Mi padre asegura que el Central de la Ciudad Universitaria de Madrid es el campo de rugby más bonito del mundo. Es posible que ésta sea una afirmación exagerada fruto de un amor que viene de muy lejos, pero es cierto que se trata de un campo muy especial. Estamos hablando, sin duda, del corazón del rugby nacional; un museo lleno de recuerdos y momentos históricos, una gran enciclopedia en la que se escriben muchas de las páginas más importantes del rugby español. Y además es bonito, el jodío. Representa a la perfección el ideal romántico de un campo de rugby. El tiempo parece transcurrir más despacio en ese terreno de juego rodeado por unas gradas de hormigón, unas pequeñas laderas de césped y coronado por unas majestuosas filas de enormes árboles que completan un marco de estética incomparable. Es un lugar en el que apetece estar. Apetece jugar en ese campo amplio, que invita al juego abierto y alegre y apetece también tirarse en las laderas de césped con una cerveza para ver un partido, sin que importe demasiado quién juegue. Ver simplemente un partido de rugby.
Muchas son las horas de rugby que tiene el Central a sus espaldas y muchos los jugadores que han batallado en su hierba desde su construcción en 1943. En la segunda mitad de los años 50 y primera de los 60, el rugby estaba todavía en una especie de edad media en la que los puñetazos volaban alegremente en cada agrupamiento y las tanganas masivas eran relativamente habituales. En aquellos años de anarquía y birra fría, apareció por el Central un elegante y refinado joven, dispuesto a hacer su debut con su nuevo club. Este joven había pasado varios años estudiando en Inglaterra, en una distinguida universidad en la que había saboreado las virtudes del noble deporte del rugby, jugado entre caballeros al abrigo de tradiciones exquisitas para fortalecer los valores del espíritu. De vuelta a España, el muchacho quiso seguir practicando este bello deporte y, allí estaba, sacando de centro la mañana de un domingo otoñal. Duró en el campo quince minutos. Horrorizado ante la barbarie que se desarrollaba en el terreno de juego, tuvo además el placer de comprobar que los jugadores con una técnica tan depurada como la suya, capaces de esquivar placajes con gráciles movimientos, no estaban muy bien vistos entre las filas del equipo rival por lo que, cada vez que se veía atrapado en una montonera, recibía algún cariñoso recuerdo de que sus tiempos en Devonshire habían quedado definitivamente atrás. Indignado ante este panorama, el joven abandonó el partido y se sentó en la grada entre los estupefactos espectadores; pidió un cigarrillo y juró a los cuatro vientos que no volvería a jugar al rugby en este país.
En otra ocasión de aquellos maravillosos años, caía una terrible nevada sobre el Central y en la grada había cuatro gatos contados, refugiándose bajo sus paraguas. Los jugadores parecían estar todos de acuerdo en que el clima era demasiado repugnante como para estar a la intemperie cuando podían refugiarse al calor de los bares y a los diez minutos de comenzar el partido se enzarzaron todos en una tangana monumental. El árbitro, muy serio, expulsó a los treinta jugadores y se largaron todos de allí, los gatos incluidos.
En los años setenta el Central vivió una época dorada. El nivel de juego mejoró considerablemente y, aunque los partidos seguían siendo bastante rocosos, había muchos jugadores de gran calidad compitiendo en la liga. Las gradas del Central se llenaban cada domingo para ver el partido de la jornada. El ambiente era increíble. Esto se debía a que todos los grandes equipos de Madrid jugaban como locales en el Central por lo que los aficionados al rugby sabían que cada domingo a las doce, había partido. No importaba demasiado quién jugara, el público acudía a ver rugby. Seguramente no había entonces más aficionados de los que hay ahora, pero se reunían siempre a la misma hora en el mismo lugar. El Central. Resulta bastante asombroso ver las fotos de aquella época de, por ejemplo, un Canoe-Arquitectura, con las gradas abarrotadas.
El primer recuerdo que conservo de este mágico estadio es la espectacular final de la Copa de Rey que el Olímpico, que era equipo de segunda división, le ganó al poderoso Cisneros en el 87. Desde entonces he visitado este campo en muchas ocasiones, como espectador y como jugador, y lo que siempre me ha parecido más maravilloso del Central es comprobar cómo cumple con su función de auténtico hogar del rugby. Este estadio acoge el rugby en su totalidad, un día puede ser sede de un partido entre colegios mayores y al día siguiente recibir en su césped a algunos de los mejores jugadores del mundo. Porque en el central ha jugado una increíble cantidad de leyendas del rugby. En el año 90 nos visitó una selección de jóvenes promesas australianas que contaba entre sus filas nada menos que con David Knox, David Nucifora, Jason Little y el gran John Eales, todos ellos campeones del mundo un año más tarde con Australia, gesta que Little e Eales repetirían en el 99, con éste último como capitán de los Wallabies. En el año 91 Francia presentó un equipo en el Central que alineaba a las estrellas del rugby galo Abdelatif Benazzi, Fabien Galthié y Philippe Sella. Un año más tarde, en una gélida mañana de domingo, en enero de 1992, jugaron en el central unos jovencísimos Neil Back, Ben Clarke y Rupert Moon con Inglaterra B.
Con la llegada del rugby profesional han visitado el Central equipos de primer nivel con algunas figuras entre sus filas. En el año 2002 el Colomiers francés llegaba al Central con su mítico zaguero internacional Jean-Luc Sadourny, para disputar un partido de la Challenge Cup ante el Madrid 2012. Una hora antes del inicio del partido, los jugadores del equipo madrileño se dirigían hacia los vestuarios cuando encontraron a Sadourny sentado en la grada, mirando al infinito y fumándose un cigarrillo.
Algunas grandes selecciones del rugby mundial han jugado en el Central con sus equipos de gala, como ocurrió en 1992 cuando Argentina se detuvo en Madrid como parte de su gira europea. Aquel fue para muchos uno de los mejores partidos jamás jugados por España, que desplegó un rugby espectacular para tener contra las cuerdas a unos Pumas que en esa misma gira ganarían a la selección francesa. España acabó perdiendo 34-43, dejando en los espectadores un sabor de boca inolvidable.
Dos años más tarde la selección de Gales, recién proclamada campeona del V Naciones, visitó el Central con su XV titular para jugar contra España por la clasificación para el Mundial de Sudáfrica de 1995. Cuando acabó aquel partido y los chavales invadimos el terreno de juego para ver de cerca a nuestros héroes, un insensato amigo mío no pudo evitar la tentación de tocar la graciosa oreja del mítico pateador galés Neil Jenkins, atrevimiento por el que, sorprendentemente, sólo recibió una mirada cargada de una mezcla de odio y autocontrol.
En el 95 fue la Escocia de Gavin Hastings la que desplegó su rugby de primera categoría en el viejo campo de la Ciudad Universitaria.
Y, ya en el siglo XXI, llegaron los Wallabies. La selección australiana campeona del mundo un par de años antes, sacó a su mejor equipo en el Central. En aquel partido los españoles jugaron con valentía pero no pudieron evitar un chaparrón de puntos que se agravó más de la cuenta debido a veinte minutos de pájara del XV del león. Al final del partido, Australia pasaba de los 90 puntos. Sin embargo, España se las apañó para marcar un ensayo. Este hecho entusiasmó desproporcionadamente a un periodista de un reconocido diario deportivo, que entrevistó al capitán español asumiendo que estaría tan contento como él por la hazaña de la selección. El capitán intento explicarle que ese ensayo era algo anecdótico y que, lógicamente, estaban muy decepcionados porque habían jugado mal durante buena parte del partido y en consecuencia se habían llevado una dolorosa paliza que podía haberse evitado. Por supuesto, al periodista aquella explicación le entró por un oído y le salió por el otro y al día siguiente publicó lo que le salió de los cojones, esto es, que la selección daba saltos de alegría por haber marcado un ensayo a Australia. Una vez más la prensa dejaba a la selección como una panda de infelices perdedores que recibían con placer palizas de 90 puntos.
Pero el Central también ha sido testigo de grandes victorias de la selección, como la histórica ante Rumanía en 1992, la más reciente ante una poderosa Georgia en 2000 o la crucial victoria en el último minuto ante Portugal que le dio a España el pase al Mundial de 1999.
En el gran escenario que es el Central las historias son interminables e incontables los jugadores del mundo entero que se han dejado la piel en su césped. Pasan los años y el Central continúa recibiendo incansable a nuevas generaciones de chavales que seguramente ignoran su glorioso pasado pero que quizá puedan percibirlo en el ambiente tan especial que se respira en ese lugar. Porque eso es lo que verdaderamente hace grande al Central, que acoge a jugadores de rugby de toda condición, desde los niños y las niñas de las escuelas de rugby, hasta las grandes estrellas del rugby profesional y alberga desde los partidos de los equipos universitarios a los oficiales de la selección nacional. Todo el rugby, el rugby como un todo.
Si esto no convierte al Central en una catedral del rugby, entonces no sé qué hace falta para llegar a serlo.
Me encanta, porque he vivido muchas de las que cuentas, tengo un autógrafo de Hastings de ese día. Y falta decir que en un día frío sentado en la grada de cemento se te queda el culo tieso!
Pues el CAPULLO de Fermin quiere tirarlo para construir un super estadio menudo gili….
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Y además lo tenemos de fondo mientras Alberto Closas perora en La muerte de un ciclista, uno de esos clásicos de verdad del cine español.
Aunque ya están reparadas yo creo que las gradas se fueron cayendo a trozos de pena de ver los que veían y en qué estado está ahora nuestro rugby.
http://tornarugby.blogspot.com/2010/08/el-central-y-los-viejos-leones.html
Gracias tronco,
un artículo bonito y justo.
No me arrepiento de un sólo minuto de los que he pasado en esas gradas. Siempre un sitio agradable y especial en el que estar.
Gracias por este artículo, fulano desconocido.
Es verdad que es un sitio especial. Y vaya si lo echo de menos ahora que ya no puedo ir.
Abrazo
grandísimo artículo. gracias.
Gracias por el articulo y recordar la historia del rugby español pero contra los pumas se jugo en Vallermoso, lo digo porque fue el primero de muchos partidos que he visto, fue de noche con luces y en el equipo puma jugaba Hugo Porta, uno de los mas grandes. Tambien creo que el partido contra gales fue en Orcasitas y creo recodar que pusieron gradas supletorias . Para completar por este campo paso la seleccion junior de francia en el campeonato de la fira en el cual que yo recuerde jugaban Sella y Champ, que fueron unos de los mejores jugadores franceses. Creo pero no puedo recordar bien que jugo tambien nz maori con varios all blacks en el equipo. De todas maneras muchas gracias.
Si, con Argentina en el 82 en Vallehermoso:
http://tornarugby.blogspot.com/2010/11/he-visto-el-enesimo-partido-entre-los.html
País de Gales, por contra sí jugo en el Central para la clasificación de la Copa del Mundo de 1995, y Sella ha estado en el Central más de una vez, ya que en 1986, recién salido de una lesión jugó con Francia A junto a Sadourny, Benetton, Gallart, Berot o Cecillon, entre otros del primer equipo francés.
Gales jugó en el Central,y ,mi novia por entones ,le hizo firmar un autografo a Neil Jenkins en un billete de 1.000 pesetas (joder con la broma) al termino del partido..,todavía lo conservo, se lo perdoné nos gustaba el rugby y a pesar de los pesares todavía nos emociona.
!Ah! también recuerdo el flequillo de Sella en carrera pasando junto a nosotros ,todo un espectáculo.,gracias por revivir esos dias tan apasionantes.
Por cierto, buen articulo .
Del partido de los Pumas en Vallehermoso en el 82 no tenía conocimiento, pero desde luego en los 90 Argentina jugó en el Central contra España con ese resultado (34-43). Partidazo por cierto.
http://tornarugby.blogspot.com/2010/09/venganzas.html
Al final de esa entrada tienes noticia sobre tal partido.
Estupendo y emocionante artículo. Durante 30 años he disfrutado, sufrido junto a tu padre cientos de encuentros y he vivido con el corazón «partío» aquellos encuentros en los que tu jugabas con un equípo y tenías que enfrentarte a tu hermano que jugaba en el contrarío. Mis vecinos de grada no salían de su asombro ¿Pero con quien vá esta loca?. He aprendido mucho de vosotros. El Central es hermoso, pero quien lo hace grande sois los jugadores.
Lo que dice tu padre quizás sea un poco exagerado. Puede que no sea el campo más bonito del mundo, pero sí es uno de los campos más bellos. Sin duda la catedral del rugby español.
Lo que opina tu padre también lo decía, con vehemencia, el gran «Tachunta» cuyos restos incinerados están ahí.
Me ha gustado mucho el artículo. Enhorabuena.
El partido que casificó a España para la copa del mundo del 99 se jugó en Murrayfield. España ganó al Portugal en un triangular en el que también estaba Escocia, que porsupuesto nos diò pal pelo a los dos.
Me ha gustado…
Se echa de menos alguna referencia al seven de Cisneros de cuando eran divertidos… Águila Amstel y demás.
Y a Ian Jones jugando con Gloucester…
Y a Don Paco Méndez.
Y los demás recuerdos que tengo ya son de mi club…
la vida era maravillosa en el central, hasta que a algun lumbreras se le ocurrio la feliz idea de llevarse los partidos a orcasitas y ponerlos a las 4 de la tarde, por cierto en los setenta se jugo un partido contra checoslovaquia y fueron 25.000 personas.ahora hay partidos en pozuelo, 4 gatos, alcobendas, 4 gatos,, en fin felicidades por llevaros las finales de copa a segovia, gijon, sevilla y demas santuarios del rugby español donde se juntan como mucho 1000 aficionados y dejar de lado el central donde juegue quien juegue se juntan minimi 4000 personas
Yo no he ido nunca y quiero ir para ver el partido contra Rumanía, que envidia me dais la gente que lo tiene cerca.
Nos vemos contra Rumanía.
La verdad es que el central está muy bien, pero los españoles nos hemos vuelto señoritingos y no queremos que se nos congele el pompis en las gradas de hormigón, luego está el asunto del césped, que parece una alfombra de gente viendo el partido y encima de la grada no oficial que nos encontramos con el bar. El mayor problema que tiene este campo, para mi gusto es ese, lo bonito que es, y que no se pueda poner un techado en las gradas (algo que cuando se juega en invierno se agradece, porque eso de ser aficionado y llevarte para casa un constipado, pues a tu madre no le suele gustar) y, sobretodo a causa del 6N, ese torneito que nos quita posibles aficionados que ayudarían mucho más en el estadio que viendo partidos en los bares, que no tiene iluminación artificial; esto provocaría que al partido en vez de ir los 5000-8000 habituales, fueran quizás más de 10.000 y si nos jugamos algo, quizás más.
Eso sí, yo he pasado tardes enteras de primavera en la terraza del bar tomando algo con los colegas y viendo como algún equipo jugaba ahí…o simplemente disfrutando de lo bonito que es…
Por cierto, a quien se mete con cambiar de sitio…si hasta Landsdowne Road, Twickenham o Murrayfield se han modernizado; si hasta Gales cambió de casa…no me parece tan descabellado hacerlo.
PD: En el hipotético Madrid2020 se jugaría a rugby en el Estadio Alfredo DiStefano del Real Madrid Castilla de fútbol y que creo que su aforo actual son 6000 localidades…no sé si me explico con el dato
Obrigado por delicioso texto. Assim se fazz a historia do nosso Rugby.
Me encanto !! conocí el central hace 5 años, los 3 primeros iba,porque me encantaba el sitio, y me parecia un lugar tranquilo para estudiar y pensar, el año pasado descubrí un día entrenando a nuestra selección masculina…ME ENAMORE!! del todo, ahora siempre que vienen chicas o chicos me acerco a ver los entrenamientos y aprender más Rugby para luego ponerlo en práctica en los partidos…
Cuando vuelva a mi ciudad natal, será uno de los sitios que más de menos eche de Madrid
Gracias por haber hecho avivar mis viejos recuerdos.
Es uno de los sitios más bonitos del mundo.
En ese césped hemos placado desde los cabestros más torpes como yo hasta leyendas como Gavin Hastings.
La felicidad es algo muy parecido a estar sentado en tus lomas con una cerveza en la mano y el sol de cara.
Allí tuve mi primera cita para ver un partido contra Australia con la que hoy es mi mujer.
¡Te echo de menos
Estupendo artículo, gracias. Me ha llevado a los 70/80. Al sabor de la hierba y barro del Central, a las cervezas en la ducha y a unión no sólo de mi equipo, sino de todos los rugbistas.
Pingback: Las maldades del rugby
Vaya, leo esto meses después de que se publicara.
Buenísimo, gracias. Qué buenos recuerdos. Qué gozada jugar ahí de vez en cuando los que estábamos acostumbrados a Cantarranas, pero qué grande se hacía también.
Los montaditos de lomo con pimientos del bar, clásicos.
En Nueva Zelanda he visto algún campo MUCHO mas bonito, pero entiendo a tu padre. Gracias de nuevo.
He debido ser de los pocos jugadores del Mundo que ha metido un ensayo de 13 puntos en el Central.
Jugaba con el CAU MADRID, contra el CANOE y el CISNEROS, en un triangular.
Jugaba como 7, y en un ataque desde nuestra linea de 10, de los 3/4, redoble y entre entre el 2º centro y el ala. La pedí como solía hacer a GRITO PELADO «Derecha, estoy, derecha, estoy, derecha, estoy …». Cuando cayó en mis manos debía estar sobre la linea de 10 suya o un poco más adelante. Rodillas arriba y galopada de pies en polvorosa. Yo acostumbraba a tirarme de lado sobre la pierna derecha para ensayar. Pero en esta ocasión, debí creerme un Maorí a la carrera, y a unos 10 metros de la linea de ensayo pensé: «es mi oportunidad para marcar el ensayo tirando en plancha» … estaba a punto de hacerlo, cuando algo por mi cabeza hizo cambiar de opinión, hice un «raro» y finalmente me tiré hacia el lado izquiero.. con la mala suerte de que «nosequien» del CANOE venía como una flecha y en vez de tirarse a placar, se tiró con el pie por delante para intentar quitarme el balón de las manos.. supongo. El resultado fue que ensayé: 5 puntos. Y que su bota impactó en mi cabeza: Brecha de 8 puntos, sangre a borbotones y primera y única vez en mi vida que he tenido perdida de consciencia. Al despertarme tirado en el suelo, con las manos de Carlos Oteo Calatayud (Nunca le dí las gracias, así que ahora es buen momento) tapándome la brecha, con la cabeza y camiseta ensangrentados, lo primero que pregunté fue: «¿Pero he marcado el ensayo?». La respuesta fue un sí… y poco después, acompañado por mi gran amigo Carlos Soler Yeremyn, ya en el hospital, el ensayo se transformó en el único que ha tenido 13 puntos… en total.
Jajjaa! Fernando, no me acordaba yo de esa anecdota!!
Fue interesante ver como te hicieron una huchita con cremallera, pero los 5 puntos del ensayo valieron, que de eso se trataba!! jajaja!!
Un abrazo!
No podemos dejar de recordar que Eddie Buttler, internacional y capitán de Gales varias veces, entre ellas, en el primer partido de ésta escuadra contra España en Orcasitas (16-106), en los últimos 80, jugó con Ingenieros Industriales una temporada de juventud, en los 70, con el Central como escenario.
Llegue en el 73, viví ese campo como: jugador, arbitro, entrenador, espectador, entrenando y fumando mi pipa.. media vida en ese campo, nunca conocí tanto barro, tanta nieve ni tanto sol como en el Central, ni la mejor forma de encontrar tantos amigos, más que una catedral del Rugby, para mi es un templo a la amistad.
Hola Aldo, probablemente no te acuerdes de mí. Soy hijo de tu amigo Tomás el de Motorcity en Lopez de Hoyos ,a ver si podemos contactar, Un saludo!!!
Me ha gustado mucho el artículo y estoy contigo en que es uno de los campos de rugby mas bonitos que he visto. Yo lo vi muchas veces desde la habitación 41 del Cisneros y recuerdo muchos partidos jugados allí. Los mas duros: cuando jugábamos con el campo seco y su barro petrificado y luego te tenías que duchar con agua fría en pleno invierno … (años 60)
Yo recuerdo el partido de los Wallabies. No soy muy fan del rugby que digamos pero ese dia me toco trabajar e ir a ver el partido. Como conocía al de prensa de la Federación el balón del encuentro acabo en mis manos. Supongo que todo un tesoro para los expertos en la materia. Recuerdo que tal como me lo dieron se lo entregue a un compañero de otro medio de comunicación, que si seguía el rugby como forma de vida. Espero que este en una vitrina en su casa. Tendra su valor histórico…
Así me gusta ver el deporte. Como un juego de iguales y sin la parafernalia del circo mediático.
Preciosa historia de un lugar con alma propia.
Precioso artículo y muy sentido, para mi es el mejor campo de rugby del mundo por dos razones, encuentro en él la verdadera esencia de este deporte, recoge lo que es el rugby, ahora todo es modernidad y profesionalismo, allí está el rugby viejo y segunda razón, porque juega mi equipo, la Selección Española¡¡¡. Me encanta ir, es la casa de todos y por añadir dos victorias históricas más, a Georgia en Febrero de 2012, 25-18, siendo este hasta la fecha, el último partido que Georgia ha perdido en el 6 Nac B y en Marzo de 2012 a Rumanía 13-12 gracias a un drop único, increíble, maravilloso de Mathieu Peluchón, grandísimo jugador, fué nuestro drop de Wilkinson particular. Todo estaba a nuestro alcance y el propio rugby español dijo No¡¡, no a que hispanofranceses, hijos y nietos de exiliados y refugiados defendieran la patria de sus abuelos y padres, profesionales para poder competir contra los profesionales de los otros rivales y chicos que lloraban al oir el himno de España y que muchos de ellos trajeron sus abuelos a El Central ( por favor, se escribe así ) , pudiéndo ver escenas de una emoción indescriptible. VIVA EL CENTRAL¡¡¡