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Librerías con encanto: Gil (Santander)

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“Esta es una foto de mi madre, embarazada de mi hermano Jesús, el pequeño. Dos años después abrió la librería”

Florentina Soto fundó la Librería Gil en el año 1967, con el apoyo de su marido. “Era  una sociedad machista, claro, imagínate; las cuentas, las propiedades, todo estaba a nombre de mi padre”. “Una de las cualidades que tenía mamá es que sabía hacerlo bien, sin que se notara que era ella, sin tener que destacar”

Nos reciben en el local de La Plaza Pombo(1) Paz y Maleni, que son quienes se ocupan ahora, junto a sus hermanos Jesús y Ángel, de mantener vivo el legado de Florentina, de continuar con lo que ella empezara en aquel primer local de poco menos de 30 metros. “Le encantaba leer… El éxito de mi madre, su acierto —o así lo vemos nosotros— fue apostar por los libros; se resistió a tener revistas, nunca fue un quiosco” Además, les enseñó con el ejemplo la importancia de relacionarse con otros libreros. “Es para nosotros fundamental la relación con otras librerías”(2)

Nos cuentan también, sobre Florentina, que sigue leyendo muchísimo, a sus 87 años, que son un grado en esto del qué se ha leído; cómo aún hoy acuden a ella: “los libros que nos envía, por ejemplo, Periférica, u otras, es ella quien los lee primero, y nos dice qué le parecen; le enviamos de todo, y confiamos en lo que nos dice, tiene muy buen criterio”. Según nos lo van contando, haciendo el esbozo, dejando las dos hermanas entrever cómo fue propiciando su madre lo que ahora es GIL SOTO, S.L, —más que un negocio familiar, una forma de ver la vida, de entender la cultura, apuntamos aquí—, es fácil imaginar qué personalidad fue la que hizo todo esto posible, lo amena e instructiva que puede resultar una charla con ella, toda una institución, librera cultísima, conciliadora, expansiva; madre también de cinco hijos, cada uno de los cuales fue encontrando su propio camino, su propio espacio en este universo: “Empieza Ángel, que es el mayor, y luego van entrando todos. Él es el optimista; cuando nos ve preocupados por la situación actual nos dice tenemos para pagar a los trabajadores y a los proveedores, que es lo importante, ¿no? Pues ya está, salimos adelante”. Ése es el espíritu, sin duda.

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No podemos dejar de detenernos en lo ideal del emplazamiento del magnífico local en el que hoy hemos tenido la suerte de que nos atiendan. Recuerda Paz que cuando volvió a Santander, ya después de haber estado en Madrid estudiando periodismo, haber también vivido unos años en San Sebastián, solía pasear por allí con su compañero (saldrá a continuación en negrita, permanezcan atentos), y soñar: “una librería aquí… No, imposible, muy difícil. Y diez o quince años después salió este local, lo conseguimos. El sitio es fundamental, es muy muy literario: la Plaza Pombo, el ver el mar desde aquí, los soportales”. La reforma corrió a cargo de Pedro Fernández Lastra. “El edificio fue en tiempos una garbancería, el agua llegaba hasta aquí mismo, imagínate, y no se había apenas tocado la estructura, no te haces una idea de lo que nos encontramos”, nos hace notar Maleni; quiere que apreciemos como se merece  el trabajo que se ha hecho para conseguir, respetando los pilares y elementos claves del edificio, un espacio moderno y acogedor, muy cálido. “Es el único local de todos los de alrededor que conserva aún los elementos originales”, concluye.

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Qué no tendrá este lugar, aparte de lo ya dicho, cuando tantos y tan ilustres personajes les visitan. Veíamos este verano posar a un ufano Mr. Higgins  con un ejemplar de  Un poco perdido —iniciativade Pepa Montano, la editorial de la casa— de su compatriota Chris Haughton, quien atesora, tal parece, todos los premios habidos y por haber, y que a nosotros, por qué no decirlo aquí, nos ha gustado tanto como Yo quiero mi gorro, otra de sus publicaciones, una de esas historias que al final nos hacen disfrutar a los adultos casi tanto o más que a los niños. Si un cuento te hace sonreír es que es un gran cuento.

Estuvieron también con Leonardo Padura, durante su estancia en Santander, con motivo de la invitación que le hizo la UIMP para que protagonizara uno de  los martes literarios. Paz nos lo presenta y cuenta la anécdota que hemos elegido de entre otras tantas:”Tiene cuatro primeras novelas sobre un comisario en La Habana que se llama Mario Conde, curiosamente. Está muy bien por cómo relata la vida en la ciudad. Luego hizo más, pero esos cuatro, a mí es que me encantan.  Y fue ya hace unos dos años, cuando sacó un libro que se llama El hombre que amaba a los perros, muy recomendable también, la historia del asesinato de Trosky a manos de Mercader, que a mí me pareció buenísimo, cuando nos enteramos de que venía. Entonces, claro, yo llamé a Tusquets, y les dije que quería conocerlo, tomarme un café con él, lo que fuera. Porque no iba a venir a hacer una presentación, no tenía sentido pudiendo verle la gente que quisiera en la universidad. Así, que le invitamos a comer en la librería, con más gente, nos juntamos unos doce o trece… y el hombre encantado, claro, hicimos algo completamente distinto. Pedro hizo gazpacho y bonito, improvisamos una mesa, y ahí comimos”

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«…el logo que usamos con los animales lo diseñó en 1998, cuando abrimos la librería de San Fernando, Isidro Ferrer, premio nacional de diseño en el 2002»

«Nuestra gran baza, de todas formas, es la gente con la que contamos». Será Gisela (hace siete años que está con ellos, en narrativa y ensayo, los que tiene la librería de la Plaza Pombo) la que nos recomiende, como ya lo hiciera Rafa en Hydria, a Erri de Luca. A ella le gustó especialmente El peso de la mariposa, “es un poco diferente a los otros, no se desarrolla en Nápoles, como Montedidio o Los peces no cierran los ojos; este es la historia de un cazador, como una fábula; se lee de un tirón. Sale a cuento también un autor chileno, como ella, Hernán Rivera Letelier: “sus libros transcurren en el norte de Chile, las antiguas salitreras, en La Pampa, y el de La contadora de películas es una historia muy dulce, nos gustó mucho. Mariola, por su parte, es quien se ocupa de la literatura infantil y el libro ilustrado. Y nos vamos a quedar sin conocer a Nikolina, hoy de vacaciones, que se encarga de toda la cartelería, de actualizar la web; sin poder hablar en detalle con el resto. Es lo que tiene el tiempo: que se acaba.

No obstante todo lo anterior, creemos que el mejor final para esta modesta crónica, por lo bien que ilustra qué significa Librería Gil, en qué se ha ido convirtiendo a lo largo de todos estos años, el cómo han sido capaces de aglutinar en torno a todos ellos a una gran cantidad de lectores y de libreros que les tienen como punto de referencia y encuentro, es la colección de fotografías Librerías del Mundo, que no son sino todas las instantáneas que les han ido enviando clientes y amigos a lo largo y ancho de sus viajes cuando, al ver una librería o un puesto con libros en el Congo o Sebastopol, se han acordado de ellos. «La historia de esta exposición empezó con una postal que nos enviaron desde París —Queridas hermanas Gil…, nos la muestran, la tienen guardada con gran cariño— en la que aparecía una librería, y nos contaban que nos la enviaban para enseñárnosla, que les había recordado a la nuestra. La pusimos entonces a la vista, y la gente se fijó, y empezaron a llegarnos de todas partes… Mira, por ejemplo, de Estrómboli, que ya es difícil viajar allí, y este chico se acuerda, hace la foto, y nos la envía.»

Lo que a nosotros nos parece es que cuando estás por ahí viajando por placer, o por un trabajo que te gusta y que te ha llevado lejos, de quien te acuerdas es de quien te ha hecho en algún momento feliz, de con quien te ha gustado  estar, de precisamente alguien con quien te apetece compartir todo eso, y que el envío de todas esas fotos no es sino el cumplido testimonio de lo que se ha intentado, con mejor o peor oficio, contar hoy aquí.


NOTAS:

(1)   Son tres las librerías que ahora tienen abiertas: La que visitamos en la Plaza Pombo, la de General Dávila y la de San Fernando.

(2)   Junto a  Oletvm en Valladolid, Librería Luces en Málaga y Librería Cervantes en Oviedo, Librería Gil forma parte de Librerías con Huella, por ejemplo, una iniciativa que les sirve tanto para poder ampliar el catálogo, prestándose con rapidez libros entre sí, como para financiar proyectos como la construcción de una bibliotea en el Sáhara, o simplemente intercambiar información o viajar juntos a las ferias.

Fotografía: Gema González

 

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10 Comentarios

  1. ¿Pensais poner a la venta la revista en la librería? Lo digo porque no podría venirme mejor: vivo al lado de la de San Fernando.

    • En la Central de Pombo tuvieron (o tienen aún) el número uno de la revista. Pásate y pregunta. Saludos.

  2. Grumete, ya esta a la venta el número uno. Al menos en la de Pombo, pero creo que en la de San Fernando también

  3. De verdad que es una librería con encanto.

  4. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Librerías con encanto: El árbol de las letras (Valladolid)

  5. Me ha encantado el artículo y la serie, si me lo permites te quiero recomendar una librería de Burgos, esta en el centro Hijos de Santiago Rodríguez, creo que ya es centenaria. Me encanta la parte de arriba donde esta la librería donde pierdo horas y horas. Sobre todo ahora que soy padre.
    Otra librería que me encantaba (hablo en pasado porque es de mi época de estudiante en Madrid y ahora no sé si estará abierta) esta en la calle Zurbano a la altura de la Policía, es una librería de barrio abarrotada de libros y una persona al cargo que te recomienda y no tiene miedo a ofrecerte clásicos.

  6. Esta libreria es la más especial de Santander, cualquier novela gráfica que se os ocurra la conocen, la tienen o la pueden conseguir. Entrar en la libreria Gil de Pombo es introducirte en un mar cálido y tranquilo, frente al de verdad, gris y habitualmente hostil. Va a ser de las pocas cosas que echaré realmente de menos de Santander. Resistid, siempre volveremos.

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