(Viene de la primera parte)
1. Las putas y la iglesia
Documento de 1422, Archivo Municipal de Castellón:
“El ayuntamiento abona los gastos en Semana Santa de las prostitutas”.
(Citado por F. Roca Traver en su libro Ordenaciones municipales de Castellón de la Plana en la Baja Edad Media)
Que cada uno extraiga sus propias conclusiones…
2. El sueño de la razón engendra monstruos: el comunismo, los niños y la familia
Orlando Figes, en su libro Los que susurran explica los planes de los comunistas rusos de la década de los años veinte con respecto a la educación de los niños:
«Tal como consideraban los bolcheviques, la familia era el mayor obstáculo para la socialización de los niños. Al amarlo, la familia convierte al niño en un ser egoísta, y lo alienta a creerse el centro del universo, escribió la teórica de la educación soviética Zlata Lilina. Otro teórico de la educación decía: ‘Obligar a la madre a entregar su niño al estado soviético: esa es nuestra tarea'».
(Pero si los comunistas tenían planes, los nazis los hicieron realidad. Hitler consiguió que muchas jóvenes alemanas tuvieran hijos solo para entregárselos al Partido. Aquí los estados totalitarios, independientemente de su ideología, vuelven a coincidir. Pero en realidad esto no es nuevo. Tanto los nazis como los comunistas no hacían más que mirar a la Antigua Grecia. Pero no a Atenas: a Esparta. Los espartanos eran todo menos demócratas. Y una de las virtudes de su sistema era sacar a los niños de las familias y recluirlos durante veinte años en campamentos militares. El buen ciudadano espartano no era el que votaba sus derechos y sus obligaciones, sino el que mataba y moría sin piedad y con orgullo por su Polis. ¿Les suena?)
3. El párrafo de Rosseau que se saltó Lenin
«La verdadera igualdad no se encuentra en que la riqueza sea la misma para todo el mundo, sino en que ningún ciudadano sea tan rico que pueda comprar a otro ciudadano, ni que sea tan pobre que se vea obligado a venderse».
(Jean Jaques Rousseau, La Cuestión Social)
4. Campeones de cinismo (por aclamación popular)
— Candidato primero: Napoleón III
Cuando en 1851 Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón, se convirtió en Napoleón III gracias a un golpe de estado, lo primero que hizo fue encarcelar a más de 20000 personas acusándolas de intentar acabar con la República Francesa mediante un golpe de Estado, es decir: justo lo que él había hecho. Luego, para legitimar su usurpación (una vez ya controlaba la policía y el ejercito, y casi todos sus principales enemigos estaban arrestados o muertos), mandó convocar un referéndum popular que, por supuesto, ganó.
— Candidato segundo: Guillermo II, emperador alemán
Guillermo II. Kaiser alemán, mandó una carta al gobierno belga en 1914 donde decía:
“Por ello el gobierno alemán experimentaría el disgusto más profundo si Bélgica considerase como un acto de hostilidad el hecho de que Alemania se vea forzada por las medidas de su adversario a penetrar en territorio belga para su defensa”.
Esta carta es de un cinismo ejemplar. El emperador alemán les está diciendo a los belgas, ese país “pequeño y despreciable” (con el que por cierto había firmado un pacto de no agresión, que el mismo emperador consideraba “sin valor alguno”) que les piensa invadir, pero “sin mala voluntad”, solo para evitar que los franceses ataquen a Alemania desde Bélgica, cuando lo cierto es que los franceses no tienen la menor intención de invadir Bélgica (porque los franceses sí respetan a los países neutrales y a los países con los que tienen acuerdos, y porque, además, tampoco tienen intención de iniciar ninguna guerra, al menos no hasta que esa guerra es inevitable), por eso se “ofendería” si los belgas, ese país “insignificante” (al que por cierto los alemanes también invadieron en la Segunda Guerra Mundial, sin respetar su neutralidad, por supuesto, pero es que “les pillaba de paso”, hay que entenderlos…) mostraran resistencia alguna. De hecho, resistirse a ser invadidos sería considerado “un acto de hostilidad” (Hitler tomó buena nota de ello, como veremos…). Así que, ¿qué opción les quedaba a los pobres belgas? Abandonar las fronteras y dejarse invadir tranquilamente por cualquiera que pasara por ahí… Y es curioso, porque esta carta es anterior a la invasión belga, que era el camino más corto de invadir Francia, y ahí el Kaiser cometió un error, porque dejó ver su estrategia. Al acusar a Francia de pretender atacar a los alemanes pasando por Bélgica, dejó claro lo que ellos, los alemanes, pensaban hacer. Y sin embargo este error no le salió caro. Los franceses no tomaron nota de sus planes. Aunque la invasión a Bélgica no le salió gratis: fue una de las causas que decidieron la entrada de Gran Bretaña en la guerra.
— Candidato tercero: Hitler
Hitler, al declarar la guerra a Polonia dijo textualmente que “él había intentado mantener la paz, pero que la actitud hostil de los polacos ante los alemanes le obligaba a declararles la guerra”. Si no fuera porque como dijo Steven Spielberg después de rodar La lista de Schindler “con los nazis no se pueden gastar bromas”, nos podríamos tomar como un chiste la declaración (dirigida a su pueblo, no al resto del mundo) de Hitler. Nos podríamos reír un rato del “deseo de paz” de Hitler y de la “actitud hostil” de los polacos (“hostil”, curiosa palabra, cuando la emplea uno de los principales gánsteres de la historia, alguien cuya política exterior era: o me das lo que quiero o te mato, pero no te defiendas, que entonces me lo tomaré muy mal, y será peor, mejor me lo das con una sonrisa, aunque te quite hasta las bragas: véase Checoslovaquia), que no le dejaba (pobre Hitler) más remedio que declarar una guerra “indeseada”. Sí, podríamos reírnos. Si no fuera porque los polacos nunca se enfrentaron ni trataron de “ofender” a Hitler (al contrario, “tragaron” hasta que no pudieron más: entonces les declaró la guerra). Si no fuera porque las ansias expansionistas de Hitler (junto con unos cuantos más: pero no muchos más en este caso, como dice bien Eric Hobsbawm, “ni siquiera el pueblo alemán quería la guerra”, a diferencia con la Primera Guerra Mundial, que tuvo mejor acogida) provocaron la muerte de 50 millones de personas. Así pues, el cinismo de Hitler no puede ser tomado a broma. Pero si algo no puede ser es negado e ignorado. Y para eso, para que no pase eso, alguien se debe tomar la molestia de explicarlo bien en las escuelas, y alguien (muchos) se deben tomar la molestia de atender a lo que ese alguien les está explicando. ¿Es pedir demasiado?
5. Los viejos amigos
Hitler admiraba a Stalin y Stalin admiraba a Hitler.
Después de La noche de los cuchillos largos, cuando Hitler acabó con las S.A. y mató, entre otros muchos, a su viejo aliado Röhm, uno de las personas que le habían convertido en lo que era, Stalin dijo de él: «¡Qué gran tipo!, ¡Qué bien lo ha hecho!».
Por su parte, en varias ocasiones, cuando Hitler creía que sus generales no entendían sus planes (su genialidad, desde su punto de vista), su reproche principal hacia ellos era: «Tenía que haberlos matado a todos, como Stalin», refiriéndose a las purgas realizadas por el dictador ruso dentro del ejército de la Unión Soviética en el año 1938 (en esas purgas, prácticamente «descabezó» al ejército y eso le costó perder la guerra con Finlandia, pero ese detalle no parecía importarle mucho a Hitler).
¿Por qué será que esta mutua admiración no me sorprende demasiado?
6. El úlitmo olvido: valientes que nadan a contracorriente
“Los inquisidores creo que no deberán juzgar a nadie a menos que los crímenes puedan ser documentados con pruebas concretas y objetivas, lo suficientemente evidentes como para convencer a los que las oyen”.
Esta frase pertenece a Alonso de Salazar y Frías, inquisidor de Logroño que se enfrentó a otros inquisidores al defender la inocencia de los acusados de brujería en un proceso multitudinario en el País Vasco (más de 5000 personas implicadas) a costa de su propia vida, pues él mismo estuvo muy cerca de ser acusado por sus propios colegas. Finalmente en este caso la historia acabó bien. Remitidos a Madrid los informes de la causa, el Consejo General decidió decretar la suspensión del proceso en 1614. Otros no tuvieron tanta suerte.
7. La naturaleza del poder (visto por una mente lúcida):
«El rey debía estar continuamente alerta para que las clases permanecieran separadas las unas de las otras, de tal manera que no pudieran aproximarse ni entenderse en una resistencia común, y que el Estado nunca tuviera que entenderse a la vez más que con un número muy pequeño de hombres separados de todos los demás».
(Alexis de Toqueville, El Antiguo Régimen y la revolución).
1789 no queda tan lejos…
…Y 1830 tampoco…
Recordemos lo que decía Stendhal en su novela Lucien Leuwen sobre el reinado de Luis Felipe de Orleans:
«La banca está a la cabeza del Estado. Hay necesidad de muchos soldados para contener a los obreros y a los republicanos».
Y ya de paso recordemos las tres bancarrotas de Felipe II y su dependencia de los banqueros genoveses y lusos, y preguntémonos si alguna vez la banca ha dejado de estar a la cabeza del estado (de un modo más o menos solapado). O mejor no nos preguntemos nada. Mejor pongamos un programa tonto y sentémonos en el sofá. Pan y circo. Y si no hay pan, entonces doble de circo… ¿también les suena, verdad?
8. El origen olvidado del comunismo
«En 1819 un patrón de una fábrica inglesa redujo los salarios a más de la mitad con la excusa de la luz artificial que se tendría que gastar en invierno. Llegó el verano y la reducción de los salarios continuó. Luego, al otro invierno quiso reducir aún más el salario. Los obreros se negaron a trabajar y fueron condenados a un mes de cárcel. (En 1819 tanto las huelgas como los sindicatos eran ilegales. ¿Y qué pensáis que pasó cuando salieron de la cárcel, ¿volvieron tranquilamente a su trabajo?, ¿creéis que su patrón los recibió con los brazos abiertos, como hijos pródigos?)».
(Citado en el libro: Historia del movimiento inglés, de Morton y Tate)
Otro ejemplo: en 1841 el Ministro de Comercio de Francia defendía el trabajo infantil en las fábricas (a partir de los ocho años) diciendo que era positivo para los niños, pues «el hábito del orden, de la disciplina y del trabajo debe ser adquirido cuanto antes mejor». Eso era como decirle a un esclavo que debía aceptar cuanto antes su condición de esclavo, y que encima esa condición era beneficiosa para él. Puro cinismo… (Y no hace falta recordar cómo eran las condiciones de trabajo en esa época para saber qué clase de «beneficioso» futuro esperaba a esos niños…).
9. El as en la manga
(O como sacar partido del dolor de tu enemigo)
Barcelona 1909.
Después de reprimir duramente a los obreros de Barcelona en la Semana Trágica (no querían ir a morir a Marruecos, no querían ser carne de cañón, no querían que a la guerra fueran solo los pobres, ¡qué gentuza!) el gobierno aprovechó para librarse del maestro y pedagogo Ferrer i Guardia (¡la Escuela Moderna!, ¡el demonio en persona!), al que asesinaron sin contemplaciones (podían hacerlo, tenían la ley de su parte), y, ya de paso, para cerrar otras 120 escuelas laicas de Barcelona y provincia. Así mataron a dos pájaros de un tiro, y pagaron a la Iglesia por su silencio y por su callada cooperación a la hora de mantener el sistema de la Restauración, un sistema creado por las élites y para las élites y que se quiso mantener aun cuando ya estaba carcomido y podrido en su totalidad. Y eso aunque alguno de sus propios defensores, como el político conservador Antonio Maura dijera que «Hay que hacer la revolución desde arriba para evitar que la hagan desde abajo». Pero como pasa siempre, la lucidez de Maura le salió cara… A él, que probablemente era uno de los políticos que mejor habían comprendido que los problemas sociales de España no se iban a solucionar con “unos cuantos tiros”, le tocó, como Jefe del Gobierno en ese momento, ordenar la represión de los sublevados en Barcelona, algunos claramente anarquistas y comunistas, pero otros simples padres de familia, reservistas que solo querían seguir con su vida normal, y que no estaban implicados en ninguna actividad de las que el gobierno pudiera considerar subversiva. Maura tuvo que ordenar disparar a la policía y al ejército (que, desde luego, se emplearon con ganas) y encima eso le costó luego su destitución. Y por si fuera poco tuvo que sufrir dos atentados anarquistas, aunque en esto se puede decir que tuvo más suerte que otros políticos de su momento. En cualquier caso, el gobierno, el rey, las clases dirigentes, no hicieron ningún caso de su consejo. Ponerse a pegar tiros era más fácil.
(Continúa)
Pingback: La historia que no nos contaron (II): Campeones de cinismo
Interesante. Pero hay unas cuantas erratas en el texto que sería recomendable corregir. Erratas gramaticales, no contextuales.
Saludos.
Horrorosamente escrito. Indigno de JotDown. Las ideas muy interesantes, eso sí, pero sin aparecer ligadas ni elaboradas con rigor… ¿No se podría corregir?
Me ha gustado el artículo. No sabía nada de ese inquisidor que se enfrentó a sus colegas. Lo de «hay que hacer la revolución desde arriba para evitar que la hagan desde abajo» me ha parecido muy sorprende. Es una pena que las personas lúcidas, sean del partido o de la ideología que sean, suelan acabar tan mal en este país… ¡Así nos va!
Lo del inquisidor que se enfrentó a sus colegas es un caso famoso que ilustra por qué en España nunca llegaron a haber «cazas de brujas» como en los países protestantes. Teníamos otras cosas, pero esa no.
A mí me parece bastante interesante; tengo cierta debilidad por los textos algo anárquicos, que arrojan luz a fogonazos, y permiten al lector formarse su propia visión de conjunto. ¿Horrorosamente escrito? ¿No es un tanto exagerado?
Hola.
Soy el autor del artículo. Lo de las erratas y la estructura del texto es «mea culpa». Lo repasé bien (o creí hacerlo) y me pareció (es lo que pretendía) que estaba contado de una manera simple y directa, a base de ejemplos y de esbozos generales, de tal manera que cualquiera, aunque no supiera mucho de historia, pudiera entenderlo. Por ejemplo, yo no quiero contar el origen del comunismo (hay muchísimos buenos libros sobre el tema) sólo poner dos pequeños ejemplos que a mí me parecen muy reveladores sobre como era la situación del proletariado a principios del siglo XIX. Y, por supuesto, la Semana Trágica de Barcelona se puede contar mucho mejor, pero yo no quiero hacer un repaso exhaustivo de lo que pasó (que para eso ya hay buenos libros, digo) sino incidir en un hecho que se suele olvidar: como el poder siempre es capaz de sacar partido de todo, incluso de sus momentos de debilidad, de sus momentos de crisis, pues además de repeler un ataque directo, como en este caso, aprovechó para librarse de un enemigo secundario pero molesto (para ellos): las escuelas laicas. Y al final resulto que el poder salió fortalecido de la Semana trágica, y no debilitado, para desesperación de anarquistas y comunistas. Pero al mismo tiempo es triste comprobar como aún dentro del poder hay voces críticas (como Maura) pero como esas voces generalmente no pueden hacer nada por cambiar las cosas. Tal vez si se hubieran seguido las tesis de Maura, si el poder hubiera comprendido que debía «ceder un poco» en lugar de aumentar la represión, luego no se hubiera llegado a la Guerra Civil. Pero, claro, esto no lo sabremos nunca. Y además es mi opinión personal, tan buena o tan equivocada como cualquier otra.
La estructura del texto me parece la acertada. Yo hablaba de erratas puntuales como «Gillermo» en vez de «Guillermo» y ese tipo de chorradas.
Saludos.
A mi me ha encantado el texto, tanto en la forma como en el contenido.
Saludos.
Me ha gustado el articulo, algo anarquico, pero son eso ideas sueltas, con el nexo común de tener mucha jeta los protagonistas de esos hechos o frases.
qué raro. No mencionas a franco y a fraga? convocaban un referendum y votaba el 110% Bien que le jodía a Fraga cuando se lo recordaban
Hola.
Soy el autor. Sí. Tienes razón. Aquí podría estar Franco perfectamente. Pero me ha parecido que era un caso demasiado bien conocido y he preferido hablar de otros casos que no se conocen tanto. De todas formas sobre España hay mucho que contar. Sí que me gustaría desmontar algunos «mitos» del Franquismo (sobretodo mentiras «oficiales», que hay muchas) y sobretodo el periodo de la Restauración, con los «chanchullos» de los caciques. Ahí hay historias que no tienen desperdicio y que como decía el político catalán Vicente Almirall hacía que toda Europa se riera de nosotros (y con razón). Eso queda para futuros artículos.
Gracias por vuestros comentarios.
«…y que como decía el político catalán Vicente Almirall hacía que toda Europa se riera de nosotros (y con razón). Eso queda para futuros artículos».
No tardes mucho en escribirlos, Alfonso, porque una nutrida parte de la población española no se ha enterado todavía del ridículo y la vergüenza internacional que provocan personajes como nuestro caudillo, el revisionismo de pacotilla que le acompaña en estos últimos años y la pesada herencia que arrastramos. A pesar de triplicar el porcentaje medio de desempleo de la UE y estar prácticamente a la cola de cualquier tipo de estadística que mida los avances y el progreso de la sociedad, todavía hay quien piensa que nuestro país pinta algo en el mundo.
Por un lado, está el sector privilegiado de la oligarquía española, que lleva años retroalimentándose y está compuesto por gente que vive en su mundo paralelo, con sus estudios CUNEF, sus máster en EE.UU y sus altos cargos a dedo, convencidos de que sus privilegios son lo habitual y a ellos no les regalan nada. Luego esta el sector de la clase trabajadora al que les das un móvil última generación, un Ipad y una casa con piscina y ya pueden andar a dos velas, que siguen pensando que han llegado a algo y acaban votando a los que defienden los intereses de esa oligarquía porque, sin saber muy bien cómo, se creen que son de los suyos.
Buen artículo, con interesantes mensajes sobre los que merece la pena reflexionar.
Y no sé si meteré la pata, por puro desconocimiento de la historia, pero me choca, en el último texto, cuando se dice, en tono justificador, que a Maura «le tocó ordenar la represión…». Justamente me parece una frase con un alto contenido de cinismo!
Muy interesante pero el tema de ceder a lo hijos a la sociedad o al Estado no sólo estaba en Esparta. Si no recuerdo mal Platón lo defendía en la República.
Salvando las distancias, el problema es no tanto que una padre o una madre conviertan al hijo en egoista por su amor insustituible (en general) cuanto que consciente o inconscientemente le transmiten sus limitaciones, paranoias, etc y eso es muy triste con un ser que está todavía por hacer y que quieras o no lo vas marcando a fuego (otra cosa es si el Estado o sucedáneo lo haría mejor, claro). A mi eso es lo que mas me atormenta cuando trato con mis hijas.
Platón, de hecho, lo copió mal disimuladamente de Esparta. En la Atenas de su momento había dos partidos, el democrático y el aristocrático, y Platón siempre simpatizó con el aristocrático (con muchos matices) que tenia como referencia a Esparta.
Eso del Estado sustituyendo a los padres se vivió durante la época de Pol Poth y los Jemeres Rojos en Camboya. El Estado era el Padre de todos y sustituía en todos los ámbitos a la familia.
La historia del ser humano está jalonada de episodios de este tipo, además de los que cuenta el autor magnificamente.
Es lo que somos, pero así y todo algunos piensan que la suma de las codicias de cada uno va a dar de resultado el bien común de todos, y otros que el sometimiento y el servilismo es el estado natural de las cosas.
Mal redactado, y el punto curioso del texto se ve atenuado a medida que se van viendo los enemigos comunes en todas sus narraciones (nazismo, comunismo e Iglesia), y se van encontrando ausencias muy sonoras, como la II República, las mentiras de las independencias hispanoamericanas etc…
Vamos, que se le ve el plumero y además está muy lejos de estar al nivel de Jotdown.
¿Y de qué color lo tengo, el plumero, digo?
Bueno. En lo de mal redactado no voy a entrar. Sólo te diré que yo mismo pienso que el artículo anterior, la primera parte, está «mejor» redactado que esta segunda parte, en el sentido «tradicional» del término. Para esta segunda parte he preferido darme un carácter más espontáneo y coloquial, asumiendo los riesgos que ello supone. Nunca hay nada perfecto. Al menos yo aún no he llegado a la perfección (y supongo que no llegaré nunca, afortunadamente, porque si no sería muy aburrido seguir escribiendo).
En cuanto a lo del nazismo y demás. Bueno. No conozco nadie que realmente pueda justificar el nazismo y me parece que todo lo que se diga de ellos (o contra ellos) es poco, aunque desde luego episodios de locura y crueldad hay en todas las épocas y en todos los sistemas. Respecto al comunismo no estoy de acuerdo contigo. En la parte «el origen olvidado del comunismo» lo defiendo como algo muy justo y necesario, que es lo que creo que era. Otra cosa es lo que pasó después (Stalin, por ejemplo) y otra cosa es que puntualmente piense que en algunos aspectos se equivocaron. Pero francamente me parece que era uno de los movimientos que más razón tenía y que más podía haber hecho por el hombre en general, pero por desgracia las buenas intenciones se quedaron en eso o derivaron en algo peor. ¿Pero por qué dices que me meto con la iglesia? No creo que me meta mucho. La iglesia cristiana también tenía su razón de ser (y la sigue teniendo para muchos) y en general no creo que deba ser criticada como institución («en general», digo, otra cosa son hechos concretos o momentos concretos, pero su existencia no me parece negativa en su conjunto, a mí al menos no me lo parece…)
Y sí. Por supuesto. Podemos hablar de la Segunda República, y de la Primera, y del reinado de Amadeo de Saboya. Y del cantonalismo. Y de el intento de independentista de cataluña en 1640 (¿alguien se acuerda cómo acabó?, ahora que está de moda el tema) Y si quieres hasta hablamos de los Escipiones y de Aníbal Barca. ¿Pero no sería esto demasiado largo?
(Ah, y me olvidaba de Leopoldo II de Bélgica, y de Napoleón y de Nao Tse Tung (o Mao Sedong) y de…
(siempre quedará algo en el tintero…)
De todas formas muchas gracias por leerme. Todo nota de todos los comentarios pues creo que, primero, toda comunicación entre seres humanos es poca, y, segundo, de todas las críticas se puede aprender algo (aunque «te toquen un poco el ego», que todos lo tenemos…)
El autor.
Hablando de plumeros…
El párrafo de Adam Smith que se han saltado tantos neoliberales: «Cualquier propuesta de nueva ley o regulación comecial que provenga de los empresarios debe ser considerada con la máxima precaución, puesto que provendrá de una clase de hombres cuyos intereses nunca coinciden exactamente con los de la sociedad, que tienen interés en engañar u oprimir a la comunidad y que lo ha hecho ya en numerosas ocasiones.» (La riqueza de las naciones)
Otro buen ejemplode cinismo que no podria haber traido el amigo Alfonso es el de los fusilamientos masivos en la posguerra por parte de los franquistas bajo el epígrafe de «rebelión militar». Con dos narices.
Totalmente de acuerdo. Pero no sólo durante la postguerra, desde el principio de la guerra ya se les condenaba por «rebelión militar». Y pensar que este país tiene un congreso que no ha condenado ni la rebelión ni el régimen que le siguió….y nos llamamos demócratas
Muy buen artículo. Muy interesante y no me parece que esté mal escrito. Me parece bien cómo está. Claro y directo…
Me ha gustado esta segunda parte. Creo que el cambio de estilo narrativo ha dado en el clavo para despertar el interés y conseguir el tono «anárquicamente ordenado» que un tema así se merece (si es que era eso lo que usted pretendía Sr. Alfonso).
@Hipsters
A ver si os enteráis algunos comentaristas por aquí que el estándar de calidad lo ponen los propios autores, y no vosotros. Iros a exigir a dónde la espalda pierde su casto nombre.
Pingback: Jot Down Cultural Magazine | La historia que no nos contaron (I): idealismo y ambición
Tan interesante como la primera parte. Da gusto leer cosas tan amenas y tan llenas de contenido.
Te felicito.
La obra que se cita de Rousseau es El contrato social. Hay una errata en el texto.
Pingback: Jot Down Cultural Magazine | La historia que no nos contaron (y III): la historia no existe pero es todo
Por cierto, he leído algunos comentarios (en twitter sobretodo) sobre el punto de las prostitutas en Semana Santa y, aunque he preferido que cada cual extraiga sus propias conclusiones, me parece que hay una opción que no se ha tenido en cuenta: No será que el ayuntamiento les paga PARA NO TRABAJAR. Si es así se asume que las prostitutas necesitan trabajar para comer y eso da una visión del problema basado en algo más que prohibir, prohibir y prohibir.
Pero es sólo una opinión personal…