Me he mudado a Mordor. Y tengo un ataque de gris. Parece que aquí sucede con frecuencia. Sobre todo si tienes sangre mediterránea. Van pasando los días y la nube se va apoderando de tu estado de ánimo. Mordor es el nombre cariñoso con el que he bautizado Londres. Llegué en octubre, quizás si hubiera aterrizado en abril, con esa explosión de primavera que vaticinan los cuadros pintados por David Hockney, le habría puesto otro nombre.
Pero es probable que el problema no sea Londres sino Nueva York. Viví allí durante 13 años y es imposible evitar las comparaciones. En el imaginario popular de los occidentales son dos de las ciudades más fascinantes del mundo. En el mío Nueva York fascina mucho más que Londres, aunque sé que es imposible ser justa habiendo pasado tanto tiempo en una ciudad y tan poco en otra. Claro que si queremos ser realmente objetivos habría que preguntárselo a los millones de inmigrantes que hacen trabajos sucios en ambas ciudades y jamás llegan a pisar el MoMA, o la Tate, a duras penas consiguen un día libre para darse un paseo por las orillas de sus ríos o peor aún, no se lo llegan a dar porque el transporte público es tan caro que mejor se lo ahorran para enviar el dinero a sus respectivos países.
No puedo decir que yo sea uno de esos inmigrantes. Escribo desde el privilegio de ser una inmigrante por voluntad y no por necesidad, aunque eso no significa que cambiar de país sea fácil. Es la tercera vez que lo hago.
Cuando tenía 19 años pasé en Londres cinco meses. Servía cafés en un chiringuito grasiento de Oxford Street, cobraba una miseria, me dejaba maltratar por una inglesa antipática y cuando por fin se cerraba el local, solo quería beber y olvidar, así que me iba al pub, esa institución tan británica como la monarquía, con la que comparte el mismo aroma a moqueta sudada. No negaré que pese a todo ello fui feliz: era la primera vez que vivía sola y la experiencia de ser independiente supera cualquier circunstancia adversa. Ni me enteré de que apenas salía el sol: solo tenía ojos para una ciudad llena de razas que nunca había visto en una España entonces aún aburridamente homogénea. Era sorprendente ver a gente vestida de muchos modos, incluidas abuelas con aire postpunk y pelos de colores, no como esas señoras que aún se dejan ver por Madrid, salidas de la misma peluquería mari-puri, con la misma permanente, el mismo tinte de pelo, el mismo abrigo marrón, la misma caspa. ¡La gente de mi edad vivía sola! A nadie se le ocurría quedarse con sus padres hasta los 30, como hicieron muchos de mi generación en España. Todos estudiaban y trabajaban. Era lo normal. En España, la excepción.
Nunca saboreé las delicias de los restaurantes indios porque el placer por la gastronomía no se suele descubrir hasta la treintena, cuando por fin te lo puedes pagar. Las fish and chips bastaban para sobrevivir. Sí podía entrar en museos y galerías de arte, porque era gratis, pero era obligatorio hacer cuentas: el tube ya entonces era desproporcionadamente caro gracias a la señora Margaret Thatcher, así que cada vez que te movías de un barrio a otro de la ciudad tenías que valorar muy bien si tu economía podría afrontarlo. De noche íbamos a rave-parties en sitios innombrables, por lo general fábricas abandonadas y okupadas que viniendo de España parecían de ciencia ficción. La música, habiendo crecido con el escueto catalogo español de los 80 y sin Youtube, me parecía un regalo de los dioses y no me cansaba de bailarla y saborearla. Eso sí, regresar a casa tras las fiestas era una pesadilla que solía incluir una media de dos horas de autobús. Con 19 años no te puedes permitir el lujo de pagar un taxi en Londres.
Lo malo es que ahora, con 39, tampoco. Los precios de esta ciudad se han disparado hasta tal punto que la clase media, o sea yo y casi todos los demás, solo puede aspirar a una vida llena de limitaciones. Pienso en los miles de españoles que veo a mi alrededor estos días en Londres, que ya no vienen con 19 años y la cabeza hecha un lío como hice yo la primera vez, si no con 25 o 28, con las carreras terminadas y objetivos laborales concretos, pero que se ven obligados a hacer lo mismo que yo entonces, servir cafés y contar los peniques para llegar a fin de mes, entre otras cosas porque como a mi generación nadie se preocupó en España de enseñarles inglés, así que difícilmente pueden aspirar a otro trabajo. En mi caso la experiencia londinense me valió para saber que si no me peleaba por lo que me gustaba, el periodismo, sería infeliz poniendo cafés el resto de mi vida. Londres fue una lección de vida. Pero entonces los jóvenes españoles aún teníamos la opción de soñar en colores. A los de hoy les ha tocado volver a soñar en blanco y negro.
Cuando me fui a Nueva York, con la carrera ya terminada, un poco más de inglés en el cerebro y un par de años de trabajo como periodista bajo el brazo, me prometí que si tenía que volver a poner cafés mejor regresaba a mi país, no quería repetir la misma experiencia en suelo americano. Si la vida me obligaba a una profesión que no quería, mejor lo hacía cerca de casa, no a 6000 kilómetros. Entonces aún existía incluso esa posibilidad: servir cafés en España, algo que actualmente es una utopía.
Tuve suerte y pude trabajar como periodista freelance durante 13 años, con algún parón para dedicarme a otras pasiones como el cine. Pasiones que jamás habría explorado si me hubiera quedado en España. Y aquí comienza mi oración a Nueva York: esa ciudad que las películas de los 70 retrataron en toda su hostilidad pero que hoy te acoge con mucha más amabilidad que Londres. Es cierto que viniendo de España, un país donde la iniciativa personal siempre ha sido penalizada con el enjuiciamiento colectivo —por ejemplo, “¿pero tú qué haces haciendo cine si eres periodista?”— tanto Londres como Nueva York son dos locomotoras de proyectos donde gente de todas las edades hace apuestas diarias por sus sueños y quienes están a su alrededor siempre les animan con ellos. Jamás oirás a un londinense o a un neoyorquino hacer una broma pesada «a la española» respecto a un proyecto ajeno. Reinventarse es posible, necesario, incluso obligatorio. En eso, ambas ciudades son primas hermanas. Están cargadas de esa energía creadora y productiva que te lleva a atreverte a hacer, a osar. Aunque en Nueva York se respira en cada esquina, en cada encuentro, casi en cada persona, en Londres en cambio, está ahí pero es una energía más difusa, es más difícil atraparla porque la ciudad es mucho más dispersa y eso juega en su contra.
Londres está en Europa —aunque los británicos lo nieguen— y Nueva York es América. Y esa diferencia geográfica es mucho más que una distancia en el mapa. Son años luz respecto a muchas cosas. La burocracia inglesa, por ejemplo, es inequívocamente europea. Desde hacer un papeleo a conseguir que alguien te repare una bicicleta significa en Londres armarse de paciencia. Esperar y hacer cola para cualquier nimiedad, aunque la cola la formes tú y otro señor, es lo normal. La transacción más sencilla acaba con un «vuelva usted mañana» o con horas de espera inútil —no se les da bien hacer dos cosas a la vez— y si uno intenta forzar la cuerda solo se encontrará con el rostro agriado de un inglés molesto porque le llevas la contraria. Y pocas cosas hay tan desagradables como el aire de superioridad que un inglés está siempre dispuesto a enarbolar para tratar de hacerte sentir estúpido. Viniendo de Nueva York, donde cualquier tipo de espera produce sarpullidos en los neoyorquinos —»el tiempo es dinero» es un axioma que forma parte del ADN de esa ciudad— es difícil volver a adaptarse a la vieja Europa.
Pero no negaré sus ventajas: por ejemplo la sanidad aún es gratuita, mientras que en Nueva York necesitas demostrar que eres pobre de solemnidad para que el estado se haga cargo de tu gripe, o de tu cáncer. La clase media paga unos 500 dólares al mes por su seguro médico, y a menudo sus sueldos no llegan a los 2000 dólares. Un atraco que ahora Europa, absurdamente, se esfuerza en emular. Todavía es posible ser estudiante universitario sin pasarte los próximos 30 años de tu vida pagando la factura como en Estados Unidos, pero también aquí nos acercamos a eso, a la idea predemocrática de que solo quien tiene dinero puede acceder a la educación. No obstante, a Europa aún no ha llegado el concepto de loser, el perdedor, alguien que ni se ha forrado ni aspira a ello, el que se conforma con una vida tranquila en la que hay más baremos de medir que el éxito económico y la capacidad de consumo indiscriminado. El loser es un concepto estrictamente americano que en Londres no pesa como en Nueva York, quizás porque Europa aún conserva unos ideales sociales con unos mínimos humanitarios que en Estados Unidos han sido barridos por la dictadura del vil metal. Eso sí, cuando se habla de razas y etnias el dinero aparece con claridad en ambas ciudades funcionando como agregador social. Tu raza o tu religión, ya seas negro, indio, árabe, musulmán o asiático solo se mezclará con los blancos londinenses o neoyorquinos en la medida en que te lo permita tu cuenta corriente. Cuánto más abultada, más posibilidad de interactuación. El racismo es un hecho palpable, aunque oficialmente no exista.
De Londres me gusta que los carniceros y los pescaderos sean tipos rudos y tatuados con rostros salidos de una película de Ken Loach que manejan el cuchillo sin miedo, mientras que en Nueva York el acto banal de ir a comprar carne no es muy entretenido. Tampoco lo son sus mujeres. Las neoyorquinas son tristemente clónicas: el porcentaje de mechas rubias por cabeza es incontable, efecto colateral de esa aberración llamada Sexo en Nueva York que consiguió convencer a toda una generación de americanas blancas de que tenían que parecerse a Sarah Jessica Parker y aspirar a encontrar un marido con pasta que les pagara la peluquería. El Nueva York anterior a aquel hito de la HBO no era así. Las neoyorquinas presumían de originales, —pensad en Debbie Harry, o Patti Smith— como aún pueden hacerlo las inglesas, que nunca serán reconocidas por el buen gusto en el vestir pero al menos se atreven a experimentar con su pelo y con su look, y nunca te preguntarán, incluso antes que tu nombre, en qué trabajas, obsesión de los neoyorquinos, que ni siquiera en los momentos de absoluto relax son capaces de abandonar el networking. La otra cara de esa moneda es que en Nueva York hay tanta gente con talento que por un lado te puedes enamorar a diario de personas y proyectos, y por otro, ese talento también te obliga a dar siempre lo mejor de ti mismo. El reto es continuo. Y por eso está lleno de magníficos profesionales, aunque sé que en Londres tampoco escasean.
Admito que el café es mucho mejor en la ciudad del Támesis, aunque ese horror llamado Starbucks es parte del paisaje de ambas ciudades. Pero, después del café, ¿qué cosas contribuyen a que el día a día incluya una dosis mínima de felicidad? Por ejemplo que desplazarte por la ciudad sea un acto sencillo y no una excursión extenuante. La bicicleta ha llegado a ambas urbes, pero el carril bici neoyorquino es una autopista comparada con el escaso medio metro que las calles londinenses le ceden a las dos ruedas. Da más miedo pedalear aquí, aunque según las cifras, los ciclistas mueren con la misma asiduidad en Londres que en Nueva York, unos 20 al año.
En la ciudad de los rascacielos el metro funciona 24 horas al día y te puedes subir a un taxi a cualquier hora si tienes prisa sin pensar demasiado en las consecuencias económicas. En Londres el metro se acaba a medianoche y es obligatorio hacer números si tomas un taxi, porque su precio solo es asequible a un selecto grupo de londinenses al que yo no pertenezco. Y no es que el metro cueste precisamente poco. Ni que sea rápido. Desplazarse bajo tierra cuesta exactamente el doble que en Nueva York. Eso significa que la capacidad de improvisación que tiene un neoyorquino no la tiene un londinense, al que solo le queda el consuelo bobo de saber que la singular tapicería del metro de Londres algún día dará titulares en las revistas de tendencias.
Además, aunque la gama de ciudadanos sea heterogénea y atrevida en ambas urbes, el metro neoyorquino ofrece más espectáculo; en Londres hay más contención. Claro que también hay más alcoholismo, así que los viernes y sábados puedes ser testigo de escenas inenarrables en el tube de última hora. Los americanos tampoco llevan bien su relación con el licor, pero lo del alcoholismo de los ingleses, con la ansiedad consumista que les provoca que les cierren el pub a las once, roza el esperpento. Supongo que solo en Londres se puede ver algo tan punk como una mujer vomitándole en la boca a su novio mientras él le acaricia la cabeza y se traga el vómito con una sonrisa. Pero sinceramente, preferiría no haber sido testigo de ese estado de degradación humana.
Entablar conversación con un desconocido en la ciudad de los rascacielos ocurre a menudo, en el metro o en los bares. En Londres aún no me ha ocurrido. Los ingleses no son fríos, son poco espontáneos y eso cortocircuita muchas posibilidades de comunicación. Los estadounidenses le tienen menos miedo a lo inesperado, y los neoyorquinos lo buscan activamente. De ahí que sea mucho más fácil ligar en Nueva York. Por suerte Londres no es una ciudad solo inglesa, es una ciudad del mundo, llena de inmigrantes y son ellos quienes realmente contribuyen a darle cierta calidez a las relaciones. Pero para una española, quizás porque España está a un tiro de piedra, Londres te hace sentir que estás de paso, porque «tu casa» está ahí al lado. La ciudad está llena de europeos que viven mentalmente en sus países y aunque probablemente sean muchos más los europeos de paso en Nueva York, al estar más lejos y ser más difícil viajar Europa, enseguida te sientes en casa y los vínculos emocionales que se crean acaban siendo muy estrechos en poco tiempo, mientras que en Londres las relaciones de amistad se construyen más despacio.
La geografía londinense tampoco propicia el intercambio humano. Si te sales del centro de la ciudad —Picadilly y alrededores— Londres es más parecido a New Jersey que a Nueva York: barrios construidos de forma idéntica, con una calle principal para los comercios y docenas de calles laterales con casitas a ambos lados donde aparentemente no hay vida humana. A menudo tengo la sensación de que Jack el Destripador va a salir de un rincón oscuro y rebanarme. No estoy acostumbrada a calles sin comercios ni personas. Y Nueva York es efectivamente la ciudad que nunca duerme. Para mí eso es parte de la idea absoluta de ciudad, calles vivas a cualquier hora. Los barrios londinenses emulan a los pueblos que les dieron origen, con sus parques infinitos y maravillosos, en los que perderte cuando el cielo no está pintado de gris. Central Park es una broma al lado de cualquiera de ellos. Pero yo soy más de asfalto. Esto, lo admito, es una cuestión puramente subjetiva.
De Nueva York también me gustaba la posibilidad de tomarme un café al lado de un multimillonario sin necesidad de saber que es un señor rico. La ostentación económica solo se practica en galas y saraos sociales, no en el día a día. En Londres a menudo me siento fea, pobre y mal vestida: la gente con dinero se viste como gente con dinero incluso para ir a comprar el pan. En Nueva York admito que hay mucho mal gusto pero que un millonario se ponga una estúpida camiseta hawaiana y unas chancletas para ir a cenar al mismo restaurante que yo me reconcilia con sus abultadas cuentas corrientes. En Londres eso es difícil puesto que la gente con dinero solo frecuenta los sitios de gente con dinero, y si por un casual se toman un café a tu lado, desde su abrigo a sus zapatos te harán sentir miserable. Monarquía y aristocracia siguen teniendo presencia y poder. Por algo aún existe una calle llena de clubs privados, St James Street. Las diferencias de clase siguen estando bien marcadas. Creo que los disturbios y saqueos del 2011 lo dejaron bien claro.
Además, en Nueva York, como la gente vive en casas mínimas, es habitual encontrarse entre semana con amigos para tomar algo (y salir de tus 20 metros cuadrados de hogar) sin que eso arruine tu bolsillo. En Londres no es tan frecuente puesto que el ocio gastronómico no es precisamente económico.
Encontrar casa es un infierno en ambas ciudades y las dos están sufriendo el mismo mal: el centro urbano está reservado a las grandes fortunas. Los desorbitados alquileres no permiten ni a los jóvenes ni a las familias de clase media tener un techo en el corazón de ambas ciudades, que se han convertido, en la última década, en un gran centro comercial para potentados en los que su personalidad se difumina y se globaliza para llegar a ser prácticamente la misma cosa.
La educación pública y gratuita existe para mayores de cuatro o cinco años a los dos lados del Atlántico pero las guarderías son carísimas —1300 euros al mes en Nueva York y unos 1600 en Londres— por lo que ser padres es un lujo que cada vez menos gente se puede permitir. Aun así, en Londres se ven muchos más niños que en Nueva York, quizás porque hay más espacio: las casas-agujero para «inquilino + gato» son inequívocamente neoyorquinas. Meter ahí a una familia no suele acabar bien.
Curiosamente, en Nueva York, pese a lo difícil que es conseguir la ansiada green card (permiso de trabajo), está lleno de trabajos-chapuza que se pagan en negro con los que ir tirando. En Londres eso no es tan común, pero aún existen prestaciones sociales, que aunque recortadas, todavía ayudan a miles de personas con pocos recursos.
No he tenido que recurrir a ninguna de ambas cosas. No llené mi cuenta corriente en Nueva York y calculo que siendo periodista, en Londres tampoco se producirá el milagro. Después de 13 años construyéndome una vida entre rascacielos y avenidas supongo que es inevitable tener morriña, aunque lo que más me está costando, y sé que sonará ridículo, es enfrentarme a estos días oscuros y plomizos made in UK. En Nueva York el frío te congela hasta las neuronas pero el sol casi siempre está ahí, iluminando un cielo azul muy parecido al de Madrid. En Londres los ataques de gris pesan en el estado de ánimo. Pero con una hija en camino y la primavera ahí al lado espero ganarle la batalla al cielo londinense. Además sé que soy afortunada, porque he elegido estar aquí. Hay toda una generación de jóvenes de mi país sin elección.
Y eso es, en realidad, mucho más gris que los pesados cielos de Mordor.
Pingback: Buscando el sol de Mordor 20 años después (o cómo cambiar Nueva York por Londres)
Una estupenda comparación entre ambas ciudades. En NY solo he estado una vez pero sí conozco bastante Londres y me cuadra muy bien con lo que cuenta Bárbara. El elitismo que destilan algunos londinenses es muy tangible y, aunque es una ciudad de enorme interés, creo que ha decaído en los últimos años y ni de lejos puede compararse a una Nueva York siempre activa y pujante.
No puedo decir que conozco Londres,he estado en varias ocasiones,la más extensa durante un mes.Nueva York,sólo de visita corta pero,me parece muy acertado lo que opinas.Sé de tú recien estrenada maternidad y te felicito por ello.
Señora Barbara Celis me quito el sombrero ante este equilibrado, pensado y sin lugar a dudas identificativo (si es que se puede decir eso) articulo.
Nunca antes habia escrito alguien sobre Londres de una manera mas certera. En general estoy muy agotado de leer lo que escriben los corresponsales desde ese pulpito al que se suben en su status de observadores anonimos y suizos (esto ultimo lo digo por su supesta neutralidad).
Usted Celis, describe Londres como una persona que realmente ve lo que hay cada dia en esta monstruosidad y si Mordor es una buena manera de definirla. Con todo lo bueno y con todo lo malo. Excelente articulo!
Con respecto a esto «La ciudad está llena de europeos que viven mentalmente en sus países» solo añadire que en mi opinion esto sucede a cuenta de las facilidades que nos otorgan las redes sociales y la banda ancha. Yo he pasado por dos epocas en esta ciudad gris, una sin banda ancha y otra con el mundo en plena efervescencia a traves de facebook y twitter. Son estas dos herramientas en particular y skype en general las que permiten que mucha gente realmente viva mentalmente en sus ciudades del continente mientras su cuerpo se vende por la efigie de la reina entre los trajes de rayas y los olores del curry.
Enhorabuena por un fabuloso articulo y gracias!
Muy buena reflexión, Eduardo. Así es, yo me mudé a USA al principio de internet (´95) y ahora ya con FaceTime en el móvil y banda ancha el mundo es un pañuelito. Un artículo realmente muy bueno!
Este es uno de los artículos que más me ha gustado de Jot Down, cojonudo.
Mordor… jeje, si, puede serlo, sobre todo de Noviembre hasta Abril y en el mes de Agosto (el más humedo gris y plomizo en general).
Y aún así, después de 12 años sigo enamorado de esta ciudad que es Babilonia y lo contiene todo:
http://www.bbc.co.uk/programmes/b01jv5nr
como la biblioteca de Borges, esta city on the edge que se rie de si misma con una frescura que ya quisiera NY:
http://shitlondon.co.uk/
(lo siento soy imparcial, me gusta NY… de visita y en el cine y en Los Sopranos).
Blackkader, buenísimos esos links que recomiendas. Muchas gracias!!!
Anytime.
Quería decir NO soy imparcial.
Of course not.
Hala, para que disfrutéis tú y tu hija de un Londres mucho más Comarca de hobbits que Mordor de orcos :-) http://untiroalaire.wordpress.com/2012/07/19/mis-parques-de-londres/
Muchas gracias!
Muy bueno,yo soy otro nuevo habitante en Mordor y hoy he sufrido un ataque de amargura de un british,iba a ser mi primer dia de trabajo …….
Genial. Más crónicas pijas de viaje. Después del suplemento de moda y ropa para unos pocos de El País, al lado de noticias sobre personas expulsadas de su hogar, uno espera ya cualquier cosa de cualquier medio. NY o London. Parece una reflexión de Carrie, esa de Sexo en NY. Por favor.
Donde esté Montecarlo… Igual que en ‘Come, Reza, Ama’: no hay nada mejor para curar la depresión después de abandonar a tu marido que largarte un año con todos los gastos pagados a dar la vuelta la mundo, comer en los mejores restaurantes y alojarte en los hoteles más caros, y tirarte a Javier Bardem.
Qué buen análisis, Bárbara. De NYC me quedo con ese sabor de que todo es posible y de que lo importante es tu proyecto. Ese sabor me traje a España y me dura para ignorar la mofa nacional habitual a todo lo heterodoxo. Mucha suerte con tu nuevo proyecto en Londres. ¡Te leemos!
Misi misi misi, toma trolllito, come un poco.
Perfecto resumen a través de la comparación de lo que en esencia suponen estos tiempos de gris contextual. De lo que en esencia significa «elección» y «obligación». Le deseo suerte con su proyecto de vida, de colega a colega de profesión y de español a español que habita las calles de Londres.
No entiendo esa obesión que hay en España con la élite social inglesa. Es evidente que si quieres ser parte de ellos, no vas a serlo nunca. Pero tampoco te escupen ni molestan…..
En España hay problemas con cualquier elite.
Hola Bárbara
Llevo casi 9 años viviendo en Londres. Como tú me vine por gusto y no por necesidad y por ahora me parece que me queda bastante tiempo viviendo aquí. Digamos que también me considero clase media. Tu artículo me parece sesgado, tendencioso, lleno de clichés y en algunos casos bordeando el prejuicio más pueblerino. Me parece que tu experiencia londinense es lo bastante escasa (unos meses) para las aseveraciones tan categóricas que haces, lo más claro de todo es que echas de menos Nueva York y eso hace de Londres tu víctima. Pues vale.
¿Londres es cara? El alquiler si, el transporte público también. Y para de contar (siempre comparado con otras grandes urbes). Comer en Londres si sabes dónde ir puede ser bueno y a precios muy razonables. Aunque te cueste creerlo. El ocio es asequible (hay cines baratos, los mejores museos son gratis, hay muchos conciertos interesantes por pocas pounds, se puede ir a la opera por poquísimo dinero, hay toda una industria de vales-descuento para encontrar gangas) y siempre hay mucha oferta para encontrarlo gratis, no sólo museos. Y supongo que los precios son más altos que cuando tenías 19 años, pero desde que yo vivo aquí no he sentido demasiado la inflación, en España es mucho peor por ejemplo, sobre todo desde que entró el Euro.
Las guarderías son carísimas, te lo digo yo que tengo una niña pequeña y estoy haciendo el papeleo ahora. Pero en zonas de clase media (¿te vale Clapham Common?) cuestan entre 900 y 1300 euros.
“Londres está en Europa —aunque los británicos lo nieguen—…” es un cliché absoluto y que no se corresponde con mi experiencia (trabajo en una empresa muy británica y mis colegas son en su mayoría del UK, nunca me han dicho que no se sientan europeos). Sus tiranteces con la UE son cuestiones políticas, hay otros muchos países cuya europeidad no se pone en duda que no pertenecen a la UE o que no tienen el Euro. Me pregunto cuánto has investigado para atreverte a semejante aseveración.
Lo del papeleo directamente me da risa. Seguro que no has tenido que hacer ni una décima parte que yo y, again, mi experiencia es totalmente distinta a la tuya. No discuto que sea mejor en NY, cuando vivi en USA me parecio que todo funcionaba muy bien, pero que en el UK se estila el “vuelva usted mañana” es simplemente mentira.
“Pero no negaré sus ventajas: por ejemplo la sanidad aún es gratuita…” a mi esta me parece una razón suficiente para ser un poco más positivo con las cosas a este lado del Atlántico. Sobre todo si eres de esa clase media que dices.
“¿qué cosas contribuyen a que el día a día incluya una dosis mínima de felicidad?” y “Entablar conversación con un desconocido en la ciudad de los rascacielos ocurre a menudo, en el metro o en los bares. En Londres aún no me ha ocurrido. Los ingleses no son fríos, son poco espontáneos y eso cortocircuita muchas posibilidades de comunicación” son dos cosas que van directamente con tu actitud y estado de ánimo, ahí puede estar la diferencia y no en la geografía, ¿no te parece?
“Supongo que solo en Londres se puede ver algo tan punk como una mujer vomitándole en la boca a su novio mientras él le acaricia la cabeza y se traga el vómito con una sonrisa. Pero sinceramente, preferiría no haber sido testigo de ese estado de degradación humana” es una tontería que casi no merece la pena comentar. ¿???Solo en Londres?????
“Pero para una española, quizás porque España está a un tiro de piedra, Londres te hace sentir que estás de paso, porque “tu casa” está ahí al lado”… “los vínculos emocionales que se crean acaban siendo muy estrechos en poco tiempo, mientras que en Londres las relaciones de amistad se construyen más despacio”: otra de esas afirmaciones que porque te parezca a ti te atreves a extrapolarla sin pudor. Mi experiencia fue distinta por ejemplo. Hice amigos inmediatamente que aún conservo después de varios años. ¿ Dijiste que llevas aquí meses, no? Pues vale.
Y si hay algo que distancie a Londres de otras grandes urbes son sus increíbles y omnipresentes parques (mala suerte que a ti te guste el asfalto, que casualidad, para una cosa buena que tiene la ciudad) y el hecho de que en lugar de ser un enorme trozo de cemento con autopistas ha conservado la estructura de los pueblos que lo formaban. ¿Chiswick, Clapham, Hampstead Heath, Richmond o Wimbledon son identicos y te recuerdan a New Jersey? ¿estas segura? En fin. Supongo que el problema para ti es que no se parece a NY, solo eso. A mí me parece muy bien. Y para el intercambio humano lo que cuenta es la actitud.
Lo del racismo, los disturbios (otro cliche con el que estoy en desacuerdo), el cafe al lado con el de los minolles que es campechano y tal lo dejamos para otra ocasion que aqui hay poco espacio.
Y mira que me gusta NY, pero cada cosa con su estilo y a disfrutarlos todos.
Eso es lo que te recomendaría. El clima es una mierda pero hay mucho que disfrutar. Si lloras porque se ha ido el sol las lágrimas te impedirán ver las estrellas.
Un saludo
Aqui tienes una lista que he hecho de sitios donde comer barato y bien…por menos de £15
http://dokodemodoorblog.com/2012/03/14/guia-algunos-sitios-buenos-para-comer-en-londres/
Arranco el artículo diciendo precisamente que es imposible ser justa habiendo pasado tanto tiempo en una ciudad y tan poco en otra. Como verás es un artículo de opinión, no un reportaje de viajes, y está estrictamente basado en mi experiencia personal y en la de otros neoyorquinos que se han mudado a esta ciudad.
No voy a entrar en un ping-pong de opiniones contigo porque no acabaríamos nunca y no creo que a la gente le interese. Te sugiero que escribas tu propio artículo y se lo propongas a los editores de la revista. Un saludo.
A ver si tenemos una buena primavera y un buen verano y te ayuda a reconciliarte un poco con la ciudad. Suerte. Saludos
Entiendo que cada persona tiene su punto de vista subjetivo sobre todo, ciudades incluidas, pero he tenido la desagradable sensación de que Enepi exhibía una agresividad excesiva a la hora de replicar -más que comentar- el artículo de Bárbara.
Bárbara hacia tiempo q no leía algo tan descriptivo y bien hecho sobre dos ciudades maravillosas q son tan distintas y tan parecidas. Yo vivo en NY desde hace muchos años y todo lo q dices es cierto y en Londres también he vivido y lo describes perfectamente aunque lleves poco tiempo.
Enepi, me parece bastante osado tu comentario hablando hasta de pueblerino. Pero tu quien te has creído , q por salir de España e irte a vivir a londres eres la mas tolerante y la mas cosmopolita? querida viaja q tanto london / madrid «no te deja ver ni el sol ni las estrellas
Hola Bárbara, felicidades por el artículo, me ha parecido excepcional.
Hola Enepi, detecto en tus palabras celos y mucha frustración. Bárbara relata su vision de estas dos ciudades desde su experiencia, sin más pretensiones.
Un saludo desde Barcelona (otra gran urbe)
Tanto para londinenses como para neoyorquinos Barcelona ES la ciudad. Todo es cuestión de perspectivas, ¿no?
Enepi, creo que en pocos párrafos has resumido el desencanto que me ha producido leer el artículo. No le resto valor a la experiencia que nos narra Bárbara: otra cosa es que comparar ciudades a tanta distancia física e histórica sea una tarea fácil. Hay algunas imprecisiones, supongo que debido a la inexperiencia o falta de documentación: que la única alternativa al metro sea el taxi, por ejemplo, es falso. En realidad la red de autobuses de Londres funciona toda la noche y existen infinidad de minicab shops donde se puede negociar el precio del trayecto, sin necesidad de arruinarse. El tube es poco utilizado para distancias cortas: porque es caro, porque es estrecho, porque está lleno de turistas y porque tiene 150 años de edad.
En ocasiones el relato se torna demasiado emocional, lo cual no es un problema en sí, ya que le da vida, pero en este caso contamina el artículo con generalizaciones del tipo «los ingleses»… «los americanos»…
«Entablar conversación con un desconocido en la ciudad de los rascacielos ocurre a menudo, en el metro o en los bares. En Londres aún no me ha ocurrido. Los ingleses no son fríos, son poco espontáneos y eso cortocircuita muchas posibilidades de comunicación. »
Como dicen aquí: «takes two to tango» y que Bárbara no haya sido abordada por extraños dice más bien poco del carácter de la ciudad, y tal vez, sí de ciertas actitudes. A los peliculeros encuentros casuales en exposiciones de arte, tropiezos en la calle y ligoteo de bar (que se dan en no solo en Londres, sino en todas las películas y ciudades) podemos añadir la fiebre del speed-dating de todo color y sabor, los clubs de intercambio de parejas, las fiestas de disfraces (una auténtica obsesión), y demás. Lo que sí tenemos en Londres es un respeto por el desconocido, y quizá por ello no vamos incordiando con zalamerías a la primera que se nos cruza. Más quisiéramos.
Las diferencias de clase no creo que sean exclusivas de los londinenses o los ingleses: darse una vuelta por el Madrid de Serrano o por el Bronx neoyorkino no desvelará ni al más ingenuo de que, ay, en este mundo hay gente más rica y gente más pobre. Sí marca una diferencia que las posibilidades de acabar tiroteado en NY y Londres sean de 4 a 1. Los trabajos en negro: lo que Bárbara entiende como una ventaja a los pobres reclamantes de tarjetas verdes, los ingleses, inventores del trabajo y del sindicalismo, ven como una explotación intolerable. Pero trabajos en negro haylos: basta visitar una cocina para ver quién tiene los papeles en regla. Desde luego no se puede decir que sea una ciudad cerrada a los extranjeros: 1 de cada 3 habitantes nació fuera. Hasta tenemos problemas para echar a los terroristas (Abu Hamza al-Masri).
Dicho esto, aclaro que el festín de emociones que Bárbara describe, agrupa ese temor de novato al que todos nos enfrentamos tras llegar a la ciudad: el afloramiento de miedos, prejuicios y debilidades que uno guardaba dentro de sí y que no había encontrado salida hasta pisar Gatwick. Todos los que llevamos en Londres algún tiempo lo hemos vivido: hemos detestado la ligereza de otros londinenses cuando no nos llegaba para pagar la habitación cochambrosa, la pestilente verborrea de los estate-agents, la distancia que tomaban los que ya estaban establecidos y nada querían saber de nuestras llantinas y, los días, pocos, atesorados como lluvia en el desierto, en los que salía el sol y uno podía ponerse a pasear por Clissold Park o Victoria Park y no pensar en absolutamente nada, y sentirse levitar, como la niebla de algunas mañanas.
Algunos lectores que comentáis el texto sois bastante más sesgados que yo pero habláis como si fuerais objetivos… desconcertante…
Bárbara,
me temo que no puedes elegir el tipo de lectores que acudirán a tus artículos. En cambio sí puedes elegir la actitud hacia ellos.
Un saludo atento.
No se defienda atacando, porque la realidad es, que lo que ha escrito, no hay por donde cogerlo de absurdo.
Sólo alguien que viaja poco y se fija aún menos puede diseccionar el artículo de Bárbara de modo tan lastimero. Los europeos del norte no son aficionados a hablar con extraños, vamos, si esto no lo veis claro no sé ni por dónde se puede empezar. He viajado mucho, y sigo haciéndolo, pero más que eso me fijo. Por muy buena disposición que tengas para entablar conversaciones con desconocidos, Helsinki no es igual que La Habana, por mucho que haya UN taxista habanero antipático. He volado durante años con Lufthansa y cada vez que tenía un alemán a mi lado en el avión sabía que como mucho me diría ´Guten Tag´ y para. Un americano, en general (no uno que conociste en el Empire Estate con tu prima Conchi, no ése no, en general) es más abierto y te hablará en el avión, el bus, etc. Señores, un poco de sentido común.
Me encanta cuando JotDown embarga críticas.
La nueva prensa… con los tics de siempre.
Un artículo muy perceptivo.
Quisiera decir sólo que la sanidad en España es también carísima, pero su coste está algo oculto: habría que sumar lo que pagamos en concepto de cotizaciones sociales y lo que paga el empresario por nosotros (que en realidad pagamos nosotros, claro). Si hiciéramos las cuentas con cuidado nos llevaríamos una (desagradable) sorpresa. En trabajos de muy corta duración las cotizaciones hacen la contratación legal prácticamente imposible. En realidad la sanidad en España es muy cara para el que paga, y baratísima para el que no la paga, ya que todos acceden a los mismos servicios sin distinción. En USA, en cambio, cada uno se paga lo suyo. Toda la discusión sobre las reformas sanitarias allí giran sobre el mismo problema: si se extienden los servicios sanitarios a quien no paga, ¿quién pone el dinero? Quien se paga su seguro no quiere pagar más, por otros. El modelo europeo de solidaridad forzada es imposible en USA. Obviamente, un sistema como el europeo, requiere una atención permanente al gasto, y al uso responsable de los servicios, que no siempre se da. El sistema americano por contra exige tener un ojo puesto en el contrato que firmas, y el teléfono de un abogado a mano. Y no te quedes en paro y te pongas enfermo, claro, si bien eso mismo empieza a ser un problema también aquí.
Yo no conozco Londres, pero Nueva York sí, y es en efecto esa ciudad libérrima y cargada de energía y velocidad en la que el tiempo se comprime y con él las vidas de quienes la habitan.
«la sanidad en España es también carísima, pero su coste está algo oculto»
La sanidad en España es cara (cuesta lo que cuesta) pero esta repartida.
Así, si a usted le sale un forunculo, no pierde la casa para que se lo arreglen.
Y si tiene un plasmocitoma a la altura de la segunda vertebra y se queda en silla de ruedas, tampoco.
Una sociedad que es capaz de ponerse de acuerdo y organizarse para dotarse de un sistema de salud como el español no puede estar mal del todo.
http://elpais.com/elpais/2013/02/28/eps/1362068081_927108.html
Todo está siempre repartido, de alguna forma. Ese es el punto del que se parte para empezar a analizar o discutir un tema.
Nemo,
Solo una precision en cuanto al coste, oculto solo si no se quiere ver. Segun Los ultimate datos de la OCDE, Espana se gasta en Sanidad el 9,5% de su PIB, EE UU casi el 18%. Es decir….
A eso me refería
Un articulo francamente bien escrito y muy interesamte, enhorabuena y gracias.
«Todavía es posible ser estudiante universitario sin pasarte los próximos 30 años de tu vida pagando la factura como en Estados Unidos, pero también aquí nos acercamos a eso, a la idea predemocrática de que solo quien tiene dinero puede acceder a la educación.»
Aquí en España nos hemos pasado al extremo contrario: como todo el mundo tiene titulación universitaria, (aunque sea en Macramé y Danzas Populares), haber terminado la carrera no te vale de una mierda en una entrevista de trabajo porque hay exceso de oferta en el mercado laboral. ¿Sabéis cuál es la diferencia entre el título que expide una universidad pública y el papel higiénico? Que el papel higiénico al menos te vale para limpiarte el culo. El nivel de las facultades es paupérrimo; p. ej. un estudiante de Derecho puede acabar la carrera perfectamente sin haber pisado jamás la sala de un tribunal, ni siquiera como oyente. En Estados Unidos eso sería impensable. Te cobran una pasta, sí; pero obtienes una educación que vale cada centavo que pagas, no como en las universidades privadas españolas, que te sacan los cuartos y te dejan con cara de tonto, (al menos las públicas eran gratis, y digo ERAN porque con la subida de tasas la cosa se ha igualado por arriba, al final sólo van a estudiar los hijos de los señoritos)…
¿Mi consejo para los que están a punto de terminar el instituto? Emigrad. Hoy. Esta noche. No lo dudéis. Pero por lo que más queráis, no cometáis el error que yo cometí. No tiréis años de vuestra vida estudiando para conseguir un título que no os va a servir de nada. En España, al menos. Enviad al paro a todos esos dinosaurios que han convertido la universidad española en un cementerio de elefantes. Que descienda el número de alumnos que se matriculan cada año hasta que empiecen a cerrar facultades. Que empiecen a mover el culo los profesores y dejen de enseñar a estas alturas las ventajas de las cintas magnéticas en las escuelas de cine, y a dominar el latín en las facultades de Derechos… No dejéis que os engañen.
¡Me ha gustado leer este artículo, gracias! Respeto todos los comentarios, aportan más información para la comprensión de ambas ciudades, pero… me quedo con lo que escribe Bárbara: una crónica p-e-r-s-o-n-a-l de sus experiencias, que no una guía del trotamundos.
Enhorabuena Barbara! Es un artículo genial. Yo también he vivido en ambas ciudades, y aunque ninguna de las dos me parezcan sitios en los que me gustaría asentarme, he de decir que estoy contigo: el tiempo de mierda londinense ha podido conmigo. Tras tres inviernos en Londres ( mas dos en Escocia -que es como el invierno londinense pero todo el año) he descubierto lo importante que es el clima en la forma en la que vivo una ciudad.
Como dices ambas ciudades tienen sus cosas buenas y malas (vale, transporte ridículo y caro en Londres pero cultura a cholon gratis / todo abiero 24 hrs en NYC pero cuando no tenía seguro miraba y remiraba antes de cruzar la calle) pero el sol niuyorkino, con esos cielos azules, no se dan en gran bretaña con la misma frecuencia. Y mira que en NYC los inviernos son heladores y los veranos saunas… Pero los dias amanecen pronto, hay casi tantas horas de sol anuales como en Madrid ( en Londres es dos tercios de esa cantidad) y es que para mí, ver el sol es vital … Quizás por eso ahora me he mudado a una ciudad con casi 3000 horas de sol anuales, o lo que es lo mismo, con sólo 40 dias al año en los que el sol no sale en absoluto, Ciudad del Cabo…. Pero podría ser Valencia, Los Ángeles o Rio de Janeiro.
Ahora, eso sí, si hay algo que comparten tanto NYC como Londres que no has mencionado en tu artículo es que en ambas ciudades me he encontrado con gente llevando vidas de mierda justificando su permanencia tanto en un sitio como en otro, saltando a la defensiva en cuanto se les cuestionaba si sus sacrificios y estilos de vida merecían la pena para permanecer en esas urbes…
Precisamente en alguno de esos sitios que mencionas espero acabar yo también algún día… Disfruta del sol, y del buen humor que el sol le da a quien lo recibe!
Es cierto que en NY hay mucha gente que vive muy mal y resiste simplemente por seguir en esa ciudad. Son decisiones complejas, yo prefiero no juzgarles. Un saludo!
Primero decir que hablo desde mi experiencia de vivir 3 años en Londres como mil-librista, y de haber pisado NY ocho dias como turista.
Me gusta como has empezado el articulo (obviando el apodo de Mordor, eso si). El tiempo aquí es bastante triste y gris, y espérate al verano que será aun peor, basicamente porque no hay verano. Tambien el decir que es tu visión subjetiva y que además está condicionada por venir de NY y eso de las comparaciones. Aparte de clavar ciertos detalles sobre Londres, donde me voy a centrar, como el espectaculo que se puede ver en los ultimos metros del dia.
Ahora bien, en general tu articulo no me ha gustado nada y paso a explicar el porqué:
¿Inmigrantes que hacen trabajos sucios que no visitan museos, o pasean por el rio? Si no lo hacen es porque no quieren, y si no pueden lo mismo es porque como tú en tu primera experiencia se gastaban los ahorros en drogas y alcohol para olvidar penas. Tambien los hay que se los gastan en futbol, conciertos, salir a cenar o montar en bici. Porque se puede salir a cenar algo mas que fish and chips sin que eso suponga arruinarte. Ah, por cierto, mi bici se me estropeó una vez y tardaron 2 horas en repararla.
El transporte es sangrantemente caro, te doy la razon, pero por la noche despues de salir de fiesta es una odisea volver a casa en Londres y en casi cualquier ciudad del mundo, porque metros 24 horas hay en NY y en 4 sitios mas. Al menos en Londres, como te han comentado hay buses 24 horas, infinidad de ellos, solo hay que tener paciencia para llegar. Eso si ¿2 horas de trayecto? Donde vives, ¿en Brighton?
Los ingleses son frios y es mas facil ligar en NY. Estooooooo, no. No se lo mas facil/dificil que será en comparacion las relaciones o ligar en NY, pero vamos hablar con un ingles o que directamente ellos, o ellas, se te pongan a hablar, es lo mas normal del mundo. Eso por no hablar del nivel de ligoteo/guarreo que existe, y los ingleses, y sobre todo las inglesas están a la cabeza.
¿Jack el Destripador en cada esquina? ¿Barrios sin comercios ni personas? No se NY en concreto, aunque imagino que las afueras serán igual que otras ciudades, pero no creo que en USA estén para presumir mucho en seguridad callejera, por no hablar de los barrios kilometricos impersonales que se gastan. El centro de Londres tiene tanta vida o mas que cualquier gran ciudad y los barrios tienen su zona comercial por pequeña que sea. Siento que no te gusten los parques, aunque ciertamente el tiempo no da para disfrutarlos demasiado.
En definitiva, creo que esta frase tuya es la mas desafortunada: “Los precios de esta ciudad se han disparado hasta tal punto que la clase media, o sea yo y casi todos los demás, solo puede aspirar a una vida llena de limitaciones.”. Para mi decir eso es mentir, no digo que mientas conscientemente, sino que si piensas eso es que no conoces lo suficiente la ciudad. O que tenemos el concepto ‘vivir con limitaciones’ muy diferente. O bien tu problema es este: “En Londres a menudo me siento fea, pobre y mal vestida.”. Lo siento por ti.
Qué interesante comparación, aunque no coincido en casi nada, lo reconozco. Yo también me acabo de mudar de Nueva York (no vivía en la ciudad, sino en Westchester, un poquito más arriba) a Londres (tampoco viviré en la ciudad, sino por Heathrow, un poquito más al oeste) y no veo más que ventajas por todas partes. El día que llegué a Londres caían unos copitos de nieve de chichinabo y los cielos plomizos me acompañaron durante días y los miraba con una alegría y un henchimiento de corazón difíciles de expresar. He querido dejar este comentario precisamente porque pensé eso: seguro que hay españoles que preferirían los climas extremos pero con días soleados de Nueva York a las estaciones suaves pero más grises de Inglaterra.
Lo de la burocracia europea me ha matado (la americana es cien veces peor; yo he llegado a llorar de rabia e impotencia en edificios públicos viendo la subnormalidad de los procesos y de quienes te atienden, aunque tengo amigos que llegaron allá antes del 11S y su experiencia es bastante diferente), y lo de los barrios sin vida o que los neoyorquinos salgan más a tomar algo también, aunque ésta medio de la risa (con la burocracia por desgracia no me puedo reír). En el pueblo más diminuto y cutre 100 millas a la redonda de Londres hay cien veces más vida, más comercios, más bares y no digamos ya más transporte público que a 20 km de Manhattan, y lo que es dentro de la ciudad es comparable entre Londres y Nueva York. Lo de salir a la calle a tomar algo fuera de los barrios guays de NYC es impensable: a 20 km de Manhattan la gente vive por y para pagar la hipoteca y cuidar a los hijos, además dependes por completo del coche para ir a tomarte algo, luego las posibilidades de salir a tomarte algo ya se reducen considerablemente, porque la idea de tener que coger el coche para no beber y encontrarte a la vuelta una carretera cerrada por placas de hielo y la alternativa ser una cuesta también helada por la que tu coche no pasa y… uy, creo que voy a dejarlo, que cojo carrerilla y no paro. Dejémoslo en que solamente de acordarme de las situaciones de surrealismo, racismo y profunda desesperación que he vivido en Nueva York (ciudad y Estado) me entran escalofríos, y que no las he tenido que sufrir en ninguna otra ciudad europea, a pesar de tener el mismo color moreno y el mismo pasaporte. Cómo me alegro de haber vuelto a mi querido Londres y haber dejado atrás la ciudad para mi gussto más sobrevalorada del mundo.
Entre Londres y Nueva York, me quedo con la segunda sin dudarlo, pero son cuestiones muy personales. Me encantaría leer experiencias sobre ciudades menos mediáticas, sin vocación de centros neurálgicos del mundo, como Estocolmo o Helsinki. Si no fuera por el idioma y, fundamentalmente, el clima, la primera me parecería un gran destino.
A mi me ha encantado el texto. A diferencia de muchos en los comentarios anteriores, no necesito coincidir en cada expresión ni en cada sentimiento con la autora, son sus experiencias –no las mias– las que plasma en el texto, pero las suyas me recuerdan a las mias de forma placentera.
Y en lo no que no coincidimos no me irrita, me sorprende quizás, o me hace querer saber como fueron sus vivencias, y compararlas con las mias.
Yo tambien vivo en Mordor.
Bonita reflexion…pero lo siento…por mucha energia y super carisma que tenga NY (y vivi alli unos cuantos lustros) me parece mucho mas humano Londres (donde tambien he vivido unos cuantos aunque menos que en NY)…al fin y al cabo, Londres por carisimo que sea (que tambien lo es NY para vivir en zonas buenas y tener una vida un poco proper) sigue siendo Europa y no hay el individualismo tan exagerado que hay en todas las ciudades de USA y donde te puedes caer muerto en la calle y nadie se te acerca…ahora vivo en Boston y despues de haber vivido en Londres y regresar a USA me sorprende la frialdad y el desapego humano…si no hablas ni saludas, no pasa nada y todo el mundo va a su rollo paco de una forma impresionante…es muy dificil encontrar alguien te eche una mano o se compadezca de ti en algun sentido (no es que busque dar lastima) pero en ocasiones todos necesitamos ayuda, sobre todo si estamos recien llegados…disfruta mucho Londres pues yo ahora lo echo mucho de menos…en USA todo es eficiente, hay mucha creacion y energia pero no deja de ser todo tremendamente utilitario, material y monetario….Londres aunque tambien llena de banqueros y grandes corporaciones transmite mucho mas amor a la cultura, a la buena vida, a tomarse vacaciones…algo q para los americanos es casi ciencia ficcion y que con dos semanas de vacaciones al anio es uno de sus momentos de mayor estress…los ingleses no los amo pues son muy estrategas y algo traicioneros (piratas) pero si admiro su gran amor a la cultura, al teatro, la musica, la escritura…algo que existe en USA pero q en absoluto es tan popular como en UK…disfruta mucho y saborea la vieja Europa que por mucho que se resistan los ingleses son parte fundamental de esta cultura llamada occidental…I love NY si…pero sobre todo I love Europe and of course Lond-ON !
¡Me ha encantado! Propongo que Jot Down publique más artículos de viajes. Ahí van algunas propuestas, todas redactadas desde una perspectiva íntima y personal, por supuesto:
-¿Venecia o París?: Cuál es la mejor ciudad para comprar unos Manolos.
-Portland: Crónica de una expedición a la Meca del gafapastismo.
-La Cañada Real: El misterio de porqué hay gente que prefiere vivir en chabolas habiendo bungalows en Marina D’Or.
-I love NY: O cómo llegué a Manhattan con un Bonometro y un abridor de botellas, y un año después soy el presidente de Goldman Sachs.
-London calling: ¿¿¿¡¡¡ADÓNDE COÑO SE HA IDO EL SOL!!!??? ¡ESTO PARECE LAPONIA! ¡HACE FRÍO, LA COMIDA ES HORRIBLE Y LOS INGLESES HABLAN RARO! ¿QUIÉN ME MANDARÍA A MÍ VENIR AQUÍ? ¡MAMÁ, LLÉVAME CONTIGO!
Modo ironic off.
BINGO, man. Bingo.
Doy la razón de que es un execelente artículo,con la excepción de la referencia a los jóvenes, a los cuáles les quitas toda esperanza de encontrar trabajo hasta en el extranjero. Soy joven y aunque no tenga esperanza en España ,cruzo los dedos para poder salir. Asique por favor,no me deprimas más de lo necesario.
Vaya, lo siento, no quería desanimar. El único problema que tenéis los jóvenes españoles es el inglés, y por lo que he visto aquí sigue sin dominarse mucho, como le pasó a mi generación. Pero si lo dominas acabarás encontrando trabajo en Londres sin ninguna duda, porque al contrario que en España, no te hace falta ser primo o cuñado de Ana Mato para que la gente te de trabajo. El mundo anglosajón valora el talento, no tus enchufes así que ánimo!!
Como americana viviendo actuamente en España quien ha ido a Londres un par de veces y a New York más veces de las que puedo contar, me ha interesado esa perspectiva (y también las de los comentarios). Claro, cada persona tendrá su propia experiencia, pero es verdad que las ciudades tienen corazones distintas y que esto se expresa por sus ambientes.
Bueno, ya veo que he tenido mucha suerte en las dos únicas ocasiones – ambas a principios del otoño – en las que he estado en Londres. Sí, porque el cielo velazqueño ha estado presente a lo largo de todos los días. Cierto que algunas noches llovió bastante, pero siempre, al despuntar la mañana, el sol brillaba en un fondo azul, el aire era fresco y se respiraba de maravilla. Me consta que durante los mismos días, el clima en la costa del Mediterráneo, era insoportablemente húmedo y caluroso. Así pues, queda claro que tuve una suerte del copón, según leo aquí. En cuanto a lo de comparar una ciudad con otra, opino que prefiero ser rico en la Costa Azul, que multimillonario en Londres y todavía más, en Nueva York. No sé si se me entiende; en la cuenca mediterránea se gestó la cultura cuando en Las Islas solo había bárbaros y al otro lado del océano, salvajes con plumas. Algo de todo eso queda aún, mal que les pese a los anglo-parlantes. Tocante a lo de que la gente se nos acerque para relacionarse o incluso ligar, creo que es un tema muy particular que está relacionado con el grado de sex appeal que desprendan nuestros poros. Yo, por ejemplo, no tengo ningún problema con eso.
No comprendo que alguna gente se enfade con la periodista.
El artículo es subjetivo ( y estupendo), son sus vivencias.
Es como discutir por el color favorito.
A mi me gusta el Mediterraneo como al de aquí arriba pero mi ciudad mítica de la infancia era, es Londres.
La culpa la tenía, la tiene, Conan Doyle y aún más culpa ese demonio sarcástico lógico y drogata de Holmes y su colega el doctor (que ya le vale).
Y Joseph Conrand y Phileas Fogg (un caballero).
Y aún más culpa Edgard P. Jacobs (ver el ultimo artículo de Enric Gonzalez) y el Capitán Blake y el pelirrojo Mortimer.
Sueños de niño convertidos en realidad, llegue aquí y Londres fue eso que esperaba y mucho más.
Subjetivo todo como ven.
Pero importante.
Aquí me hice adulto (o no) y cada día era, es, una aventura, encontré un trabajo y luego otro y luego otro, amigos y un sitio que puedo llamar casa, una casa Victoriana de ladrillo y chimenea pequeña y confortable como un agujero hobbit en una megapolis hecha de pueblecillos pintorescos, autobuses rojos (Londres vive en parte del cliché) y de extravagantes, locos y heterodoxos.
Eso es lo mejor de esta ciudad (y del país en general) celebran la extravagancia con entusiasmo flemático.
Y gente que habla, que habla contigo, desconocido , en cualquier sitio, en el pub, en el tren, en la parada del bus.
Gente amable y gente no tan amable (pero los amables y educados son mayoría o yo tengo mucha suerte).
En cuanto al clima…
Hay temporadas espantosas (los dos últimos veranos) de gris húmedo y plomizo.
La mejor temporada es siempre Septiembre y Octubre.
Pero siempre hay dias y ratos gloriosos, de sol y brisa y nieve y calor y lluvia, estupenda lluvia.
A fin y al cabo, los Londinenses (no todos) dicen: Si no te gusta el clima.. espera 15 minutos.
Vuelves a ser el londinense que mejor ha sabido defender una ciudad que le gusta y que con un puñado de palabras invita a que tenga más ganas de seguir explorándola. Gracias!!
Buenísima comparación y narración de lujo.
Por cierto que llevamos un inviernito de aúpa en New York: lleva cubierto 5 meses and counting.
Con todo este debate surgido en los comentarios, con gente que ha vivido en ambas ciudades y ninguno se pone de acuerdo; los que no hemos vivido ni en London, ni en NYC nos estamos planteando seriamente la idea de no emigrar a ningún sitio y quedarnos en nuestra querida España en la que el taxista te deja fumar durante la carrera y en los bares para ligar sólo tienes que invitar a alguien a un chupito «Piruleta».
La verdad que el artículo está entretenido y el debate surgido en estos posts lo hace ya una auténtica locura; si hay algo que le guste a un español es llevar la contraria a otro y no digo nada si, encima, eres el espectador de la comedia; puro placer
Mas leña al fuego, aqui va una infografia comparativa entre las dos ciudades.
http://now-here-this.timeout.com/2013/03/06/infographic-london-vs-nyc-in-numbers/
Aparte, alucino mucho con la gente que:
A – Se enfada con la autora por escribir.
B – Se toman la vision personal de una persona como un ataque directo
C – Interpretan un articulo sobre ciudades del extranjero como un comentario tipo Sexo en NY. (A estos ultimos les sugiero releer el articulo)
Londres da asco y es maravillosa a partes iguales igual que cualquier otra ciudad. Si bien, cualquiera que haya venido aqui a buscarse la vida, se sabra identificar con el articulo de Barbara en muchos aspectos de la vida cotidiana.
Pues como periodista, amante de lo mediterráneo e inmigrante desde hace 4 meses a la ciudad de Londres, me quito el sombrero ante este exquisito artículo que me ha puesto los pelos de punta en cada línea, ya que me he visto reflejada en muchas de las situaciones.
No entraré a debatir si es mejor Londres o NY. Nunca he estado en en la ciudad de los rascacielos, pero de Londres y de tu artículo me quedo con «…esa energía creadora y productiva que te lleva a atreverte a hacer, a osar.» A osar a trabajar en lo que me gusta, el periodismo, en un país que no es el mio y en una lengua que no es la mía, después de verme forzada a emigrar de mi país donde las posibilidades para los jóvenes como yo son ninguna…
Saludos!!
Desde rebautizar esta ciudad como Mordor, hasta sentirte miserable en los sitios de ricos. Llegué en septiembre a esta ciudad y he sentido ser yo la que había escrito esta crónica.
Me alegra y no, compartir sensaciones.
Gracias!
Todo el mundo que ha vivido en NY y en London se ha pasado ya a comentar por aquí o aún quedan más???
Es una pena… Madrid tiene casi todas las desventajas de estas dos enormes ciudades, pero cada día se parece más a una ciudad de provincias y no a una gran urbe… En Madrid viviremos mientras se trabaje de lo de uno… Por que como tu muy bien dices, si te falla el plan A. Aquí ni para poner cafés hay trabajo.
Madrid también es una ciudad de paso para muchos.
Muy buen texto, gracias. Mi amigo Eloy ha tenido que volverse a Londres y le ha dado fuerzas.
jajajjajaja le ha dado fuerzas por q se quiere volver en dos meses a Madrid… El amor está por encima de otras cosas… Yo desde luego el plan B lo veo en Londres facilmente… NY me gustó mucho, pero complicado para un Españolito pobre… No conocí ni un Español en Ny que no fuera de buena familia. Estuve 16 días sin parar de salir, conocer gente e ir a fiestas… Por cierto, la fiesta en Londres y Berlín la mejor con diferencia.
Hola Bárbara
Tu artículo me parece brillante. Viví exactamente los mismos años que tú en los EEUU (entre Boston, Penn, New Mexico y Chicago) y conozco Londres, aunque menos. Lo que has hecho, es decir, generalizar, es lo que hace la gente viajera y observadora, es decir, lo ÚNICO que se puede hacer (tendría algún sentido parar cualquier observación diciendo ´pues yo conozco a un londinense que sí habla con desconocidos´). Sobre todo, felicitaciones por desentrañar lo mejor que tiene EEUU (la capacidad de reinventarse constantemente, a cualquier edad, y sin ser juzgado) y lo peor (la etiqueta de ´loser´ aplicada arbitrariamente, según las modas, y a menudo a gente que no aspira a dejarse la piel y la vida por una fortuna a cualquier precio. Brillante!
Bárbara, yo nunca estuve en NY, pero sí viví en Londres durante dos años y tu artículo ha sido uno de los poquísimos que he encontrado alguna vez sobre la ciudad con el que me he podido sentir plenamente identificado.
Y a los demás comentaristas, con todo mi respeto: ¿aún no habéis entendido lo que es un artículo de opinión? Pues eso, no os lo toméis tan a la tremenda e intentad disfrutar de las experiencias y opiniones ajenas, pues ahí está la riqueza y la gracia del asunto.
Me gusta tu punto de vista y como lo escribes. Londres puede ser una ciudad «difícil» de entender al principio. Se nota que has vivido poco por aquí. Yo creo que si vuelves a escribir el mismo articulo en un par de años la balanza de «pros y cons» será mas equilibrada para ambos sitios. Disfruta tu aventura. Saludos Dario
Nunca he estado en NY, pero me he sentido plenamente identificado con Londres. También llevo poco por aquí, y pese a que lo intento, acostumbrarte al frío continuo y sobre todo al permanente gris es duro. Supongo que son ciudades con muchos puntos en común, y yo sé que disfrutaría más de NY seguramente, pero el punto europeo de Londres para mí es muy importante cuando trabajas.
Lo que más me ha gustado es lo de vivir «mentalmente» en tu país. Me ha hecho reflexionar sobre que quizás debería dejar de hacerlo. Dejar de leer noticias de allí, dejar de comunicarme tanto con la gente de allí. Y vivir un poco más aquí, que al fin y al cabo para eso somos jóvenes y estamos en una ciudad con miles de posibilidades.
Llevo un tiempo en Londres y sé a lo que te refieres: esa esfera caliente antes conocida como sol. Cómprate una sad light, de las que se usan para tratar la depresión estacional. FUNCIONA.
Pues tiempo al tiempo, lo dice alguien que se adaptó rápidamente y que ya suma 9 veranos. Es cierto que la grisura aburre y desconcierta, pero igual pasa cuando irrumpe un inesperado mes de calor, como los del 2006, cuando Hyde Park se quedó sin césped, los londinenses agotaron las reservas de flip-flops y en casa nos compramos el primer ventilador. La ciudad no te regala mucho, pero si la exploras y le pierdes el miedo a los recovecos, encontrarás verdaderos oasis de tolerancia y ánimo. Hay que saber buscar y hoy gracias al groupon y demás esquemas salvadores, uno va pasándola lo mejor posible. Por demás, si hace falta entretenimiento, aprovecha y recorre la ciudad de autobús, donde encontrarás algún que otro compatriota que, charlando con el de al lado o al móvil, compartirá historia y vivencias con los demás pasajeros, como si nadie más comprendiera el castellano. Y así, escandalosamente, te enterarás de las más inimaginables peripecias, cosa que los ingleses no harán, a menos que vayan ya por la sexta o séptima «pint» de cerveza, pero entonces no te reirás con tanto gusto.
Ha sido un placer leer este artículo de Barbara. Da una visión personal (todas lo son) y muy interesante (sólo algunas lo son). ¡He disfrutado leyéndola!. Gracias también a Jot Down donde pocas veces leo plumas femeninas (al principio pensaba que era una revista para tíos y todo). Mola encontrarse estas sorpresas. Gracias.
Gran artículo, Bárbara. No entiendo las absurdas críticas, parece que a la gente le molesta que tengas tus propias sensaciones de NY y Londres.
Yo una noche me emborraché en el marquee y tomé un taxi hasta elephant and castle. Allí hice el amor con una italiana
Y una tarde crucé el puente de brooklyn y me enamoré de una neoyorquina. Me llevó a su casa , era camarera . Puso un disco de Lennon y dormimos juntos