“Dicen que por lo menos una vez en la vida todos los hombres asisten a un milagro. El mío ocurrió la tarde de un sábado de marzo de 1969 sobre el pasto mojado del Parque Saavedra cuando un pibe bajito, que me dijo que tenía ocho años —y yo no le creí—, hizo maravillas con la pelota” (Francisco Cornejo, primer entrenador de Maradona)
El 29 de junio de 1986, en el estadio Azteca de México, Diego Armando Maradona levantaba la Copa del Mundo ante un público extasiado y el revuelo de una prensa que desde los años cincuenta no había asistido a un momento semejante: la ceremonia de coronación de un futbolista. Porque una cosa es señalar a un jugador como el mejor del mundo y otra cosa muy distinta es verlo ceñirse la corona. Lo primero conlleva la fama; lo segundo, la gloria eterna. Es un momento raro e inusual, incluso en un deporte tan multitudinario como el balompié, porque ha de producirse durante un acontecimiento muy determinado que sólo tiene lugar cada cuatro años. De hecho, una coronación así sólo se ha producido dos veces. Una, en 1958. Otra, en 1986. Seguimos esperando la tercera.
Maradona, de veinticinco años de edad por entonces, llevaba ya bastante tiempo siendo considerado por muchos —aunque no por todos, ni mucho menos— el mejor futbolista del planeta. Pero su asombroso repertorio técnico y su desbordante creatividad sobre el césped no bastaban para reclamar el trono. Su situación en 1986 era similar a la de Michael Jordan en los inicios de su carrera: todo el mundo podía ver que se trataba de un jugador especial, pero la escasez de grandes títulos servía a los escépticos para recordarle que aún tenía por delante a varios e ilustres genios veteranos que sí acumulaban un abultado palmarés. Al Maradona de principios de 1986 aún no se lo había apeado a los altares de la Historia. La prensa de aquellos años —lo comentaremos varias veces a lo largo de este relato porque conviene no olvidarlo— era bastante menos complaciente con los futbolistas, especialmente con los jóvenes, que la prensa actual. Para ganarse un lugar en el Olimpo un jugador debía graduarse obligatoriamente en la gran batalla futbolística del orbe: el Campeonato Mundial. Si habías nacido en un país futbolísticamente débil, mala suerte; por muy bueno que fueras, la corona iba a esquivarte porque nunca dominarías un Mundial. Si habías nacido en un país potente, entonces ya no tenías excusa para no hacerlo, si es que querías ser considerado un rey. Maradona, jugando para una nación campeona como Argentina, tenía una obligación consigo mismo: ganarse la gloria que él pensaba merecer en el susodicho Campeonato del Mundo, para cumplir un sueño que muchos años atrás, siendo todavía un chaval, había expresado ante las cámaras
“Crecí en un barrio privado de Buenos Aires. Privado de agua, privado de luz, privado de teléfono”
Criado en el barrio de chabolas de Villa Fiorito, quinto de ocho hermanos, nacido en una mísera familia donde había que medir lo que se servía en los platos para que todos pudieran comer, Diego Armando Maradona fue uno de los últimos futbolistas en emerger desde, literalmente, el estrato más bajo de la sociedad. Él mismo recordaría después cómo su madre parecía tener siempre dolor de estómago: una sufrida mentira que ella usaba para no cenar y repartir su propia ración de comida entre los hijos, quienes sólo de adultos se detuvieron a pensar que quizá aquella mujer no había sufrido dolores noche tras noche, sino pura y simple hambre. Maradona era un niño sin futuro ni esperanza, condenado de nacimiento a una existencia marginal, de la que jamás hubiese escapado de no ser por el balón. Sin entender este origen, no se puede entender al Maradona hombre, pero es que tampoco se podría explicar al Maradona futbolista: jugando con pelotas de trapo o con cualquier cosa a la que se pudiera dar una forma redondeada; trotando hasta que caía la noche en una barriada sin iluminación pública, se veía forzado a jugar prácticamente a ciegas —algo que como él mismo dice le ayudó a enriquecer su desconcertante inventario de diabluras— y encontró en el fútbol un modo de vida y de evasión; un centro de gravedad para su existencia. Con esa determinación obsesiva de los genios infantiles, el pequeño Diego pegó su pie izquierdo al balón y ya no lo separó de él hasta que en todo el planeta supimos de su existencia. Cultivó una íntima relación con la pelota cuyos resultados en forma de malabarismos todos hemos contemplado, pero que sólo él puede llegar a entender verdaderamente. No había cumplido diez años y ya podía darle mil toques al balón sin dejarlo caer. Era un fenómeno en toda la extensión de la palabra. Y lógicamente, no tardaron en darse cuenta a su alrededor.
Los Cebollitas era el simpático nombre del equipo de categoría infantil donde se formaba la cantera de un club de Primera División, el Argentinos Juniors. Los Cebollitas eran un criadero de futuros talentos que estaba destinado, en breve, a hacer historia en las divisiones inferiores del fútbol nacional, entre otras cosas gracias a un fichaje que hicieron sobre la marcha. Porque un buen día, en 1969, uno de los Cebollitas —Goyo Carrizo, el mejor amigo de Maradona durante la infancia, que también procedía de una familia de chabolistas— se acercó al entrenador Francisco Cornejo y le habló de un amiguito suyo al que debía, sí o sí, aceptar en el equipo. El pequeño Carrizo se mostró tan pesado e insistente que, finalmente, Cornejo accedió a visitar al “famoso” Dieguito del que tanto le hablaba. El entrenador se desplazó a Villa Fiorito, buscando en sus mugrientas calles al pibito. Finalmente lo encontró pero no pudo más que contemplarlo con escepticismo, por no decir con cierta conmiseración. Dieguito era, por decirlo piadosamente, de planta bastante insignificante. Un niño escuálido incluso para lo que podía uno esperar en aquel infortunado barrio de chabolas. Cornejo ni siquiera creyó que Diego tuviese la edad mínima requerida para el ingreso en el equipo; pensaba que Maradona era más pequeño de lo que decía ser y para colmo el niño no poseía documento alguno con el que poder demostrar su fecha de nacimiento. “¿Estás seguro de que tienes diez años?”, le espetó incrédulo el entrenador de Cebollitas. Maradona era por entonces un niño tímido y de gesto serio, que hablaba como intentando no salir de sí mismo, siempre paseando la mirada tristona y esquiva por todas partes excepto por los ojos de su interlocutor. Aunque intimidado, Dieguito aseguraba que sí, que tenía la edad requerida. Su actitud asustadiza no ayudaba a que Cornejo lo creyese, pero se debió de decir el entrenador: bien, ya que estoy aquí, démosle una oportunidad al chiquillo.
Cornejo citó a Dieguito para hacer una prueba con Cebollitas dos días después, en Las Malvinas, que así se llamaba el complejo de entrenamiento del club Argentinos Juniors. Aún quedaba un obstáculo: Diego Maradona padre, que se resistía a la idea de que su hijo —el primer varón de entre su descendencia, después de cuatro niñas mayores— fuese a probar con un equipo de fútbol. No quería darle permiso. y sólo la insistencia de toda la familia surtió efecto: muy a regañadientes, don Diego terminó aceptando. Cuarenta y ocho horas después, tiempo que el pequeño Dieguito vivió con una torturante impaciencia —pues el fútbol ya lo era todo para él— un pintoresco grupo de chavales de Villa Fiorito tomaron el autobús hasta la “ciudad deportiva” de Argentinos Juniors. Y una vez llegaron allí… la lluvia persistente de Buenos Aires, que había tornado impracticable el campo. Decepcionados, los niños contemplaban el terreno de juego que no podrían pisar ese día. El entrenador los animó: “¡vamos a otra canchita!”. Montaron todos en una destartalada furgoneta y buscaron un campo en mejores condiciones sobre el que jugar, y así llegaron al Parque Saavedra. Formaron dos equipos y empezaron a darle al balón. Allí, por primera vez, alguien procedente del ámbito profesional del fútbol vio jugar con sus propios ojos a Diego Armando Maradona. Un asombrado Francisco Cornejo describiría después aquel momento como “asistir a un milagro”. Repentinamente, la edad de Dieguito dejó de tener ninguna importancia para el entrenador. Sus ojos acababan de contemplar algo grande. Aquel chaval tenía que seguir jugando al fútbol.
El pequeño Diego ingresó en el Cebollitas, un combinado infantil que haría cosas tales como estar 136 partidos invicto. Los equipos rivales pronto se familiarizaron con el apellido Maradona y empezaron a planificar los partidos con ese nombre en mente, aunque todavía no conocieran bien la cara de aquel niño endemoniado al que había que tenerle tanto miedo. El entrenador de Cebollitas, sabiendo que tenía en el banquillo un talento sobrenatural, gustaba de jugar con los nervios de los entrenadores rivales. En ocasiones dejaba a Maradona sentado en el banco al empezar el partido, y lo sacaba más adelante para hacerlo dinamitar el resultado. En una ocasión, cuando los Cebollitas tenían que enfrentarse a los imponentes cachorros de Boca Juniors, la temible cantera de la mayor institución futbolística del país y una de las mayores fábricas de talentos del mundo, Cornejo decidió engañar al rival una vez más. Inscribió a Diego en el partido con un apellido falso, Montanya, y lo dejó en el banquillo de inicio. Para los chavalines de Boca, saber que el temido «petiso» Maradona no iba a estar presente constituía un verdadero alivio. Comenzó el partido y Boca, muy superior, empezó a barrer. Pronto los Cebollitas iban perdiendo tres a cero. Entonces, Cornejo hizo salir al campo al tal “Montanya”. Aquel chaval cetrino, bajito, de cabello ingobernable y negro como el carbón, salió al césped y básicamente le dio la vuelta al partido. Con aquella batuta mágica suya tomó las riendas de Cebollitas y condujo al equipo hasta el empate, metiendo dos goles él mismo y causando el estupor entre los chavalines de Boca y la gente que estaba contemplando el partido. El entrenador rival, fuera de sí, finalmente entendió lo que había pasado: se dirigió hacia Francisco Cornejo con gesto desencajado y a gritos resumió la esencia de la situación: “¡Pusiste a Maradona, hijo de puta!”
Los Cebollitas, liderados por aquel precoz genio que mostraba su innata vocación de creador de juego en la posición de “diez”, se convirtieron en un espectáculo. Es más, hicieron algunas giras de exhibición que llegaban a los países limítrofes. A Diego llegó incluso a visitarlo la televisión más de una vez. Con doce años lo filmaron dándole toques al balón sobre una polvorienta cancha de Villa Fiorito, mientras sus amigos opinaban sobre su talento y uno de sus propios hermanos lo describía con palabras cándidamente esclarecedoras: “Es un marciano”. Todo el mundo quedaba deslumbrado por su talento. En 1973, los Cebollitas llegaron a las semifinales del Campeonato Evita, competición que iba a decidir al campeón nacional de entre las categorías inferiores. Los Cebollitas de Maradona se enfrentaron al equipo de Social Pinto, caracterizado por su disciplina y su trabajo duro. Y no pudo ser. Los Cebollitas perdieron y quedaron eliminados a sólo un paso de la final nacional. Al finalizar el partido y tras consumarse la derrota, el diminuto Diego Armando se arrastró a un lateral del campo, se dejó caer, y sentado a solas sobre la banda comenzó a llorar amargamente. Uno de los chavales rivales se acercó a él y le dijo unas proféticas palabras que Maradona, según él mismo, no iba a olvidar jamás: “No llores, porque algún día serás el mejor diez del mundo”.
Algún tiempo después, el adolescente Maradona volvió a hablar para la tele, diciendo que había dos grandes sueños en su vida: el primero, jugar un Mundial con la selección argentina. El segundo, ganarlo. Ya entonces, aunque balbuceante e inseguro ante la cámara, mostraba aquella determinación tan suya. Conviene no olvidarlo porque ése es el ingrediente principal de esta historia. Si algún ejemplo positivo puede obtenerse de la accidentada vida de Diego Armando Maradona —ya que tanto hemos hablado y hablaremos de los ejemplos negativos que también nos ha dado— es precisamente éste: no hay límites para quien de verdad cree que sus límites no existen. La consecución de su sueño no fue fácil y requirió un despliegue de competitividad que nunca antes y nunca después se ha visto sobre un campo de fútbol. Jamás aquel trofeo, la Copa Mundial, que teóricamente premia la labor de todo un equipo, había pertenecido en tan alto porcentaje a un solo jugador. La actuación de Maradona en el Mundial de 1986 fue algo que nunca se había visto y que difícilmente se repetirá en un futuro. Pero el camino hasta aquel triunfo estuvo plagado de dudas, especialmente antes del torneo, cuando ni Argentina estaba entre las favoritas para ganarlo ni Maradona había logrado su consagración como rey del fútbol, ni siquiera como rey absoluto en su propia época. Nadie, ni sus más entusiastas partidarios, había esperado que el centrocampista argentino fuese a realizar semejante exhibición durante el torneo. Un ejemplo de lo que Maradona, contra todo pronóstico, terminó haciendo: de los 14 goles marcados por Argentina en aquel campeonato, 10 fueron responsabilidad directa suya (marcó 5 de ellos y asistió otros 5), pero estuvo además involucrado en 3 de los restantes. Realizó la mitad de los tiros a puerta de su equipo, produjo la inmensa mayoría de los pases con peligro de gol e hizo más regates exitosos que cualquier otro jugador del torneo, con una considerable diferencia y teniendo en cuenta que también fue, con mucho, quien recibió más y peores faltas. Produjo dos de los mejores goles de la historia del torneo en dos partidos consecutivos. Pero ni siquiera la estadística puede reflejar con exactitud lo que fue aquel Maradona de 1986. La épica del héroe deportivo va más allá de cualquier número y de cualquier dato; todo es mucho más inconcreto y abstracto, imposible de resumir en unas cuantas tablas de números. Hay que contemplar todos aquellos partidos, comprobar en qué equipo jugaba, con qué actitud saltaba al campo y cómo bregaba para ir colando a los suyos en la siguiente ronda. Hizo lo posible e imposible, hizo hasta trampas —la celebérrima “Mano de Dios”— pero sobre todo demostró que, por difícil que parezca, la voluntad y talento de un individuo puede desequilibrar un deporte gregario como el fútbol, donde es prácticamente imposible que un solo jugador pueda decidir un partido y otro partido entre otros veintiún colegas. Prácticamente. Porque él lo hizo, sin embargo, y en un equipo técnicamente inferior a otros; como después lo haría en el Nápoles. Ésa era la esencia de Diego Armando Maradona: un equipo mediano, con él entre sus filas, podía transformarse en un equipo campeón. Y Maradona quería asaltar el trono y aun la propia Historia, sin importarle las condiciones adversas. En unas pocas semanas pasó de ser considerado un jugador tremendamente brillante pero con muchas cosas por demostrar (y no pocas dudas en cuanto a su desempeño a nivel internacional) a verse convertido en un mito viviente al que se comparaba de golpe y porrazo con los más grandes nombres del pasado.
Y sin embargo, los había que, a punto de comenzar el campeonato, afirmaban que Maradona no dejaría huella en aquel Mundial, porque ¿qué había ganado hasta entonces?
El accidentado ascenso del fenómeno
El 20 de octubre de 1976, aquel chaval bajito, cetrino, de traza poco imponente, debutaba en la Primera División argentina vistiendo la zamarra roja del modesto equipo Argentinos Juniors. Le faltaban diez días para cumplir dieciséis años y ya estaba en la liga profesional más potente de América. En aquella escuadra militó durante cinco temporadas, deslumbrando a propios y extraños con un inexplicable repertorio de gestos técnicos, recursos imaginativos y filigranas imposibles que lo convirtieron rápidamente en la principal atracción del fútbol nacional. De haber debutado en 2012, probablemente hubiese tardado sólo unas semanas en dar el salto a algún gran club europeo, si es que los ojeadores extranjeros no se lo habían llevado antes siendo todavía un niño. Pero en los años setenta se vivía en un mundo menos globalizado que el actual, con medios de comunicación más primitivos y con un considerable abismo, el Océano Atlántico, que dividía el corazón del mundo del fútbol en dos continentes poco comunicados. No había Internet ni tampoco televisión internacional al alcance de cada salón. Las hazañas adolescentes de Dieguito en la Primera División argentina fueron manjar exclusivo para los paladares locales, mientras que a Europa sólo nos llegaban ecos lejanos e inmateriales de que un adolescente “la estaba rompiendo” en un equipo porteño. En 1977, con sólo dieciséis años, Maradona debutó con la selección absoluta de su país. El niño prodigio del fútbol mundial estaba al borde de dar la campanada en todo el planeta.
Pero no la dio. No todavía. Cuando ya parecía que sería convocado para disputar el Campeonato Mundial de 1978, aquel que Argentina terminaría ganando en casa, el seleccionador César Luis Menotti lo dejó finalmente fuera del equipo. El jovencísimo Maradona quedó sin poder probar las mieles del máximo torneo a los diecesiete años, como en su día sí pudo hacer Edson Arantes do Nascimento. Aquello supuso una amarga decepción para él, pero Menotti podía alegar que Maradona era demasiado inexperto y que el fútbol de 1978 ya no era el de 1958, cuando un Pelé adolescente se coronaba en Suecia. Si me preguntan a mí, el triunfo final le dio la razón a Menotti, porque a un seleccionador se lo contrata para que gane el título y eso hizo él… pero la razón de los resultados a veces resulta feamente prosaica. Hubiese sido más que interesante contemplar a Maradona en el Mundial de su país, aunque sólo fuera como suplente. Argentina hubiese podido ganar igual. Pero la Historia del fútbol escribe recto con renglones torcidos.
Maradona se desquitó, al menos en parte, durante el año siguiente. Con dieciocho años se convirtió en el máximo goleador de la liga argentina, siendo el jugador más joven de toda la historia en conseguirlo (repetiría el “Pichichi” en 1980 y 1981). Después, durante aquel mismo 1979, acudió al Mundial Juvenil de Japón, donde básicamente se limitó a demostrar que estaba varios escalones por encima de todos los futbolistas de su franja de edad. Ganó el trofeo al mejor jugador del torneo casi por arrolladora aclamación, tras mostrar una superioridad sonrojante por sobre todos los demás talentos juveniles del mundo, y ya de paso contribuyó a conducir a Argentina a la victoria final frente a una potente URSS. La prensa deportiva de todo el planeta “descubrió” al fenómeno Maradona. Lo que hizo en el Mundial Juvenil era, como de costumbre en él, cuestión no de números, ni siquiera de trofeos; era una cuestión de presencia. Si Maradona pisaba el césped un partido de fútbol se convertía en otra cosa. De repente parecía haber dos equipos; el equipo rival, y Maradona junto a diez más. ¿Le suena a usted exagerado? Créame, no lo es. Quien lo ha visto, lo sabe. Para trazar una definición de aquel jugador, podría decirse que hay dos clases de fútbol: el fútbol normal, y el fútbol cuando Maradona estaba sobre el campo.
Una buena muestra se produjo durante un partido que Argentinos Juniors jugaban frente a Boca Juniors en el estadio de Vélez, el José Amalfitani. Antes de empezar el partido, cuando los jugadores estaban saltando al campo, un Maradona de sólo veinte años que ya lucía los galones de capitán en Argentinos recibió unas cariñosas palabras por parte del portero rival, el famoso Hugo “el Loco” Gatti, quien lo llamó “tonel regordete” y le dijo que “nunca podrás meter un gol”. Soliviantado, Maradona comenzó el partido con ansias de venganza: tras marcar un primer gol de penalti, hizo otro de falta desde la banda derecha, casi sin ángulo, introduciendo el balón por la escuadra en una trayectoria inverosímil que dejó a Hugo Gatti desencajado. Después controló un balón aéreo con el pecho y en carrera volvió a batir a Gatti con una de aquellas vaselinas de terciopelo en las que apenas parecía tocar el balón. Sólo un par de minutos después, volvió a escaparse de la defensa y fue derribado cuando ya parecía camino del gol: a resultas, lanzó una nueva falta desde la frontal, que una vez mas entraba justo por la escuadra. Aquella jornada Maradona hizo cuatro goles para humillar al arquero rival, Argentinos Juniors vencieron al todopoderoso Boca por 5 a 3 y la anécdota terminó trascendiendo como un ejemplo de lo que un Maradona encabritado podía hacerle a sus rivales. El chico tenía algo más que carácter: sabía convertir su enfado en magia futbolística. Cuando estaba fieramente determinado a obtener una satisfacción, surgía su mejor juego y poco importaba quién más hubiese sobre el césped. Sólo así se entiende lo que terminó logrando durante su carrera con equipos casi siempre inferiores a la competencia.
Por entonces empezaba a quedar claro que semejante jugador no podría seguir mucho tiempo en Argentinos Juniors, una escuadra demasiado modesta para un talento emergente de su magnitud. En 1981, en un acuerdo ejecutado a mitad de temporada, fue finalmente traspasado a un equipo grande: precisamente Boca Juniors, donde pudo vestir la camiseta de sus amores. Con Boca ganó su primer título de liga; estando allí comenzaron a llegar las primeras ofertas de grandes equipos internacionales. Fue tentado desde Inglaterra, pero los directivos de Boca rechazaron la oferta al considerar que el precio ofrecido no era suficiente. Sabían que tenían entre manos a un diamante en bruto y que no lo debían malvender, aunque en los primeros meses de 1982, mientras se aproximaba el Mundial de España, nadie dudaba ya de que Maradona daría el salto a Europa al finalizar dicho campeonato. Resultaba ya evidente que el “Pelusa” tenía el potencial necesario para convertirse, si todo le iba bien, en el mejor jugador de su generación. La relativa falta de proyección de la liga argentina en Europa hizo que hubiese sido pasado por alto —hasta cierto punto— durante varias temporadas, pero en 1982 era la Joya de la Corona del fútbol mundial y así quedó demostrado cuando el FC Barcelona hizo un tremendo desembolso económico (1.200 millones de pesetas, una cifra astronómica en su momento) para hacerse con los servicios del jovencísimo centrocampista argentino.
Y eso que su actuación en el Mundial 82 fue considerada por la mayoría de los observadores como decepcionante. Ciertamente, visto desde hoy, su desempeño fue irregular pero bastante más convincente, por ejemplo, que el mostrado a una edad similar por Lionel Messi en Sudáfrica 2010, un jugador con el que las comparaciones resultan lógicamente inevitables. La decepción mundialista no fue solamente culpa del «Pelusa», todo hay que decirlo. Acudió con una selección argentina que era la vigente campeona y que atesoraba una considerable calidad individual pero que estaba en proceso de descomposición, con el seleccionador Menotti empeñado en el espejismo de que el Maradona goleador en la liga argentina funcionaría mejor como delantero mientras que, por ejemplo, un cansado Mario Alberto Kempes se metamorfoseaba de “Matador” del área a insólito constructor de juego. Aquel planteamiento contra natura no podía funcionar. La selección argentina aún no jugaba a aquello de “démosle el balón a Maradona y que él edifique la jugada”. No, Maradona debía quedarse arriba y utilizar sus talentos técnicos para intentar marcar, algo que como decimos iba en contra de sus instintos, porque Maradona no buscaba el gol; el gol le aparecía en momentos de inspiración mientras fabricaba jugadas ofensivas para los demás. Pero ni Menotti ni los veteranos del equipo estaban preparados para entender a Maradona, ante un mundo que tampoco había entendido con precisión cuál era el rol que «el Pelusa» quería ejercer sobre el césped. Con todo, Maradona realizó algún gran partido, como frente a Hungría, a la que marcó dos goles y asistió otro, y ante la que deleitó al público con todo un despliegue de genialidades en ataque. Aunque sufrió bastante en otros partidos, como contra Italia, donde un férreo (y cuestionable) marcaje de Gentile neutralizó al «Pelusa», en una de las pocas ocasiones durante su carrera en que alguien conseguía pararle los pies. O como contra Brasil, donde vagó sin rumbo por el tercio ofensivo del campo. Frustrado, el joven Diego se saltaba ocasionalmente el sistema planteado por Menotti y bajaba al centro del campo a buscar balones, en la urgente necesidad de expresar su verdadero yo futbolístico, que no era el de esperar y meter goles sino el de construir el juego desde atrás para ceder esos goles a los demás. Pero como decimos, aún estaba demasiado inmaduro como para imponer esa jerarquía por sí solo y poder establecerse como cerebro de un equipo plagado de campeones veteranos que nunca hubiesen concebido la posibilidad de entregarle la batuta y los galones al novato. Rubricó su desorientación con una desafortunada expulsión frente a Brasil en el partido definitivo, siendo Argentina eliminada a manos de la fabulosa escuadra brasileña comandada por Zico, que para muchos, con un Diego todavía en el horno, era el mejor jugador del momento. En la declinante selección albiceleste de 1982, el “Pelusa” no pocas veces se encontró como pez fuera del agua. Maradona no quedó nada feliz tras aquel Mundial en el que sólo realizó un partido realmente bueno. Tenía una espina clavada.
Los momentos difíciles de su ascendente carrera no terminaron ahí, aunque el irregular Mundial con aquella decepcionante Argentina no empañó las expectativas creadas en torno a su brillante futuro y a los veintidós años aterrizó en Barcelona en mitad de una más que considerable expectación. En el Barça, Maradona comenzó a dar muestras de querer destacar, de que era ambicioso y estaba preparado para el estrellato europeo. Pero además de diversos encontronazos con el entrenador Udo Lattek, hubo de dejar la competición a causa de una hepatitis cuando sólo llevaba disputadas trece jornadas de Liga. Estuvo en dique seco durante tres meses y aquello detuvo su progresión en la delicadísima y crucial temporada de su llegada a Europa. También el propio Barcelona, que había empezado a contagiarse de la chispa del crack argentino, se resintió por ello. El entrenador, Lattek, perdió el puesto en favor de César Luis Menotti mientras el equipo se resignaba a la cuarta posición de la tabla. Aunque Maradona reapareció hacia el último tramo de la temporada, ya no había tiempo de pretender convertirse en revulsivo. Con todo, tras regresar a los campos una vez finalizada su convalecencia, el argentino se las arregló para seguir deslumbrando. Por ejemplo, siendo ovacionado por el público del máximo rival, el Real Madrid, al marcar un antológico gol en el Santiago Bernabeu. El “Pelusa” empezaba a enamorar a la afición, propia y ajena, con aquellas genialidades inesperadas que tan bien conocían ya en Argentina. Tanto fue así que pese a su truncado año de debut, los demás equipos españoles empezaron a verlo como un peligro a neutralizar. Había que ser idiota para no entender que el diabólico diez de Buenos Aires podía romper los partidos a voluntad, así que los defensores rivales —como solía suceder— no se andaban con contemplaciones. Había que parar a Maradona en cuanto recibía el balón y daba indicios de empezar a inventar. Dicho y hecho, finalmente fue brutalmente neutralizado cuando al comenzar la siguiente temporada, una horripilante y antideportiva entrada de Andoni Goikoetxea estuvo a punto de retirar a Maradona del fútbol para siempre. Aquella fue quizá la peor entrada sufrida por el “Pelusa” en su carrera, o por lo menos la que tuvo peores consecuencias, pero durante los años ochenta el juego duro contra Maradona se convirtió en una ley no escrita del fútbol hasta el punto de que los árbitros lo permitían como algo “normal” y el propio Diego llegó a acostumbrarse; tantas veces lo hemos visto levantarse después de recibir una falta sucia, sin protestar y limitándose a expresar una especie de atribulada resignación en el rostro, que cuando lo pensamos hoy, en pleno 2012, resulta inverosímil. Si en el fútbol actual se sometiese a este tipo de marcajes a una estrella actual, todos los equipos rivales acabarían con ocho jugadores una y otra vez. Afortunadamente, Maradona pudo ser operado y recuperarse en unos pocos meses contra todo pronóstico. Una vez más, regresó a final de temporada y pudo jugar los doce últimos partidos de liga: su actuación volvió a ser buena, pero nuevamente se había perdido casi toda la competición y el Barcelona quedó tercero en la tabla. Asi pues, las dos temporadas de Maradona en Barcelona fueron un coitus interruptus de mala suerte: la enfermedad y la lesión arruinaron los que parecían destinados a ser dos de los mejores años en la carrera del jugador. Maradona dejó una honda impresión visual en la Liga española, con muchos momentos de ensueño y varios goles memorables, pero fueron tantos los meses que pasó convaleciente que sólo podemos calificar aquel periodo como de “accidentada transición”.
Además, con tanto parón e incertidumbre, el ambiente se enrareció en torno a él en la Ciudad Condal. El futbolista empezó a aficionarse a las juergas nocturnas, provocando el enfado del presidente del club, Josep Lluís Núñez. Además, diversos incidentes deportivos —como una sanción por verse metido en una pelea durante un partido contra el Athletic de Bilbao de su antiguo verdugo, Goikoetxea— y también extradeportivos produjeron descontento mutuo entre jugador y club. Aquello terminó produciendo un movimiento que en su momento resultó sorprendente y que, contemplado históricamente, es bastante aberrante. El Barcelona aceptó una oferta del Nápoles italiano y el argentino, a los veintitrés años y en un nivel de juego que empezaba a ser astronómico (cuando las circunstancias lo dejaban jugar, claro) hizo las maletas para dirigirse a un club muy inferior. Había jugado 58 encuentros con el Barça, marcando un total de 38 goles y lo que era más importante, la sensación de poder convertirse en la clase de jugador cuya presencia en un equipo puede alterar la esencia misma de ese equipo. Pero así fueron las cosas, Maradona se marchó a un equipo modesto —en su momento la prensa española solía comparar al Nápoles con el Hércules de Alicante—, una escuadra que la temporada anterior había evitado el descenso por los pelos y que ahora se encontraba con que tenía al joven talento de mayor proyección del planeta en su plantilla.
Maradona fue recibido en mitad de un ambiente de extática euforia por la hinchada napolitana, acostumbrada a no ganar nunca y lo que parece lo mismo pero no lo es, a perder siempre; una hinchada acomplejada frente a los poderosos equipos del norte de Italia pero que ahora iba a poder contemplar domingo tras domingo a aquel fenómeno que ya había producido unas cuantas jugadas de videoteca durante sus dos borrascosas temporadas en Barcelona. En plena reconstrucción, el modesto Nápoles estaba planeando un proyecto que sería edificado enteramente en torno al joven Diego Armando, lo cual terminaría cambiando la historia del club. En la temporada 1984/85, tras un inicio titubeante, el Nápoles terminó haciendo un papel bastante digno en la liga italiana, finalizando octavo. El “Pelusa” no sólo ofrecía espectáculo y goles (14 en 30 partidos) sino que, convertido en motor, cerebro y corazón de la escuadra, demostró que era por encima de todo un jugador de equipo. En la temporada siguiente, la 1985/86, la temporada previa al nuevo Mundial, maradona seguía contruyendo equipo en torno a él y aquello se plasmó en resultados. El Nápoles, que un par de años antes casi había perdido la división, ahora quedaba tercero en la liga más dura y difícil del mundo, en la que militaban bastantes de los mejores jugadores del planeta. ¡Terceros en el Calcio! Insólito. En aquellos dos primeros años —y aunque lo mejor aún estaba por llegar— Maradona se metió a todo Nápoles en el bolsillo y de paso se transformó en el jugador favorito de los sibaritas del fútbol.
Con un Nápoles que empezaba a soplarle la nuca a los grandes acorazados del Calcio, con un Maradona debatiéndose en un club humilde, luchando por ganarse los galones en el fútbol mundial, llegaba la Copa del Mundo de 1986. Argentina no estaba entre las favoritas y nadie esperaba que llegasen muy lejos, pese a la presencia del «Pelusa». A nivel internacional, Maradona contaba con tantos admiradores rendidos como observadores tendentes al escepticismo en cuanto a su capacidad para marcar la diferencia. Ya eran pocos quienes no lo reconocían como el mejor futbolista del mundo a nivel tanto técnico como de producción de espectáculo, pero sí había bastantes voces que —pese sus primeras hazañas en Nápoles— todavía dudaban de su capacidad para llevar la batuta de un equipo al mismo nivel en que podían hacerlo Zico o Platini. Parte de la prensa deportiva tenía sus prejuicios con respecto a Maradona como jugador de equipo; muchos aficionados también y muy especialmente en Argentina. No llegaba al Mundial, ni mucho menos, como el niño mimado del fútbol argentino. Así que, ¿cómo se lo veía antes del Campeonato Mundial y qué se esperaba de él? ¿Podría estar a la altura de aquellas expectativas? ¿Por qué había voces críticas con el protagonismo que el seleccionador argentino quería darle en aquel Mundial? Intentaremos responder a todo esto y mucho más en la segunda parte.
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Y esto, hijos, es por qué yo nunca pude haber sido el mejor del mundo.
El gran Maradona jugador de fútbol. Qué grande verle correr con el balón pegado a los pies, aparentemente torpón, pero sin que nadie pudiera quitarle la pelota…
Pasados los años y metido en mil follones extradeportivos, aún recuerdo verle en un partido homenaje en Munich, con la camiseta del Bayern dando toques a un balón con una suavidad celestial y enamorarme de ese jugador y ese talento. Después clavó una falta directa en la escuadra sin importunarle su, ya por entonces, enorme barriga…Brutal.
Qué ganas de seguir leyendo la segunda parte. Enhorabuena por el artículo.
http://saliendodesdeelbanquillo.blogspot.com.es
Nunca vi jugar a Pele, pero lo que le vi hacer a Maradona no lo he visto hacer nunca a nadie, ni Messi ni Zidane ni Ronaldo (Brasileño), que son creo los mejores jugadores que he visto en mi vida. Sin duda, Messi tiene mas gol que Maradona, pero la magia de este con la pelota todavia esta por ser igualada.
Messi nunca podrá estar al nivel de Maradona a ojos de los argentinos porque la mitomanía entorno a él es prácticamente inexistente. En el caso de Maradona, su mito trasciende el pedazo de jugador que fue. Desde sus orígenes hasta su pelo, todo en Maradona es cinematográfico. En el caso de Messi, él sólo juega a fútbol, y no sabemos nada más.
Ahora bien, me pregunto qué hubiera pasado con Maradona si, en vez de ser el líder de equipos segundones, hubiera tenido la responsabilidad de ser el mejor partido tras partido en uno de los mejores clubes del mundo, con millones de ojos puestos en él cada maldito día. ¿Lo hubiera soportado? ¿Habría estado a la altura? En mi opinión, no.
Ya lo dijo Segurola (o Valdano, no estoy seguro): Messi es Maradona todos los días (y en los tiempos que corren eso son casi 100 partidos al año).
Dejo, para finalizar mi comentario, dos observaciones:
– ¿sería unanimemente considerado Messi ya mejor que Maradona de haber elegido a la selección española en vez de la argentina y, suponiendo, que tuviera ya en su haber un Mundial y dos Eurocopas?
– ¿sería Mágico González el mejor jugador de la Historia si hubiera nacido en Brasil o Argentina en vez de en El Salvador?
Impaciente por leer la segunda parte de este estupendo artículo, me retiro.
Hola, Brancaleone:
¡Me encanta mantener esta discusión! Bueno, vamos al grano: la frase que citas es de Santiago Segurola, si no me equivoco. Es una frase hábil, pero incierta. Supongo que los periodistas deportivos tienen que revalorizar el producto actual, sabiendo que buena parte de su público es joven y están más dispuestos a adorar a Messi que a Maradona. Messi vende portadas, Maradona es cosa de nostalgia para los más viejos.
Pero no es verdad que Messi sea “Maradona todos los días”. Es más, Messi no es Maradona ningún día. Ni juega en la misma posición ni realiza las mismas funciones. Tampoco es cierto que, como dice Segurola, Maradona se tomase más respiros que Messi. En Nápoles, por ejemplo, el equipo dependía casi completamente de Diego. El primer año tomó un equipo de descenso y los dejó octavos. En su segundo año los llevó a la tercera plaza por delante de Inter, Milan o Fiorentina. En el siguiente (tras hacer campeona a Argentina) les hizo ganar el primero de sus dos Scudettos frente a los pesos pesados italianos, amén de aquella Copa de la UEFA que entonces era casi tan difícil y prestigiosa como la propia Copa de Europa. Un Maradona irregular jamás hubiera podido conducir a un equipo modesto como aquel Nápoles a semejantes logros. Maradona era Maradona de continuo, o de lo contrario el Nápoles no hubiese triunfado (ni la Argentina de 1986). Messi es Messi todos los días, y ya.
Tu ejercicio de imaginación es interesante, pero también podría hacerse al revés: ¿qué pasaría si el Maradona de 22, 23 años se limitase a rondar el área del actual Barcelona, siendo constantemente suministrado por Xavi, Iniesta y compañía? ¿Crees que metería muchos menos goles que Messi? ¿Por qué? ¿Qué cualidad futbolística era inferior en Maradona como para pensar que sería menos resolutivo como delantero? Ninguna. En todo caso, al revés: Messi no tira esos balones parados, no es tan clarividente a la hora de leer el campo, ni tiene el mismo toque, ni la misma capacidad de sacrificio, ni la misma inteligencia. Es un prodigio técnico, desde luego, pero Maradona no tenía absolutamente nada que envidiarle. Maradona fue tres veces “Pichichi” de la liga argentina siendo un adolescente, sólo que su rol innato y natural era el de diez director de orquesta, en ocasiones incluso tirando hacia el medio centro. Y todo ello en un fútbol más defensivo y violento que el actual, donde se permite un juego fluido, se protege a los estilistas y el campo está más abierto. Y ¿qué pasaría si metes a Messi a dirigir el juego del Nápoles de los 80, a intentar que un equipo débil se convierta en una potencia del Scudetto, sin Xavis e Iniestas que le fabriquen el ataque, sino fabricándolo él para los Careca de turno?
En cuanto a la presión, no sé tu edad, pero si recuerdas los tiempos de Maradona en el Nápoles es completamente absurdo pensar que Messi ha conocido un nivel de presión similar. Hablamos de amenazas de la Camorra y cosas por el estilo, de una persecución constante de la prensa, de una hinchada fanática que poco tiene que ver con la del Camp Nou, etc. Una auténtica locura. Él mismo se añadía más presión con su carácter incendiario y sus declaraciones provocadoras, cierto. Pero señal de que bregaba con ello. Ni siquiera en la selección ha despertado tanta polémica Messi como el Maradona de 1986. Amén de lo ya citado: sobre el césped, Maradona casi nunca podía jugar sin recibir una miríada de faltas, muchas de ellas antideportivas. Busca una estadística comparativa de faltas recibidas entre ambos jugadores: te abrirá los ojos. Después, contempla vídeos de esas faltas. Te quedarás boquiabierto con la diferencia.
Messi, en cambio, está en su club (es argentino, pero el Barça es su casa), en una Liga donde se lo mima y se lo cuida de los marcajes antideportivos —y me parece muy bien—, sin la necesidad de levantar a un equipo que luchaba por el descenso. El Barça es un equipo que incluso sin él sobre el campo es uno de los mejores de la historia y funciona por sí solo, no como aquel Nápoles que al declinar e irse Maradona volvió a la mediocridad. Messi es el ojito derecho de un club que lo cuida como oro en paño, y por suerte para él tiene un carácter de perfil bajo, lo cual le evita muchos dolores de cabeza. Las competiciones y los títulos no dependen de él, sino de que su equipo funcione; él es la guinda del pastel con sus goles, pero no hornea el pastel. Tiene detrás de sí a buena parte de la columna vertebral que hizo campeona a la selección española, no podemos olvidar eso. En una liga bicefálica, además, donde el abismo entre Madrid, barça y el resto se ha ensanchado considerablemente. La prensa lo elogia continuamente; está acostumbrado a ganar títulos desde siempre; Messi jamás ha conocido un nivel de presión similar.
Ya te digo, entiendo que la prensa quiera ensalzar a Messi por encima de Maradona porque es el producto del momento. El fútbol (actual) hace generar ingresos para la prensa deportiva, y convencer al público de que Messi es “lo nunca visto” resulta rentable. Pero cualquiera que haya visto a Maradona y haya visto a Messi, y que además sea sincero sin otro interés de por medio, lo tiene claro. Maradona en este Barcelona podría dejar pequeño a Messi: el “Pelusa” flanqueado por gente como Xavi e Iniesta… ¿por qué motivo hay que pensar que no lo haría mejor en esas circunstancias? No se me ocurre. Y Messi en el Nápoles de los 80 sería un gran delantero, un mega-crack, pero en un equipo que hubiese seguido sin ganar títulos.
Así es como yo lo veo; para escribir este artículo he estado viendo partidos de uno y otro, por aquello del contexto. No hay comparación posible. Messi es muy grande, pero no llega a lo de Maradona. No puede. No es él. He visto a Messi rubricar brillantemente el sistema del Barça, pero no convirtiéndose él en el sistema, por sí solo. Esto es algo que la gente redescubrirá cuando la fiebre Messi haya pasado. Leo quedará como uno de los más grandes de la historia, ahí en el podium, pero cada vez que alguien se ponga a indagar la carrera de Maradona y a ver sus partidos con diversos equipos y en diversas circunstancias, entenderá que Messi está un escalón por debajo.
Un cordial saludo.
Y siempre a vueltas con lo mismo. Messi sin Xavi e Iniesta no es nadie. Pero luego resulta que cuando en el Barça no juega Messi, existe Messidependencia. «Mi no entender»
Y pensar en Messi como la guinda del pastel que es el FC Barcelona actual, y decir que sólo se limita a marcar los goles, me parece una visión totalmente alejada de la realidad y, porque no decirlo, irrisoria.
PD: Y me parece legítimo que Maradona te parezca el mejor de siempre, pero el debate, aún con la carrera de Messi abierta (ojo), es totalmente lícito y con argumentos de peso para ambos bandos
Hola, SirLameth:
Creo que olvidas los matices y pones palabras en mi discurso que no estaban ahí. Que considere a Messi la guinda del pastel no significa que afirme que es «nadie» sin Xavi, Iniesta y compañía. Digo que no desempeña la misma función de generador de juego y director de orquesta que desempeñaba Maradona, para lo cual el Barça necesita a esos otros jugadores. Y que en cambio Messi es, sobre todo (que no siempre ni en todo momento) finalizador de un sistema.
Esto se resuelve fácilmente. Intuyo que has visto muchos partidos de Messi. Ahora te invito a que veas partidos (completos) de Maradona en Nápoles o con la Argentina del 86. Son fáciles de encontrar en la red. Hazlo y después me cuentas. La diferencia no me la invento yo, la diferencia está ahí a la vista de cualquiera. Verás a Maradona arriba finalizando a veces, sí, pero lo verás repartiendo juego en la mediapunta clásica o incluso en el medio campo, y lo verás en las bandas en plan Iniesta, buscando centrar. Constantemente, en cada partido. Verás cómo las jugadas más inteligentes y peligrosas de sus equipos suelen surgir en un 80% de sus botas y de su cabeza. Que el tráfico del juego pasaba en una buena parte por él.
Como te digo, está ahí si quieres verlo. Si después me dices que sí, que imaginas a Messi conduciendo aquel Nápoles «a lo Maradona», entonces quedará resuelto que no vemos el fútbol de la misma manera. Yo sí imagino a Maradona siendo asistido por Xavi e Iniesta e hinchándose a marcar, y más en el fútbol actual desprovisto de marcjaes duros, aunque pudimos comprobar durante su carrera que el papel de delantero no le gustaba demasiado, por más que pudiera brillar haciéndolo.
Un cordial saludo.
Sr Rodríguez, encantado y agradecido de que me respondas. Recojo el testigo y trato de profundizar un poco más en mis puntos.
Antes que nada: reconozco que no tengo suficientes elementos de juicio. Vi a Maradona en vivo a partir del Mundial 90, anterior a esa etapa tan sólo en videos y partidos completos sueltos con el Barcelona, Nápoles y selección argentina, calculo que no llega a 50 partidos. A Messi le habré visto ya entre 100-150 partidos entre Barcelona y selección (puede que más). Obviamente, esta disparidad de número me limita a la hora de comparar a ambos técnicamente, pero no para establecer mi argumento.
Punto 1. Yo no digo ni que Messi sea mejor ni peor que el Pelusa. Digo que el mito de Maradona, que tan bien has expuesto en el artículo, es prácticamente imposible de repetir ni por Messi ni por nadie, y eso trasciende aún más las cualidades futbolísticas. Ya no es sólo la calidad técnica ni el palmarés; es el personaje, la figura lo que es inigualable. Ni Messi ni nadie podrá ser mejor que Maradona (y puntualizo de nuevo, «a ojos de un argentino») por el mero hecho de que YA HUBO un Maradona primero. ¿De qué barrio más pobre aún debe salir uno para poder superar eso? La historia de Maradona tiene algo que está más allá de las cosas que hacía con el balón en los pies, y es por eso también que le dedicas un artículo (y además doble, porque vaya si hay tela para cortar todavía) antes que a Pelé, a Cruyff o a Di Stefano. ¿Me equivoco?
Punto 2. Imaginemos a Maradona en el Barcelona de estos últimos años. No sólo el Barcelona de los 14 o 15 títulos, el de «la Filarmónica de Pep», el del mejor equipo del mundo, sino también el Barcelona «dels valors», el del triunfo de la gente de casa, el del ejemplo para los niños, la humildad, el del código interno, el de todo el mundo a dormir a las 10 de la noche. Por supuesto que el Pelusa se habría hinchado a marcar goles, asistido por Xavi e Iniesta, al mismo tiempo que él se los daría en bandeja de plata a Pedro, a Villa o a cualquiera que estuviera en su campo de visión. El problema es, ¿por cuánto tiempo? ¿Cuánto habría tardado Maradona en hacer una ‘maradonada’? ¿Cuánto tardaría en dejarse ver en cualquier discoteca al estilo Balotelli, en entrar al trapo de la prensa, en rajar de los rivales, de la afición o de la directiva, en definitiva, en hacer cualquier cosa que fuera en contra de la «filosofía Barça» y que es precisamente la contraria de la «filosofía Maradona? ¿Cuánto tardaría el Pelusa en decir «sabés qué pibe, al carajo estos gallegos desagradecidos conchasumadre»? ¿Sería demasiado ilógico pensar que una persona de su temperamento y vida disoluta no hubiera soportado la disciplina, la exigencia, la presión mediática con las que Messi convive en el Barça actual? ¿Encajaría Maradona en este Barcelona, con todo lo que eso conlleva? Futbolísticamente, es obvio que sí. El problema es lo otro, lo de fuera de la cancha, y que viene también en el paquete del Diego y que no olvidemos, es algo sin lo cual Messi no sería Messi ni estaría en el Barcelona. Y la prueba la tenemos en Ronaldinho, que fue Messi antes que Messi hasta que él mismo decidió bajar a la tierra a tomarse unas caipirinhas.
Punto 3. Hagamos el ejercicio contrario: Messi en aquel Nápoles de finales de los 80. Yo parto de una base, y es que aquel Nápoles, si bien era un equipo segundón, es decir, con un nombre y una historia muy por debajo de los AC Milan, Juventus o Inter, no era tampoco aquel combinado de paquetes y «mataos» que nos dicen que era cuando llegó Diego. Aquel Nápoles era un equipo en el que jugaban Ferrara, De Napoli y Carnevale, los tres internacionales con la selección italiana, y posteriormente Alemao y Careca, internacionales con Brasil. Aquel Nápoles no era (por establecer un paralelismo) un Granada ni un Rayo Vallecano, sino más bien un Villarreal de la época de Pellegrini, el que llegó a clasificarse para la Champions (y más tarde llegó a la semifinal): un equipo sin nombre ni pasado pero con un buen puñado de jugadores. Pues qué quieres que te diga, yo sí soy capaz de imaginar a Messi liderando aquel Nápoles hasta ganar el Scudetto, igual que podría imaginarme al mismo Messi liderando a aquel Villarreal y ganando la Liga española de aquellos años.
Punto 4. Dices que Messi juega en un equipo, el Barcelona, que sin él sobre el campo seguiría siendo uno de los mejores de la historia. Ahí discrepo y le doy la vuelta a tu frase: si el Barcelona es uno de los mejores equipos de la historia es antes que nada, por Messi. Soy de la opinión de que el Barça, con Guardiola o sin Guardiola pero sin Messi, se convierte en un equipo casi vulgar, capaz de ganarle a la mayoría de equipos de nuestra Liga, pero incapaz de avasallar a los grandes clubes europeos como lo ha hecho en tantas ocasiones en los últimos años, incapaz de sacar adelante partidos completamente atascados, incapaz de golear 2-6 o 5-0 a uno de los Madrid más poderosos que he visto, incapaz de levantarnos de nuestros asientos tras una acción de videojuego. Para mí Messi es medio Barça y todos lo comprobaremos el día que (y espero que aún tarde muchísimo en llegar, o que no llegue nunca) se lesione de gravedad y estemos 3, 4, 6, 10 meses sin verle jugar. No que falte un partido por decisión técnica o porque tenga mocos, no. Que el Barcelona tenga que salir adelante partido tras partido, en todas las competiciones, sin su máximo referente. Si la memoria no me falla no he visto a Messi lesionado como Dios manda desde la época de Rijkaard, y estoy convencido de que si algún día vuelve a ocurrir, a la mínima que el Barça tenga un partido importante, veremos lo vulnerables que son sin la Pulga.
Punto 5. Para concluir, una simple reflexión, con cierta ironía. Maradona no sería Maradona sin su famoso gol a Inglaterra en el 86, el gol del barrilete cósmico, declarado por FIFA mejor gol de la Historia (obviamente, por el contexto en que se realizó, puesto que goles así los han marcado el propio Messi, Weah, Ronaldo e incluso Al Owairan). Por favor, observa una vez más el video, detenidamente, páralo las veces que haga falta pero por Dios, observa a los defensores ingleses, en especial a los dorsales 16 y 6, y dime con honestidad y con el corazón en la mano si no has visto hombres más rápidos, agresivos y mejor colocados en cualquier partido de solteros contra casados de tu pueblo. Sustituye ahora mentalmente a esos defensores ingleses por (por ejemplo) Puyol, Pepe, Gattusso y Schweinstiger, y dime si mentalmente sigues viendo a Maradona marcando ese mismo gol. Señoría, nada más que añadir.
Un saludo cordial, encantado de hablar de fútbol en el bar de Jot Down :-)
Hola de nuevo:
Estamos de acuerdo en algunas cosas y en otras no. Los ejercicios de imaginación no podremos demostrarlos nunca, son debates que quedan en aguas de borrajas.
Pero por no alargarme, lo que puedo decirte es que Maradona no es quien es, a nivel de leyenda, por el gol a Inglaterra. Esa es una percepción más bien posterior. Mientras se jugaba el Mundial, Maradona fue elevado internacionalmente a los altares no tras el gol a Inglaterra sino tras las semifinales contra Bélgica. Fue antes de la final cuando ya se lo comparaba sin complejos con Pelé y se cuestionaba si finalmente se podía considerar a Maradona como candidato a estar ahí arriba. El gol ante Inglaterra fue un gol genial, pero el partido contra Bélgica fue la demostración de que ya era tan superior a todos los demás jugadores en un Mundial profesional como lo había sido en el Mundial juvenil de 1979.
Además, el gol famoso a Inglaterra causó asombro, claro, pero también había quedado algo eclipsado por «la Mano de Dios» y la polémica subsiguiente. De todos modos, nadie estaba seguro de si aquel fantástico gol había sido una especie de momento casual. Nunca antes se había visto algo así en un Mundial. Lo que hizo contra Bélgica rubricó que sí, que él jugaba así de bien y que podía ser así de decisivo casi, casi a voluntad.
En cuanto a tu análisis del susodicho gol y los defensas… bien, piensa que NADIE podía imaginar que Maradona iba a terminar marcando en esa misma jugada. Los dorsales 6 y 16 que citas, creen que están asisitiendo a una de las muchas cabalgadas por banda que Diego hacía en cada partido. Todo el mundo esperaba verlo centrar. Es algo que puedes comprobar si ves diferentes versiones del gol: todos los distintos locutores cantan el gol sorprendidos, porque a mitad de jugada aún pensaban que Maradona estaba haciendo algo espectacular, pero no precisamente «eso». Las cabalgadas de Maradona no eran ihabituales. Algunos incluso señalan a los jugadores que acompañan a Diego en ataque, como previendo ese último pase, porque sus carreras solían terminar en paseo o centro.
Hablamos de los cuartos de final de un Mundial bajo la más terrible presión que haya habido en un partido en ese torneo (Malvinas) y el que un jugador se tomase la libertad de marcar gol en una cabalgada desde centro de campo era algo previamente inconcebible. Tan inconcebible, que mucha prensa reaccionó en plan «oh, sí, mira lo que le ha salido… pero antes había metido un gol con la mano». Lo de Bélgica, ya sí, tapó todas las bocas.
En cuanto al Nápoles que ganó los títulos, no era un mal equipo, pero jugadores como Careca o Alemano llegaron después de la explosión. Dime si te parece normal esta evolución tras la llegada del Pelusa: 8º, 3º, 1º, 2º, 2º,1º en la liga.
Eso, con Inter, Milan, Juventus, Fiorentina, Roma…
…y al año siguiente, con la suspensión de Maradona, otra vez al 7º puesto. Tras irse Maradona, ya sólo alcanzaron el 6º puesto en alguna ocasión por más de una década. Eso lo dice todo.
Un cordial saludo y un placer estas charlas de bar.
Hola, vengo del 2023 a reirme de la parte de «el Barcelona «dels valors», el del triunfo de la gente de casa, el del ejemplo para los niños, la humildad, el del código interno».
Ahora ya sabemos que es el barça de los 7 millones y medio en sobornos.
Enorme Maradona, cuando pienso en fútbol, lo primero que me viene a la mente es el gol del siglo y México 86, Por esos recuerdos, quiero agradecer al autor este artículo sobre la historia del genio. Espero absolutamente impaciente la segunda parte.
Esto esta sacado de la entrevista a Valdano:Lo fui a visitar alguna vez a Nápoles y era como un carnaval permanente. Él salía en coche de su casa y abajo lo esperaban veinte o treinta chicos con motocicletas que lo iban acompañando, alguno lo adelantaba e iba gritando “Arriva Maradona!”, y entonces salía el almacenero, el del bar… todos los días se daban situaciones que sólo se podían dar con un personaje como Maradona. No me imagino un episodio parecido con Messi en Barcelona, a pesar de que el fútbol no ha hecho más que crecer desde hace veinte años hasta ahora. Todos sabemos que Messi no podrá tomar un café en una terraza cerca de la Sagrada Familia, pero en ningún caso atrae tanta expectación cuando no juega a fútbol. La atrae desde que empieza el partido hasta que acaba, y luego deja de interesar…..ai una gran diferencia entre la presion a messi y a la de Diego,tu vas x argentina y te puedes encontrar murales o bandera con el Che,Evita,Gardel y Maradona,creo q eso lo dice todo.Y futbolisticamente en la epoca del Calcio de Maradona era lo mas dificil y competitivo q hbia,cuando el llego la Roma era subcampeona de Europa,despues la Juve de Platini gano la copa de europa y mas adelante el mejor Milan de todos los tiempos,amen de grandes equipos como Fiore,Inter etc…las diferencias con lo de Leo son mui grandes creo yo
Siempre tuve entendido que Maradona siguió un riguroso plan de puesta a punto con Bilardo antes del Mundial 86. Espero que la segunda parte del artículo arroje luz al respecto.
Por otro lado, opino que Maradona, en el Barcelona actual, y con el arbitraje actual, tendría un efecto cuya realidad seguramente superase la ficción de imaginarlo.
Maradona es el mejor de todos los tiempos. Escuchen a Maldini, que si sabe de futbol, el lo califica del mejor de la historia, un defensa finisimo que ha jugado con casi todos los elite del momento. Seria bueno que VEAN la magia que desarrollaba en el campo antes de opinar. Es plano y tontorron asignarle ese titulo solo porque juegue en el Barca arrollador a Lio Messi, es como querer anunciar que Iniesta es el mejor jugador del mundo por el merecido titulo que se ha ganado hace poco. Churras y merinas no vienen a cuento.
Casillas y Xavi, cada uno en lo suyo, se coronaron ya como los mejores. El fútbol no es solo bajar del cielo para dejar en el camino a más de cien ingleses (por más veces que lo vea repetido, no me convenceréis de que eran menos de cien). El fútbol también es parar lo imparable en los momentos cumbre y defender y pasar con tanta inteligencia que otros 21 tíos jueguen exactamente a lo que tú quieres. No es tan vistoso, pero, llevado al extremo, es igual de meritorio.
Diego es D10S.
Messi un aprendiz a su lado.
La zurda de Diego es inigualable. Messi en el Nápolesde los 80 hubiera hecho el ridículo.
Ojo, lo queya ha hecho en los Mundiales de 2006 y 2010 con más jugones y nombres que los argentinos del 86 (Brown? Olarticoechea? Pumpido? Burruchaga? Pasculli? Negro Enrique? – jugadorazos eh?).
muy buen artículo (y muy necesario, si me apuráis)
Gran artículo. Solo una pequeña corrección: El estadio de Vélez se llama el José Amalfitani.
¡Gracias! Había escrito «Amaltifani», un baile de letras miy propio de mí.
Un cordial saludo.
Maradona ha sido uno de los grandes jugadores de todos los tiempos, que duda cabe, aunque en mi opinión se ha mitificado en exceso. Messi está a un peldaño de ser el indiscutible Nº1, y lo bueno del caso, es que esta misma temporada puede conseguirlo; cuando se retire (espero que dentro de muchos años y siempre jugando en el mejor club de todos los tiempos, que es el actual Barça) sus números (títulos y goles) serán inalcanzables para cualquier jugador del futuro. La historia, y nosotros como espectadores de ella, recordaremos su nombre.-
Maradona fue un genio técnico de la pelota como no ha habido otro. Según Di Stéfano «lo que hizo este pibe con la pelota no se lo he visto hacer a nadie antes». Pero una cosa es ser un genio indiscutible técnicamente y otra distinta es que tal virtuosismo te haga acreedor del honorífico título de MEJOR DE LA HISTORIA.
Maradona tenía cosas que otros no tenían y viceversa.
Dicen los antiguos que el más completo fue Di Stéfano. Casualmente, quienes lo vieron jugar lo señalan como el más grande…Hay una frase maravillosa de Julio César Iglesias: «con Di Stéfano el Madrid jugaba con catorce; los contrarios encontraban en él a un delantero implacable, a un mediopunta excepcional, a un centrocampista incansable y a un defensa al que nadie esperaba. Jugar con Alfredo era jugar con ventaja numérica».
Pelé fue un portento físico como no ha habido antes. Y goleador. Era capaz de hacer las cosas de Maradona en los tres cuartos de cancha, en el área podía ser Romario y al contragolpe tenía la potencia del mejor Ronaldo.
Cruyff podría resumirse en una simbiosis de las mejores versiones de Figo y Zidane. El panorama del francés y el uno contra uno imparable del portugués en su mejor época. Y tenía una imaginación deslumbrante como nadie a tenido. Baste recordar el famoso penalty-pared ya en su ocaso como jugador.
Ronaldo tenía una facilidad goleadora y una potencia como casi nunca se ha visto, pero su indolencia y cinco años de carrera en Italia (con una lesión gravísima de por medio) nos privaron de ver lo mejor de un jugador excelso.
Messi es menos brillante que Diego. Su técnica no es tan depurada, ni sus regates tan limpios como los de Maradona. Pero tiene la regularidad propia de un Di Stéfano.
Así que Maradona es un genio, sí. Y el futbolista idóneo para los líricos. ¿El mejor? Uno de los más grandes, pero también los otros tienen mucho que decir. S2
Hola John,
Es un punto de vista interesante, aunque no lo comparto. No he visto lo suficiente a Di Stéfano, por motivos obvios. Lo que he visto no me parece comparable. A Cruyff sí lo he visto mucho, y Maradona me parece bastante superior.
A quien realmente equipararía es a Pelé. Maradona me sigue pareciendo más completo y Pelé jugó en un fútbol menos difícil, pero al brasileño también lo he visto hacer cosas asombrosas.
Un cordial saludo.
Hay algo en que no estoy de acuerdo… y es en que por ganar un mundial eso te encumbre para la Historia. En mi opinión tiene más mérito ganar cinco Copas de Europa consecutivas como hizo Alfredo DiStefano -a quien considero el más completo jugador en pisar un césped; un líder y un espíritu competitivo al máximo-.
Por otro lado, considero al propio Cruyff un jugador mejor que Maradona, más completo, igual de mágico. No ganó su Mundial por culpa de uno de los mejores equipos -liderado por otro de los grandes- de la Historia, y no me refiero a la Argentina del 78. Y doy por seguro que de haber estado en el 78 Argentina no habría ganado aquel sospechoso mundial.
Otro caso histórico es el de la Hungría del 54, quien no ganó por escándalo arbitral en la final y por lesión de Puskas, quien a pesar de todo jugó. Y con esto quiero decir que Puskas me parece otro jugador de este nivel en que estamos hablando.
Actualmente parece más difícil encontrar jugadores así, y Messi es excepción por características similares a las de Maradona, como es la poca estatura o el tener la pierna derecha de madera practicamente. Sin embargo su mérito ha sido hacer virtud de ello. ¿Bajitos? mejor, centro de gravedad bajo, rompo cinturas con más facilidad y no me voy al suelo. ¿Pierna derecha para apoyar? domino el balón con la zurda de tal manera que podría jugar con una prótesis en la derecha y no se notaría. Porque yo sí creo que Messi es tan bueno como Maradona lo fue. Lo que dudo es que Maradona -y Messi- estén a la altura de los tres grandes, a saber, Pelé, Cruyff y DiStefano, que han sido tres anomalías, una Santísima Trinidad futbolística única cuya mayor virtud fue propulsar el juego del fútbol hacia el futuro, convirtiéndose en atemporales. Antes que nadie. Tú ves jugar a DiStefano en los años 50 -y hay posibilidad, gracias al glorioso archivo internetil- y es como si estuviese jugando a día de hoy: tacos, caños, bicicletas, rabonas, manejo de las dos piernas… es más, fintas y amagos que aún no he vuelto a ver.
Lo de Pelé más aún, porque su repertorio de recursos técnicos ha sido el más vasto que ha habido, incluyendo ambos pies y la cabeza.
Y Cruyff más aún, al estar más cerca de nuestra época, y enfrentarse con éxito a planteamientos tácticos parecidos a los actuales, e interpretando el juego admirablemente.
Hay otra cosa: a Diego le falló la cabeza y el espíritu competitivo. Un verdadero competidor sólo tiene en mente una cosa, ganar, ganar, ganar y ganar, y volver a ganar, parafraseando al zapatones. No anda por ahí de juerga. Miren el caso de Ronaldinho. Lo tenía todo para ponerse al nivel de excelencia de los más grandes, pero lo echó todo por tierra. Una cosa importante para ser uno de los elegidos es la constancia en la élite.
Yo pongo como ejemplo el baloncesto americano. Porque llevan más años de profesionalismo y han tenido mucho tiempo para reflexionar sobre sí mismos. Al principio de este artículo se menciona a Jordan en una comparación un tanto dudosa. Porque Maradona era un cabra. Pero Jordan sólo vivía para el baloncesto. Los que crean que para ser el mejor basta con el talento que reflexionen. La ética de trabajo de Larry Bird sólo la tenía Larry Bird, y por eso cuando se plantea la discusión del mejor en la NBA él entra siempre en las quinielas del top 5, y en mi opinión a la altura de Jordan. Porque se lo curraron, y porque sólo tenían en mente aquella palabra en aliteración grabada a fuego en nuestros oídos por Aragonés: GANAR.
Preguntenle a DiStefano en qué pensaba cuando jugaba. Él que salió de la excelencia estética de «La Máquina» de River Plate. Pero que tal excelencia venía dada por la hiperbólica competitividad que exhibían, demostrando que precisamente el pragmatismo no sólo está reñido con la belleza, sino que puede -y debe- derivarse de ella (márquense a fuego esto los haters de Guardiola y defensores del falso ideal del fütbol resultadista)
Y bueno, perdón por esta infernal digresión
Hola viejotrueno:
Lo de que el Mundial encumbre para la Historia… podrá no gustarte, pero la historia del fútbol se escribe así. La historia no es estadística, es algo subjetivo que tiene mucho que ver con mitología y épica deportiva. Y competitivamente, el Mundial es lo máximo: un jugador ha de probarse allí para poder decir «he sido grande en todos los ámbitos». Algunos como George Best no tuvieron la ocasión: ¿injusto? Sí, pero así son las cosas. Otros como Roger Milla alcanzaron la gloria inmortal tras toda una carrera discreta. Es lo que hay. El fútbol no es ciencia, sino mitología, y el Mundial es la batalla donde hay que alcanzar esa máxima gloria.
En cuanto a la mentalidad competitiva de Maradona, creo que la infravaloras confundiéndola con su vida privada. Cierto, su ética de trabajo era muy mejorable, por no decir a menudo desastrosa. Pero era un ganador nato. Con él, la selección argentina conoció una cumbre que no se ha vuelto a repetir tras su marcha: dos finales mundiales consecutivas. Con él, el Nápoles conoció una cumbre que no había conocido antes y no ha conocido después: dos títulos de liga, dos segundos puestos, un tercero, una copa de la UEFA (la de entonces, casi tan difícil de ganar como la Copa de Europa, ya que participaban casi tantos equipos grandes). Así que de Maradona puedes decir muchas cosas, pero en sus mejores años hizo ganar a sus equipos. En ambos casos, son equipos que no han repetido esos logros sin él.
Su mentalidad era fallida en su vida privada, estamos de acuerdo y eso es evidente. Siempre fue un personaje desestructurado; de no haberlo sido, su época de gloria podría haberse prolongado incluso más. Pero hasta su declive como jugador, fue el epítome de ganador. Ganó y lo hizo frente a rivales objetivamente más fuertes. No se le puede pedir más en ese aspecto.
Un cordial saludo.
Messi Es Bach. Un maestro.
Maradona fue Mozart, Beethoven, Elvis, the Beatles, los rolling y la Motown entera.Fue una conjunción.
Recuerdo el partido contra inglaterra…Había visto la gesta del España -Malta (cuánto hemos cambiado), y tuve claro que aquello era Historia viva del Fútbol. ¡Qué suerte la nuestra, los que lo vimos!
El futbol no es ahora ni una pizca de violento de lo que en la época de Maradona; aun así, Messi es probablemente el jugador que se lleva más tortas actualmente. Solo hay que ver las carícias que le hicieron Del Horno en Stanford Bridge, Sergio Ramos el día del 5 a 0, el pisotón de Pepe… Decir que se le cuida, señor Rodríguez, me parece desacertado. En todo caso excelente artículo y una pena que «El Pelusa» no jugara más de 2 años en el Camp Nou.
Hola Rothko:
A Messi se lo cuida, en general. No digo que esté entre algodones, eso tampoco, y obviamente hay rivales que le tienen ganas, lógico. Pero busca alguna estadística de total de faltas recibidas por Maradona en el Mundial 86 y de faltas recibidas por Messi en toda una temporada de liga, por ejemplo. Resulta sorprendente.
Después, mira algunos vídeos de las faltas que Maradona recibía. Dime con cuántos jugadores se quedaría un equipo en el campo si hoy en día le hicieran unos marcajes así a Messi:
http://www.youtube.com/watch?v=qpVeZgqb0Ys
El marcaje de Gentile en 1982 (Maradona, ¡aún se llevó una amarilla por protestar!):
http://www.youtube.com/watch?v=Uk1iRg4Xt-M
¿Te imaginas a Messi sufriendo estas cosas en un único partido? ¿A que no? Es que Messi, por fortuna, no tiene que afrontar este tipo de partidos-carnicería. Ojalá Maradona tampoco lo hubiese afrontado… sabe Dios lo que podría haber llegado a hacer, además de lo que ya hizo, porque todos lo habríamos podido disfrutar aún más.
Un cordial saludo.
Maradooooooooooooooooooooooooo
Sobre la comparativa Maradona-Messi: supongo que ya se habrá dado cuenta el señor articulista, pero todos los argumentos expuestos son totalmente reversibles, hasta el punto de contradecirse diciendo que Maradona de 9 en el 82 no era lo mismo, pero que de hacer lo mismo en en el Barca la romperia (vale que Arg en el 82 no tenía a Iniesta ni a Xavi… ni a Messi) O que o se triunfa en un Mundial o no hay tu tía, cuando nadie discute por eso a Di Stefano, creo. O, puestos a embrollar, que Messi es una idealización del momento, pudiéndose argumentar que Maradona es una idealización del pasado (léase Manrique, cualquier tiempo y tal y cual) Y ejemplos así me salen a puñados.
A lo que iba. Que en las contestaciones a los comentarios habría sido muy digno, y sobre todo realista, decir que cada uno es futbolista de su tiempo y que Maradona fue el mejor del suyo y que posiblemente Messi del suyo, porque lo otro, lo que hace el articulista al entrar al trapo, es desautorizarse a sí mismo con anacronismos (perdón por la rima) más que absurdos e innecesarios, como si darle el número 1 al objeto del artículo se lo diera también al propio artículo.
Que por cierto está muy bien, enhorabuena!
Saludos
Maradona 7-8 años buenos en toda su carrera contando los 6 del napoles y los dos que fue pichichi en argentina.
Messi 6 años buenos con 25 años
No creo que aya mucho mas que decir.
Me gustaria que E.J RODRIGUEZ contestase al punto 2 de Brancaleone para saber su opinion,aunque creo que esta mas que clara ya que en su respuesta posterior la omite.
Por cierto me aze mucha gracia cuando dices,que el Napoles quedo con Maradona 8º, 3º, 1º, 2º, 2º,1º y despues añades que tras la suspension de este,al año siguiente quedo 7º otra vez,que pasa acaso no lo tendria que aver suspendido???creo que solo el culpable de esa suspension,fue el propio Maradona,asi que cada uno que aguante su palo,a ver si ahora Maradona se va a ir de rositas.
Hola, vivamimadre:
Creo que olvidas contabilizar los cinco años en Argentinos Juniors y el año en Boca. Piensa que en 1978 había mucha gente en Argentina que quería ver a un Maradona de 17 años en el Mundial, aunque finalmente Menotti no quiso llevarlo. Cuando llegó al Barça, Maradona ya llevaba varios años deslumbrando en la liga argentina. De ahí el precio que pagaron por él.
En cuanto al punto 2 del lector Brancaleone, ya he citado el tema en alguna respuesta: la ética de trabajo de Maradona era pobre, pero eso no le impidió rendir siempre al máximo nivel hasta que se produjo su suspensión, tirando de talento y voluntad de ganar. ¿Que quizá no hubiesen aguantado su actitud en el actual Barça o que él se hubiese marchado del club? Puede ser, seguramente de hecho, pero eso ya sucedió cuando él pasó por ese equipo.
Si te fijas, hago las comparaciones a nivel técnico. Si entramos en cuestiones de carácter, cosa que hasta ahora no he querido hacer, Maradona tenía algo que Messi no tiene ni tendrá nunca: carisma, aureola, una personalidad tremendamente fuerte y reconocible, y sobre todo mentalidad de líder. Él no necesitaba un equipo jugando para él; hacía jugar a sus equipos, fuesen mejores o peores, y tomaba toda la responsabilidad sin dudarlo. Creo que mucha ente subestima seriamente lo que Maradona hizo en Nápoles, la manera en que creaba una franquicia a su alrededor con su juego sobre el campo, y (no lo olvidemos) con su personalidad en el vestuario. Por eso me hace gracia la famosa frase de «Messi es Maradona todos los días», que es un eslógan tramposo a sabiendas. Messi no sabe lo que es ser Maradona.
Esta es una discusión bizantina que se alargaría indefinidamente (aunque, como ves, me gusta). Messi es uno de los más grandes de la historia del fútbol, sin duda alguna. De los más grandes.
Pero también es ahora mismo el producto a vender. Repito lo que he dicho varias veces: Maradona era bastante más grande que Messi. Quien lo ha visto jugar, lo sabe. Y quien lo ha visto jugar y dice lo contrario, es porque probablemente tiene interés en presentar a Messi como «lo nunca visto», por los motivos que sean. La prensa deportiva ya no es como antes, y sabe que el público no comprará alegremente la idea «sí, sí, Messi es muy bueno pero no me lo comparen ustedes con Maradona», que suena a historia del abuelo Cebolleta.
Pero bueno, yo no gano nada (ni pierdo, supongo) sosteniendo mi opinión, que no sé si es minoritaria, porque el fútbol tiene poca memoria.
Un cordial saludo.
Muy bueno el articulo! me encanta este sitio, siempre entro a leer pero nunca comento, lo hago ahora porque Maradona es mi ídolo, quisiera agregar también en la comparación messi-diego que messi es inferior al diego también por un tema de actitud en la cancha…personalidad…liderazgo…el diego se ponia la albiceleste y se transformaba ! mucho carácter , se ponía el equipo al hombro, prácticamente manejaba el partido,cosa que messi no hace.. nomas hay que ver los partidos de messi en la selección argentina para saberlo. Saludos desde la patagonia argentina y espero la segunda parte del informe!
Hola, celcfc:
Efectivamente, lo de la diferencia de personalidad ni siquiera se suele discutir porque sencillamente no hay discusión posible. Maradona era (y es) un individuo con muchos fallos en lo personal, pero deportivamente era un líder como se han visto pocos no ya en el fútbol, sino en muchos otros deportes. Y evidentemente siempre tuvo un carisma descomunal; a la gente podía gustarle o no, pero despertaba una fascinación que, como comentaba otro lector, jamás se verá en torno a un jugador de perfil bajo como Messi. Es algo difícil de definir, pero se veía en infinidad de detalles. Por ejemplo, ya el rostro de Maradona antes de un partido, su expresión, te anunciaba que estabas ante un individuo único sobre el césped. Esa concentración casi salvaje, ese aureola se contagiaba hasta a sus compañeros. Ya en el Mundial 82 se lo veía desesperado por conseguir cosas aunque el torneo le salió torcido y no tenía veteranía ni galones como para cargarse las cosas a las espaldas por sobre varios campeones vigentes. Pero su ímpetu y sus ganas estaban ahí.
Por cierto, me alegra mucho que se nos lea desde Argentina.
Un cordial saludo.
Hola, E.J. Primero felicitándote por la pieza. Entretenida y bien documentada.
Tengo 20 años y nunca vi a jugar a Maradona, pero escuché cómo hablan de él. Veo los vídeos y tienes razón: su laboriosidad en toda la cancha es ejemplar. La pide, asiste, encara y es un revulsivo para el equipo.
De quien puedo hablar más es de Messi. Creo que Lionel es mejor en cuanto a su definición. La capacidad de resolverte en un palmo es categórica. Pero hacemos las comparaciones lógicas: Messi creció futbolísticamente en un club que cedió responsablidades también en varios jugadores. Cuando Lio iniciaba, Ronaldinho acaparaba los reflectores, permitiéndole jugar con menos presión. Ahora, sus tantos goles también derivan de -como ya apuntaste- que puede mantenerse en tres cuartos de cancha mientras Xavi e Iniesta arman el partido.
Y su falta de liderazgo -y claro ejemplo que el fútbol también es colectivo- es en Argentina. Me parece que si comparamos uno a uno los sectores de la cancha de la albiceleste del 86′ con la del 06′ o 10′, hay mucha superioridad ahora. Los sectores están más balanceados y Messi debería de contar con mayor protagonismo, respaldado por un buen equipo. Cuando lo dirigía Maradona, intentó cederle la capitanía y el 10, para que Lio jugara a placer. Messi apareció notoriamente únicamente contra Nigeria, y no más. Después llegó la gran Alemania de Löew y ya sabemos la historia.
Ahora está con Sabella, quien le permite estar en la cancha de media punta. Tiene la edad ideal y colegas bárbaros. Geniales delanteros con Agüero, Higuaín y Tévez, y oxígenos como Di María, Lavezzi y Mascherano. No creo que Messi necesite de un mundial para recordarle para siempre como el mejor de la última década, pero es ahora o nunca para erradicar dudas. Ante un Brasil que tiene más incógnitas que luces para ser anfitriones, los únicos rivales son los europeos. Habrá que hacer este debate luego del 2014. Creo que posterior a eso no quedarán dudas de quién fue el mejor.
Saludos desde Guatemala. Ya espero la segunda parte. A ver si haces más piezas de otros jugadorazos ahí. Más calcio, por favor ;-).
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No sabría evaluar que jugador a sido mejor a lo largo de la historia. Pero ninguno representa el futbol como lo representa Maradona.
Maradona no solo representa el jugar a la pelota, tambien la mitomania, la discusion, la pasion… todo lo que es el futbol.
Soy español, de Gijón (Asturias) y ciertamente nunca vi algo igual a Maradona.
Buenas, podríamos estar debatiendo años enteros, alimentando un bucle infinito y no puedo dejar de pensar en una frase -creo- de Daimiel sobre Kobe y Michael: «Si Bryant hubiese sido anterior a Jordan se diría que Jordan es lo más parecido a Bryant».
Pues eso, si Messi hubiese sido anterior a Maradona diríamos que Maradona es lo más parecido a Messi.
Hola, Adrián:
La verdad es que eso, más que un argumento, es una falacia lógica. No podría haber existido un Bryant antes de Jordan, ni un Messi antes de Maradona. ¿Cómo hubiera sido Messi de haber debutado en los 70, sin la influencia de un Maradona anterior?
De todos modos, como ya he comentado por arriba, no creo que Messi sea «lo más parecido a Maradona». Ambos son futbolistas muy diferentes, la verdad, y el supuesto parecido es más bien superficial. Creo que a la gente le confunden las constantes comparaciones de jugadas similares que salen por TV. Es cierto que, en algunas cosas del trato de balón, tienen unas técnicas parecidas y la influencia de Maradona en Messi es innegable, pero siguen siendo dos tipos de futbolista. Hay muchos, los más jóvenes, supongo, que se hacen la idea equivocada de que Maradona era un Messi de su época, pero realmente no es así.
Un cordial saludo.
No sé que pensar…conozco a una persona que jugó con Cruyff en el Barça y lo que me cuenta me deja atontado…pero despues te pones a ver videos de Diego, y no parece normal….
Lo siento, pero creo que Messi nunca llegara a ser Maradona…(socio del Barça 78901) y yo adoro a la pulga, y este año que tira del equipo? es alucinante, pero Diego estaba un paso mas alla
Yo he visto jugar a los dos y por ahora para mí no hay color entre el pelusa y la pulga. Maradona por delante por varios cuerpos de ventaja. Me da igual que en los siguientes 2 años nos invadan con cuatro toneladas más de publirreportajes y de recórds imposibles. Messi, siendo uno de los grandes sin duda, está sobrevalorado. ¿El mejor de la historia, Leo? Hablando siempre de lo que ha sido y sin querer entrar en el juego de lo que sería capaz de conseguir si no se tuercen las cosas, esa consideración me resulta delirante. Para mí, por lo que he visto hasta ahora, Messi está por debajo de Zidane, incluso de Baggio. Compararlo con Maradona, más allá de algún parecido físico, me parece un exceso inexplicable. Y no soy fan del Madrid precisamente, lo digo por si alguien me acusa de ello por situar a Zidane por delante de Messi, de hecho prefiero el Barcelona (sin ser culé tampoco) pero es que me parece que con Messi existe bastante «hype». Y lo de la Messidependencia es un invento. El Barcelona se ha hinchado a ganar títulos por el gran estado de forma de todos sus jugadores. Cuando no estuvieron todos bien, perdieron. Las derrotas en competiciones importantes del Barça (Copa, Champions) durante los últimos 12 meses así lo confirman. Una vez leí una estadística del Barça sin Messi desde la llegada de Guardiola (estadística del 7 de diciembre de 2012): 20 victorias-4empates-3 derrotas. Eso son números de equipo campeón. Añadir, además, que en todas las derrotas y algún empate de los citados el Barcelona no se jugaba absolutamente nada, eran partidos intrascendentes con la competición ya decidida. ¿Messidependencia? Una leyenda urbana. No he visto a Cruyff, ni a Pelé, ni largo etcétera más que en vídeos. Pero de los que he visto no tengo dudas de que Diego Maradona era el mejor. Y luego Zidane. Y de ahí para abajo ya no sabría quién decir. Pero esos dos destacan sin duda, y sobre todo Diego. Saludos a todos y gran artículo.
derribaba muñecos llamados ingleses, para aca, para alla,…
…decime q ser humnano, hoy, hace eso?
Gran artículo (como siempre), enhorabuena. Es un placer leerte.
Como llego tarde a la charla no me voy a extender mucho. Solo voy a apuntar algo que me parece relevante en lo que se habla y en lo que igual no se ha insistido lo suficiente. Cada jugador que nombráis tenía su estilo personal y a unos y unas gustará más unos u otros, no queda otra. A lo que iba, en cualquier caso, todos los jugadores que citáis están ya retirados, se puede evaluar su trayectoria completa, Messi, sin embargo, tiene solo 25 años. Y digo solo 25 porque las comparaciones con Maradona comenzaron, a parte de por motivos publicitarios, que ahí están, sin duda, por el gol que Mesis marcó al Getafe y otro que hizo con la mano con unos pocos meses de separación. Ahí tenía 21 años, más o menos, creo recordar. Desde entonces ha llovido bastante y Messi poco tiene que ver con aquel jugador ya deslumbrante. A mi entender, la evolución futbolística de Messi, su conocimiento del juego y su capacidad para mejorar los recuros técnicos que no dominaba (¿derecha de palo? No podéis decirlo en serio. Lanzamiento de faltas, disparo desde la frontal, remate al primer toque en carrera, pase en largo, por comentar los recursos más evidentes en los que ha progresado de forma notable), hace esperar, y no creo estar siendo especialmente imaginativo, la confirmación de un futbolista quizás único en su conocimiento y control del juego. Messi ya no es ese extremo de slalons interminables, Messi es, hoy en día, un jugador capaz de marcar 100 goles en un año y dar, a la vez, 25 asistencias. Las comparaciones de Messi con otros jugadores podrían realizarse, para ser un poco más rigurosos (en una discusión que es puro entretenimiento), con los primeros años de las carreras de aquellos. En el caso del pelusa eso nos pondría en el Maradona de antes del Mundial de Mexico, cuando su trono aún estaba en duda (según dices en el artículo,que me pilló muy joven). En fin, que esta discusión me parecería más acertada si Messi ya no jugase más. Ahora bien, si Messi acaba su carrera con 12 ligas, 6 copas Europa y 1 o 2 mundiales…
Eso sí, Maradona… ah, Maradona.. es muchísimo más que fútbol: que persona !!!
Me encanta Messi pero he disfrutado como un crío con lo que vi de Maradona, de Zidane, de Ronaldinho, del buitre, de Ronaldo (el brasileño), y de Luis Enrique y Juanele, por supuesto. Que grandes todos ellos…
En fin, gracias por el artículo y por los comentarios, también muy interesantes.
Maradona es el futbol hecho persona, nunca fue goleador, nunca fue cabeceador, nunca batió records pero, su grandeza sino se han fijado es la forma como tocó el balón , como la acarició, ese pincel que tenia en la zurda nunca lo tuvo el burdo de pele ni el acelerado de messi, dicen que zindan fue elegante pero solo para correr porque maradona tenia estilo con la pelota pegada a los pies era un regalo a la vista desde cuando paraba el balon, nio que decirlo cuando la tocaba, la pasaba y le daba el efecto a la pelota, alli radica la grandeza de su futbol. que los pelenianos mesinianos y otrao barsileros sepan ver como juaga maradona , su estilo, su porte, su delicadeza para tocar el balon, ahi veran que el nunca fue como los demás.
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