingback: Cómo batirse en duelo y salir airoso
Pingback: Cómo batirse en duelo y salir airoso | Mediavelada
¿Todavía nadie ha nombrado Downton Abbey? Cine de tacitas en estado puro en formato serie. Si, ya se que no ha salido la Knightley todavía pero dadle tiempo.
Se que llego muy tarde para felicitar al autor pues me ha hecho pasar un rato muy divertido. No soy muy dado a ver cine de tacitas, un poco por orgullo y otro poco por prejuicio.
No obstante, reconociendo los valores cinematográficos de Rambo, un hombre como yo, con mucho pelo en el pecho se siente irremediablemente atraído también por el cine de tacitas. Porque como usted dice, más allá del género y del contenido, que en ocasiones perturba la hombría de cualquier macho español, en muchos casos son películas muy bien hechas y con unos valores cinematográficos incuestionables. Como en todo, hay películas más inspiradas que otras, dentro de los tópicos clásicos del género. Pero no podemos dudar, pese a que seamos hombres, de la calidad de ciertas producciones de tacitas. Y hablo de una británica con Keyra Knightley por ejemplo, basada en el libro de la que parten el resto de películas de tacitas.
Pingback: ¿Cuál es el mejor director de cine actual?
Pingback: ¿Cuál es la mejor película deportiva de la historia? | MANHAS & MANHÃS
Aleccionador…
Yo esto de «cine de tacitas» lo he leído ya, hará unos dos años, y juraría que no en «Jot Down».
Pregunto: ¿es un refrito, o mejor dicho, un «aggiornamento», que es el italianismo que se emplea en estos casos para quedar cursi?
Estaba bien la primera vez, pero vamos, que tampoco es como para volvérselo a leer de nuevo, si no aporta nada a esa primera versión que, insisto, juraría haber leído en otra parte.
Gracias por la eventual respuesta.
En el punto 4 no deberías proponer 2 grupos experimentales. Simple y llanamente prueba a hacer el mismo ejercicio de elección entre películas de manera individual. Veríamos si el mayor índice de preferencia por el cine de tacitas se da en las mujeres jaja. Muy de acuerdo en que se le reconozca un lugar a dicho tipo de cine, tan y tan usado en esos momentos de soledad frente a la pantalla que acompañamos con cerveza, cigarrillos y palomitas, mujeres y.. aún más hombres!
Pues francamente, con tacitas o sin ellas, «Orgullo y Prejuicio» es una preciosidad de película. Y los planos secuencias de Joe Wright auténticas obras maestras.
Venga ya podemos seguir riéndonos todos del cine «moñas»…
Es «escusado», no «excusado».
Pingback: ¿Cuál es la mejor película deportiva de la historia?
Lo mejor del cine de tacitas es el galanteo y la pasión contenida, las miradas y los silencios, lo que se dice y lo que se insinúa. Osea todo lo contrario al » ola ke ase? follamos o ke ase?»
Pues desde hace unos meses Filmin tiene una categoría en su catálogo que se llama «Pastas y té». No sé si se habrán inspirado en este artículo, pero casi todas las pelis encajan en la descripción de «cine de tacitas».
Me ha parecido divertido. Y no veo ridiculización de ninguna obra literaria (¡grandes!) en las que se basan o recrean. Por otra parte está clarisima la estética tacitesca del siglo XXI. Buscad Steampunk y sus duelos de té. ?
Me declaro fan absoluta del cine de tacitas, con sus caídas de ojo y su languidez, su aburrimiento sobre la chaiselonge, sus samovares y sus alfileres de sombrero. Por suerte, gracias además a la existencia de las «series de tacitas» podemos estirar la loza largo y tendido. Ahora, me acaece una duda mayúscula:
A pesar de la ausencia de romance de caballeriza/cochera y otros elementos claves del tacitismo, podríamos considerar «El Discurso del Rey» cine de tacitas?
Pingback: Películas para 2016 | cosasquehagomientrasrenderizo
Pingback: El regreso de Las chicas Gilmore | and ne forhtedon na
Han pasado 5 años desde este escrito y… aún sigo partiéndome de risa. La realidad del cine ha ayudado mucho…
Absolutamente de acuerdo, Reverendo, aún 5 años después, se me sigue derramando el té sobre la alfombra persa de mi residencia de invierno y eso cada vez que leo el artículo…no puedo reprimir unas risitas
Pingback: ¿Cuál es el mejor biopic sobre escritores? – El Sol Revista de Prensa
¡Gracias!
Pingback: Me gusta el cine de tacitas (sin complejos) « A few of my favourite things
Pingback: Bridgerton: tacitas en la ucronía (1) - Multiplode6.com
Pingback: Bridgerton: tacitas en la ucronía (y 2) - Multiplode6.com