El 28 de mayo de 2011, durante el pasado Primavera Sound, los futboleros aficionados a la buena música se vieron enfrentados a un dilema: el esperadísimo concierto de Einstürzende Neubauten coincidía con el partido Barça-Manchester de la final de la Copa de Europa. Como soy fan fatal de Blixa Bargeld (líder de los Neubauten y ex-guitarrista de los Bad Seeds) y además me la trae al pairo todo lo relacionado con el fútbol, no tuve duda alguna de dónde tenía que estar a esa hora: en primera fila, oyendo las primeras notas de la hipnótica y espectral canción The Garden. En el momento culminante de ese primer tema, cuando Bargeld dejó escapar su habitual berrido inhumano que parece salir de la garganta de un Nazgûl apuñalado, eché un vistazo a mi alrededor… Y por la cantidad de bocas abiertas, deduje que había más de uno que estaba descubriendo el grupo en ese momento.
Queríamos hacer música desagradable…
En el barcelonés festival In-Edit del pasado 2008 tuve la oportunidad de asistir a la proyección del documental Blixa Bargeld. Das Letzte Biest Am Himmel , filmado por Birgit Herdlitschke. Hacia el principio de la cinta somos testigos de una escena surrealista: Blixa adulto sentado al lado de su anciana madre y poniendo esas caras de inevitable vergüenza que suelen sentirse cuando tu mamá empieza a contar a las visitas anécdotas de tu niñez. Nos enteramos así de que Blixa (o más bien Christian, su auténtico nombre) era un niño rarito que adoraba vestirse con pantalones rosa y camisas amarillas… Aunque no tardó en cambiar la ropa colorista por andrajos postindustriales y largas gabardinas. En 1980, poco después de cumplir los veinte, se escapó de casa y fundó el grupo Einstürzende Neubauten («nuevos edificios derribados») junto a colegas como su amigo de la infancia N.U. Unruh y un jovencísimo Alex Hacke.
Los primeros ochenta fueron años agitados en el Berlín natal de Blixa, especialmente por las protestas frecuentemente violentas de grupos de squatters. Bargeld participó en muchas de las manifestaciones y enfrentamientos con la policía, y fue testigo de cómo el furioso choque de metal contra metal era imitado por percusionistas que podían pasarse horas golpeando rítmicamente las vallas de contención (riámonos de las actuales caceroladas de cinco minutos). De ahí sacaron la inspiración los Neubauten para sus primeros trabajos: ruidismo industrial, áspera música post-punk, instrumentos inventados sobre la marcha (la especialidad de Unruh: ¿por qué no usar sierras radiales como platillos de batería?) y la rabia destructora de un Bargeld desencadenado. Los Neubauten se volvieron famosos por la destrucción que sembraban a su paso, llegando en varias ocasiones a prenderle fuego al escenario durante algún concierto… Más para aprovechar los sonidos del plástico y la madera ardiendo que por otra cosa, según comenta Unruh.
“¡La música de finales de los setenta era espantosa!», recuerda Bargeld. «Había que oponerle algo, por desagradable que fuera. De hecho, queríamos hacer música desagradable». Y por Dios que lo conseguían: su música en esos años fue rabiosa, increíblemente original, irrepetible y tan fácil de escuchar como un taladro de dentista. Por supuesto, su triunfo fue inmediato.
Gatos torturados o niños moribundos
En aquella época el bueno de Nick Cave estaba de gira por Amsterdam con The Birthday Party, y al encender la tele en el hotel se encontró con una actuación de Einstürzende Neubauten. Más adelante afirmaría que la música le pareció fúnebre, y su primera impresión de Blixa fue la de alguien «completamente destruido: nunca había visto a nadie que pareciera tan enfermo». Cave describió los gritos de Bargeld como «sonidos que esperarías oír procedentes de gatos estrangulados o niños moribundos». Una tarjeta de presentación impecable, en resumen, que le valió a Blixa Bargeld una oferta inmediata para formar parte del nuevo grupo de Nick Cave: The Bad Seeds. Cuando Cave le vio tocar la guitarra no tuvo duda alguna de que iba a encargarle ese instrumento en la banda, y es que a pesar de su gusto por el ruidismo y la radicalidad, Blixa siempre fue un virtuoso capaz de arrancar a una guitarra sonidos que nadie había obtenido antes. De hecho se le reconoce como el inventor de un acorde infernalmente difícil que se bautizó como «acorde Blixa», y que acostumbraba a tocar con su Fender Jaguar durante los conciertos de los Bad Seeds.
Casi siempre Bargeld se mantuvo en un segundo plano, excepto por alguna participación memorable en canciones como The weeping song (sobre cuyo hilarante vídeo Nick Cave declaró años más tarde: “parecemos dos oficinistas gay en una disco”). En varias entrevistas Blixa comenta que sus primeros años en los Bad Seeds le sirvieron para aprender mucho de cómo y por qué funciona una canción («allí me convertí en un compositor normal«, recuerda), junto a métodos para convertir la improvisación cruda de sus anteriores actuaciones en una técnica musical más depurada y meditada. Sus canciones ya no son voluntariamente «desagradables de escuchar», pero no pierden en ese proceso de pulido una originalidad básica y un evidente afán de experimentación.
A finales de los ochenta y primeros de los noventa esa evolución empezó a hacerse palpable en discos como el grandísimo Haus der Lüge y, sobre todo, en el Tabula Rasa de 1993… Soy fan en particular de dos canciones de ese disco: Headcleaner combina perfectamente el ruidismo inicial de la banda (no en vano contiene estrofas que Bargeld suele interpretar a gritos a través de un megáfono) con una base instrumental cada vez más evidente… Y con Blume los Neubauten entran en un terreno mucho más suave y melódico, pero igualmente original e inclasificable. Grabaron tres versiones de la misma canción: en inglés, francés y japonés, jugando con la sonoridad de cada lenguaje… El resultado es hipnótico y fascinante, con un curioso videoclip que parece filmado por David Lynch.
La que quizá sea la canción más popular de los Neubaten apareció en Ende Neu, su siguiente disco. Fue el tema Stella Maris, un dueto entre Meret Becker (en aquella época esposa de Alex Hacke) y Blixa Bargeld, que representó para los Neubauten un éxito sin precedentes. Es quizá la más lírica y musicalmente accesible de las canciones del grupo, sin dejar de tener un evidente carácter propio:
Ojalá fuera el rojo tu color
A partir de ese momento Einstürzende Neubauten mantendría un delicado (y bien calculado) equilibrio entre radicalidad postindustrial y melodía rítmica y hasta tarareable. No han faltado los quejicas lamentando «la pérdida de radicalidad» de la banda: personalmente creo que cualquier grupo tiene que evolucionar o morir, y el caso de Neubauten es un gran ejemplo de banda fascinante tanto en su etapa nihilista como en la que empezó cuando Bargeld aprendió a componer.
De hecho, la que para mi gusto es la obra maestra de Neubauten llegó el año 2000: el disco Silence is sexy junto a su apéndice Pelikanol. El primer tema del disco, llamado Sabrina, es probablemente mi favorito, y encontré absolutamente memorable el momento en que lo interpretaron en el Primavera Sound mientras bañaban el escenario con una intensa luz roja. La letra es un buen ejemplo de la dadaísta poesía bargeldiana, con referencias a la lluvia dorada, el cuadrado negro de Malevich y una buena copa de Cabernet Sauvignon (qué sed me ha entrado de repente).
Silence is sexy, la canción que da título al disco, es una de las más sensuales del grupo (como he podido comprobar al ponerla de banda sonora de alguna performance subida de tono). Siguiendo su costumbre de emplear como instrumento los objetos más insospechados, Bargeld utiliza en esta ocasión el chisporroteo de un cigarrillo (una buena forma de medir la canción: dura lo que le dure el pitillo a Blixa) y un estribillo hipnótico al estilo de The Garden susurrado por Bargeld y puntuado por largos momentos de silencio absoluto, en reconocido homenaje al 4’33’‘ de John Cage. Ronda por Youtube un vídeo amateur minimalista que acompaña perfectamente a la canción: un cigarrillo encendido que va consumiéndose poco a poco… Que no lo abra quien esté intentando dejar de fumar.
El enclave en que me escondo
Y llegó un día en 2003 en que Nick Cave abrió su correo electrónico y se encontró con un e-mail de Blixa Bargeld comunicándole su decisión de abandonar los Bad Seeds para dedicarse plenamente a Einstürzende Neubauten. En su momento corrieron ríos de tinta sobre lo traumático del abandono de Bargeld, y no faltaron las voces agoreras anunciando el final de la carrera de Cave al tener que prescindir del «talento en la sombra» de su guitarrista. Curiosamente, lo que ocurrió fue todo lo contrario: la primera grabación de los Bad Seeds tras la marcha de Blixa fue el magnífico disco doble The lyre of Orpheus / Abbatoir Blues, que iniciaría la vuelta de Cave a sus orígenes más potentes, alegres y despreocupadamente rockeros tras demasiados discos con sobredosis de melancolía… Pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión. Para los propósitos de este artículo, basta comentar que Cave se tomó la marcha de Bargeld con filosofía y una buena dosis de su humor cáustico. En un concierto dijo entre canción y canción: «Amo a Blixa, ¿sabéis? Y cada día… En fin, le echo de menos y… Eh… Tengo en casa un pequeño altar fabricado con tesoros y recuerdos de Bargeld recogidos a lo largo de los años, y cada mañana rezo ante él con la esperanza de que algún día volverá».
En cualquier caso, Blixa se dedicó a sus propios proyectos con Einstürzende y a pasar tiempo de calidad junto a su esposa Erin Zhu, con quien lanzaría varios proyectos como la propia web neubauten.org o experimentos sobre nuevas maneras de financiar a la banda (conciertos, discos y extras exclusivos para “patrocinadores” individuales, por ejemplo).
Este material exclusivo para fans incluye un momento de la grabación de Nagorny Karabach (uno de los mejores temas del reciente Alles Weider Offen) y nos permite ser testigos de un rasgo importante del carácter de Blixa que permite una mejor comprensión de la música de los Neubaten… Básicamente, que es un rompepelotas. Un tipo de trato difícil, humor variable, tempestades de mal genio y, sobre todo, ataques constantes de perfeccionismo puntilloso manifestados mediante broncas de las que no se libran ni los amigos de la infancia como Unruh. Blixa se describe a sí mismo como arrogante, egocéntrico y en cierto modo dictatorial: «a veces las cosas avanzan demasiado despacio, y cuando sé cómo deberían hacerse lo digo».
Parece que su esposa le tiene pillada la medida, sin embargo. En cierto momento de Das Letzte Biest… en que Erin y él comparten cena, Blixa deja caer un cliché sobre el gourmetismo con el aplomo de un Nietzsche sentando cátedra. Al insistirle a Erin para que complemente su perla de sabiduría con algún otro comentario, ésta se le queda mirando de reojo y contesta sonriente algo como «me parece un pensamiento un poco simple» antes de volver a concentrarse en su plato.
En cualquier caso, es probable que este detallismo extremo de Bargeld explique por qué sus últimos trabajos tienen un cierto aire a engranaje de relojería suiza: una maquinaria industrial de instrumentos de aspecto temible y ápero sonido, un montaje exótico y bien ajustado que se las arregla para construir melodías que combinan elegancia y clase con rastros inequívocos de mala baba. En sus conciertos los Neubauten pueden pasar de la sensual y melancólica Sabrina a dejar sordo al respetable con un molesto y desagradable pitido cuasiultrasónico alargado varios minutos durante una versión de Redukt…
Y despido el artículo con un tema que refleja perfectamente este constante juego de contrastes: Headcleaner, interpretado en el Columbiahalle de Berlín durante la celebración del vigésimo aniversario de la banda… “All you need is HEADCLEANER!”.
¿¿Se largó de los Bad Seeds enviando UN E-MAIL?? Llego a ser Nick Cave y se lo hago comer.
Conocía algunas canciones de Nick Cave, pero no había escuchado casi nada de Neubauten. Gracias por el descubrimiento.
Lo del email se lo oí a Nick Cave en una entrevista, aunque no lo decía cabreado sino más bien… Fatalista, quizá. Sarcástico, probablemente. Lo cierto es que es difícil pillar cuándo Cave dice algo seriamente o le está tomando el pelo al entrevistador, será cosa del humor australiano.
De cualquier modo, imagino que con el trasiego de giras con grupos diferentes y países variados, no es tan raro lo de enviar un correo electrónico para explicar algo importante: peor es cortar con la novia usando un post-it.
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Interesante banda de nombre impronunciable, he tenido que hacer copiar y pegar para buscar el nombre del grupo en google, y encontrar mas canciones!
Los grupos con nombres alemanes machacargargantas es lo que tienen, sí…
No viene mucho a cuento, pero me he acordado ahora: en una entrevista me reí mucho cuando le preguntaron a Bargeld si se alegraba de que otros grupos famosos internacionalmente hubieran seguido su ejemplo y cantaran en alemán, algo no muy frecuente hace un par de décadas… Bargeld torció el gesto y contestó algo como: «A veces cuando oigo a Rammstein cantando en alemán, me arrepiento de haber abierto esa puerta». :P
Nunca he tragado a los «nuevos edificios colapsando», o whatever, pero sí que admiro la capacidad de Blixa Bargeld para mantenerse en unos perennes 30 años de edad, por lo menos en el escenario.
Lo cierto es que se le ve bien en forma, sí. Supongo que hacer siempre básicamente lo que a uno le sale de las narices ayuda a no envejecer… A pesar de que Cave dijera en 1980 eso de que nunca había visto a nadie con un aspecto tan enfermo. :-)
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Maravilloso artículo!!! Y sí, el rojo es mi color, y el de mi falda, como podrás ver en twitter @bo_pip
La mala leche de Blixa es legendaria. En su momento me contaron una anécdota durante un concierto que dieron en Barcelona años ha, protagonizada por una copa de vino derramada.
A veces cuesta encajar en sus primeros trabajos, son áridos, duelen incluso, pero Silence Is Sexy debería ser asignatura obligatoria para cualquier melómano que diga serlo.
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