Cine y TV

En la casa, de François Ozon

En la casa de François Ozon

La vida de los otros

¿Cuáles son los límites morales de la ficción? Cuando se construye una ficción de la vida, cuando se escribe “el registro civil” de la sociedad —según cita célebre— ¿existe una responsabilidad moral respecto a los hombres y mujeres que habitan en la trama? ¿Puede el personaje revelarse ante su creador?

Esta pregunta filosófica articula En la casa de François Ozon; relato cinematográfico de claro enfoque múltiple que recientemente ganó la Concha de Oro de San Sebastián. La película muestra las relaciones entre un pupilo y un maestro en una sagaz contraposición de sus miradas como fisgones. Ozon, que proviene de un tipo de film más ligero, toma como punto de partida de la película una obra del español Juan Mayorga llamada El chico de la última fila. Esta pieza teatral establece el camino de aprendizaje literario y moral del pupilo que resulta espejo de las frustraciones de un profesor en su crisis de la mediana edad.

La aportación de Ozon es la construcción de un marco meta narrativo literario no poco deudor de los juegos de bibliófilo avezado de François Truffaut en Farenheit 451. Estos continuos homenajes junto a los rasgos de ironía de los retratos burgueses en la trama (bajo el espíritu de Chabrol) llevan la idea de Mayorga a una madurez intelectual poco habitual en nuestras pantallas. El adjetivo burgués aquí es, entonces, la piedra filosofal: la descripción del pupilo Claude García (un brillante debutante Ernst Umhauer) a su profesor Germain (el eterno aspirante a Don Juan del cine de Rohmer Fabrice Luchini) constituye una disección de la habitual familia de clase media-alta modelo de todo el realismo literario europeo. La contraposición entre esta y las vivencias familiares de Claude, la madre ausente y el padre parapléjico, crean una parodia consciente de lo que suponía ser partera emocional de las pequeñas miserias provinciales en la Europa del siglo XIX para el escritor recién llegado a París.

Así, lo que empieza como un simple juego de creación literaria entre el maestro y el sujeto acaba en una narración donde compiten los puntos de vista para deconstruir las miserias de la familia burguesa contemporánea. Claude, entonces, pasa de describir de manera tácita a la familia de su amigo empollón Rapha a introducir de forma leve, poco a poco, matices psicológicos, emocionales, que intentan adentrarse en las motivaciones de sus criaturas literarias. El trazado de la narración no puede ser más grácil: el joven vira del desprecio de un personaje —la madre de Rapha— con la devastadora frase “cuerpo de mujer de clase media” a la descripción de sus difusos deseos. Se topará, como sabe cualquier escritor, con la mediocre realidad urbana de la Europa occidental en la que Houellebecq ha erigido su propio panteón literario.

De este modo la pugna entre el maestro y el alumno hace avanzar y retroceder el relato, conociendo el primero de manera aguda, de viejo zorro de las letras, los excesos líricos y defectos descriptivos de su nuevo alumno hasta bien entrado el metraje. ¿Cuál será el grito de independencia y venganza de Claude ante la tiranía de este improvisador editor? El más terrible, el que nunca pudo prever: su conversión en personaje ficticio dentro de la comedia humana de su protegido. Este giro no resulta truco improvisado: es sembrado en escenas sueltas, donde se escenifican los dramas maritales del aburrido Germain con una insatisfecha Jeanne (Kristin Scott Thomas) como malograda galerista. He ahí como el narrador, Ozon, nos ha hurtado a la verdadera Regenta en un juego de máscaras de una sutileza fastuosa.

Las actuaciones, fuera del dúo Umhauer-Luchini, tienen en los Rapha a Emmanuelle Seigner como inevitable figura edípica y a Denis Ménochet y Bastien Ughetto como representaciones masculinas con ambiciones casi siempre cómicas. Todos ellos hacen de En la casa una comedia de tono en inicio ligero, pero que avanza de manera vertiginosa —como un folletín victoriano— a lo trágico en los últimos momentos del minutaje.

Obra rápida, de equilibrio extraño entre el diálogo teatral y algunos juegos avanzados de narración visual, su rasgo más sobresaliente es el constante bombardeo de referencias referidas al panteón literario francés. El resultado es que cada elemento de la trama, cada avance narrativo, está asociado a los libros de los santos laicos de la literatura gala, permitiéndose incluso sarcasmos para los aficionados como el uso de Céline y su Viaje al final de la noche en una de las pocas escenas violentas del film.

Y siempre, en cada escena, el narrador ejerce como demiurgo mundano de las apariencias detrás de las finas paredes de la convivencia burguesa: celdas minúsculas de la gran colmena social que esconden los mayores dramas bajo el spleen somnoliento de un domingo por la tarde: “…et, à la maison, repassait, cousait, blanchissait, surveillait les ouvriers, soldait les mémoires, tandis que, sans s’inquiéter de rien…”

Estreno el 9 de octubre
T.O.: Dans la maison
Nacionalidad: Francia
Duración: 105 min.
Director: François Ozon
Intérpretes: Ernst Umhauer, Fabrice Luchini, Erms Umhauer, Kristin Scott Thomas

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4 Comments

  1. Que raro que nadie haya comentado, es que acaso es demasiado película para nosotros o demasiada nota?

  2. A mí me pareció una película muy inteligente. Al parecer Ozon pretendía ambientarla en Inglaterra pero le dió pereza hacer el casting. ¿No pensásteis que el matrimonio del profesor recordaba mucho a los matrimonios maduros de Woody Allen (Allen y Keaton por ejemplo)?

  3. Azul laguna

    Sin deámbulos, alguien ha entendido el final? (escena desde que el chico entra en casa de el profesor hasta que está enfrente del edificio?

    Me encantó la película pero el final mereció algo más redondo. Por qué el profesor pega a su mujer? Por qué su mujer se quería marchar de casa antes de que entrase el profesor? Es ella estéril o simplemente no han querido tener hijos?

  4. Pingback: maribelúbeda en escaladegrises » Blog Archive » Neo y Retro Vanguardias en arco13

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