El default future es aquello que encuentran quienes aceptan su destino, el resultado final de no cambiar la historia. Afirman que el futuro escapa de nuestras mortales manos, escrito en lugares más allá de los cielos; alegan, resignados, que la vida hay que vivirla sin esperar grandes cambios, alterar el orden de las cosas resultó siempre complicado. La consecuencia última es un futuro anticipado para quienes han sido incapaces de decidir, para quienes han decidido no decidir. No podríamos hablar tan siquiera de frustración, sin esperanza no existe decepción, sino de una resignación infinita. Imagino que resulta imposible no sentir cierta melancolía por todo aquello que pudo ser pero jamás fue, por todo aquello que nunca ya será, simplemente porque ni siquiera se intentó. Y es que todos morimos pero no todos vivimos. No actuar ante el miedo a la incertidumbre resulta una alternativa cobarde; en las elecciones se encuentra el riesgo pero uno no puede vivir sin decidir. Admitir la existencia de un destino preestablecido significa aceptar aquella vida que no has querido vivir, significa morir antes de vivir. La libertad tiene un precio y hay quienes renuncian a pagarlo, esclavos de su futuro imperfecto viven una vida que no merece la pena cambiar, por la que no merece la pena luchar. Tim Tebow, por suerte, no creyó nunca en su default future.
Hijo de misioneros evangelistas, la leyenda de Tim empezaría antes de su llegada al mundo. La familia Tebow colaboraba activamente en las regiones más pobres de Filipinas cuando Pamela, la madre de la criatura, enfermó. Pam, embarazada de 7 meses, había contraído una grave infección. Ingresó en un hospital de Makati, cerca de Manila, donde recibió tratamiento. A las pocas semanas estaría ya recuperada pero los medicamentos recetados causaron un desprendimiento prematuro de la placenta. A pesar de no estar permitido en Filipinas, los médicos recomendaron abortar, su vida corría peligro; la operación se realizaría sin el consentimiento de las autoridades gubernamentales. No sabían los doctores que Pamela Tebow estaba dispuesta a dar una oportunidad al bebé. A mayor insistencia, mayor era la negativa: sus profundos valores cristianos impidieron el aborto. Pam sobreviviría y Tim llegaría al mundo un 14 de Agosto de 1987.
Sin ser responsable directo de ello, evadía por primera vez el default future.
Tim Tebow creció en Jacksonville, Florida. El pequeño de cinco hermanos, empezaría su carrera de NFL practicando en el front yard de casa. No pisó nunca una escuela, su padre creía en un aprendizaje basado en el homeschooling (educación en el hogar impartida por alguien de la familia); el estado no era nadie para educar a sus hijos. Sin instituto propio empezó jugando al football en el equipo más cercano, por aquel entonces el Trinity Christian Academy. Con tan sólo quince años ya tenía cuerpo de atleta. Tim había decidido que sería quarterback, cumplía todos los requisitos, pero su entrenador únicamente le permitía jugar de tight end. La ley con relación al homeschooling y la práctica del fútbol americano establecía que los jugadores no matriculados en instituto debían jugar con el equipo de su distrito académico, no era una condición negociable. Si Tebow quería ser quarterback sólo existía una posibilidad: la familia tendría que cambiar de domicilio. No se lo pensaron dos veces. Los Tebow se mudaron a un pequeño apartamento en Ponte Vedra Beach, en el condado de St. Johns, para que el niño pudiera entrar en Nease High School, un equipocon mentalidad ofensiva de pase. Una anécdota explica su excepcional espíritu competitivo. Durante un partido de temporada regular, Tebow se fracturó el peroné por el placaje de un defensor; lejos de retirarse a la enfermería, decidió continuar en el campo anotando un touchdown de carrera en los minutos finales. Repito, un touchdown de carrera. No volvería a pisar el césped aquel año pero en Nease todavía se preguntan cómo se lo hizo para jugar un partido entero con la pierna fracturada. Tebow notó que algo se movía allí abajo pero decidió que merecía la pena seguir jugando, todo por no defraudar a sus compañeros. Un liderazgo forjado a base de épica, con huesos rotos y touchdowns de sangre, éste ha sido siempre el enfoque del chico. Tim no le tenía miedo a nada ni a nadie. La fama nunca le cambió, todos los veranos seguía visitando Filipinas para ayudar en el orfanato de sus padres. Un perfil atípico el de aquel joven que priorizaba la filantropía a las fiestas en Miami Beach y que confesaría, más adelante, que protegería su virginidad hasta el matrimonio. En su último año de high school rompió todos los récords llevando su equipo al campeonato estatal, condecorado por el camino con infinidad de premios individuales. Su participación en el U.S. Army All-American Bowl, un partido nacional de jóvenes promesas, confirmaba la trayectoria imparable de un deportista único. Fueron muchas las dificultades pero Tebow conseguiría triunfar en la posición de quarterback.
El default future desafiado de nuevo, su historia justo acababa de empezar.
Con dieciocho años recién cumplidos era momento de escoger universidad, la NCAA esperaba. Muchos eran los pretendientes. Terminó aceptando la propuesta de la Universidad de Florida por la insistencia de Urban Meyer, entrenador de los Gators, pero las cosas no empezarían como esperaba, Chris Leak sería designado quarterback titular. Tebow jugó aquel primer año saliendo desde el banquillo, participando en jugadas puntuales. Importantes dudas sobre su mecánica de pase determinaron aquella suplencia. Florida terminarían ganando el campeonato nacional contra Ohio State pero Tebow tendría un rol secundario en la victoria. Anotar dos touchdowns en la gran final, uno de pase y otro de carrera, no era suficiente, Tim sólo aceptaba las estrellas. Un ganador decide continuar allí donde muchos concluyen el viaje: reclamaría el trono durante la siguiente temporada, no estaba dispuesto a pasar otro año en la sombra. Y vaya si lo hizo. Chris Leak probaría suerte en la NFL y Tebow quedaría como quarterback titular. Meyer no confiaba todavía en su habilidad de pase pero el liderazgo de Tim dentro del vestuario le garantizaba ya el puesto; había llegado el momento de demostrar su valía. Deslumbró, literalmente, en su primera temporada completa; el fulgor del sol de Florida en un campo de football. Rompió todos los records de la universidad. Su perfil anfibio, podía jugar por tierra, mar y aire, maravillaba al mundo. Terminaría ganando el Heisman Trophy, el premio al jugador más excepcional, en su temporada de sophomore. Tim se convertiría en un fenómeno de masas; incluso renunciaría a una nominación de Playboy porque entraba en conflicto con sus profundos valores cristianos. La consagración definitiva llegaría en su tercer año. Perdieron ante Ole Miss en la cuarta jornada pero su perfil de líder le impidió aceptar aquella derrota, proclamaría en rueda de prensa un alegato al compromiso que todavía resuena en el vestuario. Urban Meyer inmortalizaría el discurso en una placa en el campus de Florida. Aquella arenga surtiría efecto: los Gators consiguieron la segunda posición del BCS, Oklahoma esperaba en la final. Tebow dominó el partido desde el primer minuto ganando su segundo título de la NCAA, esta vez con rol de protagonista. Tim desbordaba carisma en cada una de sus actuaciones, dentro y fuera de campo. La universidad enloqueció cuando anunció que regresaría en su cuarto año. Redefiniendo el concepto de liderazgo, sus compañeros seguirían al nuevo rey hasta el fin del mundo. Un sack demoledor en Kentucky con resultado de conmoción cerebral amenazó con frenar su última temporada. Nada serio, en dos semanas volvería al campo, estaba dispuesto a ganar sin importar el precio a pagar por ello. Los Gators no llegarían a la final nacional pero se clasificaron para disputar la Sugar Bowl contra Cincinnati. Tim sobresalió con un partido perfecto (482 yardas de pase, 51 yardas de carrera y 4 touchdowns), tarjeta de despedida de su etapa universitaria. Se graduaría con un título en Familia, Juventud y Ciencias de la Comunidad; ni el niño más repelente de Nuevas Generaciones estudiaría semejante atrocidad. A pesar de todo, Tim no trabajaría en barrios marginales con jóvenes afroamericanos, prefirió inscribirse en el draft. El millonario signing bonus que recibiría al cerrar su primer contrato terminaría decantando tal decisión. Tebow ya había hecho historia llegando a la NFL pero no se conformaría con seguir los partidos desde el banquillo, quería triunfar al máximo nivel.
El default future no le merecía respeto alguno.
El mesías predicaría su verdad en las grandes catedrales del football, la liga más competitiva del planeta reclamaba anhelosa la presencia de aquel insaciable guerrero. La joven promesa exigía su trono pero importantes dudas aparecieron en los reinos, algunos entrenadores afirmaron que no tenía talento suficiente. Muchos analistas no le consideraban material de primera ronda, su pobre mecánica hacía disminuir el stock; decían que no tenía los intangibles para la posición, era un perfil demasiado extremo. En college había funcionado porque existía cierto margen de error pero la exigencia en la NFL sería siempre máxima. Tocaba demostrar en la combine, una pruebas atléticas que pasan todos los pretendientes, que sus cualidades físicas merecían la confianza de uno de los 32 equipos. Su actuación resultó fascinante, el joven heredero impresionó a todos los scouts: corrió las 40 yardas en 4.72 segundos y saltó 98 centímetros en salto vertical sin carrera. Seguían existiendo dudas sobre su capacidad para lanzar el balón pero nadie dudaba que Tim era un portento físico. Maravilló a Josh McDaniels, entrenador de los Broncos, en una entrevista y Denver apostó fuerte por él. No era la primera vez que enamoraba por su actitud, no sería tampoco la última. Los Broncos escalarían hasta la posición número 25 del draft para contratarlo. McDaniels había liderado a Brady en New England y sabía como pulir un diamante en bruto. Tim sería su nuevo quarterback.
Quedaba demostrado que el default future no iba con aquel joven de Jacksonville.
Tim empezaría la temporada de suplente, necesitaba tiempo para mejorar su técnica. Se repetía la historia de los Gators, Kyle Orton sería el quarterback titular. Jugaría las últimas jornadas pero en las Rocosas seguían existiendo dudas sobre su mecánica de pase. McDaniels terminaría perdiendo el puesto, nadie entendió la confianza ciega en aquel jugador atípico. Parecía que su extraordinaria actitud no compensaría, aquella vez, un talento limitado. Los Broncos empezarían la siguiente temporada perdiendo los primeros partidos, con Tebow de nuevo en el banquillo. En las gradas del Mile High coreaban su nombre cada vez que Orton fallaba un pase. John Fox, nuevo entrenador de Denver, terminaría concediendo al chico la ansiada oportunidad. La temible defensa de Miami examinaría la valía del aspirante. Aquel partido resultó un desastre: Tebow se vería continuamente superado por unos defensores que leían todos y cada uno de sus movimientos, regresaría al banquillo y nunca más volveríamos a saber de él. Las gradas se vaciaron en el último cuarto con el encuentro ya decidido, no sabían los fans de los Dolphins lo que allí se disponía a pasar. Tim remontó 15 puntos en los últimos 3 minutos para terminar ganado el partido en la prórroga. Milagro en Miami, titularon los periódicos. No terminaría aquí la historia, mientras todo el equipo celebraba la increíble victoria, Tebow ancló rodilla derecha al suelo y empezó a rezar. El país entero quedó fascinada con aquel retrato inmortal: ante la euforia descontrolada del grupo, Tim mantenía la calma agradeciendo a Dios la victoria, impasible ante la tormenta. Tebowing fue el nombre con el que se bautizaría aquella imagen digna de tragedia griega, la serenidad en medio del caos. La leyenda había empezado. Detroit llegaría a Denver para enfriar los ánimos pero los Broncos ganarían los siguientes partidos gracias a la voluntad del chico. Remontadas imposibles inventadas a base de recepciones inverosímiles, carreras legendarias y field goals kilométricos. Penetraría la defensa de los Jets con una huida del pocket magnánima, desplegaría su mejorado arsenal de pase ante los Vikings y destrozaría el alma de los Bears con un drive descomunal. Los minutos finales del partido pasarían a conocerse como TebowTime. Aunque resultó imposible mantener el nivel, los Broncos entrarían en play-off como campeones de división. Los siempre temibles Steelers aguardaban en wild-card. Roethlisberger, quarterback de Pittsburgh, se disponía a terminar con aquel relato sin sospechar que el chico quería continuar soñando, llevaba haciéndolo toda la vida. Y la historia se repitió. Tebow cogió el balón en la primera jugada de la prórroga conectando un misil perfecto con Demaryius Thomas en el corazón de la secundaria acerera. El receptor galopó 80 yardas empujado por 77.000 almas hambrientas de épica, la euforia en Denver sería descomunal. La ciudad irradiaba felicidad por culpa de un mortal que no quería creer en su destino. Foxborough aguardaba la llegada del protegido de América pero en New England nunca fueron partidarios de los finales felices. Brady había ganado su primera Super Bowl completando un cuento de hadas precioso pero una vez en el trono los malvados Patriots no dieron opción a cenicientas. Algunos afirman haber visto a Belichick, entrenador de los Pats, sacrificar vírgenes a la luz de la luna sin el más mínimo remordimiento. Es un equipo sin alma que destroza a los rivales sin piedad alguna, el Madrid de Mourinho en su mejor versión. Una derrota por 45 a 10 terminaba con la temporada de Tebow. El sueño del anillo concluiría en Foxborough pero en Denver todavía suspiran con aquel touchdown contra Pittsburgh.
Tebow había reprobado el default future.
Y llegamos a la temporada actual, con un cambio de guión inesperado. Peyton Manning, el mejor jugador de todos los tiempos, aterrizó en Denver hace unas semanas para conseguir la Super Bowl. El legendario quarterback arrastra importantes problemas en el cuello pero, antes de cerrar una carrera inigualable, la leyenda de Indianápolis espera conseguir su segundo anillo. El vestuario, con Manning en el equipo, no era suficientemente grande para los dos. Tebow tendría que dejar la ciudad que soñó un día con él. Sería traspasado a los New York Jets, el negocio de la NFL no entiende de sentimientos. Así funciona hoy en día el deporte profesional, no haremos de la obviedad un drama. La historia continuará en la gran manzana con las luces de Broadway de fondo. Rex Ryan, entrenador de los Jets, ya ha declarado su amor incondicional a Tim. Todos sus mentores le han siempre adorado. Nadie entrena más duro, nadie estudia más el libro de jugadas, nadie analiza más las defensas rivales. Ya le ha dicho a Tony Sparano, el coordinador ofensivo, que llegará a los entrenamientos a la salida del alba. ¿Cómo no van a querer al chico ante tal declaración? Su ética de trabajo compensará sus claras limitaciones técnicas. En unas semanas empieza el training camp de los Jets. El actual quarterback, Mark Sanchez, ha declarado que no siente amenazado su puesto en el equipo. Tebow dice aceptar su rango de suplente pero nadie en Manhattan afirma creérselo, Tebow incluido. Sanchez no está cómodo en su rol actual, percibe que ante alguien dispuesto a jugar un partido con el peroné fracturado no tiene mucho que hacer. Mark Sanchez ha sido criticado por falta de liderazgo, curiosamente, la principal virtud de Tebow. Cualquier aficionado de la NFL sabe que la titularidad será suya antes de que termine el año, y Sanchez no podrá hacer nada para evitarlo. Está en su naturaleza inconformista, Tim no aceptó el camino marcado. Ganará la Super Bowl con los Jets rescribiendo por enésima vez su historia. El primer mortal que impugnó los tejidos de las Moiras, las hilanderas del destino fueron incapaces de determinar su relato. La insumisión total al status quo define el camino, no respetó nunca las reglas.
Y es que si algo ha demostrado Tim Tebow a lo largo de los años es que el default future no está escrito.
Excelente, muy bien escrito. El fútbol americano no es lo mío, pero así da gusto leer sobre cualquier deporte.
No tendrá una gran mecánica de pase, pero tiene un par de huevos. Yo me convertí en fan de Tebow por una jugada que hizo creo que contra Miami, esquivó un sack por milímetros, salió corriendo y agachó el hombro para percutir con toda su fuerza contra el defensa que iba a placarlo porque sabía que estaba justo en la línea de primer down, nada de hacer un slide como la maricona de McNabb para evitar el golpe. Como exjugador de rugby que soy, proclamo que Tebow es de los míos. Ya si después del partido en vez de ponerse a rezar se fuera a un bar de putas como hace Roethlisberger ya sería el hombre perfecto.
jajajajajajajajajajajjajajjajajajajajaja…buenísimo
Otro que ha caído abducido: el chaval ha sido elevado a los altares (nunca mejor dicho) como representante de un tipo de América secretamente cansada del comportamiento de la estrella hiphopera, golfa y negra. Tan legítimo como se quiera, pero deportivamente un bluff: el partido del peroné lo perdió, el milagro de Miami es más bien discreto y su (ex) equipo lo ha regalado.
Gracias este pedazo de artículo.
La leyenda de Tim Tebow no tiene límites. Cuando vi que ganaba el partido contra Pittsburgh ya empecé a preguntarme cuantas películas harían sobre su vida. No ha pasado ni un año desde su explosión como titular y ya es el hijo predilecto de América. Con aquel famoso pase batió el récord de más menciones por segundo en twitter.
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Muy buen artículo, gracias!!!
Tiene huevos el chaval es innegable, no me mola eso de su devoción y tal…pero trabaja como un perro.
Buenísimo, una gran historia. No se que tiene de malo lo de su devoción y tal.
TT ha sido a la NFL lo que Lin a la NBA. Una increíble explosión, una historia atractiva y un fenómeno de masas. Tiene valor, entrega y sobre todo (factor IMPORTANTÍSIMO) supo convencer a los Broncos de que eran un equipo capaz de meterse en Postseason. Le falta por otro lado visión de juego, una buena dinámica de pase, leer las defensas….todo lo que un QB debería tener. Y además este año lo va a tener muy difícil en NY, se mete en un avispero y no sé si la biblia lo sacará de él.
Muy bueno el artículo, muy bien escrito.
Dos pegas le veo yo:
-Es demasiado joven para poder asegurar HOY que ha escapado al default feature.
-Manning no es el mejor jugador de todos los tiempos.
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Que mal le ha hecho el paso del tiempo a este artículo. Leer eso del » default future» y ver al Tebow actual te hace sonreir de soslayo.