Deportes

La literatura del fútbol, la literatura sobre el fútbol, la literatura contra el fútbol

Nick Hornby

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Al ser interrogado alguna vez acerca del fútbol, el escritor argentino Jorge Luis Borges atribuyó su popularidad al hecho de que “no hay nada más popular que la estupidez”; antes, había dicho: “Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos”. Borges demostraba así que su desprecio por el fútbol era tan grande como su desconocimiento de las reglas de ese deporte, ya que lo habitual es que solo corran diez jugadores por bando mientras los dos porteros o arqueros guardan su portería (aunque el portero turco Rüştü Reçber solía correr detrás del balón, según recuerdo), pero, en cualquier caso, ¿quién podría llevarle la contraria al autor de El Aleph?

(Algunos otros escritores, por supuesto: Umberto Eco, Henry de Montherlant, Vladimir Nabokov, Alan Sillitoe, Anthony Burgess, Albert Camus, Nick Hornby y otros, todos grandes aficionados.)

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Aunque hubo un tiempo en que no parecía posible interesarse por la literatura y por el fútbol, hace mucho que ese tiempo parece haber quedado atrás, y hoy son numerosos los escritores que se interesan (nos interesamos, debería decir) por las dos cosas, al punto de que la intersección de ambos intereses es ya, de algún modo, un género o subgénero de la literatura, en particular de la hispanohablante. Un listado provisional de los escritores en esta lengua que han escrito sobre fútbol debería incluir a los argentinos Roberto Fontanarrosa (autor del que, en mi opinión, es el mejor cuento de fútbol: 19 de noviembre de 1971, acerca del día de “la palomita de Poy” del que hablaba en un artículo anterior de esta serie), Eduardo Sacheri, Rodolfo Braceli, Osvaldo Soriano (autor de unas Memorias del Míster Peregrino Fernández y de unos Cuentos de los años felices en los que hay mucho fútbol), el uruguayo Eduardo Galeano (un escritor que, por otra parte, debería estar en las listas negras de cualquier lector de calidad), el mexicano Juan Villoro (Los once de la tribu, Dios es redondo), los españoles Javier Marías (Salvajes y sentimentales), Manuel Vázquez Montalbán (El delantero centro fue asesinado al amanecer), Antonio Hernández (El Betis: la marcha verde), Juan Bonilla, Camilo José Cela (autor de unos Once cuentos de fútbol y demostración palpable de que una de las principales responsabilidades de un escritor para con su obra es encontrar una buena viuda), Gonzalo Suárez, David Trueba, Ramiro Pinilla, Sergi Pàmies y Enrique Vila-Matas, pero también Rafael Alberti, Manuel Alcántara y Gerardo Diego, seleccionados junto a otros por Luis García Montero y Jesús García Sánchez (Chus Visor) en la reciente Un balón envenenado, antología de poesía hispanohablante sobre el fútbol.

Naturalmente, no es una lista de autores menores (y puede ser ampliada, por ejemplo con los muchos y magníficos libros de periodistas como Santiago Segurola, Manuel Jabois y Enric González, entre otros), pero el hecho de que, a pesar de todo, hayan sido pocos los escritores que han hablado de fútbol (es decir, pocos en relación a la importancia social de ese deporte y a lo mucho que se habla y se escribe sobre él en nuestros días) parece entrañar una contradicción a lo dicho anteriormente. A falta de su constatación, quizás pueda arrojarse una hipótesis que resulta de la lectura de los cuentos de fútbol: la razón de su escasa ficcionalización en la literatura se debe al escaso interés narrativo de este deporte. No en vano los mejores relatos de fútbol no se ocupan, o solo tangencialmente, de los lances del juego: estos no son realmente atractivos cuando son puestos por escrito; leer acerca de una jugada toma más tiempo que contemplarla y es menos atractivo. Lo interesante narrativamente es aquello que rodea al fútbol y escapa a su racionalidad deportiva, a su reglamento, a las jugadas y a las tácticas empleadas durante un partido.

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Algo similar parece venir a decir el cine sobre fútbol: filmes como Harry el futbolista (dirigida Lewin Fitzhamon, 1911), Pelota de trapo (de Leopoldo Torre Ríos, 1948), Match en el infierno (de Zoltán Fabri, 1961), El presidente del Borgorosso F.C. (Luigi Filippo D’Amico, 1969), La angustia del portero ante el penalty (Wim Wenders, 1972), Escape a la victoria (John Houston, 1980), Ultra (Ricky Tognazzi, 1990), Das Wunder von Bern (Sönke Wortmann, 2003) y otros prestan escasa atención al juego a pesar de que la visualidad del medio cinematográfico determina de antemano que estos filmes estén en mejores condiciones que la literatura de narrar un partido de forma atractiva.

Si un medio de la visualidad del cinematográfico claudica ante la posibilidad de construir un relato atractivo acerca del fútbol que vaya más allá de lo meramente documental, optando por referirse más bien a amoríos, relaciones entre padres e hijos, criminalidad organizada (e incluso nazis) con el fútbol como telón de fondo, ¿cómo podría la literatura ir en otra dirección? Buena parte de la literatura de ficción acerca del fútbol procura responder a esa pregunta: personalmente, no tengo la impresión de que lo haga de forma satisfactoria, y aun admitiendo que hay excelentes textos sobre el fútbol (el lector puede proponer sus favoritos, por supuesto), me interesa mucho menos lo que podríamos denominar la literatura socialmente sancionada del fútbol que un cierto tipo de literatura marginal y, por consiguiente, más libre, más popular, menos centrada en la recreación ficcional de lo que sucede en el fútbol que en el ejercicio de una antropología doméstica: los giros a menudo extravagantes de los relatores (que tanto varían de un país del orbe a otro), los textos y las canciones compuestos por las aficiones para alentar a sus equipos (la circulación de temas y motivos de un lado a otro del Atlántico no ha sido suficientemente estudiada, pienso), las historias de los equipos y de los jugadores y, en particular, las de aquellos que han fracasado.

Entre los ejemplos de esto último me interesan particularmente dos: el blog de Pablo Díaz La liga hecha un cromo, en el que el autor tira de álbumes de cromos (llamados “figuritas” en Argentina) para contar historias de la liga española de fútbol de dudoso gusto: la del día en que Marco Van Basten acabó con la carrera futbolística de Jordi Roura, actual segundo entrenador del FC Barcelona; la del prodigioso Atila Kasas, la de Claudemir Vitor y su esperpéntico paso por el Real Madrid, etcétera: ya solo volver a ver el bigote del colombiano Adolfo “Tren” Valencia o la pinta de abuelo bondadoso de Carmelo Navarro (jugador del Cádiz a finales de la década de 1980) convierte a La liga hecha un cromo en un blog de referencia (aunque resulta difícil explicar por qué a alguien le gustaría ver semejantes cosas: yo mismo no me explico por qué me gusta a mí).

El segundo ámbito para este tipo de literatura “baja” del fútbol se encuentra en En una baldosa, una página web mantenida por un puñado de aficionados argentinos con la colaboración de los usuarios. En ella se detallan las vidas más o menos desgraciadas de cientos de futbolistas argentinos y de otras procedencias que tuvieron sus cinco minutos de fama en la liga de ese país (y a veces considerablemente menos). El sitio es inusualmente cruel, pero también aleccionador, y el lector aprende en él bastantes cosas, ninguna muy importante: que los futbolistas tienden a escoger el peor corte de cabello posible en su época (esto, en la década de 1980, era inevitable, por cierto), que ser una joven promesa a menudo solo es el preámbulo a convertirse en una triste realidad, que siempre se puede caer más bajo (algunos clubes de la sexta división italiana parecen existir solo para dar refugio a los futbolistas argentinos poco afortunados, por ejemplo), que las drogas, el alcohol, las madres y las novias son los principales enemigos del futbolista, que Dios es un ojeador poco fiable y, como escritor de vidas de futbolistas, alguien con un sentido del humor bastante singular (por no decir macabro). Muy pocas ficcionalizaciones del fútbol pueden compararse a estos relatos verídicos (por cierto, Borges también realizó la suya: junto a Adolfo Bioy Casares escribió en 1967 un relato titulado Esse est percipi que anticipó la transformación del fútbol en un espectáculo en el que hay más de simulación que de deporte y en el que quien menos importa es el aficionado; el cuento puede encontrarse en la Red).

[Próximamente: Los malos y los buenos del fútbol en Argentina y en todos los demás lugares]

Borges y Bioy Casares

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39 Comentarios

  1. Y esa descalificación hacía Eduardo Galeano, a qué se debe?
    Podrían explicarme :Eduardo Galeano (un escritor que, por otra parte, debería estar en las listas negras de cualquier lector de calidad)

    • Pues que salvo cuando escribe de fútbol (y aun en ocasiones cuando lo hace) pergeña panfletos infumables.

      • Brancaleone

        Yo me fumo las obras de Galeano con muchísimo gusto, desde «Las venas abiertas de América Latina» hasta «Espejos» pasando por «El Libro de los Abrazos». Y en ninguna de ellas se habla de fútbol.

        Otra cosa es que se identifique usted con el bando de los oligarcas, la explotación de los débiles y el capital. En ese caso entiendo perfectamente que para usted el Sr Galeano sea tan agradable como que le metan un dedo en el ojo.

        • Me he limitado a hablar de su calidad como escritor, si por ello he de permanecer al bando de los «oligarcas y la explotación de los débiles», po fale, pero es la primera noticia que tengo. En lo que sí tiene razón es que estoy de parte del lado del capital: considero que las cosas no son gratis y que si quiero disfrutar de ellas tengo que pagarlas. Si Vd. prefiere expoliarlas forzosamente, muy bien, pero eso no le va a hacer estar del lado de los débiles.

          • Alejandro

            Que bulgar «suena» queriendo usted tan refinado»sonar». Habla de expoliar, de capitalismo y de ideología en tan pocas palabras, que delata como un niño sus diferencias ideológicas con Galeano y por eso lo juzga y descalifica. Vaya asquerosidad se debe leer y descalificación sobre un escritor latinoamericano al que usted, no está en condiciones de juzgar ni calificar, y al cual seguramente, moralmente no le llega a los talones. Es muy buena la página. Muy buena. Lástima algunas apariciones como la suya. Un saludo.

          • Brancaleone

            Qué bueno lo de «bulgar»: te retrata, Alejandro.

        • Alejandro

          Que oligarca, soberbio y arrogante. Pena y vergüenza ajena me genera. Esquiva y no responde el tema de fondo. Necio.

          • Brancaleone

            Habló la viuda de Galeano. Te felicito, Alejandro: esta vez te salió el mensaje sin faltas de ortografía.

            Eduardo Galeano es un mal escritor, que le vendió sus libros a un montón de tipos como vos que se creyeron que es «compañero» y se leyeron sus libros sin chistar. Te digo lo que dice una banda de mi país, El Cuarteto de Nos: «Cuando leí ‘Las venas abiertas’ que era un bodrio me di cuenta. A la cuarta hoja me dormí».

            Seguí participando, vos que no sos ni soberbio ni arrogante.

    • lo está.

    • «19 de diciembre de 1971» se llama el cuento del negro Fontanarrosa. Es la fecha del gol de Poy a ñul en cancha de River. Salutti.

  2. Sr. Pron, no ha citado usted a Benedetti (aficionado confeso al fútbol); su cuento El césped es sencillamente maravilloso y dedicó a Maradona su poema Tu tiempo es real.

  3. Eduardo Galeano igual mal escritor. ¿Qué más querés saber, Josecito?

  4. Y perdona que disienta, pero, Escape a la victoria (Victory, que en España se tituló Evasión o victoria), ¿presta «escasa atención al juego»?
    La alineación de los aliados: -además de los actores Stallone y Michael Caine- Pelé (sin comentarios), Bobby Moore (inglés, estrella de la Inglaterra campeona del mundo en 1966 y jugó casi toda su carrera en el West Ham), Osvaldo Ardiles (argentino, estuvo en varios equipos de la Premier League), Paul Van Himst (belga, jugó -habéis acertado- en el Anderlecht), Kasimierz Deyna (polaco, llegó a jugar en el Manchester City), Alvaar Thoresen (este era noruego, creo que llegó a jugar en el PSV o en algún otro equipo holandés, pero no me arriesgo), Mike Summersbee (también jugó en el City, pero no estoy segura de si coincidió con Deyna), Co Prins (holandés, Ajax) y alguno que otro más…
    El capitán de los alemanes era Werner Roth, futbolista estadounidense de origen yugoslavo, que jugó durante 7 temporadas en el Cosmos de Nueva York y 15 partidos con la selección de USA.
    O sea, fútbol en estado puro.
    Para que haya más fútbol en una película… ha de dejar de ser una película para ser… un partido.

    • Y disculpe en tuteo; quise escribir «perdone».

    • Carlos Gustavo de Isla

      Mire, María, sin temor a sonar altisonante, le comento que en «Escape a la Victoria» el fútbol parece reducido a un mero rejunte de esfuerzos individuales que a una construcción colectiva. Que Pelé, cojo, malherido y arrastrándose por la cancha haga ganar el partido que perdían claramente, habla muy mal de sus 9 compañeros (Ardiles, pobre, jugaba prácticamente solo en ese partido) y ni que hablar de Stallone, quien se lo veía con ganas de arrastrar el balón hacia la portería como si de un ‘quarterback’ se tratase.
      Es una película que caricaturiza el fútbol sin quererlo, lo que da como resultado la peor de las caricaturas y un gran desperdicio. Y un fallo de John Houston, lo que la hace única.
      Aquí una crítica de un sitio bastante atinada a lo que es la película:
      http://www.soloquinceminutos.com/2009/01/escape-la-victoria-pel-stallone-y.html

      • Disiento de su opinión, Sr. de Isla.
        Desde luego, Evasión o victoria no deja indiferentes a los espectadores: tiene grandes detractores (como usted) y apasionados defensores (como yo).
        ¿Conoce algún otro momento de la historia -que no sea un Campeonato Mundial- en el que se hayan juntado tantas estrellas internacionales?
        En mi opinión (que no tiene por qué compartirla nadie), la película es una historia de amor: amor a la libertad y amor al fútbol. Y (sigue siendo mi opinión), quien sea capaz de ver el clip final http://www.youtube.com/watch?v=N6aX2XAS1F0 sin emocionarse, o no ama la libertad o no ama el fútbol.

  5. Brancaleone

    Me considero un lector de calidad pero lamentablemente no tengo ninguna «lista negra». De tenerla, el Sr Pron sería un firme candidato a encabezarla, aunque sólo fuera por el descrédito gratuito e innecesario hacia su colega de profesión Eduardo Galeano; o por no tener en cuenta que está escribiendo para un medio español, país en el que la película de John Huston se tituló «Evasión o victoria»; o por ignorar el maravilloso relato «10.6 segundos» de su compatriota Hernán Casciari, uno de los mejores retratos que se han hecho del mejor gol de todos los tiempos.

    O simplemente, por resultar tan obvio y tan prepotente en este artículo.

    • Va a ser que el prepotente es usted, amigo Brancaleone. Si además le gusta Casciari usted de lector de calidad no tiene nada.

  6. Hibai López

    Hola. Si no me equivoco, Umberto Eco tiene unos textos muy interesantes sobre deporte pero no es ningún aficionado al fútbol; más bien lo odia. De hecho, tiene una anécdota donde habla sobre el día en que conoció a Sean Connery en el rodaje de El nombre de la rosa. Después de estar un rato largo en la roulotte del actor le preguntaron a Eco al salir que qué tal con Connery, a lo que respondió con desdén: ¡sabe mucho de fútbol!

  7. liberty valance

    En su último libro «Vida de un escritor» , Gay Talese(su deporte favorito es el baseball) se interesa por las sensaciones de una futbolista china después de un error que le cuesta un titulo a su selección.
    A mi modesto entender periodismo puro. Nada de tópicos; futbol femenino y chino.
    Lean el libro y disfruten de sus historias.

  8. Yo creo que el talento como escritor de Galeano es indudable (también el de Casciari, por cierto) y me considero un lector de calidad (cualquiera puede meterse en mi blog y comprobar lo que he leído los dos últimos años y opinar). No he leído nada de lo escrito por el autor del artículo fuera de sus intervenciones en este medio, y sólo lo he visto en el programa de libros «Página 2», donde la imagen que dio sí fue un tanto prepotente. A mí eso me da igual si escribe bien (probaré a leer algo que haya producido con ese enorme talento que parece tener), pero la descalificación absoluta sobre la capacidad de Galeano me parece un poco fuera de lugar. Quizá si lo hubiera matizado con un «bajo mi punto de vista» o algo similar, no me habría parecido una salida de pata de banco tan grande.

  9. Aldo Pedro

    Muy buen artículo. No entiendo a qué viene tanto aspaviento.

  10. Pron es argentino y Galeano uruguayo,poco más se puede decir

  11. Guardiolista

    Pron escribe desde hace años en un diario uruguayo y está casado con una uruguaya. ¿Tan difícil es entender que no le gusten Galeano ni Benedetti? Hasta ayer no era pecado. ¿Hoy sí?

    • Carlos Gustavo de Isla

      Me parece que está casado con una venezolana… y no dice que «NO LE GUSTA» Galeano, sino que no le gusta Galeano opinando de fútbol.
      Es como Sarita Carbonero. A todos nos gusta, pero cuando abre la boca para trabajar, se acaban las coincidencias.

    • El tema no es que le guste o no le guste Galeano, sino que afirma tan sueltamente que es «un escritor que, por otra parte, debería estar en las listas negras de cualquier lector de calidad».

      El tema es la prepotencia y soberbia del ignoto autor para descalificar a uno de los más grandes escritores latinoamericanos (y también para juzgar la calidad como lectores de los que admiran al uruguayo).

      Gustos al margen, es una linea muy poco feliz.

  12. David Ventura

    Al catálogo de relatos vinculados con el fútbol, añadiría dos títulos: ‘El fín de los buenos tiempos’ de Ignacio Martínez Pisón -merecería formar parte de la Antología de Cuentos Tristes de Monterroso- y el inquietante ‘Belgrado 1976’ incluído en el libro «Llenad la tierra» de Juan Carlos Márquez.
    Valen mucho, muchísimo la pena. Y a mi también me extraña que algo tan salvajente humano como el fútbol, que puede ser heroico o miserable -como la misma condición humana- no tenga más presencia en la literatura.

  13. ¿Qué más tienen en común Benedetti y Galeano?
    Su pasión por Maradona:
    http://www.fotolog.com/football_news/

  14. Hombre!! Ya que habéis mencionado a En Una Baldosa también podríais haber tirado de su némesis más localista, que tiene también cromos, fracasados, horteras y rarismo!! Los Amigos de Colusso vs Amigos de Kukleta!! ;-)

  15. Existe un blog colectivo, «Palanganismo Exacerbado», que en su imposible combinación de mala leche, inteligencia, radicalismo futbolístico, cultura académica, descarnado análisis social, y misantropía, resulta de lo más brillante.
    Absténganse béticos, atléticos, y madridistas. El resto, leed con cuidado, que pincha.

  16. Pingback: 22/02/13 – La literatura del fútbol, la literatura sobre el fútbol, la literatura contra el fútbol | La revista digital de las Bibliotecas de Vila-real

  17. Y cual vendría a ser tu argumento? Que les hizo creer a varios que era «compañero» (?) y que el cuarteto de nos dice que las venas es «aburrido»?

    Profundos argumentos, no hay con qué rebatirlos. Eres el puto amo de los comentarios.

  18. Excelente aproximación al tema.

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