Arte y Letras Entrevistas

Rafael Díaz: «El Código da Vinci o la serie Millenium son libros radiactivos; dejan secuelas durante años»

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Gran Vía de Madrid: en un céntrico edificio de oficinas cuyo interiorismo de añeja modernidad haría las delicias de Wilder, nos reunimos con Rafael Díaz Santander, cofundador de la editorial Valdemar.  En la propia sede de la editorial, rodeados —cómo no— de libros y en un ambiente acogedor —el anfitrión también hace al decorado— celebramos nuestro propio «debate sobre el estado de la edición». Nos empapamos de la idiosincrasia editorial de Valdemar, cuyo cuidadoso trabajo les mereció en su día el premio a la mejor labor editorial en España. Charlamos sobre el pasado, presente y futuro del negocio de los libros y de las costumbres lectoras en nuestro país.

Editáis a autores muertos que, en su época, vendieron mucho.

Sí, nuestro fondo principal está formado por autores clásicos ya sean de terror, misterio, aventuras o literatura general; como parece una idea bastante generalizada que para ser un clásico, aunque yo no lo creo así, hay que estar muerto, pues es obvio que editamos a gente muerta. Empezamos con este planteamiento porque creíamos que había un hueco en el mercado, sobre todo en lo que a literatura fantástica se refiere, y por ahí hemos seguido casi sin darnos cuenta;  ha pasado ya casi un cuarto de siglo desde entonces. No obstante tenemos a unos cuantos autores vivos, pero somos demasiado perezosos o tranquilos como para meternos en la pelea por autores y derechos… ya de por sí es una merienda de negros encontrar espacio en las librerías.

Además, supongo que editar literatura contemporánea tiene otros problemas.

Resulta estresante intentar competir por los derechos de autores que al final irán a caer en una de las grandes editoriales (Anagrama, Tusquets, Mondadori, etc.) y, cuando consigues un autor interesante pero que no es la-gran-figura-del-momento, la prensa no te hace ni caso y los libros pasan sin pena ni gloria por las librerías.

En la literatura resulta casi más complicado hacer reír o provocar miedo que cualquier otra emoción. ¿Por qué entonces el género humorístico y el de terror están tan infravalorados por los defensores de la literatura «seria»?

Los que ejercen de defensores de la literatura «seria» son un auténtico coñazo. Asocian el género con el entretenimiento, el entretenimiento con la falta de profundidad y lo que no tiene profundidad es mera evasión. Resulta tedioso comprobar que abunda todavía esta concepción tan clasista de la cultura en general y de la literatura en particular, como si existiera una especie de club de alta cultura reservado sólo a unos pocos privilegiados donde la palabra entretenimiento es un exabrupto intolerable. ¿Acaso no son entretenidos Nietzsche, Schopenhauer, Thomas Mann o Shakespeare? ¿No es todo texto escrito para ser leído como una evasión? ¿Con qué rasero se mide la profundidad? ¿Existe algo así como un detector de profundidades? La lectura no es un ejercicio de flagelación; disfruta tanto el que lee a Marcial Lafuente Estafanía, si es que realmente lo disfruta, como el que lo hace con los discursos de Epicteto. Así que dejemos de hablar en términos de entretenimiento o evasión para juzgar la calidad de una obra. Fíjate, recuerdo haber leído en la contracubierta de La piel fría que era una novela de crítica social o algo parecido; se eludió cualquier mención al terror cuando es una magnífica novela de tema lovecraftiano. En España se evitan estas cosas: no se escribe novela policiaca, sino crónica urbana. Cuando un escritor se acerca a algo que huela a género los eufemismos brotan como setas. Predomina esa opinión tan tendenciosa de la que hemos hablado antes que asimila el género con el mal escritor o la literatura de evasión. En cuanto al humor, ¿qué se puede pensar de un país que omite, posterga u olvida a Mihura, Arniches, Jardiel Poncela o Ramón Gómez de la Serna? Si hubieran sido franceses los tendríamos hasta en la sopa.

¿Cómo se consigue estar en las librerías?

No es difícil estar en las librerías. Un buen distribuidor consigue que estés en las librerías. Lo difícil es permanecer en ellas. Todos los meses cae en las librerías una verdadera avalancha de novedades. Esto es como un tsunami: va entrando la tromba de nuevos libros y otro montón va saliendo. Se quejan los libreros, los editores y los autores. Es una cosa que molesta a todo el mundo, pero es así este negocio.

¿Crees que se editan demasiados libros?

Ufff, demasiados. ¡Qué desperdicio de papel! Si quieres ver la cantidad de basura que se edita no tienes más que entrar en la librería de El Corte Inglés, por poner un ejemplo de librería que se dedica a lo obvio, es decir, a lo que consideran más vendible. A mí me resulta casi imposible salir de allí con un libro. Bestsellers programados, serie negra descafeinada, insufribles sagas de detectives nórdicos (o de países aún más inquietantes), pseudomisterio conspirativo, vampiros adolescentes. En fin, un verdadero repertorio de atrocidades. Me resulta asombroso que haya gente que pueda leer estas cosas y salir indemne. Habría que estudiar los efectos secundarios de toda esta bazofia.

Resulta curioso el fenómeno de libros de zombies o amores vampíricos adolescentes. Una moda y una fórmula muy lejos del objetivo que debe tener ese género.

Sí, es triste comprobar el éxito de la pura fórmula, de la comercialidad más descarada. Las mesas de novedades de las secciones de género están abarrotadas de obras de escaso mérito escritas por individuos que posiblemente aprendieron la fórmula en espeluznantes talleres literarios. Pero no olvidemos que la maquinaria editorial se mueve en torno al lector. Y la realidad es que existe un lector no evolucionado, un lector renuente a la experimentación que demanda siempre lo mismo, lo que ya conoce. Y el nombre de este tipo de lector es «legión». Hasta hace poco el género de terror se había mantenido un tanto al margen de este tipo de lector, y la consecuencia del advenimiento de esta masa informe ha sido una constante degradación hasta llegar al vampiro descafeinado y enamoradizo que compra la sangre en el supermercado. En fin, al buen aficionado siempre le queda rebuscar por las estanterías y encontrar libros editados, por ejemplo, por Valdemar…

¿Por qué ha bajado tanto la calidad del best-seller?

No lo sé. Se supone que la gente está más escolarizada, lee más, tiene acceso a mayor cantidad de información. Todo esto nos llevaría a pensar en una mejora de la civilización y de los contenidos culturales, pero lo cierto es que ha disminuido la calidad de todo: de la música, del cine, de la televisión, de los bestsellers

¿El hecho de que las editoriales ayuden a esta caducidad de los libros no crea inflación?

Sí, evidentemente, y eso redunda en la calidad. Si una editorial no puede vender 10.000 ejemplares de un libro, intenta vender esos mismo ejemplares repartidos entre cinco títulos. Se edita demasiado y muchas veces sin criterio.

¿Por qué de repente hay ahora tantos detectives suecos?

Si algo se vende, van todos detrás a ver si pescan algo. No hay más que ver El código da Vinci o de la serie Millenium; son libros radiactivos, dejan secuelas durante años. En cuanto a los detectives nórdicos, sospecho que detrás hay una campaña de marketing hecha a golpe de talonario. Pero, en fin, parece que estoy dando una visión demasiado negativa. Si rebuscas un poco y bajas a los sótanos del negocio editorial estamos en un buen momento en cuanto a las pequeñas editoriales se refiere. Han surgido un montón en los últimos años y algunas editan muy buenas obras. Gracias a estas pequeñas editoriales todavía tengo cosas que leer.

¿Cuáles de estas editoriales te gustan?

Me gustan casi todas las que conozco. No me gustaría olvidarme de ninguna y espero que me disculpen, pero, mira: tienes a Sajalín Editores, con un catálogo pequeño pero impresionante; Es Pop, Alpha Decay, Libros del silencio, Ático de los libros, Alfabia, Impedimenta, Perspectiva Nevsky, Melusina, Errata Naturae… en fin, son un montón de magníficos editores, todos ellos pelándose las cejas por sacar cosas interesantes, y lo consiguen. No sé si este buen momento durará mucho o no.

¿No te interesa ninguna de las editoriales más grandes?

Me interesan algunos de los autores que edita Anagrama, aunque me aburren enormemente las grandes figuras de la literatura de qualité, esos autores que aparecen en las mesas de novedades de toda Europa y que editan una «obra maestra» cada uno o dos años. Sigo bastante la colección de narrativa de Mondadori, sobre todo los autores norteamericanos. Los autores europeos que realmente me interesan como Will Self o Alasdair Grey dejaron de editarse en España.

¿Te gustan los escritores norteamericanos contemporáneos?

A mí me gusta la literatura americana desde Alaska a la Patagonia. Muchos de mis autores favoritos son, o fueron, de ese continente. De los norteamericanos admiro su tradición de cuentistas tanto en literatura de género como en la literatura general; desde Poe a Carver, pasando por Lovecraft, Fitgerald, Cheever, Ligotti, etc. Me gusta sobre todo la manera que tienen de incorporar de manera natural los géneros a la corriente principal, como hicieron en el cine.

¿Alguna reciente que te haya gustado?

Bueno, las tres novelas que más me gustaron entre todas las que leí el año pasado, por ejemplo, eran norteamericanas: Una mañana radiante, de James Frey, una especie de crónica urbana del submundo de Los Ángeles. Árbol de humo, de Dennis Johnson, una historia bastante dura sobre la guerra de Vietnam. Y País de sombras, de Peter Matthiessen, que es un fresco monumental sobre la conquista de los Everglades y los cayos de Florida a través de la historia de Edgar J. Watson, el principal plantador de la zona y asesino en serie ajusticiado por sus vecinos. Para mí son tres obras maestras de la Literatura con mayúsculas, pero que llevan el género inyectado en la médula.

H.P. Lovecraft con unos amigos

¿Cómo ves el fenómeno bestseller a nivel nacional?

Creo que el único best-seller nacional que he leído es ese de La sombra del viento y me costó horrores terminarlo; ni siquiera sé por qué lo hice, ni que hubiera hecho una promesa… Leo a Mendoza, a Vila-Matas, pero no sé si se les puede considerar best-sellers. Los españoles que leo suelen ser autores más bien minoritarios.

Arturo Pérez Reverte vende muchos libros.

No sé por qué vende tanto. Supongo que a la mayor parte de la gente que lo lee, que es un mogollón, le viene bien no complicarse la vida y seguir leyendo lo mismo, no sea que caiga algo en sus manos que les haga preguntarse por el sentido de la existencia o algo peor. No, fuera de coñas: no sé, a mí me asombra que haya gente que venda tanto; yo como autor me mosquearía. Siento decepcionaros pero sólo he leído una novela de Reverte, El club Dumas (cuando salió, porque ahora ni loco leería algo que contenga la palabra «club» o «código» en su título). Sencillamente no lo leo, pero no por nada en especial, sucede que siempre tengo otra cosa que leer.

¿Te gusta el Pérez-Reverte columnista?

Tampoco recuerdo haber leído alguna de sus columnas. Yo apenas leo la prensa, soy una persona absolutamente desinformada, de modo que ignoro qué opina sobre nada y a saber si me interesaría conocer su opinión sobre algo. Me han dicho, sin embargo, que su Twitter es muy divertido, que dice más o menos lo que le sale de las pelotas, y que mucha gente se indigna incluso. Pero no entro al Twitter, ya tengo más que suficiente con el Facebook. A mí Reverte, en principio, no me cae mal. Lo que me jode es que cada vez que publica los espacios de las librerías se ponen a reventar de libros suyos y, ya sabes, para contener tantos revertes en un espacio limitado necesariamente otros libros tienen que abandonar su puesto…

También es académico…

A mí es que me da risa lo de la Real Academia. Creo que allí hay gente como Anson y Cebrián, grandes estrellas de la manipulación informativa y, no sé, tiendo a imaginar a los académicos como malos de película de serie B, en plan el Doctor Gogol de Las manos de Orlac o el Doctor T de Los 5000 dedos del doctor T, que se reúnen allí para conseguir hacerse con la Gran Hegemonía del uso del lenguaje…

¿Las grandes editoriales podrían convencer al público de leer buenos libros, simplemente publicándolos?

Las editoriales grandes también publican buenos libros, lo que sucede es que su propia estructura les condena a sacar a la vez mucha bazofia. El mercado deglute los libros y los desecha a una velocidad infernal. Si eres un buen lector y comprador de libros tienes que pillarlos en el momento, porque al cabo de unos meses habrán desaparecido de las librerías, y no te digo ya si dejas pasar unos años…

¿Te gusta la ciencia-ficción?

Sí, pero hace mucho que no leo prácticamente nada. Hubo una época en que leí casi todos los clásicos del género, sobre todo aquellos que editaba Minotauro cuando era una editorial argentina, creo.

Hay quien lo considera mala literatura porque se fijan en la forma, pero obvian el fondo.

Lo fascinante de la ciencia-ficción son las ideas que se manejan. Siempre me gustó la parte especulativa de la CF, muy por encima de la Space Opera.

¿Cómo es el lector español de ciencia-ficción?

Suelen ser muy frikis y, a la vez, muy entendidos. Son muy críticos con todo lo que se hace o se edita y pueden estar debatiendo durante horas sobre aspectos aparentemente nimios pero de una trascendencia que se nos escapa al resto de los mortales. Nosotros hemos tenido experiencias bastante negativas editando CF. Fuimos enormemente criticados.

Ahora parece que estamos en la edad de oro de las series de televisión. ¿Te gustan?

Ciertamente se están haciendo series muy buenas. Parece que es el nuevo vehículo para decir o contar lo que ya no se puede decir en el cine. Mi favorita es The Wire, donde han intervenido gente como George Pelecanos, Richard Price y David Simon, escritores que leo con devoción. Pero, en fin, ahí están Los Soprano, Deadwood, Carnivale, Boardwalk Empire… y la obra maestra del humor negro y sarnoso: Black Books.

¿Y el cine de terror actual?

El problema principal del cine de terror actual es que muchos realizadores se lo toman en serio; falta humor y sobran pretensiones, y la consecuencia es malas películas. Quizá con el cine de terror ha pasado un poco como con la literatura, aunque no sé exactamente cuáles son los condicionantes de la industria cinematográfica. Es una industria más compleja que la literaria. Pero sigo sin entender por qué las películas americanas son necesariamente tan malas, salvo excepciones. No sé si la culpa la tiene ese sistema de proyecciones previas a un público de anónimos inquisidores o la corrección política, la censura o la mojigatería imperante. El caso es que tuvimos una buena época con el cine de terror japonés, con películas tan perturbadoras como Ju-on de Takashi Shimizu, Ringu de Hideo Nakata o Audition del inefable Takashi Miike. Luego ya ha venido la pura fórmula, que es lo que suele suceder.

¿Por qué Francia está destacando tanto en este tipo de cine? ¿Hay algo en su tradición cultural que explique el fenómeno, o es un despertar repentino?

Martyrs, de Pascal Laugier

Sí, parece vivir un buen momento. La primera película auténticamente siglo XXI que creo haber visto fue Alta tensión de Alexandre Aja. À l’Intérieur se ha hecho muy notoria, pero a mí parece floja, con una vocación descarada de exploitation. Martyrs, de Pascal Laugier, manejaba conceptos francamente perturbadores. La vi en Sitges —fíjate bien: un nido de freaks— y la gente salía bastante cabreada; a la mayoría les parecía una mierda. Particularmente me gusta mucho el belga Fabrice Du Welz, responsable de dos joyitas del terror moderno: Calvaire y Vinyan… esta última es un verdadero descenso a los infiernos, no sé si ha llegado a estrenarse en España. Y en cuanto a Calvaire, qué decir de ella: ¡tiene una fotografía espléndida! Lo que ya no sé es si este fenómeno responde a una tradición cultural. Los franceses y los belgas tienen una gran reputación histórica en la literatura fantástica y de terror, aunque casi siempre la han impregnado de elementos teatrales y granguiñolescos. Y por otra parte siempre han hecho buen cine, así que parece lógico el buen momento del que disfrutan.

¿Qué películas, actuales o clásicas, te han provocado verdadero terror más allá del susto momentáneo?

Algunas de las películas francesas que hemos mencionado antes podrían considerarse de terror extremo, así que estoy por decir que el terror extremo me gusta, aunque entiendo perfectamente que no es para todos. Si quieres un terror apacible vete a ver El orfanato o Los otros. Para mí una buena película de terror tiene que perturbarte, tiene que moverte a la intranquilidad y, en este sentido, hay muchas películas clásicas y modernas que lo han conseguido. Incluso hay remakes tan honrosos como Las colinas tienen ojos, que han aportado variaciones interesantes a la original. No sé si podría hacer una lista de las películas que me han dado verdadero terror, pero sin duda la lista de las que me han intranquilizado sería bastante prolija e incluiría varias de Cronenberg. La noche de los muertos vivientes, El exorcista, Alien, La profecía, La semilla del diablo, por citar las más conocidas, y muchas más —aparte de las que hemos mencionado— del cine europeo o del oriental.

Volvamos a la literatura. Antes has citado a Lovecraft. No era un gran escritor en la forma, pero abrió un nuevo campo en el género con el terror cósmico.

Quizá Lovecraft no fuera un gran escritor desde un punto de vista estilístico, pero no cabe duda de que obró una verdadera revolución en el cuento de terror. Su nihilismo resulta desasosegante; no hay ningún mensaje tranquilizador ni puerta alguna abierta a la esperanza. El mal no está en la naturaleza humana o en demonios tentadores (como en el cuento gótico tradicional), ni en fantasmas que vienen a perturbar a los vivos (como en la ghost story tradicional), ni en criaturas contranatura o regresados de la muerte (hombres lobo, vampiros, zombis, etcétera). No, señor. El mal está en el universo, un universo sin sentido donde gobierna el caos. El hombre es un mero producto del azar y la razón enloquece al tomar conciencia de su insignificancia y del horror que le rodea. Es en este universo caótico donde habitan entidades innombrables poseídas por una crueldad indescriptible que blasfeman en el vacío… el lenguaje fracasa al intentar describir tal horror. Y sin embargo a mí me hipnotiza la prosa exagerada y extravagante de Lovecraft. Lo considero un gran escritor en todos los sentidos, al margen de cualquier norma. ¿A quién le importa la repetición o las imprecisiones cuando lee a Lovecraft? No conozco a ningún escritor contemporáneo o sencillamente posterior a Lovecraft que haya operado un cambio tan significativo ni en el fondo ni en la forma en el relato de terror. Y por otra parte no creo que la industria editorial propicie cambios tan radicales. No olvidemos que Lovecraft escribía en revistas de aficionados, liberado del yugo de los editores.

¿Crees que existe algún escritor contemporáneo que pudiera descubrir como él nuevos mundos? ¿Es posible esto, o está ya todo dicho y solo queda decirlo de distinta forma?

Ah, el espinoso e irritante asunto de si está todo dicho. Yo creo que sí, que está todo dicho, y no hablo sólo del género de terror. Lo que pasa es que se puede decir con distintas palabras y de distinta manera, incluso de una forma distinguida. Creo que el desafío de toda la literatura contemporánea consiste en cómo solucionar el engorroso problema de volver a contar lo mismo. Casi todas las revoluciones literarias han sido formales, pero ¿qué se puede hacer cuando todas las variaciones formales han sido explotadas hasta la extenuación? No sé, no soy escritor ni crítico literario, pero me asombra que todavía haya quienes consiguen deslumbrarme y ganarse mi total admiración.

¿Qué nos da miedo ahora?

¿Qué nos da miedo ahora? Vaya jodida pregunta. ¿Qué puede darnos más miedo que lo que vemos en la televisión? El lector del siglo XIX y principios del XX podía horrorizarse con una buena historia de fantasmas, pero nosotros cómo vamos a horrorizarnos… ahora somos gente menos sensible para experimentar una emoción tan genuina como el miedo mediante el mero ejercicio de la lectura. Los aficionados al terror practicamos voluntariamente la suspensión de la incredulidad, que consiste básicamente en abrir la mente a lo inesperado o, en otras palabras, en dar rienda suelta a la imaginación, a los elementos irracionales que pueblan nuestras pesadillas o liberar los monstruos del inconsciente. En este sentido creo que a los aficionados de hoy nos dan miedo las mismas cosas que a nuestro hermano el cavernícola, sólo necesitamos un buen narrador.

¿Se descubren ahora escritores que en treinta o cuarenta años serán clásicos?

No sé si dentro de treinta o cuarenta años la gente seguirá leyendo, no creo que para entonces exista una industria editorial tal y como la conocemos ahora. Más bien creo que los que lean en el año 2050 serán una panda de excéntricos. Ni siquiera sé si las nuevas generaciones están muy dispuestas a leer…

¿Crees que triunfará el libro digital?

Yo creo que no. Al menos no emplearía la palabra «triunfo». Veamos, seamos sensatos: en España se lee muy poco y sin embargo se está creando un estado ficticio de opinión según el cual el libro digital va a arrasar al libro en papel. Pero lo que yo no acabo de entender es de dónde van a salir esos lectores digitales. ¿Se van a sumar nuevos lectores… o se van a restar de los que ya leen? Y eso sin hablar de lo chapuceros que son los formatos para ebook, del precio abusivo al que han salido a la venta, etc. Que me perdonen los señores ejecutivos de las grandes editoriales, pero yo no veo dinero ahí. El negocio, en todo caso, está en el aparato, pero no en el libro. Estos meses he estado buceando un poco en el mundillo de las webs y foros dedicados a colgar libros en formato digital y la impresión que he sacado es que la mayoría de la gente que se ha comprado lectores electrónicos lo que quiere es leer gratis. Es así de sencillo. No hay que darle muchas vueltas al asunto.

¿Son caros los libros?

A mí no me lo parecen. Vale lo mismo un libro en edición de bolsillo que un bocadillo y una caña. ¿Qué te cuesta salir a cenar hoy en día? El libro perdura, lo puedes guardar y coleccionar.

¿Estás en contra de las descargas por internet?

No, no estoy en contra de las descargas. Pero me resulta muy incoherente todo este asunto. Nos cabreamos mucho cuando se nos dice que hay que pagar: es lógico, estamos acostumbrados a no hacerlo. Pero pagamos el cable, el teléfono, los discos duros, los almacenes de contenidos tipo Megaupload, etc. Lo pagamos todo religiosamente sin preocuparnos de quiénes están detrás de esas empresas. Por otra parte se están generando conductas bastante patológicas; gente que no para de bajarse películas: sin criterio, sin sentido, sencillamente se bajan cientos, miles, y las acumulan. Lo mismo pasa con la música: no hay tiempo en una vida para escuchar todo lo que se han bajado. El otro día vi un link que enlazaba a una biblioteca de 25.000 libros. Es como de risa… ¿para qué cojones quieres 25.000 libros? Me molesta también toda esa mística que hay montada en las páginas de descargas gratuitas sobre el concepto de «compartir» que repiten como un mantra: «gracias por compartir»… ¡qué gilipollez! Pero, bueno, hasta ahora he visto la misma bazofia en estos sitios que en las librerías generalistas. Hay poco lector evolucionado. En cualquier caso, el futuro digital apenas me interesa. Hasta ahora sólo ha conllevado una pérdida importante en la calidad de lo que se escucha, se visiona o se lee. Personalmente prefiero el vinilo o el CD, la película en la sala de cine o en DVD de alta definición y el libro en papel bien editado.

¿Recibís muchos escritos de aspirantes a novelistas?

Ahora ya no, porque no tenemos una línea de autores españoles, pero hubo una época, cuando empezamos a editar a Juan Manuel de Prada y otros, que nos llegaban originales todos los días. Estábamos alucinados; resultaba muy inquietante que hubiera tanta gente escribiendo o intentando escribir. Parecía un fenómeno paranormal. Se pusieron de moda los autores jóvenes y algunos enviaban el original acompañado de una foto para que viéramos que era un autor joven.

¿Y cuánto tardas en darte cuenta de si vale o no la pena?

Afortunadamente había amigos que nos hacían una criba inicial. Pero la mayoría de los originales pueden descartarse en la primera página.

¿Alguno de los originales recibidos ha valido la pena?

Tuvimos suerte, porque el primero que editamos fue Prada y se vendió muy bien, pero no conseguimos vender a los siguientes, por lo que tuvimos que abandonar esa línea de edición. Seguro que entre la pila de originales habría alguno que merecía la pena.

¿Te gusta lo que editasteis de Prada?

Lo que editamos sí, pero no he seguido leyéndole y no sé si ahora mismo aguantaría una relectura de aquellas obras. El personaje hace mucho para que dejen de gustarte…

¿Su evolución desde que empezó hasta en lo que se ha convertido ahora ha sido algo natural o una manera de ganarse la vida?

Supongo que te refieres a si la involución o regresión de Prada a las cavernas obedece a motivos puramente económicos, con lo cual sería un impostor. O si se lo cree, es así, y por lo tanto es real. No lo conozco lo suficiente y en los últimos años el único contacto que hemos mantenido con él ha sido a través de su abogado. Yo creo que ya era así cuando lo conocimos, pero no había tenido la oportunidad de manifestarse. Es un cenobita de derechas que formaría buena pareja con Pinhead. Es una lástima que se estén desaprovechando sus cualidades como proveedor de entertainment.

Parece que la sociedad también siguiera una evolución similar, cada vez más pacata y dispuesta a escandalizarse por pequeñeces. En el cine, por ejemplo, se tolera más la violencia que el sexo. ¿Crees que la moral religiosa todavía tiene cierta influencia?

Mi concepción de la vida es básicamente hedonista, incluso pagana, así que me resulta obvio pensar que la historia del cristianismo (o de las religiones monoteístas) es la historia de la represión del deseo y del placer. Pero es que todo el pensamiento occidental está impregnado de religión o de su variante filosófica: la metafísica. Ellos han construido la historia del pensamiento a su antojo, omitiendo del canon a todo pensador sospechoso de materialismo o de exaltación de la sensualidad. Demócrito y Epicuro se estudian de pasada, metidos en el saco de los llamados presocráticos. A la Iglesia siempre le ha venido bien esta especie de agrupación de filósofos variopintos, tan variopintos que algunos son incluso posteriores a Sócrates. Por no hablar del Abate Meslier, de La Mettrie y otros grandes materialistas y ateos. La moral cristiana ha sido dictada por psicópatas como San Pablo, San Agustín y los Padres de la Iglesia. Es gente muy peligrosa obsesionada por el sexo, neuróticos extremos que convirtieron la vida en un infierno. Son culpables de crímenes contra la humanidad; mientras torturaban y asesinaban a brujas y herejes no hacían otra cosa que engendrar bastardos. Aún hoy en día nos asombra su propensión a la pederastia y la sodomía. Nunca ha habido una verdadera liberación sexual en este planeta, jamás hemos alcanzado el nivel de los bonobos. Siempre hemos estado esclavizados por el pensamiento religioso y, ahora, cuando Dios ha muerto y la Iglesia ya no pinta nada, los tribunales de la Inquisición se han trasladado a los medios de comunicación de masas: ellos son los nuevos guardianes de la moral. A mí me asombra que en el siglo XXI no se puedan decir en público muchas cosas que se piensan en privado sin correr el riesgo de un linchamiento mediático.

Volviendo al asunto editorial: ¿cuántos libros sacáis al año?

Con la crisis hemos bajado y sacamos más o menos dos al mes, cuando antes eran tres o cuatro.

¿Te gusta ir a las ferias?

Me gusta sobre todo ir a la Feria del Libro de Madrid. Es un ambiente incríble, todo el mundo pasa por allí durante quince días. Es la única ocasión en que tenemos la oportunidad de entrar en contacto con nuestros lectores.

¿Tenéis un público fiel?

Creo que hay un núcleo duro de seguidores, sobre todo en torno a la colección gótica y el terror en general. A veces me da la sensación de que formamos una especie de secta de extravagentes freaks. Pero son personas muy agradecidas y entusiastas. Me siento bien compartiendo gustos e intereses con ellos. La gente aficionada a la literatura fantástica me transmite muy buenas vibraciones, soy uno más de ellos.

¿Crees que habéis ayudado a descubrir o redescubrir cosas al lector más «serio»?

Ahora mismo, en el 2011, hay un buen nivel de edición en España, pero en los años ochenta y noventa dejaba mucho que desear. Nuestro propósito fue hacer buenas ediciones de obras y autores un tanto maltratados. Descubrir obras que no habían sido editadas en nuestro país y redescubrir otras injustamente olvidadas o que circulaban en ediciones un tanto casposas. Creo que hemos contribuido bastante a que la gente pueda llevar un libro de Howard en la mano y no sentirse avergonzado por ello ni integrante de un grupo de bichos raros. Hasta el lector más serio puede acercarse con tranquilidad a la colección gótica. Me siento bastante satisfecho por haber conseguido el respeto del lector. Tanto en foros, como en blogs y otros medios no oficiales, Valdemar es una editorial muy considerada y respetada. Ten en cuenta que además editamos clásicos —o lo que nosotros consideramos clásicos— de diversos géneros y, en todos esos géneros, incluida la literatura general, hay niveles o submundos inferiores donde abunda la mala calidad. Es frecuente juzgar apresuradamente un género porque sólo se ha leído algo situado en un nivel inferior. Por ejemplo, hay quien puede afirmar: «No me gusta el western«. ¿Cómo es esto? ¿Me estás diciendo que no te gusta Warlock, o El hombre que mató a Liberty Valance, por citar sólo dos obras maestras de ese género?

¿Tienes algún gran proyecto que te haga ilusión en cartera, aparte del libro basado en la película porno definitiva de Kubrick? Háblanos un poco de él.

Estoy bastante ilusionado con la nueva colección Intempestivas-Ficción, donde ha aparecido ya Ambrose Bierce y la Reina de Picas, de Oakley Hall, y donde va a aparecer la novela que mencionáis, Una película porno (Blue movie), de Terry Southern. Pretendemos seguir una línea de edición más contemporánea, no necesariamente de género. Me gustaría que la gente confiara en nosotros y se enrollase con esta colección, porque nos permitiría salirnos un poco del terror o los clásicos y prestar atención a un tipo de literatura más provocativa o contracultural. Terry Southern fue un tipo totalmente extraordinario, el padre de eso que se llamó «nuevo periodismo», y fue responsable de guiones como Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú?, El rey del juego, El coleccionista, Barbarella, Easy Rider, etc. Incluso figura en la portada del Sargent Pepper’s de los Beatles, y sin embargo no encontrarás nada sobre él en la Wikipedia en español, lo cual te da una idea del nivel cultural en que nos movemos. La novela que vamos a editar, Una película porno, recrea de modo más bien humorístico algo que pudo haber ocurrido, pero que por suerte o por desgracia no llegó a ocurrir. Y fue idea de Kubrik filmar una película porno definitiva, una película para adultos realizada según los cánones del Arte. En estos momentos estoy terminando de revisar la traducción y puedo decir que me he descojonado desde la primera a la última página. Está escrita con un humor feroz y retrata de forma un tanto despiadada el ambiente de una producción de Hollywood. Es absolutamente incorrecta en la forma de abordar y describir los apetitos sexuales de la gente implicada en la producción; toca directamente y de forma desprejuiciada algunos de los tabúes sexuales del momento en que vivimos y demuestra de forma contundente que la sociedad de los años setenta estaba más libre de prejuicios que la del 2011.

Imagina que pudieras elegir algo que desearas editar sin problemas de derechos, rentabilidad, etc. Una especie de regalo divino: ¿qué sería? ¿Existe algún autor que quisieras reivindicar u homenajear de esa manera?

Hay muchos autores que ahora mismo no me atrevo a editar porque terminarían de arruinarnos definitivamente. Editaría cosas tales como El teatro de Gran Guiñol de Meternier o Max Maurey, o cualquier otra cosa desquiciada que se te ocurra en este momento. Haría una colección dedicada a libertinos y ateos y la vendería a un precio irrisorio para que nadie dudara de que nosotros también sabemos educar a la gente.

Para terminar, de todo vuestro catálogo, ¿qué es lo que más te gusta a nivel personal? ¿Qué colección o libro te hace sentir más orgulloso?

Me siento bastante orgulloso de la Colección Gótica y la de Clásicos. En la Gótica hay libros que figurarían en la lista de mis libros favoritos, si es que alguna vez me decidiese a hacer tal cosa. Estarían sin duda Melmoth el errabundo, El manuscrito encontrado en Zaragoza, Cumbres borrascosas, Jekyll y Hyde, Los elixires del diablo, La mandrágora, El Golem, los cuentos de Lovecraft, de Ambrose Bierce, de Machen, de Henry James, de Maupassant, de Hoffmann… en fin, son todos ellos libros que me llevaría a una isla desierta o a un monasterio (lugares que no pienso pisar por el momento). En clásicos me llevaría los cuentos y el teatro de Oscar Wilde, los cuentos de Kafka, y El Ángel que nos mira, de Thomas Wolfe. Y sin duda me llevaría también, aunque está en otra colección, el Inferno de Strindberg. A alguien no iniciado en la secta de Valdemar le recomendaría que empezara por Jekyll y Hyde (si es chica también El Monje y el Marqués de Sade), luego podríamos poner un Cumbres borrascosas y continuar con Melmoth, para pasar a cosas como La Mandrágora, Drácula o Lovecraft. Ahora bien, lo que yo recomendaría a todo el mundo es A la busca del tiempo perdido, de Proust, en nuestra edición, que es la mejor traducción que hay disponible y con un aparato crítico impresionante.

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28 Comentarios

  1. Fenomenal entrevista. Valdemar es de lejos la mejor editorial de este país. Felicidades.

  2. Muy buena entrevista, éste hombre no tiene miedo a hablar de lo que sea.

  3. Estupenda entrevista con un montón de recomendaciones interesantes y reflexiones muy atinadas.

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  5. Muy bien aprovechada entrevista, atinadas reflexiones y buenas recomendaciones de parte del entrevistado. Me gustó mucho.

  6. Muy buena entrevista. Me he quedado helado cuando he visto que -casualidades de la vida- las tres novelas que le gustaron las leí de forma consecutiva el año pasado (arbol de humo, una mañana radiante y país de sombras).

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  9. Que gran entrevista, por Dios.

  10. …ya me he currado la traducción del artículo de la wikipedia de Mr. Southern.

  11. fernando cortes

    Gracias por las entrevistas que nos regalais!

  12. Juas, juas, juas… He reído y llorado a la vez. Como con las obras maestras! ;)
    Gracias por el buen rato!

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  14. Franz Moss

    «A mí Reverte, en principio, no me cae mal. Lo que me jode es que cada vez que publica los espacios de las librerías se ponen a reventar de libros suyos…»

    Suena a pura envidia. Y no sé como se puede extrañar del éxito de Reverte si ni siquiera lo ha leído (un solo libro no es suficiente para hacer un juicio justo o formarse una opinión justificada).
    Quizá si lee algo más de Reverte entiende en parte su éxito.

    Ah, gracias a Valdemar por la edición de ‘Drácula’ de Stoker. Es realmente soberbia. Al César lo que es del César.

    • Totalmente de acuerdo con Moss. La entrevista soberbia y atinadas todas las respuestas salvo las que destilan envidia o simple desconocimiento, como la opinión sobre Reverte y el libro digital. Creo que el sr. Díaz no acaba de asumir que se acabó el mundo como él lo conocía y los nuevos soportes llevan a algo muy importante: Lo que él descarta en la primera página alguien lo leerá y glosará en un futuro sin libros pero con lectores. Siempre habrá lectores.

  15. Guillermo

    A mi me ha parecido excesivamente pedante y bastante aburrido.

    Para mí esta frase, con respecto a los nuevos autores, lo resume todo: «Pero la mayoría de los originales pueden descartarse en la primera página.»

  16. Sparchitectus

    Gracias por compartir! ;)

  17. Magnífica entrevista, aunque hay un punto que no puedo compartir. Cuando me regalaron, hace ya dos años, mi primer lector digital, lo primero que hice fue acudir precisamente a Valdemar, que es una de mis editoriales favoritas, para saber si podía disfrutar de sus contenidos en digital. Lamentablemente, no he podido. Pero sigo comprando libros, y ebooks también, a pesar de sus precios en muchos casos.
    Muchas gracias por la incomparable edición de Proust.

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  19. Vuelvo a releer esta entrevista después de un tiempo, y la verdad es que me encanta. Como todo lo que leo sobre esta gente.

    Con respecto al último comentario, yo sinceramente, disiento. Si algo tienen los libros de Valdemar es la cuidada calidad, su papel, lo imperecederos que son sus libros. Cuando vas a comprarlos, lo haces sabiendo que te si los cuidas bien ellos crecerán contigo, como un amigo al que siempre has conocido, con el que compartes tu vida. Si por alguna casualidad, Valdemar empezara a publicar ebooks mucha, repito, muchísima gente que conoce la editorial de hace años, se sentiría engañada o defraudada. Como nos sentimos muchos lectores con ese aparato que, sinceramente, como ya todos sabemos, con el tiempo se romperá, y hará que la gente tenga que comprarse otro, y otro…Como bien dice Rafael, el negocio esta en la venta del aparato. Como los móviles, videoconsolas…etc.

    Esta es mi opinión. Un abrazo a Rafael y a todos los componentes de Valdemar. Gracias por hacernos más felices con vuestros libros.

  20. Yo los amo. Los amo mucho.

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  24. Un pedante criticando a otros pedantes.

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