El último baile Opinión

La última picadura del Piojo López

El PiojoLópez era uno de los protagonistas habituales de aquel mítico Fiebre de fútbol original que se emitía los lunes por la noche en Canal Plus, solo para abonados. Mi madre lo grababa en una cinta VHS y, al salir de la universidad, yo lo recogía para pasar una tarde entera de martes delante del televisor mientras mi abuela no podía creer lo que veía. Le tenía un cariño especial, no sé por qué. Supongo que el hecho de ser la estrella del Racing de Avellaneda ayudaba. Si en España mis dos equipos son el Racing de Santander y el Estudiantes madrileño, en Argentina no pueden ser sino el Racing de Avellaneda y el Estudiantes de La Plata, aunque en 1996, el Estudiantes era un equipo menor y el Racing goleaba en La Bombonera a placer y quedaba siempre a un paso del título que nunca llegaba.

López era un jugador eléctrico, nunca un goleador. Sus primeros fracasos con el Racing los arrastró a la selección olímpica argentina, la maravillosa quinta de Almeyda, Crespo, Ortega y compañía, que cayó sorprendentemente ante Nigeria en la final mientras Andrés Calamaro y Ariel Rot no podían creérselo en una habitación del Hotel Santemar y yo me hacía el experto que no pasa de ser un friki que se sabe muchos datos pero no tiene ni puñetera idea de lo que es el juego.

Tras la decepción, Piojo fichó por el Valencia y encontró al entrenador ideal: Luis Aragonés. El resto fueron variaciones, pero, como es habitual, el que puso la primera piedra fue Luis, aquellos años de disputas con Romario y “míreme a los ojitos”. El equipo venía de perder a Mijatovic, que no era poca cosa, y se echó en las manos de delanteros rápidos, letales al contraataque, indetectables para los defensas, especialmente los lentos defensas del Barcelona, los Frank de Boer y compañía, que para cuando giraban la cabeza ya tenían a López encarando a Hesp tras pase al espacio de Mendieta.

A Valdano, sin embargo, no le gustaba “el Piojo”. Él insistía en sus columnas del Marca en que “el López bueno” era Gustavo. Que eso sí que era un futbolista y no el tal Claudio. Valdano y sus vértigos ante lo vertical. En Valencia, Piojo se convirtió en un goleador más que aceptable, especialmente cuando le acompañaban “El Burrito Ortega o “La Cobra Illie, ese invento de Claudio Ranieri, otro ferviente defensor del repliegue y el estallido que le dio al Valencia una Copa del Rey y se fue al Atleti, dejando el zoológico “che” en manos de Héctor Cúper.

Probablemente, aquellos fueran los mejores años de la historia moderna del Valencia. Mejores incluso que los años de dobletes con Benítez. O a la altura, por lo menos. En la 1999/2000, López fue el máximo goleador de su equipo en Liga de Campeones y plantó a su equipo en la final. Valdano estaba que trinaba. Aquel era un equipo sin excesos que se enfrentaba a otro equipo completamente excesivo, fuera y dentro del campo, el Real Madrid de McManaman, Anelka, Raúl y Morientes. Por supuesto, era la primera final de la Champions para el Valencia —el año siguiente llegaría la segunda, ante el Bayern de Munich, con Cañizares insultando al cielo tras perder en los penaltis— y pese a todo nos parecía el favorito.

La final se jugó en París, donde dos años antes Zinedine Zidane se había convertido en el héroe de todo un país goleando a Brasil en la final de la Copa del Mundo y Ricky Martin atronaba en los descansos. El Valencia había terminado la liga tercero y el Madrid, sexto. El año anterior, en la eliminatoria de Copa del Rey que daba acceso a la final, el partido de ida había acabado 6-0 para los valencianos. Se habla mucho de las picaduras del Piojo al Barcelona de Van Gaal, pero el Madrid tampoco se le daba mal. Cualquier equipo que se abriera era equipo para el Piojo. Aquel Madrid de Del Bosque, sin embargo, estaba para pocas bromas: defensa de cinco, con Iván Campo, Karanka y Hierro imponiendo atrás y dos laterales de largo recorrido como Salgado y Roberto Carlos. En el medio, Redondo, ayudado por McManaman y delante, Anelka, Raúl y Morientes. Dos mediocampistas para luchar contra los Mendieta, Kily, Gerard, Farinós y compañía…

No hubo problema, el Madrid ganó 3-0, Sanchís y Hierro salieron en los minutos finales y el Piojo hizo las maletas para irse a Italia, a la Lazio, que era el Manchester City de la época y que muy poco después ficharía también a Mendieta.

El argentino se llevó a Roma su talento y su velocidad… y su gafe. La Lazio venía de ganar el doblete liga-copa por primera vez en su historia y durante los cuatro años de López en el club apenas sumó una Copa más y en el último momento, en 2004, justo antes de su traspaso al América. Fueron cuatro años de anonimato, repletos de lesiones y fichajes multimillonarios que le dejaban en el banquillo una y otra vez. El fútbol italiano no era un fútbol de espacios, era un fútbol para los Batistuta, Crespo, Trezeguet y compañía, nada de velocistas.

Con 30 años cumplidos, el Valencia volvió tras sus pasos, más por darle una alegría a su afición que otra cosa. Benítez había dejado el club tras dos ligas y una UEFA y llegaba de nuevo Claudio Ranieri, quien había heredado al Piojo en su momento y le había convertido en una estrella. El fichaje tenía sentido hasta cierto punto pero en medio se coló el dinero mexicano, abundante en aquella época. Al Piojo no le fue nada mal en el América, a Ranieri le fue bastante peor en el Valencia. Duró unos pocos meses y le sustituyó Quique Sánchez Flores, quien a su vez duró dos años para ser sustituido por Ronald Koeman y así sucesivamente. Ya saben el manido “Vete ya” de cada derrota en Mestalla.

Piojo prefirió ser cabeza de ratón a cola de león. Lejos ya de la selección argentina, perdida su explosividad, un campeonato más calmado como el mexicano parecía un destino ideal. Hay que tener en cuenta que aunque México no era Italia ni Alemania ni Inglaterra tampoco era ya aquella liga a la que llegaba Butragueño con 32 años y convertía al Celaya en subcampeón desde la nada. Su primer año fue flojo, pero en el segundo se proclamó mejor jugador del campeonato, con 14 goles, dos de ellos en la final y título de liga para su equipo. ¿Sería el renacer del Piojo López? No habría mejor piedra de toque que el propio Barcelona, esta vez con otro holandés en el banquillo, Frank Rijkaard.

Fue en el Mundialito de Clubes de 2006. El América venía como campeón de la CONCACAF y el Barcelona como Campeón de Europa tras aquella final —en París, cómo no— contra el Arsenal de Wenger. Eran los tiempos en los que aquel equipo parecía imbatible antes de empezar a ser batido por propios y ajenos y acabar perdiéndolo todo, incluso una liga que tenía ganada a diez jornadas del final. En aquel invierno de 2006 ya había dudas pero no tantas: de acuerdo, el equipo jugaba peor, algunos resultados, como el 3-0 ante el Sevilla en la Supercopa de Europa habían sido sorprendentes… Dani Mateo se temía una catástrofe en Japón pero esa catástrofe no llegó en semifinales, desde luego: el América fue un juguete en manos de Ronaldinho y el partido acabó 4-0. Sin noticias del Piojo. Sin noticias de nadie, de hecho.

La aparición de su nombre en los periódicos, sin embargo, activó de nuevo la nostalgia. España es el país nostálgico por excelencia y de repente el Piojo, con 33 años, empezó a recibir ofertas del Espanyol, del Betis… su nombre seguía funcionando como una especie de sortilegio cuya única mención ya haría a la defensa contraria tirar mal el fuera de juego. Nada se concretó. Fue lo mejor para todos. Ninguno de los que le seguíamos desde 1994 queríamos ver a Claudio arrastrarse por la liga española y a Valdano repetir “ya os lo dije, ya os lo dije” por las emisoras.

Su destino fue el Racing de Avellaneda. Bonita manera de cerrar el círculo si no fuera porque el Racing era un equipo en destrucción. Después de unos años de gloria con un título incluido, el equipo se desmoronaba, coqueteando con la promoción y con el Tano Pasman de turno pidiendo traspasos, dimisiones, linchamientos… Al Piojo se le quitaron las ganas de acabar su carrera donde la empezó. Salvó al equipo de la promoción y se largó a Estados Unidos, en concreto a los Kansas City Wizards, equipo de una ciudad con gran tradición deportiva pero nula repercusión mediática, menos en lo futbolístico. De los dos años en el club, como estrella indiscutible, queda este gol que le marcó a los L.A. Galaxy en uno de los primeros partidos de David Beckham. Un gol de pillo, como siempre, solo que esta vez el pillo, en vez de pegarse una carrera de 50 metros tras aprovecharse del rechace y regatear al portero, prefirió disparar desde el medio del campo. Excesos, los justos. El balón fue siempre a esa altura a la que el portero no sabe dónde colocarse, si atajar más adelante o tapar la portería… No hizo ninguna de las dos cosas y su gol dio vueltas por la ESPN, que es lo más a lo que aspira un futbolista en Estados Unidos en plena temporada de béisbol.

Aquella fue su última picadura. Cuando acabó su contrato, en 2010, López pensó en volver a México, volver a Argentina. Seguro que alguien en algún equipo de España quería ficharle… pero acabó en los Colorado Rapids, otro equipo anodino pero muy competitivo, con el que ganó la MLS para despedirse del fútbol profesional a los 36 años. Jugó solo 14 partidos y no anotó ningún gol. No apareció en los resúmenes de Fiebre Maldini y Carlos Castellanos ya no hablaba de él ni de Álvaro Recoba sino de los Araújo, Iturbe y compañía. Era el momento de colgar las botas y coquetear con que en algún momento Ranieri le vuelva a llamar para alguna aventura rusa, turca, griega, catarí. Alguna aventura, en definitiva.

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11 Comments

  1. Pingback: La última picadura del Piojo López

  2. Jason Compson

    En fin… El trío de centrales eran Campo, Karanka y el infravalorado Ivan Helguera. Teniendo en cuenta que los artículos no son de actualidad no creo que sea malvado exigir exactitud en los datos.

    • Es cierto, en la parte de la temporada en la que el Madrid se jugó la Champions, Hierro estaba lesionado y en la final sólo salió (Sanchís lo hizo minutos antes) a levantar la copa.

    • Ale__

      Y debería añadir que la labor de Helguera en ese triplete de centrales fue una de las claves del Madrid para ganar esa Champions. Fue más libero que central, sacando el balón bien jugado desde atrás, ayudando a los centrocampistas y subiendo algunas veces al ataque. Una pena que algunos ya no lo recuerden, pero aquella fue la mejor versión de Helguera que llegamos a ver. Si hasta hizo que Ivan Campo pareciera un buen defensor.

  3. ¿A quién le importa? Aquí venimos a hablar del Piojo. Enorme! Grandísimo artículo, por cierto.

  4. Ignatius

    Yo tuve el placer de verlo en vivo, en Mestalla, en infinidad de ocasiones. Fantástico jugador. No un super clase, claro, pero era letal en velocidad, espacios y a la contra. Y un tipo honesto. Se marchó buscando otros retos y mejor contrato, dejó dinero al club, y se le guarda un gran recuerdo y aprecio. Grande Piojo.

  5. Nigromante

    «Ranieri le fue bastante peor en el Valencia. Duró unos pocos meses y le sustituyó Quique Sánchez Flores, quien a su vez duró dos años para ser sustituido por Ronald Koeman y así sucesivamente. Ya saben el manido “Vete ya” de cada derrota en Mestalla»

    Yo creo que debieron mantener a Koeman hasta que les bajara a segunda, una vez conseguido el objetivo, hubiera merecido una estatua en alguna plaza centrica, «Monumento a Ronald Koeman, del Valencia CF por sus logros, bajar a segunda división 2007-08»

    No entiendo como no se le respeta más a este hombre, su futbol de tiralineas era espectacular, esas derrotas por 0-3 en casa cada 15 dias eran foá de pato francés.

    Y Quique ? vamos, Quique, ni que hubiera incendiado el club con una guerra cainita que acabó con un vestuario dividido en trincheras matandose unos a otros, ni que fueran habituales las bacanales en los hoteles que hacia que la mayoria jugara los partidos con resaca, peleandose con ojos morados, y tal.. Quique tambien merece una estatua, y una insignia de oro y brillantes, y el premio del Fifa World manager , es tan gran entrenador… ahi lo está disfrutando el MAnchester City, campeones los ha hecho el hombre… dicen que igual susituye a Mourinho en el Madrid, meritos ha hecho en inglaterra desde luego….

    • Ignatius

      Chapó. Normalmente, los manidos estereotipos acerca de la afición del Valencia, suelen venir desde una ignorancia arrogante. Y es que a NADIE, le da por preguntar. Se dan por hecho las cosas y ya está.
      Se da por hecho de que somos llorones por quejarnos de que cada vez que vamos al Bernabeu, nos perjudican. Entonces, se elude a nuestro complejo de inferioridad, a la envidia, para justificar nuestras quejas. Cuando a alguien le da por analizar las quejas, se sale con el manido «los arbitros unas veces te dan y otras te quitan», eslogan que podría servir si de vez en cuando nos diesen alguna en el Bernabeu, no contra el Granada, por ejemplo.
      Pero claro, es mejor simplificarlo todo a nuestro resentimiento y antimadridismo injustificado por la derrota en Paris… Si es que hay que ser memo e imbécil para creerse tal idiotez. Aquí hay mucho antimadridismo, igual que hace 25 años, había antibarcelonismo (esto era mas bien por un tema político). El antimadridismo en Valencia, comienza cuando teniendo a Suker medio hecho, Lorenzo Sanz, firma con Asensio el contrato televisivo y con el adelanto se lleva a Suker, y cuando mas tarde, se lleva de manera sibilina a Judas Mijatovic. Judas por que en un encuentro de peñas en un mes de febrero, encuentro al que yo asistí, juro y perjuro que no había firmado nada por nadie, y que su intención era seguir en el club …. cuando en enero ya había firmado por el Madrid. Digo de manera sibilina, porque el Madrid, no se dirigió al Valencia para preguntar por Mijatovic. LLegó, pagó y ya está. Por eso, cuando quiso a Mendieta, en vez de seguir el mismo modus operandi, Floren dijo que no pagaría la claúsula de rescisión porque no quería enemistarse con ningún club…. acababa de pagar la de Figo, que para no querer enemistarse… no le temblo el pulso. Aquí suponemos que no la abonó, amparado en el señorío, no porque fuese de 10000 millones de las antiguas pesetas (estoy en modo irónico, claro).
      El vete ya… si es que todo el mundo admira a Koeman, a Quique, a Unai…. Pues hala, a disfrutarlos. Que padecerlos ya los padecimos nosotros bastante. A Quique, ese gran entrenador, hay que agradecerle el que se posicionara a favor de los jugadores en contra del director deportivo (Carboni), por la antipatía que se tenían. También hay que agradecerle el que tuviese a un futuro campeón del mundo en la plantilla, y no fuese capaz de darle ni un minuto (Juan Mata). A Koeman, hay que agradecerle el ser el perro de su amo (Soler), que destrozara un equipo, casi haciéndole descender, que se ganase una copa del rey,(autogestión del equipo. Incluso jugó un tal Mata y marcó un gol, claro, ya no estaba Quique) que se celebró perdiendo el siguiente partido 5-0. en casa del Ath. de Bilbao. Y Unai, un entrenador con tan buena prensa como escasa personalidad, que en cuatro años ha sido incapaz de ganar o empatar partido alguno contra rivales de similar o superior categoría a la nuestra

  6. Grandes aquellas noches en las que cada ver que el Barcelona veía enfrente al Valencia le temblaba las piernas de un miedo escénico de quien sabe por experiencia, que va a pasar.

    Jugadores como Farinos y Gerard también merecerían algún artículo así, por lo infladas de sus esperanzas entonces y el resultado final que nos ha dado la historia.

    De todas formas, me sigue sorprendiendo el tratamiento caniita de la afición de Mestalla con todos los entrenadores que han pasado por sus banquillos (Koeman si se lo merecía).

    • Ignatius

      Amigo Verseau, aquí no se trata igual a todos los entrenadores. Benitez es un dios. Aragones no ganó nada, pero se le respeta y se le tiene cariño. Ranieri es apreciado (y eso que tras ganar una copa del rey, decidió irse al at. de Madrid). Tal vez nuestro nivel de exigencia no sea comprendido desde fuera. A unai le fueron vendiendo todo. Pero el primer año se encontró con una plantilla en la que amén de baraja, albelda, Albiol, Vicente y Angulo, tenías una delantera con Villa, Silva, Mata y Morientes. Excepto el último, por edad, podrían ser perfectamente la delantera titular de la selección campeona del mundo y a nadie le extrañaría… Ese año (hablo de memoria) quedamos sextos en la liga, y jugamos europa league y nos eliminó el dinamo de Kiev en dieciseisavos. Se les ha exigido a los entrenadores, si. pero había plantilla y motivos para exigir.

      • Ale__

        A la afición del Valencia les pasa un poco lo que al resto de habitantes de la ciudad: quieren aspirar a más, se creen más, se sienten partícipes del triangulo de la riqueza nacional que conforman Madrid-Barcelona-Valencia. Por ello, al vivir en una ciudad que debe estar entre las punteras del país, deben tener un equipo capaz de mirar a los ojos a los dos grandes. Ese sentimiento de grandeza ya se veía en las brabuconadas de Paco Roig allá por los 90, y solo se ha perdido cuando la ruina económica se les ha venido encima en forma de deudas y estadio a medio hacer. La del Valencia es una afición acomplejada, ni cuando podian permitirselo sabían ser felices, de ahí que cada entrenador que pase sea pitado, criticado o insultado. Hasta Cuper y Benitez escucharon eso del «vete ya» en sus inicios. Hasta Quique y Unai fueron masacrados por, según algunos sectores del club, no hacer que el equipo jugara bien al futbol. Bastante hacía el donostiarra con mantener al equipo en posiciones altas de la liga teniendo una plantilla hecha con remiendos. ¿Que nunca ganó al Madrid o al Barsa? Es que esos dos juegan en otra liga, no la del Valencia.

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