Cuadernos de Basket
Varios autores
Cestos de melocotón, S.L.
www.cuadernosdebasket.com
Me enteré del lanzamiento de Cuadernos de Basket (CdB), una revista trimestral en papel centrada en el baloncesto, pocas semanas antes de llevarse a cabo y, apenas leí los objetivos de la revista, supe que me iba a suscribir. Lo que me resulta curioso es que prácticamente lo tenía decidido antes de saber quiénes iban a firmar los artículos. Hace unos días leí que uno de los mayores defectos que supuestamente adolece Jot Down es de tener numerosos redactores desconocidos, cuando no seudónimos. Por descontado, esto último me dolió personalmente. Parece que es necesario tener un nombre para tener lectores, cuando yo siempre había pensado lo contrario. En el caso de CdB, en la primera lectura en diagonal de su plantilla, recuerdo que solo me quedé con los nombres de Gonzalo Vázquez (a quien ya había leído en acb.com, en Eurosport Yahoo y en Jot Down, claro), Máximo Tobías (también de acb.com y por la excelente biografía de Michael Jordan) y a Juanan Hinojo (el autor del libro Sueños Robados: el baloncesto yugoslavo). Solo tres firmas de las quince que componen el primer número (y que a su vez conforman la editorial Cestos de melocotón), siendo 3/15 una proporción minúscula que los amantes del baloncesto, puestos a adivinar, nos suena a estadística de tiro de Brian Scalabrine en toda una temporada o a un tercer cuarto fallón de Kobe Bryant. Pues con solo esos tres nombres me reafirmé en la idea de la suscripción. Podría haber comprado únicamente el primer número para probar, a ver qué producto me estaban vendiendo estos señores, pero quise apoyar de alguna forma una propuesta que me resultó muy atractiva. Me tranquiliza saber que no soy el único que se ha lanzado al compromiso anual de buenas a primeras, ya que de los más de 1600 ejemplares vendidos del nº1 de CdB hasta el momento, unos 700 corresponden a suscriptores. Bueno, eso y que el primer número es fabuloso, claro; mi aparente temeridad ha sido recompensada con creces.
Su director, Lartaun de Azumendi, que amablemente nos ha respondido a algunas preguntas, nos decía que “CdB nace para dormir en la estantería, no para morir en el contenedor de papel”. Cuando recibes la revista y por primera vez pasas rápidamente esas más de 200 páginas, como el que comprueba un fajo de billetes, solo puedes corroborarlo: artículos larguísimos, para leer reposadamente, sobrepasando en ocasiones la barrera psicológica de las 10.000 palabras, con poca publicidad y con (voluntariamente escasas) fotografías en blanco y negro. Una línea editorial que por descontado cuenta con el Jot Down seal of approval.
Con Gigantes del basket y la Revista oficial NBA copando el mercado, podría pensarse que el público target estaba suficientemente abastecido de revistas en papel centradas en el baloncesto, y más teniendo en cuenta el errático comportamiento de los amantes de este deporte que, si nos atenemos a shares y audiencias, está compuesto mayoritariamente por unos crápulas trasnochadores. No lo comparto; o al menos, la primera parte de la frase. Pienso que CdB alimenta otro tipo de demanda, complementaria y en principio no excluyente a la que satisfacen las publicaciones citadas. Repasando los quince artículos que componen el primer número, el lector se dará cuenta que CdB ofrece algo más:
— Curiosidades como el día en el que Larry Bird falló todos los tiros que intentó en el campo o que Julius Erving, el grandísimo Doctor J, perteneció a los Hawks durante dos partidos.
— Análisis históricos desconocidos para los que no son enfermos de este deporte como el eterno rumor de Wilt Chamberlain volviendo a las canchas o el baloncesto durante la Guerra Civil Española.
— Reportajes en profundidad como la decadencia del baloncesto italiano en los últimos tiempos, la racha de éxitos de la selección neozelandesa a principios del siglo XXI, o lo que han dado de sí los 10 años que lleva Pau Gasol en la NBA.
— Narraciones de acontecimientos baloncestísticos puros y duros: la final de la NBA de 1977 o la final four de Gante 88.
— Perfiles, como la primera entrega de las apasionantes trayectorias en paralelo de Kikanovic y Dalipagic o el del entrenador John Wooden.
— Investigación: qué pasó con los otros juniors de oro de la generación de Gasol y Navarro, o la muerte en tristes circunstancias de tres jugadores más o menos anónimos de la liga italiana.
— Entrevistas: Dan Peterson o a personajes cercanos al paso de George Karl por el Real Madrid,
En efecto, si la mayoría del resumen de contenidos le ha dejado la misma cara que cuando está intentando resolver mentalmente una multiplicación de cifras elevadas, CdB no es su revista. De lo contrario, si las entradillas le han hecho salivar de pura codicia, no lo lamentará. Porque si el riguroso y omnisciente crítico baloncestístico, que nunca deja pasar ni una, centra el debate en la discutible elección de un tono melocotón eléctrico como color institucional, o se ceba en el olvido del índice y en alguna errata aislada, es señal de que CdB lo está haciendo bien.
Mientras releemos la primera entrega, esperamos ese segundo número que al parecer, contará con la participación de “alguien muy mediático y conocedor” además de las quince firmas habituales. Bienvenidos, CdB.
No tenía ni idea de esta revista, me la compro.
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Es una gran revista, pero lo de las pocas fotos de manera voluntaria no me cuadra. Comprar fotos es caro, si ponen varias en cada artículo se les va de presupuesto la revista.
Ojalá tuviera distribución la revista en los países hispanoamericanos, seguro la venden
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