Este es el videojuego más extraño al que habrás jugado jamás. No tiene sentido, propósito ni argumento alguno. Por no tener, no tiene ni un sistema de juego definido. Su estructura es una auténtica pesadilla lógica, las pantallas se van sucediendo en completo caos, a veces con intervención del jugador y otras veces sencillamente por las buenas. Los gráficos son espantosamente cutres y la banda sonora es por momentos espeluznante. Y aun así, está muy cerca de ser una obra maestra. Jamás lo incluiría en una lista de los peores videojuegos. De hecho, hablar de este extraño artefacto requiere una mezcla de respetuosa veneración y asombro místico.
Porque Revenge of the sunfish es cualquier cosa menos un videojuego tal y como te lo esperas. Lo descubrí en una crítica llamada No estás preparado para Revenge of the sunfish e intrigado por las cosas tan extrañas que se contaba sobre él, lo busqué y lo jugué. Fue una Revelación. Perdí mi trabajo, mi novia y mis amigos dejaron de hablarme, pero fue una Revelación.
El australiano Jacob Buczynski es el responsable del invento, según parece —salvo que ese nombre sea una tapadera de la CIA o de los ultracuerpos que salen de alguna vaina— y al principio resulta difícil decidir si Buczynski es un incomprendido Genio Creador, un Iluminado de nuestro tiempo, o si sencillamente es un perfecto cretino que ha aprendido a programar juegos de una atroz incoherencia porque no tiene nada mejor que hacer. Me inclino indiscutiblemente por la primera opción: Buczynski podría ser el Pablo Picasso o el James Joyce del entretenimiento cibernético y de hecho Revenge of the sunfish es sin duda alguna el primer videojuego cubista de la historia. En todo caso, parece claro que el objetivo de este programador del Averno, de este Profeta del Caos, es —además de revolucionar el mundo del Arte con nuevas formas y conceptos— básicamente sacar al jugador de sus casillas.
Capturar la esencia de tan fascinante artefacto con palabras no es fácil, ya que Revenge of the sunfish es una experiencia sensorial que debe ser vivida en primera persona, como una sinfonía de Igor Stravinsky o un lienzo de Velázquez. Aun así, intentaremos expresar verbalmente lo que encierra esta Biblia de los videojuegos.
Para empezar, podríamos describirlo como una sucesión de minijuegos incomprensibles repletos de imágenes tan terroríficas como risibles, que parecen hechas por un niño de diez años en el Paint, y una irritante banda sonora MIDI salpicada de sonidos cacofónicos que harían perder la compostura al mismísimo Dalai Lama. Sí, este sería un buen resumen. Pantallas que no tienen nada que ver con la anterior ni con la siguiente, concebidas para sumirnos en una completa perplejidad. Por lo demás, el supuesto hilo argumental del juego —combatir una invasión de peces luna llegados del espacio exterior— no es más que una excusa para sumergir al jugador en una especie de inquietante viaje psicodélico. Revenge of the sunfish es una especie de versión pixelada del LSD y, como esta sustancia, puede producir tanto momentos de agradable confusión como de horror ancestral. En realidad no importa mucho lo que uno haga en este juego, porque ni se gana ni se pierde —sólo se experimenta— y siempre se termina llegando al final para recibir este alentador mensaje:
“Con la destrucción de su lider, el Ciber Pez Luna, los peces luna fueron obligados a volver a su planeta natal Xenitropoxiqouqinx, en la nebulosa Abdaxing, a 9’7 años-luz de distancia. La invasión ha sido desbaratada y la raza humana puede continuar copulando en libertad sin la intereferencia de los peces luna.
¡Has hecho un buen trabajo, colega!”
Pero para llegar a ese final feliz, ¿en qué consisten los diferentes juegos? Pues bien, la verdad es que incluso habiéndolo jugado más de una vez… ¡no sabría decirlo! Tan pronto manejamos un ninja que decapita escolares con su katana, como sacamos un coche del garaje —atropellando a un peatón para después quitar la sangre del cristal con el limpiaparabrisas— y otros disparates por el estilo, en una retahíla de secuencias deliciosamente absurdas, sin misión concreta ni el más mínimo asomo de coherencia. En una de las pantallas, por ejemplo, suena algo que se supone es el sonido de un cachorrito y se nos dice: “elige al cachorrito más mono”… aunque, si elegimos al equivocado, se nos castiga con una imagen horrible de caras demoníacas o monstruos con las tripas fuera (todo ello en el mejor estilo del Paint, cómo no) hasta que demos con el cachorrito acertado y podamos pasar de pantalla. En otra, hemos de combatir a un ejército de androides con forma de feto humano (¡!) que se acercan a nosotros arrastrándose, mientras les disparamos con una tostadora de pan.
Por no hablar del infausto juego del desayuno, en el que manejamos una cabeza que ha de devorar alimentos que van cayendo a toda velocidad, hasta que logremos que su indicador de satisfacción llegue al máximo. Aunque, cómo no, los alimentos caen en mitad de una caótica cascada de sustancias venenosas las cuales, si las comemos por error, harán que nuestro indicador de satisfacción vuelva a los mínimos… lo cual sucede a menudo hasta que uno consigue pillarle el punto a este exasperante desafío. El jugador puede llegar a perder la paciencia intentando llegar a la puntuación requerida entre tanto galimatías visual, y desde luego no ayuda el obsesivamente repetitivo sonido de fondo —verdaderamente espantoso— cuya única intención es precisamente ponernos los nervios de punta. Otro de los minijuegos, también placentero, tiene como imagen de fondo la fotografía en primer plano de la siempre atractiva cara de un insecto… ¡Revenge of the sunfish sabe cómo agradar al videogamer más exigente!
Uno podría deducir de estas palabras que Revenge of the sunfish está basado en epatar al jugador con imágenes de mal gusto, pues bien, ¡para nada! Eso sería simplificar burdamente la sobrenatural experiencia de enfrentarse a esta aventura informática. Las imágenes son más infantiles que realmente groseras. No provocan asco ni rechazo sino sencillamente un completo estupor. No se trata de buscar impacto facilón, se trata de elaborar un Concepto. Y ese Concepto es: tú no juegas al videojuego, es el videojuego el que está jugando contigo. Brillante.
Aunque no todo en la experiencia Revenge of the sunfish son dislocantes episodios de terror, desesperación, desconcierto e irritación. También hay momentos para un placentero reposo. Uno de los juegos— y dudo que a Sid Meier, Will Wright o incluso al gran Ron Gilbert se les hubiese ocurrido algo semejante— consiste en masturbar al teclado de nuestro ordenador. Sí, he dicho «masturbar a nuestro teclado». ¡Como suena! ¡En serio! No sólo eso, sino que cuando nuestro teclado alcanza el clímax, se despide amigablemente diciendo que volvamos a visitarlo de vez en cuando. Algo así sólo puede experimentarse en Revenge of the sunfish… desde luego no es algo que uno se encontraría en The Sims.
Para aumentar la sensación de que uno está atravesando un agujero de gusano hacia una realidad paralela mientras juega con este aberrante artefacto, cada minijuego incluido funciona de un modo distinto al anterior. Casi nunca sabemos qué se espera de nosotros. Somos sencillamente arrojados a una pantalla inhóspita y tenemos que apañárnoslas para averiguar qué demonios está pasando. El ratón a veces sirve para algo, y otras muchas veces no. Que nadie se sorprenda si en algún momento, mientras se enfrenta a tan cochambroso juego, llega a sentirse como un completo inútil, es algo inevitable. El teclado a veces responde de manera extraña, los personajes no actúan como esperábamos y aunque no es lo habitual, podemos llegar a quedarnos atascados en una pantalla sin saber qué hacer, porque las instrucciones son sencillamente inexistentes en la mayor parte de los episodios. En tal contingencia, lo mejor suele ser apretar continuamente una tecla de cursor para ver qué pasa, o en su defecto pulsar la barra espaciadora o el “enter” por si así ocurriese algo. Ni que decir tiene que la tecla “escape” no funciona… ¡no se puede huir de Revenge of the sunfish!
Es un juego muy breve, dura sólo un puñado de minutos, pero ¡qué minutos! Es tan psicológicamente exigente y tan asombrosamente intenso, es tan profunda su inefable cretinez y lo estúpidamente genial de su cochambroso vanguardismo conceptual, que de haber sido todavía más largo podría haber llegado a provocar auténticos vórtices espaciotemporales a nuestro alrededor. La “jugabilidad” de Revenge of the sunfish es absolutamente nula en todos los sentidos, ¡en todos!, pero eso no importa lo más mínimo. La experiencia de jugarlo es totalmente fascinante y de hecho uno vuelve a caer de vez en cuando. Además, aunque la mayoría de los episodios son los mismos cuando repetimos la experiencia, a veces aparece una inesperada pantalla nueva en la que puedes hacer exactamente lo mismo que en las demás —esto es, absolutamente nada— pero que invita a revisitar esta magna obra una y otra vez para descubrir sus intrigantes y enigmáticos secretos. De lo cual te arrepientes instantáneamente, claro, cuando vuelves a toparte con el abominable juego del desayuno y por enésima vez te preguntas “¿por qué demonios estoy jugando a esta basura?”. Sentimientos contrapuestos, estupidez abisal y altitudes metafísicas, diversión y sufrimiento… sólo este juego puede conducirte a un viaje alucinante al fondo de tu ordenador.
Cuando uno se encuentra con algo tan inasequible, tan monumental y de tanta desquiciada trascendencia como Revenge of the sunfish, la cuestión que inevitablemente surge es: ¿qué se esconde detrás de esta abominación? ¿Oculta códigos secretos, mensajes ocultos? ¿Es un arma extraterrestre? ¿Contiene los secretos de los egipcios y los Incas en forma de símbolos surrealistas? Es posible que futuras generaciones analicen al detalle, durante siglos, el inabarcable contenido de este Juego de los Dioses, intentando hallar algún tipo de revelación mística que conduzca a la Humanidad a un nuevo estado de existencia. Mientras tanto, siempre nos quedará la duda: ¿nos hallamos ante una Obra Magna cuyas implicaciones cósmicas nos superan o se trata simplemente de más grande gilipollez jamás plasmada en código binario? Quizá nunca lo averigüemos. Pero en lo eterno de su misterio radica su grandeza.
Su autor, el Profeta del Paint, Jacob Buczynski, es responsable también de otros juegos, aunque en este caso son juegos sencillos, no bíblicas compilaciones de experiencias ultramundanas como Revenge of the sunfish. Está por ejemplo Pasta master, una versión del Asteroid que tiene como fondo, en lugar del espacio sideral, un plato de spaghetti, y en el que combatimos a terribles enemigos como tazas, naranjas malvadas, mariquitas y zanahorias. Además, para quien sepa rebuscar bien en el menú principal (Pasta master sí tiene menú y es un juego con sentido) contiene un juego oculto llamado El gatito atómico, en el que un gato vuela por la luna matando marcianitos… aunque para llegar a ese juego tenemos que hacer un viaje convertidos en una especie de ente cósmico de energía, superando diversos portales interdimensionales y esquivando rayos de luz, arcos voltaicos y demás amenazas abstractas. Sí, sé que suena bizarro, pero es exactamente así. Otro de los juegos de Buczynski es Muerte sísmica, lo más parecido a un juego convencional que ha elaborado este sujeto. Y cómo olvidar Apocalipsis tullido, en el que manejamos un automóvil que atropella —literalmente— a decenas y decenas de lisiados que intentan escapar de nosotros ayudándose de sus muletas y bastones. Encantador.
Pero estos son meros subproductos en comparación, simple metadona con la que sobrellevar los periodos de readaptación al mundo real que siguen a cada alucinógena experiencia Revenge of the sunfish. Tarde o temprano uno vuelve a caer en la tentación —pese a conocer perfectamente lo duro que será enfrentarse otra vez al torturante episodio del desayuno— y se embarca en la alucinante aventura del videojuego más surrealista de todos los tiempos. Aún no sabría decir si su uso tiene secuelas extrañas sobre la realidad espaciotemporal o si su abuso podría abrir un portal cuántico a través del cual un ejército de merluzas espaciales invadan el mundo como —en teoría— advierte su inexistente argumento, pero cuando sientes que llevas demasiado tiempo sin haber masturbado a tu teclado… sabes que es momento de volver a jugar a Revenge of the sunfish.
Buena suerte, amigo lector.
La vas a necesitar.
estaría aburrido no??
Descargable en http://thegamehippo.com/game/150
Me ha recordado a un juego del que se decía que era un experimento de la C.I.A. – decían que provocaba depresiones, dolores de cabeza e incluso suicidios.
Salió en Los Simpsons, por cierto, es una leyenda urbana extendida.
Iosu, se refiere usted a Polybiius como bien dice el caballero Paraless más abajo. Brillante y bizarra leyenda urbana americana que incluía hombres de negro con maletines plantando máquinas recreativas aquí y allí.
http://en.wikipedia.org/wiki/Polybius_%28video_game%29
Finalmente los listos del arte moderno llegaron al mundo del videojuego para ofrecer abyectas porquerías que hay que calificar de «arte» eh?
El juego es una mierda digna de exponerse en un museo de arte moderno, con las demás basuras.
Estoy de acuerdo, es digno de exponerse en un museo.
Debo felicitarte, estoy muy muy agradecido después de leer este artículo, pues hacía muchísimo tiempo que no lograba disfrutar con la redacción de la gran mayoría de artículos de la prensa diaria de tiradas tanto nacionales como internacionales, y dada la absurdidad del tema y del juego has conseguido sacar una brillantez en su redacción y exposición de la cual todavía estoy anonadado. Simplemente una redacción brillante, enhorabuena por este don que tienes y gracias por hacerme disfrutar con su lectura.
iosu, el que tú dices se llama Polybius o algo así, si no me equivoco.
Pienso lo mismo que Pepe. Un grandísimo artículo tan bien escrito que se disfruta mucho leyéndolo. Te guste este mundo del videojeugo o no, es muy recomendable.
Muchas gracias.
Vaya porquería, de verdad.
¿Te refieres al artículo en sí o al juego? Porque si el artículo te parece una porquería, por descontado eres muy libre y me parece muy bien.
Pero si lo que quieres decir es que el propio «Revenge of the sunfish» es una porquería, eso es casi como despreciar el «Ulises» de Joyce sólo porque no lo entiendes… ¡Herejía! ¡Anatema!
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Cuando he visto el título del artículo pensaba que sería la famosa historia del Polybius, pero que va, ¡es mucho mejor!
Me muero de ganas de probarlo.
Artículo espectacular. Me encanta la grandilocuencia en la descripción de cada pantalla del videojuego y, desde luego, me han entrado unas ganas terribles de probarlo… Cosa que haré un día que vuelva a casa con unas copas de más, para ver si así consigo entender algo (de lo poco que haya que entender). Mi enhorabuena Emilio
Esta al nivel de «LSD: The dream simulator» y «Yume Nikki» justo el tipo de juego que me la pone más dura que un topacio
Pues asi a bote pronto…alguno de los minijuegos que mencionas lo puedes encontrar en Pou…que es un juego de mascota, para movil….que gran novedad la de este juego…
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Nah, he jugado y es una tontada hecha por un adolescente friki. He conocido a muchos que hacen tontadas de este tipo para dar la nota y demostrar lo estrabagantes que son.
Pero bueno, está bien que haya gente programe en su tiempo libre.
De esto no sabía, pero sí de Polybius. Muy recomendable la novela Polybius, la máquina del terror.
https://www.relatospulp.com/polybius.html