Una serie de artículos sobre fútbol inglés no requiere excusas ni motivos, los estímulos acuden prestos al recuerdo en forma de anécdotas, partidos, goles, leyenda, tradición, drama e incluso tragedia. Y como por algún sitio hay que empezar, lo haremos con The Boot Room.
No piensen a priori en comodidad ni en extensos lujos. El cuarto de las botas era el (minúsculo con la mentalidad del fútbol actual) lugar que pasó de mero almacén de material a convertirse en espacio iniciático de la leyenda del Liverpool FC en su hogar de Anfield Road y como consecuencia en paradigma del passing game. Allí, en algún lugar del interior del estadio, tras recorrer un estrecho pasillo por catacumbas de cemento, se reunieron durante años, desde los 60 hasta los primeros 90, los miembros del equipo técnico que formó (y sucedieron a) Bill Shankly y que llevaron al Liverpool a conquistar cuatro Copas de Europa. La sala de máquinas de los reds tenía botas de fútbol, sí, pero también (y sobre todo), té, cerveza, whisky… y el entorno necesario para que tipos como el propio Shankly, Joe Fagan, Bob Paisley, Reuben Bennett o Ronnie Moran hablaran de fútbol. Todo era muy simple. No había ninguna clase de disfraz ni impostura. El juego como centro del Universo y, ya saben, como más importante que cualquier insignificante cuestión de vida o muerte.
Bob Paisley era alguien que conocía muy bien a los jugadores y un detector de talentos fabuloso. También era capaz de identificar antes qué nadie los gustos y deseos de los hinchas, tras ser jugador y fisioterapeuta del club. Joe Fagan, que estuvo 30 años en la casa, era un hombre pétreo que ejercía gran influencia sobre el resto. Se hacía lo que él decía. Ronnie Moran fue después el sargento malo. Y Roy Evans, quizá el último heredero de la saga, el poli bueno. Si alguien necesitaba un brazo alrededor del hombro, ahí estaba él.
Los que recuerdan a Shankly, manager desde 1959 a 1974, le definen como un tipo al que no le gustaba entrenar. Pero era un entusiasta. Hacía que cada día fuera un gran día. Hacía que la gente se sintiera capaz de afrontarlo todo. Podía ser duro, pero no levantaba la voz. Y, como manager, si tenía que tomar una medida se la comunicaba a Paisley para que la ejecutara: ‘Bob, este chico está jugando mal; hay que hacer algo’. No era un hombre de grandes discursos. Más bien, de sentencias cortas. Era genuino, simple. Y fue en base a esa simplicidad que construyó el Liverpool competitivo y exitoso que guardamos en la memoria. Aquella frase suya de ‘pásale la pelota a la camiseta roja que tengas más cerca’ puede parecer una tontería, pero habla de la simplicidad esencial de este juego.
Las charlas de Shankly, como las de Paisley, eran muy sencillas. Shankly no entraba mucho en la cosa táctica. Era un motivador. Y hacían entrenamiento táctico, claro, pero sin dogmatismos. El trabajo físico era fundamentalmente con la pelota y dedicaban las jornadas a practicar los pases… el passing game. Hacían muchos partidos en campo reducido, cinco contra cinco, a un toque, a dos toques… Mientras tanto, la mayoría de los clubes dedicaban muchísimo tiempo a la parte física, la FA (la federación inglesa) hablaba de balones largos, de posiciones de máxima oportunidad, y de jugar como se entrena, como si la identidad de cada equipo fuera algo impuesto por el técnico. Esto conducía a que todos perdieran su personalidad. Pero el fútbol no es solo eso. El fútbol es también un conjunto de jugadores expresando su habilidad como grupo. El ideólogo de esta insistencia en los métodos más elementales fue, más que Shankly, Joe Fagan. El astuto Joseph había jugado en el Manchester City y tenía sus propias ideas. Y estas ideas iban en contra del sistema de la FA. Shankly lo apoyaba porque siempre le gustó ir contra el establishment.
Sin que los protagonistas se dieran cuenta, The Boot Room se convirtió en la mejor escuela de entrenadores para el club. Quien pasaba por allí, podría graduarse y promocionar al puesto de manager en el caso de que, como solía ocurrir en el Liverpool (ay, qué tiempos), el precedente se retirara. Incluso para Reuben Bennett, quien no llegó nunca a la primera línea pero fue quien más tiempo permaneció en el club. Figuras históricas del club como Graeme Souness y Roy Evans, también mantuvieron las reuniones como parte del determinante legado que recibían junto con el cargo. No era fácil y los títulos dejaron de llegar, para terminar con el primer entrenador no británico de su historia, Gerard Houllier en 1994.
En la época más reciente, el cuarto de las botas fue uno de los pocos lugares que Rafael Benítez, entrenador entre 2004 y 2010, mantuvo con parte de su espíritu original, dentro de la profunda reestructuración interna que debió realizar al llegar al club. Ya no era un lugar específico para el entrenador, y la modernidad quizá chocara con la esencia, pero Benítez recibía allí a los entrenadores rivales tras los partidos, para compartir una copa de vino y comentar cortésmente el duelo recién terminado. Cuenta la leyenda, seguro que de forma malintencionada, que sólo José Mourinho, en su etapa en el Chelsea, se negó a visitar el lugar y contribuir al mito. En cualquier caso, el portugués se despidió aplaudiendo a la grada del templo red tras perder una eliminatoria europea en 2007, en una de esas noches en que la atmósfera de un partido grande en Inglaterra es muy superior a cualquier descripción con palabras. Según Benítez, decimosexto manager en la historia de un club fundado en 1892, al aterrizar en la ciudad del Mersey se encontró con una estructura anticuada, sin medios en la ciudad deportiva de Melwood, sin lo necesario en un club moderno. Benítez aportó cuatro títulos, incluida la quinta Copa de Europa, para deleite de la histórica grada The Kop que siempre le veneró desde la noche de Estambul pese a las dudas respecto a su tratamiento del pasado.
Hoy, el legendario ‘King Kenny’ Dalglish, quien ya ocupó el banquillo entre 1985 y 1991, siendo por cierto el último entrenador en conquistar el título de Liga antes de marcharse desmoralizado por la tragedia de Hillsborough, es de nuevo el boss al mando. Conoce de primera mano todo lo que hemos contado. Regreso a los orígenes, es lo único que le queda al Liverpool para asaltar por fin la conquista del título de casa, de ese que permite mirar de igual a igual a Ferguson y al odiado Manchester United. La clave para el éxito en un club de la tradición y singularidad del Liverpool, es conjugar la modernidad necesaria del fútbol moderno pero siempre con la referencia y persistencia de las arraigadas costumbres históricas… una de las mejores, el Boot Room.
Enhorabuena, magnifico articulo. Cuanta nostalgia me ha provocado. Así era, así de sencillo. Lo fácil es siempre lo mas difícil de encontrar, cuando uno esté en la búsqueda del éxito.
Gracias por el articulo.
Enhorabuena por el artículo. En unos años tan dificiles, se agradece encontrar algo de luz que nos acompañe en nuestro caminar… YWNA
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Muchas gracias por el articulo. Hablar, o, en este caso, escribir, sobre el glorioso pasado y sus figuras (de cualquier club del Reino Unido), siempre conlleva para quienes leemos recibir grandes dosis de misticismo. Pero si además se trata de un club histórico como lo es el Liverpool, uno percibe la enorme grandeza que tiene su historia y, en su extensión, la enorme grandeza de este deporte. La cultura de club es algo que bien vale recordar en estos tiempos, en los cuales el fútbol ha perdido gran parte de su esencia y sus origenes. Gracias de nuevo.
Este artículo merece ser leído escuchando el »You’ll never walk alone», soy del Barça de toda la vida, pero desde que conocí al Liverpool me enamoré, hasta tengo camisetas, grandes ambientes los del fútbol inglés, espero ir al templo de Anfield!