Ocio y Vicio Sociedad

Aproximación a los bares madrileños para puretas

bar

Educación exagerada, nombres británicos, madera y cristaleras, detalles dorados, capitoné por todos lados, camareros disfrazados de Garci recogiendo el Oscar, posavasos obligatorios, olor a laca, el domingo a los caballos, puros, abrigos de piel, Neville, loden y botones de madera, Marlboro, cacerías, trajes, ABC, patatas fritas, zapatos castellanos, Real Madrid, ranciedad ilustrada, almendras, camisas con las iniciales bordadas, barrios de Salamanca y de Chamberí, Pintor Rosales. Madrid eterno.

La única manera de que mi querido Madrid siga vivo ante los indecentes ataques del fua y de los gintonics de flores es que los bares para puretas, verdadera y última Reserva Espiritual de Occidente, sigan existiendo. Como dice mi amigo Fernando, coautor junto con mi hermano Miguel de este texto y Gran Visir del barrio de Salamanca, si algún aciago día desaparecieran las señoras dignas del barrio de Salamanca, fauna y a la vez flora del barrio, y quedaran vacíos estos bares, deberían hacer como en los castillos escoceses y poner en ellos muñecas de cera vestidas de dueñas de caniche. Porque si algún día cierra alguno de los pubs más señeros de la secta pureta sería como si cerraran de golpe Chicote, La Vía Láctea, Los Torreznos, Siroco y José Luis. Soportamos con dolor el cierre de Bruin, pero ya no podríamos con más pérdidas. Si desaparecieran los sitios para puretas, Madrid ya no sería Madrid.

Imagino que este tipo de local lo hay en todas las capitales de provincia, al menos en todas en las que celebraban bailes para debutantes, como todavía los vemos en la alcanforada Pontevedra, y que todos los Derby que pueblan España son en realidad estos bares madrileños, todos de un impostado elitismo británico cuando no son nada más que liceos de pueblo. En mi ciudad, el siempre estiloso, convencional, vanguardista, casposo, engominado, envidiado y entrañable pijerío madrileño, que aún recuerda con temblores el increíble drama que supuso en tantas de sus casas el paso de los trajes de dos botones a los de tres, o de los zapatos castellanos a los de cordones —no valiendo nunca medias tintas, y si tienes que partirte la cara defendiendo el traje de dos botones como el primigenio traje de hombre, lo haces— y que sin pestañear llamaría frívolo a Felipe II a la vez que se marca unos pantalones color pistacho o unos náuticos azul celeste que harían palidecer a Dick Van Dyke en Chitty Chitty Bang Bang, se atrinchera en estos magníficos bares de pinta inmemorial que en el fondo son más hijos de La Movida que cualquiera de los antros para roqueros pudientes de Malasaña.

Acerquémonos pues con devoción a estos templos y tracemos un pequeño mapa del capitoné capitalino, empezando por el magnífico Gregory’s de la calle Velázquez casi esquina Goya, local que pasa totalmente desapercibido entre tanta tienda. El Gregory’s sobrevive muy anticuado, tanto que en realidad es una peña de amigos de pueblo en pleno barrio de Salamanca, pareciéndose incluso a la Cafetería Oasis del pueblo de mis padres, que tenía un ala del local reservada en exclusiva para yonquis —zona que tomaron como suya sin que los camareros hiciesen nada— mientras en el otro lado del café las familias seguían tan tranquilas merendando en una convivencia tan repulsiva como increíble que terminó hace unos años cuando los dueños tapiaron la sección intravenosa. La parroquia del Gregory’s se divide a partes iguales entre señores que esperan a que sus señoras acaben de comprar, viejas del barrio, turistas sudorosos y lectores del ABC. Si seguimos por Velázquez pasamos de largo por el cutrerío del Hotel Adler y su no-bar y llegamos hasta el Hotel Velázquez, este sí rancio a más no poder, donde además del elegante bar del hotel, en el local de al lado hay otro típico bar para puretas, La Ruleta, el sitio perfecto para nostálgicos de los bares con dardos y olor a lejía. Su decoración totalmente pub le hace a uno retroceder treinta años de golpe; vamos, una pesadilla. Cerca y a la contra de La Ruleta está el mítico Embassy, más para señoras que otra cosa y con una tarta de limón que es mucho más importante que la Victoria de Samotracia, y en donde el padre de un amigo le dijo a su hijo cuando iban los dos a merendar tras volver de vacaciones si pretendía entrar en Embassy vestido para ir a la playa, yendo el pobre con un Lacoste rosa y unos pantalones de pinzas. Ese es el nivel. Un aplauso a ese padre. De ese mismo palo y dejando para otra ocasión al discreto Colosimos Pub de Ortega y Gasset, nos acercarnos dando un paseo hasta el Capitán general del Ejército Pureta, el excelso Milford de la calle Juan Bravo, justo enfrente del palacio de la embajada de Italia. Esas vidrieras ya nos hacen presagiar que algo importante va a suceder, y sucede; el cuero en la barra al que uno se abraza como a su doudou, la lámpara de araña de casa de la abuela (aquí sí, y no en los nombres de los platos) y la decoración con cierto tono marítimo de capitanes en el pantano de San Juan (¡Esos cojones, en Despeñaperros!) del Milford hace que uno se sienta en él como el maharajá de Kapurthala aunque pida un Trina de naranja. Para aumentar si cabe la belleza pureta del local, la última vez que fui estaba charlando el venerable Juan Manuel de Prada con unos acólitos. ¿Quién sube la apuesta? Hagan juego, señores.

Ningún barrio mejor que Chamberí para disfrutar del puretismo en su máxima expresión. En la siguiente jornada nos dedicamos a los bares de Eduardo Dato, calle donde en una boda le pasó a mi hermano algo genial, una idea de negocio brutal en la que los mendigos de la iglesia pedían cien euros cada uno al padrino si no quería que salieran en todas las fotos; dinero que consiguieron porque nadie quiere ni mendigos en las fotos, ni atrasar la boda una hora para que la policía resuelva el asunto, ni pegarse antes de que se case tu hija. Casi contiguos, el Mazarino y el Richelieu libran una batalla clásica para llevarse al coleto el mayor número de viejecillas con el pelo morado del barrio. El Mazarino gana claramente, al mantener ese aroma rancio a casa cerrada que te hace sentir nada más entrar como en casa de tu tía la del pueblo. El trato es tan excelente que a veces piensas que se están cachondeando de ti. La decoración, con el retrato de Mazarino presidiendo el local, no puede ser mejor. Como a cincuenta metros más arriba, su gran enemigo Richelieu intenta comparársele con algunos salones de imitación inglesa en la planta baja, pero la parte de arriba, demasiado impersonal, hace que pierda unos puntos que ni las espectaculares corbatas negras de los camareros logran recuperar. Un poco a desmano, en la sección off-Dato, tenemos que anotar en el mapa al bar El Yate, local gigante y casi perfecto en General Martínez Campos, al lado de un pub irlandés (queda en el tintero un artículo sobre la fábrica de antigüedades falsas para bares irlandeses), locales ambos donde Sorolla seguro que se lo pasaría de miedo hoy en día con la Clotilde. No pasamos tampoco en nuestro tour por el Bridas, en Zurbano, pero sí que podemos resumir en un segundo su esencia, verdadera antología pureta: un amigo que iba todas las tardes tras el trabajo a cogerse su melocotón y a quien nada más entrar le ponían su copazo, un día apareció con su esposa y el camarero en el acto le preguntó “¿Qué desean los señores?”

Al pub Members de Capitán Haya no llegamos en nuestra exploración, quizá por miedo al sospechoso pilinguismo del nombre, pero sí al Charing Cross de Pintor Rosales, otra de las leyendas de este tipo de bar. Lo gigante de la terraza choca con la pequeña planta de calle, casi sin sitio para sentarse. Todo el local forrado de cuero y los camareros intercambiables con otros bares de este texto hacen que poco más haya que añadir; hay que ir a tomarse unas croquetas semicongeladas allí para disfrutarlo. Para cerrar este pequeño recorrido que gustosos los amables lectores completarán y refutarán, nos acercamos una tarde al Seis Peniques, pero al fetén de la calle Alfonso XII, no a ese que está cerca de ese estadio desde donde Snake Plissken Mou y sus forajidos dominan el mundo, a tomar la última tónica del verano. Ya cuando llegas a la puerta y ves a dos parejas maduras jugando al parchís en la terraza de la acera sabes que has acertado. Dentro, penumbra, madera y cuero negro en asientos y barra, y horrendos cuadros de paisajes y ruinas. La parte para olvidar, que había ruido de fondo y era El último de la fila. Dentro, lo que uno espera de un sitio así, tomando la primera de la tarde dos o tres encorbatados de esos que creen que es de empleadas del hogar ir de compras y luego cargar las bolsas y prefieren que le suban la camisa recién comprada a casa. Y aquí damos por finalizado el recorrido, con ganas de salir a la calle a respirar un poco de aire y a rezar para que nadie ose tocar estos bares que guardan la esencia del viejo (o antiguo, o anticuado) Madrid.

 

 

 

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26 Comentarios

  1. ‘Snake Plissken Mou y sus forajidos dominan el mundo’ – Me ha arrancado una carcajada con esa frase

  2. Sublime.

  3. Pingback: Aproximación a los bares madrileños para puretas

  4. Miquel Àngel

    Siempre me pregunto lo mismo, en un país con 47 millones de habitantes y con claro exceso de centralismo madrileño en todos los aspectos (informativo, político, etc.) ¿por qué se supone que nos tiene que interesar a los que no somos de Madrid una crónica sobre bares, librerías etc. en Madrid y alrededores? Y ahora tras este berrinche procedo a volver a la cama y reflexionar sobre la vida en provincias y el escaso interés que genera.

    • José Martínez

      Hola Miguel Ángel, gracias por tu comentario, de verdad. Estoy en parte de acuerdo, no tiene ningún interés que caigan cuatro copos de nieve en Navacerrada cuando en Soria nieva todo el rato, y que cuando caen esos cuatro copos salga la noticia en todas las televisiones.

      De todas maneras he escrito diez textos para esta revista y este es el primero sobre Madrid, ciudad donde he nacido y que es de las pocas cosas sobre las que puedo escribir. Así que por mi parte creo que no hay mucho centralismo.

      También defiendo un poco a esta revista que me acoge porque ahora mismo tiene una serie sobre «librerías con encanto» que ha hablado ya de dos librerías de Salamanca, una de Zaragoza y otra de Toledo (y de tres de Madrid, que también hay que decirlo), todas ellas capitales de provincia.

      Saludos y gracias por leerme,
      josé

      • Miquel Àngel

        Hola José, no era tanto una crítica a tí, claro. Te ha tocado :-), sé que mi comentario tiene un punto de berrinche cuestionable, pero el fondo es cierto, en general los medios tienden a sobre informar de Madrid y no se preocupan de «cazar» talento fuera de ella. Es un tema viejo que tiene muchas implicaciones y es complejo. Yo vivo en Mallorca, de nosotros los medios sólo se acuerdan por los chistes con alemanes y cuando algún tarado inglés hace balconing, con la de cosas interesantes que hay para contar de las islas :-). Es un placer leerte.

  5. genial. josenez’ done it again

  6. ThrashJazzAssassin

    Magnífico artículo; tendré que releerlo mientras libo de una copita de Fra Angelico. Y, por supuesto, hacer trabajo de campo, que no estoy muy curtido en este fascinante Madrid eterno.

    Si me permite una poner una pega de quisquilloso, le diré que algunos párrafos dan cierta sensación de prisa, de ser más vertiginosos de lo que corresponde a este Madrid de partidas de dominó de tres horas.

    Más cojonudo que los espárragos, en cualquier caso.

  7. Mi jefe almuerza cada día en Mazarino, y es tal cual describe José. Pero es que mi jefe en un trabajo anterior almorzaba cada día en Charing Cross. ¿Por qué será que los jefes frecuentan estos lugares?
    Espero con interés el artículo sobre la fábrica de antigüedades falsas para bares irlandeses.
    Un saludo.

  8. perretes y gatetes

    Jo. Casi se me saltan las lágrimas. Gracias por escribir esto. Yo vivo cerca de muchos de los que hablas y me he emocionado más que con el vídeo de David Hasselhof borracho pidiendo ayuda.

  9. Enorme artículo. Y lo dice un riojano.
    Como guinda del pastel, faltó Becquer.
    Enhorabuena.

  10. Gran recopilación y magnífica descripción del genuino ambiente pureta. ¿Por qué será que he estado en todos y cada uno de los bares citados? Por cierto, Las Bridas está en José Abascal y no en Zurbano.

  11. Oxímoron

    Por mucho que viva en lejos nunca dejaré de ser un niño del Barrio Salamanca. Así que he estado en el Milford, en el Hotel Velázquez e incluso en La Ruleta. El tema raro es que lo que más conozco es Mazarino, casi más que Richelieu. Curiosos bares a los que iban mis padres con sus amigos, no pocas veces en Navidad, nochebuena o similares. Y lo que se cuenta es verdad, pero falta hablar del limpiabotas. Un bar con limpiabotas es mucho más que un bar, es un templo, no me jodas.

    • José Martínez

      Oxímoron, justo ayer pasé por delante de Mazarino y Richelieu y al pasar por el segundo había un limpiabotas con un cliente que parecía González-Ruano y pensé comentarlo aquí, pero te has adelantado. Yo creo que es el único sitio en Madrid donde quedan limpiabotas.

      • Oxímoron

        El otro día, paseando por la calle de Serrano, vi uno. Creo que estaba en un bar, pero no recuerdo en cual.

  12. Tan emocionante como hilarante.

  13. Pingback: Anónimo

  14. Me recuerda tanto al difunto Kassett en General Moscardó… Esa decoración british, esos camareros con pajarita… ¡Que recuerdos de la infancia! Ahí iba la crème de la crème del barrio después de misa, pero sólo las que llevaban cardado y visón, que el resto no eran bienvenidas… Allí también tomaban café entre semana las profes de mi cole, pero ese era el único alivio proletario que se permitían… ¡y porque era un colegio de monjas, que si no!

  15. Jose Luis

    recuerdo a de otro grande desaparecido el Mr. Pickwicks
    there´s a corner of Madrid that´s always London
    Era de la misma índole, para esa gente

  16. Hace unos meses estaba recostado en la barra de uno de esos bares y vi a un tipo apuntando cosas en una libreta con cara de antropólogo al que le pagaban por aquello por lo que el resto debe pagar: ir de bar en bar ,tomándola. ¿Eras tú?

  17. José Martínez

    También el Hándicap en General Oráa entraría dentro de los bares pureta, y no está nada mal. Está muy cerquita de Orgaz, donde «esperándote perdí mi juventud». La verdad es que no sé por qué quedó fuera del texto.

    En mi barrio hay uno que se llama Pub Elisabeth que abrió en los ochenta muy pintón y ahora se llama de otra manera pero sigue teniendo el logo de Elisabeth y la misma pinta de bar inglés aunque ahora está lleno de tragaperras y viejas tomando churros.

    Mi hermano que es muy sabio tiene un baremo infalible para saber si un bar ha fracasado. Si de repente en el bar aparece una máquina tragaperras y un póster del Celta es que el dueño se ha tragado el orgullo y ha cambiado el chill-out por el dinero.

  18. jose manuel

    Os juro que yo he desayunado en el El Gregory’s un buenisimo pincho de tortilla con una copa de cerveza unas veces y otras cafe con churros (de cosecha propia) y ambos desayunos estupendos y tambien le he comprado al limbiabotas loteria (que nunca me toco) y me he quedado con las ganas (por verguenza ) de que me limpiaran los zapatos.

  19. No sé si se puede incluir aquí, porque no es exactamente un «bar», pero el Tony2, en la calle almirante, merece formar parte de esta lista, sin duda.

    Gran artículu, sí señor!!

    • patricia

      El Tony 2, ese mítico lugar donde confluyen las almas perdidas de la ciudad a horas poco decentes. Nos acoge a todos los canallas, sin importar edad, sexo, condición o tribu urbana.

  20. ¡Nooo! Cómo os saltásteis el Colosimos Pub de Ortega y Gasset. ¡Si sirve las copas el el doble de Clint Eastwood!

  21. Estupendo articulo,lo he encontrado por casualidad al teclear en el buscador la palabra PURETA,que me interesa muchísimo ya que la utilizo normalmente para referirme a lo que el articulo describe perfectamente,yo mismo me incluyo en la definición,ya que me encantan esos tipos de bares,el costumbrismo,la sobriedad en definitiva lo de antes,soy el anti moderno y eso que apenas tengo 40 años,pero desde que tenia 12 ya me gustaba….aquí en valencia era asiduo a un templo que se llamaba CHACALAY,aun me emociono al recordar que desaparecio por culpa de los intereses monetarios,colocaron un HERMES en su lugar,y ya nada fue como antes,aunque aun disfrutamos unos años con la creación de EL FORO,compuesto por el mismo equipo de CHACALAY….que tiempos….
    Cuand ande por la capital no dudare en hacer ese recoorido…

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